Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Obsesión virtual por Dtzo

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:3 al fin! TwT este mes se me hizo eterno :v pero quien me manda a terminar 17 páginas en menos de tres días :'v maldita inspiración que llega de golpe.

Bueno, pues nada, ya esperaron mucho para el final. No las entretengo más.

Nos vemos en notas finales. :D

 “Todos tenemos un secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible, un sueño inalcanzable y un amor inolvidable.”

 

 

Seto Kaiba, la obstinación en persona..

No cesó en su búsqueda, sospechaba que por tratarse de una pieza amorfa pero mínima de oro, algún listillo osó hacerse de ella. Si lo que buscaban era una absurda suma monetaria para soltar el fragmento, que así fuera.

Pese a la gran “oferta” que mandó difundir, era inútil. La tierra se la había tragado. No faltaron los impertinentes que ofrecieron la primera alhaja de oro que se imaginaron. Así, uno a uno eran botados sin siquiera recibir una explicación.

Piedras, prismas, era lo que más abundaban en las muestras que inútilmente recabaron. Ciertamente cabe mencionar que hubo quienes intentaron darle una forma (muy sacada de su imaginación). 

Daba igual cuanto tiempo estuviese la carnada, la presa no caía.

Y con ello, el CEO empezó a dar por perdido el fragmento que complementaba tanto el puzzle como su corazón.

 

Postrado en la cama yacía una coraza agrietada, resultado de años sin dejarse desmoronar; por su hermano, por KC.

Seguía siendo admirable su perseverancia ante su situación, se negaba a desatender la corporación. No por falta de confianza en su vicepresidente, él ya era un reconocido empresario, justo como su hermano mayor.

Verlo acabado le partía el alma, siempre quiso contribuirle de algún modo todo lo que le había dedicado, su tiempo, su esfuerzo, su infancia. Lo recordaba como el niño prodigio del orfanato que siempre lo cuidaba de cualquiera que intentara dañarlo, aquel que sonreía más a menudo, con quien siempre jugaba. Entendía que lo dejara tan abandonado, nunca pensó en el tiempo que le tomaría alcanzar su éxito.

No había pasado más de 15 años, los doctores siempre lo diagnosticaron con una perfecta salud; los psicólogos (idea de Mokuba) una ligera depresión que no creyeron llegara a niveles críticos.

El corazón es sabio, cuando lucha contra toda inclemencia e infortunios es porque reconoce al ser amado, al legítimo dueño de su ser. 

Sus signos vitales eran débiles, llegado hasta ese punto no había mucho que hacer.

Los ojos del menor de los Kaiba se inundaban en lágrimas al ver a su querido hermano tan… frágil. Sí, esa era la palabra adecuada para describirlo.

Por su lado, Seto, en su mente repetía incesantemente lo que tanto tiempo había estado codiciando. Una y otra vez resonaba “Atem, Atem, Atem” también su corporación.

Llamaron a la puerta ¿Quién se atrevía a perturbar sus últimos momentos? Con un ademán de manos indicó a Mokuba que atendiera.

-¡¿Y-yugi?!

Ahí estaba aquel joven tricolor que, a diferencia de su rival, los años fueron condescendientes con él.

-Mokuba – tenía su característica y benévola sonrisa – Ha pasado tiempo… Traigo algo para tu hermano.

Entonces ambos fijaron su mirada en una caja de tamaño considerable que llevaba el tricolor.

-No me digas que es… - Los orbes celestes del menor se expandieron como platos ante la suposición - ¿Estás seguro, Yugi? – Asintió – le diré a Seto, espera un momento por favor.

Inmediatamente después de que Mokuba hablara con su hermano, tanto él como Ronald, salieron de la habitación.

A Yugi le estremeció ver el abatido cuerpo de Kaiba, las bolsas de sus ojos estaban completamente oscurecidas, resultado de las constantes pesadillas que asaltaban sus sueños, sus parpados presentaban arrugas de más para su edad; en definitiva el tiempo le doblaba la edad.

Seto lo miraba con su típico semblante de seriedad, no admitiría el asombro de volver a ver a Yugi, le resultaba extraño el no verlo con el uniforme escolar que una vez tuvieron en común, ni con ropajes de adolescente. Era el adulto joven que siempre imaginó que sería. Dedujo en seguida, por sus prendas, que había terminado dedicado a la arqueología, igual que su abuelo. No le sentaba nada mal su apariencia. Lucía un leve bronceado que, con mayor razón asimilaba a Atem.

-Así que terminaste siendo arqueólogo ¿Eh? – una voz que daba escalofríos salió de sus labios.

Yugi tomó asiento a un lado de la camilla y tomó la mano del mayor.

-También me da gusto verte, Kaiba.

No lo decía pero en sus ojos se reflejaba cuanto le había echado de menos, no propiamente al chico, más bien a su apariencia. Aún entonces, sus deseos egoístas lo llevaban de la mano.

Para algunos, los silencios suelen ser incomodos; para otros, el silencio es la respuesta más asertiva cuando todo está dicho.

No necesitaban decir nada, tampoco mantener un contacto visual, a consideración del tricolor. No había palabras para lo que quería que Kaiba supiera. Delicadamente separó su mano para sacar el contenido de la misteriosa caja que llevaba.

-¿Me tienes lástima? – habló el CEO aún sin dirigirle la mirada.

-Te equivocas, Kaiba – su voz era suave y queda, apenas un susurro – A estas alturas lo sigo extrañando, él está donde debía. No por qué a mí me hiciera feliz ese hecho, significa que a los demás también – volteo el rostro al ventanal que estaba frente a la camilla de su amigo, el viento se colaba insolente en la habitación meciendo las delgadas cortinas y llegándole de lleno al bello rostro del poseedor del dragón blanco de ojos azules, quien cerraba apaciblemente los ojos al sentir la caricia de la brisa. Para Yugi esa vista era única, en algún momento sintió que le irritaría que la ventana estuviera abierta pero parecía que fuera de ser fastidiosa, le era grato. Tan relajado y apacible, era algo que su querido Joey hubiera querido ver en algún tiempo de su juventud. Ahora él se encontraba ocupado con sus respectivos deberes, su radiante luz dorada apenas empezaba a brillar mientras que un resplandor cyan, el que siempre se encargaba de humillarlo, mermaba su existencia – No es lástima, alguien una vez me dijo que los milagros eran posibles – recordó que Kaiba era totalmente escéptico ante cosas de ese tipo – en algún momento también tuve tu opinión, que era una estupidez pensar en cosas así. Pero es normal, estaba abatido por su partida, reprimido a que lo único importante era lo que yo sintiera. A veces lo vuelvo a sentir, después de nuestro último encuentro lo pensé bastante y quise hacer algo – desenvolvía cuidadosamente el nudo del pañuelo en que traía la pirámide. La posicionó en las manos de Kaiba – sé que parece un chiste de mal gusto… pero no es así.

Hasta entonces logró que Seto le dirigiera la mirada, una pulverizante pero a la vez llena de intriga.

Yugi le otorgó la pieza faltante.

-Antes que nada, no fue sencillo conseguirla. Ishizu es casi igual de obstinada que tú. Tenías razón. No había nada en la fisura.

 

FLASHBACK

Durante sus múltiples expediciones a tierras egipcias, Yugi coincidió con el menor de los Ishtar mientras recorría los mercados.

-Dime, Yugi ¿Cuál es la fiebre por volver a completar ese feo rompecabezas? Dudo mucho que vuelva el faraón – Marik ahora lucía idéntico a su aura maligna, claro a excepción de la mirada de loco y los cabellos erizados.

Yugi rio – No es una fiebre, es sólo… digamos un capricho.

-O sea que meramente lo quieres de colección.

-Algo así.

-Pues… pierdes tu tiempo ena… - estalló en una estruendosa carcajada - ¡Vaya! Yugi, dejaste de ser un enano ¿Cómo fue eso posible?

El tricolor creció un poco más de su “otro yo”. Estaba casi a la par con Joey.

-Bueno, como te decía. Pierdes tu tiempo. No hay nada en los escombros.

-¿Cómo estás tan seguro de ello?

El moreno se encogió de hombros – Simple, mi hermana.

-Creí que su trabajo de guarda tumbas había acabado.

-¿Estas bromeando? Nunca va a terminar, al menos no mientras perdure la maldita humanidad. Más aún gracias a tu amigote ricachón.

-¿Podría hablar con Ishizu? Por favor, Marik.

Llevó sus manos por detrás de su nuca - ¿En verdad quieres hacerlo? No creo que te pueda ayudar mucho.

Con todo en contra accedió a todo lo que implicara hablar con la egipcia. Necesitaba esa pieza con mucha urgencia.

Accedió a llevarlo a ver a su hermana.

Los Ishtar residían aún en Egipto, podría decirse que muy cerca de donde estaba su antigua morada pero ahora estaba mejor escondida de los mirones.

El trayecto no duro más de una hora pues los chicos tenían sus respectivas ocupaciones y esperaron hasta que terminaran.

Fueron en el Jeep de Marik. El sol estaba en su punto culminante y el aire se volvía asfixiante, claro que ahora le era más tolerable a comparación de la primera vez que piso tierra egipcia.

Echó su cabeza hacía atrás en el respaldo dejando al viento jugar con sus cabellos mientras se dejaba llevar por sus memorias.

 

“La hora había llegado, las piezas estaban en su lugar y las barajas estaban completas. Ambos lo sabían, sólo uno podía proclamarse rey.

No era que no hubiera intentado declarar sus sentimientos, lo hizo y más de una vez fue rechazado amablemente por su contraparte, quien aseguraba que en otras circunstancias podría ser. Mas no en la que sucedía.

-¿Te gustaba alguien, Yami? – llegó un momento en que no le era tan cómo llamarle “otro yo”, y “faraón” lo consideraba demasiado formal.

El mencionado estaba fuera de su contenedor viendo por la ventana.

-¿A qué viene la pregunta, compañero?

“Compañero” esa palabra resonó en su cabeza, hacía tiempo que él se había habituado a decirle por su nombre, cosa que le agradaba. Sintió su corazón y estómago contraerse, contuvo la respiración para que el agua salina que asomaba en sus ojos no se desbordara.

-Bueno, sé casi todo sobre ti pero nunca me has demostrado el tenerle un afecto especial a alguien.

-Tú tienes mi gran afecto especial, compañero – esa palabra de nuevo…

Rio nervioso – No me refiero a ese tipo de afecto… ¿Te enamoraste de alguien de éste tiempo?

Yami seguía sin dirigirle la mirada, permanecía con ese porte característico, frío (aunque templado con Yugi) ajeno a su alrededor.

-Imposible.

Ahora Yugi le dio la espalda mientras mordía su labio inferior. El adiós estaba a la vuelta de la esquina y por lo menos esperaba que Yami fuera aún más atento, en especial con él ¿Qué no le afectaba el que los demás lo quisieran como a uno igual? ¿Qué pasaba en su mente? Cierto… Yugi nunca supo en verdad lo que pasaba en las recónditas habitaciones de su pensamiento. Todo lo que sabía de Yami era gracias a que él mismo faraón se lo confesaba.

-Ya veo… - una lágrima traicionera surcó su mejilla.”

 

-Yugi, hemos llegado - ¿En qué momento quedo dormido? - ¿Te sientes bien?

-¿Por qué no habría de estarlo? – No entendía a qué se refería su amigo.

-No es nada, vamos.

Sí sabía bien porque lo preguntaba, durante su sueño, Yugi emitió alaridos de tristeza, cómo si contuviera un grito lastimero. Además en su mejilla había una lágrima seca.

La casa de los guarda tumbas era muy distinta a como la había imaginado, era una casa común y corriente por dentro. El estilo era lo de menos, la vio acogedora.

-Relájate un rato, mi hermana no está por el momento. Espero no tarde en regresar. Mientras tanto siéntete como en casa ¿De acuerdo? Yo debo salir unos momentos. Odion se encuentra en el primer piso por si solicitas cualquier cosa, él se encargara de ofrecértela.

No necesitó pedir nada, el día había sido agotador y lo que menos quería era causar molestias innecesarias a su amigo. Terminó cerrando los ojos regresando a los recuerdos de aquel día.

 

“– ¿Te encuentras bien, compañero? – estaba algo extrañado por la actitud de Yugi.

No respondía, se veía con los hombros encogidos y estrujando sus ropas con sus puños.

-Es normal que estés nervioso, yo también lo estoy. Ansío ver tu propia baraja – posó su mano en su hombro en señal de apoyo, no esperaba que Yugi huiría de aquel contacto con brusquedad.

-¡No entiendes nada! – Estalló - ¿Por qué tienes que ser así? ¿Es que acaso no te importamos? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando todos sentimos el corazón en la garganta ante esta situación? Creo que nunca nos habíamos sentido así por alguien, hasta ahora – lagrimones caían incesantemente de sus bellos ojos cuando volteo a ver a su oscuridad – No tienes que ser tan frío conmigo ¡No ahora que es cuando más necesito de tu apoyo!

Yami no se inmuto ante la reacción de su compañero, sólo observaba detenidamente sus facciones, lucía adorable e indefenso, como lo conocía. A pesar de todo lo que pasara, él no cedería ante las lágrimas, él no caería en el sentimiento de despedirse de un ser amado. Las conocía de sobra.

-Compañero…

-¡Deja de llamarme así! ¡Soy Yugi! ¡Yugi Mutou! Siendo el más allegado a mí y sigues llamándome como a un extraño… - se recargó en el pecho de su mayor.

-Compa…

-¡Basta! – jaló de su uniforme para estampar sus labios con los de Yami, ya no soportaría más que aun viendo la situación no cambiara de parecer. 

Por su parte el ex faraón estaba pasmado, jamás pensó que su tierno Yugi se atrevería a besarlo. El roce duro apenas unos segundos hasta que el menor de los tricolor se separó con la mirada gacha siendo escondida con sus mechones.

-Y-yugi…

-Te lo ganaste… - alzó su mirada aún con lágrimas – pero no puedo evitar amarte tanto.

Salió de su habitación sin decirle nada más, ni siquiera volteo cuando Yami gritaba incesantemente su nombre pidiendo por su atención. Si no podía detener su partida, lo menos que le quedaba era tomar lo que tanto anheló, al menos un mísero instante de felicidad.

Entendía que a Yami también le dolía dejarlos, habría un mar de lágrimas al final del día, eso era seguro. Pero ante todo se mantendría sereno como siempre que pasaban por algún apuro. Muy dentro de sí se preguntaba si el haberse distanciado durante los enfrentamientos contra el sello de Orichalcos lo preparó para una separación aún más fuerte.

Ahora había aprendido tanto de él, a como pensar y jugar, a analizar al rival. Ya no se intimidaría ante su mirada perspicaz capaz de ver más allá de una simple jugada de defensa y trampas. Él también había adquirido esa habilidad.”

 

Al cabo de unas horas, Ishizu llegó a la casa encontrando que Yugi dormía apaciblemente. No quiso despertarlo, dejaría que el tricolor despertara a su tiempo.

Un rato después, Yugi por fin despertó.

-Buenos días, Yugi.

Somnoliento, frotó sus ojos intentando ubicarse.

-¿Ishizu? ¡Ishizu! – de un salto se incorporó haciendo una reverencia en señal de saludo y disculpa – debiste despertarme.

-Parecía que tenías un sueño ligero, no vi necesario el alterarte. Por cierto, me da gusto volver a verte.

Encontrarse nuevamente con Ishizu le hizo sentir que su estómago se encogía  y que dejaba de respirar. Tenía la fuerte corazonada de que conseguiría la pieza faltante.

-Lo mismo digo.

-Sé a qué has venido – hubo un largo silencio – Yugi, tu mejor que nadie lo sabe. No volverá.

-Aún usas el collar ¿Cierto? – Ishizu asintió – Lo tengo muy presente, da el caso que no es propio el capricho. Creo entiendes a quién me refiero – asintió – Quiero creer que Kaiba también lo sabe, pero no va a descansar hasta comprobarlo por sí mismo ¿Qué podría pasar, además de nada? ¿Qué dice tu collar?

Después de que todas o casi todas las piezas estuvieran nuevamente en posesión de los guardianes, la egipcia había regresado a tener visiones mediante el collar. Era su legítima portadora después de todo.

-Con Seto es difícil saberse. Todos lo comprobaron, por más que mi collar me diga su destino, él siempre romperá con lo predicho. Es un caso singular.

-Ishizu… Kaiba desea, si no que vuelva, ver una vez más a “mi otro yo” ¿Qué tan probable es que armar una segunda vez el rompecabezas con un deseo tan fuerte, se realice?

-Repito, con Seto no se sabe si pueda ocurrir nuevamente un milagro.

-Entonces ¿Por qué la guardaste? ¿Qué tan catastrófico sería el que “mi otro…” que Atem regresara?

-Seré franca, Yugi. El faraón no puede volver del más allá. Jamás. Cuando tú lo armaste por primera vez, su alma permanecía encerrada mas no en su descanso. Recordarás que fuiste su portavoz y que gracias a él hiciste amigos, no por tú deseo de tenerlos. Ahora… el rompecabezas por sí sólo, cabe la mínima posibilidad que cumpla el deseo de quien lo complete.

-Quieres decir que…

-Sí, sólo funciona una vez el deseo. Es por ello que me es difícil saber el cómo se podría manifestar.

-Entiendo…

 

FIN FLASHBACK

 

Kaiba escuchó atento toda la historia y finalmente habló.

-Así que de algún modo u otro, mi deseo puede cumplirse ¿Cierto?

Yugi asintió.

-Así que piensa con cuidado que es lo que realmente deseas – hizo mucho énfasis en el “realmente” - ¿Hubo algo entre ustedes? – Kaiba lo volteó a ver sin entender muy bien  que quería decir – Me refiero a que cuando él tomaba mi cuerpo, había veces que no tenía la menor idea de lo que hacía.

El ojiazul lo contempló por unos breves momentos.

-¿Te molestaría si así hubiera sido? – Yugi quedó mudo ¿En verdad le molestaría? ¿Cuál fue el punto de su pregunta? Seguramente el de calmar esa inquietud que después de años seguía inminente en su pecho – Puedes estar tranquilo, lo único habido y por haber es una rivalidad y ya.

Lo sabía, así como Yami, no le diría la verdad. Muy dentro de él tenía la corazonada y sin miedo a equivocarse que alguna vez Yami posó sus orbes carmín en los del ojiazul. Pero también tenían su orgullo, eran tal para cual. Gallardos, jóvenes promesas, rivales y sobre todo: egoístas.

¿Qué caso tenía el volver a recordar su deseo egoísta? El único deseo que por más que tuviera el poder de llevarlo a cabo, lo dejaría pasar como un mal sueño, una pesadilla en la que él mismo se sumía cada noche con el único pensamiento de un “Hubiera” Si hubiera… Si hubiera sabido desde un inicio sus sentimientos ¿Algo podría haber pasado? Si hubiera sido cómo Kaiba entonces ¿Se hubiera enamorado de él?  ¿Acaso lo que le atraía de Seto era su posición social? ¿Su actitud? ¿Su fortaleza? Y si fuera por la última… él también la tenía. Yami se lo dijo, Yugi poseía una fortaleza inquebrantable… Fortaleza inquebrantable, justo ahora no se sentía con dicha fortaleza y si la tuvo él mismo se encargó de quebrarla.

No dependía de Yugi el cariño especial de Yami, porqué él mismo sabía cuánto representó para él, después de todo compartían el mismo cuerpo.

Nunca lo supo pero Joey se lo dijo, al separarse gracias al sello de Orichalcos, le lloró, le lloró como si hubiera muerto. Se desmoronó, deprimió, maldijo a los cuatro vientos y se desquitó con todo aquel que osara recordarle su mayor error. Ceder a la oscuridad. Incluso con Tea, quien intentó amenizar la situación con su ya gastado discurso de la amistad y es que no parecía darse cuenta de la situación, eso no era sólo un frágil vínculo, era uno que ella no podía entender. Además, claro, que intentó tomar ventaja, aprovechando de que sólo Yami podía escucharla quería hacerle saber de sus sentimientos. Ciertamente el ex faraón no se molestó en ocultar su fastidio ante ella.

Quizá por ello, Kaiva malinterpretó en algún momento su relación del tricolor mayor con el enano, para Yami, Yugi era su tesoro, como un hermano y nada más.

¿Estaba siendo masoquista? Entregarle la pieza que completaba su existencia cuando él mismo pudo haber tomado ventaja de la situación… ¡Basta! Se dijo a sí mismo. Estaba cayendo lentamente en la codicia y la envidia, esos pequeños detalles que más detestaba de las personas, esos pequeños aspectos que lo hacían puro e inocente… hasta ahora.

-¿Por qué?

Estaba sumido en sus pensamientos y esa voz, recuperada por cierto, lo tomó por sorpresa.

-¿Por qué, qué?

Arqueó una ceja – Te tomaste la molestia de recuperar algo que no te beneficiaría en lo absoluto.

No era propio de Kaiba mostrarse interesado en los motivos de “su amigo” puesto que le fastidiaba que saliera con la misma historia (igual que Tea) de la amistad incondicional. En Yugi había algo más qué sólo eso.

-Quien sabe… Quizá porqué eres mi amigo – y perdió su vista en la ventana.

-¿Un capricho?

-…Tú lo has dicho.

Las horas pasaban y ninguno se atrevía a profanar la calma de la habitación, ni Yugi a sugerirle un deseo. La última palabra era del castaño.

El sol empezaba a descender.

-¿Has tomado una decisión? – Por fin dijo Yugi.

Su estado había mejorado notoriamente en el tiempo que Yugi estuvo con él, su aspecto jovial se vio levemente reflejado. Podía abandonar su obsesión para proseguir con su vida, con un gran futuro lleno de luz. Se sentía purificado, la sensación de estar en un sitio lleno de densa niebla que poco a poco se desvanecía bajo los rayos de luz que la atravesaban. Ya lo había sentido antes:

La primera vez que se batió en duelo contra el Yugi oscuro, Atem, Yami ¿Por qué el Yugi original lograba la misma magia? ¿Por qué eran tan parecidos, si a leguas eran titánicamente diferentes? Yugi pareció leer su pensamiento o quizá sólo un descarado recuerdo lo asaltó haciendo que pensara en voz alta.

-Somos tan iguales que parecemos diferentes…

Posiblemente tampoco en apariencia, es decir, uno tenía el porte de un sexy adolescente mientras el otro aún tenía facciones aniñadas. Sus personalidades tampoco eran las más homogéneas que digamos; una perspicaz, decidida, intuitiva; otra… No tenía caso compararlas pues sólo tomaba en cuenta la primera, la segunda muy seguramente era un poco similar a ya antes mencionada. Según Kaiba.

Y claro que ya había tomado una decisión.

-Yugi, besame.

¡¿Que hiciera qué?! Era un hecho, ya estaba loco.

-¿De qué hablas?

-Lo que escuchaste

-¿Cuál es el objetivo de ello?

Sus ojos destellaron llenos de una desbordante determinación.

-He tomado mi decisión y quiero comprobar algo.

Yugi pareció temblar ante la idea de besar a su rival.

-Si el perro es lo que te preocupa, tú no sientes absolutamente nada por mí y de mí ni se diga. Te lo estoy pidiendo como un favor. Si después de esto terminas sintiéndote descaradamente atraído por mí no te culparía pero ya sería problema tuyo.

Tan pedante como siempre. Pero tenía razón, el amor que profesaba con Joey desde hacía años era genuino, Kaiba sólo quería cerciorarse de algo ¿De qué? Sólo él sabía.

-De acuerdo.

Se inclinó delicadamente hasta quedar a escasos centímetros del castaño, no se atrevía a dar inicio al contacto. Sus tibias y, curiosamente, tranquilas respiraciones se mezclaban mientras sus ojos entrecerrados buscaban cerrarse al mínimo contacto.

Pasaron unos segundos en que ninguno de los dos se movió

-Umm… ¿Kaiba?

-Lo siento, es… mi primera vez.

-¡¿Qué cosa?! ¿Hablas en…?

Pasó su mano por la nuca de Yugi para acercarlo hasta sus labios.

Fue igual que con el holograma, un mero contacto labial que no buscaba más intimidad. Su único propósito era comparar texturas y ciertamente lo encontró muy distinto a como hubiera imaginado. En la simulación, sus labios hormigueaban y ahora eran presionados con suavidad, nada en especial, era casi como cuando daba el beso de buenas noches a su hermano. Y sí, aunque no lo crean algunos, Seto Kaiba llegaba, en contadas ocasiones, a arropar a Mokuba.

Al separarse pausadamente Seto curvo una disimulada sonrisa.

-Yugi, tú no tienes la culpa.

¿De que hablaba? De un momento a otro dio un giro brusco a la situación. Kaiba notó el semblante confuso del tricolor.

-Sólo hiciste lo que consideraste correcto y… aunque me pese decirlo… gracias.

Un resplandor dorado junto con un sonido peculiar emanaron del rompecabezas, estaba completo nuevamente.

Yugi, estupefacto y temiendo lo que rondaba en su mente sólo atinó a decir - ¿Qué fue lo que deseaste?

 

 

 

 

 

“Ni la muerte es tan mala ni la vida tan bella.”

 

 

 

Una enorme calidez atravesaba su pecho y se extendía por todo su cuerpo hasta que sintió una ráfaga aún más caliente pegar de lleno en su rostro. Intentó abrir los ojos pese a la abrasadora temperatura, un cosquilleo recorría sus antebrazos con los que se cubría del exceso de viento. Mientras el vendaval menguaba su intensidad, sus malestares desaparecieron por arte de magia y volvía a ser joven una vez más.

Cuando finalmente logró visualizar a su alrededor se vio en una ostentosa construcción en ruinas que, de un momento a otro, se realzaban a lo que anteriormente habían sido. Un palacio. Un palacio que vagamente recordaba.

Como un viaje en el tiempo, lo que una vez fue la construcción, volvía a levantarse de entre las dunas. La arena se adhería a las rocas y se formaban las columnas y sobre ellas un techo que era elegantemente adornado con delicadas telas que colgaban de éste, deslizándose en espiral por sus pilares hasta llegar al suelo. La arena que yacía bajo sus pies dejó de ser suave y un macizo piso ocupó su lugar, frente a él, unos cuantos escalones y después un pedestal en donde se formó lo que parecía ser un trono.

Una figura sobre el trono también se hizo presente, iniciando desde los extremos, la cabellera y los pies. Una cabellera bastante familiar para Seto. La figura del faraón Atem.

Ciertamente parecía un dios, las alhajas doradas que adornaban su cuerpo lo hacían ver esplendoroso. Ahora que lo pensaba, ese estilo siempre fue característico del otro Yugi, principalmente por su costumbre de usar su chaqueta emulando una capa. Estaba en una pose de soslayo, su pierna derecha cruzaba sobre la izquierda, descansaba su mejilla sobre el dorso de su mano izquierda que estaba apoyada en los brazos del trono, tenía los ojos cerrados y una respiración pausada. A pesar de ser un monarca se veía adorable.

Tuvo la traviesa idea de acercarse hasta él y rozar su mejilla con su índice, cuando dio un paso, esos ojos violáceos  se abrieron lentamente mientras entornada la mirada hacía donde Kaiba se encontraba.

-Se… - abrió suavemente sus labios al pronunciar.

Kaiba quedo petrificado al percatarse que podía verlo y optó por no moverse.

-Seth… - ¿Seth? ¿Dónde había escuchado ese nombre tan similar al suyo?

-Seth – pronunció con voz autoritaria.

Un joven alto y de ropajes con destaque de zonas azules hizo acto de presencia ante el llamado de su faraón.

Ahora recodaba, en aquel extraño suceso en que se encontró con una chica de cabello blanco en quien residía el alma de su preciado Blue Eyes, también había visto a un joven muy similar a él, por ello Kisara lo confundió con él verdadero.

¿Qué era aquello? ¿Podían o no verlo?

Seth al estar frente al trono hizo caravana, siempre con el pie izquierdo por delante como norma, al tiempo que Atem extendía hacía su sacerdote su brazo derecho. Éste a su vez se incorporó aproximándose hasta su faraón para tomar de la mano de él.

Aparentemente, Seto en verdad no estaba del todo presente en la escena, sólo podía observar.

Los ojos violáceos no abandonaban su expresión autoritaria y los celestes conservaban su inmensa devoción ¿Qué hacían esos dos?

De un momento a otro, ambos semblantes cambiaron y Atem fue rodeado por los brazos de su sacerdote a la vez que él también llevaba sus brazos alrededor del cuerpo del mayor, un abrazo intenso y desesperado que anunciaba una dolorosa despedida.

¿Acaso lo estaban haciendo a escondidas?

-Así es, siempre lo hicimos. Bueno, ellos.

Volteo hacía donde escucho esa voz y ante él se encontraba Yami, no lo podía creer. No Yugi Mutou, no Atem, era Yami con esa postura tan peculiar en él, con las manos en los bolsillos del pantalón y su chaqueta por detrás de su espalda, con esa expresión sería que siempre usaba durante sus duelos. Ahora en verdad podía aceptar que había dos entes individuales similares a Yugi.

-¿No se supone que eran familia? – se atrevió a preguntar Seto mientras regresaba su mirada a la escena.

-Así que pusiste atención a pesar de tu escepticismo, bueno, nunca lo supieron, claro hasta después de la muerte del faraón.

En cierto modo ahora entendía desde donde venía su “extraña atracción” por Yami, desde un pasado algo los había mantenido unidos y no precisamente por haber sido primos. Era algo que traspasaba ese delicado equilibrio. Se preguntaba si ellos lo hubieran sabido desde un inicio entonces ¿Hubiera sido lo mismo?

-Kaiba – captó la atención del aludido - ¿En que estabas pensando al completar el rompecabezas? ¿Qué hay de Mokuba? ¿KC? Quiero decir, pudiste haber deseado cualquier cosa ¿Por qué esto?

Seto camino hasta quedar a una distancia mínima del tricolor y buscó en sus ojos lo que realmente quería decir.

-La carne es la prisión del alma. Mokuba, ya es un hombre competente a nivel empresarial. Lo hará bien.

Yami también meditaba sus palabras y es que ambos se atacarían con todo lo que tuvieran a medida que de a poco soltaran la sopa, era como estar usando un tirabuzón. Sólo así dirían lo que realmente querían.

-Quiero preguntarte algo, Yami – era la primera vez que se refería a él como tal – ¿Qué hubo entre nosotros?

-Una rivalidad ¿Por qué la pregunta?

-Yugi preguntó.

-Y asumo que le dijiste lo mismo que acabo de responder.

-Así es.

Yami recordó aquel entonces en que Yugi confeso lo que en verdad sentía por él, le escocía el hecho de no haber podido hablar apropiadamente con él para aclarar lo que sentía. Siempre le pregunto por un sentimiento especial pero ¿A qué tipo de sentimiento especial se refería?

-¿Qué es un sentimiento especial, Kaiba?

-¿Qué tipo de pregunta es esa? Supongo que algo que sientes exclusivamente por alguien – cruzó sus brazos.

-¿Tienes alguien a quien le tengas un sentimiento especial?

-A Mokuba desde luego.

Ahora entendía un poco más a su querido compañero, no se refería a ese tipo de sentimiento.  Ya era hora de poner a Seto contra las cuerdas.

-¿Te has enamorado alguna vez, Kaiba?

-Y quién no.

De nuevo eludiendo sus preguntas, tendría que ser más directo.

-¿De quién?

Cerró sus ojos y dibujó una tenue sonrisa en su rostro – Quien sabe… ¿Te has enamorado?

Yami bufó y respondió jactándose de su respuesta – Y quién no.

Logró crispar la paciencia del ojiazul - ¿De quién?

Se alzó de hombros e hizo una mueca infantil – Quien sabe.

Eso último bastó para que lo tomara por la cadena de su rompecabezas, lo tomara de la cintura y lo acercara bruscamente hasta quedar aún más cerca de su cuerpo. Pero no tenía nada que decir, ninguno de los dos. Y todo por el orgullo que se negaban a declinar.

No hacían falta palabras, sus miradas decían más de lo que pudieren expresar, eran sólo dos chicos que se acoplaban en la naturaleza de sus diferencias.

Ya no eran pertenecientes al mundo de los mortales, mas no por ello iban a dejar de ir más allá, más allá de lo que se considera nada. Porqué lo sabían, siempre había más de lo que se decía. Ellos mismos tenían un temple incomparable que los había llevado a través del tiempo hasta volver a encontrarse; para Yami, era el destino; para Kaiba, bueno, a él le daba igual las conspiraciones místicas del destino, él forjaba su propio destino.

Yami se alzó en puntillas hasta alcanzar los carnosos labios de Kaiba que no se resistieron al contacto.  Se necesitaban, no carnalmente, sus almas estaban sedientas la una de la otra, habían esperado tanto por ese pequeño momento en que pudieran ser ellos mismos.

Ni uno ni otro lo admitirían como lo que realmente era y… ¿es? Amor. A distancia, en silencio, oculto pero amor a fin de cuentas. Para ellos seguiría siendo una mera rivalidad que perduraría más allá de la muerte, a través del tiempo y venciendo a todo aquel o aquello que se interpusiera en su camino, un camino sólo de ellos y para ellos.

Al fin estaba teniendo esa anhelada unión, una suave que le causo un agradable cosquilleo en la nuca y una arritmia increíble. Ese era, por fin, su primer y único beso.

-Gracias por siempre buscarme, Kaiba – dijo aún prensado a sus labios y en un susurro casi inaudible.

Una gota salina cayó desde los ojos de ambos, la única prueba que necesitaban para saber que eran correspondidos. Porqué sus acciones hablaron por sobre su orgullo. No eran una pareja romántica, eran amantes reprimidos por su naturaleza.

Un amor orgulloso y egoísta, a distancia, en silencio y a escondidas.

Un romance con los besos por delante y el mundo por detrás.

 

FIN.

Notas finales:

:3 su regalo de navidad y el último cap. que subo en este año.

x'D creí que lo subiria como hasta la media noche :v con eso de los preparativos que nos cargan pues... :3 acabe antes de lo previsto y me escabullí a subir el final antes de que lleguen mis primos a curosear en mi lap.

Bueno... este final fue el que más me convecio de como unos 3 posibles y de hecho queria incluirle una canción para ponerlo más sentimental pero no encontre el espacio para ello. Aún así creo yo quedo bien.

Gracias a todas esas bellas personitas que han seguido este fic y su pacencia sobre todo

Besos y abrazos. 

Nos vemos en los que aún faltan por concluir, tenemos mucho por delante <3

El año que esta a la vuelta de la esquina se viene con nuevas sorpresas :3 que les compartiré por aquí, aprovecho para desearles lo mejor de lo mejor, que se cumplan todas sus metas y sueños. Luchen por aquello que las apasiona a despertar día a día y recuerden, el éxito requiere de mucha disciplina. Todo es posible y los milagros existen.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).