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Juego Sucio por Svanire

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Notas del capitulo:

Les traigo el segundo capítulo ^^

Sólo por hacer una pequeña aclaración: Sí, éste fanfic está centrado en Destiel, pero para variar y meter un toque interesante incluí algo de Sastiel y... Sabriel jeje.

Gracias por leer!

Sammy era un cursi cuando de relaciones serias se trataba. Mi hermano siempre se había distinguido por ser educado, caballeroso e incluso romántico. Era detallista, recordaba fechas y eventos importantes y siempre estaba dispuesto a escuchar a su pareja, para luego emitir un juicio o una opinión relevante. Por si eso fuera poco, era un chico fiel, leal y confiable. La mayoría mis relaciones habían terminado porque yo engañaba a las chicas con otras. A veces me decía a mí mismo que si fuera la mitad de fiel y confiable que mi hermano, al menos una de todas esas relaciones fallidas hubiera durado más de un año.

 

No lo envidiaba, más bien lo admiraba, aunque no estaba dispuesto a cambiar para ser como él. Castiel era lo único que me hacía cuestionarme si de verdad no era una mejor idea dejar de ser quien era para convertirme en la clase de hombre que él necesitaba.

 

Castiel podía ser lindo como una chica, tierno y de apariencia frágil, sobre todo cuando iba a las prácticas de baloncesto para mirar a mi hermano jugar. Lo imaginaba en un sexy traje de animadora, con ese delgado cuerpo bien podía pasar por una chica o sólo verse como el adorable chico de ojos azules que era. Su mirada inocente en combinación con lo anterior, hacía que se me levantara algo más que el ánimo

 

Decidí que debía continuar sobre la línea que había trazado ese pensamiento de apartarlo de los brazos de Sammy. En el fondo, la idea no me gustaba y me causaba incomodidad siquiera tener pensamientos sucios con respecto al novio de mi hermano, pero eran mis deseos los que llevaban gran ventaja y ellos me exigían que hiciera algo cuanto antes.

 

Desde el día en que nuestros dedos se rozaron, anhelaba su contacto una vez más. Incluso me decía que, si un beso era lo único que podía conseguir, valdría toda la pena del mundo. Ya vería cómo arreglar las cosas con Sam después.

 

-Dean, Dean, Dean…

 

Gabriel me había encontrado en la puerta del gimnasio, observando hacia las gradas, a donde se encontraba su hermano pequeño disfrutando del juego. Cuando me volví a mirarlo, vi que traía una paleta de caramelo en la boca, lo cual le hacía ver bastante inmaduro.

 

-¿Qué quieres, Gabriel? -pregunté de mala gana.

-Acabo de advertirte hace poco que te mantengas alejado de Castiel y mira dónde te encuentro: espiándolo, mientras que él, inocentemente, observa jugar a su novio.

-Bueno, en primer lugar, a ti te importa una mierda lo que yo haga -Gabriel soltó una risa burlona y se sacó la paleta de la boca- En segundo lugar, ¿cómo sabes que vine a espiarlo? Vine a ver a mi hermano.

-¿Desde aquí? -se rió con incredulidad- No seas ridículo, Dean. Si tanto te gusta, por qué no vas y te sientas a su lado, ¿eh? Seguro a Sam le hará mucha gracia cuando te vea hablándole al oído.

-Me largo.

 

Di la vuelta, Gabriel me siguió de cerca, hasta que llegamos a mi casillero. Tras darle varias lamidas a la paleta, la sacó de su boca y me dijo:

 

-Dean, ¿recuerdas ese episodio secreto que tuvimos tú y yo?

-Trato de no hacerlo -le respondí mientras sacaba mi mochila del casillero.

-Es por ese episodio nuestro que no te permito acercarte a Castiel.

-¿Porque te pondrías celoso? -pregunté con maldad.

-No -negó con una sonrisa un tanto amarga; volvió a meterse la paleta a la boca- Es porque sé qué tan lejos estás dispuesto a llegar con alguien para conseguir lo que quieres y luego botarlo.

-Yo no hice eso contigo -negué, riendo con algo de picardía al recordar nuestro “episodio”.

-No, pero igual conseguiste lo que querías y perdiste todo interés. Yo puedo ser un hijo de puta igual que tú, pero Castiel es otro asunto. Él no es como nosotros. Por eso debe estar con Sam.

-Hablas de tu hermano como si fuera una virgen en peligro.

-Eres un depredador, Dean -sacó la paleta de su boca nuevamente y la introdujo en la mía; añadió- Contigo cerca, claro que está en peligro. Déjalo en paz.

 

Me guiñó un ojo, luego se dio la vuelta y se marchó. Me saqué la paleta de la boca y la tiré en el primer basurero que encontré.

 

De acuerdo, llegado a éste punto tengo que admitir que no había sido del todo sincero con respecto a mi relación con Gabriel. Hasta ahora sólo había dicho que no nos llevábamos muy bien pero en gran parte es debido a ese “episodio pasado”. Fue durante una excursión que se hizo por parte de la preparatoria, a la cual asistieron los de primero y segundo. Gabriel y mi hermano acababan de ingresar, por lo que estuvimos los tres juntos durante el viaje. Desde que Sam nos presentó, nos detestamos, pero había una chispa extraña en el asunto, lo cual desencadenó una reacción que culminó en la habitación del hotel donde nos hospedamos aquella noche. La situación era candente: nos odiabamos pero a la vez no podía dejar de encontrarlo atractivo, siendo él menor que yo, inexperto y arrogante. Por supuesto, una vez que obtuve lo que quería, volví a tratarlo con la punta del pie, lo cual le indignó bastante y desde entonces decidimos enterrar ese vergonzoso episodio y seguir odiándonos como siempre.

 

Al año siguiente conocí a su hermano menor, por quien todo cambió y por quien me armé de valor aquella tarde, tras el juego de baloncesto, cuando él fue a los sanitarios del gimnasio. Me cercioré de que mi hermano estuviera lejos y lo suficientemente distraído con sus amigos del equipo y algunas chicas. Entonces fui hasta los sanitarios e hice una entrada casual justo en el momento en que Castiel salía para lavarse las manos. Cuando me vio, se puso un poco lívido pero casi al instante me sonrió y procedió a ir al lavabo.

 

-Hola Cass -saludé- ¿viste el juego?

-Sí -asintió, mirando el agua cayendo sobre sus manos- No te vi.

-No pude llegar.

 

Después de asearse, se llevó una mano al cabello y trató de acomodarlo un poco, aunque siguió tan desordenado como siempre. No pude evitar quedarme absorto contemplando su hermosa figura como un idiota, pero él se dio cuenta a través de mi reflejo en el espejo. Bajó la mirada al instante y se apuró por secarse las manos. Se dio la vuelta muy rápido, pero entonces le corté el paso, acorralandolo contra el lavabo.

 

-Dean, ¿qué haces? -preguntó con temor.

-Nada -le dije, sonriendo.

 

Sus tímidos ojos azules no soportaron el peso de mi mirada y se sonrojó notablemente. Miró con desesperación hacia la salida pero le hice volver el rostro hacia mí.

 

-¿Qué haces? -volvió a preguntar.

-¿Tú qué crees?

-No lo hagas.

 

Me acerqué lo suficiente para sentir su agitada respiración en mi rostro e intenté besarlo. Estaba completamente a mi merced, no hacía el menor movimiento, ni siquiera había forcejeado para que lo soltara. Me hizo sentir que él también había estado deseando eso, hasta que me sacudió con una fuerte bofetada. Quedé atónito y él aprovechó para empujarme y salir corriendo del baño. Sólo cuando logré procesar lo que acababa de ocurrir me di cuenta del gran peligro que se avecinaba: Castiel había salido corriendo directo a los brazos de Sam, a quien seguramente le contaría todo.

 

Casi a tropezones logré llegar a ellos, aún estaban en la puerta del gimnasio junto con los amigos de Sam. Castiel parecía bastante nervioso y se puso aún peor cuando me vio aparecer; de inmediato apretó la mano de Sam entre la suya y mi hermano se percató de mi presencia.

 

-Hey, ¿dónde estabas? -me preguntó con total tranquilidad.

-Ah… fui al baño.

-Te perdiste el juego -me reprochó, aunque sin pizca de molestia.

-Lo siento, tuve práctica de fútbol.

-Descuida -me sonrió- Vamos, invité a los chicos a comer pizza.

-No, creo que mejor no voy.

-Gabriel no vendrá, no te preocupes.

 

Mi hermano estaba tan tranquilo y normal como siempre, así que obviamente Castiel no le había contado nada. Sin embargo, con esa mirada que me echaba ese chico cada vez que me acercaba, hubiera sido suficiente para que cualquiera pensara que yo era un psicópata sexual acechándolo. Tuve que acompañarlos a la pizzería para evitar que dijera algo y también para hablar con él. Mi primer intento de acercamiento había fallado terriblemente, me había precipitado demasiado pero aún podía arreglar las cosas.

 

Después de comer pizza hasta quedar satisfechos, Sam y sus amigos se pusieron a jugar mini fútbol, dejándonos a Castiel y a mí en la mesa. Él fingió estar muy interesado en su celular para poder ignorarme y se lo permití por un rato, hasta que, con un suave manotazo, le hice bajar el teléfono para llamar su atención.

 

-¿Qué quieres? -preguntó secamente.

-Hablar de lo que pasó en el baño.

-Si tienes miedo de que le cuente a tu hermano, puedes estar tranquilo, no le diré nada. Pero no quiero que vuelvas a acercarte a mí. Si lo vuelves a hacer, ten por seguro de que Sam se enterará.

-Cass…

-No me llames así.

-Castiel, por favor, escúchame.

 

Guardó el celular, se recargó en el respaldo de la silla y cruzó los brazos, con una actitud que no le conocía. Me sentí intimidado, incluso, y eso me gustó.

 

-Te escucho, Dean.

-Me gustas.

 

Ni siquiera lo pensé, sólo salió de mi boca. Tristemente para mí, de haberme puesto a pensar un poco en las posibles consecuencias, me hubiera ahorrado la humillación.

 

-¿Y qué puedo hacer al respecto? Estoy con Sam ahora.

-Hay algo que puedes hacer -sonreí.

-No voy a dejar a Sam para estar contigo, Dean -rió, no de manera burlona, pero fue hiriente de todos modos.

-¿Por qué no? -pregunté, tratando de conservar la picardía y el humor.

-Porque no me gustas.

 

Por tonto que suene, me fue difícil procesar sus palabras. ¿Era posible usarlas juntas en una oración, dirigiéndose a mí? Aparentemente sí, porque acababa de hacerlo y con ello había hecho mierda a mi orgullo. Mi malestar debió ser muy evidente porque su rostro cambió la risa por un gesto de preocupación y me dijo:

 

-Dean, lo siento, no quería herirte. Es sólo que… tú siempre estás cambiando de pareja y es difícil tomarte en serio. Lamento ser tan sincero contigo pero debes entender que es lo mejor. Me gusta tu hermano, me gusta la relación que tenemos y no voy a echarla a perder por nada ni por nadie.

 

Mi corazón, mi estúpido corazón, envuelto en sus espinas, fue herido por una nueva que lo pinchó hasta lo más profundo y sensible. De cualquier manera, seguía repitiendo que aquello no era amor y que, por lo tanto, no había motivo para sentirse tan mal pero no podía evitarlo. Castiel me gustaba, tan sólo eso, pero acababa de cortar toda esperanza de la manera más brutal posible. Me tomó varios segundos reunir la fuerza necesaria para levantarme de la mesa, esbozar una sonrisa forzada y articular una especie de despedida. Él ignoró mi malestar y se limitó a despedirse de mí con un gesto de mera cortesía. Era todo, acababa de hacerme mierda el corazón.

 

Dejé la pizzería y fui directo a casa, donde me encerré en mi habitación el resto de la tarde. Me tiré en la cama y dejé que el reproductor, en su modo aleatorio, pusiera algunas canciones. Descubrí que incluso en esos momentos, la tecnología tiene algo de humor, ya que la primer canción que sonó fue She loves me not, de Papa Roach. Me hubiera echado a llorar pero en lugar de eso me eché a reír hasta que me quedé sin ganas de hacer ningún gesto ni emitir palabra alguna. En mi mente, por el contrario, había un escándalo por todo lo ocurrido, los recuerdos estaban ahí tan frescos como la herida de mi corazón. Me mantuvieron pensando una y otra vez en lo que Castiel había dicho, creo que hubiera sido mejor que me abriera el pecho, me sacara el corazón y lo arrojara a la basura. Hubiera sido menos doloroso y humillante.

 

Casi al anochecer escuché llegar a mi hermano. Pasó un instante a mi habitación pero me hice el dormido para no tener que hablar con él. Pocos minutos después escuché el timbre y el corazón me dio un salto: tenía que ser Castiel. Sólo así me levanté de la cama y fui hasta mi puerta para abrirla un poco y escuchar. Distinguí una voz luego de que la puerta del recibidor se cerrara, pero no era la de Castiel, sino la de Gabriel. Mi hermano había invitado a su molesto amiguito otra vez.

 

Los dejé en paz por una hora, tal vez, hasta que los efectos de la pizza desaparecieron y mi estómago me exigía comida otra vez. Así que abandoné mi guarida con la intención de ir a la cocina y prepararme un emparedado, pero una inquietante escena me distrajo de mi apetito: a través de la puerta entreabierta del cuarto de mi hermano, los vi a él y a Gabriel, besándose.

 

El impacto me hizo volver sigilosamente sobre mis propios pasos, hasta quedar a resguardo de las cuatro paredes de mi habitación. No podía procesar lo que acababa de ver, ni siquiera podía creerlo. ¿Cómo podía estar engañando a Castiel con Gabriel? ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de ese gigantón? Las palabras de Castiel vinieron a mí en torrente:

 

Me gusta tu hermano, me gusta la relación que tenemos y no voy a echarla a perder por nada ni por nadie.

 

Me dolieron en el alma, incluso en mi recuerdo sonaba ingenuo al pronunciarlas. Tenía que hacer algo, tenía que hablar con mi hermano y hacerlo entrar en razón… o podía contarle todo a Castiel, de esa manera dejaría a Sam y yo tendría el camino libre con él …

 

O podía hacer lo correcto e ir directamente con el origen de todos los males. Ya sabía que era un cabrón de lo peor y que era capaz de algo así, sólo que no me lo esperaba, no con Sammy.

 

Y entonces, lo decidí: haría lo correcto, no rompería el corazón de Castiel ni tendría una discusión con mi hermano, En cuanto a Gabriel, podía darse por muerto.




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