Disclaimer: estos personajes no son míos. El universo Kuroko no Basuke pertenece a Tadatoshi Fukimaji. Imagen de Bachi (Bachoo): Pixiv Id 1397361. Yo solo me divierto creando fics.
Contextualización: Canon-divergente, más o menos 7 años después del manga, Kise aún modela y se frecuenta con Kasamatsu. Ellos mantienen una relación. El departamento pertenece a Yukio y no viven juntos.
*•~-.¸¸,.-~*'¨¯*•~-.¸¸,.-~*'
¿Quiero saberlo?
*•~-.¸¸,.-~*'¨¯*•~-.¸¸,.-~*'
I
Oh, Pandora, jamás debiste tocar esa caja.
—Senpai, ¿alguna vez me amaste?
A esa pregunta le sigue el silencio.
Kise se estremece, el temblor se intensifica en sus manos, no mueve sus dedos fríos, apéndices aclimatados a su corazón. Dios, ni en estos momentos para su gusto por el romanticismo falso; patético. Y es que solamente es un órgano más, uno que bombea sangre y facilita el oxígeno a partes importantes como su cerebro, donde sí se aloja la aproximación al origen del amor. Sin embargo, duele y de dónde sea que provenga originalmente la sensación, su pecho se encoge con una contracción. Arritmia severa a su malestar.
Late, bombea corazón, ahoga el silencio: "responde".
"Por favor" está a punto de rogar. Su labio interior tiembla, lo muerde quizá por nerviosismo o para detener su debilidad. "Se fuerte" repite en mantras con voz desesperada atrapada dentro de él, mientras observa la fuerte espalda de Kasamatsu. ¿Será que repetir los mismos patrones está en él?
Entonces, voltea, su cuerpo sede ante la acción, un rayo de esperanza floreciendo en su pensamiento nuevamente. Yukio lo mira mientras él lo observa. Sus ojos le devolverán su reflejo, (cree fervientemente porque no quiere ni pensar que esa posibilidad nunca haya existido). Y una vez más se preguntará si reconocerá su existencia (en un susurro tuene procedente de sus temores).
—¿Qué rayos parloteas, Kise?—. ¿Su mirada a los ojos contrarios se verá tan opaca como él lo aprecia en Yukio?
—Nada, nada, Yukiocchi— él se escucha su tono cantarín y lejano lo siente, (ajeno jamás. Una máscara sale de una verdad), después de todo, es un hábito antiguo.
—¿Vas a entrar o no? —da la vuelta entrando a su departamento siguiendo adelante, sin esperar.
A pesar de todo, se aferra, sus acciones teñidas en costumbre. Negándose a dejarlo. Continúa doliendo, con el resquemor de una marca permanente, quema con la frialdad de la indiferencia.
Una demencia consciente, consecuente por ambos.
Y nuevamente…
Antes de cerrarse, toma el pomo de la puerta y entra.
…lo sigue.
II
La esperanza solo prolonga los pesares y todavía así se aferran a esta para afrontar todos los males.
El humo del cigarro sale de sus labios. Su atractivo de modelo resalta con ese vicio, no le importa pero se lo han dicho. Da una última calada, en rutina, antes de salir y lo expulsa al estar fuera del edificio.
Tristeza, melancolía y hastío.
—¿Algún día me podrás amar?
.
-¿Quiero saberlo?-
si este sentimiento fluye en ambos sentidos.
-Triste ver cómo te vas-
esperaba que te quedaras.
-Cariño, los dos sabemos-
que las noches fueron hechas principalmente
para decir cosas que no puedes decir la mañana siguiente.
Arrastrándome de regreso a ti,
¿alguna vez pensaste en llamar,
cuando habías bebido un poco?
Porque yo siempre lo hago.
Quizás estoy demasiado ocupado siendo tuyo,
como para enamorarme de alguien más.
Arrastrándome de regreso a ti.
-Do I wanna know; Artic Monkeys