Kanzel siguió jalando del brazo de Lure hasta que llegaron a un lugar alejado de la concurrencia, colocándose bajo la sombra de un gran roble. El pelirrojo se mantenía de espaldas del rubio sin saber muy bien qué hacer, haberlo encontrado cuando más ansiaba verlo había sido una señal. Esa era su oportunidad para arreglar las cosas, por eso no había pensado demasiado cuando se levantó y dejando a Görkem a mitad de una frase fue disparado hacia Lure para poder hablar con él. Ya a solas se estaba empezando a sentir muy nervioso, pensó en lo impactados que debieron de haberse quedado todos, pensó en lo que Görkem le diría cuando lo volviera a ver. ¡Santa Madre Naturaleza! Esto estaba resultando más difícil de lo que había imaginado.
-Esteee… Kanzel, me estás lastimando.
Kanzel no se había dado cuenta de que aún sostenía el brazo del rubio ni tampoco que lo había estado agarrando con mucha fuerza. Como si un rayo lo hubiera golpeado lo soltó y se apartó un poco de él. Dándose la media vuelta observó como el chico se sonrojaba y se tallaba un poco el brazo, eso provocó que él también se sonrojara. Se aclaró un poco la garganta.
-Yo… disculpa por haberte sacado así, no fue mi intención ser brusco.
-N…no te preocupes.
Lure parecía incómodo, seguía agarrándose el brazo mientras miraba hacia abajo, mantenía los hombros tensos, pero aun así parecía estar esperando a que Kanzel hablara. Éste se rascó la nunca intentando pensar en las palabras adecuadas para disculparse.
-Sabes yo… -dudó- de verdad quería hablar contigo. -dijo un poco penoso. Al escucharlo Lure alzó la mirada y lo miró sorprendido, expectante. -Quería pedirte perdón por la forma en que me comporté contigo la última vez, siendo sincero no esperaba verte allí, en realidad no esperaba verte nunca más. Me… me tomó por sorpresa no solo tu regreso sino también el hecho de que fueses un Adashyna, no sabía muy bien qué hacer y creo que actué demasiado mal. No quiero que pienses que te odio o que quiero golpearte, yo sería incapaz de eso, de verdad. Creo que es todo lo contrario, estoy muy contento de verte, todavía no me creo que hayas regresado, que estés frente a mí en este momento, así que… por favor no pienses mal de mí, lo que pasa es que soy un cabezota y no logro controlar bien…
Fue abruptamente interrumpido cuando Lure se le abalanzó cortando la distancia que los separaba y lo envolvió en un cálido abrazo.
-Me alegro tanto. -dijo enterrando la cara en su pecho. -De verdad pensé que me odiabas, por la madre naturaleza, qué aliviado me siento. -su voz sonaba amortiguada, pero Kanzel pudo oír sus sollozos.
Estaba realmente sorprendido y conmovido a la vez, al parecer Lure no había cambiado: seguía siendo el mismo niño llorón de siempre.
Que lo estuviera abrazando parecía un sueño, una de sus tantas fantasías. Con suma ternura envolvió su delgado y delicado cuerpo en sus brazos, devolviéndole el abrazo.
-No seas tonto, yo jamás podría odiarte. -le susurró en el oído. Lure pareció estremecerse ante el roce de sus labios en su oído, lo abrazó con más fuerza.
-Te prometo que no volveré a irme, me quedaré contigo y no volveré a dejarte. Perdóname a mí también, fui un estúpido.
-Hey, no seas así contigo mismo. No conozco la razón, pero considero que debió de haber sido importante si te fuiste sin decirme nada. Ya pasó.
Lure se despegó del pecho de Kanzel para mirarlo a la cara, al ser más bajito tuvo que alzar la vista.
-Gracias. -le dijo con total sinceridad.
-Ni que lo digas. -respondió Kanzel con ternura mientras con su dedo pulgar enjugaba una de las lágrimas del rubio. Éste sorbió por la nariz y le sonrió algo apenado.
Se quedaron allí un momento, abrazados, disfrutando del momento y del calor que sus cuerpos transmitían. Una ligera brisa soplaba provocando que sus cabellos se alborotaran y que la copa del frondoso roble se meciera de un lado a otro. Kanzel no quería que aquel momento acabara, se sentía tan bien tenerlo entre sus brazos, pareciera que había nacido para que cupiera en ellos, todo encajaba.
La risa lejana de unos niños los trajo de vuelta a la realidad, de repente tomaron consciencia de que estaban en un lugar público y de que en cualquier momento alguien podría verlos. Rápidamente se separaron al mismo tiempo en que un ligero sonrojo cubría sus mejillas.
-Bien, me alegro de haberlo dicho todo. -comenzó Kanzel más animado.
Lure se limitó a asentir, se sentía un poco shockeado por él mismo, haberse lanzado de esa manera no era propio de él… pero se había sentido tan emocionado y feliz de que Kanzel no lo odiaba por ser un Adashyna que no pudo evitarlo.
-¿Estás bien? -preguntó el pelirrojo algo preocupado.
-Sí, sí lo estoy. Totalmente.
Kanzel le regaló una encantadora sonrisa que dejó a Lure sin aliento.
-Vamos, te llevaré a tu casa o al menos te dejaré cerca. Dudo que alguien de tu familia me quiera ver ahí.
-¿Es enserio? -preguntó el rubio estupefacto.
-Seguro, hay tantas cosas de las que tenemos que ponernos al corriente. En especial tú, debes contarme dónde fuiste y qué tanto has hecho en estos catorce años.
Aquello solo provocó que Lure se pusiera a hiperventilar. Kanzel lo acompañaría hasta su casa, ni en sus sueños más locos lo había imaginado y eso lo hacía particularmente feliz. Vio cómo el pelirrojo empezaba a avanzar sin él y corrió para alcanzarlo, hubiera querido tomarle de la mano pero sabía que eso no sería correcto, para los demás ellos eran enemigos y presentía que esa imagen deberían seguir transmitiendo un largo tiempo más.
-De acuerdo, puedes empezar. -le dijo sacándolo de sus pensamientos.
-¿Qué quieres saber?
-Todo. -contestó Kanzel mirándolo dulcemente.