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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines. 

La actualización que todo el mundo está esperando desde el capítulo 1 ha llegado. Han vuelto
No diré mucho, sólo que estoy actualizando temprano porque seguramente no podré hacerlo durante el día :v y que si encuentran algún error háganmelo saber. 


ALGUNAS ACLARACIONES IMPORTANTÍSIMAS (?): 


1) Algunas personas me preguntaron sobre si el cazador que aparecía en el capítulo anterior era Cuervo. No, no lo era. Recuerden que la cicatriz en el rostro era algo típico en el escuadrón Cuervo (básicamente todos la llevaban, por eso Cuervo también) y Scorpion, al salir de ése escuadrón, también tomó la costumbre de hacerles esa heridas a sus hombres, así que hay muchos hombres con esa cicatriz. También agregar que cada escuadrón tiene una "marca" o algo que los identifica. En el caso de Cuervo y Scorpion son las cicatrices en el rostro; en el caso de Cobra, el maquillaje de reptil; Viuda negra con sus trajes de látex y cuero; el escuadrón "Cero" con las cintas negras amarradas al cuello, etc....sólo los líderes de los escuadrones pueden no tener estas "marcas" (A menos que ocurra lo del caso de Cuervo, dónde él fue "ascendido" por eso se entiende que la tenga). 

2) En este capítulo hago referencia a uno de los tantos tatuajes de Scorpion. Tiene la palabra "Te atrapé" escrita en un brazo y Reed dirá que está escrita en un ingles vulgar. La frase original sería "I Caught you", pero Scorpy tiene "Caught ya" (los gringos suelen pronunciar mal el "you" y lo pronuncian como "ya" y el I fue omitido) Éste tatuaje fue el sexto que le hizo Cuervo a Scorpion, cuando aún estaba en la guarida. Y es un claro mensaje, no? Bueno :v sólo para que sepan.


Disfruten del capítulo

Capítulo 22


 


El interior de ese camión estaba excesivamente frío.

   —Cálmate, Aiden…

   —¿P-Pero tú lo oíste, no, Ethan? —No podía despegar los ojos de Aiden que estaba encogido en un rincón, temblando por un miedo que yo no alcanzaba a comprender. Él, el mismo hombre que había visto saltar del Desire sin titubear, el mismo que encendió una bomba delante de mí para clavarla en la puerta de una iglesia ¿Por qué parecía tan asustado?—. ¿Él…él se refería a ese escorp…?

   —No sabemos si es él.

   —¿Qué es lo que está pasando? —susurró Terence a mi lado y yo negué con la cabeza. Esos hombres nos habían atrapado, nos habían arrebatado nuestras cosas y nos habían metido a su camión militar a la fuerza, ahora estábamos siendo llevados a algún lugar, pero eso era lo único que yo sabía, y era lo que sabían todos. No entendía el silencio de los chicos ni el terror de Aiden, pero sospechaba que ellos ya sabían para dónde íbamos y con quién íbamos a encontrarnos. Y si ellos estaban así, significaba que ese lugar era peligroso. Muy peligroso.

   —No lo sé… —respondí. El hombre que nos apuntaba levantó su arma cuando Terence movió su brazo para pasarlo por mi cuello. Ada agarró mi mano con más fuerza para advertirme.

   —Tranquilo, sólo lo estoy abrazando.

   —Eso espero, imbécil —gruñó entre dientes el hombre, que actuaba como un soldado, aunque no vestía como uno—. Si tratas de hacer algo voy a dispararte.

A mi lado, oí como Dalian se movía para abrazar a su hermana. Miré a los ojos al sujeto que nos apuntaba.

   —Por favor… —insistí por cuarta vez—. Déjenos atenderla, traemos un botiquín con nosotros. Sólo necesitamos que… —El arma que sostenía apuntó directamente hacia Sophie—. ¡Hey! ¡Hey! ¡Calma!

   —¿Qué parte de nos importa una mierda no entendiste? —preguntó mientras se acercaba el tipo que parecía ser el líder de todos los que estaban ahí. Tenía una cicatriz que le cruzaba la totalidad del rostro, pero había notado que muchos de ellos tenían la misma herida ¿Una marca para identificarse? ¿Qué significaba, exactamente? ¿Con qué clase de personas estábamos tratando? Mordí mi labio inferior y miré a Sophie, necesitábamos atenderla. Dalian la abrazó con más fuerza y aplicó presión con su mano sobre la herida, en un desesperado intento por frenar el sangrado.

   —Amigo, la niña podría desangrarse… —interrumpió Regen, con la ronca voz escapando de su máscara de gas. El arma del hombre de la cicatriz apuntó a su cabeza, pero él no pareció inmutarse si quiera—. ¿Vas a dispararme? Anda —desafió. Oí el gatillo siendo accionado y escuché un disparo, pero Regen lo esquivó al levantarse y en un movimiento rápido le agarró de la muñeca y le obligó a soltar el arma, Terence reaccionó antes que yo y la tomó. Oí un sollozo salir de la boca de Ada y luego, un silencio que tensó todo el lugar, más de lo que ya estaba.

   —Sólo déjenos curar a la niña… —insistió Regen, estaba sujetando la muñeca de ese hombre con una sola de sus manos y él se quejaba como si una roca le hubiese caído sobre el brazo, pero eran tan sólo los dedos enguantados del chico de la máscara—. Estoy seguro que tu jefe no dejaría morir a una niña desangrada.

   —No lo conoces… —gruñó entre quejidos el hombre de la cicatriz. Regen le apretó con más fuerza.

   —De seguro tú tampoco. Bajen las armas —ordenó en el mismo momento en que Terence se levantaba para poner la boca de la pistola sobre la frente de ese hombre—. Ustedes nos tienen, nosotros tenemos a éste tipo. Nadie tiene que morir.

El hombre tragó saliva. Asintió con la cabeza.

   —Déjenlos —le dijo a los demás—. Que uno de ellos la cure.

 Regen hizo un movimiento con su cuello para hacerlo tronar.

   —Tú, chico… —dijo, apuntando a  Aiden, el aludido reaccionó como si la filtrada voz le hubiese vuelto a la realidad. Miré al castaño a los ojos, algo definitivamente no estaba bien con él; podía ver el miedo empapándole el rostro—. ¿Eres tú el médico del grupo?

   —S-Sí…algo así —balbuceó él y enseguida se levantó. Siendo aún apuntado por las armas, tambaleó hasta donde los hombres le indicaron y buscó entre los bolsos que tenían acumulados en un rincón hasta dar con el botiquín. Caminó hasta donde estaban Sophie y Dalian y se arrodilló frente a ellos—. B-Bien…Bien… —tartamudeó. Noté en su rostro los esfuerzos que estaba haciendo por calmarse.

   —¿Estás vivo o no? —gruñó Regen—. No te han matado todavía, así que deja de temblar y concéntrate —Aiden soltó el aire en un suspiro al escuchar esa orden y sus manos dejaron de temblar cuando apartó los trozos de camiseta que quedaban sobre la herida de Sophie, cogió un trozo de algodón y lo untó en el líquido de una botella para luego limpiar la herida. Ethan le miraba desde el fondo del camión, él también estaba extraño. Tragué saliva. Todos lo estaban. Supe que esto era el comienzo de algo muy desagradable.

   —Sujétala… —le dijo a Dalian, su voz escapaba como un hilillo que iba a romperse en cualquier momento—. Voy a poner puntos —Dalian obedeció y no pude evitar sentir lástima por él, así como Sophie no se había dado cuenta de su estado, él tampoco lo había hecho. La niña se había desmayado hace más de diez minutos. Aiden cosió, con los dedos temblorosos y sin mayor dificultad y logró cerrar la herida temporalmente. Esos puntos no se veían demasiado fuertes, pero ayudarían.

Cuando terminó, se levantó y dejó el botiquín en el mismo lugar en el que estaba para volver junto a Ethan. El pelinegro le acarició el cabello cuando se sentó junto a él y se acurrucó en sus brazos.

   —Vamos a estar bien —le dijo.

Terence soltó el arma y la tiró lejos, Regen soltó al hombre de la cicatriz y él lo tiró al suelo de un puñetazo, el chico de la máscara no respondió y el resto de hombres no dispararon. Todo volvió a como estaba antes.

La poca luz solar que se filtraba por la cubierta del camión se fue cuando el vehículo se detuvo en un movimiento brusco y fue reemplazada por otra clase de luz: una más brillante, más artificial. Respiré hondo y mi adrenalina se disparó, algo estaba a punto de pasar. Oí el sonido metálico de unas rejas abriéndose, oí voces y pasos de gente corriendo y supe que habíamos llegado. Ada presionó mi mano, Terence envolvió la otra entre las suyas.

El hombre de la cicatriz salió del camión.


   —¿Qué traen? —Una voz entró en mis oídos, destacando entre todo el ruido que se escuchaba fuera. Potente, tranquila, sin emoción.

   —Capturamos a un grupo que venía escapando de La hermandad —respondió el hombre de la cicatriz y supe que él no era el que realmente mandaba aquí, él respondía ante otra persona—. Dos mujeres, doce hombres, una niña y dos perros. Mataron a cinco de los nuestros… —Un silbido escapó de la voz del segundo hombre.

   —Scorpion va a encabronarse… —oí risas—. Pero es un buen botín de todas formas ¿Qué le pasó a tu muñeca? Parece dislocada.

   —Uhm… —cerré los ojos para oír mejor. La voz del hombre de la cicatriz se oía nerviosa—. Yo…no…no es nada, señor.

   —Muy bien… —abrí los ojos nuevamente al escuchar el paso de unas botas acercándose; se oían pesadas, como las de Shark. Alguien abrió el lienzo que servía de puerta para el camión y entró. Una figura alta apareció frente a nosotros y su único ojo azul se clavó sobre mí, lo primero que vio. Vestía de negro, como el resto de esos hombres y podía ver parte de la cicatriz que todos los demás tenían y que en su caso, era tapada con un parche que cubría su ojo izquierdo. Él lucía como uno de ellos, pero era distinto. Él daba más miedo—. Oh, bien… —Su cabello era negro y lo traía atado en una coleta baja que ajustó con sus manos llenas de heridas mientras nos inspeccionaba mejor, como si nosotros fuésemos mercancía, un trámite más. Noté más cicatrices en sus labios y en el resto de su rostro—. No estaba mintiendo con lo de los perros.

   —¿¡T-Tú!? —La voz de Aiden tembló junto al resto de su cuerpo. El hombre volteó hacia él. Pareció congelarse en su lugar.

   —¿¡Aiden Rossvet!? —abrió por completo la puerta del vehículo y dejó entrar la luz de un foco que me dio justo en la cara—. ¿Grey? —recorrió el camión unos segundos y luego, cubrió sus ojos con una mano—. Tienes que estar bromeando —soltó una pequeña risa, una que me dio escalofríos—. ¿Qué demonios hacen todos ustedes aquí?

   —Eso mismo nos estamos preguntando… —fue Ethan el que habló, Aiden había guardado silencio y estaba tan quieto abrazando sus rodillas que parecía que ya no respiraba—. La vieja costumbre de tus hombres de secuestrar gente, supongo.

   —O la vieja costumbre de ustedes de meterse donde no los llaman —respondió el hombre y se cruzó de brazos—. Creí haberlos visto subirse a un avión hace años… —Él estaba en el centro del camión, mirándonos con cara de pocos amigos. Ellos al parecer se conocían, pero no se llevaban precisamente bien. Con sus dedos, jugó con uno de los piercing que tenía incrustado en la ceja y pareció titubear unos segundos—. Déjalos irse, Milton —le ordenó al hombre que nos había traído aquí.

   —¿¡Q-Qué!? ¡N-No podemos hacer eso! ¡E-El Escorpión va a…!

   —El señor Scorpion no tiene por qué saberlo… —Terence y yo intercambiamos una mirada. Ada se reincorporó para estar más atenta.

   —No entiendo nada —dijo ella—. ¿Van a dejarnos ir? —acaricié su cabello.

   —Eso espero.

   —¡Scorpion dijo que…!
 
   —¡Scorpion va a volverse loco cuando los vea aquí! ¿Entiendes? No quiero a esta gente en mi territorio, llévatelos —Una revuelta pareció armarse en el exterior, los hombres que estaban fuera del camión también comenzaron a discutir entre ellos—. Sácalos de aquí o haré que tu muñeca no sea la única articulación dislocada que tengas.

   —¡Si Scorpion se entera va a matarme! —Scorpion…Scorpion. Había oído su nombre apenas cinco veces y ya me causaba escalofríos—. C-Con todo respeto, señor. Yo…yo no puedo.

   —Scorpion suena como el nombre de un cazador… —susurró Terence a mi lado. Asentí con la cabeza. Esperaba encontrarme de todo al llegar aquí, menos con un cazador.

   —No creo que sea por el personaje de Mortal Kombat  —respondí. Él dejó escapar una pequeña risa ahogada. Quise reír de mi chiste también, pero estaba demasiado nervioso para hacerlo.

   —¿¡Tú no puedes qué!? —gritó el hombre del parche. Una bala resonó en todo el lugar y todos afuera callaron—. Mierda —enredó los dedos en su cabello oscuro—. Mierda —repitió.

   —Es él —gruñó Jack—. Tiene que ser él.

   —¿Quién? —pregunté.

   —¿¡Qué mierda está pasando aquí!? ¿Por qué hacen tanto ruido? —Una nueva voz entró en mis oídos. El hombre de la cicatriz, Milton, tembló y los hombros del sujeto del parche se tensaron—. Oh, llegaron pronto. Muéstrenme lo que trajeron… —La puerta se abrió de golpe—. ¿Qué ocurre, Cuer…? —Un hombre se detuvo delante de nosotros y su mirada azul comenzó a recorrernos a todos, uno a uno; mis manos temblaron involuntariamente cuando sus ojos se fijaron en mí. Eran como dos pesados témpanos de hielo que iban a caerme encima para aplastarme hasta romperme los huesos—. Oh, no jodas —sonrió cuando sus ojos se posaron en Jack y Eden—. Pero mira a quiénes tenemos aquí… —rió en voz alta cuando vio a Aiden y a Ethan, este último abrazó a su novio de una manera que me pareció sobreprotectora. Se acercó a ellos—. Hola, cariño… —le dijo a Aiden, arrodillándose frente a él, Aiden apartó la mirada y apretó el brazo de Ethan entre sus manos—. Ha pasado un tiempo. Te ves bien —le acarició el cabello y el castaño empalideció hasta parecer un fantasma. Las palabras de ese hombre eran amables, pero el tono de voz que usaba para decirlas me causaba escalofríos

   —No te le acerques, idiota —gruñó Ethan.

   —Oh. Vamos, Eth… —Él sonrió—. ¿Llegas a mi casa sin invitación y esa es tu forma de tratarme? —le dio dos palmadas en la mejilla y Ethan ni siquiera pudo reaccionar a ello—. A mí también me alegra verte.

   —Él es Scorpion… —masculló Terence. Debió haber sido una pregunta, pero sonó como una afirmación. Asentí. Él definitivamente era el hombre del que hablaban, el que iba a volverse loco cuando nos viera. Se levantó.

   —Llévenlos a la guarida —ordenó—. Ahora —y salió seguido por el tipo del parche. Dos docenas de hombres entraron cuando él se fue. No pude reaccionar, no pude moverme. Terence sujetó mi mano y la apretó con fuerza, casi parecía que sabía lo que iba a pasar.

   —¡Espera un segundo! —Ethan intentó luchar—. ¡Suéltalo! —gritó cuando tres hombres se lanzaron sobre Aiden—. ¡Espera! ¡Espera, Noah! —Alguien me inmovilizó en el suelo, solté la mano de Terence. Me cubrieron la vista. Me golpearon en la cabeza.


Todo lo demás es negro.


   —¿Reed? —oí mi nombre y el manto oscuro que estaba sobre mis ojos empezó a desvanecerse—. D-Despierta, Reed —era Ada. Sollozó cuando me sacudió por los hombros ¿Dónde estábamos? ¿Cuánto tiempo había pasado? Recordé lo ocurrido en el camión, recordé que un hombre llegó y que luego, me golpearon. Había perdido el conocimiento—. Por favor… —rogó, su voz apenas salía. Abrí los ojos.

   —E-Estoy bien… —balbuceé apenas. La encontré a mi lado y le sonreí para que se sintiera tranquila. Intenté mover mi mano para tomar su rostro y entonces descubrí que estaba atado—. ¿Estás bien? —pregunté. Ella sonrió de vuelta, tenía una mejilla inflamada. A ella también la habían golpeado.

   —Estoy bien —dijo y miró alrededor. Estábamos bajo tierra, en una especie de estación de metro acondicionada; nosotros estábamos dentro de un vagón al que le habían quitado los asientos, las puertas estaban reforzadas con madera, clavos y rejas y las ventanas no existían. Estábamos atrapados dentro.

 Reconocí la figura de Terence en la penumbra, estaba sentado en un rincón y no supe si estaba despierto o no.

   —Hey… —le llamé en voz baja—. Terence… —Él levantó la cabeza para mirarme y yo intenté levantarme y avanzar hacia él, pero no logré hacerlo. Mis piernas no respondieron bien, estaban dormidas o algo por el estilo, todo mi cuerpo estaba adormecido. Gateé con las manos atadas hasta él—. ¿Estás bien?

   —Estoy mareado… —confesó—. Este lugar me enferma —recordé su episodio de delirio en el barco. Estábamos en un vagón, un vagón de tren. Pero yo también me sentía mal, no podía sacar conclusiones apresuradas, no era tiempo de hacerlo.

   —Creo que nos drogaron —me aventuré a decir. Mis piernas estaban intactas, ellos no las habían roto y no estaban sangrando, no encontré otra explicación para que estuvieran adormecidas. Él asintió con la cabeza.

   —Tenemos que salir de aquí, Reed —dijo—. Estos tipos están locos.

   —Primero tenemos que saber con quién tratamos… —busqué a Aiden y a Ethan con la mirada, estaban sentados en una esquina, ambos despiertos y atados de manos también, como todos—. E-Ethan… —le llamé, Aiden parecía demasiado ausente como para mantener una conversación, quizás aún estaba drogado, aunque sospechaba que no era precisamente eso lo que le hacía tener esa expresión angustiada y fantasmal en el rostro. Ethan clavó sus oscuros ojos sobre mí cuando pronuncié su nombre, su mirada estaba más vacía que nunca—. ¿Quiénes eran esas personas?

   —Cazadores —Amy respondió antes que Ethan—. De los peores que he conocido —me estremecí al recordar que hace un tiempo Ivy me había comentado que Amy y Aiden fueron atrapados por cazadores. Debía estar refiriéndose a estos.

   —Scorpion es un hijo de puta… —agregó Jack.

Frente a mí, el cuerpo de Dalian se movió, estaba despertando. Sólo entonces me di cuenta que Sophie no estaba.

   —¿Y Sophie? —le pregunté a Terence en un susurro.

   —No sé. Cuando desperté ya no estaba.

Mis ojos se cruzaron con los de Dalian y entonces él los apartó para mirar a su lado, y luego, para recorrer todo el lugar.

   —¿Dónde está Sophie? —preguntó. Nadie respondió—. ¿Dónde está mi hermana? —intentó levantarse, pero tambaleó y cayó al suelo—. ¡Sophie! ¿¡Dónde está ella!? —gritó y gateó hasta la puerta que estaba cerrada—. ¿¡Dónde la tienen!? —su garganta se desgarró en un grito cuando comenzó a golpear la puerta. Ethan y Regen se levantaron al mismo tiempo para intentar calmarlo.

   —Hey, tranquilo… —El chico de la máscara, con la dificultad que significa tener las manos atadas, lo tomó por los hombros y lo tiró hacia atrás—. Vas a hacerlos enfadar.

   —¿¡Qué le hicieron, hijos de puta!? —Dalian intentó apartarse, pero no lo logró. Se dejó arrastrar por los brazos de Regen que lo alejaron de la puerta, donde Ethan se puso de pie y se quedó estático, como una estatua que no lo dejaría pasar otra vez—. Voy a matarlos… —se quejó—. Si le hicieron algo juro que…

Pasos acelerados llegaron a mis oídos seguidos del sonido metálico de candados siendo abiertos desde afuera. Ethan no se movió de la puerta, pero se giró hacia ella.

   —¿¡Qué es todo este alboroto!? ¿Tanto desean morir? —El hombre del parche entró gruñendo, se plantó frente a Ethan y le amenazó con un arma—. Ustedes ya tienen experiencia, deberían saber que si quieren mantenerse vivos deben guardar silencio —nos recorrió a todos con la mirada afilada y yo le di un codazo a Terence cuando la clavó sobre nosotros, fue una especie de reflejo, quería informarle que me había dado cuenta de algo.

   —¿Qué ocurre? —susurró el pelirrojo cuando el hombre del parche dejó de mirarnos. Yo negué con la cabeza. Se lo diría después, cuando estuviese seguro de ello.

Por algún motivo que no lograba comprender, ése hombre parecía querer ayudarnos.

   —¿¡Qué le hicieron a Sophie!? —gritó Dalian. El hombre caminó hasta él, le agarró de la camiseta y lo levantó del suelo.

   —¿La chiquilla a la que le dispararon? —preguntó con la voz neutra; sin emoción, vacía. Dalian tragó saliva y sólo atinó a asentir con la cabeza cuando el hombre acercó su rostro al suyo en un gesto amenazador—. La tengo en mi habitación, recuperándose —sonrió, pero su sonrisa no me pareció para nada amable—. Tardé tres horas en convencer a Scorpion de dejarla vivir, si no ya la habrían matado —noté unas marcas rojizas que el collar negro y grueso que adornaba su cuello no alcanzaba a cubrir y me pareció no haberlas visto ahí la primera vez que le vi—. Así que deja de gritar si no quieres que me arrepienta de ello y la mate con mis propias manos—le soltó y Dalian cayó al suelo otra vez—. Llévenlos afuera —le ordenó a los hombres que le esperaban, ellos entraron como una masa arremetedora que nos cayó encima y me dejó sin reaccionar otra vez. Me golpearon y me cubrieron la vista con una bolsa que cayó sobre mi cabeza y fue anudada alrededor de mi cuello. Me levantaron y me obligaron a caminar en silencio junto al resto de mis compañeros. No sabía dónde estaba, no sabía por dónde me movía; el peso del arma contra mi espalda y los brazos del hombre que me llevaba y que me daban un golpe cada vez que pisaba en falso fueron los únicos guías que tuve en el camino. Todo lo demás era silencio, silencio y más silencio.

Me golpeé en la cabeza cuando caí al bajar por una especie de desnivel, pero me levanté en seguida para no recibir un castigo. Sabía lo que estaban haciendo; el habernos drogado y haber salvado a Sophie no eran casualidades, el que nos obligaran a caminar vendados para golpearnos cada vez que salíamos del camino tampoco lo era, ellos querían jugar con nuestras mentes, querían generar confusión, miedo y finalmente, dependencia. Era una forma brutal de adiestramiento. Una muy inteligente.

Bajo mis pies el suelo cambió, sentí algo irregular saliendo desde el, fierros tal vez. Estábamos caminando sobre la línea del tren. Debí haberlo adivinado; ellos nunca nos estuvieron vigilando mientras estábamos dormidos. Su base debía estar en otra estación. Sonreí. Estos malditos tenían tanta confianza en sí mismos que jamás pensarían en que alguna de las personas que habían capturado podría escapar.

Alguien cayó al suelo, oí un golpe, un movimiento rápido y otro golpe.

Y entonces, un disparo. Alguien gritó.

   —¡Ethan! —un grito de Aiden. Se escuchó el golpe seco de un cuerpo cayendo al suelo y oí quejidos saliendo de la boca de alguien, en alguna parte.

   —Estoy bien… —dijo él e intenté armar una idea en mi cabeza. Le habían disparado a Ethan, seguramente por defender a Aiden de alguno de los golpes—. Estoy… —intentó repetir. Otra bala que sonó distinta, un poco más metálica y ensordecedora retumbó en mis oídos y cubrió la voz del pelinegro. Contuve un grito en mi garganta. Todos guardaron silencio.

   —Cállense —ordenó la voz del hombre del parche. Por cómo se oía, debía estar adelante, liderando al resto del grupo. Oí movimiento, alguien se detuvo y levantó algo del suelo.

   —Gracias… —dijo una voz, la voz de Ethan otra vez. Vacié mis pulmones en un suspiro y alguien ahogó un sollozo, supuse que fue Aiden. No había que conocer demasiado a Ethan para saber que él nunca le daría las gracias a un cazador; pero esa fue su forma de avisar que estaba bien. Era un infectado después de todo, ellos podían soportar mucho más.

El hombre que me llevaba golpeó dos veces mi espalda con la pistola y entonces me detuve. Lo había logrado captar pasado los diez minutos de caminata; un golpe significaba “adelante”, dos “detente”

Entonces, el hombre golpeó tres veces; hasta ahora no lo había hecho.

Busqué algo de qué agarrarme a mí alrededor y me topé con la base del andén. Lo escalé y lo subí a duras penas, estábamos caminando por una línea de tren, tres golpes debería significar “sube”, lo hice y no recibí un puñetazo a cambio, estaba en lo correcto. Oí risas a mis espaldas.

   —Éste es inteligente —dijo la voz del hombre que me llevaba, debía estar alardeando frente a sus compañeros. Apenas subí y mis pies volvieron a tocar suelo liso, el ruido de un montón de gente entró en mis oídos; voces, pasos, risas y riñas. Me sentí confundido, al borde del colapso. Demasiados sonidos para un solo lugar. Me tomaron y me arrastraron hasta algún punto donde el ruido se intensificó, parecía estar al centro de todo y me sentí indefenso y pequeño. Un hombro chocó contra el mío, reconocí la piel que me tocó.

   —¿Terence? —mascullé apenas.

   —Estoy aquí —respondió—. Y Ada está mi lado —respiré hondamente, pero el aire no logró llegar a mis pulmones. Nunca me había sentido tan ahogado en toda mi vida.

 Apoyé la cabeza contra su hombro. Si no lo hacía, iba a derrumbarme.

Los ruidos, las risas y las voces se detuvieron en seco de pronto y la piel de mis brazos se erizó. Ya sabía lo que significaba, lo había visto antes en el camión. El sonido de unas pisadas hizo eco en las paredes del lugar y en mi cabeza, haciendo retumbar mis oídos. Me quitaron la bolsa de encima. Respiré.


   —Bueno, bueno… —Nos habían formado en fila, y el hombre que teníamos en frente, ese al que llamaban Scorpion, nos miraba con una sonrisa torcida dibujada en el pálido rostro—. Supongo que… bienvenidos otra vez —juntó sus manos en un aplauso y mi cuerpo saltó en un escalofrío ante el ruido. Sin darme cuenta, yo ya estaba siendo víctima del terror que ellos querían formar en nosotros, casi de manera inconsciente. Todos sus hombres nos rodeaban, efectivamente estábamos en el centro de esa estación de metro. A lo lejos, reconocí la cara de Milton, el hombre que nos había atrapado. Estaba riendo.

   —Por favor… déjenos ir —Ada habló y mi corazón aceleró cuando los azulados ojos de ese hombre se clavaron en ella, furiosos; como si estuviese a punto de saltarle encima para rebanarle el cuello con el cuchillo que tenía en la mano.

   —¡Espera! —grité y di un paso al frente, pero fui detenido por el montón de armas que me apuntaron. Esos ojos se fijaron en mí. Me quedé quieto en mi lugar e inspiré y exhalé profundamente. Había actuado sin pensar en qué iba a decir, sólo para llamar su atención, sólo para alejarla de Ada. Cerré la boca cuando él caminó hasta mí y se plantó delante de mí.

   —Veo que los chicos de hoy en día no saben mantener la maldita boca cerrada… —La punta de su cuchillo hizo presión contra mi labio inferior y sus ojos se clavaron en los míos, pero no pude sostener la mirada un solo segundo y la aparté, lejos de la suya. Observé un tatuaje que tenía en el pecho con la palabra “jódete”, otro en el cuello con el dibujo de un escorpión y otro en el brazo con el que sostenía el cuchillo, con la frase “te atrapé”, escrita en un inglés muy vulgar, típico de los yanquis. Ese hombre estaba lleno de tatuajes.  

   —Lo siento… —me disculpé, aún con el cuchillo contra mis labios. En su tono de voz había notado un montón de ira, como si el hombre que tenía en frente fuese la personificación misma del odio. Esta clase de personas solían ser explosivas, no debía hacerlo enfadar.

   —No te preocupes —sonrió—. Entiendo que hayas querido defender a la chica, eso es tan sacrificado de tu parte… —se burló. Tragué saliva al verme completamente descubierto—. ¿Ella…? —Cuando dijo esa palabra, todos sus hombres apuntaron a Ada—. ¿Ella te importa, niño? —apreté los puños para detener el temblor en mis manos. No, no estaba frente a una persona explosiva. Estaba frente a un psicópata.

   —Noah, detente —dijo Ethan ¿Noah? ¿Ese era su nombre? ¿Por qué Ethan sabía su nombre?—. D-Déjame explicarte lo que está pasando, tenemos que…

Scorpion chasqueó la lengua cuando escuchó a Ethan. Me dejó y caminó hacia él. La punta del cuchillo palpitó sobre mis labios unos minutos más, a pesar de que ya no la tenía sobre mí.

   —Eso es una buena idea, Eth ¿Por qué no partes explicándome qué demonios hacen ustedes aquí? —se detuvo a medio camino y se plantó delante de Aiden. Le sonrió—. ¿O por qué mejor no lo explicas tú, cariño? Se me hace divertido escucharte hablar.

   —Y-Y-Yo… —Aiden tartamudeó, tartamudeó infantilmente como lo haría un niño de doce años. Estaba aterrado ¿Qué le había hecho este hombre en el pasado?

   —Noah, basta —repitió Ethan, se escuchó casi como un ruego. Scorpion frunció el ceño.

   —No me llames así —gruñó, mientras sujetaba el rostro de Aiden entre sus manos y apartaba el mechón de cabello que cubría la cicatriz de su ojo derecho. Parecía un gesto de cariño, pero el grito de terror que ahogó Aiden en su garganta cuando Scorpion le tocó me indicó que era todo lo contrario.

   —¡Detente, joder! —gritó Ethan e intentó moverse, pero las armas le apuntaron a él. Scorpion no le hizo caso y en cambio, acercó su rostro al de Aiden.

—¿Qué pasa? —preguntó contra su oído. Las piernas del castaño, sus manos, sus brazos y todo su cuerpo comenzaron a temblar—. Han pasado cinco años… ¿aún me tienes miedo? Mírate, de seguro ese dulce culo tuyo está temblando también —me estremecí en un escalofrío al darme cuenta qué era lo que este hombre le había hecho.

   —¡Para ya! —vi los oscuros ojos de Ethan desbordarse de desesperación.

   —¿Sabes una cosa, Eth? —Scorpion hablaba sin inmutarse ante los gritos del pelinegro—. Si hubiera sabido antes que este chico te importaba tanto, le habría hecho mucho más daño… —deslizó el filo del cuchillo por la camiseta de Aiden y empezó a rajarla lentamente. Aiden intentó apartarse y alejarse de la fila, pero dos hombres le tomaron por los hombros y lo mantuvieron en su lugar. Cerró los ojos y mordió su labio inferior con fuerza, vi en su rostro los esfuerzos por contener las lágrimas.

   —No… —Ethan avanzó un par de centímetros, a pesar de que cuatro hombres le sujetaban. Ya le habían disparado en una pierna, no sabía cuántas balas más podría recibir—. Noah, Noah detente… —se dejó caer de rodillas al suelo—. Si tienes algún problema…

   —Claro que tengo un problema contigo, hijo de puta —gruñó y llevó una mano a su cabeza para peinar su cabello rubio hacia atrás. El cuchillo detuvo su paso antes de llegar al pecho de Aiden cuando Scorpion levantó un revolver que apuntó directamente a la cabeza de Ethan—. Pero tú también tienes un problema conmigo, ¿no? Deberías tenerlo, robé a tu chico, después de todo —Las rodillas me temblaron. Este tipo era aterrador.

   —Está loco… —balbuceó Terence.

   —No es eso… —respondí, sin poder despegar los ojos de la escena. Él parecía un maniaco pero había algo de lógica en las palabras que decía. Eso me estremeció. No era capaz de comprender a una persona así.

Dejó a Aiden y se sentó frente a Ethan.

   —Yo…yo estoy dispuesto a pasar todo eso por alto —dijo el pelinegro. Scorpion dejó escapar una carcajada estridente.

   —No me jodas. Eso sería lo más hipócrita que hayas hecho en tu jodida vida, y tú no eres alguien hipócrita ¿O sí? —Ethan abrió la boca para responder, pero Scorpion no le dejó—. Es más, yo diría que eres una de las personas más sinceras que he conocido ¿Recuerdas aquella vez que le dijiste a nuestra profesora de primaria que estaba gorda por untar las manzanas que le traían los estudiantes en azúcar antes de comérselas? —rió más fuerte—. Joder, la pobre veterana estuvo a punto de ponerse a llorar… —Ethan, con los ojos aún angustiados, esbozó una leve sonrisa en su rostro—. ¿Lo recuerdas? —El pelinegro asintió con la cabeza y amplió su sonrisa, para luego soltar una carcajada. Ambos rieron juntos por algunos segundos—. Porque yo no lo recuerdo del todo —su sonrisa se detuvo en seco—. De hecho, no recuerdo una mierda desde ese día en la frontera… —Scorpion también dejó de reír, pero su sonrisa quedó intacta—. A veces vienen y van… los recuerdos, digo. Y esa mierda me molesta, me da dolor de cabeza… —Los ojos de Ethan oscurecieron aún más al oírle y se fijaron en el suelo, lejos de los de Scorpion. Le había visto pasar de una carcajada a un rostro completamente triste. Ese hombre estaba jugando con él, lo estaba manipulando—. Entonces ¿Estás de acuerdo conmigo? Ambos tenemos problemas con el otro —Ethan soltó algo parecido a un sollozo.

   —E-Estoy de acuerdo… —dijo, su voz apenas era audible.

   —Bien, entonces, en vista de que estamos en mí casa, vamos a resolver los problemas a mí manera —levantó el arma y la apuntó contra su propia cabeza—. ¿Alguna vez jugaste a la ruleta rusa, Ethan? —oí murmullos de asombro por todo el lugar. El hombre del parche dio un paso al frente, parecía querer detener la situación. Pero no lo hizo. 

 Él no iba a dispararse, ¿o sí?

   —¿Q-Qué demonios estás haciendo, Noah?

   —Anda, no me digas que estás preocupado por tu vida. He oído que los cabrones como tú pueden resistir un disparo en la cabeza. Si no les impacta el cerebro, claro.

   —¡N-No lo digo por mí, idiota! ¡P-Podrías matarte! —tartamudeó Ethan. Scorpion rió.

   —Ah, no me jodas con esas cursilerías —Ethan cerró los ojos cuando Scorpion apretó el gatillo y disparó. La bala no salió. Él ni siquiera respiró al notar que seguía vivo—. Quítenle las esposas —le ordenó a uno de sus hombres—. Es su turno —El hombre obedeció y desató a Ethan. Scorpion le tendió el revólver—. Vamos, Eth. No tienes nada que perder. Si no lo haces, mataré a uno de los tuyos —Ethan tomó el arma, con las manos temblorosas. Las mías también temblaban.

   —Ethan…no… —gimoteó Aiden. Ethan le miró y sonrió—. Ethan, no lo hagas.

   —Ahí. Apunta justo en la sien, amigo —le alentó Scorpion. Ethan obedeció, sus ojos oscuros temblaban por el miedo a que la bala estuviese en la recámara. Apuntó el arma contra su cabeza, cerró los ojos, inspiró hondamente—. ¡Apresúrate, joder! —gritó y Ethan disparó. La bala no salió. Ethan soltó el aire. Aiden sollozó. Mi corazón volvió a latir.

   —Mi turno —Scorpion le arrebató el arma, la llevó a su cabeza otra vez y disparó. Nada pasó. Terence soltó un suspiro, o un gruñido de frustración; no supe muy bien qué fue ese sonido—. Es mi día de suerte, al parecer —sonrió y le tendió el arma a Ethan—. Vamos. No tengo todo el día —Ethan la tomó, sus manos temblaban aún más.  Las posibilidades de que la bala saliera superaban el cincuenta por ciento. Llevó el arma y apoyó el cañón contra su cabeza otra vez, intentó apretar el gatillo pero el revólver resbaló entre sus manos—. Ah, vamos —gruñó Scorpion, impaciente, y tomó el arma para volver a entregársela—. No me obligues a hacerlo por ti —Ethan volvió a tomarla y la apuntó contra su cabeza. Suspiró. Su dedo se movió para volver a accionar el gatillo—. Espera… —interrumpió Scorpion cuando estaba a punto de disparar—. Espera un segundo, creo que se trabó —le arrebató el arma de las manos, la apuntó hacia otra parte y disparó. El tiro resonó en mis oídos y uno de sus hombres cayó al suelo. Ada  y Matt gritaron del susto—. Oh, estaba bien —era el hombre que nos había atrapado, Milton. A él le había llegado la bala, directo en la cabeza—. Creo que te he salvado la vida, Ethan —se levantó, sin prestar atención al rostro del pelinegro que pasaba por un millón de emociones: miedo, angustia, alegría al saber que estaba vivo, espanto, al darse cuenta que pudo haber muerto—. Pónganle las esposas —ordenó y sus hombres corrieron a acatar su orden. Carraspeó la garganta—. A eso mismo quería llegar. La vida… —comenzó a pasearse de un extremo de la fila al otro, recorriéndonos con la mirada, con esos ojos azules que eran fríos como el hielo y que congelaban mi pulso—. Supe que mataron a cinco de mis hombres y, aunque estoy seguro que se lo merecían, las vidas actualmente valen más que hace cinco años… —hizo una pausa para mirar hacia atrás, donde estaba tirado el cuerpo del cazador que había recibido la bala—. Bueno, la de Milton quizá no, él era un completo imbécil —Sus hombres rieron con el chiste. Todos debían estar locos ¡Acababan de matar a uno de ellos!—. Bueno… —Scorpion también rió un poco—. Cómo decía, cinco de mis hombres… —se detuvo frente a Regen—. ¿Y esa máscara tan horrible? Quítatela.

   —No puedo, señor —respondió él—. Está cerrada con un candado —Scorpion sujetó su cabeza entre sus manos para inspeccionarla y asegurarse de eso.

   —Podría rompértela a martillazos. Oh, espera —Scorpion le dio un suave golpe sobre la máscara—. ¿No te he visto en alguna parte? Tienes algo que se me hace asquerosamente familiar.

   —B-Bueno… —balbuceó el chico de la máscara, parecía nervioso—. Yo…

   —¡Ah, claro! Tú eres la rata que se pasea por mi territorio —le dio un repentino golpe en el estómago que hizo a Regen doblarse sobre sí mismo—. La semana pasada mataste a tres hombres —le dio otro golpe que lo dejó en el suelo. Le escuché toser tras la máscara. Scorpion clavó sus ojos sobre todos nosotros—. Y ya que está con ustedes, voy a sumarlo a su cuenta. Ocho muertos, por su culpa… —volvió  a caminar por la fila y se detuvo frente a Aiden—. ¿Debería matar a ocho de ustedes? —con su cuchillo, volvió a juguetear con la camiseta del castaño para terminar de romperla. Se quedó estático cuando la rajó por completo—. ¿Qué demonios es esto? —sobre el pecho desnudo de Aiden, un tatuaje. El rostro rabioso de un lobo. Los ojos de Scorpion se fijaron en Ethan, estaba enfurecido—. ¿Tú hiciste esta mierda, Ethan? —El pelinegro se encogió de hombros y sonrió. Scorpion soltó un gruñido y golpeó a Aiden en la cara, le quitó un arma a uno de sus hombres y apuntó directamente a la cabeza del castaño. El hombre del parche avanzó hacia él y le detuvo, justo antes de disparar.

   —¡Espera, Scorpion!

   —¡Suéltame, Cuervo!

Una puerta se abrió estrepitosamente y un grupo de hombres entró corriendo y gritando, pidiendo ayuda. Uno de ellos llevaba a otro en brazos.

   —¡S-Señor Scorpion, lamento interrumpir! —habló uno de los hombres—. ¡P-Pero ha ocurrido algo terrible! —El hombre del parche y Scorpion dejaron de forcejear.

   —Habla de una… —Scorpion se interrumpió así mismo al ver al hombre que llevaban cargando. Estaba inconsciente—. ¿Qué ocurre con Anniston?

   —¡Le han mordido, señor! —respondió el hombre. Scorpion chasqueó la lengua.

   —Mierda… —gruñó—. Llévenselo y dispárenle cuando esté a punto de transformarse… —tuve una idea al oír esa frase.

   —¿Era muy importante? —pregunté rápidamente.

   —Ese hijo de puta era el médico. Valía como quince de mis hombres… —sonreí pero tuve que ocultar esa sonrisa cuando él me lanzó una mirada furiosa, seguramente al darse cuenta que me había respondido por inercia. Di un paso en frente.

   —Siete —dije. Sus hombres y él me apuntaron, pero no retrocedí—. Conozco una forma de curarlo… —continué, rogando porque me escuchara antes de dispararme—. Dijiste que matamos a ocho de tus hombres, ése vale quince. Me deberías siete… —Él sonrió.

   —¿A qué estás jugando, pequeño pedazo de mierda? —La boca de su arma chocó contra mi cuello. Tragué saliva.

   —¡No, Reed! —Terence dio un paso al frente para detenerme, pero Scorpion hizo una seña y seis de sus hombres le cayeron encima.

   —Estoy diciendo la verdad —dije e intenté mantener mi mirada fija en la suya por más de cinco segundos, no lo logré—. Puedes creerme y salvar a tu hombre que vale más de quince vidas, o no hacerlo y matar a ocho de los míos y de paso, quedarte sin un médico —apreté los puños.
 
«Vamos, vamos…» repetí en mi cabeza, rogando para mis adentros. Estaba seguro que él no estaba completamente loco, que esa parte lógica que había visto en su actuar no era un engaño. Él tenía que escucharme.

Sonrió otra vez, con esa sonrisa torcida que tenía.

   —Está bien… —me dio un pequeño golpe en la cara con el cañón del arma y lo deslizó por mis mejillas, mis labios y entreabrió mi boca con él. No pude evitar estremecerme al darme cuenta de la connotación sexual de ese gesto—. Pero, primero, vas a lamer mi arma —ordenó. Mis rodillas temblaron ante esa petición. Me sentí desprotegido y asustado. Él clavó su mirada azul sobre mí—. Anda, es sólo un revólver. Ponte de rodillas—posó el arma entre sus piernas, sobre sus pantalones. Respiré hondo. Tenía razón, era solamente un arma. Sólo un arma. Esto podía salvarnos la vida

Me arrodillé frente a él. 

Deslicé mi lengua por el cañón, él sonrió y lo metió de lleno en mi boca para simular una felación. Contuve una arcada, producida por las náuseas que me causaba hacer eso más que por la presión que hacía su arma en mi garganta. Abrí mi boca un poco más, le seguí el juego y lamí y chupé el arma. Mi lengua se llenó con el desagradable sabor metálico. No podía dejarme intimidar, por mucho que doliera mi pecho cuando él me tomó del cabello para agacharse frente a mí y susurrar palabras sucias y lascivas en mi oído que sólo yo pude escuchar. Era sólo un arma. El abuso no estaba ocurriendo realmente. Cerré los ojos. Era un arma. Sólo un arma.


—Oh, mira, Aiden. Éste chico lo hace mejor que tú —se burló. Por algún motivo, las lágrimas picaron al interior de mis ojos con ese comentario. Quería llorar. Esto era humillante, pero él había humillado a Aiden de una forma peor. Pensar en eso me destruyó—. Bien —ronroneó. Quitó el arma de mi boca y pude volver a respirar—. Llévenlo con Aniston. Veamos cómo se las arregla para cumplir su palabra y curarlo… —Un hombre me agarró y me obligó a caminar hacia  lugar—. Pero si falla, me cargaré a doce de ustedes.

Dejé escapar las lágrimas libremente cuando le di la espalda. Eso había sido más que humillante, había sido denigrante y aterrador. Él solo había demostrado el poder que tenía sobre mí, sobre cada uno de nosotros y eso me hizo sentir inferior, pequeño, destruido y por algún motivo, sucio.

 Pero no iba a fallar.

   —Y si lo curo, me deberás siete vidas —dije, con la voz temblando.

 El rió.

   —Tengo nueve, después de todo. 

Notas finales:

Ese momento en que Scorpion confiesa que es un gato x3 xDDDDDDDD

Scorpion no solo puede violarte con su cuerpo. Él puede hacerlo con su arma
Ok no me burlaré. Es triste


¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas a los personajes? ¿Feelings? Les gustó el regreso de Scorpy y Cuervo? :3 pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review



PD: A Scorpy se le fue la olla.


Que tengan un buen inicio de semana. Abrazos <3


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