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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines ;D 

Lamento haber actualizado taaan tarde, de verdad :C pero no tenía tiempo. 

Espero que les guste el cap
Un abrazo. 

Capítulo 26

 




   —Oye, Reed —Jesse susurró a mi lado tan bajo que apenas pude escucharle—. ¿Ya apareció Terence? —negué con la cabeza y tragué saliva. El nudo en mi garganta no había desaparecido durante un solo segundo.

   —No creo que lo haga —murmuré entre dientes con mi mejor voz, la más calmada que pude crear. Y estaba bien si no aparecía más, se habría liberado de esto, de Scorpion, de la guerra que estaba por venir. No podía hacer otra cosa más que alegrarme si él lograba desaparecer, irse lejos. A pesar de lo molesto que se me hacía, a pesar de mis propias aprensiones egoístas, porque eso era justamente lo que habría sido si hubiese intentado detenerle. Un egoísta. No era momento de hacerle caso a ese sentimiento, no hoy.

   —No seas pesimista… —Jesse miró discretamente por sobre su hombro para asegurarse que ninguno de los cazadores que estaba a nuestro alrededor nos estuviese prestando la suficiente atención como para oírnos—. Sé que lo viste en las duchas… —musitó apenas, aún más bajo; su voz era sólo un suave soplido en mis oídos—. Yo también lo vi. Debió habernos seguido —lamí mis labios en un gesto de nerviosismo.

   —Ese idiota —gruñí entre dientes—. Si Scorpion llega a darse cuenta…

   —No pienses en eso —me interrumpió y sonrió cuando vio a Chris caminando hacia nosotros. Jesse tenía una sonrisa perfecta, de esas que mejoran tu humor inmediatamente sólo con verlas. Chris sonrió de vuelta cuando posó sus ojos sobre él y yo solté un bufido que no me molesté en disimular ¿En serio ellos podían sonreírse así en una situación como esta?

   —Oye, Jesse… —Chris se sentó junto a nosotros y nos tendió una botella de agua a cada uno—. Cuando estábamos en el Desire te vi cortándole el cabello a Amy… —desató su propio cabello que traía amarrado en una especie de moño mal hecho y éste le cayó por los hombros hasta la mitad de la espalda—. ¿P-Podrías cortar el mío también?

Jesse frunció el ceño.

   —¿Estás loco? —Su pálido brazo pasó frente a mi rostro cuando se cruzó para tocar el cabello de Chris—. Tienes un cabello hermoso —dijo y el melodioso acento italiano en su voz pareció escucharse más cargado e intenso en esa frase—. Es fuerte, suave y brillante. Me encanta —enredó un mechón entre sus dedos finos. De reojo, vi como Chris dio un pequeño respingo. Sonreí, la escena me causó gracia; ver a un tipo que lleva un enorme cuchillo en vez de brazo poniéndose tan nervioso porque el chico con el rostro más dulce en todo este lugar le tocó el cabello era divertido. Las apariencias engañan y eso era lo verdaderamente gracioso—. Incluso las puntas están intactas… —canturreó Jesse y posicionó el mechón de cabello tras la oreja de Chris en un movimiento lento—. Sería un pecado cortarlo, pero si quieres, podría hacerte un lindo peinado, bambino —Las mejillas de Chris estaban completamente rojas para cuando Jesse terminó de hablar. Contuve una carcajada; de seguro a Chris jamás le habían coqueteado de esa forma, y de seguro Jesse apenas se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Él parecía esa clase de personas que son seductoras por naturaleza y no siempre son conscientes de ello.


   —C-Creo que un peinado está bien —balbuceó Chris.

   —Lo haré con gusto…

Me levanté repentinamente, conteniendo una carcajada. Jesse y Chris me miraron extrañados.

   —Creo que iré a buscar a Terence —dije para excusarme, pero la verdad es que sólo quería irme de ahí y estirar un poco las piernas—. Supongo que tengo que hacerlo… —A pesar de que estaba seguro que no iba a encontrarlo.

   —Ve por él, tigre —me animó Jesse y me dio una palmada en la mitad de la espalda que me dejó adolorido. Sus manos eran fuertes, a pesar de lo delicadas que se veían. Me despedí de ellos y comencé a caminar distraídamente para dirigirme a los dormitorios. Aún faltaba media hora para la cena y no quería levantar sospecha. Sabía que tenía muchos ojos sobre mí, sobre todos nosotros. Los cazadores nos observaban, lo hacían en silencio; quizás para ellos éramos sólo unos extraños a los que no debían quitarle el ojo de encima, o quizás nos veían como la causa de la guerra que estaba por venir y sólo estaban esperando el mínimo error de nuestra parte para acabar con nosotros, aunque a veces, parecía que la idea de enfrentarse a otra comunidad no les asustaba tanto, es más, la mayoría parecía bastante animada.

O quizás, ellos nos veían sólo como carne fresca, un bocadillo. Algo que les traería diversión y problemas sólo por un tiempo. Luego de esto iban a deshacerse de nosotros, y no quería pensar en cómo iban a hacerlo. Quizás ni siquiera íbamos a salir vivos de ésta.

Esa era mi principal razón para no querer encontrar a Terence.

Abrí la puerta de uno de los dormitorios y encendí la linterna que estaba colgada en la muralla, apenas encendía. Sólo la oscuridad y las siluetas de los colchones en el suelo se mostraron delante de mí, así que apagué la linterna y me adentré en esa oscuridad para pasar al siguiente dormitorio. La estación de metro en dónde vivían los cazadores era grande, así que suponía que era la más importante de la línea. Los dormitorios estaban juntos y rodeaban la zona central ésa que ellos usaban como comedor y foco de todas las actividades sociales, incluyendo las constantes riñas entre ellos. En mi cabeza, tenía una idea de cómo era esta estación en su totalidad, aunque tan sólo era una idea. No la había recorrido por completo, no porque no quisiera hacerlo, sino porque siempre alguno de ellos estaba observando, en algún lugar.

Pasé al segundo dormitorio y pensé en Terence ¿Dónde estaría justo ahora? ¿Habrá salido de la estación ya? ¿Había tenido que burlar la seguridad? ¿Cómo lo había hecho? ¿Había tenido que pelear? ¿Acaso llevaba un arma con él la última vez que lo vi? Intenté recordar. La última vez que vi nuestras armas las vi dentro de un bolso de un cazador. Ellos nos la quitaron.

¿Entonces estaba desarmado?

Corrí por la segunda habitación para pasar a la tercera y sentí mi corazón pulsando violentamente en mi garganta. Terence. Si él había decidido salir de este lugar sin armas entonces él…

   —¿Terence? —abrí uno de los armarios, el mismo en el que horas atrás ambos habíamos entrado para escondernos y lo cerré inmediatamente al darme cuenta de lo que había hecho. Qué estúpido ¿Cómo él iba a entrar a un armario luego de lo sucedido esta mañana?

Quizás los dormitorios no era un buen lugar para buscarlo.

Pegué mi cuerpo a la muralla cuando oí el ruido de unos pasos en el pasillo que estaba a las afueras del tercer dormitorio y esperé, esperé a que la persona dueña de esos pasos no lograra verme en la oscuridad, porque si lo hacía de seguro estaba perdido. Los pasos se acercaron aún más y contuve la respiración cuando lo sentí pasar delante de mí. Tarareaba una canción, era un cazador, oía el sonido de las armas sacudiéndose en sus fundas cada vez que daba un paso. Seguramente estaba patrullando el lugar.

Pude volver a respirar cuando le oí alejarse.

Me quedé junto a esa pared unos segundos más, calmando mi pulso, intentando controlar el temblor en mis rodillas. Lo hice hasta que dejé de oír el ruido de sus pasos, hasta estar seguro que el cazador había salido del pasillo. Ellos siempre estaban observando. Arrastré mi espalda por la muralla para dejarme caer sentado en el suelo, tan sólo estaba en un pasillo y estuve a punto de ser descubierto ¿Cómo se suponía que iba a buscar a Terence? ¿Cómo se suponía que iba a moverme libremente por toda la estación sin ser descubierto?

¿Cómo se suponía que lo había hecho él?

Di un respingo cuando otro ruido rompió el silencio, seguido de otro, y de otro. Me puse de pie, alerta y entonces oí una risa; la conocía, la había oído antes. Era desagradable.

Más golpes, cosas cayendo al piso y algunos gemidos. A alguien definitivamente le estaban dando una paliza. Seguí el ruido, a pesar de que me repetí a mí mismo varias veces que no era una buena idea. Pero la raza humana es una raza curiosa y la curiosidad implanta la duda:

¿Quién merecería una paliza así?

Aceleré mi ritmo, olvidándome por un momento que debía ser cauteloso. Con excepción del hombre que atacó a Ada, todos los cazadores se habían comportado y habían seguido las órdenes de Scorpion al pie de la letra durante todo el día, ninguno de ellos merecía el ruido de los golpes que se hacían cada vez más ruidosos a medida que me acercaba a la puerta que estaba al final del pasillo, en dirección contraria donde había visto desaparecer al cazador minutos atrás. Entonces sólo pude pensar en una cosa: ellos siempre están vigilando, la seguridad en este lugar parece impenetrable. Nadie puede salir sin ser visto ¿Por qué Terence sí iba a poder?

Mi corazón se detuvo en mi pecho, helado por el miedo ¿Y si Scorpion lo había atrapado? ¿Y si ahora mismo él o algunos de sus hombres le estaban dando una paliza?

Comencé a correr. Ya no me importaba ser descubierto.

«Idiota»  repetí para mí mismo. Debí haberlo detenido en las duchas, cuando tuve la oportunidad. Fui un idiota al pensar que alguien podría escapar de este lugar.

Abrí la puerta y la abrí sin pensar. Debí haberlo hecho.

Mis piernas se paralizaron al ver la mirada fría de esos ojos azules sobre mí.

   —¿Qué mierda estás haciendo aquí? —se detuvieron, se detuvieron de lo que sea que hayan estado haciendo y eso es lo que más me aterró. Scorpion mantenía a Cuervo empotrado contra un escritorio y le estaba jalando del cabello, o eso estaba haciendo antes de soltarlo y caminar hacia mí con pasos acelerados. Ambos estaban desnudos.

   —Y-Yo…lo siento, yo… —le lancé una mirada rápida al pelinegro antes de retroceder instintivamente. Su labio inferior estaba sangrando y sus manos temblaban sobre la mesa, atadas con una cuerda o un cordón de zapato, no supe reconocer bien ¿Qué le estaba haciendo Scorpion?

   —Scorpion, no… —Cuervo intentó decir algo.

   —¡Silencio, Branwen! —interrumpió Scorpion. Mis piernas atinaron a correr demasiado tarde y cuando intenté escapar, él ya se había acercado demasiado. Me atrapó en un par de segundos—. Pregunté qué mierda haces aquí… —me agarró del cabello y me obligó a arrodillarme frente a él. Con mis manos tomé su muñeca para intentar soltarme, pero no hubo caso. Él era fuerte, mucho más que yo.

   —Y-Yo… —intenté decir, pero él tiró más fuerte y me lanzó al suelo. Me paralicé cuando sentí sus piernas sujetando las mías. Estaba sobre mí, desnudo. No pude evitar pensar en el día en que llegamos aquí, no pude evitar pensar en lo que él le hizo a Aiden. Cerré los ojos para no mirarle—. A-Aléjate —balbuceé—. Aléjate, por favor.

   —Oh, ¿qué pasa contigo? ¿Nunca has visto a alguien desnudo en tu vida? —metió una mano bajo mi camiseta y sus dedos dejaron un frío en mi piel que me cortó la respiración. No podía reaccionar, no era capaz de mover un solo músculo. Estaba atrapado por el pánico—. Estás temblando —acarició mi pecho y eso dolió, dolió como si me estuviesen quemando a fuego vivo. Sus piernas aumentaron la presión cuando él se inclinó sobre mí—. ¿Vas a decirme qué demonios hacías aquí o sólo vas a mearte encima? —susurró en mi oído.

   —E-Estaba buscando a alguien —solté rápidamente, pero mi voz no salió. Cuervo carraspeó la garganta.

   —¿Qué? —mordió el lóbulo de mi oreja hasta casi arrancarlo de un tirón.

   —¡Buscaba a alguien! —chillé con desesperación. Él me soltó y se alejó de mí.

   —Es bueno que lo menciones… —dijo, mientras se ponía de pie y caminaba de vuelta a la habitación. Volví a cerrar los ojos e intenté calmarme, ordenarle a mis piernas que se movieran  para salir de ahí, pero estaban congeladas, como si las de Scorpion siguieran sujetándolas. Sólo podía temblar—. Porque eso significa que el pelirrojo todavía no aparece —abrí los ojos de golpe. Él… ¿Él se había dado cuenta que Terence no estaba?

Vi las botas de Cuervo pasar frente a mí y alejarse por el pasillo. Contuve un nudo en la garganta. Algo me decía que las cosas con él fuera de escena serían aún más peligrosas. Scorpion salió tras él, pero no le siguió, sólo se arrodilló a mi lado.

   —Ponte de pie —ordenó.

   —¿Q-Qué? —miré sus piernas. Se había puesto los pantalones. Solté un inevitable suspiro al verle vestido.

   —¡De pie! —me agarró del brazo para levantarme y lo puso tras mi espalda en una llave, mi cuerpo volvió a reaccionar ante el dolor que tiró de mi muñeca hasta el cuello. Intenté zafarme. No funcionó—. ¡Camina! —gritó y sentí algo filoso presionar contra mi espalda. No tenía que ser adivino para darme cuenta que era un cuchillo. Me dio un empujón e intenté caminar, pero sólo podía dar tropezones, mis movimientos eran demasiado torpes—. Si vuelves a caer te llevaré a rastras —gruñó.

Caminé en la oscuridad sin saber aún hacia dónde nos dirigíamos, apoyándome en las murallas para no caer, soportando sus gritos y amenazas en mi oído. Iba a matarme, o algo así fue lo que dijo. Iba a matarme “si ese pelirrojo no aparecía esta misma noche”

  
—Le di la oportunidad de volver cuando estábamos en las duchas… —rió, mientras atravesábamos uno de los dormitorios. Estábamos volviendo, nos dirigíamos al centro de la estación—. Lástima que seas tú el que vaya a sufrir las consecuencias.

   —Él no va a volver —mascullé, con la voz temblándome por el miedo. Sí, él podía matarme por decir eso. Lo sabía, el poco tiempo que llevábamos aquí había sido suficiente para darme cuenta. Y si Terence ya había salido de aquí…era mejor que no volviera.

   —¿Ah, no? —me dio un empujón y yo caí al suelo—. Te dije que te llevaría arrastrando si caías de nuevo —se agachó junto a mí—. ¿Sabes por qué mis hombres obedecen a todo lo que digo, Reed? —preguntó. Su voz se oía mucho más aterradora en la oscuridad.

   —N-No… —balbuceé. No vi venir su mano, sólo la sentí sobre mi mejilla cuando me dio un puñetazo y luego, me tomó del pelo para estrellar mi cabeza en el suelo. La oscuridad se hizo más espesa junto a un pitido en mis oídos que me ensordeció. Dejé de sentir mi propio cuerpo que se desplomó solo sobre el piso.

   —Porque… —Su voz era apenas audible ahora. Todo empezó a moverse nuevamente y de reojo y apenas, logré ver su silueta retomando la marcha. Me estaba arrastrando, me había tomado de un pie para hacerlo. Y yo estaba a punto de dormirme, demasiado aturdido como para intentar soltarme de él—. Porque ellos no tienen nada, salvo a ellos mismos y a mí —luché conmigo mismo para no desmayarme—. Porque este jodido apocalipsis se los quitó todo… —abrió la puerta y una pequeña luz entró en mi campo visual. Me concentré en ella, para no caer inconsciente. Todo daba vueltas a mí alrededor—. Cuando lo pierdes todo, no tienes voluntad y sólo te queda obedecer.

La luz del salón central me encegueció junto a los murmullos que entraron violentamente en mis oídos, haciendo arder mi cabeza.

   —¡Reed! —gritó alguien. Intenté seguir la distorsionada voz, Aiden se había levantado de una de las mesas que nos habían asignado—. ¿¡Qué le hiciste, Scorpion!? —quise decir algo, pero no sentía los labios, ni ninguna parte de mi rostro ¿Qué tan mal me habían dejado los golpes?—. ¡Scorpion! —Scorpion me siguió arrastrando y atravesamos el lugar, sus hombres y mis amigos le siguieron. Los gritos de Aiden y Ethan me mantuvieron despierto. Ada había comenzado a llorar, sus sollozos se oían por sobre los demás y dolían en mis oídos, martilleando dentro de ellos—. ¡Reed!

Nos detuvimos frente a una puerta que Scorpion abrió para lanzarme dentro y volver a cerrarla con pestillo tras él. El techo gris de esa pequeña habitación iba y venía hacia mí, parecía que me iba a caer encima. Cerré los ojos un momento, sólo era un mareo. Me había golpeado fuerte en la cabeza, pero podía controlarlo. Debía hacerlo. Los volví a abrir, él me miraba con una sonrisa y una especie de micrófono en la mano. Me esforcé en mirar a mí alrededor, estábamos en una habitación pequeña. Demasiado. Entonces recordé que estábamos en una estación de metro.

Scorpion dio dos golpecitos sobre el micrófono y se acercó a el para hablar.

   —Probando, probando… —soltó una risa—. Joder ¿Así es mi voz realmente? —algunos gritos de aliento desde el exterior de la habitación le indicó que le estaban escuchando. Carraspeó la garganta—. Sé que estás oyendo esto, pelirrojo hijo de puta —me lanzó una mirada que volvió a congelar los músculos que apenas habían comenzado a tomar calor para hacer el intento de moverse—. Sé que aún estás dentro de la estación, en alguna parte —me sonrió—. Tienes cinco minutos para llegar aquí, o mataré al chico —soltó el micrófono y lo acomodó en su lugar sin apagarlo. Oí algunos gritos afuera e intenté levantarme, pero él me agarró del brazo y me arrastró cerca de esa especie de tablero lleno de botones, en donde estaba apoyado el micrófono.

Me dio un puñetazo en la cara.

   —Quéjate —me ordenó y pude entender lo que pretendía. Él quería atraer a Terence. No iba a hacérselo más fácil. Me dio un segundo golpe—. Quéjate… —repitió, acercándose a mí para que el micrófono no captara lo que me estaba diciendo—. Sabes muy bien que él va a volver aquí.

   —Él no…

   —Claro que lo hará —me agarró del cabello—. ¿Sabes por qué? —El casco de mi cabeza ardió cuándo él tiró con demasiada fuerza—. Porque él es débil. Eres débil cuando tienes algo que proteger —golpeó mi cabeza contra el tablero y no pude evitar soltar un quejido de dolor; mordí mis labios para intentar contenerlo—. ¿Sabes cómo quebrar la voluntad de un débil? —Los botones punzaron contra mis mejillas—. Si éste apocalipsis no lo ha hecho, tú te cargas lo que sea que esté protegiendo —Las lágrimas picaron al interior de mis ojos—. Quéjate, he dicho.

   —No voy a… —intenté decir. Clavó su rodilla en mi espalda.

   —Quéjate. Sé que te duele.

 No iba a permitir que él atrajera a Terence usándome como carnada.

   —¡Dije que! —me tiró al suelo y me dio una patada en el estómago— ¡Que te quejes de una puta vez! —comencé a toser involuntariamente—. ¡Cuatro minutos, pelirrojo! —gritó, el micrófono seguía abierto. Ellos podían oír todo lo que estaba pasando dentro de esa  habitación, seguramente ése micrófono conectaba a todos los altoparlantes de la estación.

Otra patada en mi estómago me cortó la respiración de golpe. Iba a ahogarme. Tosí más fuerte en un desesperado intento por pasar aire a mis pulmones y me cubrí el abdomen, pero él no dudó en darme otra patada y sentí su bota clavándose en el dorso de mi mano que quité instintivamente, sólo para volver a ser golpeado. Luego de eso, sólo fue una lluvia de golpes, uno tras otro, tras otro, y otro; le oí reír un par de veces y no supe si logré mantenerme callado en todos ellos, algunos dolían tanto que me parecía que por más que gritara, mi voz se quebraría antes de poder desahogarme.

   —¿¡Qué tengo que hacer, eh!? —preguntó entre carcajadas—. ¿Tendré que apuñalarte la otra pierna? —se detuvo y se arrodilló a mi lado—. ¿O tendré que retomar lo que dejamos cuando me interrumpiste? —susurró, con voz ronca.

   —N-No… —balbuceé y sólo entonces me di cuenta que mi voz se oía demasiado blanda,  demasiado líquida. Debía tener las mejillas hinchadas. Su mano bajó hasta mis pantalones y sus dedos se engancharon a mi cinturón—. ¡N-No! ¡Aléjate de mí! —chillé, recordando a Aiden, recordé su rostro cuando entró a este lugar—. ¡Por favor! ¡Detente! —prefería que me disparara antes de vivir lo que él vivió. Me conocía bien, sabía que no podría soportar algo como eso—. ¡No lo hagas! ¡P-Prefiero la pierna!

   —Parece que preferirías estar muerto —se burló—. Pero aún te quedan dos minutos para eso —golpes furiosos se escucharon en la puerta—. Y ahí está… —me soltó.

   —¡Scorpion! —alguien gritó fuera. Tardé algunos segundos en reconocer esa voz, su voz, esa que siempre me tranquilizaba—. ¡Aquí estoy, Scorpion! ¡Déjalo!

¿Por qué había venido?

   —¡Te quedan dos minutos para entrar aquí…! —rió Scorpion y pegó su oído a la puerta. Él parecía disfrutar la situación.

   —¿¡Cómo pretendes que entre ahí!? —La voz de Terence se oía desesperada. La puerta se sacudió violentamente—. ¡Está bien! ¡Lo siento, lo siento, Scorpion! ¡Sólo déjalo ir!

   —Un minuto…

   —¡Lo lamento! —la puerta no iba a caer por muchos golpes que recibiera—. ¡No volveré a hacerlo!

¿Por qué no se había ido?

   —Cuarenta y cinco segundos…

   —¡Por favor! —gritó Terence.

   —Ponte de pie —me ordenó Scorpion. Pero definitivamente no iba a poder hacerlo esta vez—. Ah, joder —caminó hasta mí, me tomó del brazo para levantarme y me arrastró hasta la puerta.

   —¡Scorpion!

Scorpion abrió la puerta y me lanzó fuera.

   —¡Reed! —Las manos de Terence me sujetaron firmemente para no caer—. Demonios, Reed —me abrazó y acarició mi espalda—. Lo siento, lo siento mucho —su voz estaba quebrada ¿Por qué se estaba disculpando?—. Lo siento, yo… —algo le interrumpió. De pronto me vi cayendo al suelo nuevamente y esta vez no había brazos que impidieran mi caída que revivió todos y cada uno de los golpes que recibí dentro de la habitación cuando impacté contra el suelo. Terence cayó pocos segundos después, a un par de metros lejos de mí.

   —¡Que esto…! —Scorpion y otros cazadores se abalanzaron sobre él para comenzar a golpearlo y patearlo en el piso—. ¡Que esto te sirva de lección! ¡No puedes desobedecerme, hijo de puta! —Más hombres se unieron a la golpiza y hubo una especie de pelea tras de mí, quizás alguno de los chicos había pensado en intervenir, pero cualquier intervención podría acabar con alguno de nosotros muertos—. ¡No habrá otra oportunidad! —Scorpion se detuvo al cabo de unos minutos y sus hombres le imitaron, como máquinas sin voluntad. Él lo había dicho, estos hombres la habían perdido hace tiempo—. La próxima vez que te atrevas a desobedecer mataré a ese chico… —volteó una vez más hacia él para darle una última patada—. O mejor aún, haré que tú mismo lo mates —se alejó y salió del tumulto de gente que se había formado a nuestro alrededor— ¡La cena se suspende! ¡Agradézcanles a nuestros huéspedes por joderla! —gritó antes de desaparecer por el pasillo y perderse en la oscuridad de los dormitorios. El último recuerdo que tengo claro es la mirada furiosa de todas esas decenas de hombres. Ellos se lanzaron sobre nosotros y entonces, Jesse, Ethan y los demás empezaron una pelea. Sin Scorpion mirando, ellos podrían incluso matarse los unos a los otros. Oí un grito de Ada y me sentí inútil. No era capaz de levantarme y ayudar.

   —Reed… —La mano de Terence tocó la mía. Su rostro se hizo borroso frente a mí—. ¿Estás bien? —se arrastró hasta mí y ambos nos apoyamos en el otro para intentar levantarnos, sin mucho éxito. Alguien voló por encima de nosotros y se estrelló contra una mesa. Teníamos que ponernos de pie e intentar parar esto. Ellos nos superaban en número, incluso si teníamos a Ethan, ellos…

Una bala resonó en todo el lugar, dejando un molesto pitido en mis oídos que sólo intensificó mi aturdimiento.

   —¡Basta ya! ¡No me obliguen a dispararle a alguien! —gritaron desde algún rincón del salón. Todos se detuvieron y guardaron silencio. Los cazadores se abrieron paso para que uno de ellos caminara hasta nosotros. El sonido de sus botas se me hizo familiar—. Salgan de aquí, ahora. Vuelvan a sus dormitorios —alguien tiró de mi brazo para levantarme. Me encontré frente al rostro de Cuervo. Aún le sangraba el labio. Parecía molesto—. Mañana comenzaremos una guerra, y ustedes, cabrones, están preocupados de pelearse los unos con los otros—me empujó. Caí sobre los brazos de Aiden—. ¡Fuera! —gritó. Aiden me cargó sobre sus hombros y alguien más tomó a Terence que tampoco era capaz de levantarse por sí sólo—. ¡Fuera de aquí! —gritó otra vez, su voz se escuchó mucho más furiosa. Todos empezaron a dispersarse. Cerré los ojos, la oscuridad estaría igual sobre ellos si los mantenía abiertos.

Me había desmayado.

La misma oscuridad estaba ahí cuando volví a abrirlos.

   —Hey… —Una mano tocó mi pecho y me detuvo cuando intenté levantarme—. Tranquilo, será mejor que no te muevas —susurró. Reconocí la voz de Terence y no pude evitar emocionarme como si no la hubiese oído en mucho tiempo—. ¿Cómo te sientes? —Todas las luces estaban apagadas, sólo podía distinguir los bordes de su rostro en medio de la oscuridad. Intenté levantarme una vez más, pero todo mi cuerpo estaba acalambrado—. Reed, no te levantes. Todos están durmiendo.

   —¿Por qué volviste? —fue lo único que atiné a decir y busqué su mano para guiarme por su brazo y  hombro hasta tocar su cara. Sus mejillas estaban hinchadas por los golpes, las patadas debieron haber dado a parar a su rostro también.

   —Nunca me fui… —Su frente topó con la mía y dolió, dolió como el resto de mi cuerpo, pero no me quejé. No quería que él se apartara un solo segundo—. No pude haberlo hecho, no habría podido —tomó mi rostro entre sus manos que estaban tan frías que temblaban, cómo su voz—. Sólo quería mantenerme lejos de Scorpion, sólo quería no sentir la obligación de tener que obedecerle, no quería sentirme uno de ellos, yo… —Una gota cálida cayó sobre mi mano ¿Él estaba llorando?—. Él te hizo esto por mi culpa, Reed. Lo siento.

   —No es tu culpa, Terence —acaricié su rostro. Yo también estaba al borde de las lágrimas. Había estado a punto de perderlo.

   —Lo es.

   —No hay algo como un culpable aquí… —intenté acercarme un poco más a él. Nuestros cuerpos toparon entre sí y mis manos torpes intentaron abrazarlo—. Yo…cuando creí que te habías ido, me alegré. Intenté alegrarme… —besó mi frente y mis mejillas con cuidado—. Estaba bien si uno de nosotros lograba salir de este lugar. Sé que es un lugar brutal, sé porqué no querías obedecerle. Lo entiendo.

    —No… —interrumpió y sus labios descendieron con lentitud hasta los míos. Me besó, fue apenas un roce, pero fue suficiente para despertar todos mis sentidos—. Yo lo entiendo. Ahora lo entiendo. Voy a quedarme, voy a pelear esta guerra.

   —¿Por qué?

   —Por ti.   


«Eres débil cuando tienes algo que proteger» Las palabras de Scorpion retumbaron al interior de mis oídos otra vez.

   —¿Quieres protegerme? —le pregunté.

   —Siempre —me abrazó. Su cuerpo y el mío conectaron como si se conociesen de memoria, como si cada músculo, cada brazo y cada miembro estuviesen acostumbrados al otro, como si se adaptaran. Como si fuéramos una extensión del otro. Acomodé mi cabeza en la curvatura que se formaba entre su cuello y su hombro.

Quizás esa sería la única forma de volver a dormir.

   —Yo también quiero hacerlo —dije.

   —Entonces hazlo.

Supongo que ambos éramos unos débiles.

Notas finales:

Terence...Terence...Eso te pasa cuando jodes al Rey (Scorpion) tus seres queridos sufren
El Jesse x Chris será CANON! Me leíste!? C-A-N-O-N. Ya nadie puede parar a este monstruo. Viva el Jesshris
Pobre Reed
Críticas? Comentarios? Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review

Abrazos


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