Un par de segundos más aprieto sus nalgas como si se trataran de dos simples bolas de masa, pero tan solo por la forma y por lo abundantes, obviamente son más deliciosas que eso.
Rompo un poco su ropa por la parte de los glúteos para dejarlos completamente a la vista, pero sin retirarlos totalmente, me da mucho más morbo verlo con ellos puestos.
- No te atrevas - me lanza una sentencia, la cual ignoro obviamente.
No puedo creer que a pesar de que esté encadenado de manos y pies todavía me esté costando trabajo mantenerlo quieto. Creo que debí también asegurar su torso y piernas.
Pero da igual, me gustan los movimientos que hace de un lado a otro intentando escapar, como un gusanito que lucha por su vida.
En señal de castigo le doy un par de nalgadas tan fuertes que mis dedos quedan marcados en su piel, me fascina el sonido que hacen y como rebotan un poco luego de cada impacto que le doy.
- Estúpido ¡te haré pedazos! - puedo notar una vena marcada en su amplia frente que lo hace ver como alguien muy rudo, eso es más excitante. Es como un plus de satisfacción.
- No puedes simplemente relajarte y disfrutar - propongo con cierta burla, creo que cada vez que abro la boca lo hago enfadar más. Es que simplemente es un orgasmo visual para mí.
Quiero saborear lo que me voy a comer así que abro su trasero con cada una de mis manos dejando expuesto su orificio.
Es rosadito, redondo, sellado, aunque también tiene un tono rojizo por lo brusco que fui hace unos minutos.
Me lleno de satisfacción al recordar y por mera inercia llevo mis dedos a mi boca para saborearlos.
Me hace gracia los intentos que hace por apretar su ano, es como si se frunciera o me estuviera haciendo una invitación a profanarlo. Lo interpretaré como la segunda opción.
- Sé perfectamente que lo deseas - llego a esa conclusión, pero antes de esperar una respuesta, continúo con lo siguiente.
Comienzo a lamer su hoyito con mi lengua húmeda y juguetona que se pasea por todos los espacios de su rajada y entre sus nalgas.
Escucho como se te escapa un pequeño gemido pero aprietas más los dientes para callarlo, pero es un poco tarde porque ya lo oí y mi miembro endurecido palpitó con ello.
Puedo darme cuenta que los músculos de tu cuerpo están tensos, tu piel es muy similar a la de una gallina por lo erizada que se encuentra, sin duda lo que te hago provoca estragos en tí.
Tu rostro sonrojado me hace jurar que lo estás gozando, pero tu soberbia te impide que te dejes llevar, aunque por dentro ardas de deseo porque el poder de mi pene te llene hasta lo más profundo de tus entrañas.
- Vaya no hay nada de malo con que lo disfrutes - digo con sarcasmo.
- ¡Cállate! - me exige molesto - No me gus...Aaa - cuando está por decir que no lo desea vuelvo a pasar mi lengua sobre su agujerito y como esta vez no pudo silenciar su gemido, se le escapa uno que suena por toda la habitación.
Yo solo sonrío y me burlo en voz baja. Él esconde su rostro apenado en el colchón.
- Decías algo - nuevamente penetro con un par de dedos su orificio.
- Aaarg - se queja pero por la forma en que lo hace deduzco que lo hizo más por la impresión que por el dolor.
Además lo sé porque dentro ahora está más caliente, lubricado, reconozco que en parte es por mi saliva pero también es su propio ano que empieza a aceptarme poco a poco.
Está ligeramente dilatado que hace que mis dedos resbalen con facilidad. Aunque es apretadito no tengo tantas dificultades para moverlos en su cavidad.
- ¿Quieres que siga con esto? - le pregunto completamente excitado y con la voz llena de seducción - ¿O quieres algo más? - me muevo tan frenéticamente en su orificio que con cada una de mis estocadas su cuerpo se mueve de arriba a abajo como si estuviera brincando en el colchón.
Quisiera atravesarlo, llegar hasta lo más profundo de su cuerpo e interior, hasta los espacios más inexplorados de su ser.
Él solo con la voz entrecortada emite uno que otro sonido de su garganta, a veces es gemido, o cuando soy más tosco es quejido pero de igual manera creo que lo está disfrutando.
- Basta de juegos - salgo en un rápido movimiento.
Puedo notar como intenta tranquilizar su respiración luego de toda la sacudida que acabo de proporcionarle, pero no luce molesto, podría casi jurar que arde de deseo.
Y yo estoy de igual manera así que acomodo mi potente hombría en su entrada y antes de entrar le echo una miradita a él.
No dice nada, está tan consternado que no puede hablar.
Tan solo aprieta los ojos con fuerza ¿esperando la acción? ¿son ideas mías de mi loca excitación? o ¿acaso es la realidad? pues no lo hago esperar más, sonrío para mis adentros.
Continuará.............