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El gran lobo feroz. por Epifania61

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James, uno de los hombres mas fuertes, musculosos y altos que cualquier persona haya visto jamás, acababa de matar a un humano. Pero no cualquiera, el muchacho mas raro con el que Jim se cruzó en su vida. 

 

Tal vez el olor que éste desprendía, o la manera en que sus curvas llamaban a James, para tocarlas, morderlas y saborearlas. No podía descifrar qué le parecía mas erótico, seguramente ambas cosas. 

 

El aroma del muchacho, que inerte y pálido aún reposaba sobre sus brazos, seguía provocando estragos en los sentidos de James. Y la confusión aún presente le llevó a creer que ese joven era de algún otro mundo, nadie podía tener un olor tan afrodisíaco. Era imposible que fuese real, pero lo era, y Jim quería envolverse, rodar y vivir en el. 

 

Mientras intentaba ordenar en su mente las cosas que momentos atrás habían sucedido, descubrió que se encontraba en su forma humana y no había sido por voluntad propia. Solo lo hacía inconsciente cuando veía a alguien ideal para pasar la noche entre las sábanas, o tal vez sin ellas. La calentura podía volverlas ideales para sofocarse. 

 

Pero considerando dos puntos clave, entristeció. El joven era demasiado delicado para poder soportar la frenética y fuerte manera que tenía de hacer el amor y, estaba muerto. Él mismo lo había matado, por varias razones coherentes y no tanto a la vez. 

 

El joven caucásico en sus brazos había irrumpido en el hogar de James mientras trabajaba como siempre, ausentándose por meses o años. Y vivido allí, considerando el orden y limpieza de la habitación donde estaban, mucho tiempo. Eso irritaba a Jim de maneras impensadas, nadie tenía el derecho de violar su privacidad. 

 

Mucho menos porque James no le debía nada a nadie, ni un favor, o dinero. Se había manejado de tal manera, privándose de compañía o amigos, para no tener que establecer ningún lazo innecesario. Tres cosas se lo impedían; su carácter, trabajo y naturaleza, James era un hombre lobo serio, aburrido y violento, dedicado a matar sin piedad y vivir de ello. 

 

Se podía avergonzar de sus actos, pedir clemencia o redención, pero nadie le haría caso, todos le temían u odiaban. Su familia, manada o cualquier desconocido con el que se cruzase. 

 

Y todo ese odio y vació en James comenzó a crecer cuando las cosas tomaron un giro tan repentino que años después pudo darles sentido. Una noche le bastó al mundo o al destino arrebatar cada cosa en la vida de un joven y feliz Jim. 

 

El alfa de la manada, un hombre grande y sabio llamó a la puerta, y trajo consigo una mala noticia. O mejor dicho, la orden de desterrar a James por un crimen. 

 

Habían asesinado a la futura compañera, esposa y madre del primer hijo del alfa. James no entendía, pero no podía defenderse. El hombre, cegado por el dolor de su pérdida, no lo permitiría. Y su propia familia, escandalizada y llena de temor creía sólo las palabras de su líder. 

 

Las imágenes transcurrieron con lentitud, casi en fotografías. Las miradas de desprecio, asco y miedo permanecerían en James para siempre. El movimiento rápido y preciso del cuero negro rompió la piel y cavó en ella surcos que dejarían cicatrices horribles en la espalda temblorosa y ensangrentada de Jim. 

 

No reconoció nada mas, la oscuridad se llevó el dolor, pero los sueños con ella lo trajeron de nuevo. Y despertó lejos y perdido en algún lugar que no había estado nunca. Un gran y extenso bosque, de árboles con madera gruesa y oscura, de copas verdes pantanosas, le presentó un reto a superar. Y consiguió salir al cambiar a su forma de lobo para sanar sus heridas. 

 

Un bosque de pinos, una montaña, a lo lejos, nevada. Y una casa arruinada, olvidada y víctima del salvajismo de ese paisaje, se volvería su nuevo hogar. 

 

Una tarde poblada de nubes anaranjadas, rosadas y rojas. Se encontró frente a la puerta de entrada de su casa a una joven, al parecer perdida, de pie mientras a los lados veía con constante preocupación.

 

— Hola.

 

La vocecilla de la mujer resonó ronca y baja en los oídos atentos de James. Éste no respondió, pero asintió con la cabeza, recibiendo y contestando al saludo. 

 

— Estoy aquí en busca de un hombre, dueño de esta casa ¿Podría ser usted?

 

Una vez más la voz pareció haber salido de los rojos labios de la joven con nada más que preocupación. No parecía estar en posición amenazadora o violenta. Pero la calma profunda alarmaba a James. 

 

— Si, estás hablando con él ¿En qué puedo ayudarte?

 

Resolvió responder, mientras preparaba su cuerpo para una posible emboscada, o cualquier acto de violencia hacia él. La sonrisa de satisfacción que llegó a los ojos de la muchacha, no le daban muy buena impresión. 

 

— ¡Fantástico! He venido para darle un trabajo que no puede rechazar. 

 

Los pelos de la nuca de James erizaron y sus garras estaban dispuestas a salir para defenderse. Esa no había sido una proposición, ni un pedido, era una orden. Salida de lo profundo y ronco de la garganta de la muchacha, que aún no cambiaba la expresión. 

 

No sabía que responder para descubrir las reales intenciones de la escalofriante y sonriente mujer, que aún no estaba en posición amenazadora, sus palabras y actos no concordaban, había algo perverso en eso. 

 

— Dime que quieres. 

 

Tampoco fue una pregunta. La orden había sigo dicha de la misma manera que lo había hecho la mujer. En el repentino y delicado movimiento de cejas de ella, se vio su fascinación por la situación. Al parecer lo estaba llevando a donde quería, y eso a James le irritaba. 

 

— A ti. Harás lo que te diga cuando así lo desee. Abrirás tu boca sólo por mi orden, de caso contrario, no sé lo que le llegue a suceder a tu familia ¿deseas eso acaso? ¿el odio de tu padre por perder a su mujer por tu culpa? ¿el que venga a matarte para que entiendas el dolor de su pérdida? ¿O que tus hermanos te vean con el mismo desprecio por que, ademas de matar a la mujer de su líder, mataste a su madre? 

 

La voz cambió repentinamente, al igual que la postura y mirada de la joven. Todo en ella expresaba mandato, cualquier cachorro o niño que reciba esas ordenes no tendría mas opción que expresar sumisión. Pero aún con James, su sentido de supervivencia le indicaba que hiciera eso, callar y asentir con la cabeza, cuando por dentro las ganas de rasgarla en dos podían desbordar. 

 

— No.

 

Terminó diciendo, esperando no morir al responder. La risa histérica que recibió no le generó sorpresa, sino el sentir que las emociones de la joven seguían siendo neutrales, como si ellas no existiesen. Era una mujer demasiado fuera de lo normal, eso le asustaba. 

 

— Muy bien James, tu primer encargo será mañana, antes que el sol salga quiero que te dirijas a la casa de esa vendedora de manzanas vieja y escalofriante. Llegarás e irrumpirás en su casa sin ser descubierto y la matarás, haciéndolo parecer como si un animal lo hubiera hecho. Y tú, amigo mio, eres experto en eso.

 

James no se sorprendió cuando por fin esa joven expresó algo mientras volteaba yéndose por el largo y terroso camino que conducía a la cuidad, indicando a cualquiera con la capacidad de descifrar las emociones de otros, que era una tierna e inofensiva muchacha intentando ir a algún lugar.  

 

No quiso preocuparse por las consecuencias, pero algo en todo eso le resultaba demasiado morboso, pero temía por herir a alguien importante si no evitaba pensar en ello. E hizo el trabajo, la anciana parecía estar esperando su llegada, pero atribuyó el pensamiento al nerviosismo que quemaba en su cuerpo por cometer ese atroz crimen. 

 

La noche misma, cuando se preguntaba a que hora vendrían los policías, llegó en manos de un repartidor sonriente y agradable, una caja donde una carta indicaba que la suma de dinero en ella era la paga de su buen trabajo. 

 

Además de traer consigo escrita, su próxima víctima.


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