No sabe cuánto tiempo se quedó viéndolo. Su mundo se detuvo, su mirada estaba fija en aquel morocho. No podía reaccionar, su cuerpo no se movía, temblaba. Recordó lo que había pasado en aquel baño del gran restaurante. Naruto estaba sumergido en sus pensamientos. Más de un mes buscando alguna pista de ese azabache que vivía en su cabeza, que veía en sus sueños y allí estaba, como su contrincante.
El rubio salió del trance cuando escuchó el silbato de los jueces. No podía hablar ahora, tenía que jugar y hacer que su equipo salga como campeón.
El juego comenzó. Era verdad todo lo que decían, Akatsuki era bueno, era muy fuerte. A Naruto se le complicó demasiado poder agarrarle el ritmo al partido. El morocho tenía la camiseta diez y era el mejor jugador de ese equipo. Naruto era quien tenía que marcarlo. El rubio era el mejor jugador de su equipo. No podía evitar llevar sus pensamientos a otra parte en el momento que rozaba la piel del azabache cuando lo marcaba. El rubio estaba distraído, aquel morocho lo distraía. El partido fue muy difícil, faltaban solo cinco minutos y estaban a dos tantos de diferencia, Akatsuki a la cabeza, cuando por error Naruto empujó con mucha fuerza al diez en el momento que iba a encestar. El azabache cayó al piso. El silbato sonó y el entrenador de Akatsuki invadió la cancha.
-Oye Sasuke. ¿Estás bien?- Pregunto aquel hombre.
-Sí, solo que caí con la mano, me duele la muñeca.
-Será mejor que salgas.
-No. Solo faltan cinco minutos, lo aguantaré. – Dijo el morocho firme y parándose.
-No Sasuke, debes hacer ver la muñeca.
-Pero quiero terminar de jugar.
-He dicho que no. Soy el entrenador. Obedece.
El número diez salió de la cancha en contra de su voluntad. En su cara se mostraba lo cabreado que estaba. Naruto se sentía culpable, no quería hacer que el morocho se lastimara, solo que no calculó la fuerza cuando fue a tapar su tiro. El rubio habló con su entrenador y decidió salir él también. El morocho estaba en una esquina con un hielo sobre la muñeca y Naruto se le acercó.
-Lo siento, no quería lastimarte.
-No fue nada, solo un golpe.
-Por cierto, me llamo Naruto.
-Yo…
-Sasuke. Escuche a tu entrenador.- El rubio no dejó que terminara de hablar.
Así que Sasuke, así se llamaba el chico que estuvo en su mente durante todos estos días. El rubio quería decir su nombre, por eso lo interrumpió, llevaba días con el enorme deseo de llamar a aquel azabache por su nombre. Naruto no podía dejar de mirar de reojo al morocho mientras el partido estaba terminando. La victoria fue de la secundaria Suna que gano por tres puntos. Los compañeros de Naruto estaban festejando en la cancha mientras el rubio los miraba a lo lejos. Mientras la secundaría Akatsuki tomaba una ducha, Sasuke se había ido a hacer ver la muñeca y que le pasen una crema, ya no le dolía. Los compañeros de Naruto luego de bañarse se fueron a seguir festejando, el rubio esperó a que Sasuke saliera de la enfermería. El azabache estaba con un chico muy parecido a él, lo recuerda del restaurante. A lo lejos pudo escuchar que el mayor se despedía mientras Sasuke entraba al vestuario.
Naruto luego de meditarlo unos minutos también entró al vestuario. Lo recibió una nube de vapor y el ruido de la ducha, el azabache ya se estaba bañando. Lentamente y con pasos silenciosos se acercó al lavamanos, había un espejo tapado por el vapor que estaba en el ambiente. Naruto limpió el vidrio y lo que vio a través de él lo dejo boquiabierto. Sasuke no tenía la cortina de la ducha estirada, el azabache estaba de espaldas y pudo ver toda su parte trasera. Observó con detenimiento cada zona, comenzando por los cabellos que se pegaban a su piel, bajó la mirada muy lentamente por aquella blanca espalda hasta llegar a los glúteos del morocho. Su mirada siguió recorriendo aquel perfecto cuerpo, observando por ultimo las hermosas piernas que tenía aquel moreno.
Naruto no dudó un segundo más, con ropa y todo, así como estaba se dirigió a la ducha del azabache. Sasuke se sorprendió al sentir un cuerpo detrás del suyo y unas manos abrazando su vientre y unos labios besando sus hombos. El azabache sonrió de costado, jamás olvidaría ese tacto. Era el mismo roce y el mismo calor que había sentido aquella vez en el restaurante. Desde que se fue de ese lugar soñó con volver a ver a aquel hermoso rubio que lo había cautivado con solo una mirada. Sus cabellos tan dorados y sus ojos tan azules lo enamoraron a primera vista. Quería que fuese él el primer hombre en su vida. Pero al pasar los días y no saber nada de aquel rubio lo entristecía, temía no volver a verlo nunca más. Al parecer el destino era que al final fuese él, porque la vida lo puso frente a suyo otra vez. Allí estaba, con el rubio que lo cautivó a primera vista, ambos abrazados y besándose bajo la ducha. Naruto con rapidez empezó a sacar su ropa hasta quedar en la misma condición que Sasuke. El azabache sentía en su espalda la fría pared y en sus muslos las manos del rubio. El beso se sentía de maravilla, un sueño. Naruto lo besaba con pasión pero a la vez con delicadeza. Sasuke abrazaba el cuello del rubio con fuerza, temía que se volviera a ir pero esta vez no encontrarlo. Naruto recorría con su boca el cuello del azabache, por fin podía volver a probar aquella exquisita piel de nuevo. Sasuke largaba suspiros mientras sentía como Naruto lamía y besaba su pecho. Una mano trigueña descendió al miembro del morocho, mientras que la otra abrazaba la blanca espalda. Sasuke gemía, gemía como jamás lo imaginó. La boca de Naruto hacia maravillas en su cuello, en su pecho y en su vientre. Él también quería tocar al rubio, pero éste no se lo permitía. En un brusco movimiento Naruto dio vuelta al azabache quedando de cara a la pared. El rubio al estar besando su panza, quedó de cara a los glúteos de Sasuke. El azabache se sostenía con ambas manos en la pared y de reojo miraba al espejo que tenía a su izquierda. A través de él observaba como Naruto examinaba su parte trasera, veía y sentía como el rubio abría sus cachetes y lamía su entrada. Sasuke se sintió en el cielo. Largó un audible gemido cuando la lengua de Naruto lamió por segunda vez aquella zona.
El azabache temblaba, apenas podía mantenerse en pie. Naruto separaba sus glúteos y seguía dilatando su entrada con su lengua. Sasuke sintió como un dedo se abría paso en su interior, era molesto pero luego de unos segundos pudo sentir un poco de placer. El rubio siguió jugando con aquella entrada y cuando dio por terminado su trabajo se paró detrás de Sasuke y lo abrazó.
-Al fin te encontré. – Susurro lentamente en el oído del azabache.
No obtuvo respuesta, solo un movimiento de la cadera de Sasuke haciendo rozar su excitada hombría. No dudo un segundo más y obedeció la orden que el azabache en silencio le hizo. Acerco su miembro a la entrada y lentamente se hizo lugar en su interior. Sasuke suspiraba, dolía, joder que dolía pero era el mejor dolor que alguna vez podría sentir. Naruto espero unos minutos hasta que Sasuke movió sus caderas y allí empezaron las embestidas, lentas pero placenteras. Ambos miraron a su izquierda, y allí se vieron reflejados, Naruto tenía sus manos sobre la cadera de Sasuke sus ojos estaban llenos de lujuria y deseo mientras mordía su labio inferior. El azabache estaba con ambas manos apoyado en la pared, tenía los ojos entrecerrados y con un brillo de placer, su boca entreabierta de la cual salían algunos gemidos. Fue la imagen más placentera que ambos pudieron haber visto. Las estocadas de Naruto cada vez era más rápidas. Salió del azabache e hizo que éste se diera vuelta para que con las piernas abrazara su cadera y allí volver a entrar. Sasuke volvió a sentir la fría pared en su espalda pero era lo que menos importaba. Algunas estocadas más y ambos se corrieron. Se dejaron caer al suelo, Naruto de rodillas mientras Sasuke aun lo abrazaba con sus piernas. Debían recuperarse, estaban agotados.
-Sabía que volvería a verte en algún otro lugar. – Habló el azabache una vez que recuperó el aliento.
-Yo soñaba con que eso volviera a pasar. – Dijo Naruto antes de besarlo.