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BEGIN por MhmPanda

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Notas del capitulo:

¿Recuerdan que el primer oneshot de mi hyyh series fue demasiado cortito y con namjin centric? jsdhfd

he terminado esto hoy y es viernes aka fin de semana, también es cortito y tiene a los personajes que necesitaban introducción para el siguiente oneshot~

Es básicamente el short film de Jungkook pero con trama incluída HAHA.

Nos vemos en el prólogo de lie <3

x.

Era tan tarde pero tan temprano a la vez.


Había tenido un agradable día de escuela y luego había ido con Yoongi y Jimin donde los chicos a pasar la tarde con el fuego del barril metálico en su guarida. Sonreía cada vez que pensaba en ello, sentir que algo por fin le pertenece. No es su totalidad, pero mínimo sentía la propiedad en él a pesar de que sus amigos también están en el mismo cuadro. Pero está tan cansado. 


Aún no puede saber que diablos le ocurre a Yoongi. 


Jimin parece hablarle bien a Namjoon, a Taehyung, incluso a él y a Seokjin pero no pudo evitar prestar un poco más de atención a las interacciones de su hyung junto a Hoseok y Yoongi. Pensándolo de esa manera, Jungkook se llega a sentir traicionado. 


Camino a casa recordó esas ocasiones donde alguno de los chicos tenían problemas y, por muy leves que fuesen, siempre había un espacio para hablar y dar consejos. ¿Por qué ninguno de los hyungs puede hacer eso? No es complicado, se dice el chico, mirando el techo oscuro desde su cama. Le gusta sonreír, Hoseok le dice seguido, pero simplemente no pudo hacerlo hoy. 


No quería ver la hora pero está consciente de que son pasadas las once de la noche y no puede estar más cansado. Desea con todo su corazón que para mañana, ninguno de esos problemas que acomplejan a su hyung, le destruya el día. Pensando en ello, mirando hacía la nada y recién con la imagen de sus padres -¿será que ya habían llegado a casa y no querían molestarle?-, Jungkook duerme con el último pensamiento en su cabeza: ¿Qué pasará mañana?


No puede deducir en qué momento ocurrió pero estaba en un lugar oscuro. No podía ver nada más allá. Negro, oscuro, con esa sensación de vacío. Jungkook decide caminar un par de pasos y toca el suelo inexistente con timidez al escuchar el ritmo de sus pies descalzos al contactarse con la superficie. Se siente intranquilo al pisar. 


Tal ves haya caminado unos cinco, diez minutos, pero cuando estaba a punto de dar un paso en falso, una luz aparece entre tanta oscuridad. Jungkook se atraganta con lo que le queda de aire al ver que era el piano favorito de Yoongi- ese piano que nunca podrá costear ni él ni su hyung, tan bonito y brillante, tan costoso y precioso. No tiene ni la más mínima idea de qué hacer ahora.


El zumbido en sus oídos comienza a notarse gracias al silencio que lo abraza. Puede tolerarlo por un rato pero sus pies se entumecen con el aire y la falta de movimiento, y le molesta en demasía el sonido sordo en sus tímpanos. Suspira una, dos, tres veces antes de encaminarse al bello instrumento. 


¿Qué tan feliz sería Yoongi hyung si tuviese un piano como este?, piensa Jungkook mientras pasa sus dedos por encima del objeto; la limpieza que le perturba tanto. 


No está acostumbrado a tal nivel de limpieza y ganancias suficientes para poder costear semejantes lujos. Con sus apenas quince años, Jeon Jungkook es el hijo único de un matrimonio de clase media. Su padre siendo un oficinista mediocre y su madre una dueña de casa que no permanece más de una hora en el hogar, Jungkook tuvo que aprender a sobrevivir por si mismo. Tanto tiempo libre en casa, en la guarida, pintando o terminando sus deberes escolares.


Tan mediocre y monótono. Tan él. 


Recuerda una vez más a sus hyungs. Esos amigos que sienten empatía hacía él y se encargaban como grupo de ayudarle de vez en cuando. 


Con su labio entre los dientes, se posiciona frente a las teclas blancas del piano. La punta de los dedos le pican por la necesidad emergente de tocarlo, aunque sea una vez. Ese temor que sintió instantes antes parecen haber desaparecido en su totalidad. Presionó una tecla, deleitándose con el aliento en la garganta el sonido vago del piano. 


Y no pudo contenerse más.


Cómo si supiese las notas de memoria, una y otra vez, tocaba con emoción la tan familiar melodía. Sus dedos jugueteando con las teclas blancas y negras. No tiene ni el más mínimo recuerdo de haber escuchado la pieza que ahora amaestraba con simpleza. Pero entonces vio una luz aún más brillante.


Subiendo la mirada sorprendido, una llama de fuego aparece en la superficie del instrumento. Fuego. 


Con lo mucho que le gustaba el fuego a Yoongi hyung. 


Se alejó asustado y gritando cuando el fuego se expandió por todo el piano, de forma despiadada y sin dudarlo. La boca de su estómago se apretó del miedo. Jungkook quería correr pero no sabía a donde, maldición. Todo a su alrededor estaba oscuro y ni el fuego podía ayudarle a visualizar mejor. Caminó torpe, alejándose del piano en llamas sin mirar atrás. 


Fue cuando observó a la lejanía una puerta. Corrió con la idea de escapar de tal pesadilla que lo embargaba, queriendo sentir la calidez de su cama y ver los cuadros sin terminar de semanas atrás. Cuando la alcanzó, abrió a tirones y la luz le cegó por completo. 


Pero a pesar de todo ello, la carretera donde estaba parado seguía siendo intimidantemente oscura.


Parecía no tener un fin, a ninguno de los dos lados. Otro recuerdo le golpeó de imprevisto; Seokjin bromeando al decir que Jungkook estaba capacitado para manejar. Cuanto quisiera intentarlo, piensa el muchacho. No hay ni un muerto en el lugar y Jungkook decide esperar, cerrando sus ojos y tratando de descansar, esperanzado de volver a abrirlos y ver el techo oscuro de su habitación.


Aunque ni muy lejano ni muy cercano a lo que imaginaba, se encuentra con el salón de su hogar. La calavera colgada en la pared junto a la cabeza falsa del reno, los sofás y su caballete. Por primera vez en la tormentosa noche, Jungkook le prestó atención a su caballete. Avanzó un par de pasos pero un papel frío y áspero roza la piel de sus pies y su atención se dirige al pedazo. Se inclina y entre sus manos acaricia la hoja fina, inofensiva y sin gracia. Uno de sus lados visibles estaba blanco, vacío y sin manchas- giró el papel y sorprendido, ve el rostro de Yoongi dibujado en suaves trazos desordenados. 


El caballete tiene un telar y Jungkook no recuerda haber pintado algo así. El papel en sus manos y sus ojos en el cuadro: Una mirada trazada para tener seguridad, indiferencia y rabia. —¿Yoongi hyung?—, murmura en susurros, sin poder quitar la mirada de los ojos fríos del retrato a mano libre de Yoongi.


Siente un ardor en la garganta y su boca se ha secado así sin más. Sus ojos se mueven desenfocados y con temor, mirando alrededor para encontrarse el mismo fondo negro que lo lleva acompañando esa larga noche. Sus cabellos oscuros se sienten húmedos. Había comenzado a llover y Jungkook se siente familiarizado con las gotas cayendo en su cuerpo. La carretera es su base nuevamente y la lluvia es su nueva amiga.


No sabe que significa pero Yoongi estaba ahí, caminando vago por la carretera y Jungkook grita desesperado para que lo note. Hyung no lo nota ni por una fracción de segundos. A la distancia logró divisar un auto, apenas visible gracias al característico negro del ambiente. Para su suerte, el carro solo rozó el cuerpo tambaleante de Yoongi. Pero a Jungkook realmente le preocupaba algo: ¿Quién sería el que manejaba como loco? Sin oportunidad a pensarlo realmente, devuelve su mirada al escenario y junto a la figura de su hyung, el caballete con el retrato de Yoongi aparece en medio y se desgarra la garganta tratando de hacer reaccionar al mayor, comenzando a sentir sus ojos arder del horror y solo esperaba que viese otro de los autos, que se quitase del camino, algo.


Parecía valer en vano.


El auto estaba cada vez más cerca. —¡Hyung!


Sus ojos se cerraron apenas vio como el cuerpo de Yoongi era llevado como una bolsa de basura por el vehículo. 


Y despertó. 


Esta vez si le dio una mirada al caballete. El soporte de madera estaba a su lado, justo al costado de su cama y él- nunca sintió tanto calor y frío a la vez en su cama. El retrato de Yoongi seguía ahí, intacto y monótono como en su sueño. Pensó en ir a la cocina a buscar un vaso de leche tibia, así poder conciliar el sueño y dormir un poco más. Su reloj en la mesita de noche no mostraba la hora, pero Jungkook estaba demasiado soñoliento para prestarle atención a ese detalle. 


Bajando rápidamente las escaleras, se dirigió a la cocina pero en medio del camino una puerta inmensa salió al encuentro. Era desde el salón. Pellizcó su brazo y los escalofríos bajaron por su cuerpo al no sentir algo. Absolutamente nada. Caminó y debatió entre seguir su camino o esperar a que algo ocurriese porque Jungkook realmente necesitaba descansar. Sin estar consciente de ello, se quedó parado frente a la puerta extraña, esperando y esperando. 


—¿Qué demonios...?


Nada ocurría. Giró sobre sus talones y estaba a punto de avanzar un paso cuando la puerta se abrió asustándole en demasía; la propia sombra suya que creó la luz le produjo temor y miles de aves parecían pasar sobre él.


Pero en realidad solo era él y su respiración agitada. Sus ojos miraban a todas direcciones y la maldita pintura con el rostro de Yoongi seguía ahí, otra vez. Decide que no se moverá por nada del mundo, más que nada para su propio bien. Tal y como ocurrió con el bello piano que deseaba su hyung, una llama comienza a deborar las líneas desordenadas del cuadro. Centímetro por centímetro, el rostro dibujado del hyung se consumía en fuego; Jungkook no pudo más que mirar maravillado el fuego, borrando lo que una vez fue un telar precioso.     


La puerta gigante sigue abierta y Jungkook logra estabilizarse mientras mira el fuego, pero su vista olvida por completo lo que ocurre y se fija extrañado en su sombra. Tan alargada y delgada que apenas puede hacer distinción de sus brazos. Sus hombros que acostumbraba apreciar en su espejo, eran apenas visibles ahora. 


En la zona de su espalda, en su sombra, ve una extensión de plumas salir. Su corazón se agita cuando se expanden por completo, dejando ver grandes, inmensas y espesas alas. 


La alarma de su reloj sonó de lleno y su techo, ahora más colorido y claro, le indicaban que eran apenas las ocho de la mañana de un día sábado. Logra detener el sonido irritante con un golpe de sus puños y Jungkook está consciente de que un nuevo día acaba de comenzar. 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Se sentó al borde del puente, mirando el mar a esas horas de la tarde y sintiendo la brisa marina en su cara. Había recibido el mensaje de Namjoon diciendo que se juntarían en su lugar habitual después de la guarida. Extrañaba pasar los días enteros en la playa así que Jungkook fue hasta el lugar sin dudarlo. 


La camioneta de Seokjin se estacionó a un par de metros y de la cabina bajaron Jimin y Hoseok, Yoongi y Taehyung saliendo de los asientos traseros y Namjoon estirando sus piernas desde el asiento del co-piloto. —¡Jungkookie! ¿Cómo estás?—, pregunta Seokjin desde el otro lado, saludando con su mano en el lugar del piloto.


—Bien, solo me la pasé mirando.


—Espero que no nos hayamos demorado mucho—, volvió a refutar Seokjin.


—Nada de eso, no te preocupes—; luego se levantó sacudiendo la suciedad de sus pantalones y ayudó a los chicos a sacar las cosas de la camioneta. Yoongi se veía menos deplorable que días anteriores y sintió su corazón más ligero. 


Estaba emocionado por contarle a Taehyung sobre su loco sueño pero este ni siquiera le dirigía la mirada. Su pecho dolió. Estaba decidido a preguntarle qué le sucedía pero la mano de Jimin aferra la suya y lo lleva a un par de metros de distancia, no queriendo que alguien les escuchase.


—¿Jimin hyung?—; el mayor le sonrió débil y acarició su mano con ternura.


Jungkook estaba desesperado. Los ojos de Jimin viajaban de sus manos a donde se ubicaban los chicos. Había ladeado su rostro y solo divisó de reojo a Taehyung peinando su flequillo -debería cortarlo un poco, está demasiado largo- para tapar sus ojos.             


—Kookie...


Devolvió su mirada a los ojos de Jimin y escuchó impactado sus palabras, una por una e intercambiando miradas entre Taehyung y Jimin, tratando de agarrar el hilo de la situación.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


—Taehyung...


El castaño no le miraba. Estaba sentado a su lado pero aún así no le miraba. Namjoon habló de nuevo su nombre, con más firmeza y con el ceño fruncido. Jungkook vio como Taehyung alzaba su rostro solo un poco, lo suficiente para verle a los ojos y quiso sanar cada herida que veía en su piel. 


No le gustaba ser chismoso, ni que otros le digan los problemas de uno pero Jimin le hizo el trabajo más fácil al contarle que Taehyung había subido a la camioneta con su ojo morado y heridas en sus labios y mejillas. Lo irónico de su reacción, recuerda amargamente Jungkook, es que no es la primera vez que llega en ese estado. No sabe que hacer con ello y por eso solo se dedica a mirar con afecto el rostro magullado de Taehyung.


¿Cómo estaría su cuerpo? 


Namjoon parecía perder la paciencia y terminó por afirmar la mandíbula de Taehyung con rudeza después de dejar su lata de cerveza de lado, alzando su rostro y dejando en evidencia lo indiscutible. —¿Otra vez tu papá, Taeh?—, preguntó cansado el moreno.


—Que no es él, maldición—; su mano voló en un golpe contra la mano que afirmaba su rostro. Jungkook llevó otro dulce a su boca, saboreando sin prestar mucha atención. Yoongi se movió frente suyo y captó movimiento de Jimin a su lado. Ambos se habían levantado con la excusa de hablar un poco, fuera de toda la situación común y ambiente incómodo que se generó. Jungkook pedía a gritos con la mirada que lo dejasen ir con ellos pero se quedó sin mover un dedo.


Quería hablar con Yoongi. 


Pero Jimin estaba hablando con él. 


Aprovechó la oportunidad a la hora después, cuando Jimin se disculpó para ir a la camioneta a buscar las medicinas de Hoseok y poder dárselas al muchacho soñoliento que estaba al lado de Seokjin. Se levantó y tocó la cabeza de Yoongi, pidiendo un poco de su tiempo con una sonrisa noble. No se habían alejado mucho, el atardecer iluminaba el agua desde su posición y la vista privilegiada era la cabina de la camioneta. 


Con ayuda de hyung, subió y se sentaron uno al lado del otro. El viento había aumentado en fuerza y el frío comenzaba a manifestarse; sus cuerpos eran el calor necesario para el momento. 


—¿Cómo vas con todo, hyung?—; Yoongi metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta, mirando hacía el mar y hurgó unos segundos, sacando una de ellas con un fajo grueso de billetes. Jungkook jadeó incrédulo. —¿Dónde sacaste eso?


—Trabajando Jeon, no soy un delincuente.


—Pero bien que te robarías el piano de la tienda esa ¿verdad?


Yoongi tragó y el silencio se formó gradualmente. Jungkook recordó su sueño y todas esas veces donde la pintura con el rostro de Yoongi aparecían. 


—De hecho, estoy juntando dinero para comprarlo...


—Eso es bueno, hyung. Cuando lo compres, yo te llevaré en mi carro.


Rompieron en risas y sintió la mano fría de Yoongi acariciar su rostro, cerrando sus ojos y sintiendo las yemas de las falanges ajenas sobre sus parpados y el resto de su rostro. —Tienes quince mocoso, ni limpiarte el culo puedes aún.


—¡Dije que soy un niño, no un bebé!


Jungkook disfrutó mucho el pequeño intercambio de palabras y las risas. Comprobó que, efectivamente, Yoongi estaba mucho mejor que antes y reía con más frecuencia. No tenía de qué preocuparse. 


Hoseok gritó sus nombres y vieron que hicieron una fogata y estaban asando los malvaviscos que trajeron para el día. Yoongi y él hicieron una carrera para llegar hasta los chicos y entre risas ahogadas, comieron los dulces calientes y contaron su semana entre ellos. 


Toda la diversión se había acabado a las diez de la noche, Jungkook entrando a su casa silenciosa y oscura pero con una sonrisa que lograba iluminar los alrededores de su hogar. Sus padres aún no llegaban de lo que fuese que estuviesen haciendo y él solo quería dormir. 


Subiendo las escaleras, su bolsillo vibró y sacó su móvil viendo los mensajes de los chicos con deseos de buenas noches. Encendió las luces de los pasillos y respondió cada uno de ellos hasta llegar a su cuarto, donde se puso más cómodo y se estiró en su cama. 


Mirando el techo concluyó que el sueño aún no llegaba a su sistema y que el rostro de Yoongi se le venía a la cabeza por cada segundo pasado. No quería preocuparse de su hyung pero esos sueños, él mismo con alas enormes- sabe que no es la primera vez que sueña con Yoongi estando en esos accidentes horribles de tráfico, no podía ser coincidencia en su totalidad.


Hay algo que le está avisando de eventos pero ¿cómo saber que lo que su subconsciente le dicta es verídico? Duda de la realidad en este punto y no quiere perturbarse en pensamientos feos como esos. Estaría pendiente de una u otra forma, desde ahora en adelante. Trataría de salvar a Yoongi si algo extraño sucediese. No solo a hyung, a los demás también. Sería el ángel guardián para cada uno de ellos. Sonrió pensando en esa idea tan inocente y pura.


Lo único que pudo hacer después fue saltar de su cómoda cama -hace días que no sentía así de exquisita su cama, piensa divertido el muchacho- y alcanza sus pinceles y acrílicos, divisando el caballete escondido detrás de la puerta.


Se dedicó a dibujar trazo a trazo el rostro más que aprendido de memoria de su hyung y al rato mezclaba colores y luego pinceleaba por aquí y por allá...


El sueño por fin llegaba y él solo llevaba ese colorido y extraño cabello verdoso de Yoongi, junto con las líneas ya marcadas sobre el bosquejo. Le hubiese gustado plasmar el recuerdo de las sonrisas de hyung pero esa pesadilla no dejaba su cabeza.  


Jungkook se iría a la cama pensando que mañana sería un nuevo día y esperaba despertar temprano para apreciar ese oscuro amanecer en su solitaria casa.

Notas finales:

¿rw?

 

x.


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