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LIE por MhmPanda

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Notas del capitulo:

¿Me he demorado? sdfgdf

Me ha salido más largo y para cuando salga STIGMA, probablemente le agregue unas 4mil palabras, más o menos. 

Espero que disfruten este oneshot y se vayan relacionando más con los short films 7u7 

Sus rws, son los que alimentan mi alegría y ánimos para subir más oneshots ; ; <33333

x.

—¡Jimin!

Abrió sus ojos y se dió cuenta que no era tan tarde como creía. La puerta de su habitación se abre y su madre asoma su cabeza, sin ánimos de entrar en su cuarto.

—¿Sí?

—Baja a desayunar y no me dirás qué no.

Asintió sin moverse de su cama y acarició sus cabellos tratando de quitarse ese sueño que traía encima. Dormiría más pero sabe que ya es un lujo el no haber ido a la escuela hoy. Jimin, hoy, tiene la cita con el psicólogo que tanto habló su madre hace un tiempo. Pero Jimin no tiene ni la más mínima idea del porqué su madre insiste en ello. Se levanta y arregla su imagen pensando en ello.

—Ya es tarde, cariño—; bajó de su cuarto para encontrarse a su madre moviéndose de un lado a otro, dejando las delicias mañaneras en la mesa. Su hermano comía tranquilo una tostada y la olla humeante de ramen fue puesta en la mesa. —Tenemos que ir a dejar a Jihyung a la escuela y tu ir a la cita.

—Lo sé mamá—; sacó un bowl y rápidamente tomó los palillos para servirse un cantidad considerable de ramen. Su madre terminó sentándose frente a él, suspirando al ver a sus dos hijos comer. —¿De verdad tengo que ir ahí? No tengo nada de ma-

—Iremos y punto, Park Jimin. A estas alturas ya no puedo decirte que te dejes de ideas locas que te influencian tus amigos esos así que sacaremos la mala hierba y de raíz ¿de acuerdo?

Jimin no pudo reclamar nada. Su madre era una exagerada. Pensó en su padre, que resultó menos tedioso en cuanto le dijo pero no menos dramático sobre el tema.

El problema era algo tan sencillo como el amor y no sólo la responsabilidad de un padre. Su madre no comprendía eso y le dolía.

Jimin nunca pensó que su propio angustia lo llevaría a tomar esas conductas actuales y lo que menos quería, era que su madre pensara que la culpa era de sus chicos porque, demonios, probablemente ninguno sabía de eso aún. Comió el desayuno pensando en cómo decírselo en algún momento a sus amigos y fue así durante todo el trayecto a la escuela de su hermano.

—¡Nos vemos hyung!

Despidió a Jihyung desde el interior del auto, soltando aire caliente contra la ventana del vehículo y dibujó un corazón que hizo a su dongsaeng sonreír. Con la imagen del chiquillo entrando al edificio, su madre hablaba sin parar de sus planes luego de la salida en la consulta.

Lo mismo de siempre, darle regalos a Jimin por ser un hijo obediente y que se rige a las medidas improvisadas de sus padres. Sonrió.

La clínica le parecía aún más intimidante desde la distancia y fue peor al entrar a los estacionamientos. —¿Segura que no es un loquero?—, preguntó el muchacho tratando de reírse de su propio chiste.

—Por supuesto que no Jimin—; suspiró un poco aliviado y comenzando a adelantarse en el camino. —Pero lo estaré considerando si sigues con esas conductas, cariño.

Sintió escalofríos recorrer su nuca y el resto de su sistema.

El silencio incómodo fue el compañero de la familia desde el ascensor hasta la sala de espera; Jimin veía el reloj y a los demás pacientes. Incluso juró ver la velocidad en que la recepcionista tecleaba quién sabe qué. Según el reloj sólo faltaban quince minutos para la primera terapia.

No tenía que hacer por ahora. Tratando de no dejarse caer en el aburrimiento, comenzó a jugar con las puntas suaves de su bufanda y cantar algunas canciones que escuchó en la radio.

—¡Jung Hoseok!

Tironeó su bufanda y miró hacía donde provenía la voz. Una enfermera tenía unas hojas en mano que buscaba con precaución a alguien. Sólo entonces Jimin pudo ver a Hoseok, su Hoseok, dejando un bolso en manos de alguien y entrando con la enfermera y su cabeza gacha.

¿Qué diablos hacía Hoseok aquí?

—¡Park Jimin!

—Vamos, levántate hijo.

La mano de su madre golpeteó su propio mano, que tensaba las puntas de su bufanda y lo ayudó a levantarse en medio de su incredulidad. —¿Mamá?

—Yo esperaré aquí, ve.

Se dió media vuelta sin tener la oportunidad de pedirle ánimos a su madre y la enfermera lo recibió con una sonrisa tensa, pidiendo que lo acompañase. Miles de puertas entre el pasillo con nombres de muchos doctores que nunca conocerá- excepto uno; la enfermera se detuvo frente a él y golpeó la puerta más próxima. Letras plateadas y pulidas, deletreaban "Dr. Bang - psicólogo infanto-juvenil".

—Adelante—; la voz difusa se escuchaba amable. Jimin no sintió tanto pavor como antes.

La puerta se abrió y vio a un tranquilo Hoseok en uno de los sofás, un señor con gafas y libreta en mano, esperando en su gran escritorio y luego, él mismo.

Había elegido el sofá que estaba más cercano a Hoseok.

—Pensé que sería buena idea que Hoseok tuviese su última terapia antes de internarse contigo, Jimin.

—¿Internarse?—, preguntó Jimin mirando de inmediato el rostro tranquilo de su hyung.

—El jóven Jung se internará la semana que viene. Y tu vienes por primera vez aquí, ¿no es así?

Hoseok le miró intrigado, aún esperando una respuesta obvia de su parte. Jimin asintió tratando de no alterarse ante la imagen mental de su amigo internado.

—Vamos a comenzar con algo básico y es de mera confidencialidad entre nosotros tres—, dijo el hombre mientras se acomodaba en su asiento. —Preséntense, como si no se conociesen. Adelante, comiencen.

Jimin hacía círculos imaginarios entre sus pulgares, sin atreverse a mirar otro lugar que no fuesen sus dedos. Sentía el movimiento a su lado y pronto escuchó a Hoseok aclararse la garganta.

—Mi nombre es Jung Hoseok, tengo diecisiete y fui diagnósticado con el síndrome de Munchausen en condición de receptor.

Jimin se atragantó con su saliva y ambos acompañantes le prestaron atención. Sintió el remordimiento carcomer su pecho con lentitud, recordando el error de hace unas semanas con Hoseok. Se sentía tan mal pero la satisfacción de ese entonces, junto a la de ahora al recordarlo era más grande. Qué víbora maligna se sentía.

—¿Ocurre algo, jóven Park?

—N-Nada doctor... ¿es mi turno?

El doctor le animó con una sonrisa y un deje de manos, a que empezase, que se presentase y que se sintiera un enfermo más.

—Mi nombre es Park Jimin, tengo dieciséis años y no tengo un diagnóstico confirmado. El doctor anterior me encontró con principios de depresión y...

—¿...y? Continúe, señorito Park.

Hoseok le miraba, sentía su piel quemar ante sus ojos. Quería mirarle a los ojos también, como aquella vez en la playa, pedirle perdón por lo que hizo aunque sabe que Hoseok no lo notó y es por eso que está aquí.

—... y principio del síndrome de Munchausen, como emisor.

—Es un buen comienzo, joven Park. Vamos a empezar con el tema de su depresión.

Asintió y en un segundo, las preguntas comenzaron. Hoseok no le despegó la mirada en ningún momento y Jimin no pudo más que tragarse las ganas de llorar en medio de su relato relacionado al afecto de sus padres.

Lo sentía tanto pero era un egoísta.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Y qué hablaste con el doctor? ¿Uhm?

Su respiración empañó el vidrio y con su puño hizo la patita de un gato, dedito por dedito. Los edificios camino a casa se veían entre la forma que creó y Jimin se veía sumergido en ellos.

—Tal vez te diga que necesito internarme por unos días, mamá.


 

 

 

 

 

 

 

—¡Jimin! ¡Vinieron por ti!

Tomó sus emparedados y los guardó en su mochila, corriendo escaleras abajo hasta encontrarse a Jihyung con los ojos pegados en la televisión y a su madre con ese rostro digno de una dama de hierro esperando en la puerta. Papá estaba en el trabajo, como siempre. 
—Adiós enano—, dijo besando la frente de su hermano al paso, recibiendo quejas del infante por distraerle de sus dibujos animados. 

—Cuídate—; el muchacho asintió mientras la mano de su madre peinaba sus cabellos revueltos y lo animaba a irse. Jimin sonrió por primera vez en la semana.

La consulta con el doctor Bang seguía en su cabeza a pesar de haber pasado casi una semana. Hoy sería el último día de Hoseok antes de internarse y los chicos habían decidido juntarse en la playa. Seokjin se ofreció amablemente a buscarle junto a los otros. Suspiró y abrió la puerta de su casa, viendo el brillante color negro de la camioneta de su hyung.

—¡Sube!—; rió asintiendo y su mano fue tomada por Hoseok, quien le esperaba con una sonrisa en la cabina. Cuando subió, unas mantas fueron entregadas por los del asiento trasero y se cubrieron lo mejor posible, pues si bien el clima estaba bastante bonito, el viento y la policía no pensaban lo mismo.

Había dado miradas furtivas de vez en cuando y notó moretones en el rostro de Taehyung. Sabía lo que eso significa y decidió quedarse callado por el momento.

Jimin estaba un poco agradecido de que Hoseok no hablase mucho del tema en el camino- no hablaron nada y se dedicaron a dormitar por la hora y media que duraba el viaje. Lo único que taladró en su pecho fue cuando estaban saliendo de la carretera. Hoseok sacó su mochila y urgó dentro de ella hasta que finalmente sacó la caja de farmacos.

—Sabes que estás sano ¿verdad, hyung?

—Lo sé pero... Sólo guárdalo, después de todo,— dijo Hoseok entregándole la caja. Sus ojos se conectaron y Jimin sintió que lo oscuro de los ojos inmensos de su hyung estaban llenándose de una molestia contenida; —hallarás la forma de dármelas más tarde ¿no?

La había recibido en sus manos y sintió que quemaban. Pero lo interesante era la propia rabia que crecía en su pecho, como si le molestase que Hoseok se diese cuenta de lo que hizo. Asintió con la cabeza gacha y se detuvieron en medio camino gracias a él, que vio una famarcia pequeña en el camino.

No hizo mucho pero quitaría la molestia de si mismo al comprar vitaminas para Hoseok.

Cuando llegaron, Jimin fue el primero en bajar y saludar a Jungkook, que lo estaba esperando en el puente que separaba las calles del mar. Cuando se habían saludado, corrió hasta Seokjin y ayudó a los chicos a bajar las cosas. No estaba prestando real atención y sólo mostraba sonrisas pero notó que Jungkook se había acercado a Taehyung y vio intentando hablar con el moreno y no pudo soportarlo más.

—¿Jiminnie?

—Hablaré un poco con Jungkook, hyung, volveré enseguida—; Seokjin asintió y Jimin dio vueltas alrededor de la camioneta llegando hasta Jungkook y tomó su mano sin decirle absolutamente nada.

—¿Jimin hyung?

Se habían alejado unos metros considerables para sentirse solo, que nadie más les escuchase. Intercambió miradas cortas entre Taehyung y el chiquillo frente a él, sonriéndole lo más que podía y tragó el nudo en la garganta. En cualquier momento su voz se rompería.

—Kookie...

El pobre inocente le miraba confundido y con ojos inmensos en curiosidad. No supo como comenzó a hablar pero estaba orgulloso de no haber sido víctima de los nervios y el llanto.

—El papá de Taehyung... él le hizo daño. No sólo a Taeh, su hermana, Dios, a ella también. Quiero creer que tu no te tragaste todas esas veces que él decía que se golpeaba haciendo tonterías porque esos golpes no son accidentes casuales. No sabía que hacer y- lo lamento...

Se sintió una basura cuando Jungkook le miró aterrorizado. Pero era lo mejor, según su subconsciente.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban todos alrededor del fuego, pues la marea trajo consigo toda la frescura del día hasta ellos. Se había sentado a un lado de Yoongi, su hyung. Debe ser honesto consigo mismo y llega a concluir que Yoongi se ve mucho más guapo cuando está más relajado. Es precioso el muchacho.

La situación con Yoongi no era algo más allá del mundo. Él mismo creía que solo eran demasiado cercanos en comparación al resto de su circulo cercano. Podían pasar horas, días, meses uno al lado del otro y nunca se hartaban de la presencia del otro. Yoongi acostumbraba a llamarle por apodos demasiado cursis para él pero Jimin nunca se quejó. Le agradaba, si debe ser honesto. Sentía su pecho vibrar al pensar en ello.

Yoongi le ofrece de su bolsa de nachos y Jimin, con sus mejillas inusualmente rojas, acepta y saca un puñado. No recuerda haberse puesto de mil colores con alguien más y Jimin no quiere que sea lo que él está pensando.

Hormonas adolescentes, basta.

—Taehyung...

Alza su mirada cuando escucha la voz de Namjoon. El moreno miraba a su lado derecho, específicamente al muchacho de ojos escondidos y labio roto. Por algún motivo se tensó más de lo que debería cuando Taehyung sólo alzó sus pupilas para enfrentar a Namjoon.

—Tranquilo, ángel.

El susurro leve y confiado de Yoongi en su oído logró causar estragos catastróficos en su cuerpo y con un nudo en la garganta, asiente tratando de disfrutar el sabor de su jugo de uva. Sus ojos no se movieron de la mano que apretaba consolante su muslo y sabía de reojo que Namjoon había dejado su lata en algún lado y el rostro de Taehyung se mostró ante la luz que brindaba la fogata.

—¿Otra vez tu papá, Taeh?

Jimin no entiende como es que todos están conscientes de lo que sucede con Taehyung y nadie hace algo para ayudarlo. Pero recordó a Hoseok. Lo miró por unos segundos, el rostro preocupado de su hyung estaba matándole lentamente.

—Qué no es él, maldición.

Ninguno habló por sus buenos minutos. Jimin aún no podía creer que Yoongi no moviese su mano y que incluso apretase con más fuerza de su muslo. Quería preguntarle qué ocurría. Fue entonces cuando Yoongi se levantó a su lado y había tomado su mano para ayudarle a levantarse.

Creyó que les avisaría a los demás pero Yoongi sólo les sonrió y se fueron lo más rápido que podían de ahí. El cambio de ambiente fue demasiado notorio y Jimin pudo respirar un aire limpio, sin tensiones ni rostros magullados.

—Caminemos por ahí—, le dijo Yoongi, tomando su mano y brindándole el calor que sus manos necesitaban. La playa estaba hermosa con el atardecer y Jimin pudo crearse una imagen mental de una cita.

—¿Sólo querías que camináramos o querías decirme algo?—; Jimin era un iluso, tenía sus motivos para no creer en ciertas cosas. Pero tampoco era tonto y sabía que Yoongi le buscó para algo.

—Solo quería preguntar cómo te fue en la consulta, supe que habías ido y me preocupé un poco...

—¿Quién te dijo eso?—; se detuvo a medio caminar y escuchó el sonido de las olas al chocar con la arena húmeda, el viento en sus oídos y su propia respiración. Yoongi le veía sorprendido y Jimin sabía que estaba siendo un dramático pero se suponía que no le diría a nadie de lo ocurrido. Sólo una persona se le vino a la cabeza, y puede que tenga razón. —¿Fue Hoseok hyung?

—S-sí pero no me dijo que sucedió, sólo que te vio ahí y-

—Suéltame, ahora.

La respiración se agitó y sintió demasiadas ganas de llorar. La vergüenza recorría su pecho y no quería que Yoongi hyung le viese. Tironeaba con todas sus fuerzas de la mano del mayor y Yoongi apretaba con más ahínco, no queriendo soltarle.

—Por favor, escucha-

—¡No! Déjame por favor hyung, por favor—; Yoongi trataba de mirarle a los ojos pero estaban rojos y cristalinos. Delataban a la distancia que era un vil mentiroso y egoísta y quería disculparse con Hoseok pero no quería que fuese de esa manera.

Estaba entre la espada y la pared y segundos después entre los brazos de Yoongi.

—No me mientas, no a mí. Quiero saber qué estás bien y si no es así, quiero saber qué ocurre.

Su voz sonaba tan gentil en sus oídos y Jimin no pudo más que romper en llanto. Se escondió en el pecho de hyung y dejó que las caricias en su cabeza y espalda le relajasen. Nunca sintió tanto miedo de ser descubierto pero ahora ya no había vuelta atrás. Yoongi lo conocía como la palma de su mano y eso entibió su pecho pero también le dio muchos nervios. Ya no sería capaz de idear las grandes mentiras que el resto de los chicos se tragaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—A Hobi hyung le hice muchas cosas malas. 

No siguieron caminando por mucho tiempo. Jimin se había calmado y decidieron que sentarse frente a la orilla del mar, sería suficiente para entablar una conversación amena. Yoongi tenía su vista pegada a su cuerpo y se sintió como un niño perdido- un niño siendo castigado, más bien. Tampoco le juzgaría, ahora que le contará sus penas ¿verdad?

—Hubo un tiempo donde yo me sentía muy solo y tu no estabas bien tampoco, no quise molestar estando de esa manera—, comienza el chiquillo, acariciando sus dedos tratando de sentirse más cómodo. —Uno de esos días, encontré unas píldoras en casa y me las llevé, pensando que podría usarlas después. Recuerdo que encontré a Hoseok hyung en la calle y se veía tan alegre...

—¿Te contó lo de Taehyung?—, preguntó Yoongi en el breve momento de silencio. —Puede que haya estado feliz por eso.

—No lo sé hyung, probablemente. Sólo sé que al verme, corrió y nos fuimos a uno de los parques y él me preguntaba cosas. No se las iba a responder al principio pero fui tan egoísta que cada una de las cosas que yo decía, las terminaba con un "espero que te pase, así me entiendes". Ah... había sacado las píldoras y le dije a Hoseok que simplemente las tomase junto a mí, que lo hiciéramos juntos y así pasó...  

» Luego de eso, él cayó en el hospital. Era un muchacho sano y no sabían porqué se había metido en el cuerpo medicamento de ese calibre. No sentí culpa. Hobi hyung regresó pero estaba tan mal, tan enfermo y como un idiota, lo mediqué prometiendo que con eso se mejoraría. Hospital tras hospital, los exámenes comprobaban que Hoseok hyung era un joven demasiado sano y sin enfermedad alguna ¿puedes creerlo? Pero yo no seguí por mucho; él no se había dado cuenta así que pude haber continuado con ese sistema pero no lo hice. En cambio, él comenzó por su cuenta. Creo que lo de Taehyung se estaba volviendo más serio y me dije que comenzó a medicarse como si fuese droga pero en realidad, solo lo hacía cuando no quería ir a la escuela. No iba porque después pasaba a ver a Taehyung.

» Dijo muchas veces que su estómago estaba mal, descompuesto. Que tomaba medicamentos para el estómago y para poder dormir. Lo enviaron a mil doctores de todo el país y el imbécil seguía sano. Conseguía licencias médicas, así en la escuela no le expulsaban. Entonces el consumir píldoras le pasó la cuenta y...

Se detuvo un momento para tragar el nudo repentino que inundó su garganta y trató de llevar su relato lo más tranquilo posible. No pudo, en realidad. Yoongi no había vuelto a hablar pero su rostro no mostraba disgusto, enojo o ira. Estaba con una sonrisa. Lo envolvió en sus brazos y besó sus cabellos. —Lo superarás. Te ayudaré, cariño. También ayudaremos a Hoseok ¿sí?        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una hora exacta y Yoongi se alejó para volver a su lugar junto a los chicos. Él, en cambio, fue hasta la camioneta y encontró su bolso, donde sacó la caja de vitaminas que se prometió entregar a Hoseok. Él estaba riendo con los chicos y con Taehyung a su lado. Ojalá pudiese sentirse amado, como seguramente Taehyung se sentía. 

Corriendo a pasos cortos, se sentó al otro lado de Hoseok y le sonrió leve, queriendo que no se alarmase. —Hola.

—...Hola—; Taehyung le miró y a pesar de sus labios rotos, le ofreció una sonrisa en cambio de su silencio. Hoseok se había dignado a responder el saludo y eso le entregó la confianza que necesitaba.

—No es mucho pero—; sacó la caja de su bolsillo y se lo ofreció a Hoseok, asegurándose de mostrar el frente del empaque y así no asustar al mayor. —, pero por algo se puede empezar. Son vitaminas, así que no hay problema... 

Hoseok le miró buscando algún indicador de mentira en sus ojos pero sonrió tomando la caja y abriéndola de inmediato. Sacó una pastilla y Jimin rió con la expresión de su hyung al disfrutar el sabor. —¡Es de naranja!

—Quiero uno de limón—, pidió Taehyung atraído por los colores en la tableta.

Jimin sonrió con algo similar al orgullo envolviendo su pecho. Su nuca picaba y se giró para ver que ocurría cuando encontró el rostro sonriente de Yoongi. Valía la pena intentar mejorar las cosas, si las sonrisas de Yoongi eran la recompensa.               

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Pasen, por favor.

Su madre sonrió y él le siguió detrás. La oficina del doctor Bang seguía igual de acogedora para él, solo que Hoseok no estaba y su madre le acompañaba. Caminaron hasta que saltó en su sillón favorito, pensó para él mismo. Le gustaba dar miradas alrededor de la oficina y se encontró con un detalle, algo nuevo que no notó las semanas anteriores. 

Un cuadro en tonos azules, fríos. Árboles y la montaña de fondo. Le parecía muy bonito y se quedó unos segundos inmóvil admirando la pintura, que estaba a un lado del diploma del doctor, tras su asiento en el gran escritorio. —Me gusta mucho su cuadro, doctor Bang—, comentó Jimin.

—Así veo, señorito Park. Al joven Jung también le gustó mucho el cuadro. Me pidió incluso una replica para llevar con él.

Se sintió más tranquilo al saber ese detalle. Hoseok se fue hace casi un mes y había sido duro para todos los chicos, especialmente para Taehyung. Ninguno de ellos sabía antes de esto, excepto él mismo y supuso que sería un peso en los hombros de todos. Afortunadamente, todos esperaban que Hoseok regresase renovado y se tomó la molestia de comentarles su situación -si bien no fue toda la verdad, prefirió solo decirles que estaba yendo al psicólogo y que seguiría el camino de Hoseok, probablemente-. 

Su madre le miraba pidiendo que se comportara, sabía que estaba siendo un niño en estos momentos pero la emoción en su cuerpo era lo más bueno que podía tener en su cuerpo. Quería dejar la ansiedad y por primera vez en su vida, pensó que tal vez estando lejos de su familia, él se sentiría libre. 

—Vamos directo al grano, señora Park. Jimin me ha comentado las pasadas sesiones sobre como va todo, como se siente y él mismo ha ofrecido la idea de irse un tiempo internado.

—¿Es eso verdad, cariño?

Asintió sin darle mayor importancia a la mirada filosa de su madre y siguió contemplando el cuadro tras el doctor Bang. No recuerda ni le tomó mayor atención a lo que su madre y el doctor hablaron por casi media hora. No hasta que escuchó las palabras mágicas, lo que estaba esperando.

—Entonces, señora Park, nos vemos la próxima semana, para cuando Jimin se interne.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los chicos le abrazaron apenas pisó el living de Jungkook. Fueron uno por uno, como si fuesen los niños de pre-escolar que extrañaban a la maestra que no fue por toda una semana a cantar canciones. O al menos así lo sintió Jimin. 

Jungkook lo sostuvo en sus brazos más de lo deseado y sus costados ya dolían un poco. —Yah, Jungkookie~

—Perdón, es que...—; Jungkook les miraba con ojos temblorosos, quedándose sin palabras justo en el momento y Jimin le comprendió. Sin embargo, quería escucharlo de los labios de su pequeño. —... todos se están yendo y siento que me dejarán solo.

Jimin fue demasiado rápido en actuar, dejando sus brazos alrededor del cuerpo de Jungkook y apretándole con fuerza. Sabía que el chiquillo no lloraría y así quería que fuese. Pronto sintió los brazos de Namjoon sobre los suyos, besando la cabeza de Jungkook y susurrándole dulces nadas en su oído. Estaba un poco confundido pero no es algo que no se viese antes entre ellos. 

Sin embargo, Seokjin miraba a ambos chicos entre sus brazos con un poco de amargura. Se separó del menor y de su hyung y fue hasta Yoongi, que lo esperaba en el sofá- Jimin quiso hacerse el tonto y desviar el camino hasta llegar a Seokjin pero su corazón vibraba con solo ver los brazos abiertos de hyung.

No era nadie para negar algo a su corazón.

—Hyung~

—Mi Jiminnie...

Jimin sabe que el único lugar donde se sintió querido, además de su grupo de amigos y Jihyung en casa, son los brazos de Yoongi, benditos sean. 

No hubo muchos detalles que contar, solo cosas simples que disfrutaba todo el tiempo con los chicos. Ver películas, hacer pizza y terminar destruyendo la cocina, hablar y cantar y finalmente dormir unos al lado de otros. Bueno, Jimin quizá si haya querido contar a alguien lo bien que se sentía dormir en el pecho de Yoongi pero se lo dejaría como un secreto, o quizá se lo cuente a Hoseok cuando lo vea en el hospital. 

Recuerdos demasiado hermosos para llevárselos un mes en su corazón.  

De hecho, no quiere moverse de donde está pero puede ver los primeros brotes de amanecer a través de las cortinas del living y sus grandes ventanales. El pecho de Yoongi sube con calma y parsimonia y sus hombros eran cubiertos por las mantas ligeras y el brazo fuerte de su hyung. Si, pudo dormir toda la noche pero por algún motivo, el sueño se dispersó fuera de su cuerpo antes de lo pensado. 

Se acomodó mejor, con sus ojos directo en el rostro durmiente de Yoongi y su boca ligeramente abierta. Sin duda iba a extrañar a Yoongi. Iba a ser un duro mes lejos de todos ellos pero sobretodo de él. ¿De verdad valía la pena? 

Miles de preguntas rondaban en su cabeza y no supo cuando fue que las lágrimas cayeron. No intentó limpiarlas, solo se acercó más al rostro de Yoongi y con la respiración temblorosa solo pegó sus labios a la comisura de los de su hyung y sintió su corazón menos pesado. Pudo haber besado sus labios pero era un lujo que Jimin no se daría; se sentiría impuro y sin derecho alguno de disfrutar el calor que sus labios tendrían. No pudo seguir pegado a él más tiempo, separándose y mirando nuevamente para comprobar que Yoongi no despertó y Jimin finalmente pudo volver a dormir, aunque fuesen dos horas antes del gran momento.

Bah, ironías.

 

 

 

 

 

 

 

 

La sangre subió y Jimin suspiró cuando la aguja salió de su piel. La enfermera puso un parche en el agujero de su piel y le pidió que presionase por treinta segundos. El último dato que faltaba de su ficha estaba listo y ahora debía ir a buscar su maleta para entrar con la misma chica hasta su habitación. 

Y así fue el trayecto. No quiso despedirse de manera cercana a su madre, seguramente ella ni lo sentiría así que solo tomó sus cosas y con un adiós se fue detrás de la enfermera. Los pasillos estaban relativamente vacíos y solo habían un par de chicos andando y viniendo por ellos. Subieron algunos pisos en el ascensor y doblando a la izquierda, encontraron las habitaciones, dentro de ellas, la suya. 

2013. 

Era compartida, según lo que le informaron y era con alguien que seguro se iba a llevar bien con él. —Puede acomodarse en cualquiera de las camillas y regresaré a llenar la tablilla del paciente. Póngase la ropa y yo me encargo de esto—, le dijo la enferma, tomando su bolso y abriendo la puerta del gran cuarto. 

Jimin simplemente caminó y la puerta se cerró tras él. Eran cuatro camillas por lado pero solo una estaba ocupada. El chico de espaldas parecía estar durmiendo así que no le molestaría. Eligió la que estaba frente a él, a un lado de la ventana y vio las ropas que usaría de ahora en adelante. Un pijama blanco. Al menos no serían esas mierdas exhibicionistas, pensó divertido el muchacho. 

Miró al otro chico de la camilla del frente. Su pijama era azul. Nada que quebrase el ambiente visual del hospital. No demoró nada en cambiarse así que procedió a recorrer el cuarto. Lamentablemente, Jimin solo encontró aburridas y monótonas las paredes y camillas, excepto cuando llegó a la camilla del chico de pijama azul. 

No lo había visto antes pero sobre la ventana, estaba el cuadro de los árboles y la montaña. Su cuadro favorito.

Su mirada fue a los pies de la camilla, donde la tablilla del paciente reposaba quieta. Se acercó lo suficiente para ver la información y suspiró nervioso cuando Jung Hoseok se mostraba en manuscrita imprenta. 

En conclusión, su cuadro favorito y el de Hoseok.

 

     

 

 

 

 

 

Lo siguiente que pasó fue a la semana. Resultó ser que las terapias de Hoseok no coincidían con los suyos. Normalmente a él le tocaba en la tarde y Hoseok dormía su siesta a esas horas. Algo similar para  las terapias de Hoseok, donde son en la mañana temprano y él dormía aún. 

Ahora estaba despierto, aunque sabía que Hoseok debía estar en el patio y él le vendrían a buscar justo ahora. Entonces la enfermera con la que hizo amistad por ahora -nunca puede recordar su nombre, es algo extraño- entró a buscarle y lo llevó por pisos y pisos hasta llegar a la oficina del especialista.

El doctor Bang no era el doctor a cargo de su caso pero estaba feliz de saber que venía dos veces a la semana a verle, una por compromiso y otra porque, fuera de todo el rollo de su diagnóstico, el querido doctor Bang se transformó en algo similar a un padre. 

Su madre en cambio, creo que aún no sabía si siquiera dejó constancia de que pisó el hospital para visitarle. Debe estar tranquila, esperando su regreso, sí, eso.

—Buenas tardes, Jimin.

—Buenas tardes, doc.

—¿Te sientes más cómodo llamándome así o quieres que te facilite un apodo?

—Así estoy bien...

Lo interesante del doctor Shin, era que manejaba sus sesiones pero no era él directamente quien las impartía. Estaba... esta mano robótica, que sostenía imágenes que servirían para las terapias. Las primeras que sostuvo cuando llegó, fuese ese complejo test que no recuerda el nombre pero si las manchas. Con las primeras dos sesiones, Shin y él llegaron al acuerdo de que una réplica de su cuadro favorito estaría por el resto de sus sesiones para brindarle cercanía y confianza en su desenvoltura. 

Y a ciertos conceptos y nombres para hablar.

—¿Algo más que quieras decirme de Eva?

—Es un buen chico... Ya se lo dije antes, todo lo que le ocurre a él es mi culpa en parte. 

Jimin veía la manzana que le ofrecía todas las sesiones el doctor. Esta vez no quiso comer porque sabía que esta terapia requería su voz y comer no se le apetecía, aún por lo menos. 

—Entonces ¿cómo te sientes tu con todo lo que le pase a Eva?

—Demian leía este libro donde Lilith era la serpiente que envenenaba la vida de Eva. Sinclair decía que estaba loco por ese libro, a veces retaba mucho a Demian pero, no lo sé—; se acomodó en la silla y miró el cuadro, sintiendo las ganas de fundirse con la pintura. Volvió su mirada a la mano inerte y vio de reojo al doctor, en una esquina de la blanca oficina. —Soy Lilith. Sí, creo que así me siento.

—¿Estás consciente de que estás aquí por que estás arrepentido?

—Por supuesto que lo estoy, por eso estoy aquí doc. 

Recordó el rostro de Yoongi, la sensación de su piel contra sus labios y se aferró a las esperanzas tan pequeñas que Yoongi le otorgaba. —También—, habló por fin luego de un silencio eterno, solo escuchando el sonido del lápiz contra el papel. —... También estoy aquí porque quiero lo mejor para Eva.

Para Hoseok, se dijo agarrando la manzana y dando un fresco y limpio mordisco en ella. Tan jugosa y sabrosa. 

 

 

 

 

 

 

             

                 

—¿No quieres salir, Jimin?

La chica se sentó a su lado, junto a la camilla. Llevó la cucharada de la gelatina a su boca que conocía desde hace tres semanas y asintió masticando los trozos de manzana. El día estaba radiante pero aún así no quería salir afuera. Comprendió que no estaba listo aún para salir al patio y encontrarse con Hoseok.   

—Me alegro. Por cierto, sé que no quieres ir al patio así que mandé a tu visita hasta una de las salas ¿suena bien?

—¿Visita?—, preguntó Jimin deteniendo todo movimiento. La muchacha asintió y le ayudó sin más a levantarse. 

Arregló su camiseta y caminó el trayecto que acostumbraba con la enfermera a su lado. Los salones que nunca obtuvo chance para entrar, ahora estaban frente a él. La ventanilla mostraba una espalda no tan amplia y bien abrigada, con cabellos tan coloridos como los que recordaba de su chico. 

Abrió la puerta y la persona se giró y Jimin recordó que las esperanzas a las que se aferraba, estaban más latentes que nunca. —Yoongi hyung...

—Mi ángel...

           

 

 

 

 

 

 

 

Tuvo la posibilidad de llevar a Yoongi a su cuarto. Por suerte, la camilla frente suyo estaba vacía. Tampoco le comentó a Yoongi que Hoseok era su compañero de cuarto. Yoongi se sentó en la camilla de Hoseok y le miró expectante.  —Cuando quieras—, le avisó el mayor. 

La enfermera previamente dejó un reproductor en la mesa de noche a su lado, cumpliendo con su parte por haber aceptado salir de su habitación. Presionó play y el sonido comenzó tan lento como él quiso. 

Parte de su tiempo libre -más bien, cuando despertaba antes de tiempo y Hoseok estaba en sus terapias- era gastado en melodías imaginarias y pasos tan libres que repitió durante todas estas semanas. Una coreografía salió de ello y estaba demasiado emocionado por mostrarlo ante su hyung.

Entró en su personaje y olvidó lo demás.  

 

 

 

 

 

 

 

—¿Cómo te has sentido hasta ahora?

—Más calmado y feliz. Me he enterado de que Eva ha mejorado y me siento más seguro sobre irme de aquí.

—Hemos progresado bastante entonces, Lilith.

Jimin sonrió mirando la fotografía de Hoseok en la mano robótica y asintió por instinto. 

—¿Harás lo que me contaste anteayer?

—Mandé a mi ángel a que comprara muchas vitaminas. Lo tengo bajo control.          

 

 

 

 

 

 

 

Finalmente, el último día llegó. Tenía a su fiel acompañante, el pijama blanco, doblado pulcramente sobre la camilla. La chica que fue su enfermera regresó con su bolso y lo dejó a su lado con un suspiro lamentoso.  

—No puedo creer que ya te vayas Jimin...

—¿Qué? ¿No te alegra que esté mejor?—, preguntó con enojo fingido a la chica. 

Ella rió bajo y asintió mientras lo atraía en un abrazo. —Estoy muy feliz por ti. Espero que tenga que verte como un amigo más y no como un paciente.

—Lo prometo. 

—Entonces, andando. 

Ella se dirigía a la puerta pero Jimin recordó que faltaba algo más antes de poder irse. Fue hasta su camilla y alzando el colchón, sacó el sobre que tenía escrito el nombre de Hoseok. Sonrió como un bobo cuando la mirada de la enfermera le fulminaba sorprendida. La escribió hace tres noches atrás, para su última sesión con el doctor Shin. Se acercó hasta la camilla del frente, que estaba tan arreglada como Hoseok quería que fuese su vida y la dejó bajo la almohada, junto con una de las manzanas que se llevó de la oficina de Shin ayer. 

Mientras se alejaba, miró hacia la ventana y no evitó su sonrisa. El cuadro favorito de Lilith y Eva. —Nos volveremos a ver, hyung.             

 

 

 

 

 

 

Su teléfono no mostraba señal alguna de que su madre le hubiese llamado para ir a buscarle. Jimin suspiró mientras miraba a las personas entrar y salir del hospital. Los vehículos andaban en la calle y sintió que extrañaba mucho el ajetreo de la ciudad. 

Estaba fijándose en un auto pequeño, de color negro que venía en dirección hacia la derecha; en el otro lado de la calle, para ser más preciso. El auto desapareció y volvió a fijar su vista al frente suyo. Y fue cuando esa camioneta que tanto extrañaba. 

La camioneta se detuvo frente a él y Namjoon le sonrió desde la ventana del co-piloto. Seokjin saludó con el volante entre sus manos y Jungkook junto a Taehyung chocaron contra la ventana de los asientos traseros. Y ahí, en la cabina de la gran camioneta, Yoongi le sonrió con adoración.

Y Jimin se sintió vivo. Su ángel estaba ahí, mostrando que sus pequeñas esperanzas crecían cada vez más.

Notas finales:

¿review? ¿tomates? ¿dudas? sgfsd

x.


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