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STIGMA por MhmPanda

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Notas del capitulo:

Hola, tanto taim

son como 10 mil palabras y ya les voy avisando

SI NO HAN LEÍDO I NEED YOU Y RUN DE HYYH SERIES, LES RECOMIENDO QUE PARTAN A LEERLO AHORA YA PORQUE ESTO TIENE SPOILERS DIRECTOS Y SORPRESITAS PARA LA HISTORIA!!!!! 


eso pues, que vayan a leerlo~ y disfruten 7u7

nos vemos en first love~

 

x.

Él recuerda muchas cosas.

Recuerda cuando era aún un niño "come-tierra", un agradable apodo que su madre y hermana mayor le pusieron a los ¿cuatro años?

Mamá siempre lo regañaba por ensuciar su ropa pero luego de una buena ducha, Hyeri noona o su mamá terminaban por regar besos en sus mejillas y le decían lo mucho que adoraban y agradecían que existiese en sus vidas. Papá llegaba justo a esas horas y siempre tenía para él un pequeño chocolate que compraba para comer camino a casa. Hyeri reiría y se abalanzaría hacia los brazos de su padre y le preguntarían ambos sobre su día de trabajo.

El resto de los días eran agradables, sobretodo en la escuela cuando tenían siete y ocho años -contando a su hermana, por supuesto-. Gustaba mucho de dibujar, los maestros lo usaban de ejemplo a seguir en clases de arte. Su madre lo llenaba de besos y abrazos cuando contaba emocionado sobre ser el favorito del profesor. Hyeri le diría a modo de favor que dibujase los vestidos de sus muñecas y él aceptaba porque su hermana solo lo pedía para molestarlo.

Taehyung lo notó por primera vez en ese momento.

—No le hagas hacer esas cosas a tu hermano, Ri. Ve a jugar con tus muñecas—, dijo esa vez papá. No se veía enojado pero Taehyung no comprendía el porqué era malo dibujarle vestidos a las muñecas de Hyeri.

Mamá llegaría con su jugo de manzana para él y su hermana y diría con esa voz suave que tanto recuerda con añoranza, que se olvidase de ese tema y disfrutasen la tarde en el patio. Taehyung adoraba las tardes con Hyeri y su papá.

Cuando cumplió los once años, jugaba con su carro y figuras de acción en el patio cuando mamá y papá llegaron con una bola de pelos blanca y felpuda. Había pensado en un peluche pero dos orejitas y una lengua babosa le saludaron y Taehyung recordó las caídas que tuvo camino al adorable cachorro que le ladró en simpatía apenas notó su presencia.

—¡Te llamaré Soonshim!—, gritó con Soonshim-ie en sus brazos, acariciando las orejas felpudas de su mascota.

A la semana, con dos meses de haber comenzado el año escolar, Taehyung, en su asiento de siempre, conoció a un alumno nuevo que había llegado al salón.

—Me llamo Jung Hoseok, espero que me reciban bien—, había dicho ese niño de nariz respingada y pequeñita. Le gustó su rostro, recuerda Taehyung. En el patio de la escuela logró acercarse al muchachito y curiosamente lograron congeniar. Había llegado a casa junto a Hyeri y su mamá estaba cocinando algún postre en la cocina cuando le contó sobre Hobi.

—Me alegro mucho mi amor—, le dijo su madre viendo esa sonrisa que papá siempre le comenta que heredó. —Espero poder conocerlo en un futuro~

Y fue algo así, recuerda Taehyung. Cuando cumplió los trece, Hoseok era parte de la familia sin dudarlo. Había sido gracias a su cumpleaños. Mamá le dijo que invitara a todos los amigos posibles y así lo hizo. No conocía a muchos, más allá de Hoseok y otro niños del salón pero recuerda que su cumpleaños número doce fue espectacular pues Hobi hyung estaba con él. Mamá tomó muchas fotos de él y su amigo jugando con Soonshim y siempre mostraba con orgullo la foto donde Hobi limpiaba su nariz de los restos de pastel.

Volviendo a los trece, Hoseok quedó como siempre en dormir con él ese viernes. Papá y mamá habían salido esa noche y Hyeri quedó en casa de una de sus amigas. Ellos no tenían ganas de ver películas y comer dulces hasta reventar a las tres de la mañana, porque, ciertamente, a esa hora ya estaban en cama de Taehyung tratando de dormir.

Taehyung recuerda que la lamparita de noche estaba encendida y Hobi hyung le miraba casi sin pestañear. —¿Pasa algo?—, había preguntado él.

—Nada, solo estaba mirando tu piel—, respondió el otro.

—¿Por qué?

—Tu color. Es bonito.

Taehyung recuerda que también lo notó por primera vez algo en ese momento. Sus mejillas estaban calientes y su corazón no estaba bombeando como loco, pero si que se había acelerado.

A los catorce años, Taehyung ya había desarrollado una habilidad impresionante en dibujo, según sus profesores. Hyeri noona era una muchacha hermosa, muy educada y con una sonrisa envidiable a pesar de ser igual a la suya o de su madre. Taehyung estaba en otros ámbitos de la apariencia, usando siempre ropas oscuras y capuchas.

"Una etapa", escuchó decir a su mamá cuando papá se mostraba preocupado por su actitud. Taehyung no se encontraba nada malo. Disfrutaba llenar las paredes de su cuarto con bosquejos de sus dibujos y su escritorio que alguna vez estuvo repleto de libros, se llenaba cada vez más de latas de pintura. Hyeri era la que más lo motivaba en ello. —Debes hacer el diseño de mi tatuaje para cuando cumpla los dieciocho, Taeh.

—Por supuesto noona, tu solo dime que quieres y yo haré la magia.

Hoseok.

Él era con Hoseok...

Taehyung trata de recordar si alguna vez tuvieron una etiqueta. ¿Mejores amigos? ¿Amigos con beneficios? No. Quiere decir, sí. No lo sabe a estas alturas.

Su primer beso fue con Hoseok -Soonshim se hubiese llevado ese puesto pero era un niño aún y está seguro de que las babas en sus labios no era algo para llamar beso-, cuando tenía catorce aún. Nunca fueron a más aunque cuando podían, entre risas y caricias en sus rostros, se dedicaban a dar pequeños besos y palabras de afecto.

Hobi seguía siendo parte de la familia y debe decir que estaba seguro de que su madre estaba encantada con él.

Para cuando tenía los quince años cumplidos, Taehyung había conocido a los chicos y de alguna forma se llevó bastante bien con Namjoon hyung y Jimin. También notó por segunda vez aquellas cosas que pasaban en su alrededor.

Fue cuando estaba en el salón de su casa, sentado junto a Hoseok en el sofá grande. Estaban aburridos y Taehyung no encontró mejor distracción que tomar la mano de hyung y tomar uno de los lapices que albergaba en su bolsillo. Había entrelazado los dedos de su zurda con la diestra de Hoseok y besó su dorso provocando la risa de ambos. Y él había comenzado a dibujar una mariposa cualquiera, la que se le había venido a la mente y Hoseok observaba admirado.

La piel de hyung era suave. Hoseok mientras tanto seguía con aquellos gustos raros por la piel de Taehyung. Y ambos sentían que estaba bien, mirándose a los ojos de vez en cuando y con sonrisas acorde a los latidos de ambos.

Ahora que lo recuerda, Taehyung nunca dio un paso adelante en lo que sea que tuvieron. Hasta el día de hoy no puede. Le hubiese encantado, claramente.

¿Cómo estaría Hoseok?

Papá había llegado de la cocina y se encontró con aquella escena, nada fuera de lo normal, diría mamá. Primero se fijó en Soonshim, que estaba durmiendo sobre la alfombra y luego en ellos.

—¿Podrías venir a ayudarme, Taehyung?—, le preguntó su padre con tono serio. —No quiero interrumpir lo que... lo que sea que estaban haciendo pero te necesito, hijo.

Ese día, comenzó la tortura, recuerda Taehyung.

Papá le pidió que le ayudase a encontrar trabajo, en lo que fuese. Lo habían despedido de su trabajo. Taehyung era un pobre adolescente que no conocía el mundo y simplemente se negó a la propuesta, justificando que no sabía de nada para esas fechas. Papá le había mirado con algo horroroso en sus ojos, no lo sabe.

Al paso de los días, de los meses, Taehyung había llegado de la escuela y encontró botellas en la mesa de la cocina y a papá tirando en el sofá, dormitando. Mamá miraba contrariada a su marido y recuperó la compostura cuando notó a Taehyung en la entrada del salón.

—¡Llegaste! ¿Dónde está Ri?—, preguntó su mamá con una sonrisa. Taehyung había sentido algo apretando su pecho cuando notó lo forzada de esta.

—Fue con sus amigas de paseo, llegará en la noche, creo.

—Ya la llamaré después—, murmuró su madre. —¿Crees poder ayudarme con estas botellas, bebé?

Entre recoger las botellas y arreglar un poco la fachada de su casa, mamá le comentó que su padre no estaba teniendo suerte en conseguir trabajo y que de alguna forma llegaba con alcohol a casa. Taehyung sintió temor por primera vez en su vida.

También recuerda que su madre le pedía favores tan lindos a su parecer, como entregar algunas barras de chocolate a Hoseok y a él, por supuesto. Comían chocolate hasta decir basta.

Desde ese momento en adelante, Taehyung recuerda cada una de las cosas que fueron cambiando y el día inevitable llegó.

Con apenas dieciseis años, Taehyung recibió una llamada a su celular. Hyeri sonaba asustada y balbuceaba que había llegado a casa y la policía junto a la ambulancia estaba afuera y no podía entrar. Estaba en clases de matemáticas y Hoseok se asustó al verlo dejar caer su celular.

Fue él quien pidió que hicieran una llamada a casa y así fue como autorizaron a ambos salir del edificio camino a su hogar. Taehyung recuerda ver a Hyeri llorando contra su mochila y como un bulto salía en una camilla cargada por los forenses, capas de nylon encima y una mano delicada y pálida colgando. Fue cuando notó el anillo de matrimonio en el anular izquierdo de su mamá.

Su mundo se derrumbó en segundos.

Papá no estaba en casa, estaba desaparecido y Soonshim llegó hasta sus brazos y Taehyung lloró como un niño pequeño con su mascota entre los brazos. Hyeri se acercó hasta él rompiendo su garganta en llantos y Hoseok no pudo hacer mucho.

—¡Quiero a m-mi mamá!

—T-Taehyung...

—¡Sólo quiero que me la devuelvan, maldición!—, gritó Taehyung contra el pecho de Hyeri y su cabeza punzaba, con fuerza desmedida mientras recibía las miradas del vecindario entero. —N-noona, mamá no puede estar muerta, no...

—Mi TaeTae...

Su cuerpo era abrazado por la destrozada hermana y recuerda con exactitud que las manos de Hyeri apretaron su espalda con tal fuerza que dejó marcas de porvida.

Fue a los diecisiete años que el caso quedó inconcluso, que solo había sido una mala maniobra de su madre al resbalar en el piso y su cabeza se golpeó fuertemente con una de las esquinas de la mesa dentro de la cocina. Su papá había aparecido hace no mucho y parecía arrepentido.

Taehyung hasta el día de hoy no le cree absolutamente nada de lo que salga de su apestosa boca.

Había recibido las llamadas de los chicos y Hoseok estaba dentro de los invitados, por así decirlo. No recuerda otro día más feliz que esa tarde, Hoseok tomando de su mano y corriendo entre las paredes malogradas del edificio abandonado.

Namjoon y Seokjin estaban en términos de coquetería esos días y siempre veía a ese par compartiendo patatas o dulces de piña. Curiosamente, Namjoon había comenzando a fumar y los caramelos eran cortesía obvia del no tan fanático al mentolado, Seokjin. Aunque no está seguro hasta hoy; ¿será que Namjoon hyung ya fumaba de antes a ese recuerdo? 

Taehyung con el paso del tiempo y junto a la compañía de los chicos, fue acostumbrándose a estar cerca de la fogata improvisada que hacían en el edificio, y así se la pasaba brindándole mimos a Hoseok en el viejo sofá feo que usaban los siete. 

Fue a los dieciséis cuando las cosas se iban de las manos, en su vida y en la de sus amigos.

Aunque tampoco recuerda estar seguro de esa afirmación; ¿será que todos tenían sus problemas de antes?

Trataba siempre de no salirse de la zona de confort en la escuela, siempre con los rendimientos necesarios para no tener que preocupar a su hermana de sus notas. No era un genio pero era bastante capaz con su cerebro a pesar de que sus cuadernos eran noventa por ciento dibujos extraños que iban y venían en las clases. 

Quería hacer sentir orgullosa a Hyeri, de algún modo. 

Aunque ahora no lo debe estar tanto.

Con una preocupación menos, Taehyung siempre regresaba a casa para pasar la tarde estudiando o dibujando, si es que a su hermana no se le ocurría pedirle ayuda en algo en que su papá era un viejo inútil. Esa casa que una vez albergaba tantos lindos recuerdos, fue malográndose al paso del tiempo. El hombre de la casa nunca conseguía un trabajo estable para ayudar en los cuidados del hogar y Taehyung junto a Hyeri estaban acostumbrados a que las botellas y basura de comida apareciesen en el lugar.

Como un hábito al que se estaba acostumbrando después de dos años, entró a casa dejando sus zapatos donde correspondía y avisó su llegada. Lo siguiente que escuchó fue un plato quebrarse en la cocina.

Corrió, recuerda, hasta allá y vio a Hyeri cubriendo su boca asustada y uno de los platos con ramen en el suelo. Su padre de alguna forma estúpida se levanto empujando de paso la mesa y el cuerpo de Hyeri, que por suerte no logró caerse ni nada grave. 

Fue la primera vez que vio a su papá tocarle un pelo a su hermana.

Ah, se siente estúpido porque no pudo notar las demás veces...

Recuerda que unos días después de eso, trataba de escaparse siempre después de la escuela, no queriendo volver a casa a pesar de que quería ir solo para ver como le iba a Hyeri, si ocurría algo peor a lo que pasó esa vez. Pero no pudo. Era un cobarde. 

Fue uno de esos días cuando Hoseok lo detuvo al tocar el timbre, apretando su muñeca y sonriendo culpable por algún tipo de fuerza desmedida que Taehyung recuerda nunca usó sobre él.

—Vamos a comer un helado—, le había dicho su muchacho bonito de nariz respingada.

—No tengo dinero—, dijo torpemente esa vez.

Hoseok rió y recuerda el tacto suave de sus dedos cruzando su palma para llegar hasta sus propios dedos y entrelazarlos. Con una sonrisa, él le había contestado:—Yo invito al príncipe.

Un helado de chocolate con menta, un poco costoso pero que Hoseok le había insistido en comprar desde que notó que puso sus ojos en los sabores. No recuerda la parte precisa del local donde se sentaron pero estaban dentro de él y no habían hablado mucho. 

Fue, también, cuando notó las uñas del muchacho bonito. Estaban tan cortas y mal parejas. Temió una vez que las uñas desapareciesen de los dedos delgados del muchacho pero simplemente no dijo nada mientras seguía comiendo de su postre. 

—¿No quieres contarme que ocurre?

Tragó el bocado frío y las imágenes constantes de su padre y hermana venían a golpes dentro de su cabeza, recuerda. No quería contarle, Hoseok no se merecía que un problema ajeno lo molestase con sus propios problemas. —No pasa nada.

—¿Sabes? Tu piel sigue igual de tostada, pero no veo el brillo de antes.

Miró sus propias manos, delgadas, tan espantosamente huesudas sujetando la copa del helado. Vaya, se dijo, tiene razón. Su dedo medio tenía esa protuberancia en la zona donde acostumbra a sujetar el lápiz y recuerda con adoración todos esos años dibujando. 

—Lo sé, pero está bien.

Hoseok dándole calor con sus manos luego del helado, camino a la guarida, era una de sus memorias favoritas, se dice sonriendo. 

No recuerda mucho de los años siguientes. Solo sabe que a los dieciocho, su papá lo golpeó por primera vez. 

Hyeri había llegado tarde de donde estuviese en ese tiempo y su papá tenía hambre. Era un día viernes, había llegado de la escuela y era un inútil en la cocina. Papá quería comer y Taehyung no sabía hacer absolutamente nada, recuerda estar acostumbrado a mamá o a Hyeri haciendo de comer pero ninguna de las dos estaba.

—N-No sé cocinar... ¿No puedes esperar a que noona llegue?—, dijo tratando de evadir los ojos del hombre. Estaba a punto de explotar. 

—¿Qué has dicho?—, recuerda lo amenazador que se escuchó papá en ese entonces. —Eres un maldito marica y no puedes cocinar... ¿no que los maricas sabían hacer esas cosas?

Fue entonces, de igual forma se dice Taehyung, que descubrió el problema. No recuerda que habrá hecho o dicho pero siente como si hubiese sido ayer el puño que casi le disloca la quijada. Los golpes en la cara y cada una de las patadas en su espalda y estómago. 

Hyeri llegó tarde y según había escuchado mientras descansaba en su cama esa noche, corrió escaleras arriba hasta abrir la puerta. Sus ojos mostraban culpabilidad y lágrimas retenidas y él solo pudo sonreír con sus labios rotos y cara hinchada, haciendo un espacio en su mullida cama para que ella entrase. Noona sollozó mientras atraía su cuerpo hacia ella y lo abrazaba, acariciando sus cabellos y Taehyung escuchando los latidos acelerados de su hermana. 

—Lo s-siento tanto, es mi culpa TaeTae.

—No lo es...

—No tuve que haberte puesto en... en esa situación, debía estar aquí, yo-

—Ya pasó noona—, le había dicho esa noche, mirándole con sus ojos apenas abiertos por la hinchazón. —No pasará nunca más. 

Taehyung se había prometido cuidar con garras y dientes a la bonita hermana que le tocó. 

Fue a los diecinueve cuando se dio cuenta que todo estaba perdido. Las únicas cosas buenas de todo esto era que Soonshim seguía siendo la mascota más tierna de la faz de la tierra, Hyeri seguía estando bien y los golpes de papá eran como gotas de lluvia cayendo al rostro, acostumbrado al dolor y cada vez más débiles. Sabía que el hombre se cansaría de golpearle tanto y después de años, el cansancio estaba dándole fuertes retrocesos. 

Hoseok una vez enfermó y no fue a clases, hace memoria. Cuando había regresado, estaba con una ojeras tremendas y a ciertas horas, hurgaba en su mochila y sacaba un frasco de píldoras que Taehyung no sabe hasta el día de hoy de su procedencia. 

—Hobi... ¿qué son?

—¿Éstas?—, había preguntado mientras abría el frasco y sacaba dos píldoras naranjas, dejándolas en su boca y tragando rápidamente. —Me las dio Jimin. Dijo que era muy buenas aunque no sé que son pero supongo que me ayudarán con mi enfermedad. 

Taehyung recuerda que, sin embargo, esas pastillas le hacían más daño de lo que se suponía debían sanar. Fueron incontables las veces en que Hoseok se veía desorbitado, las veces en que se desmayó sobre su escritorio o en gimnasia; las millones de veces en las que lo tuvo que acompañar Hoseok al baño en medio de las clases, pues el chico simplemente no resistía y vomitaba lo que nunca comió. 

—Estoy bien, moreno. Jimin dijo que estaban funcionando y confío en él—, le dijo una vez en enfermería.

Nunca le creyó esa mierda.            

Con el paso de los años, con los veintiuno recién cumplidos, había hecho algo bien por si mismo y fue comprarse un departamento en una zona alejada a su hogar, así tendría paz -terminar la escuela le sentó de maravilla, se sentía con más libertad y poder de decisión de la que pensó que tendría- y, si quería, podría traer a noona o a los chicos de visita. Sobretodo a noona, sacarla de ese infierno por unos momentos.

Frunce el ceño cuando recuerda que le ofreció irse con él al departamento. Hyeri había comenzado a usar labiales más oscuros y fuertes, maquillaje más pesado en sus ojos -algo que ella decía que se llamaba "smoky eye"- y no usaba esos vestidos que tan lindos se veían en ella. 

—Podemos irnos y olvidarnos de todo, por favor, ven conmigo—, recuerda que suplicó.

—No puedo dejar a papá solo TaeTae...—, le había respondido Hyeri. —Lo siento...

Uno de esos días, su padre volvió a golpearle por querer sacar a su hermana del agujero. Se lo merecía, según papá. Hyeri había realizado curaciones rápidas, como toda una profesional y le besaba la nariz, diciendo que no podía creer lo hermosa que era a pesar de todo lo vivido. Su nariz era fuerte y se enorgullecía de ello, respondió él entre risas. 

Habían golpeado su puerta al día siguiente de ese suceso, y extrañado la abrió encontrándose con los chicos y con Hoseok sonriéndole.

—¿Pasa algo?—, le había preguntado él, estaba desorientado como la mierda.

—¿No quieres ir a la playa?—, le pregunta Seokjin con esas sonrisas bonitas. 

Taehyung encuentra bonito todo, debe decir. Desde su hermana, el rostro de Hoseok y las sonrisas de los chicos.

—No tenía planeado salir pero... ¿vamos?

Se había subido a la camioneta y fue totalmente incómodo, recuerda. Namjoon miraba en el retrovisor y todos los chicos trataban de calmar su nerviosismo entre chistes y contando lo que hicieron días anteriores y demás.

Les gustaría contarles a los chicos la verdad pero no quiere ser un problema para ellos. Hoseok se veía un poco mejor a días anteriores y es que no lo había visto mucho tiempo por casi meses.

Yoongi también estaba más agraciado a días anteriores y Jimin se veía feliz de eso cuando subió a la camioneta. En medio del camino, cuando estaba llegando a la ciudad costera, Jimin pidió detenerse pues tenía ganas de comprarse algo en la farmacia de turno. No sabe que era pero volvió con una sonrisa y le había dicho a los chicos que no se preocuparan entre la ventanilla hacía la cabina. Cuando habían llegado, vio por su lado de la ventana a Jungkook y se sintió horrible de muchas maneras posibles y por haber. En los últimos años habían formado una amistad bastante durable, entre contarse preocupaciones menores y disfrutar con las tonterías del menor pero, como pensaba antes, nunca le diría algo tan delicado como su situación. 

Se bajó de los asientos traseros y ayudó a los chicos sacando las cosas para comer, tratando de que Jungkook no le viese nada porque su hermana no estuvo esos días para dejarle la cara menos magullada. Escuchó a Seokjin salir y saludar a Jeon y entre movimientos notaba de reojo como Jungkook tenía la urgencia de hablarle. Entre todo eso, Jimin se había motivado antes a realizar el primer paso y se lo llevó con él.

Decidió, en ese momento, hace memoria, que no se dejaría intimidar por los nervios en su sistema. Terminaron de sacar sus cosas y se fue cerquita de Hoseok peinando su flequillo.

—Deberías cortarte esos mechones, TaeTae.

Miró a Hoseok que se acercaba con su mano alzada, removiendo sus cabellos de su vista y de forma inmediata se había alejado de hyung, con la mirada gacha, imposibilitado de mirarle con seguridad. —No hagas eso—, le había dicho.

Siente que fue demasiado cruel desde el fondo de su corazón y no quería que Hoseok se sintiese así por ser tan borde.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿En que piensas?

Abrió los ojos y se tranquilizó cuando sintió la presencia de Hoseok a su lado y la fogata frente a su rostro, con las brasas ardiendo en medio de la brisa marina. Agachó la mirada, sintiéndose un tonto por recordar toda una vida en momentos donde debería estar feliz. 

—Nada, Hobi.

—Taehyung.

Apretó sus manos cuando escuchó a Namjoon hablarle. Estaba su lado, pero se sintió tan lejano al escucharle. No levantó la mirada por nada del mundo y solo quería que Hoseok le brindase un mano, de forma literal.

Taehyung.

Lo había llamado de nuevo y su cuerpo se tensó. Levantó su mirada y miró de reojo a Namjoon hyung, tratando de que no viese su rostro manchado pero supo que ya todo se fue a la borda cuando las miradas le quemaban la existencia. 

Namjoon perdió la paciencia, a su parecer y sintió un poco de dolor cuando le sujetó las quijadas de forma rápida, alzando su mirada y viendo con detalle su rostro. Tragó saliva mientras el ceño de hyung se fruncía. —¿Otra vez tu papá, Taeh?

Sintió el enojo brotar de su ser. No quería que nadie se entrometiese en sus asuntos. Golpeó la mano ajena con la suya, siendo todo menos delicado. —Que no es él, maldición—, le respondió harto de la intromisión. Hoseok tomó su mano y la apretó, sintiendo que por fin podía sentirse tranquilo luego de tantas mierdas. 

—Tranquilito, amor. Por cierto, tienes las manos frías—, le comenta Hoseok, tratando de cambiar el tema. 

—Entonces caliéntalas, amor mío—, le respondió siguiendo el juego. Se rieron unos segundos y no encontró mejor lugar para relajarse que el cuerpo de hyung. Su cabeza reposaba en el espacio que había entre la cara y hombros de hyung y suspiró sintiendo el calor de la fogata en él.

No lo había notado hasta ahora pero ni Jungkook ni Yoongi estaban cerca y esperaba que todos estuviesen juntos, pues, para eso había sido el viaje hasta aquí. No hicieron mucho más que estar cada uno por su lado y él estaba dormitando sobre Hoseok y se fue de la realidad por unos segundos, hasta que volvió a abrir los ojos y Jungkook estaba devuelta, Hoseok gritando que los malvaviscos estaban asándose y el hambre llegó a él con furia.

Estaban calentitos y blanditos, como le gustaban. 

Al rato, Jimin se fue con Yoongi y Jungkook comió un par de malvaviscos también. Jimin regresó al rato, sus ojos parecían estar hinchados y Yoongi soltaba su mano mientras se iba a hablar con Jungkook y Namjoon. Jimin había ido hasta la camioneta, regresando con una caja colorida con frutas impresas. 

—Hola—, le había dicho Hoseok, sin sonrisas ni nada. Taehyung se preguntó que ocurría entre ellos, sonaba tan hostil. 

—...Hola—, había saludado Jimin. Recordó lo que pasó años atrás con las famosillas píldoras que consumía Hoseok y, no quería ser alguien irrespetuoso, por lo que a pesar de sentir un enojo brotando en su pecho, le dedicó una sonrisa como un saludo silencioso. 

—No es mucho pero... pero por algo se puede empezar. Son vitaminas, así que no hay problema...

Hoseok las tomó y examinaba como un niño pequeño la caja, buscando algo que no encontraba por más intentos fallidos que tuviese. La abrió y Taehyung estaba maravillado con la cantidad de colores ahí. Hoseok había tomado una de las pastillas y la echó en su boca con emoción. —¡Es de naranja!

—Quiero uno de limón—, dijo sin despegar la mirada de las pastillas en la tableta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se habían ido a las nueve y media de la noche. Hoseok quiso seguir a su lado así que pasaron de largo el camino a casa de hyung y luego de dejar a Jungkook, Jimin y Yoongi en casa, Seokjin los dejó a las afueras de los bloques donde estaba su departamento. 

—Ah~ hogar dulce hogar—, dijo Hoseok sentándose en el sofá roñoso que poseía. Taehyung sonrió ante eso y fue hasta su refrigerador, sacando botellas de bebida y una cerveza para Hoseok. —¡Oh! No puedo tomar alcohol, TaeTae.

—¿No? Y eso por qué...

Se sentó a su lado, mirándole dudoso. Hoseok no era de los bebedores extremos como los otros chicos, menos él, pero si se le ofrecía, aceptaba. —Estoy en tratamiento.

Zumbidos se empezaron a escuchar entre sus oídos y miró a hyung asombrado. No pudo haber sido mucho tiempo sin verle y hablar ¿verdad? —¿Qué?

—TaeTae...—, Hoseok se había enderezado en su lugar, mirando a Taehyung con ojos temblorosos pero mirándole en todo momento. Sus manos se sentían tibias entre las de él y vio sus uñas entre la poca iluminación, igual de cortas y disparejas que siempre. —Te lo iba a decir en algún momento pero no me queda mucho tiempo-

—¿Te vas a morir?

Su corazón se aceleró enseguida pero Hoseok comenzó a reír y no pudo detenerse hasta que las lágrimas cayeron por fin. —Estás loco~ Claro que no pero—, suspiró satisfecho de la risa y miró a Taehyung con esos ojos adorables que tanto le llamaron la atención desde que lo conoció. —...Me voy mañana a internar. 

—¿Mañana?

—Es que... tengo este problema que tengo que solucionar con un médico y para eso tengo que tratarme. No es nada que me haga mal, de acuerdo, estoy bien, pero aún así tengo que sanarme de aquí arriba—, le contó mientras señalaba su cabeza. 

Esa noche, Taehyung escuchó toda la historia -o parte de ella, más bien. Hoseok no quiso contar mucho o profundizar pero le dejó en claro que no daña su salud y que estará devuelta en un par de meses. Lloró mucho, debía ser honesto, y obligó a que ambos durmiesen juntos antes de que Hoseok se fuese en medio de la madrugada camino a su casa para irse a ese feo lugar. 

—Te extrañaré, Hobi.

—Yo igual, TaeTae—, le respondió besando sus labios, apenas formando un roce entre ellos y Taehyung puso en tela de juicio las posibilidades entre ambos.

Quizá si había una oportunidad para ambos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Mierda, se extraña a estos imbéciles. 

Seokjin golpeó la cabeza de Namjoon apenas todos los presentes escucharon hablar al moreno.

—No son imbéciles, déjalos en paz—, comentó enfadado el mayor.

Taehyung rió mientras observaba el dibujo en proceso de Namjoon hyung. Era una especie de ave pero está inconcluso y no sabe qué ave es. Hoseok había sido internado hace una semana y curiosamente, Jimin había estado desaparecido también. Según Yoongi, el chiquillo había sido internado por quién sabe qué. Estaban él, Seokjin, Namjoon, Jungkook y Yoongi hyung en ese container viejo y desagradable donde Namjoon pasaba sus tardes libres de ellos para pasar el rato. 

Lo que finalmente pasó es que Namjoon se dedicó a dibujar y limpiar sus agujas y máquinas de tatuajes mientras el resto ya tenían una conversación establecida. 

Taehyung estaba con su rostro sobre las manos, pegado a la mesa frente a Namjoon que tiraba líneas de un lado a otro sobre el papel. Estaba sorprendido pues hyung no era alguien con talentos entrenados desde pequeño, como él, pero era increíblemente bueno a pesar de eso. Quería tener habilidades así de sorprendentes. 

—¿Qué tanto miras?

Alzó su mirada hasta la traviesa de Namjoon y se sentó de golpe chocando su espalda con el respaldo de la silla. Escuchó las risas de los chicos y se sintió avergonzado. —N-nada.

—Te creeré... ¿No quieres dibujar un rato conmigo?

Namjoon había alcanzado hojas nuevas y unos bolígrafos para él. Recordó a su maestro de arte cuando le pasaba más lápices de colores sobre la mesa. Se puso a trabajar de inmediato, sintiendo ese brote inspiracional dentro suyo y se concentró en bosquejar todo con detalle. Al paso de los minutos, terminó las líneas de una hermosa mariposa y ahora quería terminarlo con sombras y negros alrededor. Firmó la hoja con una simple letra, la primera que se le vino a la cabeza. 

—¿V? Me parece. Trabajas rápido.

Namjoon le miraba con una sonrisa expresando algo similar al orgullo. Quiso recordar algún momento en donde su padre lo haya mirado así y sintió una tristeza embargarle. Sin embargo, sonrió ante hyung y agradeció por el cumplido. —Es de años este talento, pensé que lo habías notado antes—, le dijo a modo de broma, sacando risas al moreno frente a él. 

—Lo había notado pero nunca lo vi tan de cerca. 

—Que mal amigo, hyung.

—Pero ¿sabes qué? Creo que es momento de que vengas alguno de estos días a graffitear. 

Una sensación de adrenalina se asomó en su cuerpo. Namjoon no estaba bromeando, para nada. Lo pensó unos minutos, admirando su dibujo y realizando el potencial que tenía. 

—Sólo llámame y te seguiré.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Taehyung abrigó su cabeza con la capucha encima y se cercioró de que todas sus pinturas estuviesen en la mochila. Cuando salió recibió un mensaje de Namjoon, diciéndole que estaba afuera de los bloques y corrió emocionado hasta allí, bajando las mal mantenidas escaleras de cemento que habían ahí. 

La noche estaba fresca y un día domingo era el día perfecto para cometer su pequeño acto suicida. Ya habían pasado veces anteriores y estaba orgulloso de decir que ésta, era otra de las tantas salidas nocturnas a plasmar su arte en las calles. —¡Hasta que llegas! Creí que no vendrías al final.

—Ni loco me perdería esta oportunidad, hyung. Lo sabes.

Namjoon le sonrió y lo acercó bruscamente de los hombros, caminando así hasta llegar a uno de los callejones poco iluminados que habían. 

Namjoon era su hyung favorito, sin duda. Lograban conectarse bien, parecían pensar de la misma forma cuando trataban de armonizar en algunos dibujos. Habían llegado y Taehyung contó solo tres faroles en su dirección, lo que era perfecto.

Comenzaron cuando encontraron la fea y ralloneada rejilla metálica de alguna tienda. Cada uno tomó los sprays negros de sus bolsos y comenzaron a formar las líneas, bosquejando sus dibujos. 

¿Habrían pasado quince minutos? No lo sabe pero Taehyung estaba concentrado uniendo las últimas líneas de su mandala. —Dame un azul—, le pide Namjoon.

Taehyung actuó rápido, alcanzando su mochila y hurgando en ella hasta encontrar la lata y dejarla en manos de hyung. Siguió con lo suyo después de un rato.

—Para ser en menos de diez minutos, lo haces bien.

—Hay mucho que no sabes de mi, hyung~

Namjoon comienza a reír cuando coloca su cara sonriente, esas donde sus mejillas parecen gorditas y adorables, según Hoseok. Lo extrañaba demasiado, ahora que lo piensa. Continúan con sus dibujos hasta que ambos se alejan para apreciar su arte. —Listo~

Hubiesen sacado fotografías de los graffities pero se escucharon sirenas y pronto vieron las luces rojas y azules yendo con rapidez hasta su dirección. 

—Carajo ¡Corre, Tae!

Tomó sus cosas y las guardó sin fijarse dentro de su mochila, Namjoon seguía detrás con las latas en sus manos. La adrenalina estaba a tope y corrían entre risas con el carro de la policía rozando sus pies. 

No se dieron cuenta pero los polis habían bajado del carro para emprender carrera y cuando los tuvieron al alcance, se lanzaron contra ellos y cayeron al suelo. Pronto estaban con las caras estampadas contra el carro y uno de los policías vaciaba su mochila. Escuchaba las latas caer contra el cerebro. 

—Vaya delincuentes, graffiteros tenían que ser.

Se sentía como un niño siendo reprendido. Siente ganas de reír y ve a Namjoon lamer sus labios con diversión. Eran un par de locos. 

Taehyung piensa al final del día que todo fue una pérdida de tiempo para los policías. No los registraron y por ser la primera vez dentro de una comisaría, los dejaron libres de inmediato. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Namjoon hyung comenzó a estar más atareado con la gasolinera, los chicos le habían contado. Taehyung pasó más tiempo en su casa y en lo que una vez fue su hogar para pasar el rato con Hyeri. Hoy era uno de esos días y estaba relativamente tranquilo al ver el maquillaje ligero en el rostro de noona.

—¿Crees que debamos salir, TaeTae?—, le pregunta su hermana, tomando un sorbo de su jugo de manzana. 

—¿Papá no está?—; Hyeri sonríe y agita su cabeza, sabiendo que el hombre se demoraría sus buenas horas en algún bar de mala muerte. 

—Salió a beber, ya sabes, quizás ni pise la casa.

Taehyung se lo pensó unos segundos, aunque en realidad se estaba haciendo el loco pues nunca dudaría en sacar a Hyeri a pasear por unas horas. —Call~

Entre risas y con Hyeri vistiendo una de esas faldas que usaba hace un par de años, Taehyung escucha emocionado sobre la experiencia en el nuevo trabajo de noona. Le comenta que es un bar decente y trabaja en las madrugadas los días viernes y sábado, donde papá no pudiese molestarle y Taehyung asiente con una sonrisa en el rostro mientras aprieta delicadamente la mano delgada que se posa en su brazo al caminar. 

—Es bueno tener tiempo para mi misma ¿sabes?—, dice Hyeri mientras revisa las vitrinas de las tiendas alrededor. 

—Mhm—; Taehyung se entretiene a si mismo mirando a las personas alrededor y sus ojos caen en un chico al otro lado de la calle, no tan lejos, frente a uno de los maniquíes mirando a su dirección. Pronto se dio cuenta que los ojos del individuo iban directo a su hermana, que miraba un vestido color vino. —¿Y no has pensado conseguir novio?—, pregunta con diversión mirando al sujeto, que esquiva la mirada avergonzado.

—¿De qué hablas TaeTae? No tengo tiempo para salir con hombres, son inservibles~

—Ese chico del frente no se ve inútil—; Hyeri alza la mirada y Taehyung rompe en risas por ver las mejillas rosas de su hermana al mirar al individuo. —Es guapo, noona.

—Sí, sí. ¿Y tu no tendrás novio o qué?

Taehyung sigue caminando mientras piensa en las palabras de su hermana. Puede darle muchas vueltas al asunto pero siempre terminara nadando en ese mar de pensamientos e ideas que vuelan alrededor de Hoseok. —No lo sé...—, responde ido.

—¿No has ido a ver a Hobi-ah? Creí que estaban juntos.

—Por supuesto que no. Hyung está pasando el rato en otro lugar, vuelve el próximo mes y esas cosas.

Hyeri le miró cuando supo que se escuchó evasivo. Ella sabía más que nadie lo cercano que era con hyung y a pesar de no haberle dicho los motivos de la desaparición de Hoseok, siente que Hyeri lo sabe y con lujo de detalles. Se siente observado, analizado a profundidad y no quiere que ella vea ese lado débil de él. 

—Eres tan dulce y fuerte, hermanito.

El calor de la mano pequeña sale de su brazo y enseguida siente la misma calidez en su cuerpo, sintiendo los brazos pequeños de noona alrededor de él. —Mi hermanito... Debes preocuparte por ti, yo ya estoy grande para cuidar de mi misma, lo prometo. Consigue un novio o sal con Hoseok—, dice alejándose lo suficiente para acariciar sus flequillos desordenados y sonreír con dulzura. La imagen de su mamá aparece en el rostro de Hyeri y Taehyung no pudo estar más de acuerdo en que ella era el vivo retrato de su madre. —A mamá le encantaba Hobi. Estoy segura que desde donde esté, adoraría verte feliz junto a él. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando abrió la puerta, dejó pasar a su hermana y luego entró él, siendo saludado por la lengua babosa de Soonshim-ie. —Estás tan grande y gorda, bola de pelos~

—Lo he alimentado bien—, mofa Hyeri mientras acaricia la cabeza del animal. 

—Debo irme a casa—, menciona Taehyung arreglándose la chaqueta, mirando a su hermana entrar por el pasillo de la cocina. 

—¿No quieres beber algo antes? Tengo aún jugo de-

Escuchó el sonido de algo romperse en la cocina, seguido de un gruñido y la voz de Hyeri nombrando a su padre. Maldición, pensó Taehyung mientras se sacaba la chaqueta y caminaba a paso acelerado hasta el lugar, con los ladridos de Soonshim tras él.

—¿Dónde estabas?—, escucha decir a papá con ese acento arrastrado que tanto odia pero acostumbraba a escuchar. 

—S-Salí con Taehyung—, dice Hyeri apretando los bordes de la isleta en la cocina. 

—Sabes que no puedes salir sin dejarme algo de comer ¡¿Por qué me desobedeces?!  

Una botella de soju cae al suelo y Taehyung abraza a su hermana, apretándola contra su cuerpo mientras el hombre alcanza otra botella del mueble tras él. —Es mi culpa—, dice Taehyung mirando a su padre.

—Pequeño marica...

Lo siguiente que ocurrió fue el grito de Hyeri siendo arrebatada de sus brazos y un dolor insoportable en su rostro, la mandíbula siendo afectada, como siempre. Desde niño siempre ha sido débil y se lamenta no poder levantarse cuando escucha los gimoteos de noona al ser golpeada. Ve de reojo a Hyeri en el suelo, abrazándose a si misma y a papá sentado contra el mueble. 

Se arrastra hasta ella y la abraza, sintiendo las lágrimas caer y trata de esconderlas ocultando su rostro en el cuello de noona. —P-perdón...

Los dedos cálidos de Hyeri se abren camino a los suyos y los aprieta débilmente. —Shh, tranquilo...

Papá bebe otra vez y ambos hermanos lloran en silencio, como siempre. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Necesitaba desahogarse y ninguno de los chicos estaba disponible aún. Extrañaba a Hoseok, maldición. Pero el idiota le hizo prometer que no lo fuera a visitar hasta que fuese el momento de ir a buscarlo cuando salga del lugar. 

Su cara está menos hinchada y Hyeri le llamó asegurando que todo se ha calmado y todo sigue bien, que no ha habido más problemas. Suspira levantándose del sofá y toma su chaqueta para salir del departamento.

La noche está fría y sus manos están envueltas en los bolsillos de su ropa, curioso aprieta el desatornillador guardado en uno de ellos. Camina solitario, sin un destino aparente y pronto divisa el callejón donde él y Namjoon hyung hicieron uno de sus graffities. Cuando lo tiene al frente, se siente un perdedor; tan solitario, tan débil y tan inseguro. 

Sus amigos no hacían verse de esa manera y los extrañaba. 

Sacó la herramienta y comenzó a rallar la rejilla, sin palabras en mente, solo dejándose llevar. Letra por letra, le dio dedicación a cada línea que realizaba y se vio envuelto en su propia concentración. No se dio cuenta cuando la patrulla llegó y le pidieron las manos en la cabeza.

Taehyung sonrió y acotó la acción y se giró enfrentando al oficial. Fue en silencio hasta él y sus manos fueron esposadas, siendo encaminado hasta la patrulla y se acomodó a los acolchados asientos. No hablaron en todo el viaje pero sentía la mirada del policía a través del retrovisor. 

Cuando llegaron, la comisaria estaba vacía y se sorprendió de ello. Creyó que habrían un par de personas esperando pero nada de eso había. —Siéntate—, le dice el oficial, deslizando la silla frente a su escritorio y Taehyung obedece, sumiso y mirando todo a su alrededor. Sus manos fueron desposadas, moviendo sus muñecas pues dolían por tanto tiempo usándolos. 

—Creo que te he visto antes aquí—, comenta el poli. 

—No lo creo—, le responde con una sonrisa. 

—Bien... Nombre.

—Kim Taehyung.

Escucha el sonido del teclado al apretar sus teclas, la velocidad de ellas y de los dedos del oficial. Es atrayente y se distrae mientras sus manos rasgan los bordes de la mesa con sus uñas.

—Edad.

—Veintiuno.

Mueve su diestra hasta el ratón y desliza el scroll de arriba hacía abajo, rápido y sin perder mucho tiempo apretando las teclas. —¿Padres?

Guarda silencio, el oficial mirándole expectante a una respuesta. Su garganta se cierra y Taehyung recuerda lo vivido hace unos días en casa de Hyeri. Siente tanto rencor y enojo y ni la imagen del recuerdo de su madre logra apacigüarlo- se siente devastado. 

—No tengo nada eso.

El oficial asiente cansado y teclea suspirando en el informe. —Bien, al parecer no estás registrado así que acabo de crear tus antecedentes. Tienes suerte así que solo te rebajaré la multa por vandalismo en propiedad privada ¿de acuerdo?

Pensó que sería algo más grave pero Taehyung asiente aliviado con la resolución. Ve el reloj colgado en el pilar del edificio y se da cuenta que son las once de la noche. —¿Puedo irme?

—Por eso pregunte si tenías padres, necesitas que te paguen la fianza porque de aquí no te vas.

Bufó. Era demasiado bueno para ser verdad. Pensó mucho y no quería llamar a Hyeri, seguro que papá se enteraba en medio del jaleo y le hacía daño. Seguía buscando a quien llamar hasta que alguien pasó por su cabeza. Miró al oficial suplicante y dijo: —Por favor, déjeme hacer una llamada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Vamos, no te enojes~

Estaba decidido a seguir dándole la espalda hasta el siguiente siglo pero Namjoon parecía realmente arrepentido. —¿Sabes que tuve que arriesgar a noona solo porque no pudiste contestarme la puta llamada?

Namjoon asintió y notó en sus ojos lo afligido que estaba. Pensó en su rabia y luego recordó que estaban todos juntos pues tenían que buscar a Hoseok. Recordó cuando Seokjin les informó un tiempo atrás que Jimin saldría de donde tuviese que haber estado. Sí, se sorprendió un poco cuando supo que estuvo internado pero la manera de contarlo Yoongi permitió que todo fuese procesado con calma. De todas formas, él y Jungkook estuvieron felices viendo a Jimin y a Yoongi hablar y mirarse con corazones saltando por los ojos de ambos cuando se fueron a la guarida en la camioneta. 

Esperaba algo similar con Hoseok hyung. ¿Lo habrá echado de menos, tanto como él lo hizo?

—Ya veremos si te perdono, hyung—, terminó diciendo Taehyung mientras se alejaba y se plantaba frente al resto de los chicos. 

—Bien, ¿a donde tenemos que ir a buscarlo?—, pregunta Jungkook emocionado. Supone que debe estar contento de ver a todos juntos otra vez. 

—No lo sé...—, murmura Taehyung. Y es que es así, solo sabe que se fue internado pero no tiene ni la más mínima idea de qué hospital era. 

—Aish, no puedo creerlo, creí que lo sabías, eres su novio—, dijo seriamente Seokjin mientras miraba el cielo implorando.

Taehyung enrojeció enormemente pero no dijo nada ante los murmuros molestosos de los chicos ante ello. 

—Yo sé donde es.

Alzó la mirada y Jimin sonrió triste. ¿Cómo es que él lo sabía? Yoongi también saltó diciendo que conocía el camino y Taehyung sintió un poco de dolor en su pecho. ¿Hoseok no confiaba en él? 

Fueron en la camioneta de Seokjin, en los mismo lugares de siempre pero esta vez Taehyung no habló en todo el camino. Pensaba y creaba motivos del porqué Hoseok no le había confiado esas cosas a él. Miraba desinteresado el pasar de los edificios y demás autos hasta que se da cuenta que este camino lo han tomado antes.

No despega la mirada de las mismas casas y tiendas que se presentan ante él y siente su corazón golpear su pecho con desesperación cuando doblan en la misma esquina de esa vez. 

—No me jodan...—, escuchó a Namjoon murmurar cuando la camioneta se instaló frente al hospital donde una vez Jimin los esperaba. 

—¿Estaba con Jimin?—, pregunta impactado Jungkook intercambiando miradas entre la entrada y el rostro culpable de Jimin en la ventanilla. 

—No puedo creerlo—, suspira Seokjin. 

Se bajan todos y Seokjin le toma la mano, pidiendo en silencio que le acompañe a buscar a Hoseok hasta allá. Para indisposición de Taehyung, apenas entraron, Hoseok alzó la mirada de su asiento en la sala de espera, con su maleta a un lado de él y Taehyung comprendió que no podía enojarse ni sentirse herido cuando Hoseok le sonreía de esa manera. 

—¡Chicos!

Seokjin rió y abrió sus brazos para recibir a Hoseok en un fuerte abrazo. Taehyung sintió su corazón hinchado y no evitó la sonrisa que florecía en él. —¿Estás mejor?—, pregunta Seokjin.

—Cómo nunca antes lo estuve.

Se separan y sus mejillas arden cuando Hoseok se acerca finalmente a él. Esperaba un abrazo pero, a cambio, sintió su rostro ser acunado en las mano de hyung y los labios suaves contra los suyos. Encajaban perfectamente y Taehyung fue el primero en ladear su cabeza para mover sus labios al compás de Hoseok. 

—¿No que no eran novios?

Se separaron mirándose y ambos sabían que podían ignorar a Seokjin pero sería irrespetuoso. Además estaban en un hospital y las personas miraban a su dirección. 

—No sé que cosas te habrá dicho este chico pero—, dice Hoseok aún mirando su rostro, sonriente y aprovecha de admirar los hoyuelos en sus comisuras que tanto extrañaba. —... me las arreglaré para que el caso sea otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos semanas y un par de días. Casi tres semanas exactas han pasado y Taehyung contempla las estrellas desde la gasolinera. Los chicos regresaron con la camioneta de Seokjin hyung y lo invitan al supermercado a comprar golosinas y brebajes, todo con autorización de Seokjin, por supuesto. 

Sube en el asiento trasero y Jungkook se apoya contra él suspirando. —¿Qué pasa chico?

—Taeh hyung, ¿crees que deba aprender a pelear?

Taehyung analiza la situación de Jungkook de inmediato. El chico comenzaba a ser más distraído, por la edad, supone y en una de esas, chocó con unos tipos en la calle y rápidamente le formaron alboroto a su amigo. Jungkook nunca usa los puños pero ahora que está más propenso a todos estos detalles, Taehyung cree que definitivamente debe comenzar a practicar como golpear un par de rostros. —Deberías. 

—También creo lo mismo—, menciona Hoseok a su lado.    

—No maleduquen al niño, chicos. Dejen que sea pacifista—, dice Yoongi conduciendo, sin quitar la vista del camino. 

En unos minutos llegan al supermercado y Jimin corre hasta el pasillo de los licores, sacando uno de los más modestos y alcanzables, pues no quería gastarse todo el dinero. Entre comida chatarra, latas de bebida, la sorpresa de Jimin y Yoongi pidiendo paciencia en la fila de la caja, todos vuelven a la camioneta mientras cantan un par de canciones en la radio.

Estaban llegando a la zona amplia y vacía que la gasolinera donde Namjoon trabaja y Yoongi comienza a hablarle. —¿Has ido a casa de Hoseok?

—No he ido esta semana—, le responde Taehyung.

—Deberías darle un premio o algo, las pastillas han desaparecido en su totalidad...

Taehyung sonrió con orgullo y asintió sin importar si Yoongi hyung lo veía o no. Quizá iría a su casa y planifiquen una sesión de besos y abrazos, piensa mirando a Hoseok y acariciando su nariz. A la distancia ven a Namjoon y Seokjin recostados en el suelo y Jimin propone que vayan a interrumpirlos.

Es así que Yoongi hace una maniobra loca y giran alrededor de ellos hasta que ambos rompen en risas mientras al interior de la camioneta la fiesta está en su punto máximo. Jimin bajaba la ventana del co-piloto y anunciaba la llegada.

Bajaron las cosas y Seokjin se mostró sorprendido cuando Jimin sacó el licor de las bolsas de bebida para mostrar su cometido. Finalmente se sentaron en un circulo y comenzaron a hablar de diversos temas, pasando el tema entre bromas hasta que finalmente se vuelven más serios y hablan de sus problemas.

Por supuesto, Taehyung no contaría nada suyo.

—Cuando fuimos a casa de Hoseok fui a ver su baño y realmente estoy aliviado de no haber encontrado esas mierdas guardadas—, comenta Yoongi bebiendo de su bebida mientras palmeaba la espalda del chico a su lado. Hoseok se veía avergonzado pero aceptaba con alegría las felicitaciones de los demás.

—Felicidades, cariño—, le susurra a hyung y él se gira sonriente mientras se inclinaba a besar su frente. 

—Gracias TaeTae...

Al paso del tiempo, Namjoon se levanta y Jungkook le sigue. Seokjin, que estaba a su lado derecho, miraba curioso la situación pero supo que sería del tema que venían hablando en la camioneta. Tocó su hombro y le ofreció de las latas que quedaban en la bolsa y este lo recibió distraído. 

Estaba siendo una noche agradable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Limpió sus ojos mientras trataba de calmar sus hipidos. Hyeri estaba durmiendo en su cama con unas improvisadas curaciones en su rostro. Fue a buscarla para ir a comer en algún restaurante y llegó justo en el momento en que papá la golpeó con una lampara. Hyeri, aún en su grado de lucidez, no permitió que llamasen a la ambulancia ni a la policía y Taehyung simplemente actuó rápido y se la llevó a su departamento antes de que el hombre saliera con otra cosa para lanzar. Por suerte, el rostro de noona se veía bien, sin lesiones que lamentar.

Las cosas no estaban yendo bien en nada. Hace unos días fue a casa de Hoseok y el chico se veía tan mal que tuvo que buscar por todos lados de la casa hasta encontrar las pastillas y píldoras que creyó habían desaparecido. Estaban en los lugares más recónditos y no pudo soportarlo ni un segundo más y lo dejó entre las lágrimas en su hogar. Estaba enfadado y decepcionado. 

Yoongi estaba más frío de lo habitual y aún no entiende porqué Jimin se veía tan afectado por lo que ocurría con Hoseok. Estaba confundido. 

Namjoon ya no le llamaba pues la gasolinera estaba a punto de quebrar y necesitaban a hyung a todas horas. Seokjin hyung se veía desanimado por lo mismo. Jungkook estaba más tímido y en las pocas veces que se encontraron, le fue imposible formar una conversación amena con él. 

—Todo se f-fue a la mierda, noona...

Hyeri estaba en un profundo sueño y Taehyung seguía llorando como aquel donde mamá se fue para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—No tienes que hacerlo, TaeTae.

Taehyung negó y se colocó la capucha encima, a pesar de que el día estaba brillante. Hyeri estaba con una manta encima, viendo todos sus movimientos desde el sofá. Su rostro había sanado y los moretones en sus brazos estaban borrándose con rapidez. Casi una semana completa desde el incidente y Taehyung le prohibió moverse del departamento.

Tenía que detener este idioma de los golpes.

—Tengo que ir, son tus cosas y no dejaré que te vayas de aquí ¿me entendiste, Ri noona?

La mayor suspiró y asintió con una sonrisa leve, recordándole a él mismo sonriendo con sus labios rotos. Tomó sus cosas y se acercó hasta ella para besarle la frente. —Ya regreso.

 Alisó su camiseta blanca y salió rumbo a su hogar. Tomó el bus que demoraba veinte minutos en llegar a la parada a dos cuadras de su casa y bajó en ella cuando alcanzó la parada, corriendo hasta la puerta de la mal cuidada casa. Hyeri le había pasado llaves así que entró sin más y se sorprendió del silencio que inundaba la casa. 

Papá no estaba y se notaba por el polvo que había en las botellas y muebles. Sin atrasarse más, subió escaleras arriba y tomó un bolso cualquiera, guardando la mayor ropa posible. Ya compraría más zapatos y ropa si faltaban. Lo importante era mantener a Hyeri noona a salvo. 

No demoró mucho y se fue con el bolso cargado en ropa y accesorios. Por el momento dejaría que Hyeri durmiese en su cama y él dormiría en el sofá hasta poder costearse una cama más. Pensaba en cuentas y en un futuro libre de golpes e insultos para cuando llegó a los bloques. Entró con calma y saludó a un par de vecinos de los primeros pisos, subiendo a paso lento hasta el quinto piso. Se detuvo cuando vio su puerta abierta de par en par. 

Dejó el bolso en medio de pasillo y corrió asustado hasta entrar a su departamento y escuchó los gritos de Hyeri a un lado del sofá, viendo como papá estaba ahí alzando la mano a punto de golpearle. Vio la botella que supone el hombre trajo consigo y sin dudarlo la tomó rompiéndola con un mueble la punta de esta, los filos del vidrio tan cortantes como pudo.

Tomó el hombro del su padre, girándolo y cuando tuvo oportunidad, movió la botella hasta el abdomen de él, incrustando las puntas con fuerza y rapidez, viendo la sangre manchar sus manos, su ropa y la del hombre. Su hermana gritaba horrorizada y Taehyung se separó por fin, con los zumbidos tapando sus oídos.

Papá cayó al suelo, como peso muerto, y soltó la botella, escuchando como rodaba en el piso. Hyeri estaba en una esquina, mirando temblorosa el cuerpo de papá y miró a Taehyung. 

—L-Lo mataste...

—Noona, yo- yo no quería...

La chica se levantó y rápidamente se acercó hasta el hombre y manchó sus manos con la sangre ajena. Taehyung estaba sin palabras viendo como ella se manchaba sus ropas. —¿Qué haces?

—D-Diré que fue en defensa propia, tienes que irte, a-ahora.

—Noona.

—¡Vete!

—¡No dejaré que pase eso!

Ambos se miraron y Hyeri rompió en llanto, viéndose tan pequeña, indefensa y asustada. Taehyung corrió a abrazarla, manchando aún más a Hyeri y sintiendo las marcas en sus hombros doler. Tal y como ese día donde mamá murió. 

—Taehyung... debes correr, te encubriré hasta donde pueda, p-pero deber irte...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jadeante y agotado, Taehyung se deja caer en la tierra. Había sacado una botella de agua de casa y la trajo para rápidamente limpiarse. La sangre caía de sus manos mezclándose con la tierra y el agua y lloraba mientras limpiaba su rostro y manos en su camiseta. Estaba asustado, era un maldito asesino y la policía entraría a buscarlo cuando se enterasen de la verdad.

Hyeri era tan tonta por hacer lo que estaba haciendo pero él era más tonto aún por seguirle el acto.

Sus manos estaban secas y su celular vibraba en mensajes. Vio uno por uno y lloró cuando supo que Hoseok tuvo una sobredosis y estaban todos en el hospital. Apretó donde fuese, buscando cualquier número, directo en la letra N y se llevó el celular al oído. 

¿Taeh?

—Hyung... los e-extraño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Había regresado a su departamento y supo que todo seguía cuando vio la sangre seca y las cintas amarillas alrededor de su puerta. Logró escabullirse para sacar ropa y volvió a correr hasta un lugar oscuro, botando su ropa sucia en un basurero. 

Jungkook estaba grave en el hospital y tenía que ir a verlo. Era un prófugo y no dejaría que eso arremetiese contra sus amigos. Seokjin dijo que Jimin y él estaban esperando en el hospital y que Jimin se quedaría para cuidar de Jungkook. Taehyung por supuesto que aceptó ir cuando Seokjin le pidió que cuidase a Park luego de un incidente que cometió días atrás y se ofreció a quedarse también.

Pero se prometió ser cauteloso y que nadie lo notase. 

Porque la vida seguía.

Notas finales:

salu2 y nos vemos

x.


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