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Amor Yaoi
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It's not crazy por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:


¡¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!

¿Cómo están? ¿Qué cuenta la vida? ¿K peo, k pex?

No chicos, no están imaginando cosas, sí soy yo, ya volví. 

Oh, por el mismísimo dios del yaoi, que alabado sea por cierto. No saben como sufrí terminando este cap. Creí que nunca iba a terminarlo y me frustraba taaaanto hacerlos esperar más y más, pero al fin está. Ya está chicos, ya está. 

Quiero llorar, no duden que lo estoy haciendo. 

Le bueno, no quiero interrumpir por más tiempo la lectura. 

A quienes me dejaron su hermoso contrario en el cap anterior: Camiluz17, Anónimo (tú sabes quien eres hermosa personita) y Luneta, infinitas gracias y muchos besos y abrazos de oso. Y quienes leyeron, también, por supuesto. Todos tienen un pedacito de mi negra alma. No saben cuanto los quiero. 

Perdonaran ustedes los horrores ortográficos, intenté que quedara lo mejor posible para ustedes, pero ya saben que estoy medio ciega y pendeja, sobretodo pendeja. 

Sin más que decir por el momento excepto que, espero por el ángel y este último cap sea de su agrado, lo dejo leer… 

Nos vemos en las notas finales.

 

YOU KNOW WHERE TO FIND ME

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—Oh, ya están preparándose para lanzar los fuegos artificiales —comentó Sai, viendo hacía la plataforma que yacia en medio de la pequeña Laguna.

Él estaba sobre una manta en frente de donde se encontraban Itachi y Deidara, a su lado, Gaara mantenía la cabeza recostada en su hombro. El peli-rojo vestía un Yukaka rojo con rosas del mismo todo que sus ojos, y Sai uno de color negro con bordados de tigres blancos.

Naruto enfocó su vista en ellos cuando Sai habló, y una pequeña y bonita sonrisa se formó en sus labios. No creyó ver a Gaara fuera de los limites del bosque y, mucho menos, así de enamorado como se veía junto al Uchiha. Jamás dejaría de sentirse agradecido con el peli-negro por hacer tan feliz al chico, el peli-rojo era como su hermano y, al verlo feliz, Naruto también lo era. Pero, si llegaba a dañarle un misero cabello, se las vería con él. Y no sería nada lindo.

—¿A dónde dices que fue Sasuke? —Cuestionó Itachi a Naruto por milésima vez.

—No lo dije —respondió el rubio un tanto exasperado. El de ojeras se mordió el interior de las mejillas.
—¿A dónde fugh…? —Itachi se quejó en voz baja—. Oye —dijo a Deidara, viéndolo indignado—. ¿Y eso por qué?

Deidara le dio otro golpe en el costado y luego lo besó en los labios antes de que su novio dijera algo. Lo que claramente indignó aún más a Itachi, pero a la vez lo complació. Correspondió el beso gustoso.
Gaara los observó con curiosidad.

—Itachi es raro —escuchó Naruto que Sai le susurró al oído—, le gusta que le peguen —Gaara asintió solemnemente.

Ino y Sakura, junto a Itachi y Dei, soltaron una risita y Naruto no pudo reprimir una tampoco. Él agradeció internamente que Deidara le quitara al molesto Itachi de encima, al parecer este estaba comenzado a desarrollar cierto complejo de hermano, sino es que ya lo tenía pero trataba de no mostrarlo. Naruto los observó durante algunos segundos, a los cuatro; sabía que Sasuke no tardaría mucho en volver, pero no pudo evitar sentir envidia de las parejitas. Ellos estaban allí, coqueteando y en compañía del otro. Pero él estaba en medio ellos completamente solo…

Se dio un zape mental ante la tontera que cruzó por su cabeza.

Él no estaba solo. Y nunca lo estaría.

Alejó la mirada de las parejas y enfocó los ojos en la Luna, que resplandecía en el firmamento junto a las estrellas. Esa noche estaban especialmente bellas. Se quedó ahí, contemplándolas unos segundos, preguntándose cómo se encontraban Sasuke y Naruto.

 

~•§•~

 

El silencio reinaba entre Sasuke y Kurama. Tan sólo el aullar del viento y los grillos podían escucharse.
Ambos se encontraban en la misma banca de hierro y madera, pero el azabache se había alejado lo más que pudo del Zorro. Había pegado las rodillas a su pecho, abrazado sus extremidades y hundido el rostro entre el hueco que formaban.

Kurama le había dado su espacio, no lo había presionado para que hablara o hiciera algo. Tan solo lo veía mientras su cuerpo se contraía con los espasmos producidos por los sollozos que intentaba a toda costa acallar. Le dolía verlo así, y quería hacer algo para ayudarlo, pero sabía que, por el momento, no había nada que pudiera hacer, más que tenerle paciencia.

Los minutos trascurrieron de forma lenta y de manera casi interminable, torturando con la prolongada espera a Kurama. Sasuke parecía que no iba a moverse ni un solo milímetro de la posición en la que permanecía, pero, cuando el zorro ya estaba comenzando a perder las esperanzas, el chico habló.

—L-Lo siento tan…to —sollozó.

El peli-rojo hizo un puchero. Odiaba ver a Sasuke tan mal.

—No tengo nada porqué disculparte —respondió de forma sincera.

—P-pecas de b-bueno, Kurama…

El susodicho suspiró.

—No tengo porque perdonarte por algo —dijo con seriedad—. Sí, tus palabras me dolieron, no voy a negarlo. Me dolieron horrible.

»Luego de que quedara inconsciente, desperté en el hogar del Guardián con mis heridas tratadas. Él me veía con preocupación y empatia. Pero yo tan solo continuaba perdido en las palabras que tú me habías gritado junto al cuerpo de tú madre. Dolía como el infierno recordarlas. Mentiría si te dijera que no las sentí clavarse en mi pecho y hacerse un espacio permanente en el.

»Pero sabía que tú estabas igual o más dolido que yo. Sabía que tan solo estabas tratando de liberar el sufrimiento que estaba almacenado ese pequeño cuerpo que tenías. Quizá no fue la forma correcta de hacerlo, ¿pero qué más podía hacer un niño de diez años a quién su madre había sido arrebatada cruelmente? Estoy seguro que no sentías nada de lo que dijiste esa noche.

Sasuke no supo qué responder.

No podía afirmar nada, puesto que, aún luego de haber presenciado los últimos momentos de su madre gracias a Kurama, no lograba recordar como se sintió esa noche mientras gritaba tales atrocidades al zorro, que solo sirvieron para destrozar su pequeño corazón. Se sentía como un grandísimo tonto.

—Lo s-siento…

Kurama soltó un nuevo suspiro, entonces hizo que la distancia que lo separaba de Sasuke fuera nula. Se acerco a él y posó una de sus manos, que terminaban en garras, sobre su espalda y la acarició justo en medio de sus omóplatos. La caricia fue suave y dulce, con un mensaje implícito:

—Está bien —dijo el peli-rojo—. Si te hace sentir mejor de esta forma, te perdono, Sasuke. Solo quiero que sepas que nunca sentí rencor hacia ti por lo que dijiste esa noche. Y, en todo caso, si había algo por lo que debía perdonarte, lo hice hace años.

El silencio volvió a hacerse entre ellos durante unos segundos, entonces, finalmente Sasuke alzo la mirada de entre sus extremidades flexionadas. Clavó sus ojos negros, rojizos y brillizos por el llanto, en el chico que yacía a a su lado. Lo vio con agradecimiento infinito y antes de que Kurama pudiera agregar algo más, Sasuke lo abrazo con fuerza, aferrandose a él como sí en cualquier momento fuera a salir corriendo y dejarlo solo. Como si todo fuera un sueño y temiera despertar y encontrarse con la cruda realidad de que todo había sido una ilusión y el zorro no estaba ahí.

Pero ahí estaba, junto a él, correspondiendo su abrazo con la misma fuerza que ejercía. Más real de lo que nunca antes lo fue, temblando ambos por las emociones desbordantes. Llorando por el dolor de la pérdida. Libarando todos los sentimientos almacenados por años, la culpabilidad, el desconsuelo y la aflicción. El rencor hacia sí mismos. Todos.

Al fin podían ser completamente libres.

—Gracias… —susurró, aún abrazándolo, luego de lo que pareció una eternidad.

—No, Sasuke. Soy yo quien debe dártelas a ti.

Sasuke deshizo el abrazo y lo miró, confundido. Limpiándose el rastro de las lágrimas sobre sus mejillas. Kurama soltó una sonrisa incrédula y tierna a la vez, mientras él también limpiaba su rostro de los cristales salados.

—Gracias por, a pesar de saber la verdad, continuar queriéndome —su sonrisa se apagó un poco—. Y perdón.

—¿Por qué no debería continuar queriéndote? ¿Por qué debería perdonarte?

—Ay, Sasuke —Kurama dijo conmovido—. A pesar de esa personalidad que tienes, de esa mente tan cochina y sínica, de lo descarado y…

—Ya entendí… —lo interrumpió, haciendo una mueca. Esto provocó una risa en Kurama.

—Eres un chico muy dulce y noble —continuó. Sasuke se sonrojó inevitablemente.

—No sé que de hablas… —desvió la cara, avergonzado.

Kurama soltó otra risita. Aunque no duró demasiado.

—Debes perdonarme por no haber cumplido mi promesa a tu madre. Le prometí que me quedaría contigo, que dejaría que me vieras… pero no lo hice. Y lo lamenté grandemente.

Los negros ojos de Sasuke perdieron brillo.

—No… tú tenías tus razones. No tengo nada que perdonarte.

—No lo entiendes, Sasuke. Yo quería cumplir mi promesa, más que cualquier otra cosa en el mundo… es solo que…

—¿Que qué? ¿Por qué no lo hiciste? —No era un reclamo ni nada parecido, tan solo genuina curiosidad.
Kurama inhaló hondamente y luego soltó todo el oxígeno en un resoplido.

—Fui débil de corazón —comenzó—. No mucho después de que despertara, el Guardián me explicó lo que sucedería contigo luego de yo haberte dado mi sangre. Entre en pánico, si te soy sincero. Él me dijo que el mundo mágico para ti dejaría de ser invisible, dijo que podrías verlo todo.

—Por eso dijiste que tenías idea de lo que ocurría, cuando Leah nos mostró como había salvado a Sai —Sasuke entendió—. Tú habías hecho lo mismo conmigo —Kurama asintió—. Pero, no entiendo, ¿por qué yo no pude ver nada del mundo mágico?

—Es algo bastante simple —el zorro dijo, Sasuke ladeo la cabeza, esperando por su respuesta—. Yo le pedí al Guardián que cegara tu visión del mundo mágico.

La expresión del azabache se deformó en una mueca de dolor y quizá un poco de traición.

—¿Por qué?

—Porque no estaba listo.

—¿Para qué?

—Para enfrentarte —Sasuke desvió la mirada, ya entendía a qué quería llegar—. Como te dije, fui débil de corazón. Las palabras que dijiste esa noche se clavaron muy profundo en mi pecho, y dolía como mil estacas clavándose en mi pecho el recordarlas.

—Comprendo… debiste odiarme mucho en ese momento —susurró decaído.

—No… ¡No, Sasuke! ¡No es eso! ¡No te confundas! —Tomó al chico de los hombros y lo obligó a verlo a los ojos. Sasuke lo veía confundido—. Nunca, en todos estos años, ha habido en mi corazón odia hacía ti. Lo que sentía era… miedo.

—¿Miedo? ¿Por qué me tendrías miedo?

—No miedo de ti, Sasuke… sino de lo que sintieras respecto a mí.

Sasuke lo observó aún más confundido que antes. Estuvo en silencio unos segundos, meditando las palabras de Zorro.

—¿Tenías miedo de que te tuviera miedo?

Kurama le dio un zape en la cabeza. El azabache se sobo la parte afectada mientras soltaba una queja.

—No, baboso. Piensa. Usa la cabeza no solo para imaginar cochinadas con Naruto y tú como protagonistas.

El Uchiha hizo una mueca de esas que hacía cada vez que Kurama lo molestaba cuando estaba con Naruto. El Zorro sonrió al verla, le alegraba saber que estaba mejor.

Sasuke se sumergió en sus pensamientos, meditando cada una de las palabras de Kurama y sus acciones, y también sus propias acciones. No supo cuanto tiempo estuvo inmerso en ellos, pero entonces, lo supo, supo porqué Kurama se había alejado, y era tan obvio que él mismo quiso darse un zape.

—Tenías miedo de que te odiara.

El Zorro asintió con un deje de tristeza.

—Sasuke, yo… yo en serio quería quedarme contigo. Pero la sola idea de que tú en verdad me odiaras y me culparas por la muerte de Mikoto me atravesaba el corazón.

»Yo podía entender que dijiste todas esas cosas porque estabas dolido y necesitabas sacar ese dolor. Pero… ¿y si no? ¿Qué tal si en verdad me odiabas y no querias saber nada de mi? Eso me calaba el alma y me hacía dudar, me aterraba la idea de que en verdad me odiaras y no quisieras saber nada de mi, y no pude enfrentarme a ti y comprobar si es que todo estaba dentro de mi cabeza.

»Se me hizo más fácil ocultarme como un gran cobarde. Pero es que no podía soportar que tú me vieras con esos enormes y brillantes ojos negros y me dijeras a la cara que me odiabas. No hubiera podido soportarlo, Sasuke. Fui tan débil y por mi culpa estuviste todo este tiempo solo. Yo estuve ahí, cuidandote en la oscuridad, porque le había hecho una promesa a mi Mikoto, pero nunca pude realmente estar junto a ti… perdón. De verdad lo siento mucho. La cobardía me ganó, y en el proceso creo que te herí más.

Sasuke lo observó con esos negros y brillantes ojos que Kurama había descrito. Lo vio con las orejas hacía abajo y una expresión arrepentida. Sus ojos rojos de pupilas alargadas se veían tan turbios y temerosos, con una suplica silenciosa y una esperanza viva. El corazón del azabache latió de prisa y su pecho se calentó.

«Perdoname».

«Por favor, no me odies».

«¿Podemos, ahora sí, ser amigos?».

Lo contempló unos minutos, tomándose su tiempo y quizá, solo quizá, haciendo que la espera para Kurama fuera un tanto desesperante. Después de todo, debía cobrarle por todas esas veces que lo había fastidiado. Nunca admitiría que verlo tan impaciente por su respuesta le hacía querer llorar una vez más. Tuvo que morderse el interior de sus mejillas para no sonreír.

Finalmente, cerró los ojos y negó con la cabeza.

Kurama sintió como si el peso del mundo hubiera sido puesto sobre sus hombros, su expresión se deformó en una mueca de dolor y de tristeza. También resignación. Dentro de sí había contemplado la posibilidad de que, después de todo, Sasuke no lo perdonara. Pero, joder, dolía demasiado.

Desvió la mirada hacia sus manos y jugueteó con sus dedos, no supo que decir ante la respuesta silenciosa por parte de Sasuke, quien permanecía con los ojos cerrados. Pero, ya que Kurama no lo veía, no pudo observar el momento exacto en el que sus labios se curvaron hacia arriba, sus ojos se abrieron lentamente y su dentadura blanca pero no perfecta, pues uno de sus dientes de los costados estaba medio torcido, fue completamente visible.

Sasuke sonreía de oreja a oreja. Una sonrisa hermosa que quitaba el aliento.

—Por supuesto que sí, Kurama —dijo, su voz tan llena de vida y alegría.

El susodicho alzó la mirada de inmediato, topándose con tan hermosa visión, por un momento tuvo que entrecerrar los ojos pues la sonrisa de Sasuke era cegadora. Cuando sus irises se adaptaron, Kurama se quedó sin aliento un instante, estaba casi seguro que su corazón se había detenido al menos unos segundos.

Ante él, Sasuke se encontraba sonriendo, sin embargo, a su lado yacía una figura transparentemente deslumbrante. Sus negros cabellos se ondeaban con el viento mientras sus ojos igualmente negros, lo veían a él mientras sonreía, una sonrisa hermosa y brillante, justo como la de Sasuke, a la vez que una de sus manos permanecía en el hombro del azabache. Aunque ese no parecía notar a quien a su lado estaba.

Mikoto se veía tan hermosa y tan feliz.

Kurama soltó unas cuantas lágrimas mientras su corazón se contraía.

—Los dos hicimos cosas erróneas —Sasuke habló nuevamente—. Pero el pasado, pasado es. Lo que importa es que estamos aquí ahora. No vale la pena aferrarnos al ayer y dejar que nos domine el «¿Y si hubiera…?», ahora lo sé. Nadie tuvo la culpa, Kurama, también lo sé ahora. Ni tú ni yo. Nadie.

»Y no sabes cuanto te agradezco por haber estado allí con ella en sus últimos momentos. Por haberle dado paz y esperanza. También, gracias por salvarme y perdón por todo lo que dije. En serio lamento haberte hecho sentir tan mal.

El Zorro le sonrió con dulzura mientras limpiaba una lágrima que resbalaba por su mejillas.

—Ya te dije que no tengo porque perdonarte, al contrario, gracias a ti por perdonarme.

Sasuke asintió, aún sonriendo.

Antes de decir alguna otra palabra, ambos se inclinaron hacia el frente y se abrazaron una vez más, pero ahora no había llanto culpable por parte de Sasuke, ni dolido por parte de Kurama. Tan solo llanto de felicidad y sonrisas imborrables.

Kurama continuaba obvservando la silueta deslumbrante de Mikoto, ella los observó con una sonrisita antes de unirse al abrazo y rodearlos a ambos. Sasuke no podía verla, pero fue capaz de sentir ese amor que ella transmitió con ese gesto, la calidez y su dulzura. Se sintió completamente en paz.

El Zorro no despegaba sus ojos de ella mientras se alejaba de los dos y centraba sus ojos en él. Ella alzó una mano y acaricio su mejilla. Kurama soltó un suspiro y cerro sus un instante ante la suave caricia. Mikoto se inclinó y besó su frente, luego lo redeo para besar la frente de Sasuke, pues los chicos continuaban abrazados.

Finalmente, ella estuvo una vez más frente a Kurama, sonriendo mientras su figura comenzaba a desaparecer más y más.

«Los amo —sus labios dijeron sin voz—. Por favor, sean felices».

El peli-rojo asintió, entonces ella desapareció.

El chico se aferró con fuerza a Sasuke antes de ambos alejarse. Se vieron a los ojos y sonrieron sin poder evitarlo. Una risita alegre y tranquila.

—Entonces… —comenzo Sasuke a decir, luego de varios minutos de risitas y un ambiente por demás agradable entre ambos—, eso significa que las veces en las que me «engañaste» diciendo que volteara a verte, y al final no veían nada, era porque intentaste encararme pero al final no tuviste el valor, ¿cierto?

Kurama soltó un resoplido ante la sonrisa burlona en los labios del azabache.

—See —aceptó de mala gana—. El Guardián puso también un encantamiento sobre mí, que funcionaba contigo. No podrías verme hasta que me sintiera listo para encararte. Esas veces creí que lo estaba… pero no fue así.

—¡Ja! Zorro cobarde. Haciendote el graciosito conmigo pero bien que te morías de los nervios.
Al peli-rojo le dio un tic en el ojo izquierdo.

—No te pases de listo conmigo, mocoso maleducado y calenturiento —alzó una de sus manos y tiró de la oreja de Sasuke, este se quejó de inmediato. Pero más que molestarse simplemente comenzó a reír sin parar. Kurana soltó otro resoplido mientras liberaba la oreja del azabache.

Sin poder evitarlo se vio contagiado por la sonrisa de Sasuke y pronto ambos estuvieron riéndose de sí mismos.

—¿Sí sabes que no eres mucho mayor que yo, verdad? —Sasuke preguntó entre risas.

—Pero soy mayor que tú, así que me respetas.

—Ay, disculpe usted ancestro fósil, testigo de los dinosaurios, hijo de Tutankamón.

En cuestión de segundos, Kurama se encontraba sujetando a Sasuke del cuello mientras lo sangoloteaba con los ojos en blanco y una vena hinchada en la sien. El Azabache tan solo se reía a carcajadas sin verse alterado por como el Zorro lo tenía.

—Ay, Kurama… que feliz estoy de poder verte al fin —confesó con total sinceridad.

El peli-rojo lo soltó y desvió la vista para que no pudiera ver el sonrojo en sus mejillas.

—Yo también lo estoy, Sasuke —aceptó—. Yo también…

La sonrisa de Sasuke se amplió.

 

~•§•~

 

Los azules ojos Naruto contemplaron con emoción el primer estallidos de los fuegos artificiales. Una explosión de colores y chispas dispersándose en el cielo nocturno e iluminando la oscuridad con sus tonos. Y el bullicio de las personas disfrutando del festival quedó en segundo plano tras los estallidos y la iluminación multicolor en el cielo. Todos veían con emocion las luces mientras se elevaban una otras otra para complir con su propósito.

Naruto sintió como alguien se sentaba junto a él, sujetaba su rostro y lo hacía girar hacia un lado, dicha persona juntó sus labios con los de él en un beso que de inmediato fue correspondido. Sasuke lo besó como si no lo hubiera visto hacía una eternidad, como si quisiera fundirse en un solo cuerpo con su amado, robándole el aliento y haciendo su corazón latir a mil por hora.

Todos los sonidos parecieron desaparecer a su alrededor, tan solo podían escucharse como un chasquido de sus besos húmedos y los latidos de corazón, que se encontraban perfectamente sincronizados.

—¿Y eso por qué fue? —Cuestionó el rubio una vez se separaron.

—Porque te amo, ¿por qué más sería?

Naruto se sonrojó mientras sonreía.

Lo observó durante un instante, su rostro hermoso que se iluminaba con los fuegos artificiales, y sus ojos brillosos que cambiaban de color con cada explosión. Sus mejillas también estaban sonrojadas. Su mirada se veían tan alegre y viva, tranquila y libre de cualquier carga que hubiera tenido en sus hombros.

El rubio quiso llorar de la felicidad por verlo así. En cambio, rodeó su cuello y unió sus labios en un nuevo beso.

Sasuke lo tomó de la cintura y lo pego a él, lo besó con hambre e infinito deseo, pero también con ternura y demasiado amor desbordante.

—Al parecer, lo pervertido, los Uchiha ya lo traen en la sangre —comentó una divertida Sakura ya un tanto incomoda por tanto besuqueo por parte de la pareja. Tuvo que alzar un tanto la voz debido a las explosiones.

Ellos se separaron del beso un tanto avergonzados.

—Ay, por favor —Sasuke dijo indignado—, no me compares con el degenerado de Itachi.

—¡Te estoy escuchando, hermanito! —Itachi dijo sin voltear a verlo—. ¡Y, para tu muy mala suerte, eres igualito a mí!

—¡Agh!

Sasuke no intentó debatir, pues sabía que no importaba cuanto lo negara, todos creían que era un completo pervertido.

Hubo risitas por parte de los chicos durante algunos segundos, luego poco a poco estas se fueron apagando y la atención de todos se centró solamente en los fuegos artificiales que iluminaban el manto nocturno con sus muchos colores. Era una vista hermosa y sumamente mágica.

Naruto se recostó sobre el hombro de Sasuke mientras este lo abrazaba y ambos contemplaban la magnifica vista en silencio.

Por el rabillo del ojo y por simple casualidad, Sasuke vislumbro dos siluetas un tanto familiares, se enfocó en ellas entrecerrando los ojos. Una de las siluetas utilizaba un yukata dorado con bordados de aves celestes, a juego con con su cabello, el cual se encontraba sujeto en una coleta alta y se mecía con el viento; la otra silueta, un poco más alta, utilizaba un Yukata color gris con detalles en amarillo, de alguna forma parecía ir a juego con la vestimenta de su acompañante.

Iban tomados de la mano, notó Sasuke, mientras se desplazaban entre las personas que observan el espectáculo, además de que en sus labios yacía una sonrisa cómplice. El azabache los miró hasta que se alejaron completamente y fue imposible verlos más. Volteó a ver a su novio por si los había visto también, pero Naruto no había quitado sus ojos de los estallidos multicolores. Un alivio.

Al menos por esa noche, la cabeza de Shisui permanecería en su cuello.

Sasuke abrazó más fuerte a Naruto para luego darle un besito en la frente, el rubio soltó una risita que sonó lejana pero divertida.

Su pecho se sentía cálido de sobremanera. Y se sentía ligero y aliviado. En paz. Los recuerdos de Kurama lo hicieron sentir terrible por obvios motivos; ver a su madre morir, presenciar sus últimos momentos había sido demasiado doloroso, pero también liberador. Escuchar sus palabras y saber cuanto ella los amaba a ambos y deseaba que fueran felices sin sentir culpa, pues nadie la tenía, le quitó ese gran peso de encima. Y luego la conversación con Kurama y saber que el siempre lo quiso, fue hermoso.

Ahora podía continuar bien, podía avanzar. La herida había sanado dejando una cicatriz como recordatorio eterno, pero no doloroso. Viviría bien, viviría feliz por su madre, por él mismo.

—Te amo, Naruto —le susurró al oído a la vez de la daba otro besito.

—Y yo te amo a ti.

Ambos sonrieron mientras continuaban observando los fuegos artificiales iluminar el cielo.

 

~•§•~

 


Aún si el ambiente permanecía alegre luego de que finalizaran los fuegos artificiales, Naruto y Sasuke se marcharon de allí.

Avanzaron tomados de las manos entre la mar de personas, poco a poco alejándose de la festividad y adentrándose en las calles. Caminaron por la acera hablando de lo bien que la habían pasado y lo hermoso que fueron las luces. Naruto no paraba de decir lo emocionante que estuvo todo y de lo agradecido que estaba con Sasuke por haberlo llevado. Finalmente, cuando llegaron a los límites del bosque, permanecieron en silencio, tan solo uno junto al otro disfrutando la compañía y la serenidad; Sasuke sé dedicó a observar cada detalle del bosque nocturno como si fuera la primera vez que lo hacía.

Los capullos luminiscentes se paseaban de un lado hacía otro, mientras los que permanecían estáticos yacían en los arboles y el follaje iluminando con su resplandor plateado. De alguna forma todo parecía más mágico que antes. Las hadas, junto con las demás criaturas, se encontraban cerca de ellos; podía verlos sonreír y cuchichiar cuando los veían pasar tomados de las manos. El reflejo de la luna se filtraba entre las hojas de colores, iluminándoles el camino a ellos. Sasuke notó entonces algo curioso. Los capullos no se paseaban de forma aleatoria, y las criaturas no estaban dispersas en desorden, sino que mas bien parecían formar un camino para ellos. Las dríades habían hecho florecer los árboles que los rodeaban, y las hadas habían hecho crecer florecillas entre los follajes de los bordes, también usaban su magia para redirigir la luz de luna y crear destellos multicolores frente a ellos.

Todo lucía hermoso.

De alguna estraña forma, la escena le recordó un episodio de «Game Of Thrones», en el cual luego de que dos personajes contrajeran nupcias, fueron llevados al lecho donde consumarían su matrimonio, entre risas y ánimos. Pero rápidamente sacudió la cabeza para espabilarse. La Boda Roja era una terrible, terrible, terrible, en serio un muy terrible, comparación.

¿Por qué carajos estaba pensando en eso siquiera?

A un lado, una risita resonó, con lo cual Sasuke volvió de sus pensamientos y enfocó su mirada en Naruto.

—¿Qué? —cuestionó estrañado.

—Estas haciendo muecas muy graciosas —se burló.

—Estaba recordando algo… algo feo —arrugó la nariz al recordar la forma en la que se habían burlado de Robb Stark, luego de haberlos asesinado a todos, colocando la cabeza de su lobo, Viento gris, en su cuerpo decapitado. La chillada de ese día con tal escena había sido fuerte—. Oh, rayos —se lamentó, sacudiendo la cabeza. Tendría esa imagen en la mente por un buen tiempo.

Naruto volvió a reír.

—¿Quiéres ayuda para olvidar lo que sea en lo que estas pensando? —Sugirió y, al Sasuke enforcar nuevamente su atención en él, fue que notó que se encontraban ya frente al hogar del rubio, y que este tenía algo en sus manos.

—¿Qué es? —Preguntó, fingiendo desinterés.

—Una nota de Kurama —Naruto le dirigió una mirada que Sasuke, estaba seguro, era por demás sugerente.

Le tendió la nota:

«Disfruten la noche, pervertidos <3»

 

Sasuke trató de disimular la sonrisa que se le plantó en los labios al terminar de leer, pero no engañaba a nadie.

—Ah, así que esto era lo que tenía que hacer —susurró.

Antes de despedirse de él, Kurama le había dicho que debía dejarlo pues tenía un asunto importante que resolver. Sasuke no preguntó pues era algo suyo y no quería ser chismoso.

—Entonces… ¿quiéres que te quite ese recuerdo de la cabeza?

No hubo necesidad de que preguntara dos veces, antes siquiera de responder, estaban besándose con desesperación y aferrándose el uno al otro como si la vida se les fuera en ello.

Sasuke aprisionó al rubio contra la puerta y se pegó a él mientras sus labios danzaban con sincronía. Naruto lo abrazó por la espalda gimiendo cada vez más alto con los roces entres sus partes bajas. Con torpeza, intentó abrir la puerta de su pequeño y acogedor hogar. Hacerlo al aire libre, allí entre sus flores y el pasto, no sonaba tan mal como parecía, pero no quería traumar a todas las criaturas que seguro seguían ahí de chismosas. Además, seguro Kurama les iba a dar uno de sus sermones.

El pestillo crujió y la puerta fue abierta, y entonces Naruto y Sasuke ingresaron. Pero se quedaron estáticos en su lugar ante lo que sus ojos presenciaron.

El lugar que se suponía, debía estar en penumbras, se encontraba iluminado por decenas de velas colocadas de modo que formaban un camino hacia la habitación de Naruto. En medio de este se encontraban cientos y cientos de pétalos de rosas blancas. Las llamas crepitaron y se ondularon y los pétalos se removieron en su lugar cuando el viento de afuera ingreso por la puerta abierta.

Naruto llevó una mano hacía sus labios y los cubrió. No podía apartar la mirada del camino de velas y, como hipnotizado, avanzó lentamente en este, pisando los pétalos en el proceso. Se quedó de pie en medio del lugar y una sonrisa se instaló en sus labios, la cual iluminaba más que todos las velas en el lugar, pensó Sasuke. Cerró los ojos e inhaló con fuerza, un aroma delicioso inundó sus fosas nasales. Entre las velas, habían velas aromáticas, entendió.

Fue como una explosión de aromas danzando entre sí. Mezclándose y dividiéndose, jugando con su olfato.

Jazmín, con su olor tan envolvente y embriagador. Canela, que le hizo morderse el labio y despertar su lívido. Jengibre, con su fuerte aroma picante pero estimulante, elevó su calor corporal. Vainilla, que lo invitaba a cerrar los ojos y perder el sentido.

Naruto se dejó absorber por todos mientras permanecía con los párpados cerrados, disfrutando. Entonces, sintió como un mano se posaba en su cintura y otra era puesta sobre su barbilla. Sasuke le hizo girar el rostro y lo besó. Lo besó con tanta lentitud y dulzura que hizo al rubio suspirar con anhelo.
Su vientre se contrajo con emoción cuando el azabache se inclinó solo para tomarlo entre sus brazos y alzarlo. Lo observó con sus hermosos ojos negros en los cuales las llamas rojas de las velas se reflejaban. Se mostraban emocionados, deseosos, anhelantes de un contacto más intimo entre ambos, de unir sus cuerpos en uno solo y perderse en el placer que el otro le otorgaba.

En ese momento tan solo eran ellos dos y nadie más.

Se besaron una vez más con lentitud, tomándose su tiempo para saborear los deliciosos labios del otro. Sasuke avanzó con cuidado de no tropezar con las velas, hasta que llegó a la puerta de la habitación del rubio. La empujó con una pierna sin deshacer el contacto de sus labios con Naruto.

Y una vez más se vieron tomados por sorpresa.

Ojos azules y ojos negros contemplaron con asombro el lecho que Kurama había organizado para ellos, solo para ellos.

Esta vez quien avanzó fue Sasuke, con sus ojos brillozos de asombro y una sonrisa maravillada. Y no es que él dudara todavía, pero si quedada, al menos una pizca de duda en su corazón respecto a la magia, esta había desaparecido por completo. Lo que sus ojos negros como dos pozos sin fondo contemplaron, era simplemente bellísimo, y desde luego mágico. Mientras se adentraba en la habitación, su mirada se paseaba contemplandolo todo:

Era como si al abrir la puerta, hubieran sido transportados a otro plano al aire libre. Giró sobre sus tobillos y observó por donde había llegado, tan solo se veía una puerta sostenida por nada. No había techo más que una noche iluminada por una luna de un tono lila; la constelación visible nunca antes la había visto, parecía brillar del mismo color que el satélite, formando una camino de estrellas brillantes que atravesaban el cielo. A su alrededor, el sonido de agua corriendo captó su atención. Un pequeño río de agua luminiscente corría e iluminaba el suelo; en las orillas yacían rocas y follaje con florecillas silvestres. Los capullos de luz plateada se encontraban vagando aquí y allá, además de los brillos y destellos provocados por luciérnagas volando. El lugar estaba tapizado de pasto y enredaderas con florecitas blancas.

Finalmente, en medio de todo, se encontraba un camino bordeado con rosales de rosas rojas, este estaba dirigido hacía un punto en específico. Y este era la única cama que yacía en el mágico lugar. Sasuke fue hacia ella y la observó con ojos brillantes. Estiró la mano y acarició la suave sabana blanca hecha de seda, cubierta también de rosas despenicadas; un pétalo rojo se topó en su camino y él lo sujeto, llevándolo hacia su nariz. Inspiró su aroma con ojos cerrados.

Giró hacia Naruto, con una sonrisa en sus labios y pegó un brinquito al verlo justo detrás de él, con una mirada tan maravillada como la suya. Sus azules ojos se movían de un lado hacia otro, contemplando cada centimetro del lugar. En sus labios la sonrisa que permanecía ponía en vergüenza la belleza del cielo estrellado y la luna.

Sasuke tragó con fuerza, Naruto era hermoso. Era tan hermoso que incluso parecía irreal.

—Kurama se… lució —el azabache dijo.

Los ojos del rubio giraron y se posaron en él con intensidad.

—Lo hizo.

Sus irises azules, ahora de un azul tirando a morado, pero brillantes por el reflejo de la luna, las estrellas y la noche, le quitaron el aliento. Eran grandes, expresivos… bellísimos. Irradiaban un deseo tan profundo que Sasuke sintió su corazón derretirse. La sangre en sus venas borboteaba de excitación.

Naruto, sin apartar sus ojos de él, dio un paso y luego otro, hasta quedar tan solo a centímetros de distancia. El azabache no pudo quitar su negra mirada de su rostro, de sus mejillas sonrojadas y de sus labios dulces y suaves. Pasó saliva fuerte, antes de alzar una mano y acariciar su pómulo. El rubio cerró los ojos para disfrutar la caricia y, cuando los abrió de nuevo, con lentitud y cierto grado de deseo en ellos, Sasuke no pudo contenerse más.

Lo tomó de las mejillas y lo pegó a su cuerpo, fundiendo sus bocas en un nuevo beso que sabía a lujuria y frenesí, pero también al más puro amor. El silencio se llenó de jadeos y suspiros, y los besos húmedos que se dieron sin detenerse. Naruto, aferrado a la cintura de Sasuke, intentaba pegarlo más a su cuerpo mientras sus pelvis bailaban una danza erótica. Sus manos se introdujeron en el Yukata de Sasuke y tocaron su suave y caliente piel, haciendo que el peli-negro soltara un gruñido placentero que hizo hervir la sangre del rubio.

Avanzaron, entre besos y caricias, los centímetros que los separaban de la cama y, una vez las piernas de Sasuke golpearon el borde, antes de siquiera decir algo, Naruto deshizo el contacto, posó las manos en el pecho del azabache y lo lanzó hacia el mullido colchón.

Él se vio sorprendido un segundo, pero su mirada cambio al notar la sonrisita traviesa en los labios de su oji-azul.

—mmm… me gustan los soldados con iniciativa —bromeo él, acomodándose mejor en la cama.

Naruto río divertido, luego llevó sus manos a su pecho y vientre, y movió su vestimenta dejando su piel bronceada al descubierto. Sasuke lo veía como hipnotizado. Sus ojos negros se movían sobre cada centímetro de piel visible. La sonrisa en los labios del rubio se ensanchó, se lamió los labios y luego mordió el inferior, mientras él continuaba toqueteandose y moviendo su Yukata. La piel de su hombro y su clavícula eran una gran tentación para Sasuke.

El rubio se movía de un lado hacia otro, con lentitud y sensualidad, como una ardiente flama que oscilaba al compás del viento. Mecía sus caderas con un ritmo suave mientras sus ojos permanecían cerrados; sus manos jugueteaban sobre su piel desnuda al mismo tiempo que continuaba mordiendo sus labios.

Los negros ojos de Sasuke irradiaban deseo, y la sangre de su cuerpo estaba reuniéndose en un punto en específico. Su cuerpo ardía y moría de ganas por poner sus manos en su novio. Pero al mismo tiempo se detenía, pues la escena que él estaba regalándole era demasiado hipnótica. Quería más. Mucho más.

Finalmente, el rubio abrió sus ojos. Su mirada brillante y juguetona lo seducía sin descaro y lo invitaba a perderse ambos por el deseo. El rubio dejó de tocarse y moverse, en su lugar, se subió a la cama y gateo zorrunamente sobre esta y sobre el cuerpo de Sasuke, quien lo veía sin apartar la mirada y con fuertes deseos de comerle la boca. Los dos jadearon cuando sus labios se encontraron en un nuevo beso y las manos no se quedaron inmóviles.

Los labios de Naruto eran dulces y sobre todo, adictivos. Sasuke dejó que él marcara el ritmo y en su lugar se dedicó solo a disfrutar y acariciar ese bronceado cuerpo sobre sí. Tocó y tiró de su hebras doradas, y gimió y gruño con el roce de sus miembros ya despiertos. El oji-azul no paraba de toquetearlo por sobre el Yukata e introducía las manos en este y deslizaba sus dedos directamente en su blanca piel. Sasuke sintió la necesidad la acomodarse mejor sobre la cama, así que abrió las piernas y las flexiono un poco, permitiendo que Naruto se posara entre ellas y el contacto entre sus inglés fuera aún más placentero.

Ambos ahogaron sus gemidos entre la boca del otro, mientras la lengua contraria se introducía en su cavidad bucal y alcanzaba lugares que ningún otro había tenido el placer de explorar.

—Te amo… Sasuke —Susurró Naruto sin dejar de besarlo—. Te amo tanto…

Sasuke sonrió, luego lo sujetó más fuerte de los cabellos y lo besó hasta que se quedaron sin aliento. El rubio liberó sus labios y paseó su boca sobre la mandíbula de su novio y después viajo hacia su oreja. Jugueteó con su lóbulo como si fuera un delicioso postre.

De la boca de Sasuke salía jadeo tras jadeo. Permanecía con los ojos cerrados permitiendo que su novio le diera placer. Su cuerpo se sentía increíblemente acalorado y lo único que podía anteponerse al fuerte y ensordecedor sonido de los latidos de su corazón, era los jadeos y la respiración de Naruto sobre su oreja, y el movimiento de su lengua al juguetar con ella.

Abrió los párpados de improvisto y soltó un fuerte gruñido a la vez que sus ojos se torcían un poco, cuando Naruto se movió sobre él con una sensualidad electrizante. Sus caderas se apretujaban y se rosaban, enviando escalofríos a todo el cuerpo del azabache y erizando cada vello. No hizo más que sujetar a Naruto de las caderas y perderse en el placer.

Naruto al fin liberó el lóbulo de su oreja pero enseguida fue turno de su cuello.

Lamió su piel expuesta y mordisqueo, succiono y volvió a lamer y morquisquear. La respiración de Sasuke era errática y profunda con cada movimiento de cadera descarado que el rubio hacia. Inconscientemente estaba sujetando la cintura de Naruto con fuerza, casi incrustándole las uñas, pero si al oji-azul le dolía o si quiera lo llegaba a sentir, no daba prueba de ello. Tan solo susurraba un «Te amo» tan suave y dulce y lleno de placer, que hacía temblar a Sasuke.

—mmm… Sasuke —Naruto jadeo aún en el cuello de su novio—. Sasuke…

Su cuello pasó nuevamente a segundo plano, cuando sus labios se encontraron una vez más y sus lenguas se rozaron entre sí, disfrutando, saboreandose. Sasuke abrazó a Naruto por el cuello y tiró de sus cabellos; Naruto posó una mano en la cintura de este y luego la otra la dirigió a su entrepierna.

El azabache soltó un gruñido bestial y placentero cuando la otra mano de Naruto le acaricio la ingle por sobre la ropa, y luego lo apretujó. Pero sus gemidos fueron acallados por sus labios, que continuaron besándolo con deseo asfixiante, posesivo y dominante.

Se sentía muy bien, Sasuke no podía pensar en otra cosa. El calor en su cuerpo aumentaba cada segundo que transcurría y su mente se sentía nublanda por el placer. Quería más, mucho más de Naruto. Lo necesitaba tanto. Sus besos, sus carias, su p…

Sasuke abrió los ojos de golpe.

Naruto había ingresado su mano entre el Yukata y la había bajado hasta su entrepierna. El azabache inhaló con fuerza, su respiración se puso demasiado pesada. El rubio sujeto su miembro y comenzó a estrujar con suavidad pero al mismo tiempo con un poquito de fuerza; luego inicio un suave sube y baja en toda su extensión. El placer que le recorrió el cuerpo le hizo retorcer los dedos.

Entonces sus negros irises miraron hacia el cielo y contemplaron la luna de un tono un tanto irreal, y esa constelación que era un bello camino de brillantes estrellas que atravesaban el firmamento. Apreció su infinita belleza durante un segundo. Luego sus ojos giraron y observaron el rostro de Naruto: sus mejillas estaban tan rojas y sus párpados permanecían cerrados; su rubio cabello se encontraba más alborotado de lo normal. Sus labios dulces y suaves continuaban besándolo con hambre mientras su mano le apretujaba, de una forma jodidamente placentera, la entrepierna; haciendo que torciera un poco los ojos mientras jadeaba.

Y, finalmente, algo hizo click en su mente y su cerebro terminó de procesar la posición en la que él se encontraba. Su expresión de placer se deformó lentamente, dando paso a una mueca un tanto espantada. Paso de estar rojo a estar pálido.

—Woaah… —dijo, con una risa nerviosa y temblorosa—. Alto ahí, soldado —sus manos se posaron en el pecho de Naruto y lo empujó con un poco de fuerza.

Pero el rubio parecía encontrarse en una especie de transe, en el cual solo podía pensar en Sasuke, en continuar besando sus labios y en su miembro duro, caliente y un tanto humedo, que mantenía aún entre su mano.

Parecía una sanguijuela pegada a sus labios, a su cuerpo.

—Hey, hey, menos iniciativa.

Al fin, Sasuke pudo apartarlo de sí.

—¿Q-Qué? ¿Qué ocurre? —cuentionó el rubio, jadeante y con las mejillas encendidas, sus mecholles rubios sobre sus ojos y en todas direcciones—. ¿No te gustó? ¿L-Lo estaba haciendo mal? —Un hilito de baba le bajaba por un costado. El azabache tragó con fuerza y desvío la mirada un segundo. Y un demonio que no le había gustado, le encantó. Se había sentido jodidamente bien.

—Jaja… no es eso —rió, completamente nervioso—. E-eso solo que parecía como si quisieras que fuera yo el de ab… —se quedó sin palabras en un instante, pues mientras hablaba volvió la vista a su novio, y su mirada impidió que pudiera decir algo más.

Los irises de Naruto, mientras limpiaba con el dorso de su mano la saliva que le bajaba por el mentón, tenían un brillo que Sasuke no le había visto antes, y lo observaba con tanta intensidad, tanto deseo, que solo pudo tragar saliva con fuerza. Sintió su corazón acelerarse de golpe, como si hubiera estado de pie en la orilla de un acantilado y se hubiera lanzado al vacío.

—¿T-Tú…? —dijo nervioso el azabache. Luego su expresión pareció recomponerse; soltó una fingida exclamación de asombro—. ¿Tú querías que yo... que yo…? —llevó las manos hacia su boca, cubriendo sus labios en una gesto exagerado y desde luego fingido—. ¡Te estas volviendo salvaje!

Naruto no pudo evitar soltar una risita ante la evidente muestra, de parte de Sasuke, por fingir que no le había sentado como un balde de agua frí, el rumbo por el que habían estado avanzando.

Pero el rubio no lo había hecho con esa intensión. Es decir, él no lo había planeado, no lo había pensado siquiera. Había sido, ¿cómo decirlo? ¿Instintivo? Al principio tan solo quería seducirlo, tentarlo, que lo viera con esos ojos hambrientos y deseos, que le regalara esas sonrisas descaradas y lujuriosas. Pero, entonces, escucharlo gemir cuando gateó sobre él y lo beso, fue toda un revelación. No sabía cuanto lo deseaba, hasta que lo tuvo debajo suyo jadeando y retorciéndose con sus carias.

—Lo siento —Naruto le regaló una sonrisa apenada—. Supongo que... me dejé llevar.

Sasuke lo contempló por largos segundos, aún un tanto nervioso.

Lucía genuinamente arrepentido. Y Sasuke podía entender con tan solo ver sus ojos gachos, que en realidad lo que había ocurrido había sido puro instinto. En otras palabras, era normal que, uno como hombre, quisiera hacérselo a la persona que amaba, ¿no? Darle placer y verlo derretirse entre sus brazos. Sasuke lo experimentaba con Naruto, quizá más que lo normal, sí. Pero fue tonto de su parte creer que era el único que se sentía de ese modo.

Sabía que Naruto lo deseaba, y cuando hacían el amor era muy placentero y maravilloso. Pero no pensar en que Naruto también quisiera hacérselo, y que aceptaría siempre el papel de abajo, era una tontería de su parte. Ambos eran hombres, después de todo.

Y sí, quizá se espantó un poco al verse en esa posición y disfrutarlo mucho. Pero era Naruto quien lo había hecho sentirse tan bien. Su novio. El chico que amaba con toda su alma. Ir abajo no cambia absolutamente en nada sus sentimientos… en realidad los volvía más fuertes, más intensos y más completos. Era cruzar un nivel más avanzado de unión entre sus cuerpos, era sentirse completamente suyo y de nadie más.

Porque Sasuke solo quiera ser de él y viceversa.

Así que estaba bien.

Quien fuera abajo y quien fuera arriba no importaba. Lo único que realmente lo hacía era que ellos se amaban con fuerza y sinceridad.

Esbozó una pequeña risita dulce.

—Está bien —dijo—. Puedes continuar.

Naruto alzó la mirada de golpe, incrédulo ante las palabras de Sasuke.

—¿Q-Qué?

Sasuke le sonrió sin despegar los labios en una mueca demasiado dulce, sus ojos se achinaron y los bordes tenían pequeñas y lindas aruguitas.

—No tienes porque detenerte —le acaricio la mejilla con suavidad—. Puedes quitarle los pétalos a mi florecita. Al fin y al cabo es tuya, siempre lo fue.

El rubio lo vio a los ojos un segundo, al segundo siguiente no pudo evitar soltar una risotada. Intentó acallarla cubriendo sus labios con sus manos, pero, al ser los únicos en el lugar, era imposible no escucharlo o verlo solo a él.

—Estoy tratando ser completamente serio aquí —dijo Sasuke, estando de hecho, muy serio.

Su expresión no ayudaba en nada a Naruto para disminuir su risa. Al contrario, solo le daban muchas más ganas de reírse. Al final, luego de unos minutos, Sasuke se vio contagiado por su bella y resplandeciente sonrisa.

—¿De verdad p-puedo? —Lo miró con ojos de cachorrito suplicante.

—Sí… puedes.

Y entonces Sasuke sintió su corazón romperle las costillas ante la mirada que Naruto le regaló. Esa mirada tímida y hasta inocente que habia tenido segundos antes, cambio de golpe; el rubio lo veía como si fuera un manjar del cielo, un postre delicioso que no podía esperar para devorar. Sus ojos brillaban en deseo y ansias, y se mordía los labios mientras lo observaba por completo. Sasuke se sintió un tanto abrumado…

Pero, si era sincero… él también estaba ansioso.

También lo deseaba.

Naruto gateó de nuevo sobre él y se hizo un lugar entre sus piernas. Sasuke se recostó completamente sobre la cama, a espera de lo que su novio fuera a hacer. El rubio posó ambas manos sobre el colchón, a cada costado de la cabeza del azabache, y lo vio directo a sus negros y profundos ojos.

Eran tan apuesto que dolía.

Le sonrió. Una sonrisa tierna y conciliadora, mientras una de sus manos acariciaba dulcemente su mejilla. Se inclinó hacía él y susurró en su oído:

—Te lo haré muy suave, lo prometo —un escalofrío le bajó al azabache por toda la espalda. Sus mejillas se encendieron como luces de Navidad.

—¡No puede ser! —Gritó él, muerto de la vergüenza, con ambos brazos cubrió su cara. Aún así, Naruto podía notar su rostro sonrojado. Era como si incluso humo estuviera saliéndole de la cabeza—. Deja de decir cosas vergonzosas —exigió.

El de ojos azules soltó una risita, luego besó la parte de sus brazos que cubrían el rostro de Sasuke.
—¡Ya basta! —dijo el azabache, sin verlo a los ojos.

Pero Naruto continuó besando lo que tuviera enfrente y Sasuke no tuvo más opción que dejar caer sus brazos a sus costado y encararlo. Estaba por decir algo, que dejara de decir y hacer cosas vergonzosas, pero no alcanzó a abrir los labios cuando Naruto lo tomó de las mejillas y estampó su boca contra la de él.

Soltó un gemido cuando lo sintió de nuevo moverse sobre si, frotándose con fuerza y envestidas tan placenteras, que Sasuke no podía pensar en absolutamente nada más.

¿En que maldito diccionario eso significaba ser suave?

Como fuera. Al carajo todo.

Sasuke se aferró a la espada del rubio, moviéndose él también para hacer aún más placentera la fricción de sus pelvis. Poco a poco fue bajando sus manos hasta sus caderas, y luego hasta sus nalgas. Naruto pegó un gritito y jadeo cuando las apretujo. El de ojos azules sonrió un segundo, al siguiente estaba comiendo la boca de nuevo.

Tuvieron su momento fogojoso, en el que las manos no se quedaron quietas y tocaron cada parte del otro, casi como si estuvieran derritiéndose y fundiéndose; ese donde sus lenguas parecían adheridas y sus corazones sincronizados al 100%.

Y luego el ritmo cambio.

Las ansias disminuyeron y la fogosidad. Las manos dejaron de dar caricias desesperadas y en cambio se volvieron tiernas. Los besos cambiaron de desenfrenados a dulces. Los jadeos ahora eran suaves suspiros.

Sasuke no supo en que momento término completamente desnudo y a merced de Naruto. Tragó saliva cuando el rubio se puso de rodillas frente a él y comenzó a quitarse el Yukata de una buena vez…. y la realidad lo golpeó.

Oh rayos, oh rayos.

En verdad estaba sucediendo, en verdad Naruto iba a hacérselo. Su respiración se puso un tanto pesada. No es que estuviera echándose para atrás… era solo que estar nervioso era inevitable. Estaban a punto de desflorarlo; que se encontrará muy normal sería lo extraño. Naruto sabía que estaba nervioso, era así porque él también lo había estado aunque no se haya notado mucho, es por ello que, una vez tan solo en ropa interior, acarició el vientre del azabache y siguió un camino de caricias hasta su rostro. Sasuke lo observó con unos ojitos de perrito mojado que al rubio se le antojaron muy tiernos.

—Esta bien… —susurró viéndolo a los ojos y regalándole una dulce sonrisa. Se le hizo por demás adorable el sonrojo que vislumbro en sus mejillas.

Sin más que una pequeña sonrisa de lado por parte del azbache, Naruto se inclinó sobre él y unió sus labios una vez más.

Naruto fue muy suave, tal como le había dicho.

Lo beso con lentitud y dulzura, lo acarició con suavidad. Tocó su cuerpo con cariño infinito y mucho cuidado. Sus caricias hacían derretir su corazón y hervían la sangre en sus venas. A pesar de estar al aire libre y sentir el viento soplar, se sentía tan caliente. Naruto lo besó en los labios, succionó y dejo marcas en su cuello, en sus pectorales y también besó su vientre y jugueteó con su hombligo, sacando dulces suspiros de la boca del azabache; quien había cerrado los ojos por las caricias, pero los abrió al sentir la respiración del rubio sobre su entrepierna.

Los irises azules se posaron en él cuando desvió la vista hacia abajo. Un rico escalofrío le erizó la espalda al ver en sus ojos tanta lujuria y deseo solo por él. Naruto le sonrió de forma sensual e introdujo su miembro en su boca; Sasuke soltó un jadeo seguido de un:

—…Carajo —gruñó.

Su vista se nubló un momento y él se recostó completamente sobre la cama, disfrutando el placer que recorría su cuerpo provocado por la deliciosa boca de su novio y su juguetona lengua. Luego, volvió a incorporarse, pues quería ver lo que el rubio hacía. Verlo meterse su virilidad completamente en su garganta, comiéndosela como si fuera lo más rico que había provado, todo un manjar celestial, le encendió como solo Naruto, con sus hermosos ojos azules y su cabello bañado por el sol, lo haría.

Se veían sin apartar la mirada un solo segundo, mientras el rubio jugueteaba y lamía su miembro antes de volver a meterlo de lleno en su boca.

Sasuke lo tomó de los cabellos y los acarició, enredando sus pálidos dedos en ellos. Era fascinante cuanto placer Naruto era capaz de hacerle sentir, y Sasuke tan solo quería que continuara y no se detuviera. Que le hiciera lo que quisiera mientras lo hacía sentir que flotaba entres las nubes.

Naruto lo sintió estremecerse y retorcerse, pues su límite estaba por llegar, pero no permitió que se alejara. Dejó que terminara en su boca a la vez que un fuerte jadeo mezclado con un gruñido salió de su garganta.

El azabache quedó desparramado en la cama, respirando con la boca y los ojos cerrados. Su pecho se hinchaba y se vaciaba, su cuerpo daba suaves sacudidas aún. Para Naruto fue la vista más maravillosa que antes había visto.

—¿Te gustó?

Sasuke sonrió sin abrir los párpados.

—Lo tomaré como un sí.

—No solo me gustó —dijo el azabache y ahora sí abrió los ojos; enfocó su negra mirada en la azul de su novio—, me fascinó… ¿vas a continuar? —Atrapó entre sus dientes su labio enferior de forma sugerente.

Naruto lamió sus comisuras, por donde se había escapado parte de la semilla de su próximamente desflorado amor, antes de sonreír.

—Por supuesto que sí.

Se terminó de inclinar sobre él y nuevamente sus labios se unieron en un beso. Sasuke enredó sus brazos en el cuello del rubio y lo pegó aún más hacia él. Se besaron con un poco de ansias pero paciencia a la vez, con lujuria pero serenidad. Se tomaron su tiempo para disfrutarse y jugar con sus lenguas, para morderse de forma juguetona los labios.

Entonces Naruto se alejó y le mostró dos dedos a Sasuke, este supo que quería que hiciera incluso si no dijo nada. Sonrió coqueto antes de abrir la boca y mostrar la lengua. El rubio paso saliva mientras observaba como el azabache chupaba sus dígitos, soltó un pequeño gruñido al sentir como su lengua jugueteaba y los cubría bien de saliva.

Sus ojos no se despegaron del otro en ningún segundo.

Finalmente, Naruto alejó los dedos y lo besó de nuevo. Sasuke una vez más enredó sus brazos en su cuello, pero esta vez separó las piernas para darle mejor acceso al de ojos azules.

Primero, cuando el rubio comenzo a acariciar esa zona, se sintió incómodo, el azabache no pudo evitar dar un brinquito. Pero conforme continuaba acariciando y acariciando, en algún momento comenzó a mover su cadera buscando más contacto. El primer dedo dentro devolvió esa sensación incómoda, una que desapareció pronto dando paso al placer. El segundo dedo dolió un poco, pero al igual que con el primero, se volvió placentero. El tercer dedo en su interior le hizo soltar un jadeo de dolor e incomodidad… pero también cierto placer.

Podía sentir como Naruto se abría paso en su interior, como sus dedos llegaban cada vez un poco más profundo, como se expandían y conntraían, dilatandolo. Sus labios eran apresados por los de Naruto y sus lenguas continuaban jugueteando. Sasuke sentía dentro de sí muy caliente. Y su mente, aparte de enfocarse en los dígitos del rubio en su interior, no podía pensar en nada más. Pero la sola idea de tener algo diferente dentro suyo, lo desesperaba un poco.

Cuando el momento por fin llegó, dolió. Desde luego que dolió.

Pero Naruto fue lento para no lastimarlo. Lo besó en el rostro, en todos lados de su cara. Fue dulce y le susurró palabras conciliadoras que lo hicieron sentir jodidamente avergonzado, pero también infinitamente querido.

Se besaron por largo rato, tan solo disfrutando del sabor del otro sin Naruto moverse, permitiendo que el azabache se acostumbrara; que dejara de doler. Cuando Sasuke se retorció un poco bajo suyo, buscando más contacto, supo que tenía pase libre.

Las primeras estocadas fueron lentas, pero fue acelerando el ritmo un poco cada vez más. Siendo sincero estaba un tanto inseguro, no sabía si a Sasuke le gustaría pero pondría todo de sí. Pero Sasuke lo estaba disfrutando, las muecas que hacía cada vez que salía de su interior y se volvía a introducir, los jadeos que endulzaban sus oídos y su respiración agitada, además de ese monumental sonrojo en sus mejillas, se lo confirmaron y dieron confianza.

Fue un poco más fuerte, llegando incluso más profundo. Sasuke soltó un fuerte gemido y lo sintió retorcerse; sus ojos negros buscaron los suyos de inmediato mientras Naruto continuaba golpeando ese mismo punto dentro del azabache que lo volvía loco. Sus expresiones hacían que el rubio perdiera por ratos la cordura, haciendo que acelerara las embestidas y provocando en Sasuke jadeos que no sabía si eran dolor o placer. Pero es que su rostro, sus labios, sus mejillas y sus suspiros. Sus ojos que reflejaban su propio rostro sonrosado y sus cabellos rubios alborotados.

Pero, sobre todo, su interior. Oh, demonios, estar dentro de Sasuke era la gloria. Y Naruto no sabía exactamente que significaba estar en la gloria, pero supuso que así se sentía. Estaba caliente y estrecho, y lo apretujaba tan deliciosamente, que le era demasiado difícil cumplir con lo que le había dicho. Oh, maldición, quería darle tan duro, pero también hacerlo suave. Se sentía tan increíblemente bien que solo quería que Sasuke se sintiera de la misma forma. Que se retorciera aún más de placer y pidiera por más. Naruto quería hacerlo tocar, metafóricamente, las nubes. Quería nublarle la cordura y que se entregara sin peros. Porque así estaba él, claro que se sentía así.

Era tan jodidamente delicioso que tenía ganas de llorar.

Sasuke de sentía tan bien, que intentaba decir una sola palabra y lo único que salía de sus labios eran jadeos y jadeos. Las manos le temblaban y los dedos de sus pies se torcían involuntariamente. Sentía su interior derretirse y revolverse. De alguna forma tenía la sensación de que flotaba en la nada, tan solo él y Naruto, olvidandose de cualquier cosa que no fuera el otro; perdidos en el placer. Las envestidas continuaban una tras otra y hacían la cama crujir y a él arquear la espalda y querer más, más y más mientras se aferraba a sus brazos, incrustrando las uñas en su bronceada piel.

Más.

Más.

Má…

De la nada, fue de vuelto a la realidad al una gota de agua salpicarle la mejilla, esta bajó por su piel pálida y se deslizo por un costado de sus labios. Sin querer, Sasuke la saboreó. Estaba salada.

Sus ojos estaba cerrados y las embestidas de Naruto continuaban, haciendo removerse y chirriar la cama; sus jadeos no se detenían y placer desbordada su cuerpo por cada poro de su piel. Intento concentrarse, no darle importancia; pero ese suceso estaba fuera de lugar, que no pudo solo dejarlo pasar. Pero dejó su mente en blanco y se centro en disfrutar. Y entonces sucedió de nuevo.

Basta, era todo.

Sasuke abrió los parpados y, al instante, la visión frente suyo le hizo poner los ojos en blanco.

Los rubios cabellos de Naruto estaba disparados en todas direcciones, más de lo normal, sudor le bajaba por las sienes. Sus mejillas muy sonrosadss. Sus labios formaban una fina línea a la vez que se mordía el inferior. Sus párpados se encontraban fuertemente apretujados… pero lo que simplemente descolocó a Sasuke, fue el hecho de que, aunque sus ojos estuveran cerrados, las lágrimas se escapaban de estos y le escurrían en la cara. Estaba llorando, Naruto estaba llorando.

Y era la clase de llanto que intentas con todas tus fuerzas detener, y aún así no puedes.

Sasuke no tenía idea de que hacer o que decir en ese momento.

—¿P-Por qué carajos estas llorando? —Fue lo único que atinó a dejar salir.

El rubio abrió los ojos de inmediato, estos estaban rojizos e hinchados, y cuando sus ireses azules se toparon con los obsidiana de Sasuke, pareció querer llorar aún más. Separó los labios e intento hablar, pero tan salo formuló balbuceos inteligibles. Finalmente, cerró los ojos y soltó un largo suspiro, tratando de tranquilizarse. Cuando abrió los párpados de nuevo y sus miradas se encontraron una vez más, volvió a llorar, un puchero se instaló en sus labios, pero esta vez pudo hablar:

—Es que… s-se tan bien —lloriqueó—. De verdad se si-siente tan bien estar d-dentro de ti, Sasuke —las mejillas del azabache se coloradearon más de lo que ya lo estaban.

Era estúpido, era tan estúpido lo que estaba sucediendo en ese momento, pero aún así el corazón se le había acelerado tanto que sintió que se mareaba al escucharlo resonar en sus oídos.

—Y-Yo realmente ya me había hecho a la i-idea de que Menma moriría virgen.

Sasuke quedó completamente estupefacto.

—¿Qué?

—Pero a-aquí estamos, y aquí estoy, dentro de ti y es tan, taan increíble y delicioso… oh, rayos, Sasuke eres tan sexy y guapísimo y se siente tan, taaan increíble estar así contigo que yhsjx…

El azabache le puso las manos sobre la boca, callando sus desvaríos. Él se mostró confundido, pero más confundido se encontraba Sasuke.

—¿Quién rayos es Menma y porque carajos creiste que moriría virgen?

Naruto dijo algo pero fue imposible entenderle puesto que las manos del azabache permanecian aún sobre su boca.

—Ya sabes… mi amigo —dijo de forma sugerente una vez su novio liberó sus labios.

Sasuke fruncio el entrecejo sin entender nada, observando el rostro de Naruto mientras este batía las pestañas. Entonces el azabache por fin entendió.

—¿Le pusiste nombre a tu pene?

Naruto sonrió orgulloso, como si fuera la asaña más grandiosa que pudiera hacerse. Eso le dio la confirmación al azabache junto con un tic en el párpado izquierdo.

—No puedo creer que en serio lo hayas hecho —dijo entre incrédulo y divertido—. ¿Menma? ¿Es en serio?

—¡Por supuesto que es en serio! —Alzó la voz, indignado. Lo que provocó que una risita saliera de los labios de su novio, puesto que podía notar que el rubio sí que hablaba muy en serio—. ¿Qué es tan divertido, eh? No hice nada que ningún chico no hiciera. Todos le ponen nombre a su pene.

Esta vez no fue una risita, fue una completa carcajada lo que escapó de la garganta de Sasuke. Seguida de un sonoro gemido al Naruto darle una estocada para que parara de reír, pero la mueca que hizo Sasuke lo dejó en blanco un momento. Luego sacudió la cabeza y se acercó hasta su oído.

—Apuesto lo que sea —susurró sensualmente, su aliento caliento le dio escalofríos al azabache— a que tú de igual forma lo hiciste.

Sasuke, con un suave sonrojo en la cara, dijo:

—C-Claro que no.

—Claro que sí.

—Que no…

Bueno, quizá, quizá, quizá cuando era más joven lo haya hecho, pero Chara sin duda se había quedado completamente en el pasado. Si Naruto no hubiera mencionado nada, Sasuke nunca lo hubiera recordado.

—¿¡Cómo que no!? —Naruto no lo podía creer—. Es lo que un hombre hace, Sasuke.

Sasuke intentó no reír de nuevo, pero la seriedad y expresión en el rostro de Naruto no estaba ayudándolo.

Oh, rayos, él hablaba tan en serio.

—Eres tan raro, Sasuke —El rubio hizo una mueca, decepcionado, lo que provocó que el mencionado pusiera los ojos en blanco.

—¡Definitivamente no quiero escuchar eso viviendo de ti!

—¡Pero es cierto! ¿¡Por qué no le pusiste nombre!? ¡Hasta el Guardián lo hizo, incluso Kurama! —El azabache arrugo la nariz, en una mueca mezclada con asco y la completa incredulidad—. Y sus nombres son geniales, fantásticos. ¡De acuerdo a sus increíbles y en…!

—¡Aahg, ya callate! —Sasuke se cubrió las orejas con sus manos—. ¿¡Por qué siquiera estamos hablando de los penes de otros, cuando estamos en esta situación!? Además ¿¡Qué rayos sucede con ustedes!? ¿¡Hacen pijamadas para masturbarse o qué carajos!? ¡Estás haciendo que me enj…aaahh!
Una esctocada por parte del rubio.

Sus ojos se encontraron luego de que Naruto lo penetrara con fuerza. Ninguno dijo nada, el rubio tan solo sonrió de una manera demasiado sensual y sugerente, Sasuke estuvo embelesado un instante, justo lo que duró Naruto en salir de su interior y volver a empotrarse en él, sacándole otro dulce gemido.

Naruto mando al carajo su promesa.

No pudo continuar siendo suave cuando tan solo quería darle muy duro; no es que Sasuke se lo recriminará tampoco.

Se vieron envueltos en un fuerte vaivén, entre gemidos y jadeos, entre respiraciones aceleradas y sonrojos. Entre besos ardientes y suplicas por más; más duro, más profundo. Tan solo ellos y su amor, y su pasión hecha liquida corriendo caliente entre sus venas, quemando cada parte de piel que entraba en contacto con la del otro.

El azabache entendía a Naruro, él también tenía ganas de llorar, y no porque se sintiera demasiado bien, lo cual sí era cierto. Sino más bien por el lazo que los unía, por el nivel de conexión que habían alcanzado, porque ahora, en ese momento, estaban más unidos que nunca. Incluso sus latidos resonaban al mismo compás, en completa sincronía.

Y era aterrador, jodidamente aterrador. Porque sí alguna vez el otro llegaba a faltarle por completo, el alma se les iba a fragmentar y destrozar. Continuar sería tan difícil y doloroso; pero ahí estaban, no había vuelta atrás, ya estabam ligados en cuerpo y alma. Si uno así lo quería, podía destrozar al otro o hacerlo la persona más maravillosamente feliz del mundo… justo como en ese momento.

Cuando el final para ambos estaba cerca, Naruto intento alejarse, pero Sasuke adivinó de inmediato sus intensiones, así que se abrazó a su cuello con fuerza mientras sus piernas se enredaban en su cintura, no dándole opción a separarse. Se corrieron en medio de un fuerte gemido/gruñido, aferrandose al otro como si fueran a volverse liquido y escapar entre sus dedos, y permanecieron así lo que bien pudo haber sido una eternidad, o tan solo unos cuantos minutos.

Luego, ambos se desparraron en la cama, uno junto al otro, observando el cielo y su camino de estrellas resplandecientes y lilas, la luna extrañamente había desaparecido dejando todo más oscuro, pero lo cual permitía que esas piedras preciosas que pendían en el cielo se viera aún más hermosas y brillantes.

Estuvieron así hasta que sus corazones se normalizaron y los espasmos en su cuerpo lentamente pararon, así, tomados de las manos como si estuvieran recostados en las suaves nubes, sintiéndose más felices que nunca. Finalmente, Naruto se removió, colocándose de lado y abrazándose a la cintura de Sasuke.

—Te amo —le dijo viéndolo a los ojos, una sonrisa en sus labios y los irises brillosos.

—Yo te amo a ti —Sasuke también sonrió—. No puedo creer que en serio hayas llorado.

—Ah, cállate —el de ojos azules hundió su rostro en el pecho del azabache, ocultando sus mejillas de manzana—. En mi defensa eran demasiadas emociones.

—¿Y sensaciones? Recuerdo que lloriqueaste que se sentía muy bien estar dentro de mi.

Los mejillas del rubio enrojecieron aún más. Sasuke sonrió burlón, pero antes de que alguno dijera alguna otra cosa o que Naruto explotara de la vergüenza, Sasuke lo abrazó de vuelta y beso su sienes.

—Me encantó —susurró con nada más que sinceridad—. En serio me encantó. Estuvo… uuff… wow… joder… eres tan sexy… aahh.

Naruto le mordió el pectoral, sacándole un grito después de su gemido.

—Eres un tonto, Sasuke —el mencionado se limpió una lagrimita—. Pero sí, por si no te quedó claro, a mi también me encanto. No pensé que fueras tan apretado y que gimieras como gata en celo, mucho menos que te retorcieras como si te estuviera dando un ataque epilépt… aaahhh.

Sasuke, rojo como los tomates que tanto le gustaban, le mordió el cuello.

—¡Eso me dolió! —Gritó el rubio, justo antes de darle un puñetazo en las costillas, lo cual le sacó otro grito a Sasuke—. Yo no te mordí tan duro —se defendió.

—Pero sí que me lo hiciste duro —Naruto sonrio con inocencia fingida—. Joder, si mañana Itachi se burla de mi por caminar raro, te voy a ahogar en la cascada de Aqua. ¿A dónde rayos se fue el «Te lo haré muy suave, lo prometo»? Joder, y te veías tan cool. Pero no cumpliste tu promesa… me decepcionas —negó con la cabeza, soltando un suspiro.

—Y tú te veías tan lindo…

—¡Por supuesto que no!

—Oh, claro que sí.

Sasuke dejó de abrazarlo y se cubrió la cara con ambas manos. No estaba seguro si en verdad se había visto lindo, pero lo que sí tenía claro era que desde luego había hecho muecas que Itachi le restregaria por siempre si las hubiera visto.

—Bueno… en mi defensa, tú estuviste increíble.

Fue el turno de Naruto para enrojecer de golpe.

No dijo nada, se sentía demasiado orgulloso de si mismo y a la vez avergonzado, y estaba seguro que la vergüenza continuaría si ambos continuaban hablando de ello. Así que solo volvió a abrazarse a él como si su vida dependiera de ella, acto que fue correspondido por su novio. Permanecieron así y en silencio durante largos minutos. Tan solo escuchando el latido y la respiración del otro. En paz.

Entonces el rubio dijo:

—Me compré un celular.

Sasuke comenzó a acaricarle la cabellera y hundir sus dedos en sus hebras doradas.

—Creí que no te gustaban.

—Sí, bueno… eso solo era una patética excusa, aunqye en parte —soltó un suspiro largo y pesado —.En realidad no tenía amigos con quienes hablar, así que un celular en realidad no era muy útil. Lo otro era que mi familia estaba aquí, en el bosque. ¿Quién querría un celular cuando tengo todo esto?

Sasuke le dio toda la razón.

—Pero entonces tú volviste… y yo quería hablar mucho contigo. Y sí, quise un teléfono, pero no sé, parecía tan mundano, cuando yo vivía en este mundo de fantasía tan hermoso. Quería que hablar contigo en la distancia fuera especial y solo de nosotros.

El azabache sintió un revoloteo en el pecho y una risita se instaló en sus labios. Saber que Naruto pensaba de esa forma lo hacía sentirse aún más especial.

—¿Y por qué ahora? ¿Qué cambió?

—Pues… que comprendí que lo especial no es la forma en la que nos comuniquemos, sino que lo hagamos.

—¿Ookay?

—Me refiero a que, no importa si hablanos por teléfono o con lo que sea. Siempre sera especial hablar contigo, incluso si el medio es tan común. El siempre hecho de escucharte y saber de ti, ya es maravilloso y único. Así que… me compre un celular, Sasuke.

L
Guardo silencio, sintiendo que el corazón le rasgaba las costillas. Oh, rayos, eso había sonado tan cursi. Pasó una eternidad antes de que Sasuke por fin se dignara a decir algo.

—Y tiene cámara, ¿cierto? —Naruto asintió, aunque un tanto confundido por la pregunta. Actualmente todos los teléfonos tenían. O ¿acaso creia que no tenía el dinero suficiente como para comprar un buen teléfono?—. Porque desde siempre he querido intentar el sexo telefónico.

Naruto puso los ojos en blanco, se medio incorporó girándose hacia su novio y, colérico, comenzó a estrangularlo.

—¿¡Por que tienes que ser así cuando estoy tratando de ser romántico sin morir en el intento por la vergüenza!?

—Oh, sí… ahorcarme m-más fuerte, bebé.

Naruto soltó un nuevo grito mientras su rostro enrojecía a proporciones desmesuradas, a la vez que sangoloteaba a Sasuke de un lado hacia otro. Pero el azabache solo reía y hacía gemidos fingidos pidiendo más fuerte. En algún punto Naruto liberó su cuello y se encontró riendo a más no e insultando a Sasuke con cariño. A su costado, pues estaban nuevamente recostados junto al otro, su novio lo observó con adoración.

Ah, como amaba esa sonrisa.

—Sabes que te amo y que te llevo permanentemente tatuado en el corazón, ¿verdad?

El rubio dejó de reír y volteo a verlo. Por un momento, un pequeño instante, Sasuke vislumbró en su mirada un quiebre, miedo. Pero desapareció demasiado rápido como para siquiera tomarse un tiempo para pensar en ello, aunque Sasuke no es que no supiera a que se debía. Naruto sonrió, esas sonrisas que dan esperanza en medio de una tempestad, después él escaló sobre Sasuke y se sentó en su entrepierna, con una pierna en cada lado de su cintura. Sus miembros se rozaron entre sí, enviando una delicioso escalofrío que se propagó a cada parte de su cuerpo.

Lo vio de desde arriba con ojos brillantes y con cierto grado de ternura.

—Lo sé —respondió, se inclinó no sobre él, posando sus manos en los pectorales del azabache, acariciando su piel—. ¿Sabes tú que te amo con todo mi ser y que mi cuerpo está tatuado con tus besos y tus caricias? ¿Sabes que no hay para mi nadie más que tú? ¿Sabes que nunca dejaré de amarte?

—Lo sé… ¿Tú también sabes que, aunque pasen los años, mi corazón sera 100% solo tuyo? ¿Entiendes que nada ni nadie puede hacer que deje de amarte?

—Lo entiendo.

—Bien —Sasuke sonrió completamente satisfecho con su respuesta.

Entonces, antes de que el.rubio pudiera siquiera dar un gritito por haber sido tomado desprevenido, Sasuke invirtió los papeles, dejándolo a él abajo.

—Siendo así… es mi turno —dijo, sonriendo como si de un depredador se tratase, justo antes de comerse a su víctima.

Naruto tan solo se mordió el labio inferior y le regaló los ojos de perrito mojado más inocentes que pudo finger. Luego lo tomó del cuello y pego su boca a la de él, en un beso húmedo y por demás ardiente.

Oh, esa noche sería larga.

Muy larga.

 

~•§•~

 

A la mañana siguiente, Naruto abrió los ojos debido a la luz solar que daba directamente en su rostro.

Él se encontraba abrazado al pecho de Sasuke, con sus piernas entrelazadas y totalmente desnudos. La habitación volvía a ser la misma. Ya no había un cielo tapizado de estrellas ni un panorama al aire libre con rosales y flores despenicadas, mucho menos un pequeño riachuelo de agua fluorescente. Tan solo era su pequeña pero acogedora habitación, con enredaderas y flores en las paredes, y una pequeña ventana abierta. 

Rememorando la noche anterior, parecía tan solo un muy, muy, muy buen sueño. Pero Naruto sabía que todo fue real, que continuaba siendo real.

Que incluso sí la fantasía del momento había acabado, continuaba siendo más que perfecto.

Porque Sasuke estaba ahí, con él.

Y porque se amaban.

No supo cuanto tiempo estuvo contemplando su rostro sereno al dormir. No podía evitar hacerlo; era tan guapo que le daban ganas de darle un peñetazo y luego besarlo. La verdad era que aún le parecía irreal que ese chico fuera suyo, solo suyo.

Sasuke se removió lentamente, frunciendo el ceño indicándole a Naruto que estaba próximo a despertar.

—Bueno días, bello durmiento —dijo, con una cálida sonrisa en los labios.

El azabache sonrió de vuelta.

—mmm… podría acostumbrarme a despertar así todos los días. Con esta belleza griega a mi lado…

—Ya quisieras.

—Claro que quisiera —sin previo aviso, lo tomó de las mejillas y le plantó un piquito en las labios—. Tú, yo, viviendo juntos, casados… no sé, piensalo.

Naruto abrió los ojos con sorpresa, sus labios se separaron intentando formular una respuesta, pero no pudo decir nada. Tan solo atinó a tomarlo del rostro y besarlo, con intensidad y pasión, dejándolo sin aliento un rato antes de finalmente soltarlo, levantarse de la cama y darle la espalda, dejándole a Sasuke una perfecta vista de sus nalgas.

—Si pensaste que diría «¡Sí, joder, sí!», con una propuesta tan poco entusiasta como esa, estás tan mal, bebé. Tienes que esforzarte mucho si realmente quieres que aceptar casarme contigo. Además… ¿y el anillo? —Observó sobre su hombro, con una risita de superioridad y una ceja alzada, tamborileó los dedos mostrando un punto. Que no había ningún anillo allí—. Iré a ducharme, por si quieres venir.

Después salio de la habitación, contorneando sus caderas.

Sasuke permaneció con la vista clavada en el marco de la puerta durante algunos segundos, con una sonrisita instalada en los labios. Finalmente, se levanto de la cama y, caminando por demás gracioso debido a la noche anterior, salió en busca de su novio y un poco de diversión mañanera.

 

~•§•~

 

Caminaban uno junto al otro, tomados de las manos siendo rodeados por todas las criaturas que podían andar libres por el bosque.

Liderando la marcha se encontraban Kurama, en su forma de Zorro.

Y vaya que era un zorro mágico.

Cuando salieron de la casa de Naruto, después de un largo y plascentero baño, se toparon con la sorpresa de estar rodeados por las criaturas del bosque. Todos enfocando la vista en ellos, sonriendo cuando por fin los vieron atravesar la puerta. Sasuke intentó prestarle atención a todos los murmullos en su cabeza, pero el aire escapó de sus pulmones de forma súbita, y todo pareció desaparecer a su alrededor, cuando una criatura que no había visto antes, se abrió paso entre las demás.

Tenía forma de zorro, sin duda, con su pelaje rojizo y esponjado; sus ojos rojos de pupilas alargadas. Pero no tenía el tamaño de uno.

Era enorme, bestial. Con sus muchas colas ondeandose con el viento. Era tan grande que Sasuke podía abrazarlo por el cuello sin siquiera inclinarse un poco. Y sin duda, también era hermoso, magistral. Peludo, y lindo, y apapachable… Sasuke no sabía como pudo contenerse para no tirarsele encima.

Era un hermoso peluche tamaño ultra grande súper abrazable.

Ahora entendía a Sai.

Había sido un momento precioso, uno que Sasuke nunca olvidaría.

Kurama fue directo hacia él, sin vacilación y sin mala intensión. Tan solo avanzó hasta llegar a su lado y luego se pegó a él un como si de un gato mimado se tratase, restregandose contra su costado en busca de cariño… entonces el azabache lo abrazó con fuerza mientras soltaba una lagrimita. Había deseado tanto ese momento, cuando al fin pudiera verlo, y no pensaba desaprovechar la oportunidad.

Naruto los observó, llorando de felicidad y con una sonrisa en el rostro. A pesar de estar en su mundo en ese momento, ambos notaron su mirada azul, por lo que fueron hasta él y le hicieron un sandwichito que solo hizo a Naruto llorar más mientras se aferraba a ambos. No solo Sasuke había deseado con el alma poder estar así con Kurama… Naruto también lo había esperado.

Durante toda la mañana, ellos dos, Sasuke y Naruto, se la pasaron reviviendo sus momentos de infancia.

Fueron con Aqua y estuvieron con ella, esta vez el rubio no se sintió celoso de la Nereida, incluso si ella se abalanzo sobre Sasuke y se le pegó como garrapata.

Rieron y visitaron a todas las criaturas que no podían desprenderse de alguna parte del bosque, fueron donde las sirenas/tritones, el Guardián había hablando y hablado y hablado con ellos de cualquier cosa, y Sasuke había hecho con comentario que Naruto no comprendió, pero que sin duda el peli-azul sí, por lo que lo vio ponerse rojo de golpe y e intentar cambiar de tema a toda costa. Había sido adorablemente divertido. También visitó a Anhelo. Naruto volvió a llorar al ver a Sasuke sonreír y contemplar como su madre aparecía frente a ellos. Pero su mirada ya no estaba cargada de tristeza y remordimiento. Él estaba en paz.

Finalmente, el medio día estaba por llegar y tenían que ir a la casa de Sasuke pues Naruto había prometido preparar el almuerzo para todos.

Y ahí estaban caminando hacia los limites del bosque con toda la familia de Naruto rodeándolos. Kurama al frente de todos dejando a Naruto, Sasuke y el Guardián en medio, riendo, haciendo comentarios divertidos o lo que fuera, tan solo juntos.

Una vez allí, una por una, las criaturas del bosque abrazaron a Sasuke, quien ya se sentía parte de la familia. Y desde luego lo era, eso de lo dejaron más que claro. El último en abrazarlo como sanguijuela fue el Guardián, soltando lagrimitas y susurrando cosas que, para ser sincero, Sasuke no entendió del todo, pero que tenía idea de que podía ser. También lo abrazó de vuelta con fuerza.

En el trayecto a la casa del azabache, Naruto y él no se soltaron de las manos ni un solo segundo. Kurama ahora iba detrás de ello, observándolos con detenimiento, sonriendo con cariño al verlos tan felices. Y fue porque los observó tan detenidamente, que pudo notar la forma extraña en la, no solo Naruto, sino también Sasuke, caminaban.

«mmm… alguien realmente disfruto la noche». Susurró en sus mente, divertido.

Al instante, Sasuke volteó a verlo con un sonrojo calentando todo su rostro. En los labios de Naruto, en cambio, se dibujo la sonrisa inocente de un niño que había sido descubierto en una travesura.

Kurama estalló en carcajadas.

 

~•§•~

 

A Itachi le tomó un instante darse cuenta del motivo por el cual su hermano caminaba extraño. Al instante siguiente parecía una hiena con tos de tanta risa, risa con la que se atragantó al Deidara golpearlo en las costillas con la punta de sus dedos. A lo que, desde legó, Itachi se quejó. Pero Deidara ignoró sus quejidos y lo regañó por molestar al menor.

Sasuke observó a su hermano con una sonrisita de superioridad y burla. El de ojeras lo miró con un tic en el párpado izquierdo.

—¿Celoso de que tu novio se ponga de mi lado, Hermano?

—Al menos él no me la clavó anoche.

Ellos se enfrascaron en una acalorada discusión, lanzándose comentarios sarcásticos y miradas fulminantes.

Deidara y Naruto los observaron divertidos y un tanto sonrojados debido al motivo de la pelea. Ellos eran tan jodidamente infantiles. Y de alguna forma tiernos. Parecían dos gatitos mostrando los colmillos y con los pelos erizados.

Un carraspeo de garganta los interrumpió. Al virar todos la mirada hacia el causante de esta, se encontraron con los negros ojos de Fugaku. Y, por increíble que pareciera, había un pequeño sonrojo en sus mejillas. Pero claro, no se comparaba con el coloreo bestial que se instaló en las mejillas de los cuatro chicos.

Por su parte, Sai y Shisui los observaban con pena ajena, negando con la cabeza y una risita burlona. Sakura por su lado, tuvo que cubrirse la boca para no carcajearse, Ino no podía culparla. Los chicos eran tan… tan ellos…

Luego del bochorno de la escena, Naruto, tal cual había prometido, hizo el muerzo para todos los presentes.

El clima estaba precioso, perfecto, por lo que sacaron una mesa y sillas hacia el patio, junto a la alberca. Ordenaron todo y entre risas, platicas y diversión, disfrutaron de la cocina de Naruto, quien desde luego fue, una vez más, elogiado completamente. Sus mejillas se habían coloreado y una sonrisa tímida se plantó en sus labios.

Todo fue simplemente maravilloso. Un día hermoso rodeado de quienes más importaban, de la familia y amigos. Disfrutado de la compañía, del momento, de cualquier tontería que ocurriera con todos ahí reunidos. No hubo ceños fruncidos o reclamos, tampoco culpas por parte de nadie; tan solo anécdotas divertidas o vergonzosas, felices. Todo estaba en orden. Sasuke estaba feliz, tenía a su padre, a su hermano, sus primos y sus amigas; sobre todo, tenía a Naruto, al amor de su vida. No podía pedir nada más.

Por primera vez en años, todo estaba en orden. Él era más feliz que nunca. Su pecho se sentía cálido y su mente tranquila.

Pero, finalmente, llegó el momento.

Debía irse.

Desde hacía una semana todo estaba listo para que él se mudara, Fugaku e Itachi se habían encargado en ello. Tan solo estaba esperando un poco más. Tan solo quería estar más tiempo con sus amigos y Naruto, quería reafirmar una y otra y otra vez que lo amaba como nada en el mundo, para que así lo recordará siempre. Pero… si quería cumplir sus metas, marcharse era algo que debía hacer.

Ambos lo entendían, y ambos sabían que una elección no sería puesta sobre los hombros de Naruto. Sasuke nunca lo haría escoger entre él o su familia. Sabía lo importante que eran para el rubio, el amor que les tenía. Y podía amar mucho a Sasuke, tanto que podía marearse, pero…

Así que nunca le pregunto sí quería irse con él. Y así mismo, Naruto nunca le pidió que se quedara a su lado.

Lo hablaron, sí, que después de todo sí se iría. Pero en lugar de ponerse depresivos, hablaron de como llevarían la relación, porque ninguno estaba dispuesto a terminar con el otro.

Mientras Sasuke se despedía de Ino, Sakura, Sai y Shisui, su padre y hermano acomodaron sus maletas en el auto del Uchiha mayor.

Las chicas lo abrazaron tan fuerte que estaba sorprendido de no haberse roto una costilla, sobre todo con Sakura, que tenía la fuerza de un albañil. Obviamente se ganó un puñetazo en el estómago cuando hizo el comentario. Pero entonces ella volvió a abrazarlo y desearle lo mejor, incluso soltó una lagrimita; ella negó que lloraba cuando Sasuke se llevo una mano al pecho, conmovido por su llanto, luego ella se refugió en su novia, a quien abrazó mientras negaba, aunque era muy obvio, que lloraba por verlo marchar.

Deidara no lloró, pero su mirada si se veía triste. No eran los mejores amigo, ni siquiera se conocían desde hacía mucho tiempo, pero en verdad llegó a querer mucho a ese chico, a apreciar demasiado su amistad. Era una gran persona que sin duda estaba feliz de conocer. Se abrazaron un momento y el rubio le deseo todo lo bueno que podía.

Sai y Shisui igualmente lo abrazaron. El menor tenía los ojos aguados cuando se alejó. No lo admitiría pero quería mucho a Sasuke. Shisui removió su cabello con cariño y le deseó buena suerte.

Las maletas estaban en el auto. Itachi en el asiento de copiloto y Fugaku a un lado del asunto de conductor, esperando que Sasuke terminara de despedirse, aunque no presionándolo. Entendía que era difícil.

No es que se mudara al otro lado del mundo. Tan solo a unas cuantas horas de distancia. Pero Sasuke sabía, todos sabían, que viajar de vuelta sería complicado. Sobre todo por el prestigio de la Escuela de Medicina en la que había sido admitido, y sus horarios; el promedio que debería mantener. Entendían que debía estar metido de lleno en sus estudios. No podía flaquear o hacer las cosas a medias. Porque Sasuke no aspiraba a algo mediocre, él quería ser el mejor; y para ello debía hacer sacrificios. El mudarse era uno de ellos. Además, su padre y hermano estaban dándole todo su apoyo. Apoyo que en un principio creyó no tendría, debía aprovecharlo, era algo que Naruto sabía bien.

Pero no es que estuvieran dispuestos a renunciar al otro. Eso ni pensarlo.

Estaban ahí, uno frente al otro, viéndose a los ojos y tomados de las manos.

—Nunca olvides que te amo —dijo Sasuke, apretando el agarre—. De todos modos, no es que te vaya a permitir hacerlo.

—No lo haré.

—Envíame 1,000 mensajes por WhatsApp al día, todos los días —Naruto puso los ojos en blanco por la exageración—. Quizá no los responda todos, pero sin duda voy a leerlos. Quiero saber de ti, como estás y qué haces. ¿Sí sabes cómo enviar uno, cierto? ¿Tienes WhatsApp siquiera?

Naruto quizá le hubiera dado un puñetazo en algún otro momento, pero en ese instante tan solo se soltó del agarre de sus manos y lo tomó del rostro.

—Claro que tengo la App y sé usarla, vi un tutorial en YouTube. Aunque antes tuve que pedirle a Sakura que me enseñara como usar YouTube. Y antes de eso Itachi me enseño a usar el teléfono.

Sasuke le sonrió, una sonrisa tierna y burlona, pero sobre todo, dulce. Llena de sentimiento. Sus ojos brillozos y sus mejillas sonrojadas. Sus ojos se achinaron formando arruguitas en sus costados. Sus dientes blancos pero no perfectos hicieron aparición. Se veían tan guapo y joven, tan deslumbrante.

—Te amo, Sasuke.

—Yo te amo a ti.

Unieron sus labios en un beso que intentaron fuera dulce, pero terminaron aferrado al otro como sanguijuelas. Abrazados y sin querer alejarse. No dijeron nada durante eternos minutos, tan solo estaban ahí, en los brazos del otro, mientras los presentes los observaban con sonrisas tiernas.

El sol sobre ellos resplandecía y el viento corrían libre sin detenerse, ondeando sus cabellos.

Kurama, invisible a todos menos a Sasuke, Naruto y Sai, los veía con el corazón estrujado. Pero extrañamente se encontraba tranquilo. Confiaba en ellos y sabía que podrían superarlo. Que su amor era así de fuerte y real. Ahora debían separarse momentáneamente, pero un día estarían juntos de nuevo.

Y cuando ese día llegara, no volverían a separarse nunca.

—Come bien, ¿esta bien? —Naruto susurró sin separarse aún—. Nada de comer porquerías, ¿sí?

—Oh, amor —Sasuke lo pegó más a su cuerpo—. Luego de probar tu comida, cualquier otra cosa es porquería en comparación.

Naruto soltó una risita.

Fugaku, que había escuchado la respuesta de su hijo, hizo una muece de afirmación.

—¿Ya te tienes que ir?

—Sí.

—Bien.

Al fin, ellos se separaron, solo para verse a los ojos.

—Quiero ser el primero en saber tus promedios.

—Hecho… quiero vídeollamadas pornográficas al menos siete veces a la semana. Y tu pack, desde luego.

—¿Por qué eres así? —preguntó Naruto entre risas.

—Es tu culpa —Naruto abrió los labios, indignado—. No me sirve de nada ser inteligente, ya que contigo me apendejo —nadie lo negó, ni siquiera su padre—. Tus nalgas me idiotizan, bebé.

—¡No le eches la culpa a las nalguitas de Naruto por tu idiotez! —Itachi gritó desde el auto.

—¡Callate! —Sasuke le respondió de inmediato, desviando la vista del rubio unos segundos—. ¿¡Quién dijo que tenías permitido verle las nalguitas a mi novio!? ¡Con Deidara deberíamos sacarte los ojos!

Itachi sacó la mano por la ventana y le mostró el dedo medio a su hermano.

Deidara estaba con una vena hinchada en la sien. Debería sacarle los ojos a ambos.

Cuando Sasuke volvió la vista hacia su novio, notó que Naruto se había cubierto la cara con ambas manos, al principio pareció ocultar la risa que quiso brotar de sus labios, pero entonces Sasuke notó que era algo diferente. El rubio soltó un hipido y su cuerpo dio pequeños espasmos.

Sasuke hizo un puchero antes abrazarlo de nuevo y consolarlo contra su pecho.

—Lo siento, lo siento… n-no quería llorar…

—Está bien, no te preocupes —Sasuke le susurró con amor—. Tranquilo, todo está bien, amor, todo está bien.

Naruto pasó las manos detrás de la espalda de Sasuke y se aferró a la tela oscura de su playera. Ninguno dijo nada más, no hacían falta las palabras en ese momento. Ambos eran conscientes de lo que cruzaba por la cabeza del otro, de los sentimientos desbordantes que atacaban. 

Era difícil, joder. Vaya que lo era.

Sasuke intento contenerse, tampoco quería llorar. No estaban diciéndose adiós para siempre, no es como si no fueran a verse por videollamadas o a hablar por mensajes. Pero sería tan diferente a tenerlo frente a él, ya no podría abrazarlo o besarlo, y eso sí que era jodido. Pero, maldición, el sacrificio valdría la pena. Con un demonio que lo haría. Tenía que hacerlo, Sasuke estaba seguro de ello. Y Naruto también.

Lloraron en silencio por largos minutos, siendo observados por su familia y amigos, quienes algunos también soltaron lágrimas al verlos así.

Entonces, luego de lo que pareció una eternidad,, ellos se soltaron del otro.

Sasuke retrocedió un paso.

Las palabras sobraban cuando sabían perfectamente lo que él otro pensaba y la forma en la que se sentían. Pero tampoco hablaron porque cada vez que alguno decía alguna otra cosa, se volvía más dificil el decir adiós.

Sasuke retrocedió otro paso.

Y otro.

Y otro.

Y otro.

Los dientes de Naruto tiritaron al verlo girarse e ir hasta el auto.

«No te vayas».

Sasuke abrió la puerta del auto.

«No te vayas».

Sus ojos negros giraron una última vez hacia él.

«No te vayas».

Comenzó a ingresar al aut…

—¡Sasuke!

Sasuke se paralizó un segundo, al siguiente ya estaba completamente fuera del auto, observando a Naruto mientras sus negros ojos soltaban una lágrima rebelde.

—¡Siempre estaré aquí! —El rubio gritó con la mano en el pecho, sujetando con fuerza la tela de su playera y el rostro lloroso—. ¡No me voy a ir a ningún lado! ¡Así que, si llegas a creer que no puedes más, que necesitas un tiempo para respirar en paz; escapar un rato de la realidad… sabes donde encontrarme!

El azabache no fue capaz de contener por más tiempo sus lágrimas, no era tan fuerte. Los diamantes salados resbalaron por su blanca piel, dando un salto hacia el vacío al llegar a su barbilla. Cerró la puerta del auto y sus pies lo llevaron de vuelta hasta Naruto, quien lloraba mientras sonreía, con los brazos extendidos en un último abrazo. Pero al llegar junto a él, Sasuke no lo abrazo, sino que buscó algo en la bolsa de su pantalón antes de tomar la mano del rubio.

—No estaba seguro de hacerlo. Creia y creo que te mereces y mereceras siempre lo mejor, y siempre querré dártelo… —dijo él—. Bromee un poco en la mañana porque estaba muerto de nervios y duda. Creí que quizá era demasiado precipitado, pero… —Naruto soltó un jadeo al ver como Sasuke acomodaba con delicadeza un anillo plateado en su dedo anular—. No es muy fino, perdón por eso. Pero te prometo que un día pondré en tu dedo el anillo que te mereces… así que, será difícil, pero espera por mi. Yo volveré, amor, y cuando lo haga no volveré a irme.

Alzó la mano de Naruto y besó el anillo que ahora reposaba en su dedo anular, sellando la promesa.

Naruto, llorando más que antes, asintio muchas veces mientras Sasuke, ahora sí, lo abrazaba como si la vida fuera a escapar de sus pulmones. Y en parte lo hacía. Lloraron juntos y se besaron profundamente, probando los labios del otro junto con el sabor de sus lágrimas.

Cuando por fin Sasuke subió al auto, ambos estaban más tranquilos, más en paz y seguros.

El vehículo se puso en marcha.

Los ojos negros de Sasuke, desde el asiento de atrás, observaron el espejo retrovisor y la figura que yacía en este. En su mente mientras la figura se hacia más y más pequeña, el mismo pensamiento rugía con fuerza.

«Espera por mi, bebé. Yo volveré».

Naruto se había parado en medio de la carretera, su vista fija en el automóvil que que se alejaba, que llevaba en el la mitad de su corazón.

El viento golpeaba contra él y algunas aves cantaban en la distancia, el cielo estaba despejado y azul, muy azul. El sol brillaba sin apagarse, iluminando todo. Algunas personas caminaban en la acera con sus hijos o pareja. Un par de autos le pitaron e insultaron por estar de pie a media carretera… pero Naruto no escuchaba ni veía nada más que el lugar por donde Sasuke se había marchado a cumplir su sueño, dejando detrás de él una promesa tatuada con fuego en su corazón y un anillo en su dedo.

Él sonrió, de esas sonrisas que Sasuke amaba.

 

«Claro que esperaré por ti, amor. Sé que volverás».

 

 

Notas finales:

Y aquí llegamos. 


¿Qué tal? 


¿Qué les pareció? 


¿Les gustó? 


¿Me quieren ahorcar? 


¿Besar? 


¿Meter un tiro entre las cejas? 


(Se esconde detrás de un poste y muestra un pañuelo blanco en son de paz) 


En realidad quisiera decirles muchas cosas, pero justo ahora no sé como sentirme. Bueno sí. Feliz, triste, con ganas de llorar y gritar, patalear en la cama o solo quedándome viendo las estrellas flourecentes que tengo pegadas en el techo. Mi cerebro esta sobre cargado de todo. Quiero dormir y quiero quedarme despierta toda la noche. No sé, es todo loco justo ahora. 


Lo que sí diré, mis amados lectores, es gracias. 


Gracias por todo este tiempo. Por haberme tenido paciencia y por todo su cariño. Ah, estoy llorando. Escribir es algo que me hace muy feliz, y tener personas como ustedes a quienes les gusta lo que sale de mi cabeza es… es lo mejor. Gracias, en serio, de verdad muchas, muchas, muchas gracias por todo su apoyo. Los quiero como no se imaginan. Que haya podido llegar hasta aquí es todo gracias a ustedes. A su apoyo, paciencia y ánimos. GRACIAS. 


Ya no puedo más, estoy full justo ahora. 


Por cierto, perdón por es escena que menciones de Game Of Thrones, la neta no se k peo, solo se me vino a la cabeza mientras escribía esa parte. Estoy loca. 


Solo decirles que esperen por el epílogo que desde luego habrá. Espero no tardar demasiado y traerselos lo antes posible, por que se lo merecen por ser tan pacientes conmigo, por aguantar tanto tiempo y no haberme linchado ya. 


Los amo un chingo. 


Ojalá y el final les haya gustado, yo amé tanto poder escribirlo, el fic completo, y por supuesto haberlos tenido a ustedes como lectores. Son los saiko no jiro. 


Ya saben que pueden hacerme saber por medio de un comentario qué les pareció, yo lo leeré y responderé con el corazón en la mano. Esta bien si quieren destriparme los ojos por babosa, yo acepto sus amenazas de todo tipo. Pero si, al contrario, son msjs de amor, desde luego que también pueden hacerlo. Lloraré, seguro. 


Gracias, mil gracias una vez más mis pastelitos de limón.


Besos y abrazos de oso para todos. 


Lo quiero demasiado.


Nos vemos en la última actualización, que sera él epílogo. 


Que el ángel me los cuide mucho.


 


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