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Años dorados. por LolitaHernandez

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Notas del capitulo:

¡Ay! No saben como me alegro leer los dos reviews en la historia.
En verdad que no saben lo enamorada que estaba del concepto y el reconocimiento de ustedes, escritoras y las lectoras me hizo volver al flechazo vivido mientras lo escribia.
Espero que la cantidad compense el tiempo.
Sin mas: A leer.

Las diferencias entre hermanos muchas veces desarrolla fricciones al verse comparado con su consanguíneo porque creemos que nos tocó lo peor dentro de la ruleta de la genética.
Para Beyond las diferencias no hicieron que su amor fraternal se viera opacado si no que resplandeciera por las mismas que dieron paso a un tipo de adoración a su hermano mayor dada en el segundo momento más trágico de su existencia:

Los padres de Beyond no estaban casados: Su madre fue enfermera de la progenitora de Elle quien estaba debilitada por el parto y el cáncer.
En medio del sufrimiento de su padre, llegó a ser tan cercana que no tardó mucho en embarazarse de él.
Aturdida por la culpa, al meterse con el marido de una de sus pacientes moribundas, su madre cedió todos los derechos de paternidad a su padre y en una noche de Agosto desapareció de su vida.
Para entonces la madre de Elle había fallecido dejando a este y a su padre sumidos en la depresión afectando la sociabilidad de por si menguante de Elle y dando a su padre más razones para dejarlos al lado de su abuelo excusándose que con sus problemas personales tenía suficiente como para atender a dos niños.

Los problemas no duraron mucho pues su padre acabo con su vida en una noche donde el velocímetro y las copas se excedieron: Tuvo que ser rescatado de los destrozos de un auto caro adquirido poco después de empezar su vida de viudo que recupera su libertad.

No sintió nada al conocer la noticia. No podía alegrarse pero tampoco deprimirse porque sencillamente no conoció lo suficiente al hombre como para que de verdad pudiera decirle lo mucho que lo sentía a su abuelo.
Ese hombre, Watari, que el día en que su hijo murió abrazo a sus nietos y les dijo que no se preocuparan.

“¿De verdad no tengo que preocuparme? Pero si estas llorando” Quiso decirle pero no se atrevió al ver las señas de su hermano mayor que le recomendaba silenció.
Los obligaron a asistir al funeral.
Al menos él no quería ir y Elle se mostraba indeciso acerca de ver a su padre otra vez.

“No sé si pueda con su imagen presente. Prefiero la que tenía antes del accidente. Pensar que murió en completa paz”

Había dicho su hermano.

“En paz porque nunca pensó en los dos niños que dejaba”

Él le agrego aunque al instante se arrepintió al recibir una mirada gélida de parte de Elle.
El resto del funeral, después de decirle adiós al ataúd abierto de su padre, se quedó en una esquina del salón observando ir y venir de personas en su mayoría desconocidas para él.

¿A que vienen? Esto no es un baile de máscaras, que se las saquen –Recuerda haber dicho una vez a su consanguíneo cuando se acercó.
Espero otra mirada fría pero en su lugar vio como le extendía un bocadillo de frambuesa que tomó con pena.
Elle aguardo unos momentos a que él se animara a comerse la galleta. Una vez lo hizo este hablo.

- Sé que es fastidiosa la hipocresía pero es algo con lo que tendremos que lidiar toda nuestra vida queramos o no.

Esto lo hizo reparar en la expresión que tenía su hermano para entonces: Sin rastro de lágrimas ni asomo de alguna pena.
No convencido, le contesto.- ¿Y qué dices sobre tu aparente tranquilidad? Tu padre ha muerto.

- También era el tuyo.

- Pero yo fui el bastardo: A mí nunca me miro. Tú si tuviste oportunidad de conocerlo.

- No te perdiste de gran cosa. Vivió como murió. Como él idiota que no le importo nada más que si mismo.

Eso lo hizo mantenerse en silenció antes de proseguir con la duda que le nació en el pecho.

- ¿Y porque parecías tan compungido con Watari?

- ¿Ves a lo que me refería con que tendríamos que lidiar con la hipocresía toda nuestra vida?

Elle se marchó a ayudar a su abuelo con los asistentes al entierro no sin antes advertirle a Beyond- No te llames bastardo de nuevo. Ni tú ni yo somos culpables de lo que sea que nuestros padres hayan hecho con sus vidas. No pienses más en el pasado y solo piensa en la vida que te harás de ahora en más.

Después de eso Beyond, de doce años, no volvió a sentirse menos frente a su hermano.
El resto de la tarde se quedó pegado a su hermano. Agarrado de su chaqueta y recibiendo palmadas del chico solo mayor por un año mientras la tarde iba muriendo y el solo podía pensar en que no le podía tocar mejor ejemplo de hermano en recompensa de un fallo de padre.

Porque Elle fue, junto a Watari, todo el consuelo que necesito ese día y lo venideros.

Como cuando Beyond no podía corregirse en la escuela y evitar las peleas que era cuando su hermano tenía que apelar con el profesorado para que perdonarán su mala actitud en consideración de su buen aprendizaje, así podía ser Elle quien lo reprendiera más tarde y no Watari.
Cuando Beyond faltaba a clases o regresaba ya muy tarde a casa y Elle era quien lo encubría en sus escapadas inventándose mil excusas con su abuelo mientras marcaba al celular de Beyond para conocer su paradero y cuanto pensaba tardarse.
Cuando Beyond quiso evitar seguir con sus estudios por miedo al fracaso creyéndose desmerecedor de alguna oportunidad  y fue Elle quien lo animo prometiéndole no dejarlo solo en esas noches en vela estudiando para su examen de admisión en esa universidad tan excelente en Japón.
Cuando Beyond fue a una fiesta de universitarios acompañado de Elle quien le incitó prometiéndole que nadie de la universidad querría dejarlo en ridículo y fue este quien le presentó al chico Yagami y al amigo de este, Alex.
Cuando se casó con Alex al año de conocerlo y su hermano solo pudo darle suaves advertencias sobre ser “comprensivo el uno con el otro”.

O cuando tuvo que regresar a casa con su abuelo después del matrimonio fallido y este tuvo la amabilidad de no hablar sobre su fracaso hasta que el estuviera listo como para afrontarlo.

Desde su separación no podía verle la cara a Elle.
Por más que este le dijera, de niños, que con él no habría de tener vergüenzas, pero era tan fácil decirlo…
No, simplemente no podía.

Vivió tranquilo con su abuelo. Siguió ejerciendo su papel de forense. Sus días fueron iguales negándose a ser partícipe del mundo exterior como no fuera por el trabajo.

Hasta su trabajo iba bien con su carácter de fiera en su hábitat comodino: No tenía mucho que ver con humanos vivos.
Nunca fue paciente ni con animales ni con niños por lo que nunca visitó a sus sobrinos pese a la insistencia de sus dos únicos familiares para verlos a pesar de que le prometieron que ni su hermano ni su cuñado estarían ahí.
Él se negó.
Ver a los chicos sería como ver a Elle y simplemente no estaba preparado.

“Lo estaré algún día”

No lo estuvo el día en que su hermano llego con un pequeño maletín a la mansión familiar.

Era un sábado temprano y su hermano llegó como un fantasma que recorrió los pasillos de la mansión en sumo silenció solo dejando el olor de su colonia.
El sonido de su voz era muy lejano, amortiguado por las paredes gruesas y la puerta de caoba que lo hizo creer que todo fue parte de su imaginación pero otra vez el timbre de su voz lo hizo recorrer el camino de su cama hasta su puerta.

La abrió y se asomó.

Todo parecía ensayado.
Su hermano estaba ahí al final del pasillo junto al venerable abuelo que conservaba su estilo del inglés aristócrata pero a quien los años lo habían hecho perder un poco el porte pero no el espíritu.
El hombre anciano charlaba con su hermano quien no había cambiado desde la última vez que lo vio antes de su separación.
Solo algo había cambiado.
Su mirada que se había ensombrecido.

El detalle de la mirada de su igual pudo haberse debido a que la luz de la dulce mañana que se colaba por la ventana le daba en la espalda proyectando sombras en su rostro pero, acercándose, viendo aquella maleta supo que no eran imaginaciones suyas.

Lo recibieron con alborozo y Elle hizo lo que pudo para reprimir su pena mostrándose tranquilo como si siempre hubiera estado ahí con ellos.

Watari fue consciente que no podía haber mejor medicina que aquellos dulces de la niñez de Elle así que se marchó a prepararlos dejando a los dos hermanos solos en el comedor con su té.

El menor de los hermanos trago saliva.
Sabía muy bien que Watari hacía eso, además, porque reconocía la complicidad que entre los hermanos había por lo que si quería que alguno confesara alguna falta o penuria era mejor dejarlos solos para más tarde enterarse de todo.
B ya no creía que quedara algo de ese tiempo desde que decidió no volver a ver a su hermano.

Pero tenía que intentarlo.

- ¿Qué paso…?

- Light me pidió el divorcio anoche.

Pasaron dos meses, el pronóstico de Watari sobre cómo se arreglarían Elle y su cuñado una vez ambos reflexionaran no fue acertado.
Aunque Elle pareciera seguir su vida con normalidad Beyond no ignoro los momentos de silenció en donde el mayor permanecía, después de trabajar toda la mañana y tarde tecleando en su ordenador, mirando por encima de la pantalla a un punto incierto.
Los postres sobrevivían a todas las horas donde se sentaban a tomar el té.
Permanecía al pendiente del teléfono a la espera de alguna llamada de su pareja.
Podía jurar que en las noches lo escuchaba llorar.

Para Beyond no era comprensible como es que Elle no intentaba algo para reunir a su familia de nueva cuenta.
Por lo general era su hermano quien tomaba partido antes que nadie; con su acostumbrada serenidad, su auto dominio y su escrutinio sobre la situación lo que le ayudaba a encontrar formas de superar la adversidad.
Meditando al respecto pudo llegar a la conclusión que todo resto de dominio en él se había acabado después de tantos años siendo el quien lo daba todo.

Romperle el corazón fue el punto sin retorno.

Él lo regresaría.

O los regresaría.

Se las ingenió para despistar a su hermano.
Le dijo con antelación que visitaba a un psicólogo desde hace mucho, después de su trabajo, que este le ayudaba a superar su aversión a las personas.
Aviso una semana antes que habría una convención de forenses en Los Ángeles a la que deseaba asistir por recomendación del psicólogo.
No se esforzó mucho en la mentira para evitarse mayores sospechas.
No es como si tuviera que pensar mucho su coartada: La práctica que tenía y el desinterés de su consanguíneo debido a su depresión le dieron pase libre.

Su abuelo fue más difícil.
Tuvo que decirle la verdad para que lo secundará y sin embargo las opiniones sobre tan descabellado plan no se hicieron esperar pero ya nada podía detenerlo.

B averiguo la nueva residencia de Yagami y cuando sería su traslado para poder adelantarse. Alquilo la casa de al lado y se mudó a esta en la noche para evitarse algún vecino entrometido pasando a saludar.
La apariencia del exterior no cambio para salvaguardar su intimidad.

Su cuarto es el que tiene la vista hacia la cochera de la casa y podía mirar un poco de la lateral del pórtico.

Ocioso, un poco nervioso al ver la vida más o menos activa que transcurría fuera de su hogar temporal, intento concentrarse en los libros de criminología que había comprado antes de su encierro pero el ruido de la mañana del décimo día de llegar a Japón solo no podía dejarlo con su tranquila lectura.
Harto quiso saber de dónde exactamente provenía el ruido y pudo discernir que no era ruido solamente sino más bien música de mal gusto y que solo podía venir de la casa de al lado.

Como si lo hubieran picado con un alfiler salto de la cama yendo pronto a la ventana por la cual se asomó sin dejar ver su rostro.
No pudo ver más señales de vida que la música estruendosa y pensó por un momento que no era otra cosa que su mente aburrida que se inventaba excusas para ponerse activo pero un haz de luz vino a sacarlo de su histeria.

Light Yagami, ahora Lawliet, salía de la casa con paso apresurado.
Se movía con tanta agilidad que pareció retroceder en el tiempo cuando esa agilidad la empleaba en la cancha de tenis pero la expresión de su rostro ya no era la misma. Se veía cansado.
Tuvo que razonar que al final el tiempo pasó desde que lo vio en su boda.
Dieciséis años para ser exactos.

Recobró el sentido de la realidad al escuchar el golpe de la puerta del auto de su ex cuñado. Esperó un poco y el carro no tardó en encender y empezar un trayecto desconocido. Lo siguió con la mirada hasta que se perdió de vista y solo así se atrevió a bajar.
Salió por la puerta trasera ya que eso impedía que alguien lo viera.
Estaba dispuesto a hablar con sus sobrinos, llevaba consigo toda información que avalara la historia que pensaba contarles sabiendo que ellos solo lo conocían por historias que su hermano les contó y este solo por lo que le relataba Elle en sus e-mails.
Sabía que debía aliarse con Mello conocedor de la relación fuerte que tenía con su padre y conociendo la disposición de este a todo tipo de plan descabellado.

De alguien había heredado el rubio el gusto por romper las normas.

Cuando pensó en escabullirse entre los arbustos para llegar a la entrada principal tuvo que detenerse, asustado, al hallarse con un bulto blanco en el jardín trasero.
La visión entre las hojas era pésima así que hizo un esfuerzo para acercarse sin hacer ruido memorizando como en sus años de adolescente entrar en propiedades privadas era lo más gratificante pues ideaba miles de maneras para hacer su cometido.
No le sirvió de nada el solo recuerdo pero terminó pisando las ramas y por segunda vez en el día maldijo la vejez; esperó que el ruido pasara inadvertido por el misterioso bulto pero nada podía ser como quería por lo visto.
El bulto, un niño, terminó levantándose raudo y corrió hasta la vivienda.

Como muestra de su irritación golpeó la valla que separaba los patios y apuro el paso a la entrada de la casa vecina sin detenerse en minucias como impedir que alguien lo viese.
Cuando llegó a la entrada, con la respiración normal pues él podía correr más que eso y en menos tiempo si tuviera que hacerlo por algo en verdad bueno, subió las escaleras del pórtico con calma y llamó dos veces a la puerta.
Procuro no impacientarse pero no pudo parar de mirar por encima de su hombro para asegurarse de que no hubiera nadie y fue eso lo que lo salvó de ser descubierto.

La camioneta de Light volvía y estaba ya por estacionarse a la entrada. El de ojos rojos no esperó más señal para retirarse aunque arrojándose contra las plantas para camuflarse en lo que volvía a su casa.
El camino fue duro con todos esos guijarros.

La mano de Mello sudaba mientras sostenía la de Near.
Sintió que algo temblaba y contempló como el pulso de su hermano era tan errático como el propio.
Esto lo hizo recuperarse de la impresión.
Tenía que ser fuerte.
Por Near, por él… Por Light.

Por Light.

Abrió la puerta después de unos segundos de indecisión y una mirada rápida a Nate que no parecía que fuera a huir a la primera ocasión.
Sea lo que fuera estarían juntos.

- ¿Qué creen? Me olvide la cartera y llaves de la casa en la bolsa de mano. Ya que estaba ansioso no me detuve a analizar… ¿Qué les pasa?

Light advirtió las miradas en sus retoños: Ambos parecían ciervos deslumbrados por la luz de una farola.
Creyó que tendría que sacudirlos un poco para recobrarlos pero fue innecesario.

El primero que se recupero fue Mihael que soltó la mano del menor con rudeza y corrió hacia su cuarto- Eres un imbécil -Grito el rubio antes de azotar la puerta.

¡Hey! –Exclamo el castaño a la vez que se hacía ademán de subir las escaleras y esclarecer tal comportamiento pero una pequeña mano lo detuvo.

Near que lo miraba ya con su expresión neutra de siempre.- Era para mí el insulto. No me molesta en todo caso.

El japonés abrió la boca para averiguar más pero fue interrumpido.

No podemos permitir que pase más tiempo, cuando te des cuenta será de noche y dudo que mi hermano este de humor como para el horario japonés. Iré por tus cosas, papá –No hablo rápido. Habló con absoluta calma pero no dejo espacio a replicas pues antes de que Light dijera algo el pequeño se había retirado a la sala a buscar la cartera y llaves.

El pobre se sostuvo unos momentos del barandal de la escalera queriendo pensar en una explicación a esa escena pero por más que pudo no terminó en nada.
Era en esos momentos cuando los chicos necesitaban a su padre que, como en el trabajo, solía interrogarlos por separado después de atraerlos a su sitio de confort (A Mello pasando tiempo juntos, a Near dejándolo solo).

Trabajo pensó con amargura ¿Había otra cosa para él? No.

La cartera extendida lo hizo recobrarse de su pequeña nostalgia enfrentada con ira contenida. Tomó el objeto y acarició los suave mechones del albino que solo miraba al frente sin interés en el mimo.- Gracias, Nate. Descuida, ya no me falta nada así que me marcho a cumplir con las compras y, escucha, no prestes más atención a tu hermano ¿sí? No quiero ser rudo pero a veces es mejor dejarlo solo con su amargura así no interfiere en nuestras actividades y nosotros no caldeamos más su ánimo. Prométeme que te mantendrás alejado en lo que lo peor pasa.

Se mordió la lengua con lo último.
Creyó que hablaba con Mihael que le saltaría al cuello por hacerle creer que sus penas eran más que las suyas pero la única respuesta que recibió fue un seco “Si” a lo que solo pudo contestar con un beso en la mejilla todavía llena por efectos de la infancia que el menor ya estaba dejando atrás.

Light se fue más tranquilo que al principio.
No creía que su primogénito hablará otra vez con Nate hasta una vez pasado el enojo y no había necesidad de pensar que el otro tuviera urgencia por decirle o hacer algo.

Nate, viéndose solo otra vez en el recibidor de la casa decidió emprender una retirada a su cuarto.
Se fijó en la puerta de Mello para ver si este había echado el pestillo, lo estaba.
Continuó su camino ignorando la nueva música que, muy diferente a la del principió, era más calma y con una letra más nítida.
Podía jurar que era Starman lo que se escuchaba y que conocía mejor que nadie lo que significaba esa canción para su hermano.

El rubio no quiso bajar a cenar diciendo como excusa que… En realidad no tuvo un porque más claro que el que no quisiera ver al “mentiroso y a su solapador”.

Light no quiso saber más al respecto y Nate lo agradeció en el fondo.

David Bowie era la única voz escuchada para esas horas en que su papá indico que ya era necesario retirarse a sus habitaciones pues a ambos les vencía el sueño como para seguir fingiendo que podían adaptarse rápido al horario nuevo.

Hasta Mello se veía afectado pues la música descendió unos decibeles como pudo escuchar al pasar cerca de su puerta.
El castaño le dio las buenas noches después de acompañarlo a la puerta de su recamará y asegurarle un desayuno maravilloso.

No tenía sueño en realidad. Solo quería deshacerse de la compañía innecesaria de Light que no le permitía subir como recomendación para evitar una afrenta a su hermano.

El telescopio, regalo de su bisabuelo por su último cumpleaños, estaba ya dispuesto en la ventana. Su movilidad y lentes especiales, como solo un hombre tan rico como el que había criado a su padre podía comprar, le dejaban mirar hasta lo que no debía.
No es que fuera de esos que inválidos y sin nada que hacer se proponían espiar al vecino.
Eso lo había hecho Mello cuando supo que el vecino que tenían en Inglaterra tenía a una nieta universitaria y a sus tres amigas durmiendo bajo su techo.

Tuvo que esconder el telescopio muy bien para evitarse otro plan como aquel.

Proponiéndose gastar su tiempo en algo productivo quiso zanjar el tema de la tarde con el desconocido que lo espió descubriendo como pudo haberse infiltrado y si dejo huellas de su paso por ahí.
Con el telescopio pudo advertir una parte de la valla, un tablón, que fue aporreado pues se salía de la fila perfecta que estos conformaban. Pudo haberlo dejado pasar pensando que eso ya estaba ahí pero recuerda las llamadas de su papá al contratista a quien advirtió doces veces que lo quería todo perfecto.
La manía del castaño a veces lo fastidiaba al repasar que nadie podía ser perfecto.
Descubrir tan sencillo hecho le fue de mucha ayuda y por eso lo perdono.

Se sirvió de un ganchillo para cerrar la puerta de su habitación por dentro. Había atendido bien donde guardó su papá copias de la llave maestra cuando creyó que él no le prestaba atención.

Tan pronto comenzará a asistir a la escuela se encargaría de buscar quien pudiera hacerle duplicados de la misma llave.

Paso delante de las puertas y no advirtió ya ruido. Hizo un espació de tiempo enfrente de cada puerta aguardando un cambio y cuando no ocurrió continuo su camino con lámpara en mano fue a donde la valla delatora esperaba. Anhelaba encontrarse más pistas ya de cerca.

Algo que agradecía a su fortuna en la ruleta de la genética era tener la paciencia para poder mirar fijamente el suelo alrededores de la valla en busca de señales.
De ser Mello se hubiera rendido a los dos minutos como hacía siempre que empezaba un rompecabezas.

Las pisadas las encontró un poco más lejos de lo que se hubiera esperado: En el patio ajeno, muy cerca de la valla y con solo un lado de la suela marcada, las huellas daban hacía la parte delantera.
Empujo la cerca y pasó por debajo de ella dado lo floja que había quedado.

Sabía lo que hacía.
Invadir propiedad privada.
Eso sí que era nuevo y lo preocupaba.

Se imaginaba ya maneras de forzar la puerta trasera cuando al solo intentar lo sensato (girar el pomo) se dio cuenta que este no estaba asegurado.
Entro sin hacer ruido lo que le dio razones para sospechar que entonces no estaba deshabitada como creía:

1.- No había seguro.
2.- La bisagra no rechinaba.

El ambiente dentro le dio escalofríos. Olor a encierro y el frío haciéndolo retraerse en sí mismo casi lo hacen regresar pero el sonido de arriba lo atrajo de vuelta.

Entonces barajo las posibilidades que tenía.
Opciones, desenlaces y posibles rutas de escape si todo era como pensó en primer lugar.

Abrió la única puerta por la que se podía ver luz debajo.
Paredes desnudas, un mobiliario más modesto que el de abajo y comprado de segunda mano dado el aire que estos daban, lo único atractivo en ese cuarto era el librero que contenía libros con tema, a juzgar por sus títulos, trataban de una profesión bien ligada a la policía.

Eso y el sujeto que lo miraba.

Dio un pequeño brinco sintiéndose acabado pero se distrajo cuando paso mejor la vista por la del residente.
Similar a su padre.
Pero un aura más joven y con ojos rojos.
Inquietantes ojos rojos.

Beyond a su vez detallaba toda facción en el pequeño entrometido.
Desde sus ojos medio rasgados por esa curva fina que los terminaba hasta el llamativo cabello blanco que sin duda sería uno de sus atributos más llamativos.

B, ante esa aparición, podía sentir algo extraño en su pecho revivir después de repasar con la mirada todos los rasgos en el albino.

Near ni se podía imaginar que era esa sensación nacida en él al verse reflejado en los ojos color carmín que no parecían dejarlo.

Notas finales:

Espero no haberles decepcionado con lo presentado por el momento.
Nuevamente gracias a todos/todas por la oportunidad. 
¡Os adoro!


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