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Me enseñó a vivir por Lemniscata

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Notas del capitulo:

¡Feliz año nuevo!


Estaba motivada así que escribí, sin embargo, el capítulo tiene algo dulce, algo amargo, algo triste, algo alegre… Ya saben, un poco de todo.


¡Espero disfruten!

“siempre intentó escapar de la violencia aun a
riesgo de ser considerado un cobarde,
pero de la violencia, de la verdadera violencia,
no se puede escapar, al menos no nosotros”
Roberto Bolaño

 

El verano iba terminando, las personas hacían sus compras, niños y jóvenes preparándose para ir a Hogwarts. Ni Alioth ni Teddy eran lo suficientemente mayores para ir, pero su emoción se comparaba a la de los magos y brujas que comenzarían sus estudios. ¿Por qué? Se acercaba el cumpleaños de Alioth. Aquel niño había nacido agosto el 31 de agosto de 1998, lo que hacía que, para cuando su carta llegara, fuera compañero de Teddy. Eso siempre los había mantenido contento, eran como gemelos, pero con padres diferentes y, como los pseudo hermanos que eran, Teddy también había aprovechado la diferencia de los pocos meses para hacer de hermano mayor, aunque en personalidad siempre había sido Alioth.

Esta festividad siempre la celebraban en casa. Molly llegaba temprano, junto a Andrómeda que ya hace tiempo veía al niño como otro nieto, después de todo, era el hijo de su hermana. El ajetreo era grande, pues desde temprano que Ron y George despertaban al niño con una broma distinta, era imposible que Hermione o Angelina los convenciera de no hacerla. Fleur había venido caminando para no aumentar las náuseas, aunque Bill se las había arreglado para que el camino fuera más llevadero. Charlie ya había mandado su regalo, en realidad, solía mandar todos los regalos de cumpleaños de la familia en un paquete y en Navidad intentaba hacerse un espacio para visitarlos. Percy aún no llegaba, pues la fiesta no iba a partir hasta la tarde y él era demasiado puntual para anticiparse. Draco parecía desentonar en ese ambiente, se encontraba en un rincón, callado y mirando todo, quiso acercarse, pero justo fue el momento en que los bromistas y el cumpleañero bajaban.

Alioth portaba un cetro, una corona de esas que llevaban los reyes que no guerreaban, así como un gorro. Harry no sabía de coronas, no podría explicarlo, pero llevaba una de esas. A su conjunto iba una capa de un rojo chillón con el borde dorado y al cinto una espada de juguete. Por supuesto, bajo todo eso, llevaba la ropa que Harry le había apartado para la festividad. Al llegar abajo, miró a Teddy y lo señaló con el cetro.

—Tú serás mi bufón —inmediatamente Ron, que estaba más cerca, le colocó un gorro verde con cuatro puntas que eran cascabeles.

—Y vos seréis la princesa —titubeó Alioth, inseguro con la pronunciación de las palabras en un inglés más antiguo.

Esta vez fue George el que estuvo más cerca de Victoire quien le puso con cuidado una tiara y arregló con un hechizo el vestido simple que llevaba para que fuera pomposo y vaporoso, la niña rió encantada, mirando a sus padres quienes le sonrieron de vuelta.

—Vos seréis princesa también —Le dijo a la pequeña Rose que balbuceó contenta algo—. Pero habéis sido secuestrada por la bruja malvada.

En un pestañeo George y Ron transformaron a Hermione en la mujer común y corriente que era en una bruja de cuento, le hicieron crecer la nariz, le pusieron una verruga y transformaron su ropa para que fuera oscura, además de colocarle el característico sombrero de copa. Todos rieron, aún bajo las protestas de su mejor amiga. Poco a poco, Alioth iba transformando gente más por lo que recordaba que existía antes que por maldad, sin embargo, cuando llegó a su hermano, hubo un pequeño silencio.

—Si me vuelvo granjero, juro que tu herencia será mínima —amenazó Draco más en broma que en verdad—. Y te digo que es bien grande, tanta que podrías comprar todos los chocolates del mundo.

Alioth rió y lo volvió marqués. El momento tenso había pasado y todo había salido sin problema. Salieron a disfrutar los rayos de sol y a jugar un rato, Alioth metido en su papel, junto a Teddy, el cual era seguido por la pequeña Victoire. La comida estaba servida y todo estaba en orden. Cuando Percy llegó ya todos estaban cómodos en su papel y Alioth lo obligó ser clérigo, porque siempre mandaba, mientras que a su esposa monja, porque así podrían estar juntos. Solo una pequeña parte del grupo rió por la equivocación. Y a las dos chicas las hizo lavanderas.

Ya cuando el atardecer llegó, Ron y George quitaron todo disfraz, sentaron a Alioth en la cabecera de la larga mesa y le pusieron enfrente un pastel de crema y fresas, su favorito, encima había nueve velas, la edad que cumplían. Esperó ansioso a que terminaran de cantar y cerró fuerte los ojos para pedir su deseo. Luego las sopló todas, pero en vez de apagarse, se juntaron y recorrieron la mesa, tenían la forma de un dragón, al volver con Alioth, abrió las fauces y se extinguió. Todos aplaudieron.

Molly repartió el pastel y convenció a todos, especialmente a los niños, a entrar, puesto que ya empezaba a hacer frío, la brisa marina subía, aún en verano. Ya adentro, las visitas se acomodaron en diversos lados de la sala, fue entonces que Teddy se levantó entre entusiasta y horrorizado “¡Faltan los regalos!”, Andrómeda lo regañó y le dijo que cuando todos terminaran su porción de tarta, Alioth abriría los regalos. Fue impecable. Eso le causó gracia a Harry, él no podía con los berrinches del niño, pero sí era estricto con los horarios, Andrómeda era todo lo contrario.

Finalmente Alioth se sentó en el centro con todos los paquetes que había recibido frente suyo. Primero abrió el de Charlie que contenía protecciones para cuando volara, todos los mayores agradecieron eso, Alioth era algo intrépido aún con las escobas que Harry les había regalado hace unos meses. Luego tomó una caja muy elegante, con un papel color azul cielo y unas cintas crema, el niño la abrió con cuidado y su rostro se iluminó al ver el contenido, Harry tuvo que moverse apenas un poco para ver, dentro había un surtido de unas galletas a las que su ahijado se había vuelto adicto, pero eran tan caras que solo las disfrutaban de vez en cuando. El crío volvió a tapar la caja y fue a abrazar a su tía, la mujer, no muy acostumbrada al contacto físico, correspondió como toda una dama.

Los siguientes regalos no tuvieron gran impacto, un ajedrez mágico de parte de Ron, un surtido de Sortilegios Weasleys de parte de George y Ron, Angelina, por otro lado, le había regalado una caja de bombones. Molly le había tejido un gorro, una bufanda y un par de guantes. Hermione era la que estaba detrás del libro sobre varitas y, obviamente, Percy era el aburrido que regaló pergamino, pluma y tinta a un niño. El de Bill y Fleur fue interesante, desde donde estaba parecía solo un dije, tendría que esperar a que se fueran todos para averiguar. Quedaba un solo regalo y Harry sonrió, el suyo era el mejor: la copia del manuscrito de una de las obras en las que estaba trabajando, incluso la había firmado. Mientras observaba el rostro emocionado de Alioth y los saltos mientras Teddy se le unía, se dio cuenta de un detalle: Draco no le había dado ningún presente a su hermano. ¿Qué pasaba con Draco? ¿No le había comprado nada?

Pensando en eso, no percibió que su ahijado había llegado hasta él y lo había abrazado.

—¿Aún no está editado, verdad? —El crío se puso a saltar ansioso y se acercó a Teddy a comentar el regalo apenas asintió a su pregunta.

Harry sonrió con calidez, era bueno tener una familia. Adoraba la emoción de Alioth, las preguntas de Teddy, la curiosidad de ambos. Cerró los ojos y respiró hondo. Era demasiada felicidad y a veces, cuando estás lleno de algo o vacío era horrible, porque eso era como tomar agua fría luego de haber estado en el desierto, rompía tu garganta. Las visitas se fueron yendo de a poco, primero los con niños, después los que ya se les hizo tarde y finalmente quedaron solo los cuatro. Harry intentó no pensar que eran cuatro. Draco se inclinó hacia Alioth, que seguía revisando los regalos y le entregó un paquete. La envoltura era simple, al igual que el lazo. Supuso que le dijo “Feliz cumpleaños”, pero no podía asegurarlo, estaba al otro lado de la habitación.

El pequeño abrió la envoltura y un libro negro se presentó, ninguna inscripción, nada. Draco tomó la mano de Alioth y le pinchó el dedo índice, luego lo puso en la portada. Eso despertó las alarmas de Harry, no había tenido una buena experiencia con libros que chupan sangre o tinta y se vuelven almas y que quieren matarte. Pero antes de intervenir, el rostro de Alioth cambió y cambió fascinado las páginas en blanco. Teddy estaba en silencio, a su lado.

—Es el libro familiar, ¿verdad? Solo los que pertenecen por línea sanguínea familia pueden verlo… —comentó Teddy, Draco asintió.

—El de los Black seguramente quedó en la casa que heredó Potter —Draco levantó la vista y Harry sintió que estaban a kilómetros de distancia—. Pero Sirius Black negó su propia familia y Regulus debió tenerlo. Si es que aún lo conservaban.

—No creo que tuviera ninguno de esos libros —respondió con más rudeza de la que quería. Alioth lo observó y se obligó a sonreír—. ¿Qué te dieron Bill y Fleur?

—Un amuleto, es muy común en Francia —Draco la tomó, parecía una piedra apenas traslúcida, alargada y en forma hexagonal, aunque las puntas terminaban en triángulo. Estaba sujeto por un alambre o plata o algo parecido en los dos puntos dos se formaban los triángulos y luego, subían por un lago para así seguir la cadena que le quedaría bien a cualquiera, pero pocos podrían mostrar—. Es de protección. Deben quererte mucho.

Alioth asintió y tomó la cadena, observándola con atención. Harry miró el resto de los regalos y se levantó. En su mente aún perduraba que había cuatro personas en la habitación, así que se puso a ordenar sin varita.

—Harry… —levantó la vista y se encontró con Teddy, tenía el pelo castaño, al igual que sus ojos, eso pasaba cuando estaba preocupado o triste—. ¿Estás enojado?

Negó, sentía la garganta cerrada. Todo el mundo había pensado en la protección de Alioth, en que sepa su pasado y él le había regalado un estúpido libro que siempre podría contarle por las noches. Sintió calidez en su mano empuñada y bajó la vista, Teddy trataba de tomarle la mano.

—No hagas eso, la abuela dice que lo haces cuando te preocupas mucho o cuando te pierdes en tu mundo. Harry, me gusta estar contigo, no tienes que irte, por favor.

Se inclinó y le revolvió el cabello, entregándole una sonrisa que suponía era la más triste que había hecho en toda su vida.

—Soy tu padrino, siempre voy a estar aquí para ti. Ahora es hora de dormir.

Llevarlos a la cama no fue tan complicado, estaban cansados después de jugar todo el día y, aunque seguían emocionados, sus cuerpos ya no podían más. En ningún momento habló con Draco y éste no parecía interesado en tener una charla, lo que fue bueno, no sabía en qué posición estaba con él. No sabía nada.

Volvió a la sala luego de que Malfoy se encerrara en su cuarto y tocó ciertos libros en cierto patrón, una compuerta se abrió, de un metro por un metro, dentro tenía las pociones para dormir que rara vez usaba y el alcohol. Sacó dos pos botellas, una de cerveza y otra de whisky de fuego, luego cerró y sacó de otro sitio una cajetilla de cigarrillos con un encendedor, salió al patio exterior y se dedicó a auto compadecerse. En algún punto terminó acostado sobre el césped y observó las estrellas, pero no encontró al dragón y era como la vida real, jamás iba a encontrar al verdadero Draco. Iba a dar otra a su cigarrillo cuando alguien se lo quitó, lentamente se giró, sentándose. Se sintió mareado y asqueado, por lo que cerró los ojos haciendo una mueca para no vomitar. Cuando los abrió había dos Dracos que se movían, que lo miraban sin expresión.

Al fin logró enfocarlo, frunció el ceño, murmuró alguna tontería para luego dar un buen sorbo del whisky, estirando la mano para ofrecérselo. Draco no lo rechazó, pero no lo vio beber, aunque eso daba igual en ese momento. El alcohol se comparte.. ¿Y sus cigarros? Oh, allí. ¿Por qué no enciende? Mierda, esto no es el encendedor. Al fin logró dar una calada, profunda, que raspa su garganta y dan cuenta de lo jodidamente ebrio que está. Ahora si pudiera estar inclinado sería genial, ¿dónde quedaron las sillas de playa? Esas que pones en la arena y que compró para usarlas solo un par de veces. De pronto sus pensamientos se interrumpen y observó a un costado, en donde está Draco.

—Potter, deberías darte una ducha y dormir —su voz sonó tan lejana.

—Me llamo Harry —Sí, es algo que le ha molestado desde hace tiempo, pero no lo había notado hasta que hay más alcohol que sangre en sus venas.

—Como quieras, Harry, sé buen niño y dúchate para luego ir a la cama.

Eso le molestó más, ese tono entre cansino y burlón, es casi como si lo escupiera. Cerró los ojos y decide que no, que no quiere entrar. Se mueve un poco, probablemente Draco creerá que se va a levantar, pero en vez de eso se recogió sobre sí mismo, como una bolita y rodó hasta donde están las piernas del rubio, éste las tenía estiradas, como si supiera que lidiar con un Harry Potter ebrio toma tiempo. Aprovechándose de eso, reposó su cabeza sobre sus muslos, mirando boca arriba para así ver las estrellas y la barbilla de Draco. Escuchó un quejido, pero no le importa. Quizás ahora se siguió quejando, pero su cerebro se va apagando. Quizás siguió bebiendo, o fumando. O quizás…

Despertó con un dolor de cabeza horrible, su estómago no paraba de girar y cada palabra que escucha del resto de casa le parecen la mayor tortura. Se levantó para ir por la poción anti-resaca cuando ve una en la mesita de noche, al acercarse al frasco notó la nota, “Recupérate. No vuelvas a beber así. —Malfoy”, a Harry le dieron ganas de reír. Se la bebió por completo y se sentó, esperando a que hiciera efecto. Luego de unos minutos decide que lo mejor que puede hacer es darse una ducha, así que va al baño.

En el camino, chocó con Teddy quien emocionado le explicó que Draco y Ron estaban jugando con el ajedrez mágico que le regalaron a Alioth y que llevaban así desde hace varias horas. Que mientras Alioth se ha puesto leer y él venía a buscar sus pinturas y otras cosas que se llevaría donde su abuela. Aunque la podía ver en cualquier momento, solía ir cada dos semanas a quedarse un fin de semana con ella, Alioth raramente se unía. Harry asintió por toda la información para luego suspirar, decidido a ducharse al menos.

Al bajar, se dio cuenta que ya era hora del almuerzo, se olía la comida que Holly estaba cocinando, era demasiado tarde para desayunar y su estómago le dolía, quizás no era buena idea comer algo, lo vomitaría en seguida. Caminó hacia la cocina y le pidió a la elfina una infusión, ya con ella fue a la sala. En efecto, Draco y Ron seguían con su juego, que ya pronto iba a terminar, Alioth está contento con sus regalos, los cuales ya ha distribuido en prioridad y funcionalidad y Teddy anda emocionado por la visita a su abuela, metiendo todo en su mochila. Mientras jugaban ajedrez, sorprendentemente, los jugadores conversaban sobre diversas cosas, el tema central rondaba sobre los dementores, al parecer seguían moviéndose por todo Reino Unido, atacando a diversas personas, normalmente magos. Harry se sentó a beber la manzanilla, mientras escuchaba sin interés la conversación.

Luego del almuerzo, Teddy se despidió de todos y se fue por chimenea a donde su abuela, Alioth se puso a leer el libro de la familia de los Malfoys con Draco, quien aclaraba una que otra cosa, era divertido escuchar su voz. Harry daba pequeños sorbitos a su taza mientras los observaba. Escuchando la historia de los Malfoys, siempre tan grandilocuentes, arrogantes y pedantes, se fue durmiendo.

Alioth lo despertó para que fuera a comer, solo tres personas, un buen número. En la tarde, Harry intentó seguir con su libro. Había sido todo un éxito cuando publicó el primero, contaba la historia de los Merodeadores y cómo se hacían amigos, después se siguieron una serie de libros, el contrato con la editorial en un principio había pensado en una trilogía, pero al ver lo bien que iba, decidieron hacer siete. Ahora estaba escribiendo el quinto, donde tenían problemas en un laberinto que a veces era subterráneo y a veces acuático; los tres amigos debían cruzarlo para obtener algo que había sido robado, el giro argumental sería que en verdad el “cliente” era el ladrón y que el objeto pertenecía al laberinto. Pero no estaba convencido y tenía un bloqueo de escritor.

Paralelamente, había ido sacando libros sobre personajes que habían salido muy poco, como el del gigante que los había ayudado cruzar un bosque en el libro tercero. O la del hada del segundo libro, ese personaje se parecía mucho a Luna y era el libro que le había regalado a Alioth, puesto que no sabía si la chica estaría contenta o no con ser un personaje, al menos la inspiración; pero ella había aceptado con gusto.

Para la noche no había escrito ninguna línea y estaba demasiado cansado. Alioth se despidió de él, llevando el libro bien apretado, como si fuera lo más importante y quizás lo era. Draco también se despidió y Harry se demoró una media hora en subir, estaba deprimido de nuevo, aunque no estaba seguro por qué. Se desvistió con desgana y se acostó solo con la ropa interior, mirando el techo. Tomó su varita y creó un par de luces hasta que finalmente se quedó dormido.

Al día siguiente, bajó temprano y se sentó a la mesa para desayunar, Draco pronto se le unió y se le quedó mirando extraño hasta que Alioth terminara sus cereales y preguntara si podía retirarse para jugar. Harry asintió y se quedó sentado un momento más, esperando que el otro hablara. Su ánimo estaba más elevado, pero sentía que dependía de lo que Draco dijera si subiría o bajaría. El otro respiró hondo antes de hablar.

—Enséñame a hacer un patronus.

—¿Qué? —cuestionó confundido.

—Pudiste hacerlo cuando estábamos en tercero.

—Sí, ¿pero por qué quieres saber hacer uno?

—Por los dementores, claro —Draco rodó los ojos, como si aquello fuese de lo más obvio, aunque volvió a ponerse serio para explicarse—. Estamos en medio de la nada y a unos cuantos kilómetros están los Weasleys, en otro el otro Weasley y en otro Luna. Estamos en medio de la nada y podrían llegar aquí y solo tú sabes hacer un patronus.

Harry asintió, era lógico, luego le sonrió con ánimo y se levantó, llamando a Alioth. Empezarían de inmediato y sería divertido para el niño ver eso.

Salieron al patio trasero y el niño se sentó sobre una manta, con su libro y chucherías, Harry se puso al lado de Draco, observando hacia la casa, estuvieron una media hora practicando el movimiento de la varita hasta que al rubio le resultó a la perfección, luego lo hizo practicar las palabras correctamente Expecto Patronum, las palabras se dijeron hasta que perdieron sentido y se tomaron un descanso, sentándose junto al pequeño. Comieron chocolates y dulces y charlaron de cualquier tontería, entonces Harry le comentó que para hacer el hechizo se necesitaba un recuerdo feliz, algo muy feliz.

Entonces se levantaron y empezaron a practicar, en un principio, la varita no hizo nada, pero Harry lo motivaba para que tratara con otro recuerdo, uno que no fuera sobre volar en una escoba, verlo a él —Potter— siendo humillado, o alguna fiesta toda elegante de la mansión. Pero por mucho practicar, no funcionaba, aunque al final del día logró hacer que una pequeña luz apareciera, algo así como una pequeña nube de vapor. Draco, frustrado, se sentó y le dijo a Harry que si era tan fácil, hiciera uno. Harry, con una sonrisa ganadora se plantó delante de ambos y procuró pensar en un momento feliz, movió la varita, dijo las palabras...Y nada.

Estuvo intentando un buen rato, pero cada vez se angustiaba más, empezando a encerrarse en sí mismo, solo veía su varita y nada más. Entonces, Draco tomó la mano de Harry, la mano que sostenía la varita y le hizo bajar la mano. Harry lo observó con dificultad, tenía los ojos llorosos, iba a llorar. La expresión de Draco era extraña, se mordía el labio inferior y lo veía con lástima. Odiaba que lo miraran con lástima. Supo que se puso a llorar cuando ya no pudo ver más, sintió los brazos de Draco, sus pechos apegados y él apoyando en su hombro, llorando. No podía hacer el hechizo más puro y que necesitaba felicidad. En algún momento terminó sentado en la sala, Alioth no estaba, una taza de té frente a él.

—Te sentirás mejor si lo bebes —dijo Draco, Harry negó, pero de todas maneras le puso la taza entre las manos—. Esto no es nada, estarás bien.

—No puedo… No pude hacer el Expecto Patronum,

—Solo no usaste el recuerdo correcto, tú mismo lo dijiste.

—No es eso… Estoy vacío… Ya no puedo ser feliz —y se echó a llorar.

No supo cuánto rato lloró, pero en algún momento, Draco lo hizo subir hasta la habitación, que lo recostó y se acurrucó con él, cantándole alguna nada o algo. Harry sabía que su magia podría estallar en cualquier momento, estaba tan frustrado. Y Draco estaba a su lado, calmando un volcán a punto de hacer erupción, o algo por el estilo. El rubio siguió cantando, no lo tocaba en ningún momento, pero se mantenía frente a él. Terminó quedándose dormido, esta vez de la manera más triste que nunca, como si le hubiesen quitado una parte importante de su vida.

Despertó asustado por un ruido. Se encontraba solo en la habitación y el sonido se repitió. Bajó rápido, con la misma ropa que el día anterior, en su sala, saliendo de la chimenea estaban Hermione y Ron, ambos preocupados, mirando a Draco, que estaba pálido y con una carta en la mano, leyéndola con rapidez. Harry había hecho que fuera imposible que las lechuzas llegaran a su casa, así que las mandaba a la casa de Ron y Hermione, quienes luego le entregaban éstas. Alioth también había bajado, asustado, Harry solo atinó a tomarlo en brazos y mirar interrogativo a Ron, quien extendió El Profeta, la portada decía en grandes letras “LA MANO DERECHA DEL QUE NO DEBE SER NOMBRADO HA MUERTO”, Harry lo cerró de inmediato y llamó a Holly, pidiéndole que llevara a Alioth con Andrómeda, se despidió del niño apenas antes de verlo desaparecer ante sus ojos y girarse a ver a Draco.

Ya no estaba y sus amigos estaban sentados en los sofás, agotados. Harry se sentó con ellos, su mente estaba en blanco y solo la preocupación de lo que sería Alioth y Draco surgía en su mente. Ninguno habló, ni siquiera cuando Draco se metió a la chimenea, vestido de negro, con el cabello engominado, como el Draco Malfoy que era antes, como el sangre pura que siempre había sido, tiró los polvos flú y se fue al Ministerio. Recién allí, el trío abrió la boca.

—¿Qué pasó? —susurró bajo.

—Dicen que fue un ataque cardiaco, pero en realidad fue un complot. Ya sabes que después de la guerra cambiaron muchas cosas, entre ellas, las condiciones de los presos en Azkaban. Viven en las mismas celdas, comen lo mismo, pero ya no hay dementores, además de que tienen una hora libre para ir a un patio común subterráneo, no es mucho, pero es algo. En esa hora hubo una pelea y lo apuñalaron, ¿cómo obtuvo el cuchillo? Nadie sabe. El Ministerio es un desastre, Dean tuvo el turno después del incidente… —explicó Ron.

—Malfoy tiene que ir a reconocer el cuerpo y firmar los papeles del Ministerio, después llevárselo y hacer el funeral.

—Funeral de un sangre pura —mencionó Ron, Harry lo observó curioso—. Nadie irá, porque los ligaría con ellos… Lo siento.

Harry asintió, los Weasleys aceptaban en privado a los Malfoys, pero no públicamente. Y estaba bien, porque todo el mundo era una jodida mierda. Se frotó los ojos, respiró hondo y miró el techo. Iba a ser un día largo. Draco llegó varias horas después, Harry no le preguntó cómo estaba, cómo le había ido o si podía hacer algo. Se quedó en silencio. Porque sabía que ahora no estaba frente al chico que vivía con él, sino con Draco Malfoy, y a ese tipo, él no lo aguantaba.

Al día siguiente, Draco y Alioth se marcharon temprano, entregando una invitación negra al funeral a todo mago y bruja del lugar, Andrómeda no quiso ir, era el hombre que la había separado de su hermana, pero Teddy sí y, con el permiso de su abuela, se lo llevó a los terrenos de Malfoys, lugar donde los citaba la invitación. Era un cementerio tétrico, con tumbas que habían borrado el nombre de la persona a la que pertenecían. Caminaron hacia donde un par de siluetas se alzaban, frente al sarcófago sólo estaban los hijos del muerto, Draco había hecho un buen trabajo en hacer presentable a su padre.

Teddy tomó la mano de Alioth, quien miraba con curiosidad mientras Draco hablaba un discurso que probablemente se repetía para todos los Malfoys, luego, con otro hechizo, lo introdujo al ataúd de piedra, colocando su varita en sus manos. Susurró algo que nadie escuchó y luego se puso de pie para cerrar la tapa y llevar al difunto con el resto de personas que habían pertenecido a esa gran mansión que se veía a lo lejos. Hecho esto, bajó la varita y miró derrotado hacia su hogar, Harry se le acercó con cuidado de no sobresaltarlo, había tanto silencio que hasta las pisadas en el césped húmedo se escuchaban.

—¿Estás bien? —pregunta estúpida, pero era inevitable hacerla. No podía darle sus condolencias, porque había odiado a Lucius tanto como él lo odiaba, pero podía preocuparse por Draco.

Él negó y le mostró ambas manos, un anillo que jamás le había visto llevar decorando su índice derecho, dorado, probablemente de oro, tenía inscrita en la banda una M, no poseía más detalles que esos. Por otro lado, la izquierda llevaba en el dedo corazón una serpiente, en un enredo que Harry no entiende, era de plata y simulaba las escamas. No es que tuviese alguna noción de joyería, pero supo que era algo importante, levantó la vista y lo miró a los ojos, algo cambió.

—Ahora, por el estatus que mi sangre me ha dado y por ser el único varón con mayoría de edad, me declaro frente a los invitados, como el líder y señor de los Malfoys —Draco levantó su varita y se hizo un corte en la palma de la mano izquierda, unas gotas cayeron en el césped y él, luego, se apoyó en la tumba de su padre. Harry ya sabía que la piedra estaba absorbiendo la sangre. El ritual termina y Draco cierra el lugar, girándose hacia Alioth—. Podemos volver a casa.

Harry se remueve incómodo, ¿Cuál es la casa a la que se refiere? La gran Mansión de los Malfoys. O la agradable cabaña al borde de un acantilado. Decide no pensar y solo toma a Teddy en brazos para hacer la desaparición. La respuesta vendrá cuando tenga que venir.

Notas finales:

Este capítulo me da mucha pena, porque se va viendo que Harry está muy destrozado con eso del patronus. Y las circunstancias no pueden ser las mejores, así que nuestro héroe tendrá que esperar a tener un futuro mejor.
Por cierto, el epígrafe lo encontré genial para este capítulo.

¡Nos vemos a la próxima!


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