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Between Angels & Insects Edited por urumelii

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Notas del capitulo:

ay no me maten, saben que es el penultimo capitulo?? se nos acaba esto >.< 


Fue el grito de Umi el que trajo de vuelta a Aoi de su ensoñación, por un momento creyó que sus ojos lo estaban engañando, que no era su hermano quien se encontraba tirado a los pies de Kyo con una extraña mueca partida en dos, la sangre haciendo un charco enorme alrededor de él, entre tanto blanco lo rojo de la sangre brillaba de forma antinatural.

Los ojos de Aoi recorrieron lentamente la escena, se posaron en Miyavi quien parecía tener rasguños poco profundos, en el mismo Kyo quien respiraba con dificultad, Tora de nueva cuenta con Umi arrodillada a su lado, manchando su traje de color blanco con la sangre de su pareja única. Aoi había escuchado muchas veces las leyendas de lo que le pasaba al ángel cuya pareja única moría, se decía que no le quedaba mucho por vivir, sobrevivían por mucho dos meses antes de morir del corazón roto. Por último sus ojos se posaron sobre Reita, cargaba a Uruha con tranquilidad y una mirada asesina que iluminaba su rostro de forma siniestra, Gackt estaba protegiéndolo sutilmente.

—Esto es tu culpa Aoi —gritó Umi levantándose con pesadez, los ojos llenos de lágrimas parecían encendidos con fuego de odio—. Está es tu maldita culpa y te haré pagar por eso —de sus manos aparecieron dos cuchillos que lanzó sin cuidado hacia su cuñado.

Aoi los vio sin problemas, sus sentidos extra encendidos ya no eran rival para ningún ángel o demonio ordinario, sólo tuvo que mover su cuerpo ligeramente para que ambas armas pasaran de lado sin hacerle daño.

—¿Por qué tuvieron que unirse a Gackt? —preguntó Aoi horrorizado.

—De todos los ángeles, creí que tu lo entenderías —contestó Umi tranquilamente—. El mundo es un caos, es nuestra labor enmendarlo.

—No así —fue Kyo quien la interrumpió.

—Es la única forma —Reita se acercó—. Aoi, gracias por acompañarnos, necesitaba de ti —sin decir más, tomó la misma daga con la que le había cortado la palma a uruha y le hizo un corte en el pecho al demonio castaño.

A pesar de que no le hizo daño, fue Aoi quien sintió el corte profundo desde su hombro hasta el esternón, a pesar de que ya estaba sucio por la batalla sintió la camisa empaparse de sangre, mientras Reita sonreía ampliamente.

—Ve por él —le indicó el rubio a Gackt sin quitar la vista de Aoi.

Gackt se apresuró a cumplir la orden pero Kyo, Sakito y Miyavi se colocaron frente a Aoi con las armas levantadas.

—Tendrías que pasar por nosotros primero —dijo el líder de la organización.

—Que bajo has caído Miyavi —se burló Gackt—. Tener que aliarte con la basura de los demonios, solo es la prueba de que este mundo merece ser destruido.

—No son nuestros enemigos —dijo Miyavi, sorprendiendo a todos menos a Kyo quien solo sonrió de lado—. Nunca lo fueron —aseguró mirando a Sakito—. Nuestra guerra no tenía sentido, olvidamos nuestros verdaderos propósitos y en nuestro afán de encontrar culpables, los demonios fueron el blanco perfecto; nosotros protegemos a los humanos, ustedes a la madre tierra.

Sakito asintió—. No creí que viviría para escucharte decir eso, Shou estaría encantado —dijo con un ligero tono sarcástico que también poseía dejes de agradecimiento.

—Lástima que sea lo último que escuches —Umi se movió demasiado rápido para los demás, en un ataque sorpresa lanzó uno de sus cuchillos el cual se clavó directo en la garganta de Sakito sin que nadie pudiera evitarlo.

El demonio cayó de rodillas con Kai sosteniéndolo a duras penas, Aoi se giró con sorpresa mientras Sakito escupía sangre, esta acumulandose de manera alarmante en su boca. Umi sonrió satisfecha de su hazaña, pero esta fue suficiente para que algo en Uruha reaccionara, la sangre del demonio llamando a su hermano. El castaño abrió los ojos de golpe, solo para ver a su hermano morir en brazos de un sacerdote humano.

Aoi sintió el dolor de Uruha de inmediato, atravesándole el pecho como el mismo cuchillo que apenas minutos antes lo había lastimado; sintió sus tristeza y desesperación al punto de casi caer el mismo a llorar.

—¡Saki! —escuchó gritar a Uruha tratando de zafarse de los brazos de Reita, lo cual parecía imposible—. ¡No! ¡Ya basta!

Entonces, Aoi sintió la energía fluyendo a través de su cuerpo incapaz de controlarla o detenerla, como si él mismo no fuera dueño de sus movimientos vio su propia mano alzarse en el aire, las lágrimas resbalar por sus mejillas al mismo tiempo que Uruha alzaba su propio brazo. 

Kyo fue lo bastante rápido para jalar a Miyavi al piso, al momento en que dos torrentes de fuego salían de las manos de Aoi y de Uruha, calcinando al instante a la ángel que había acabado con la vida de Sakito. El torrente era tan fuerte que todos los presentes sintieron el calor insoportable de las llamas, alcanzandolos por poco, Gackt había sido quemado del brazo derecho, envolviendo toda la escena con gritos de dolor. Cuando por fin cesó, no había rastro de Umi, ni del fuego.

—¡Suéltame! —Uruha gritó mientras Reita lo azotaba contra la puerta del pentagrama, necesitaba la sangre pero el demonio no estaba sangrando por más heridas superficiales que Reita tratara de hacerle, todas aparecían en el cuerpo de Aoi.

Gackt había tratado de acercarse nuevamente hacia el ángel pero ahora estaba gravemente herido de un brazo y no por más que fuera el mejor guerrero del ejercito, tenía una gran desventaja, siempre había sido confiado de sus habilidades, nunca había perdido en una batalla, jamás se había preguntado qué podría suceder si no podía utilizar el brazo con el que manejaba la espada.

Aoi podía ver el hueso del brazo derecho de Gackt y los ángeles no tenían el mismo poder que un demonio de curarse, necesitaba ayuda, a diferencia de él que aunque Reita siguiera hiriéndolo se recuperaba casi tan rápido como un demonio.

—No tienes ninguna oportunidad —adviritó Miyavi—. Sólo rindanse.

—Si no dejas que abra la puerta lo mataré —la voz de Reita atravesó el pasillo, Uruha se quedó congelado entre sus brazos—. Sólo tengo que enterrarte a ti el cuchillo y Aoi se muere, tu decide. 

—No dejes que te engañe —gritó Aoi tratando de avanzar, pero Gackt aún trató de impedírselo.

—No sé cómo —dijo Uruha en un hilo de voz.

—Abre la herida tú mismo —le dijo Reita, tendiendole otro cuchillo, mientras amenazaba con cortar su garganta. Aoi sintió el filo del cuchillo en su propio cuello, haciéndolo sangrar ligeramente—. Rápido o le corto la garganta.

Fue un segundo en el que Uruha abrió una cortada en la palma de su mano.

—¡No! —gritaron Kai y Aoi al mismo tiempo que el demonio colocaba la sangre en el pentagrama, este se encendió con fuerza iluminando el pasillo a medida que la puerta desaparecía ante sus ojos.

Aoi trató de avanzar pero fue como si una intensa ráfaga se hubiera desatado dentro del edificio, el ángel miró horrorizado como el techo se despegaba como si se tratara de simple cartón dejando ver el rojo del cielo. Algunos soldados aún peleaban los unos con los otros, sin embargo podía percibir el olor a sangre y a humo en el ambiente, sin estar muy seguro quién estaba ganando la batalla. Había torbellinos en el cielo, que se desplegaban como nubes entre rayos, el suelo volvió a temblar, casi provocando que perdiera el equilibrio.

Miyavi se acercó al arcángel Miguel aprovechando la confusión, uno de los tatuajes de su brazo se encendió despegándose de la piel como si se tratara de una cuerda, la cual sin perder su brillo dorado comenzó a rodear a Gackt quien con un alarido de dolor cayó al piso atado e incapaz de moverse.

—Sin tu espada no eres más que un imbécil —fue Kyo quien lo dijo—. Detenganlo —les dijo a Kai y a Aoi.

Reita había logrado atravesar la puerta con el demonio en brazos y aun amenazado con el cuchillo en la garganta. Aoi avanzó con Kai detrás, no sabía muy bien por qué el sacerdote seguía ahí en medio de todo el lío pero le pareció correcto que ambos entraran a la puerta. Pensó que encontraría algún lugar maligno pero parecía ser una iglesia común y corriente, llena de bancas y un enorme altar al fondo.

Sentía el miedo de Uruha recorrerle el cuerpo al punto de hacer sus piernas flaquear, tuvo que concentrarse para transmitirle un poco de valor, que él mismo no sentía. Avanzó junto con Kai, escuchando como la puerta volvía a aparecer detrás de ellos, caminaron por el largo pasillo entre las bancas vacías de una iglesia ordinaria, por todos lados había horribles retratos de ángeles y demonios matándose los unos a los otros. La historia de su especie en su absurda cacería de brujas.

Al fondo, sobre un altar completamente hecho de piedra estaba Uruha recostado, aún con el cuchillo en ambas manos, sobre de estas estaban las manos de Reita dispuesto a dirigirlo si era necesario.

—No se acerquen —advirtió Reita con esa voz que sonaba a más de cien voces—. Los mataré si lo hacen —los otros dos frenaron su paso a escasos metros del altar—. Ahora Uruha, es momento que decidas qué hacer. Tu vida por la de él —le dijo tranquilamente—. Si tu mismo te clavas este cuchillo para dejar que abra la puerta, no mataré a Aoi, si te quieres hacer el héroe, lo único que tengo que hacer es clavartelo yo mismo y Aoi morirá. Acabas de perder a tu hermano, no creo que quieras perder a tu pareja única también.

—No lo escuches, prefiero morir yo —le dijo Aoi con voz calmada—. Tu eres más importante —sintió una punzada en el estómago, casi como un piquete cuando se dio cuenta que estaba sangrando rápidamente.

REita tenía presionado otro cuchillo en el costado de Uruha.

—¡Aoi! —gritó Uruha aterrorizado—. Déjalo —suplicó—, por favor, ya basta. Detén todo esto.

—Tu eres el único que puede detener esto —insistió el rubio.

—Reita, por favor, reacciona —fue la primera vez que Kai hablaba. Para sorpresa de Aoi su voz no flaqueó un momento—. Eres más fuerte que esto, pelea contra la voces y regresa.

Sin embargo el mencionado soltó una carcajada—. Que romántico, padre, pero el chico ya está muerto. Sólo quedamos nosotros, los destinados a formar un mundo mejor libre de pecado, libre de toda la suciedad que lo ha maltratado y lo ha dejado casi al punto de la muerte. Nosotros somos la verdadera salvación. Decide Uruha, decide ser el héroe que salvó al mundo.

Aoi quiso decir algo pero se dio cuenta que era casi imposible, estaba perdiendo mucha sangre y muy rápido, comenzaba a ver nublado, respirar parecía una verdadera odisea. Uruha pareció notarlo al instante pues sus ojos se abrieron con pánico, tomando una rápida decisión.

—No lo hagas —Aoi trató de decir pero fue muy tarde.

Las manos de Uruha se alzaron casi tan rápido como el cuchillo se enterró en su pecho. Aoi sintió el golpe pero casi como llegó desapareció, Uruha se había herido a si mismo y aunque él podía sentirlo, quien ahora estaba muriendo era el demonio.

—¡Por fin! —gritó Reita a medida que su cuerpo se encendía con un brillo antinatural que parecía proceder de su boca, ojos y oídos.

Una extraña rafaga empujó a Aoi y a Kai hacia atrás en el momento que el ángel trató de alcanzar a Uruha quien moría sobre el altar. Las imágenes parecía cobrar vida a su alrededor, los ángeles y demonios llenándose de un extraño brillo en los los ojos. A Aoi ya no le importaba el fin del mundo, lo único que quería era llegar al demonio.

Reita cayó de rodillas gritando fuertemente a medida que la luz se intensificaba, su cuerpo parecía estarse desgarrando para permitir la entrada de los ángeles caídos. Sin saber cómo Kai logró llegar a su lado, las bancas comenzaron a vibrar y moverse por si solas; alrededor de ellos las velas se encendían y se apagaban. Podían escuchar trompetas, tambores, el relinchido de varios caballos y grandes explosiones unidos a gritos de desesperación que no estaban seguros si provenían del campo de batalla o de la misma tierra.

Aoi estuvo apunto de llegar con Uruha cuando Reita lo empujó con una enorme fuerza—. Debe terminar de morir para que podamos cruzar —ahora no se oían cientos de voces, parecían ser miles, la luz aún lo rodeaba. Kai salió de la nada tacleando al rubio, quedando encima de este.

—Reacciona Reita, por favor —dijo agitandolo de los hombros, pero este seguía sonriendo mientras la luz se hacía más fuerte.

Se escuchó un enorme crujido y la pared explotó en miles de pedazos, haciéndole daño al ángel, Aoi no sólo sentía que Uruha estaba muriendo, su misma vida parecía escaparse, estaba sangrando de todos lados, mientras en el hueco de pared apareció un enorme insecto que Aoi estaba seguro que no sería capaz de vencer, no en aquel estado, no con la tierra moviéndose con violencia, comenzó a llover entonces, pero no era una lluvia normal, Aoi sintió la piel arder con cada gota que caía.

—Reita, por favor —dijo Kai con desesperación—. Reacciona, tu eres mas fuerte que eso, vamos —sin darse cuenta el sacerdote estaba llorando mientras agitaba al rubio, tratando de encontrar rastro del chico que había conocido.

Parecía una hormiga gigante, era tan negra como el carbón movía la cabeza de forma irregular como si no tuviera articulaciones, parecía estar poseída y caminaba con paso firme hacia Aoi. El ángel se levantó como pudo, sintiendo cada parte de su cuerpo protestar, las extremidades no le funcionaban de forma adecuada pero cómo pudo invocó su espada, dispuesto a lo que fuera. Sin embargo, el insecto pasó de largo, se dirigía a Kai.

El sacerdote tenía a Reita abrazado, simplemente el rubio había dejado de reaccionar y parecía un envase vacío por el que atravesaba la luz. El sacerdote oraba en silencio por que el chico regresara en sus sentidos. Pedazos del techo se caían a su alrededor con la fuerza de los temblores, pero Kai no se movió incluso cuando la hormiga gigante llegó a su lado y con la cabeza trató de empujarlo.

Aoi escuchó el sonido de las costillas de Kai partirse por la fuerza del golpe, incluso a través del caos a su alrededor, miró a Uruha y la cascada de sangre que se había formado; quería ir con él pero no podía dejar a Kai de esa forma. Suspiró tratando de ignorar todo el dolor que sentía en ese momento y simplemente se aventó con la espada en la mano, sacando las enormes alas en el proceso.

Aterrizó sobre la enorme hormiga, la cual comenzó a moverse para quitarse al ángel de encima, Aoi se sentía en un rodeo tratando de clavar la espada en el cuello de la criatura como había visto a Ryutaro hacer, no podía quemarla, no sabía si su elemental funcionaría y aunque lo hiciera, corría el riesgo de quemar a todos dentro de la iglesia. La hormiga logró moverse de tal forma que Aoi perdió el equilibrio, pero alcanzó a tomarse del cuello de esta y elevarse de nuevo sobre su espalda, clavando el filo de la espada para usarla como soporte, escuchó un chido que ignoró y se empujó hacia arriba.

—Reita, detén esto, por favor —volvió a escuchar a Kai. El brillo del rubio flaqueó un momento, ocmo una linterna que comienza a fallar.

La hormiga volvió a arremeter contra Kai quien salió volando hacia las bancas, llevándose varias de por medio.

—¡Reita! —gritó mientras salía disparado.

Aoi trató de volar hacia el sacerdote con las alas extendidas, pero el grito de Reita lo distrajo, la luz se prendía y se apagaba. Se giró hacia Kai quien a duras penas se asomaba entre los escombros, tenía una gran herida en la cabeza y el brazo le colgaba en un ángulo inhumano.

—¡Lucha Reita! —volvió a gritar el sacerdote.

El ángel aprovechó para clavar la espada en la hormiga, volvió a luchar para zafarse del filo de la espada, Aoi fue más rápido y logró desplazarla sobre el cuello para cortarle la cabeza, la cual salió rodando hacia Reita quien se convulsionaba mientras un grito espantoso salía de su boca.

Agitó las alas volando directo hacia Uruha, por fin tomándolo entre sus brazos. La pared volvió a estallar en pedazos, miles de miles de miles de hormigas aparecieron a la vista de Aoi, jamás lo lograrían. Avanzaban en una marcha siniestra hacia ellos, habían fallado, se había desatado el final del mundo y morirían ahí mismo. Al menos lo haría a lado de Uruha, fue su último pensamiento antes de que una hormiga aplastara con una pata el lugar donde se encontraba Kai. Aoi cerró los ojos con fuerza, envolviendo a Uruha en sus brazos y alas, el demonio estaba inconsciente o tal vez ya estaba muerto, al menos a punto de estarlo.

Aoi sintió una lágrima resbalar por su mejilla—. Te amo. Lo siento, no pude protegerte —fue lo único que dijo mientras posaba sus labios sobre los de Uruha.

Un fuerte chirrido le perforó los oídos pero no levantó la vista, aún con los ojos cerrados se aferró a su pareja única tratando de morir a su lado. La tierra dejó de moverse y escuchó un golpe sordo, el grito de Reita fue tan fuerte que creyó había caído muerto por fin. Fuertes campanadas retumbaron por todo el lugar y la lluvia dejó de caer.

Aoi supo que había llegado la hora del final. 

 

Notas finales:

¿ qu eles parecio??

 

un rvw?? 


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