Durante la última clase de la tarde, que era la de inglés, me encontraba bastante aburrido. Esa lengua casi no me gustaba nada, y aunque sabía que para la música resultaba necesaria, también estaba seguro –con conocimiento de causa- de que con un manejo mínimo o la intervención de alguien más, bastaría. Aquella era la manera en que se hacía en las grandes industrias del visual y a la gente le gustaba, así que ¿para qué cambiar el método y trabajar de más? Solo Ruki le ponía todo el entusiasmo del mundo a sus lecciones de lengua anglosajona.
También, y aunque la idea de ir de nuevo a cumplir con los encargos de seguridad de papá me hastiaba sobremanera, estaba un poco extrañado de que los muchachos no hubieran llegado a buscarnos. Impacientemente veía a Reiko, Aiko y Yuriko, mi trío dinámico (las tres niñas más feas de mi clase, pero las más nerdas), las cuales, además de sus otros servicios, se sentaban siempre cerca de la puerta para avisarme sobre cualquier cosa. Sin embargo, ante mis miradas ellas solo levantaban los hombros y negaban con la cabeza, dándome a entender que no había novedades.
-I love you. You are my sweetheart. Would you marry me?- Decía la profesora con aire soñador, al tiempo que todas las chicas suspiraban y yo rodaba los ojos con fastidio.
Desgraciadamente, no nos habían asignado una extranjera, sino una pueblerina que se quedó como tres meses en los Estados Unidos, se enamoró de un yanqui, y para entonces vivía pendiente de sus comunicaciones y su promesa de llevársela consigo. Como fuera: por culpa de eso, la tipa nos enseñaba puras cursilerías.
De repente, Aiko-chan me llamó por lo bajo, en un momento en que casi me estaba quedando dormido.
-¡Es Tecchan!- Exclamó en un susurro, y yo de inmediato me puse de pie.
-Sensei, voy al baño.-
Prácticamente no esperé el visto bueno de la mujer, sino que me incorporé de inmediato y salí del aula. Total, a ella le importaba más seguir fingiendo que hablaba con su novio americano[1], que contestarle a uno de sus estudiantes.
-¡Por fin! Estaba que me moría del aburrimiento.-
-Oh, pero no te emociones mucho…- Dijo él, y yo levanté una ceja. –En realidad, no vino nadie todavía. Solo pasé a decirte eso…-
Tetsuya estaba actuando raro. ¿Por qué demonios no se esperó hasta que saliéramos? Faltaba como media hora para que sonara la campana de salida.
-Yuki, tú… pues… ¿Cómo sigues del estómago?-
Por poco se me olvida la excusa esa que había inventado para justificarme ante él en la mañana. Pero no entendía por qué me lo preguntaba, si no me había visto huyendo hacia los lavabos durante el almuerzo.
-Estoy bien. A mediodía no tenía nada, ¿recuerdas? Estuve junto a ti todo el rato.-
-Sí, es verdad. Y… ¿te irás a casa conmigo… o con tu hermano?- Indagó, rascándose un costado de la cabeza y mirándome de forma un poco inusual.
-Contigo, supongo… No quiero ver a Makoto, y tengo entendido que Takanori se ha estado yendo con él casi todos los días.-
-Cierto. O al menos, eso dicen mis informantes.- Respondió el otro, y luego su semblante cambió completamente. -¡Pues bien, nos vemos en un rato!-
Luego de que el más bajito se fuera, me quedé por unos minutos más en el pasillo, mirando con languidez el portón de entrada. De cierta forma, extrañaba aquellas tardes en que los chicos y yo rodeábamos a Aoi y a sus amigos a la salida para amedrentarlos, pues inevitablemente tenían que pasar por ahí; de nada les valía buscar pasajes alternativos y cruzarse con nuestros compinches mayores, quienes los tenían asignados. Dichos encuentros, claro está, eran premeditados tras los reportes de “nuestros informantes”, como había dicho Tetsu momentos antes. Y aunque en aquellos años lo que deseaba era que los acosos del pelinegro hacia mi hermano acabaran, al momento en que se desarrollaba esta historia ya no estaba seguro de si habría sido mejor que siguieran, a tener que soportar la relación de mi primo con Takanori.
Cuando me cansé de pensar en aquello me dispuse a volver al interior del salón, no sin dejar de lamentarlo un poco, pues la profesora no había acabado de leer y releer su tonto ejemplo de conversación romántica. Era desesperante: faltaban apenas unos quince minutos, y ella parecía disco rayado con el asunto. Más me habría valido salirme de una vez cuando me llamó mi amigo.
Finalmente, lo que esperaba: el ulular de la sirena. Me incorporé como si tuviera resortes en los pies, tomando la mochila que había alistado desde antes y despidiéndome de mis compañeras rápidamente; para luego, mejor dicho, correr hacia afuera.
Me llevé una enorme sorpresa cuando advertí la presencia de Ruki junto a Tetsu, quienes parecían aguardar por mí a un lado del cubículo del portero.
-Hola.- Me saludó el mayor, riendo a continuación por mi apuro. –No me digas: estabas en clase de inglés.-
-Ugh, sí. Con la granjera enamorada.- Respondí, deteniéndome frente a ellos. –Y tú… ¿qué haces aquí? ¿Alguien te ha estado molestando?...-
De alguna manera, y aunque todavía seguía cuidándole las espaldas y el buen nombre de todo aquel que quisiera pasarse de listo dentro o fuera del colegio, no pude evitar que mi voz sonara nostálgica al decir eso. Desde que Makoto se involucró con él, los acosos habían disminuido considerablemente. Entre otras razones, debido a que el primo (por todos los contratiempos vividos en el orfanato) tenía un año más de lo normal para estar en doceavo.
-No te preocupes; no se trata de eso.- Dijo Takanori con tono reposado. –Gara-kun no se sentía bien, y tuvo que retirarse a mediodía.-
-Ya veo…-
Los tres nos pusimos en marcha, rumbo a las paradas del sur y del este[2], que quedaban juntas. Afortunadamente, tanto Yuu como Kai se iban por el otro lado, y casi nunca tenía que verlos.
-Oh, y antes de que se me olvide…Toma, Yuki. Esto es para ti.-
El rubio me alargó un sobre que por fuera tenía corazoncitos de colores hechos con marcadores, pero aunque mi cara estuvo a punto de arrojar más tonos todavía no bien advertí un espantoso “De: Shima. Para: Yuki-chan”, lo primero que atiné a hacer fue meterme la condenada carta en el bolsillo del pantalón. Tetsu iba a mi costado opuesto, por lo cual quien caminaba en medio era yo; así que, afortunadamente, cuando el otro pelicolorido apenas se estaba volteando para mirar lo que me entregaba Ruki, ya yo había estrujado el papel lo suficiente como para que no se distinguiera. ¿Cómo diablos se le ocurrió al inconsciente de mi hermano darme aquella payasada en ese momento? Ya vería, apenas estuviéramos solos.
-Vaya ¿qué era eso? Te lo guardaste rapidísimo.-
-En realidad, no puedo esperar para tirarlo a la basura. Me parece que de seguro es otro mensajito de Mai-chan. De verdad que la chica no entiende que no la soporto…-
-Ja, ja, ja, ¡eres muy duro con ella!- Rio Tetsuya. Pero en ese momento, divisó que su autobús estaba por arrancar. –¡Uy, me voy! ¡Nos vemos, Takas de mi corazón! ¡Cuídense!-
Y mientras él corría y Ruki se despedía con la mano, saqué la estúpida cartita del bolsillo y abrí el sobre, encontrándome con una nota igual de idiota, que decía algo como
“Hola, precioso.
Sigo averiguando acerca de ti, y ¿sabes? Ya me di cuenta de que no todos los senpais de doceavo te tienen miedo. Mmm… ¿Endo te suena?
No te enojes conmigo; solo quiero conocerte más.
Shima.
PD. No puedo olvidar lo de hoy en la mañana, y ya quiero que se repita…”
Era el colmo. ¿¡Quién demonios se creía ese imbécil!? ¡Si apenas nos habíamos besado una vez! ¡Eso no significaba nada!
-¡Ruki! ¡Oye, Ruki!- Lo llamé, requiriendo su atención de inmediato, si bien lo tenía al frente. -¿¡Qué significa esto!?- Pregunté con visible enfado y las mejillas fuertemente sonrojadas. -¿Por qué te prestas para estas tonterías? Ahora solo falta que me digas que también leíste este mensaje…-
-A ver: te la traje porque Takashima-kun me lo pidió.- Genial, ya para entonces era “Takashima-kun”. Eso solo quería decir que el recién llegado estaba haciendo sus mejores esfuerzos por ganarse a Takanori en el menor tiempo posible. –Y no; cómo crees. Yo jamás haría eso.-
Respiré aliviado por un momento, pero el mayor no había terminado.
-Además, no habría sido necesario, porque él mismo me contó sobre lo que te había escrito.-
-Ah, menos mal… ¡¿¡QUÉEEE!?!- No podía creer lo que estaba oyendo. ¿De dónde cuerno había salido ese tipo, y hasta dónde era capaz de llegar? (Lamentablemente, a esa altura apenas estaba descubriendo la cruda y cruel verdad). -¿Que el idiota te lo contó todo, dices? ¡No puede ser!-
-Ay, Yuki; no exageres. Tampoco es para tanto. No me vas a decir que era la primera vez que besabas a alguien…-
-N-no… ¡Por supuesto que no!- Respondí, con un tono apenado, si bien decía la verdad. Pero es que yo siempre pretendí que nadie se enterara de eso. Y pensar que solo se lo habría dicho a Takanori era muy ingenuo. –Pero es que si te lo contó a ti, ¡de seguro se lo dijo ya a toda tu clase! ¡Y pronto toda la preparatoria y toda la escuela media lo sabrán!-
-Hmm, no lo creo. A mí me parece que me lo contó porque sabe que soy tu hermano, y asume que nos llevamos bien.-
Cuán ingenua podía ser mi dulce gordita a veces; y cómo lograba contagiarme de ello, sin que me diera cuenta, otras tantas. Como fuera, ese día por lo menos consiguió que me quitara aquella tonta preocupación de la mente por unas horas, lo cual en realidad me fue muy útil para poder concentrarme en lo que al filo de la tarde se presentaría.
Luego de que llegamos a casa y Ruki subiera a tomar su siesta, mamá me dio un recado de parte de mi padre.
-Hijito, ven acá para decirte algo.- Solicitó, desde la cocina, pues se estaba preparando un sánguche[3]. -Tommy-chan me pidió que te dijera que necesita que vuelvan al mismo sitio de ayer. Al parecer, hoy en la madrugada sí lograron avistar algo, y todo indica que hay un cargamento que entregarán dentro de unas horas.-
Cuando la rubia me dijo eso, lo informado me impresionó bastante. Empero, mi natural escepticismo afloró de inmediato, pues recordé que para los turnos de la madrugada, quienes usualmente trabajaban eran Den y compañía[4]. Y esos, con tal de tener a papá contento, le contarían mejores historias que mamá a sus peluches.
-Me parece que de seguro será otra pérdida de tiempo, igual que estos días… Mamá, por cierto…- Y en eso quise cambiar un poco de tema y preguntarle sobre nuestro desaparecido bajista, pero al mismo momento en que intentaba buscar las palabras, el escandaloso teléfono empezó a timbrar.
-¡Debe de ser él! ¡Tommy-chan es muy impaciente!-
Nada nuevo me informaba mi madre sobre su marido, así que suspirando con molestia por la interrupción, levanté el auricular y contesté.
-¿Sí?-
-Takayuki, ¡deja de holgazanear y ve de una vez a Suminoe-ku! ¡Ya envié a Murasaki[5] hacia allá, pero no quiero que sea él quien se haga cargo!-
Intentando mantener la calma, me pasé la mano por la cara.
-No estoy holgazaneando, Tomioka; acabo de llegar del colegio. Tu gente no se movió más rápido. De haberlo sabido, me habría ahorrado el viaje hasta acá…-
-¡No me repliques y apresúrate!- Finalizó, antes de colgar.
Sentí unas ganas terribles de devolverle la llamada y pedirle mejores modales de una manera poco decente, pero sabía bien que eso no funcionaría. Así que solo me quedó subir a sacarme el uniforme y ponerme algo más acorde con la ocasión. Además de ello, tuve que renunciar a conversar con mamá sobre Ruiji.
Cuando bajé de nuevo le marqué a Tetsu. Su presencia no era imperativa para ese caso, pero definitivamente, me haría sentir mucho mejor.
-Bobo… ¿estás despierto?-
-Ni sé. Para variar, no hay nadie en casa, así que no sé ni qué siento, ni en qué estado estoy...-
Siempre que el más bajito comentaba una cosa así, se me formaba un nudo en la garganta. Papá era mandón y mamá me robaba mis músicos, pero… al menos estaban ahí.
-¿Quieres venir conmigo a la bahía?-
De inmediato, su tono cambió y volvió a ser el Tetsu de casi siempre. El que no fallaba en sacarme una sonrisa.
-¿Me estás invitando a una cita, mi amor? Awww, ¡qué emoción!-
-¡No seas tonto!- Repliqué, mucho más animado que antes. –Llamó el viejo. Dice que le informaron que supuestamente hoy sí habrá avances. Y de los buenos.-
-Bien, ¡entonces yo te acompaño! Deja me levanto y salgo para allá.-
[1] Uso este gentilicio aquí porque estoy consciente de que los japoneses lo aplican mucho. No obstante, personalmente estoy del todo en contra de su empleo, pues nos excluye a los latinoamericanos y sugiere que nuestro continente no es el mismo que el de los gringos.
[2] Para traducir –ku al español, uno de los términos más empleados es “barrio”, tal cual se usa, por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en mi país, esa división político-administrativa correspondería a un distrito, y “barrio” se entiende de otra manera). Así, los Takas viven en Naniwa-ku y ahí mismo está la secundaria aunque más al norte, mientras que Tetsu reside en Tennoji-ku, al este. Para mejor ilustración del tema, buscar un mapa de los barrios de la ciudad de Osaka, el cual quise introducir aquí pero la página de Amor Yaoi no lo permite.
[3] En realidad, hemos bautizado este platillo como “kénchugue”. Consiste en un par de trozos de pan con todo lo que debería ser el relleno, por fuera y encima. Otra delicatessen más del libro de recetas de la Tía Kenchita.
[4] Den, Sho, Ryo y Nao de By-Sexual.
[5] Vocalista de dea’s;la. En el rol, es el empleado al que Tommy manda a hacer ABSOLUTAMENTE DE TODO. Algo así como el “zoilo” de la Free-Will.