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Partículas por Pandora09

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KyungSoo caminaba entre las paredes de cristal junto a su inhumanamente alto colega, se dirigían a la sala de espera donde algún familiar de uno de sus pacientes insistía en ver al médico a cargo de la unidad. Siendo KyungSoo dicho médico, se sintió en la obligación de responder al llamado del deber, pero arrastró a Park ChanYeol con él debido a que el más alto seguramente tendría las palabras de consuelo que a él se le olvidarían cuando debiera dar el trágico diagnóstico de su paciente.

Al otro lado de la puerta corrediza, un tipo ligeramente más alto que él los miraba con ojos de cachorro apaleado y la preocupación dejando marcas permanentes en su rostro.

- ¿Señor Byun? –fue ChanYeol el primero en hablar y KyungSoo agradeció internamente por no ser él quien comenzara la conversación.

- Quiero saber cómo está mi hermana –se apresuró a decir el otro, tanto que apenas comprendió sus palabras.

- Ella se encuentra en perfectas condiciones…

- Entonces, ¿por qué sigue en este lugar?

KyungSoo ladeó la cabeza y suspiró, mirando con curiosidad al tipo. Siendo médico, comprendía que las personas se asustaran al estar en lugares como la UTI, pero no comprendía el miedo extremo que algunos le tenían, si alguien estaba ahí, se suponía que era porque ellos estaban haciendo hasta lo imposible por ayudarlo, el resto del mundo no debía estar tan asustado.

- Acá podemos monitorearla y nos aseguramos…

- Solo por precaución –ChanYeol interrumpió sus palabras y le dedico una sonrisa babosa al tipo, provocando que KyungSoo se sintiera extrañamente fuera de lugar entre ellos-, ella es joven y nosotros estamos haciendo todo lo que podemos por ayudarla, no tiene de qué preocuparse.

El tipo observó a ChanYeol por unos segundos, sin pestañear y en silencio, hasta que se pasó ambas manos por el rostro y suspiró pesadamente.

- Lo siento, yo solo…

- Está bien –KyungSoo dio un paso hacia atrás cuando ChanYeol dejó caer su mano derecha sobre el hombro izquierdo del tipo y este lo miró pestañeando frenéticamente, pero sin alejarse de su contacto-, para nadie es fácil esta situación –y, por supuesto, ChanYeol tenía las palabras perfectas para reconfortarlo-, pocos pasan por este lugar y pueden salir para contarlo, pero ella lo hará. Y, cuando salga, debes hacer una fiesta y celebrar en grande su vuelta a casa, ¿está bien?

Como si estuviera pidiendo autorización para algo, el tipo miró a KyungSoo y le sonrió tímidamente antes de fijar la mirada en ChanYeol y sonreír de forma más notoria.

- Gracias, Channie.

Entonces KyungSoo lo entendió. ChanYeol siempre había sido el tipo de médico cercano a sus pacientes, demasiado cercano para su gusto y se dejaba llevar muy fácilmente por sus emociones. Para su desagrado, en ese momento no solo se estaba dejando llevar por ese tipo que a diario llamaba para pedir información sobre su hermana menor, sino que se estaba arrastrando con él y acabaría tomando responsabilidades que no le correspondían. Ese era el precio de enamorarse de alguien de afuera del área hospitalaria.

KyungSoo simplemente negó con la cabeza y volvió sobre sus propios pasos, dándole tiempo a su colega para que hiciera lo que quisiera, ya más a delante tendría que hacerse cargo de su decepción amorosa. Después de todo, Byun BaekHyun esperaría a que su hermana se recuperara y luego desaparecería de la vida de ChanYeol como si nunca hubiese existido.

 

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El horario de visitas había comenzado hace unos quince minutos y KyungSoo no podía dejar de mirar al trío que compartía risas en la sala número ocho.

Había reconocido a Kim JongIn, tarde, pero lo hizo. Habían sido amigos en la secundaria, aunque JongIn fuera menor que él, se habían llevado muy bien. Y estaba seguro de que los dos tipos que estaban a su lado también habían formado parte de su grupo de amistades. Estaba seguro de que el tipo que sostenía una croquera y, cada cierto tiempo, se la mostraba a JongIn en busca de su aprobación, era Zhang Yixing, su china existencia era inconfundible, incluso con la cantidad de años que habían pasado encima. Aparte, Yixing siempre había querido ser artista y, si estaba dibujándole cosas que hacían reír a JongIn, tal vez se había convertido en un caricaturista. Al que no podía reconocer era al tipo que estaba junto a Yixing, un rubio alto y delgado que no parecía encajar en ninguno de sus recuerdos adolescentes, tal vez solo era un nuevo amigo, incluso podía ser el que tomó su lugar cuando él desapareció para cumplir su sueño.

A la media hora de haber comenzado el horario de visitas, decidió que era momento de pasar por cada sala dándole información sobre los avances de sus pacientes a los familiares. Comenzó por la sala número uno, adivinando que ChanYeol estaba demasiado ocupado con la muchacha de la nueve.

En la sala número cinco, un hombre de unos cincuenta años le dio la mano y un abrazo con el que KyungSoo se sintió tan abrumado como repelido. Comprendía la alegría de la gente al ver a sus familiares recuperarse, pero no entendía esa impresión que les producía ver que sus procedimientos funcionaba de la forma en que él mismo les había informado antes de realizarlos. Sí, las cirugías de válvula mitral eran complejas, pero en sus manos nada era imposible. Había estudiado y practicado lo suficiente como para desarrollar las habilidades necesarias para salvar la vida de una persona, por eso estaba donde estaba y no comprendía que el tipo lo mirara con lágrimas en los ojos al escuchar que su esposa estaba evolucionando bien y que pronto podría volver a su casa.

Tan rápido como pudo, escapó de las efusivas muestras de afecto del tipo y acabó viendo cara a cara al tipo que acompañaba a Zhang Yixing.

A regañadientes, acabó dirigiéndose a la sala número ocho, donde Kim JongIn le daba indicaciones sobre figuras y formas al chino que este luego corregía en el dibujo que el médico no alcanzó a ver.

En silencio, se aseguró de que la bomba de suero estuviera funcionando correctamente y que los signos vitales de JongIn estuvieran en un rango normal. Cuando se aseguró de que todo estaba en orden y ChanYeol no apareció para hacerse cargo de su paciente, encaró al trío.

- Buenas…

- ¿Dodo?

¿Dodo? ¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que escuchó ese apodo? No podía recordarlo, ni siquiera recordaba quién se lo puso ni el porqué.

- Soy el doctor Do KyungSoo –hizo una ligera reverencia e ignoró completamente al tipo que acompañaba a Yixing y tomó la ficha de JongIn para releerla.

- Ya sabemos quién eres…

- Sehun –la voz baja de JongIn interrumpió las palabras del otro tipo y solo entonces KyungSoo lo reconoció. No se trataba de un recién aparecido en la vida de sus ex amigos, era simplemente Oh Sehun, el vecino y casi mejor amigo de JongIn, el mismo que tenía problemas para hablar y parecía retrasado. Se veía completamente diferente al niño enclenque y tartamudo que recordaba.

- Han pasado años –esta vez fue Yixing el que habló y su voz alegre sonó tan fuera de lugar que lo sorprendió, al parecer el chino seguía siendo el mismo despreocupado que había sido en el pasado.

KyungSoo observó al chino y paseó su mirada por Sehun hasta acabar en JongIn, que lo miraba con una sonrisa delicada y los ojos más achinados de lo normal.

- Bastantes –respondió incómodo, deseando que ChanYeol dejara de coquetear con BaekHyun y apareciera como por arte de magia a salvarlo, cosa que no ocurrió por mucho que él esperó.

- Al parecer la vida te ha sonreído bastante –volvió a hablar Yixing, provocando que KyungSoo se sintiera más incómodo, por lo que simplemente sonrió y volvió a leer la ficha de JongIn, como si de repente fuera a encontrar información nueva y pudiera decirle a la pareja que su amigo estaba mejorando, cosa que no estaba pasando.

Asintió en silencio y se retiró tan pronto como pudo, cuando Yixing dejó de hacer preguntas que no obtuvieron respuesta y Sehun dejó de escrutarlo con su inexpresiva mirada.

KyungSoo nunca se había sentido realmente cómodo compartiendo con otras personas, en especial con personas que resultaban ser tan alegres como Yixing, incluso Sehun había sido demasiado para poder soportarlo. Recordaba su adolescencia, cuando JongIn se esforzaba por convertirlo en un verdadero ser humano y lo arrastraba consigo a todas partes. Porque, mierda, JongIn irradiaba vida  y era contagioso, todos a su alrededor parecían brillar solo por él. Pero a KyungSoo nada de eso le importaba, vivía a su manera y esperaba que las cosas permanecieran así por el resto de su vida. No le interesaba compartir con idiotas que soñaban con dominar el mundo a través del arte, bailarines y dibujantes sin talento verdadero, sin algo de valor que entregar al mundo, como si sus cerebros estuvieran completamente libres de materia gris. Sus amigos siempre habían sido unos idiotas soñadores que anhelaban alcanzar estrellas, mientras que él era el único con los pies bien puestos en la tierra.

Ahora, cuando Kim JongIn moría lentamente en una cama de hospital y Zhang Yixing, junto a Oh Sehun, se rompían el alma viéndolo marchitarse, se alegraba un poco de haberlos dejado atrás. Do KyungSoo no estaba hecho para sufrir por la humanidad, por verla apagarse, no le afectaba que alguien muriera en sus brazos como tampoco le importaba mucho que sobreviviera. Había aprendido que habían cosas que podía controlar, las que podía cambiar con sus habilidades y conocimientos médicos, pero habían otras que siempre estuvieron más allá de su control, como las emociones y el dolor de dejar ir a alguien. Él los había dejado ir hace tiempo y no esperaba volver nunca atrás.

 

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Sacudió las manos sobre el mesón, lenta y delicadamente, con la precisión de una sutura en una herida demasiado peligrosa. Tristemente, sus manos eran las manos de un médico sin alma, no las de un artista. No había forma en que, por más que practicara, pudiera fingir que sus dedos eran pequeños bailarines moviéndose con la gracilidad del viento. Eran solo falanges torpes anhelando imitar una fantasía inexistente.

- ¿Qué haces?

Sus yemas se deslizaron torpemente sobre el material sólido del mesón, hasta caer por el borde y acabar oscilando a ambos lados de su cuerpo, como entes con vida propia que querían seguir moviéndose al son de los melodiosos susurros que emergían de la sala número ocho.

Observó a su colega en silencio, tomando nota del brillo en sus ojos y esa sonrisa inhumanamente inmensa en su rostro, que lo hacía ver como una criatura terrorífica de algún cuento macabro.

- ¿Qué pasó con el hermano de la número nueve?

- ¿BaekHyun? –y el brillo de sus ojos aumentó, como si eso fuera posible-. Tal vez salgamos uno de estos días.

KyungSoo enarcó una ceja de forma acusatoria, no tenía el derecho de decirle a ChanYeol lo que estaba bien y lo que estaba mal de su actuar, porque no solo se debía a que BaekHyun desaparecería cuando ellos curaran a su hermana, sino que también estaba atentando con sus propias políticas morales y los mandamientos del Juramento Hipocrático.

- ¿Crees que está bien involucrarte de más con la familia de un paciente?

- Conozco a Baek hace mucho tiempo, por eso tú eres el médico a cargo de su hermana y no yo –tal vez, algún día, ChanYeol dejaría de sorprenderlo con su despreocupación-. Deberías ir a dormir, te ves más cansado de lo normal.

Parpadeó en silencio y se preguntó si esa era la forma en que ChanYeol esperaba escapar de su interrogatorio, pero decidió que no era su responsabilidad hacerse cargo de los errores de su colega, al menos no hasta que no hubiera sangre y vísceras de por medio y necesitaran a alguien suturando y reordenando órganos.

Asintió y se puso de pie, estirando los pliegues de su bata y asegurándose de estar perfectamente presentable aunque fueran las tres de la madrugada y nadie pudiera juzgar su apariencia.

Como era su costumbre, pasó por cada sala, asegurándose de que todos sus pacientes estuvieran durmiendo cómodamente… o cómodamente sumidos en los efectos de las drogas sobre sus cuerpos.  

Finalmente, y saliendo de su propio orden, llegó a la sala número ocho.

No le sorprendió encontrar a JongIn completamente dormido, por lo que simplemente paseó alrededor de él y registró sus constates vitales en su ficha, embriagándose con la serenidad que desprendía su cuerpo. JongIn estaba en paz, como muy pocas personas conseguían sentirse en aquel lugar plagado de sufrimiento, y pacientes como él o la muchacha de la sala nueve, resultaban ser soplos de frescura en su lúgubre trabajo.

Junto a la camilla, sobre una silla acolchada donde se encontraban las pocas pertenencias que JongIn había conseguido arrastrar con él, encontró la croquera en que Yixing había pasado todo el horario de visitas dibujando.

Suspiró con pesadez y lanzó una mirada curiosa en dirección a ChanYeol, solo para encontrarse a su colega dirigiéndose a la sala uno a inyectarle los medicamentos correspondientes a uno de sus pacientes.

KyungSoo nunca había sido muy curioso y, por supuesto, nunca se había dejado llevar por ese ligero impulso, pero en ese momento, no dudó un segundo en voltear la tapa dura de la croquera y encontrarse con la primera hoja completamente en blanco.

Volvió a suspirar y se preguntó si no estaba perdiendo su tiempo bajo las luces tenues de la sala número ocho. Entonces volteó la primera página y todo lo que encontró fue un montón de rayas sin orden específico. En la tercera hoja solo estaba dibujada la silueta de una mujer estirando un brazo por sobre su cabeza y, en la cuarta, el contorno de una figura similar a un murciélago rodeado de peces mal dibujados que se confundían con alfas e infinitos. Las siguientes hojas eran una sucesión de sombras cayendo sobre un paisaje reseco y lleno de malezas según la salida y caída del sol en el mismo horizonte del dibujo. En la última hoja, como un olvidado y vergonzoso secreto, se encontró con el dibujo para colorear de Pororo.

¿Así que esos patéticos garabatos eran lo que había consumido toda la atención del chino durante la tarde? Otra razón más por la que no se arrepentía de seguir adelante a su propio ritmo.

- Buenas noches, doctor Do.

Las hojas entre sus dedos resintieron la impresión de escuchar la voz melodiosa de JongIn en medio de la noche.

- Buenas noches –disimuladamente, volvió a dejar la croquera sobre la silla y se acercó a JongIn, tomando suavemente una de sus manos para examinar el parche que cubría la incisión de la vía venosa en su muñeca-. Creo que están a punto de vencer.

- ¿Ya es tiempo de cambiarlas? –KyungSoo asintió, aunque JongIn permanecía con los ojos cerrados y formaba una mueca de dolor con los labios-. Creo que aún me duelen los pinchazos anteriores.

KyungSoo frunció el ceño y acarició la piel del antebrazo del moreno. Tocó suavemente los puntos más oscuros que marcaban los lugares donde se habían conectado otras vías en el pasado, confundiendo algunos con lunares y acabando en la conclusión de que no había espacio para más agujas en esa piel delicada como el papel.

- Puedo solo desinfectar la zona y dejar esta misma –susurró sin poder quitar las manos de la muñeca de JongIn, como si temiera que lejos de su cuidado esta desapareciera-, eso te dará un par de días para que tus brazos sanen bien –o eso esperaba, sin mucha fe. Había grandes probabilidades de que las venas de JongIn desaparecieran definitivamente en un par de días.

- Lay le dejó saludos, doctor.

- ¿Lay?

- Yixing, Lay es su nombre artístico –JongIn, por voluntad propia, alejó su mano de los dedos de KyungSoo y la posó junto a su torso luego de acomodarse las mantas-, le dejó muy buenos deseos también.

- Gracias –no había otra palabra que KyungSoo pudiera decir a sus ex amigos, lo comprendió mirando sus manos vacías sobre el aire. No los extrañaba, no lo había hecho en el pasado y sabía que no lo haría en el futuro, tampoco le importaban muchos los buenos deseos de Yixing o de cualquier otra persona-. ¿Qué son esos dibujos?

- Esos garabatos, querrá decir –la cabeza de JongIn se movía de un lado a otro sobre el cojín, como si flotara a un ritmo majestuoso-. Son solo los bosquejos de mis alucinaciones. Yo les cuento lo que veo por las drogas y ellos los plasman en papel. Lo que hay en esa croquera son solo bocetos, garabatos de mis viajes ácidos. Un día habrá una exposición de arte llena de las estúpidas visiones cósmicas de Kim JongIn.

KyungSoo asintió en silencio, sin querer decir que apenas había comprendido, porque había algo llamativo y fascinante en la forma en que los labios abultados de JongIn se movían, más fascinante que las palabras que pronunciaban; así que, simplemente, volvió a acomodar las mantas sobre el cuerpo del menor y le deseó una buena noche.

- Doctor Do.

Detuvo sus pasos justo antes de atravesar definitivamente la puerta de vidrio que lo separaría de JongIn y giró sobre sus talones para encarar su rostro sonriente.

- ¿Estoy flotando?

- ¿Qué?

- Siento que… estoy flotando.

KyungSoo volvió a suspirar, sorprendiéndose por la cantidad de veces que lo había hecho en menos de dos horas, para luego buscar a ChanYeol con la mirada y encontrárselo en la sala tres, reprogramando la bomba de suero de la mujer que dormía plácidamente. Giró sobre sus talones y volvió a pararse junto a JongIn, que sonreía tenuemente con los ojos cerrados.

- Abre los ojos.

JongIn obedeció en seguida, o eso intentó. Su torpe ojo izquierdo permaneció ligeramente cerrado, mientras que parpadeaba varias veces con el derecho para acostumbrarse a la luz. Lo vio fijar la mirada en el techo, con las pupilas dilatadas y brillantes a causa del opiáceo que entraba constantemente a su torrente sanguíneo.

- No estoy flotando.

- Eso también es producto de los medicamentos.

El médico estuvo tentado a bajar la dosis de fentanilo, tal vez estar drogado todo el tiempo no le estaba haciendo del todo bien a JongIn, pero sabía que el dolor que estaría sintiendo sin él sería insoportable y su alma caritativa de médico le impedía causar sufrimiento a algún ser humano.

- Debes aprovechar de dormir –dijo a modo de despedida e intentó alejarse para ir a dormir, pero la suave presión sobre una de sus manos lo detuvo.

Buscó los ojos de JongIn cuando sintió que sus dedos se entrecruzaban con los propios como boas constrictoras sin apenas ejercer fuerza, porque el cuerpo débil de Kim Jongin tenía un montón de enfermedades, pero nada de fuerza para aferrarse a algo. Al menos no hasta que se encontraba con sus ojos, que lo miraban con una especie de fuego que KyungSoo nunca antes había contemplado en las paredes de ese hospital.

- No importa lo arrogante que te veas frente a Lay y Sehun, para mí siempre serás el Dodo de la secundaria.

Cuando JongIn volvió a cerrar los ojos, cayendo profundamente en las alucinaciones provocadas por el fentanilo, y dejó ir su mano, KyungSoo recordó quién le había inventado ese horroroso apodo.

Notas finales:

Gracias por pasar *3* Esperamos que te esté gustando la historia. Hasta la próxima actualización

Au revoir ~*

Pandora & Agatha


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