—Un gusto que no comparto, Orochimaru —bramó el pelirrojo.
—Pero si tengo al Omega de la familia Sabaku frente a mis ojos… ¿Acaso el viejo Rasa no podía venir en persona?
Todos en el salón se tensaron al sentir como el ambiente rápidamente se volvía pesado.
—¡¡No metas a mi padre en esto!! —dijo el Omega.
—Gaara… para. —dijo el otro que lo acompañaba.
—No te metas en esto —le dijo suave—. Es mi problema no el tuyo.
—No me hables así —gruñó y Gaara se encogió de hombros.
Avanzó mientras Orochimaru seguía sonriendo.
¿Quién se creía esa serpiente para sonreírle de esa manera tan confiada? Él estaba ahí para acabarlo, ¿¡acaso no sentía el peligro!? Porque tonto no era, era la persona más inteligente y cruel que Gaara había conocido en su vida.
Y lo odiaba tanto.
—Ayúdame a comprender… ¿Por qué tú —dijo señalando a Gaara—, ayudarías a este estúpido Omega que tengo a mi lado?
—Jiraiya es un buen Omega, ¿por qué no ayudarle?
—¡No juegues conmigo Omega!
Orochimaru se paró de su asiento y Gaara sacó una pistola de entre sus ropas apuntándole.
—Cuidado Alfa, no vaya a ser que se me resbale el dedo…
—Ningún Omega me va a quitar la vida.
—Eso está por verse.
—¿El nene todavía está resentido porque maté a su hermana mayor? Pobrecito —se burló la serpiente—. Tienes que madurar.
—¡¡No te atrevas hablar de Kushina así!! ¡Maldita serpiente, te voy a cortar la cabeza!
—Nunca podrás ponerme un dedo encima.
Gaara elevó más su cabeza demostrando su autoridad. Nadie le iba a hablar así. No se dejaría intimidar por ningún Alfa, eso desde pequeño lo había tenido claro, desde el momento en que la guerra terminó y vio con sus propios ojos cómo su padre se oscurecía por el odio y el dolor de perder a su Omega, en ese momento comenzó sus negocios en los barrios bajos, teniendo éxito más rápido de lo que esperaban.
Su hermana mayor era tan dulce, nunca en la vida se había querido inmiscuir en ese mundo y Rasa lo había entendido, no iba a obligar a su heredera a tomar un puesto que no quería, así que la había liberado del cargo. Tanto Rasa como Gaara fueron felices testigos de cómo ella se había enamorado de un Omega y aunque les hubiera gustado que esa felicidad durara mucho más, poco después todo se volvió oscuro.
De la felicidad nació el odio.
Gaara era tan solo un niño cuando se enteró de que su hermana había muerto peleando por proteger a su cachorro, su padre había destrozado su hogar, la furia y el dolor de perder a otro miembro de su familia lo había llenado de odio.
Los rastros de alegría que Gaara había sentido en su niñez junto a su madre y su hermana se fueron muy lejos, el mundo que le esperaba al crecer era mucho peor de lo que había imaginado.
Crecer en la mafia no era fácil, más aún cuando eres el hijo Omega del jefe Rasa no Sabaku. Su padre no le dejó salirse como lo había permitido con Kushina, y todo el poder recayó sobre él. El clan Sabaku lo cuidaba en exceso y lo respetaban al ser la persona con mayor autoridad después de su padre.
El pelirrojo comenzó a caminar hacia Orochimaru y vio como en sus ojos se prendía la llama de la perversión.
Hizo un movimiento con la mano y pudo escuchar el chillido de terror que el pequeño rubio daba al sentir como un cuchillo era puesto contra su garganta, Gaara estuvo por desfallecer al ver como Naruto lloraba y daba quejidos casi mudos en busca de ayuda, no podía dejar eso así.
—¿Preocupado por tu sobrino? —se burló.
Gaara no esperó más y corrió rápidamente, soltando su capucha para aligerar el peso y moverse mejor, al acercarse se aventó contra Orochimaru golpeándolo de lleno, pero este se convirtió en la enorme serpiente que era y Gaara retrocedió, ni loco iba a transformarse en zorro —sería presa fácil para la serpiente—, sin embargo el Alfa avanzó rápido hacia él enredándose en su pequeño cuerpo y apretándolo, Gaara cayó al suelo doblándose por el dolor mientras la pitón se enrollaba y apretaba cada vez más, con el fin de dejarlo sin aire.
Podía sentir el crujir de sus huesos y la desesperación llegar poco a poco.
—No vengas —dijo fuerte al ver como el otro estaba por meterse en su pelea—. Es mío, no t-tuyo.
Era su venganza, de nadie más.
Iba a vengar a su hermana, Lo había jurado por los Sabaku, era el honor y orgullo que Gaara necesitaba ganar para su padre, debía hacerlo, con el último respiro un agudo dolor en las costillas lo dejó quieto, si no se zafaba rápido lo iba a destripar, literalmente. Como pudo y con el poco aire que le quedaba, sacó un pequeño cuchillo y cortó el interior de la serpiente, esta siseo y rápidamente lo dejó de apretar mientras su sangre comenzaba a caer en el suelo.
Gaara se desenrolló la serpiente y se levantó jadeando, trató de movilizar sus brazos lentamente, ya que la circulación en su cuerpo se había cortado, de reojo vio a Orochimaru retorcerse y sisear con fuerza para poco después, cambiar a su forma humana, dejando ver su cuerpo desnudo y con el estómago abierto.
Escuchó los fuertes gruñidos que los dos Alfas de Akatsuki le dieron, pero sus hombres habían entrado rápidamente a inmovilizarlos.
Naruto cayó al suelo lleno de miedo y encogiéndose en su lugar, solo quería a Sasuke ahí, no podía soportar ver la sangre y al hombre que se desangraba en el suelo, ¿porque le habían hecho eso a ese hombre?
No podía creer que Gaara fuera el culpable de eso, no quería que nadie se le acercara, quería desaparecer. Retuvo una arcada y sollozó con fuerza.
Jiraiya salió corriendo hacia Naruto para abrazarlo y calmarlo. Gaara se repuso lo mejor que pudo y vio directo a Orochimaru, que estaba sosteniéndose el estómago con una mueca de dolor mientras la sangre brotaba.
—Estoy esperando a ver como se salen tus tripas… Una muerte tan lenta.
—N-no me arrepiento —dijo Orochimaru—. Disfruté matar a tu hermana por enamorarse de un bastardo como lo fue Minato.
Gaara estuvo a punto de decir algo, pero vio como Jiraiya se levantaba con un Naruto tembloroso entre sus brazos y se acercaban a Orochimaru.
—Minato no era un bastardo —dijo suavemente Jiraiya.
—N-no p-por favor no quiero acercarme —sollozó más fuerte Naruto.
No quería ver de cerca como aquel hombre moría, iba a tener pesadillas por un largo tiempo, estaba aterrado a tal punto que quería desaparecer.
—Mi amor —dijo Jiraiya un poco lento—, tú también tienes que escucharme —dijo suavemente a Naruto.
Naruto tembló y casi perdió el equilibrio cuando Jiraiya lo soltó para hincarse en el suelo al lado de Orochimaru, el Alfa lo vio con rencor, pero Jiraiya lo notó… el dolor en sus ojos brillaba como nunca antes, se le formó un gran nudo en la garganta, era su Alfa el que estaba muriendo ahí.
El peor error… y el más bonito.
Su corazón se contrajo dolorosamente y la casi inexistente conexión entre ambos parecía esfumarse, dando paso al frío y la soledad.
Se acomodó mejor y llevó suavemente la mano hacia la herida de Orochimaru, este al principio le gruñó fuertemente haciendo que saliera más sangre por la contracción que había necesitado para hacerlo, dejándolo más débil en cuestión de minutos.
En la sala había un gran silencio.
—Tienes que escucharme —dijo Jiraiya—. Por última vez.
—¡No quiero! —dijo el Alfa—. Me has mentido tanto… Me lastimaste mucho.
—Lo sé —susurró—, todo fue mi culpa, todo, hasta esto… No —hizo una gran pausa para evitar que se le rompiera la voz—. No debimos terminar así.
—F-fue tu culpa…
—Lo sé, lo sé —lo arrulló contra su cuerpo y Orochimaru cerró los ojos, después de tanto tiempo dejó salir las lágrimas que había retenido—, y viviré con esto todo lo que me quede de vida.
—…
—Lo siento tanto, lo siento —repetía—. M-Minato era tuyo y solo tuyo… Me asusté tanto que me fui sin decirte, era tu hijo, solo… solo que mi cobardía no me dejó decirte… yo… no… Perdóname —dijo desesperado viendo como Orochimaru se quedaba callado, estaba tan pálido que le daba miedo no poder decirle todo.
—¿E-era mío? —Jiraiya asintió rápidamente.
—Fui muy tonto, no sé porque lo oculte, todo se salió de mis manos y por mi culpa mataste a tu propio hijo…
—N-no olía como yo.
Lo sintió perder fuerza en sus manos, su piel estaba fría y sus ojos se cerraban poco a poco.
—Paso tanto tiempo con mi Alfa —dolió decirlo—, y después con Kushina… No habría olido a nadie más que a ellos, por eso no lo reconociste, pero era una serpiente como tú.
Orochimaru quiso alejarse de él, no podía ser cierto, no podía… Él… Vio sus manos y suspiró mientras sus lágrimas se reanudaban, él había deseado tanto un hijo, un bello cachorro y sin darse cuenta lo había tenido, y lo había matado.
Odió tanto a Jiraiya, le dio la mirada más horrenda que podía, tragando todo lo que sentía para luego ver hacia el pequeño rubio que tenía una mano en su boca y lloraba a mares. Respiró una vez más, y pudo notar que aparte de la tristeza que el pequeño Omega desprendía, estaba el sutil aroma de él…
Lo comprendió todo, no lo había podido oler antes por el aroma a Alfa que tenía el pequeño, quiso golpearse a sí mismo, había estado a punto de acabar con su familia de nuevo. Miró a Jiraiya retener las lágrimas y la bonita expresión de dolor que tenía.
—T-tú me mataste. Aléjate de mí.
Jiraiya cerró los ojos con dolor y retrocedió, notando al fin la pequeña discusión que se llevaba a cabo un poco más lejos de ellos, Gaara discutía con la otra persona, pero al ver como ésta caminaba hacia ellos con una pistola en mano tuvo que alejarse más, agarrando a Naruto que estaba a punto de convulsionar ahí mismo.
Gaara lo alcanzó y jaló la capucha que tenía puesta, dejando ver su cabeza de la que el pelo plateado y los ojos de diferentes colores resaltaban.
—Basta Kakashi ¡no!
—Cállate —gruñó.
Se paró frente a Orochimaru y le apuntó directo a la cabeza, Jiraiya contuvo un grito de horror al verlo, entonces Orochimaru ladeó la cabeza y dejó caer su mano ensangrentada en el suelo, sus ojos antes llenos de ferocidad, se habían apaciguado mirando a Naruto.
—Lo siento mucho —dijo hacia Naruto al mismo tiempo que Kakashi disparaba.
Naruto chilló al sentir la sangre de Orochimaru encima de él, pronto empezó a llorar con fuerza.
La puerta fue abierta bruscamente y por ella entró Sasuke respirando fuertemente mientras veía toda la escena para luego correr hacia el rubio que lloraba mirando hacia la nada.
*
*
*
Kakashi se alejó de ahí, con el rostro muy serio notando como Gaara lo seguía muy enojado, suspiró cansado y le dio la cara.
—¡No! ¡Era mío! ¡Era mi venganza, era mía su muerte! —gritó el Omega—. No tenías porqué meterte, si quería una muerte lenta, iba a ser lenta.
Gaara se quedó callado al recibir una fuerte bofetada del Alfa peliplata y se mordió el labio con dolor, lo miró con ira en sus bonitos ojos verdes y Kakashi le devolvió una intensa mirada.
—Escucha y espero que te entre en la cabeza… No era tu deber matar a Orochimaru, era el de tu padre y tú lo desobedeciste. Eres un inconsciente cegado por la venganza.
—Pero…
—No dejé la Bratvá para esto —escupió con enojo—. Solo vine a este país para hacer negocios con tu padre, estas tierras que estás pisando quedan bajo mi nombre y el de la Bratvá.
Kakashi se dio la vuelta y se fue de ahí, Gaara solo pudo apretar los puños enojado, Kakashi derrumbaba su poder en cuestión de minutos, sin embargo, algo más captó su atención.
Vio a varios de sus hombres esposar a los de Akatsuki y sintió un fuerte dolor en su estómago, ¿y ahora qué demonios pasaba? Él pensaba que los habían matado a todos.
—¿¡Qué demonios hacen!? —gruñó.
—Son órdenes…
—¡¡¡Las órdenes las doy yo!!!
—Mi señor Gaara, tenemos que irnos ya.
—¡¡Contéstame!! —el Alfa lo miraba sin saber qué responder y Gaara estaba por perder la cabeza.
—Se nos dio la orden de entregarlos a las fuerzas policiacas.
—¿¡Qué!? —bramó.
—Por eso tenemos que irnos ya.
—¡Dime quién dio esa orden! —el Alfa miró a todos lados buscando ayuda.
—Yo —dijo una voz y Gaara volteó rápidamente encontrando a la persona que menos esperaba.
—¿¡Y qué derecho tienes tú sobre mí!?
—Soy la mano derecha de tu padre y sigo órdenes directas de él, no como su lindo hijo que no siguió una simple orden como es el “No matar a Orochimaru”. Por cierto bonito, soy Sai.