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Jeho divoké oči (Ojos salvajes) por yue-sama

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Notas del capitulo:

Bien, tengo que confesar que lo pensé mucho... pero les eh traído el especial este día y el cap oficial será el jueves.

Me pidieron doble actualización en la semana y se los daré celebrando que, ya tengo 695 rw y 172,808 leidos, wow! De verdad gracias.

de verdad muchas gracias!

Como pueden apreciar sera el especial de Kushina y minato, fue el segundo más votado.

Así que sin más... aquí el cap.

Minato siempre había sido alguien muy travieso y alegre, Jiraiya terminaba muerto de cansancio después de una tarde con su pequeño cachorro. Su bebé era el más hermoso, sus ojitos azules y los rubios y ondulados cabellos, le daban el toque perfecto de un muñequito de porcelana.

 

La primera vez que Minato se había transformado en serpiente había asustado mucho a Jiraiya, claro que entrar a la casa y ver una enorme boa amarilla enroscada en las sillas hizo que se le fuera el corazón, pero después reaccionó y sonrió con amargura al darse cuenta de que su niño había salido igual a su padre, una serpiente, así que, sin más, tomó a su pequeño cachorro como pudo y lo llevó al doctor, ya que tenía dudas con respecto a su cría.

 

—Buenas, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo el Alfa.

 

—Buenas, sucede que esta es mi cría —dijo alzando a su pesada serpiente—, y tengo miedo de que sea una serpiente agresiva, además nunca había cambiado, ¿algo está mal con él?

 

El doctor sonrió y negó suavemente, agarrando casi de inmediato a Minato para luego estirándolo en la mesa y revisarlo, palpando todo su cuerpo para ver si estaba bien.

 

—Es normal que a edades cortas cambien a su forma animal, no tiene por qué preocuparse, quizás le dolía algo y se transformó para calmar un poco la molestia que sentía, y sobre la agresividad, tampoco debe preocuparse, su pequeño es una boa amarilla, este tipo de serpiente no tiene colmillos y tampoco son venenosas, así que, aunque su hijo quisiera ser agresivo y malo no podría, sin embargo, su cuerpo es resistente y podría ahogar a alguien con facilidad, eso es parte de su instinto.

 

Jiraiya asintió anotando todo mentalmente para saber un poco más, y así, por primera vez, vio que su hijo era una elegante serpiente y no un feo sapo como él.

 

*

*

*

 

—¡¡Papá!! —gritó feliz Minato al ver a su padre Alfa entrar por la puerta—. ¿¡Me trajiste algo!?

 

—Como siempre —dijo sonriente el hombre—. Toma.

 

Minato agarró el sobre rápidamente y se fue a sentar en el sillón de la sala para ver lo que su padre le había traído.

 

Jiraiya salió de la pequeña cocina que tenían y al ver a su esposo le dio un beso en los labios para que luego ambos miraran como Minato abría el sobre.

 

—A veces pienso que lo consientes mucho —dijo Jiraiya.

 

—Es mi bebé después de todo…

 

Jiraiya decidió no decir más y dio un brinco cuando Minato pegó un chillido de emoción mientras sus ojos azules se convertían en los de una serpiente, a veces eso pasaba cuando el niño se emocionaba de más.

 

—¡¡Iremos a Japón!! —gritó emocionado.                

 

Jiraiya se quedó sin aire, solo reaccionó al ver como su esposo abrazaba con gran alegría a Minato y este le agradecía muchas veces, Jiraiya en cambio apenas pudo sonreír, lo único que esa noticia le dejaba era un toque amargo en la garganta.

 

—Es por el trabajo, me transfirieron para allá y siento que es una gran oportunidad, es nuestro mejor chance.

 

—Sí, papá —dijo emocionado Minato—. Iremos a conocer la tierra natal de papi.

 

Jiraiya solo asintió para después, perderse de nuevo en la cocina. Suponía que estaba bien, al fin regresaría, después de 12 años. No habría problema alguno…

 

*

*

*

 

Cuando al fin se habían instalado en Japón, las cosas no habían mejorado. Desde hace tiempo venían sucediendo las inevitables peleas de los Alfas contra los Betas por el poder, y como era de esperarse, llegó el momento en que las cosas se pusieron turbias, sin embargo, mientras tanto todo seguía normal.

 

Jiraiya tal como otros días, veía salir a Minato por la puerta para irse a la secundaria.

 

El pequeño Omega miró feliz a los pájaros pasar, tenía un cosquilleo en el cuerpo que le hacía querer cambiar en su serpiente y atemorizar a todos —era un diablillo y le encantaba serlo—, pero se contuvo, aun cuando realmente quería sisear y sacar su bífida lengua para presumir sus escamas, a veces se jactaba por llamar la atención de tantos Alfas, pero ¿qué iba él a saber del amor? A él simplemente le gustaba presumir su belleza, era un chiquillo que había tenido su primer calor apenas pocos meses atrás.

 

Era un chico inmaduro…

 

Rodó feliz por las calles, tirando uno que otro guiño a algún Alfa que le pareciera guapo, pero todo se fue a la mierda cuando chocó contra alguien y se cayó de culo por no fijarse en el camino, inmediatamente levantó sus ojitos azules para ver la enorme pared de músculos que lo había votado y siseó enojado. Delante de él había un pelirroja alta de ojos violetas que le miraba con el ceño fruncido.

 

—¿¡Qué te pasa Omega!? —rugió molesta para luego agarrarlo del cuello de su camisa y levantarlo.

 

El crio apenas estaba pensando qué responder cuando escuchó la estruendosa carcajada del Alfa de la otra calle, con el cual se había distraído al lanzarle un beso. Sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza, por lo que empujó a la pelirroja.

 

—¿¡No ves que me haces quedar mal!? —bramó enojado.

 

—Ohh, ¿acaso el Omega no se fijó por donde iba por andar de putita? —dijo divertida la pelirroja.

 

Minato apretó los puños y la señaló con el dedo en forma amenazante, aunque claro, no resultaba para nada intimidante.

 

—Mala Alfa.

 

Y así, sin más, el crío se fue, dejando su bonito aroma tras de sí.

 

La Alfa sonrió de lado para después pegarse en la frente, pudo captar a que secundaria iba ese Omega y luego siguió su camino hacia la preparatoria.

 

¿Quién le diría a Minato que cada día se juntaría con esa Alfa y que ella lo sacaría tan fácilmente de quicio? ¿Acaso ese pelirroja no tenía nada más que hacer además de espantar a todos sus pretendientes?

 

—Eres muy joven como para andar tirando besitos cutres.

 

—¿¡Qué!? —dijo ofendido—. ¡Soy una monada!                      

 

—Sí, claro —rodó los ojos y Minato hizo un enorme puchero, estaba cansado de esa Alfa, además le molestaba fijarse en lo guapa que era, quizás antes no lo notó por lo enojado que había estado, pero esa condenada tenía una belleza pura y un aroma exquisito. Desafortunadamente la pelirroja apenas lo miraba lo suficiente y parecía no tener el efecto que deseaba en ella.

 

—¿No te gustan mis ojitos?

 

—Hay mejores —respondió sin ganas.

 

Y ahí iba otra vez, cada vez que quería coquetear la Alfa lo mandaba por un tubo. Entonces la vio alejarse y estuvo a punto de seguirla para un round más, pero la Alfa lo regresó a la acera y le señaló el camino a su secundaria.

 

—Hacia allá está tu secundaria, bonito.

 

Luego de eso se fue sin más, Minato se había quedado bobo al escuchar como la lo había llamado la Alfa, sus mejillas se colorearon fuertemente y al llevar sus manos a ellas las notó calientes, y, como el chiquillo que era, salió corriendo en dirección a su colegio.

 

Ese era el mejor día de su vida…

 

*

*

*

 

Un día de tantos, Minato se arregló tan bonito que hasta un delicado lápiz labial se había puesto, todo para impresionar a esa fastidiosa Alfa, pero su boca se abrió por la sorpresa al ver a la pelirroja vestida con ropa casual y notar cuán hermoso era su cuerpo, no se valía, parecía que la Alfa ni se había esforzado en arreglarse mientras que él tuvo que pasar horas delante del espejo. ¿Acaso la Alfa no tenía clases? Él, en cambio, tenía que llevar su horrendo uniforme.

 

Decidido se acercó, pero arrugó más su ceño al ver que la Alfa no estaba sola… ¿Quién demonios era ese Omega que estaba a su lado?

 

Comenzó a dar pasos fuertes captando la atención de una sonriente Alfa

 

—No lo puedo creer Kushina —gritoneó el Omega—. Eres la mejor.

 

—Lo sé —dijo jactándose de su logro.

 

—Ashh —dijo Minato cuando pasó cerca de ellos—, lástima que los señores de la basura no hacen bien su trabajo, les falta basura que recoger.

 

Pudo escuchar el claro signo de ofensa en el Omega y el fuerte gruñido de “Kushina” —supuso que así se llamaba—, pero no se permitió mirar atrás no fue así hasta que el fuerte agarre de la Alfa sobre su muñeca lo hizo gimotear de dolor.

 

Minato la miró y toda su burla se murió al verla enojada —de verdad enojada—, el pequeño Omega quiso enseñar su cuello para tranquilizarla.

 

—Te has pasado, ¡discúlpate!

 

—¿¡Qué!? ¡No!

 

—No me obligues —bramó Kushina molesta.

 

Pero cuando Minato iba a replicar un fuerte estruendo se escuchó y pronto, la pequeña calle en donde estaban ellos, comenzó a llenarse de balas.

 

Minato palideció y comenzó a temblar al ver a esos Betas disparar el arma indiscriminadamente, se le fue el alma y no pudo moverse.

 

—¡Corre! —gritó Kushina, y Minato solo pudo parpadear viendo como la Alfa lo levantaba y lo ponía sobre su hombro para que luego ella corriera hacia saber dónde. El rubio notó como el otro Omega corría al lado de Kushina sin quejarse aun cuando parecía tan asustado como él, Kushina tenía fuertemente agarrada la mano de ese Omega mientras a su vez, lo agarraba firmemente a él, evitando que se cayera de su hombro, ¿qué si la posición era dolorosa? Por supuesto que sí, pero no se quejaba.

 

Levantó un poco la mirada para ver cómo a lo lejos esos Betas —que poco a poco iban dejando atrás—, acorralaban a unos Omegas, cerró los ojos y bajó la cabeza para ver la espalda de Kushina, no quería ni imaginarse lo que le harían a esos Omegas, luego se le fue el aire al pensar que ese pudo haber sido él.

¿Qué sería de él sin Kushina en esos momentos?

 

Después de un rato se escondieron a la vuelta de una casa, Kushina respiraba pesadamente al igual que el otro Omega, quién trataba de recuperar sus pulmones.

 

—¿Qué diablos fue eso? —dijo el Omega casi al borde del colapso.

 

—No lo sé, Robert —dijo Kushina—. Creo que la situación empeoró.

 

Minato volvió a la realidad al entender que “Robert” era el nombre de ese Omega, estuvo a nada de abrir la boca para soltar otro comentario mordaz, pero notó algo en lo que no había reparado antes, Kushina tenía su mano en su pequeño trasero.

 

Se sonrojó fuertemente y comenzó a removerse para que lo bajara logrando que la pelirroja al fin lo hiciera. Está, se quedó mirando la carita angelical de Minato con ese tono condenadamente rojo, quiso apapacharlo y robarle tantos besos, era algo inevitable, se sentía tan atraída a ese demoníaco y perverso Omega.

 

Segundos después de soltarlo, solo lo vio darse la vuelta para irse, algo en ello no la dejaba tranquila, pero cuando vio que tomaba la dirección contraía de donde habían venido y se dirigía a su escuela se quedó más tranquila.

 

 

—Bueno, al menos puedes decirme, gracias Alfa.

 

—Ni en tus sueños —ladró Minato, todavía conmocionado—. Mejor que ese tal “Robert” te ponga un bozal ¿no? O quizás una correa —la miró desafiante y Kushina resopló, entonces sonrió cruel.

 

—Si yo soy una perra que necesita bozal y correa, entonces tu eres un gatito que anda pidiendo lechita, ten cuidado, no vaya a ser que te la dan bien calentita.

 

Minato era un crio, pero entendió perfectamente la manera en la que Kushina decía “lechita”, sintió toda su cara caliente y avergonzado comenzó a correr lejos de ahí.

 

Kushina sonrió y el Omega a su lado le dio un zape en la frente.

 

—Maldita pedófila —acusó—. ¿Cómo puedes estar interesada en esa miniatura?

 

—¿Me dirás que no es hermoso?               

 

—Cara de ángel, boca de diablo. Oh amiga, vas a morir por ese cabroncito —afirmó el Omega y ella sonrió—. Le tocaste el trasero ¿verdad?

 

—Quizás… —dijo haciéndose la inocente y Robert negó—. Aunque tienes razón, todavía huele a leche.

 

—Maldita sea Kushina, cuando Kain se entere de esto va a moler tu culo.

 

—¿Quién habla de tener boca de diablo? —se mofó la pelirroja—. Apúrate tenemos que llegar y mantenernos vivos.

 

*

*

*

 

Minato estaba aterrado, la guerra había estallado y por ello todos los lugares estaban cerrados, no había trabajos ni estudios, todo era muy caótico, afortunadamente sus padres supieron sobrevivir a la situación.

 

Habían tenido que reforzar las puertas y ventanas de la casa, así que cuando la ventana de la sala fue tocada Minato brincó de su asiento, se bajó con cuidado y vio por una ranura a la Alfa que lo tenía suspirando desde hace mucho.

 

Salió de la casa rápidamente notando a Kushina ahí parada y destrozada, sus ojos violetas estaban fundidos en un profundo dolor, su cara maltrecha con golpes y rasguños, y sus ropas apenas estaban limpias.

 

¿Qué había pasado?

 

No pudo preguntar nada ya que ella lo abrazó y buscó su aroma, Minato se sorprendió, claro que no esperaba que la Alfa lo abrazara de esa manera, por lo que su corazón se disparó y con sus pequeños brazos acunó a la Alfa y se dejó oler. Podía sentirla temblar contra él, podía sentir las suaves lágrimas mojando su ropa, podía escuchar el claro “Está muerta” que le rompió el corazón.

 

Cuando Kushina no habló más y su cuerpo entero se relajó de golpe Minato se asustó.

 

—¡Papá! ¡¡Papá!! —gritó en dirección a la casa y Jiraiya salió corriendo en busca de su hijo, encontrándolo con una Alfa desmayada, no supo cómo reaccionar.

 

—Papá, por favor, ¡ayuda! —dijo desesperado el rubio—. No quiero que se muera —sus ojitos se llenaron de lágrimas y Jiraiya corrió hacia ellos, agarró a Kushina por los brazos y como pudo la levantó, Minato agarró sus piernas y así lograron entrar a la casa, donde podían estar seguros.

 

Por primera vez pudo ver como su Minato se dedicaba en cuerpo y en alma a cuidar de una Alfa, para él, desconocida, no hubo momento en el que se despegara de ella, había limpiado sus heridas e incluso velaba su sueño, Jiraiya supo que su pequeño había encontrado a su destinada.

 

—Ve a dormir cariño, quizás mañana despierte —dijo Jiraiya.

 

—No —fue firme en su decisión—. Me quedaré a cuidarla.

 

Jiraiya tuvo que asentir al ver la determinación de su hijo, así que se fue, dejándolos solos. Minato se concentró en Kushina, la vela que mantenía apenas alumbrado el lugar le dejaba ver la bella cara que en su momento le fastidio. Con el pasar de las horas la habitación se fue oscureciendo ya que la vela se iba acabando, y Minato cayó irremediablemente dormido aun sentado en la silla, así que cuando Kushina abrió los ojos sin saber en dónde estaba, lo primero que vio fue a ese bonito rubio y se tranquilizó, quiso reírse al verlo dormir tan mal, pero prefirió no hacerlo, en cambio con cuidado decidió moverlo, y, para sorpresa lo hizo sin despertarlo, logrando ponerlo encima de ella, acomodándolo mejor y recargando su cabeza en su pecho.

 

La pelirroja sentía que su alma se había quebrado, pero con tener a ese rubio entre sus brazos el dolor se apaciguaba mucho, la dejaba en un trance donde todo era tranquilidad y el dolor no la consumía.

 

Acarició los suaves cabellos y ronroneó al sentir al pequeño crío acomodarse mejor, luego cerró los ojos.

 

Mañana sería otro día que enfrentar...

 

*

*

*

 

Después de la guerra, Minato había tenido que madurar rápidamente, ningún niño que viviera la guerra habría podido disfrutar de su niñez sin recordar los cadáveres y la destrucción que ésta había dejado.

 

La felicidad era difícil de conseguir después de eso, Minato había aprendido a valorar lo que tenía, y, además, aprendió que la belleza no lo era todo, también notó que, durante la guerra, su lazo con Kushina se había estrechado, eran un complemento, y si bien, al principio no se veía así, ahora era la fortaleza del otro.

 

Durante la guerra, el rubio se había ofrecido como voluntario en una enfermería para ayudar a las personas heridas, ahí aprendió a no discriminar, no importaba que fueran Betas o Alfas, heridos eran heridos y cuidaría de ambos. En ese lugar vio de todo, y, eso influyo a que su pequeño y vanidoso corazón madurara.

 

Kushina siempre cuidaba de él, no sabía mucho de la vida de ella, pero lo que le importaba era tenerla a su lado.

 

Cuando él cumplió 14, Kushina pidió formalmente su mano a sus padres Alfa y Omega, Minato iba a respetar lo que sus padres decidieran, afortunadamente la respuesta fue una afirmativa y fue así como Kushina consiguió una pequeña casa donde fueron felices, Minato la había decorado con emoción… ese era su lugar.

 

—Es nuestro hogar.

 

—¿Dónde me marcarás y tendremos muchos cachorros?

 

—Sí —dijo Kushina abrazándolo y atrayéndolo a su boca—, me darás un fuerte tigre como yo.

 

Minato siseó suavemente sobre los labios de Kushina y esta acarició su nuca uniendo sus labios en un suave beso. Sus bocas jugaron entre sí, probándose como muchas otras veces, mientras que la suave esencia de ambos se marcaba sublime en ese beso lleno de amor.

 

Kushina había perdido tanto, perdió a su madre y hermano, a muchos amigos importantes, y, a un padre...

 

Sabía que no podía perder el tesoro tan valioso que estaba entre sus brazos, sería valiente y fiera para proteger a su rubio, daría la vida si fuera necesario, y estaría con él hasta el final de los tiempos.

 

—Alfa hazme tuyo —gimoteó Minato contra ella.

 

—Eres muy joven todavía —balbuceó sin saber qué hacer.

 

Minato sonrió y con un poco de torpeza comenzó a desnudar a su Alfa, viendo el hermoso cuerpo que tenía, tan diferente del suyo, beso con cuidado cada parte, bajando desde su quijada hasta sus pechos redondos, sintiendo como ella se erizaba bajo sus labios.

 

—Por favor…                

 

Kushina rugió consternada, su tigre pedía a gritos anudar a ese pequeño bribón, jadeó al sentir como Minato chupaba suavemente su pezón. Diablos… dejándose dominar por la bestia que tenía adentro alejó a su rubio de boca pecaminosa de su cuerpo y lo estampó contra la pared, robándole un beso agresivo y lleno de dominio. Minato lo aceptó tan complacido y gustoso, luego enredó sus piernas en la cadera de la Alfa y se dejó rasgar la ropa.

 

—Vas a ser mío —dijo ronca—, solo mío.

 

—Sí… —dijo entre suspiros.               

 

*

*

*

 

Un años después, toda su felicidad se vio opacada.

 

Minato estaba asustado, más aun, estaba aterrado, temblaba sin control en la esquina de la pobre y sucia celda en la que estaba, todo había pasado tan rápido, había sido subido a un carro y golpeado hasta dejarlo inconsciente.

 

Ahora se preguntaba, ¿por qué lo habían secuestrado? ¿Por qué ahora? Ese mismo día Kushina por fin lo marcaría, así que ¿por qué la vida era cruel? Si tan solo Kushina lo hubiera marcado antes el lazo ayudaría mucho a sentirse, pero ¿y ahora?

 

Minato se encogió más en su lugar, ¿qué iba a hacer? No podía escapar, esos malditos Alfas eran enormes y lo aplastarían de inmediato, se tensó cuando la puerta fue abierta y vio a uno de los Alfas más grande que había visto y llevaba una sonrisa de tiburón impresa en su rostro.

 

Se asustó más cuando fue agarrado bruscamente y sacado a la fuerza de ahí, sollozó con fuerza al ser tratado de esa manera, luego fue entregado a otro Alfa de pelo largo y negro con una mirada verde impenetrable, eso lo hizo tragar duro.

 

Lo llevaron a una sala mucho más grande en donde fue tirado en el suelo bruscamente, y, cuando quiso levantarse sintió el fuerte pie de ese Alfa reteniéndolo en ese lugar como si fuera una escoria. Sintió ganas de vomitar, ¿en dónde estaba su pelirroja? Necesitaba de ella, estaba a punto de colapsar del miedo y del asco que sentía.

 

—Bien, ahí está… —escuchó la voz ronca de un hombre, pero no pudo verlo

.

—Quiero verle la cara.

 

De un movimiento rápido el Alfa tras él lo levantó y agarró su cara haciendo que viera hacia adelante, pudo notar que había dos Alfa más en la sala, uno no se dignó a verlo, pero tan solo al ver sus perfiles supo quién estaba al mando, esa mirada dorada dejaría quieto incluso a cualquier Alfa.

 

Sintió sus piernas aguadarse al ver al otro Alfa, este lo miraba intensamente, sus ojos rojos y su larga cabellera negra imponían mucho, parecía apreciar lo que él era, pero solo Kushina podía verlo así. Se removió feroz tratando de salir de esa prisión de músculos que no le dejaba libre y vio a ese Alfa sonreír.

 

—Es fiero.                                                        

 

—Así parece —dijo amargado—, entonces, ¿tenemos un trato, Madara?

 

—Claro que si, Orochimaru —Madara sonrió cruel—. Siempre es un gusto hacer tratos contigo.

 

—Bien… solo ven cuando quieras llevártelo.

 

¿Llevárselo a él? ¿Estaban traficando con él? Sintió un fuerte enojo nacer en su pecho, se removió más enojado y estuvo a punto de cambiar a su serpiente cuando la fuerte voz de Orochimaru y sus ojos se posaron en él.

 

—Maldito Omega, ¡quieto! —rugió demandante con su voz de Alfa, Minato chilló y sollozó quedándose quieto, nunca había escuchado una voz de Alfa tan potente, ni siquiera Kushina había tenido que ocuparla en él—. Llévatelo y enciérralo, Kakuzu.

 

—Sí, Orochimaru-sama.

 

Y así, fue devuelto a su cuarto con un destino horrible que comenzaba a odiar, a los pocos días se llevó la enorme sorpresa de que su padre estaba ahí, ¿qué hacía su papá ahí? ¿Lo habían secuestrado también?

 

La primera vez que lo dejaron conversar con él, se había comportado como el cachorro que todavía era, no le importó para nada que estuvieran en una situación de riesgo, simplemente sonrió aliviado y cariñoso cuando Jiraiya lo había abrazado fuertemente para luego besarle toda la cara.

 

Si en ese momento él hubiera notado como uno de los Alfas de esa organización lo miraba con tal descaro y obsesión no hubiera estado tranquilo… Itachi miraba con fuego a ese Omega que vibraba feliz en los brazos de Jiraiya.

 

¡Diablos! ¡Qué hermoso era!

 

Con 16 años sus hormonas estaban al tope, y si deseaba a ese Omega se haría con él a como diera lugar, porque ese Omega merecía llevar su marca y dejarle unas cuantas crías en el vientre. Estaba ansioso por lo que haría esa y las demás noches que estuviera ahí en Akatsuki, definitivamente era un buen momento para liberar al tigre que tenía adentro

 

*

*

*

Minato lloraba en su pequeña celda, se iban a cumplir apenas dos semanas desde que estaba ahí y pocas veces le dejaban ver a Jiraiya, realmente estaba perdiendo la cabeza en ese lugar.

 

Como pudo se cubrió su menudo y lastimado cuerpo, tratando de protegerse.

 

—Buen trabajo, mi lindo Minato —rugió en el oído del rubio y este se erizó—. Vendría mañana, pero me mandaron lejos, así que no podré, sin embargo, cuando vuelva serás mío de nuevo y te romperé tan bien —gimió ronco, dándole una nalgada y haciendo que Minato llorara más fuerte.

 

Itachi salió del cuarto y Minato se permitió relajarse solo poco ya que las heridas en su cuerpo no le dejaban hacerlo al 100%. Itachi ya lo había violado muchas veces y él, no se podía sentir más sucio, ¿cómo vería de nuevo a Kushina a la cara? Poco a poco se quedó inconsciente, llorando por todo lo que había perdido ahí adentro.

 

Al día siguiente todo fue caótico, el Alfa que había visto el primer día había llegado por él, y sin fuerza ni voluntad había sido arrastrado hacia su carro y llevado a su nueva residencia. No había podido despedirse de Jiraiya y eso era lo que más le dolía.

 

Sus días en la mansión de Madara no habían sido mejores que estar en Akatsuki, él era el Alfa más cruel que Minato hubiera conocido jamás, disfrutaba humillar a las Omegas que tenía ahí dentro, era sádico y frío como el hielo, con su mirada rojo sangre y sus crueles sonrisas, sus afilados dientes que rompían la piel de las Omegas en cualquier parte de sus cuerpos, era terrible...

 

Los primeros días había sido tratado como un esclavo, era severamente castigado si no hacía bien las cosas y llevaba un brusco collar negro pegado al cuello, no eran nada más que esclavos, cada noche podía escuchar los gritos de las Omegas que Madara escogía para acompañarlo en las noches, a veces no podía dormir de solo escuchar los fuertes gritos y sollozos.

 

Con los pocos conocimientos de medicina que había aprendido en la guerra trataba de curar a las Omegas lastimadas por Madara, pero a veces no era suficiente y morían.

 

Estaba asustado, ¿y si alguna vez Madara lo llamaba? ¿Sobreviviría o moriría?

 

Lo inevitable vino cuando su celo lo golpeó fuertemente, sabía bien que, aunque quisiera esconderse Madara sabría que había un Omega en celo al pisar la mansión y no se contendría. Minato lloró como nunca antes y pidió a Dios, sobrevivir a lo que sea que Madara le haría, y así, en la bruma de su intenso calor pudo sentir el fuerte jalón que Madara le dio al encontrarlo para luego subir directo a la habitación del Alfa.

 

Tan pronto como llegaron a ella fue reducido por el pelinegro contra el suelo y sin algún toqueteo previo lo penetró fuertemente haciendo que gritara, por una parte, se sentía bien, pero por la otra no, Madara estaba siendo muy rudo, apenas y podía respirar por la presión en su cuello mientras que Madara le gruñía, enseñando esos enormes dientes e infligiendo en él un terror continuo.

 

Se sentía intimidado por ese Alfa, que en ningún momento cuidó de él, o le dijo palabras de amor… tan solo le demostró la bestia que era.

 

Minato gritó al sentir el fuerte agarre en su cuello, ¿acaso lo mataría? Eso pensó, pero todo acabó cuando Madara comenzó a anudarlo, se le fue el aire y se sintió mareado, estaba a punto de quedarse inconsciente, pero Madara soltó su cuello dejándolo respirar, Minato comenzó a toser y sollozar al no soportar su enorme nudo, así que cuando todo se calmó y sintió como era llenado trató de relajarse, pero Madara no esperó y salió de él, haciendo que gritara lastimándose la garganta, comenzó a sangrar ya que su entrada había sido desgarrada al haber sacado de esa manera el nudo que aún no se había reducido, y el olor de la sangre hizo que Madara sonriera relamiéndose los labios.

 

 

Esos fueron los peores días de Minato, Madara lo había lastimado casi hasta la muerte, ahora sabía lo que sus compañeras sufrían cuando el Alfa las pedía. Madara incluso había jugado en su forma de tigre con él, había mordido y arañado su delicado cuerpo, había perdido tanta sangre el dolor en todo su cuerpo lo dejaba quieto, el Alfa no se había preocupado en limpiarlo o si quiera darle agua, mucho menos comida.

 

Fue el peor celo que alguna vez había pasado, y nunca en su vida había extrañado tanto a su familia como lo hacía ahora.

 

No había cariño y todo estaba mal.

 

El día en el que su celo terminó, apenas podía abrir los ojos, y, entre su delirio —producto de la fiebre—, sintió unos suaves brazos alzarlo susurrando cosas que sonaban bonitas. Quiso rozarse con la persona que lo cargaba con tal cuidado que lo hizo suspirar, cerró los ojos y se dejó cuidar por la extraña persona que le resultaba tan familiar.

 

—Todo estará bien cariño.

 

Qué bonito se escuchaba eso…

 

*

*

*

 

Cuando abrió los ojos pudo notar que estaba en un cuarto que nunca en la vida había visto, se alteró escuchando el pitido de una máquina sonar, miró su cuerpo y notó las vendas y la vía que estaba conectada a su cuerpo, la máquina también estaba conectada a él, se sintió confundido, ¿Madara estaba haciendo esto?

 

Todas sus dudas se fueron al ver a Kushina entrar por la puerta, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras la Alfa iba directo hacia él para besarlo suavemente, reteniéndose de ser brusca y arrullándolo como pudo.

 

—Perdón, ya estoy aquí… Perdón —decía la Alfa desesperada.

 

—¡Estás aquí! —Minato agarró su mano fuertemente y aspiró el aroma de su Alfa— ¿Cómo…?

 

—Yo… —Kushina lo miró mortificada y luego pareció estar decidida—. Las personas que te secuestraron y te vendieron son parte de uno de los clanes yakuzas más fuertes de Japón, no sé cuáles fueron las razones de secuestro y aunque quisiera averiguar más no puedo —dijo con impotencia—. Te vendieron a Madara, ese hijo de puta es socio de mi padre, así que te exigí como mío, a cambio de no perder todo lo que había construido con mi padre.

 

—No entiendo Kushina —habló con dificultad, su garganta se sentía reseca y Kushina lo notó, por lo que se apresuró a darle una botellita de agua y acariciar su mejilla con amor.

 

—Mi padre es un yakuza, cuando él comenzó con el negocio Madara lo ayudó a colocarse como uno de los clanes más influyentes, Mi padre no sería nada sin Madara y su dinero, pero de igual manera, Madara no sería nada sin padre ahora.

 

—Yo… —Kushina vio la desilusión en sus ojos.

 

—Escúchame —dijo desesperada—, no tengo nada que ver con eso, te lo juro cariño, me zafé de ese mundo cuando me fui a vivir contigo. No soy la heredera de nada y tampoco lo seré nunca, tomé la ayuda de mi padre para tenerte junto a mí de nuevo, pero no tomaré nada más que eso, solo me importaba tenerte a mi lado.

 

—¿Lo prometes?

 

—Lo prometo. Yo soy una mala Alfa, ¡no te cuidé bien y mírate! —rugió con enojo—. Nunca me lo perdonaré.

 

Minato no habló más, le hizo un espacio en la cama y Kushina se acostó junto a él abrazándolo con cuidado para que el dolor no empeorara.

 

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Los días en los que se recuperó Kushina estuvo siempre a su lado, amaba sentirse de ese modo, amaba a Kushina más que nunca, había noches malas en los cuales recordaba todo, pero los labios de Kushina eran su anestesia.

 

A los pocos meses supo que estaba embarazado y se sintió muy triste, sabía que no era de su Alfa y le dolía en el alma sentirse tan sucio y repudiar a su cría, sin embargo, cuando Kushina lo supo no hubo rechazo, solo aceptación y mucho cariño, la pelirroja le ayudó a aceptarse a sí mismo y al bebé que crecía en su interior.

 

Los días de su embarazo fueron complicados, pero Kushina cuidó muy bien de ambos, amaba ver la redondez de su Omega y darle mimos a ese cachorro que era tan inquieto en el vientre de Minato. Con mucho esfuerzo se llevó a término el embarazo y nació un bello niño tan rubio como Minato, Kushina lo amó desde el primer momento en que lo vio y no dudó en llamarlo hijo.

 

Decidieron irse a otro país —por su seguridad—, se instalaron en la República Checa y vivieron tranquilamente, ambos padres vieron con amor y total orgullo como su cachorro comenzó a crecer, era un rayito de sol, inquieto y cariñoso.

 

—Ma… ma —dijo entre balbuceos y Kushina puso una mano en su pecho mirándolo con infinito amor.

 

—¡Minato! —gritó—. ¡¡¡Me dijo mamá!!!

 

—¿Qué? —el pequeño Omega corrió hacia su Alfa y su cachorro, vio al pequeño Menma juguetear con el cabello de Kushina mientras volvía a decir “Mamá’’

 

—No se vale —hizo un puchero y corrió al lado de Kushina causando que el pequeño bebé lo mirara—. Di papá… Papá.

 

—Mamá…

 

Minato se hizo el ofendido mientras que Kushina celebraba, sonrió un poco y notó lo feliz que Kushina era con Menma.

 

—Ahora nos tienes que sorprender dando tus primeros pasitos —mencionó Minato y a Kushina le brillaron los ojos.

 

—Y yo te voy a grabar para que así cuando estés grande pueda molestarte. ¡Serás recordado como el bebé más hermoso del planeta!

 

—¿Crees que sea un Alfa?

 

—Pienso que será un Omega —murmuró Kushina al verlo—, es tan pequeñito, no tengo ninguna duda de que será un Omega tan hermoso como tú. Voy a estar orgullosa de él siempre.

 

—¿Lo prometes?

 

—Lo prometo.

 

*

*

*

          

 

La tarde había sido tranquila, Minato arrullaba suavemente a su cachorro, esperando a que Kushina volviera con las compras para poder hacer la comida, tal como muchas otras veces.

 

De pronto, el sonido de la puerta siendo abierta bruscamente lo alertó, vio a varios Betas entrar en su casa e instintivamente pensó en transformarse, sin embargo, no podía hacerlo ya que dejaría desprotegido a su bebé, en su lugar solo gruñó tratando de intimidarlos y buscando resguardar a su pequeño.

 

Los Betas simplemente rieron por su actitud y se acercaron amenazantes, tratando de arrebatarle a la cría, pero al no conseguir que lo soltara, arremetieron con golpes y patadas contra el Omega, que simplemente cubrió con su cuerpo el de su cachorro, para luego emitir un llamado en busca de la protección de su Alfa.

 

El hombre que parecía estar a cargo, sacó una cámara y automáticamente el resto de Betas se alejaron de Minato, este levanto el rostro para ver qué sucedía, extrañándose al ver como preparaba la cámara para tomarle una foto.

 

—¿¡Qué quieren de nosotros!? —dijo con lágrimas surcando su rostro.

 

—Solo venimos a saldar tu deuda con nuestro Jefe —contestó indiferente el hombre—. Ahora sonríe, que está foto será para tu padre.

 

El flash de la cámara se disparó y segundos después Kushina entró furiosa, profiriendo un gruñido que distrajo a los Betas, momento que la Alfa aprovechó para alejar de una embestida al que tomó la foto, acercándose preocupada a Minato.

 

 

El Omega tenía claro lo que estaba pasando, así que no perdió el tiempo y le entregó su cachorro a Kushina, está lo tomó consternada y se giró al percibir movimientos tras su espalda. Vio a los Betas tratando de acorralarla, así que se puso en guardia con intención de luchar, sin embargo, el grito de Minato la detuvo.

 

 

—¡No, no, no! —gritó el Omega—. Corre, maldición. ¡¡¡Corre!!!

 

 

Kushina lo miró dudosa con Menma en sus brazos y gruñó enojada al ver como esos Betas se acercaban a ellos, Minato la miró fieramente con sus ojos de serpiente y siseó.

 

 

—Te juro, maldición, que, si no te vas, ¡no te perdonaré! ¡¡Pon a salvo a nuestro cachorro!!

 

 

Kushina asintió dolida, ¿por qué tenía que elegir a uno de ellos? ¿Por qué no a ambos? Con el corazón apretujado por no poder dar todo de ella para que su familia estuviera a salvo, corrió. Solo era una chica de 22 años, era una Alfa fuerte, pero todavía no era una adulta en plenitud, no podía imponerse como otros Alfas adultos y Minato sabía que ella tendría más chances de cuidar de Menma ya que era más fuerte.

 

 

Dos malditos años sin problemas y ahora esto…

 

 

Corrió lejos de ahí adentrándose en el bosque y acunando a un Menma que lloraba a todo pulmón. Kushina se sintió mal, lloró desesperada y supo de un modo u otro que su vida llegaría a su fin.

 

 

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Minato había sido valiente en el momento en que le había dicho a Kushina que se fuera, minutos después vio como por la puerta entraba Orochimaru junto a su mano derecha y destrozaban su hogar, el lugar que con tanto esmero habían construido.

 

 

—El bastardo escapó con una Alfa pelirroja —informó Kakuzu.

 

 

—Bien, dales caza, los quiero muertos a los dos —dijo fríamente Orochimaru—. Ninguna escoria merece vivir.

 

—Bien.    

 

 

Y así, sin más, Kakuzu se había ido mientras Minato gritaba por piedad.

 

 

—¿¡¡Por qué hace esto!!? —gritó desesperado—. ¡¡Deje en paz a mi bebé y a mi Alfa!!

 

 

—Cállate —se acercó a él y le pegó—, no me levantes la voz, mocoso.

 

 

—¡No permitiré que les hagas algo! —bramó enojado—. Maldito Alfa hijo de puta, te irás al infierno por esto —gritó dolido, tan solo de pensar que ninguno de los dos sobreviviera hacía que le doliera el corazón.

 

 

Orochimaru hizo un movimiento para qué lo soltaran y rápidamente lo golpeó aventándolo al suelo sin cuidado alguno. Minato se golpeó contra un escalón y su cabeza comenzó a sangrar, luego solo pudo ver con horror como Orochimaru sacaba un arma y le apuntaba con ella. Con sus fríos ojos lo miró directamente a los suyos y disparó dos veces contra él.

 

 

Minato sintió un frío tremendo tocarlo, supo muy en el fondo de su corazón que él no había nacido para tener felicidad y que ahora moriría solo. El gran Alfa se fue dejándolo ahí, y su casa se llenó de un profundo silencio, supo que ese era su fin, pero no contó con que lo hallarían y le salvarían la vida. Cuando abrió de nuevo sus ojos no recordó nada y todo lo vivido se había ido al olvido, los momentos más bonitos y felices ya no estaban, lo momentos tortuoso y llenos de miedos se habían ido, no quedaba nada más que alguien defectuoso, un cascarón de persona, nada de lo que fue hace mucho.

 

 

Mucho menos recordaba que tuvo una Alfa que luchó fieramente hasta su fin tratando de proteger a su cachorro, que murió peleando por el amor que les tenía a ambos y que su cadáver aun esperaba entre las raíces de los árboles del bosque. Tampoco recordaba que tenía un cachorro que lo necesitó por mucho tiempo.

 

Si él no hubiera quedado con problemas en su cabeza hace mucho que habría hecho algo, hace tiempo que habría hablado con la policía y buscado a su hijo, no habría dejado que el cadáver de su Alfa se pudriera y fuera parte de ese bosque… Hubiera hecho tantas cosas, pero simplemente no paso de esa manera.

 

Ahora solo estaba ahí, viendo con el corazón a medias —ya que con la muerte de Kushina se fue su otra mitad—, como ese rubio joven y bonito, tan parecido a él, lo acompañaba y le contaba cosas dulces y tontas.

 

 

—¿Quién es ella? —preguntó el rubio.

 

 

—Mi Alfa —dijo tranquilo, para luego sorprenderse de que eso hubiera salido de sus labios.

 

 

—Es hermosa —dijo Naruto viendo su dibujo.

 

 

—Sí, lo es…

 

 

Luego recordó que ella estaba muerta, su corazón se estrujó y quiso encogerse ahí mismo.

 

 

—Lo es…

 

 

Sí, su Alfa estaba muerta, pero siempre fue y sería hermosa, aun en su quebrada memoria, ella lo era todo.

 

 

 

Notas finales:

Espero les gustara, el siguiente especial sería el de sai...

Si tienen alguna duda por favor hacerla.

Nos vemos el jueves con un nuevo cap.

Aquí esta madara en la historia -dar clik para ver-

madara

imagen del cap

kushina y minato

minato


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