Mi preciosa carga
Epílogo
POV KUROKO
Blanco y dolor mucho dolor… Era lo primero que se le venía a la cabeza al recordar el día que su hijo había llegado al mundo, recordaba las contracciones que lo hacían estremecer mientras Daiki era el que más preocupado estaba de que algo fuera a salir mal… Recordaba el ruido de las máquinas que medían su ritmo cardíaco y el del pequeño… Recordaba el pinchazo de la anestesia epidural y el trayecto a al quirófano.
Recordaba al moreno sosteniendo su mano con firmeza mientras los médicos iniciaban con la cesárea, el resto eran manchas en su memoria, sonidos y colores inconexos, no tenía nada claro hasta “ese” momento… El momento en el que el llanto de su hijo inundo la sala, fue como si el dolor, el mareo, todos los pensamientos que revoloteaban en su mente desaparecieran… De pronto en esa sala… En ese quirófano solo existían él y ese pequeño bebé…
Su hijo, su hijo estaba ahí, había nacido sano… Y vaya que lloraba con fuerza… Esa sería la mejor sensación de su vida… El mejor recuerdo que jamás podría tener, no habría una mejor sensación que esa en su vida… El nacimiento de ese pequeño ser que le entregaron después de pesarlo y medirlo, un bebé pequeño y muy blanquito… El mismo tono de piel que el propio y una pelusa de pelo azul oscuro, justo como el de Aomine… Apegó al pequeño a su pecho por reflejo sintiendo el calorcito que ese pequeño cuerpo emanaba.
Sabía que a partir de ese punto no habría marcha atrás, habían llegado a un punto sin retorno y por primera vez en mucho tiempo se alegró de tener al más alto a su lado, el moreno que observaba con una mueca de emoción casi infantil, que por un momento le recordó al viejo Daiki, observaba al bebé en sus brazos, pocos minutos después le retiraron al pequeño para llevarlo a los cuneros y al fin el cansancio lo invadió… Quedándose dormido de inmediato… Ahí terminaba el mejor recuerdo de su vida… El momento en el que había visto a esa criatura que había llevado 9 meses en su vientre.
Y ahí estaba, un año después, con un pequeño que jugaba en su corral calmadamente… Tenía su mismo carácter en apariencia… Un niño muy tranquilo y que cualquiera desearía… Sin embargo él sabía que ese bebé… Que el pequeño Haru nunca sería un fantasma… Por supuesto que no… Puesto que ese pequeño diablillo escondido tras la máscara de un angelito tenía una presencia tan fuerte como la del propio Daiki… Simplemente era un poco tímido pero en cuanto tomaba un poco de confianza su Haru era un torbellino…
Amaba a su pequeña familia aunque no lo pareciera para el resto del mundo… Sin embargo los más cercanos a él podían ver el brillo en sus ojos al observar a su hijo… La leve sonrisa que se asomaba ocasionalmente en sus labios al ver a su pareja… Por qué ahora él… El fantasma de Teiko… El sexto hombre invisible… Tenía una familia… Una familia que si lo veía… Un grupo de personas que lo amaba y no lo perdería de vista nunca.
La puerta de su departamento se abrió y apareció el moreno por ella, tenían viviendo juntos desde que su hijo había nacido, el moreno le dedico una sonrisa ladeada y un suave “Tetsu” antes de ir a por su pequeño hijo y tomarlo en brazos… Se limpió las manos en el delantal, había estado tratando de preparar algo decente para comer, y se acercó a ellos con calma.
-Bienvenido a casa Aomine-kun…- susurro con una leve sonrisa que solo iba para el alto moreno
-Tetsu… Tú no cambias… Dai-ki… ¿Es tan complicado decirlo?- el pequeño hacía fiestas y balbuceaba en brazos de su padre mientras el más alto se inclinaba para besarlo suavemente –Pero así te amo… Casi siempre…- agregó en un tono burlón después del beso… Si… Definitivamente todo había valido la pena para llegar hasta ahí, el principio del resto de su vida