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Hadas negras por 1827kratSN

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Algo que adoraba, y demasiado, era divertirse fingiendo ser una estrella pop-rock, o lo que fuera; por eso aprendió a tocar la guitarra eléctrica y un poco de las demás, aunque su habilidad se mostraba más con la eléctrica. No fue fácil, inicialmente hasta creyó no tener talento, pero con un poco de práctica y un buen maestro, logró ser bastante bueno. Y si bien estaba consciente de que no era excelente, un erudito en ese arte musical, podía sacarle provecho para divertirse con sus amigos a quienes apoyaba en esas ideas locas de volverse una banda reconocida a nivel mundial. No estaba en sus planes ser una estrella, pero le gustaba compartir ese sueño con los idiotas de sus amigos… y ya después pensaría qué hacer con su vida.

 

—Tenemos que participar —sonreía Iván—, esto nos llevará un paso más a un reconocimiento bastante bueno en la ciudad.

—Si tú quieres —la vocalista, Adel, sonreía con emoción que intentaba no demostrar tan abiertamente—. Brillaremos en este concurso y tal vez así nos contraten para tocar los fines de semana en ese bar.

—¿Tú que dices, Naru?

—Me pintaré el cabello de azul —rio bajito mientras jugaba con sus hebras rubias—. No será permanente, pero… será genial. Como para darle estilo a la banda.

 

Y lo hizo, cuando su padre fue a trabajar y Deidara se fue a la facultad, él fingió irse al instituto, pero en vez de eso compró algunos frasquitos, vio tutoriales que halló en su viaje en autobús, detalló todo en su laptop mediante algunas páginas y se armó de valor para probarlo. Su cabello rubio era perfecto, cualquier tono fantasía se vería bien, así que eligió el azul más chillón que halló. Colocó plástico y periódico en el piso del baño y en parte de su cuarto para no ensuciar y aun así manchó un poco del suelo. Lo bueno era que tenía el día para sí solo, al menos hasta que su hermano volviese de la facultad.

 

—Sí, sí —refunfuñaba Deidara con el celular pegado a la oreja y lidiando con las bolsas llenas de tela que llevaba en cada mano—. Ya les tomé las medidas, así que tranquilos, del vestuario me ocupo yo.

No sé si tengas dotes en la costura.

¿Estás dudando de mí? —lanzó las bolsas antes de apretar los dientes—. ¿Es en serio, hum?

No repitas el “hum, hum” —se reían en el otro lado de la línea—. Sabemos que puedes, confiamos en ti, Dei.

—Ustedes encárguense de lo demás, y si algo no me gusta los voy a…

—¡A la orden!

—Estúpidos —bufó antes de tirar su celular al sofá tras haber colgado—. Naruto te escuché bajar las escaleras, no vas a asustarme.

—¿Seguro? —rio entre dientes mientras se alistaba para saltar encima de su hermano.

—Segu… —y sus palabras murieron cuando vio a su hermanito—. ¡Qué carajos!

—¿Qué tal me veo? —saltó por la sala dando una vuelta completa.

—Pareces un… vegetal rancio.

 

Primero fue el rostro lleno de decepción del menor de los hermanos, y poco después las risas estruendosas del mayor quien recordó que alguna vez hizo una broma relacionada con los tomates hechos a perder que tanto amaba Sasuke y comparó a su hermanito con esa cosa de raro color. Fue un lio que siguió con ambos peleando en medio de la sala, tratando de patearse o de tirarse del cabello, pero que terminó en cosquillas y risas mientras rodaban por el suelo. Fue divertido. Mucho más cuando llegó su padre y casi se infarta al ver el nuevo look de su hijo menor quien fingía sentirse deprimido por las risas de su familia.

 

—Conducir es genial —el rubio de cabellos largos movía su cabeza al ritmo de la canción en la radio.

—Quiero conducir también.

—Aun estas chiquito, Naru —se burló antes de sacarle la lengua—. Así que hasta que tengas edad suficiente, yo te llevo a ti —miró por el espejo retrovisor a esos dos adicionales—, y a tus dos amigos, alias “bombones” —les guiñó el ojo para incomodarlos y rio al verlos sonrojados—, a su presentación. Porque soy su niñera.

—Maldita sea, te dije que no te denominaras mi niñera —rezongó Naruto.

—Niñera y te aguantas —suspiró al llegar—. Vuelvo en tres horas.

—¿Y qué harás en tres horas? —Adel curioseó.

—Iré a ver una película.

—¿Con tu novia? —Naru elevó sus cejas y pestañeó repetidamente mientras se quitaba el cinturón.

—Ya quisiera —bufó—, es una cita para conocernos. Si todo sale bien, te lo contaré.

—Uh, que galán —se burló Iván.

—Lo sé —sonrió antes de acomodarse el cabello detrás de la oreja.

—Lástima que vistas como pordiosero —y antes de que Deidara se enfadara, Naruto salió de prisa del auto llevándose con él a su pequeño grupo y a sus instrumentos.

—¡Mocoso! ¡Me las pagarás! —bufó molesto por la ventana—. Mi ropa es cómoda y bonita. Además —empezó a conducir de nuevo—, soy un artista… Me puedo vestir como me dé la gana.

 

 

Rutas…

 

 

No sabía por qué se dejó convencer por Suigetsu para asistir a un lugar como ese, que no era de su estilo y mucho menos acorde a su estatus, trabajo o edad. ¡Tenía veintiséis, por dios! Ya no debería concurrir a antros como esos, donde todos se aglomeraban demasiado juntos, el aire era pesado, se repartía cerveza en vasos plásticos y las luces del escenario eran cegadoras en contraste con la mayor parte a oscuras en el lugar. Era horrible, pero ahí estaba, tratando de beber de su vaso sin preguntarse si esa cosa tendría registro sanitario o si no le habrían puesto agua para aumentar la cantidad.

 

—¡Cambia esa cara de amargado, Sasuke!

—Si no me gusta, me iré —hasta tenía que gritar un poco para que lo escuchara.

—Son niños que forman bandas, ¿qué puede ser más divertido que eso?

—Irme a comer sushi.

—¡No seas aguafiestas! —le golpeó la espalda con fuerza—. Nos burlaremos de esos niños y ya verás que te diviertes.

 

Con su segunda cerveza, después de ver la primera presentación y escuchar a su amigo reírse mucho…, decidió irse. Fue una pérdida de tiempo, y una experiencia que no quería repetir. Pero Suigetsu era… Suigetsu. No lo dejó irse tan fácil.

Suigetsu tuvo que entretener a su amigo con unas bebidas más, un par de bromas, promesas de que iba a mejorar y logró que Sasuke se quedara un rato adicional. El azabache suspiró mientras se abrían paso hasta el frente para ser espectadores principales, y después sólo decidió centrarse en la cerveza de sabor promedio más que en la puesta en escena. Sólo de vez en cuando miraba al grupo o ponía atención a la música.

 

—¡Mira a esos niños! No lo hacen tan mal.

 

Eran tres chicos, una vocalista femenina con voz de ángel que sabía elevar y bajar sus tonos como una profesional, un baterista entusiasmado que jugaba con las baquetas, y un guitarrista muy animado que saltaba por el escenario moviéndose y sonriendo mientras sus dedos se movían con rapidez sobre las cuerdas. La música tenía los tonos correctos, una melodía agradable, una letra algo entendible y ya. Sasuke aceptaba que era decente, la puesta en escena enérgica, y el de cabellos azules era quien le daba el toque de carisma a todo el conjunto. Hasta se quedaron mirando por un momento.

 

—¡¿Te diviertes esta noche?!

 

Sasuke ignoró al guitarrista, cosa que Suigetsu no hizo ya que agitó sus brazos hacia el cielo, gritó junto con los demás e hizo más escándalo. El azabache sólo suspiró cuando esos ojos azules se hallaron con lo suyos, intentó no incomodarse, pero cuando no soportó agitó su mano en despedida de su compañero. No le interesaba quedarse más, así que se lo gritó a Suigetsu, le dio su vaso medio vacío de cerveza y con dificultad intentó abrirse paso entre tanta gente. Estaba cansado, sudoroso por el calor de tanto ser humano junto, aturdido por las luces y con sus oídos zumbando. Incluso sintió dolor de cabeza cuando pudo escapar a los aseos para lavarse la cara.

Tenía que salir de ahí.

Estaba desorientado, pero aun así intentó hallar una salida, y aunque no fue la puerta principal, al menos se halló en un apartado donde la música no retumbaba tanto. Las paredes estaban llenas de carteles pegados uno sobre otro como si fuesen papel tapiz, y fue ahí donde se dio el lujo de respirar, masajear sus sienes, mirar la hora —misma que ya llegaba a la medianoche—, y después simplemente buscó un cartel luminoso que lo guiase a la salida.

 

—¡Oye!

—Por favor, no —murmuró antes de girarse—. I’m sorry. I don’t speak your language —iba a fingir demencia.

—Yo creo que sí —rio aquella persona quien a pasos presurosos se interpuso en el camino del azabache—, porque conversabas con tu amigo y te vi pedirle indicaciones a alguien antes de que llegues aquí.

—Ya me iba —ni siquiera se fijó mucho en el chico frente a él, chico que ya casi le llegaba en altura.

—Oye… Te pregunté si te divertías esta noche —insistió.

—Oh —Sasuke al fin bajó su mirada para hallarse con ese par de iris azules intensos que admiró en el escenario también—, eres tú.

—Sí, soy yo —rio animado.

—El guitarrista —su rostro permaneció inexpresivo mientras detallaba la piel maquillada del chico que le daba una fina pulcritud, cosas de artistas creía—. Tienes mucha energía.

—¿Te gustó el espectáculo?

—Sí.

—¿Y por qué te ibas? —rio entre dientes— ¿Eres nuevo por aquí? Yo puedo…

—Oye —miró al chiquillo que tal vez no tenía una edad legal como para que estuviese intentando coquetearle o algo así—. Soy mucho mayor que tú.

—No tengo problema —sonrió gatunamente, arrugando un poco la nariz y cerrando sus ojos.

—No salgo con niños.

—Ya no soy un niño.

—Lo eres —Sasuke suspiró—. Así que, si me permites —señaló el cartel neón que dictaba la salida.

—Si estabas aquí, significa que buscabas entretenerte… y…

—Oye —suspiró mientras pedía paciencia—, no sé cómo te llamas o si eres menor de edad —Sasuke se quedó prendado por esos ojos azules, intentando no relacionarlos con los de Minato a quien extrañaba mucho y que no había visto en años—, pero debes saber que no te convengo.

—Me gustan mayores.

—Y a mí me gusta el silencio, así que me iré —empezó a caminar.

—Tengo otra presentación en un par de semanas —siguió el paso del mayor sin inmutarse por lo seco de ese hablar.

—No —le fastidiaba ese niño.

—¿Seguro?

—Me voy ahora.

—Al menos dime tu nombre.

—Soy… —iba a inventarse algo, en serio— Leo.

—Ese no es tu nombre real, te lo acabas de inventar —rio sonoramente haciendo a sus azulinos cabellos removerse—. ¿Por qué no me dices el real?

—No lo haré.

 

Fue difícil, mucho, porque ese niño pareció muy interesado en él, pero después de hablar un poco, reírse por la extraña cara que el chico hizo cuando inventó un nombre más creíble, contagiarse de ese ánimo risueño, y finalmente aceptar la invitación a la próxima presentación —a la que no pensaba acudir—, logró irse. Fue una larga noche.

Sasuke planeaba volver a su hotel, bañarse, recostarse en su agradable cama, dormir unas horas y después volver a sus labores con las empresas de su padre. Y tal vez… sólo tal vez, intentar contactar con Deidara para saber de Minato y Naruto. Porque ese niño que intentó sacarle su nombre le recordó mucho a esos tres rubios que habían quedado atrás en su vida. Se preguntaba si habrían cambiado mucho o si seguirían igual, aunque de Naruto lo dudaba.

 

—Me llamo Suigetsu —sonrió divertido—, y ese de allá era Sasuke. Está algo amargado, pero es bastante atractivo. Todas las chicas y donceles mueren por él.

—¿Y está casado? —preguntó interesado.

—Es un ogro solitario —rio—, es mi amigo, pero… ya sabes.

—Tráelo de nuevo —sonrió el de cabellos azules—, a la siguiente presentación. Será divertido.

—Lo haré, Dei.

—Será un placer verlos de nuevo —dijo admirando la sonrisa puntiaguda de ese chico—. Veremos si le puedo quitar lo amargado a tu amigo.

—Te lo agradecería de verdad.

 

Naruto admitía que no fue su mejor idea el usar el diminutivo de su hermano como nombre, pero entró en pánico y no lo pensó mucho, además, no planeó todo bien. Sólo sabía que halló a Sasuke, que lo volvió a ver después de años, y que esa sensación de vacío que tenía se aplacó. Porque sentía que aquella hada negra le cumpliría sus deseos… y le trajo a Sasuke de vuelta.

 

 

Dudas…

 

 

—¿Desde hace cuánto no vemos a los Uchiha? —Naruto pateaba levemente la pierna de su rubio hermano mayor.

—No sé y no me interesa —seguía viendo la televisión.

—A veces tengo curiosidad.

—¿Quieres verlos? —captó la indirecta y se enfocó en su hermano cuyos cabellos habían vuelto a ser rubios.

—A papá —confesó sin dudar—. Escuché decir a una amiga que cuando un hombre envejece se vuelve más… necesitado de amor, que se siente solo y eso los va destruyendo.

—Entiendo —Deidara estaba pensando en eso—, supongo que Fugaku debe sentirse solo, si es que no se casó de nuevo.

—Tal vez nos extraña también —tenía esa esperanza, algo que no murió ni con los años.

—¿Quieres ir a verlo?

—Sí… —se animó, y casi de inmediato se volvió a desparramar en el sofá—, pero no creo que papi lo permita.

—Oye… —se rascó la nuca, rodó los ojos y finalmente suspiró cansado—, tengo algunos contactos…

—Deidi… —se acercó al rostro de su hermano, poniéndole completa atención.

—Si prometes mantener tu bocota cerrada —suspiró y alejó la cara de Naruto de la suya—, puedo contactarme con Fugaku y le haremos una visita en secreto.

—¿Lo harías? —hasta sus ojos brillaban con esa posibilidad.

—Es tu padre —le palmeó la cabeza—, supongo que tienes derecho a verlo.

—Pero tendríamos que volar a…

—Es un secreto que escuché —se acercó para susurrar—, pero me dijeron que viajaremos a Japón con papi porque tiene un negocio allá —sonrió divertido por la emoción de su hermanito—. Podemos escaparnos un rato.

—¡Eres el mejor hermano de todos!

—No festejes tanto, mocoso… Porque no sé si nos reconozcan después de haber perdido contacto hace tanto… y por jamás compartir fotos nuestras.

—¡Me va a valer un carajo!

—Ey, esa boca —reclamó.

—Estoy tan feliz.

—Y yo preocupado —suspiró—. Si pa se entera, se enojará.

—Será un secreto.

—Bien, bien.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Volví…

Perdonen por este largo hiatus, pero quiero terminar la historia y aquí me tienen.

Los ama~

Krat~

No la maten por ahora~


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