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Insurrección por Psyche and Delic

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Si, estoy subiendo muy rápido esto. Ja,ja.

En fin, espero que les guste la idea y del como se va hilando. Sin más que decir estan invitados a leer.

 

Ya arriba del auto Kyouko manejaba preocupadísima, sabía que si se distraía en oír y ver a su pequeño provocaría un accidente. Pero se notaba; la mujer expelía nerviosismo.

Mientras que en los asientos de atrás se hallaba el chico de doce años que se retorcía en el asiento izquierdo, se tomaba su abdomen y gemía en tonos muy bajos, con delicadeza levanto la cabeza en pos de conectar sus ojos con su madre. Estaba asustado, como cualquier niño esperaba auxilio de su progenitora y él no era la excepción.

—M-mamá...—gimió Izaya; Kyouko en vista rápida echó un vistazo por el espejo retrovisor y volvió su vista al camino.

No respondió; de su cartera sin ver sacó—más bien revolvió la cartera— su celular. Con una mano tomó el volante, en tanto con su otra mano tomó su celular y marcó el teléfono de su esposo. Apretó el dichoso número y el teléfono empezó a marcar.

Vamos contesta...

Contesta...

Contesta...

¡Contesta!

¡Para que tiene teléfono si no va a contestar!...

—¿Kyouko? —respondió extrañado por dicho llamado.

—¡Shirou! —chilló por el auricular del teléfono al escuchar la voz de su esposo.

—¿Paso algo?, tu nunca me llamas en horas de trabajo...

Paso saliva y articuló las palabras.

—Es Izaya...su celo, le ha llego.

Escucho un suspiro de parte de su esposo, arrugó el ceño; ese suspiro sonaba a uno de cansancio y enojo.

—Ya...y ¿está bien?, ¿es un alfa u omega?

—¡¡No lo sé!! —exclamó ya enojada.

—¿Cómo que no sabes? —dijo extrañado—, ¡es tu hijo!

—¡También el tuyo!... —soltó un suspiro—. Ahhh, en fin voy camino al hospital, no podré ir a buscar a las gemelas...

—Ahh...—emitió rendido—, bueno si tú dices que algo está mal, por algo será...—se detuvo en pos de no hacer rabiar a la mujer—. Iré yo por las gemelas, y luego al hospital.

—Gracias, Shiro.

—Tú solo mantente tranquila, luego los veo; adiós.

Inmediatamente después de ese "adiós" se escucho el tono del teléfono, sin mirar dejó en el asiento del lado el teléfono. Se acomodo y siguió su camino hacia el hospital.

Era impresionante como la voz de su esposo, de su alfa podía llegar a calmarla; no totalmente, pero si en gran parte. Estaba agradecida.

Sin perder el tiempo Kyouko se dirigió hacia el hospital de la ciudad. Dando algunas vueltas y adelantando automóviles llegó al dichoso lugar; estaciono su auto cerca de la entrada de urgencias. Sacando con cuidado al pequeño Izaya que se encontraba dormido, ¿o tal vez desmayado? Por tanto dolor de dichoso celo.

Tomó su cartera y la ubicó en su hombro derecho con Izaya en brazos, Kyouko sufría internamente, ya no era el pequeño Izaya de tan solo cuatro años...ahora tenía doce años; un pequeño toque de tristeza rondó a la madre. Sacudió su cabeza y dejo que la pasajera tristeza desapareciera.

—Vamos cariño, mami está contigo —acarició la cabeza del pequeño y se adentró a la sala de urgencias del hospital, la mujer echó un vistazo rápido por la sala; caminó algunos pasos y dos enfermeros no tardaron en acercarse a ella preguntando si necesitaba algo. Ella sólo explicó lo esencial.

O sea que a su pequeño le había llegado su celo, y que algo andaba mal; lo sabía su instinto de omega se lo indicaba.

Uno de los dos enfermeros le pidió que le entregara a Izaya, sin rechistar lo hizo. No pensó en otra cosa, ni en las gemelas, ni en su esposo o del cuanto saldría la atención. Siguió al enfermero que se dirigía—con Izaya en brazos— hacia un pasillo lleno de habitaciones. Ya ingresando en la habitación, la cual era de tamaño regular. Una cama, un armario una pequeña mesita que estaba junto a la cama, dos sillas y un pequeño sillón color verde que estaba junto a la ventana; la cual daba hacia una calle de la ciudad.

—Espere aquí, Señora Orihara—habló el enfermero mientras le suministraba suero al chico—. El médico vendrá en seguida —dicho eso el enfermero dejó la habitación.

—Muchas gracias—terminó con una pequeña reverencia, con eso acercó la silla y se sentó al lado del pequeño.

Haciendo hora, esperando al médico que atendería a Izaya, la madre del chico apoyo su cabeza en su mano izquierda y mantuvo su vista fija en su pequeño pensando en la situación que se encontraba.

 

                              OoOoOoOoO

 

En tanto, fuera del edificio; en el lugar del estacionamiento se hallaba un auto, un poco lujoso, estacionado. Dentro del automóvil se encontraba el padre del chico, el cual poseía un rostro medio enojado y atareado. Mientras que en los asientos de atrás se hallaban dos pequeñas chicas de tan solo tres años, las cuales estaban sentadas en sus sillas sin entender nada de lo que sucedía. Claro solo miraban con curiosidad a su progenitor, no todos los días su padre iba en su búsqueda, era su madre siempre la que iba por ellas.

Sin más espera, Shirou salió de del auto, guardo su celular en el bolsillo interno de su traje. Abrió la puerta trasera, se acercó a las gemelas, apretó sus cachetes y las sacó de sus sillas. Tomó primero a la pequeña de la izquierda—la cual estaba más cerca de él—, y la dejó en el suelo mientras sacaba a la que quedaba.

—Mairu, quédate ahí—pronunció serio y sin mirar a la pequeña que solo rió en respuesta.

Cuando terminó de sacar a Kururi del auto, dejó a ambas chicas en el piso y estiro ambas manos; siendo tomadas instantáneamente por las pequeñas que caminaban maravilladas ante tal lugar.

Habitación de Izaya, hospital.

Dentro de la habitación se encontraba el médico que atendería a Izaya junto a su enfermero. Izaya ya despierto—aunque mareado por la inyección de ciertas sustancias— no comprendía mucho de lo que sucedía, por lo menos su dolor ya había cesado un poco y ya era mucho menos doloroso. Solo se sentía mojado.

Mientras Kyouko observaba desde atrás del médico; con ambas manos en su pecho. Pedía a quien fuera que estuviera arriba, que su hijo este bien.

"A quien sea...solo pido por la buena salud de mi hijo, por favor."

En tanto el médico que le sacaba sangre en estos momentos al pequeño; se encontraba nervioso. El chico estaba expeliendo un fuerte de olor a omega, ya sabía de ante mano que era el primer celo en la vida del muchacho, pero era demasiado.

Normalmente no desprendían tanto olor hasta llegar a una edad de madurez, que era generalmente a los diecisiete o dieciocho años. Pero este niño desprendía demasiado olor, un olor dulce.

No pasaría mucho rato para que todo el ala de esa parte del hospital se enterara que un omega esta en celo. A demás él como médico y alfa se encontraba inquieto, le habló al enfermero—que era beta— que terminara con las muestras de sangre y las llevara al laboratorio-, este sin rechistar lo hizo.

—Enviamos las muestras al laboratorio, en tres horas ya deberían estar listas—explicó el médico mientras miraba al chico que ahora dormía en la camilla—. Pero como se habrá dado cuenta, Izaya-kun esta soltando bastantes feromonas...si se mantiene así durante su crecimiento; tendrá que usar los supresores más fuertes, con su permiso— hizo una reverencia y se retiró rápidamente de la habitación.

La madre de Izaya al escuchar sobre las muestras se tranquilizo, aunque sea un poco. En tanto se acercaba a ver a Izaya, la puerta se abrió dejando pasar a dos pequeñas niñas sonrientes que corrían por la sala observando todo a su alrededor; mientras que detrás de ellas entraba un calmado hombre, el cual terminaba de hablar por teléfono, se ajusto sus lentes, guardó su celular y miró a su esposa.

—¿Cómo esta, Izaya?

—Enviaron las muestras al laboratorio—le dio la espalda a Shirou y se acerco a las gemelas que no dudaron en correr donde su madre.

Observo como las gemelas se regocijaban en los brazos de su madre, sin dejar de verlas se sentó al lado de su primogénito y le acarició la cabeza. Aunque no demostrara tanto afecto por su hijo, lo quería. Pero tenía que demostrar esa seriedad y autoridad como cabeza de la familia, ser dulce y tierno no estaba permitido, para eso estaba su madre, su querida omega.

—¿Qué crees que tenga Izaya? —preguntó Kyouko dándole la espalda a la camilla y a su esposo.

Pensó en alguna posibilidad, pero nada—Sinceramente...no lo sé—concluyó Shirou.

La omega suspiró, solo había que esperar los resultados, mientras tanto llevaría a comer a las gemelas al casino del hospital. Así el tiempo pasaría más rápido.

—¿Quieren ir a comer? —sacando desde dentro una linda sonrisa para sus pequeñas hijas; las cuales le respondieron con un gran sí. Tomó a Mairu en brazos en tanto el alfa tomaba a la otra gemela y salían de la habitación dejando solo al mayor de los hermanos descansando.

Tan solo tenían que pasar tres horas.

 

                             OoOoOoOoOo

 

Se sentía pesado, algo mareado y mojado. Movió sus piernas las cuales respondieron normalmente.

¿Dónde estaba?

¿Estaba solo?

Preguntas que deambulaban por la mente del chico de doce años que no entendía nada de nada, estaba en un hospital claro estaba. Pero... ¿por qué?

Tocó su abdomen y arrugo el ceño, ya sabía el porqué.

Su celo había llegado.

Izaya no era tonto, al contrario para su edad era un chico bastante perspicaz e intuitivo. Lo que no comprendía era porque dolía tanto, su madre alguna vez le explicó que no lastimaba tanto.

Con su mano derecha tocó su cuerpo, delicadamente avanzó hasta llegar al comienzo de su parte baja, con cuidado fue tocando por la parte interior de sus muslos, hasta llegar a la zona donde todavía estaba húmeda. Avergonzado de si mismo separo sus piernas para mayor acceso, sentía un liquido resbalar por sus piernas. Impregnando su mano con dicho fluido resbaladizo llego hasta el lugar donde en pequeñas cantidades seguía saliendo dichoso elemento.

Era como hacerse pipí encima, nada agradable.

Sacó su mano y se limpió descaradamente en las sabanas de la camilla. En tanto se acomodaba en dichosa e incómoda cama; la puerta fue abierta, dejando que el médico junto con su enfermero entraran en la habitación, seguido de sus padres y hermanas que entraban a la siga de ellos.

Genial, hasta mi padre está aquí.

La madre al ver a su hijo despierto soltó un suspiro de tranquilidad, mientras su padre con la mirada le daba la bienvenida. Izaya dejó de lado a sus padres y miro a sus revoltosas hermanas que desde el sillón de la habitación lo miraban curiosamente; iba a decirle algo a las pequeñas pero un delantal se interpuso en su visión.

—Orihara-san, que bueno que haya despertado, ¿cómo se siente? —habló tranquilamente el enfermero que sin pedir permiso retiró el suero del brazo izquierdo de Izaya, cerró los ojos por lo rápido del sacado de la aguja.

—Eh, bien...¿Cuándo me puedo ir a casa? —preguntó apurado, el médico detrás del enfermero solo rió por tal pregunta.

—Ahora mismo responderé tu pregunta, pero antes necesito contarles los resultados de tu examen a tus papis—explicó el médico que se daba vuelta para poder hablar con los padres del chico.

Quería golpear a ese médico, era y se notaba que no sabía tratar con niños o pre adolescentes. Podía hablarle igual que a un adulto.

Mira que hablar como retrasado no hará que te entienda mejor, que estúpido.

Con desprecio miro al médico que le daba la espalda y hablaba con sus padres, el también quería saber sobre su estado.

¡Él era el enfermo, no sus padres!

—Jodido hospital—murmuro Izaya.

—¿Qué dijiste, hijo? —preguntó el alfa mirando retadoramente a su primogénito, Izaya negó y se dedicó a mirar hacia otro lado. Había olvidado de que su padre como alfa poseía habilidades más desarrolladas que los demás en la familia.

—Bueno, parece que el pequeño también quiere saber—intervino el médico mientras se sentaba junto a la camilla del chico—, como verán la sangre de Izaya reveló que obviamente le ha llegado su celo—dijo de forma obvia—. Pero lo curioso era que traía esencia de ambos géneros, o sea de alfa y omega—concluyó el médico.

—¿Qué quiere decir con eso? —agrego tensa, Kyouko.

—Como dije, Izaya posee los dos linajes—comentó sorprendido—, por eso su dolor tan fuerte, su cuerpo recibió los dos celos al mismo tiempo. Pero al ser distintos, su cuerpo sufre esa especie de pelea interna por saber que va a hacer...pero, a medida que va creciendo se irá notando cual es su sangre que más predomina, sobre todo en los celos.

—¿Esto sucede a menudo? —cuestionó Shirou adelantándose a lo que veía venir, el médico no le tiraba buena pinta.

El cuestionado miro a Izaya y le acarició su mejilla, el chico arrugó el ceño y se alejo un poco, el médico retiro su mano feliz.

—Su hijo es excepcional, nunca había visto un caso así—se levantó y se acercó a la madre del chico mientras tomaba ambas manos de la omega—, me gustaría observarlo más, obviamente pidiendo su permiso claro, este tipo de situaciones no se presenta a diario.

Esa fue la señal, Shirou se interpuso entre su esposa y el fastidioso doctor, sabía que algo así sucedería. No quería iniciar una pelea, pero al ser dos alfas tenía que proteger su territorio y familia, y el acercarse a su esposa ya era símbolo de invasión.

—Sea lo que sea que quiera hacer con el, se lo prohíbo—tomó de la mano a su esposa—. Mi hijo no será usado como sujeto de experimentación—gruño, el lado animal del Orihara estaba floreciendo.

—Shirou, ya basta—tomó el hombro de su esposo, tenía que calmarlo o sino el atacaría. No quería armar escándalo en el hospital.

El médico solo rió fuertemente y levanto las manos en forma de rendición—está bien, está bien. Pero saben que si esta información llega a todo el hospital o a la comunidad científica, su hijo será buscado—con eso el médico se retiro de la habitación dejando sola a la familia Orihara.

—Izaya, toma tus cosas—ordeno seriamente el alfa—, nos vamos de aquí.

El chico, asustado por la escena anterior obedeció sin rechistar, se levantó con cuidado—y un poco adolorido, pero eso no le importaba—, buscó sus cosas. Mientras Kyouko tomaba a ambas niñas que se mantenían abrazadas luego de que su padre interviniera.

Sin esperar más, los cinco salieron del hospital. Shirou se llevo a las gemelas en su auto; en tanto Kyouko de la mano con su hijo, se subieron al de la omega y partieron a casa en silencio.

Iba a ser un largo transito en la vida del pequeño Izaya.

Notas finales:

¡Nos vemos!

Ya pronto subiré el próximo, ¡están invitados a comentar! sería interesante saber su opnión acerca de esto.

¡Saludos!


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