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Buenas intenciones por exerodri

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Notas del capitulo:

Hola!! Como va todo? Buen sabado a todos y todas. Aquí les traigo el octavo cap de la historia. Antes que todo, es cortito. OK. Es cortito. Pero déjenme explicarle porque. A la historia la tengo medianamente diagramada. Y se podría decir que la tengo dividida en 5 partes o segmentos, posiblemente haya una sexta ya que todavía no diagramé el final. Y pasa que la "Primera parte" de la historia termina en este cap, ya que la parte que sigue ya dejo establecido que pasa cierto tiempo cronológico en la historia. Eso no significa que cada parte tenga 8 capítulos, la proxima puede tener 15, 8 de nuevo o 5, depende de como se me de escribir lo que tengo planeado je. 
No es algo que debería interesarles en realidad jaja, es más que nada para guiarme yo, pero bueno, quería decirlo para explicar por que este cap quizás es más corto para lo que los tengo acostumbrados.
Bueno, mucha chachara, espero que les guste.

Intento de lemón a la vista.

Matt despertó agitado. Tardó algunos segundos en tranquilizarse y auto convencerse de que todo había sido un sueño. Otra vez aquel sueño. Observó su habitación rodeándolo, aun con la respiración alborotada y se dejó caer en la cama, cubriéndose el rostro con las manos.

Aquel sueño se le hacía cada vez más real. El miedo en los rostros de los dos chicos, las suplicas del mayor de ellos para dejarlos ir, el forcejeo, el cristal de la vidriera rompiéndose sobre ellos, las risas y burlas de los idiotas a su alrededor. Todo aquello volvía durante las noches, como si su propia conciencia se le hubiera puesto en contra.

Se levantó y salió de su cuarto, esperanzado en que el empezar con la rutina le hiciera olvidarse de eso. Vio el termostato del sistema de calefacción de la casa prendido. Lo apagó. Para él, aquello era un gasto innecesario, así que siempre que podía se aseguraba de apagarlo. Con abrigarse bastaba para escaparle al frio matinal.

Pasó por frente del cuarto de su padre, el cual tenía la puerta abierta dejando ver que no había nadie allí. El mayor de seguro se había ido temprano a trabajar; ahora lo hacía incluso los sábados hasta bien avanzada la tarde. Caminando por el pasillo pasó por el frente de la puerta de la habitación de T.K. La abrió intentado no hacer ruido y pudo ver a su hermano menor durmiendo mansamente. El volver a verlo allí, en su casa, era un alivio. Sonrió por dentro y cerró la puerta.

La discusión que había tenido con T.K la semana pasada le había conmovido, no porque le hubiera afectado en sus planes o en su forma de pensar, sino porque había visto la más triste decepción en la mirada de su hermano. A pesar de no prometer que no lo volvería a hacer, pidió perdón y mediante atenciones y tratos amables con el menor durante toda la semana intentó recuperar su confianza. Sabía que a T.K no lo compraría con favores ni cosas por el estilo, pero no le quedaba otra alternativa. Y al principio parecía ir inevitablemente al fracaso, ya que era como si el menor se hubiese olvidado por completo de tener un hermano. El de 14 años le esquivaba, no contestaba las llamadas ni los mensajes. Era como si para el rubio menor él ya no existiese. Aun así, dolido y culpando a nadie más que a sí mismo, siguió.

Tal fue su sorpresa, que el pasado jueves por la tarde T.K le llamó preguntándole si deseaba comer con él en el centro de la ciudad.    

Así comenzó el proceso de reconstrucción de su vinculo como hermanos, envuelto en un silencioso dolor que los acompañaba todo el tiempo. Matt sabía que T.K aun pensaba en aquel penoso descubrimiento, se podía sentir. Pero también sabía que su hermanito no era lo suficientemente cruel como para romper aquel lazo que los había unido durante toda su vida. Impulsado por su incondicional amor fraternal, T.K había accedido a seguir adelante, aunque sin olvidarse por completo del ataque sobre los dos chicos. Aquello era algo que molestaba, como una piedra en el zapato, pero Matt estaba dispuesto a soportarlo con tal de reconstruir y cuidar su vinculo con el menor.

Esperó hasta que T.K despertase para preparar el desayuno. Mientras desayunaban, el menor no despegaba su vista de su celular. Se lo veía ansioso, sin parar de sonreírle a la pantalla. Matt le indicó que no era bueno para sus ojos el usar el celular tan cerca de la cara.

-Tú te irás en breve ¿Verdad?- le preguntó el blondo menor, sin darle importancia a su advertencia.

-Sí, tengo que ensayar con la banda ¿Por qué?

-Por nada- le contestó sin dejar de escribir en el móvil.

Al mayor se le hizo extraño, y no pudo negar que sentía curiosidad. Pero esa curiosidad se evaporó al pensar que T.K podría estar chateándose con Yagami. Si bien todavía no digería la idea de que su hermano estuviera saliendo con un chico, había decidido quedarse al margen. Por lo menos lo más que pudiera.

Se vistió y decoró su oreja con el nuevo pendiente negro que había comprado durante la semana. Guardó el bajo en el estuche, se lo colgó al hombro y saludó a su hermano para luego salir del departamento. Tenía 20 minutos para llegar a la sala donde ensayaba con su banda, pero si tomaba el colectivo de la línea 8  llegaría en 15.

Bajó por las escaleras del edificio ya que el elevador seguía averiado (y se veía que seguiría averiado algunos meses más). Tarareaba concentrado la nueva canción que se le había ocurrido durante la semana, la cual todavía no había terminado de definir la melodía. Cada vez que creía haber conseguido un buen final para la canción, la melodía se le escapaba de la cabeza antes de que pudiera grabarse con el celular. Tenía la esperanza de solucionar eso con el resto de la banda.

Iba tan concentrado que no vio el rostro de la persona que pasó a su lado subiendo las escaleras, como una simple mancha de su periferia visual.

-Hola- escuchó que le dijo esa persona al pasar.

-Que tal- contestó de forma automática, continuando la canción en su cabeza. Tenía la melodía en la punta de la lengua.

Sin embargo, como si tuviese una especie de delay mental, reprodujo ese "hola" en su mente y reconoció aquella voz. Esa voz que había aprendido a odiar. Se detuvo súbitamente y giró sobre sí viendo hacía arriba. Era Yagami.

-¿Qué haces aquí?- preguntó en un tono que parecía más un reto que una pregunta en sí.

El moreno detuvo su asenso y giró hacía él. A pesar del frio, vestía solo un uniforme de futbol todo embarrado. Un bolso deportivo colgaba de su hombro.

-¿No te dijo T.K? Como las duchas de mi escuela se estropearon, él me dijo que podía venir a ducharme aquí después de la practica- dijo subiendo los escalones de nuevo- desde la escuela, tu casa queda mucho más cerca que la mía.

Matt abrió los ojos de par en par por la indignación. Había aceptado quedarse al margen de la relación de su hermano con ese tipo, pero dejar que estuviesen solos era algo que no podía permitir. No cuando podía evitarlo.

-¡No puedes!- gritó por puro instinto, sin siquiera pensarlo.

-¿Ah no?

A Matt le pareció ver al oji-café sonreírle burlonamente, mientras lo miraba de forma picara por sobre su hombro mientras subía lentamente los escalones. ¿Aquel desgraciado le estaba provocando?

El rubio apretó los dientes con ira y presionó el pasamos de metal tan fuerte que revivió ese ya viejo dolor en su mano. No confiaba en Yagami. Sin pensarlo subió los escalones con la vista en aquel tipo, dispuesto a hacerle entender que no, no podía hacer eso. Pero se detuvo de golpe. Por el frente de sus ojos pasó el compromiso con su banda. Si se perdía el colectivo que pasaría en algunos minutos por frente del edificio, llegaría tarde a la sala de ensayo; y si llegaba tarde, perderían el turno que habían alquilado y pagado. Además, se imaginó el enojo de T.K por intentar alejar a Yagami de allí.

Quedó flotando en la indecisión de si seguir bajando para llegar a tiempo al ensayo o subir y evitar que su hermanito quedase a solas con aquel sujeto.

El moreno seguía viéndolo con esa sonrisa burlona, subiendo con exagerada lentitud los escalones. El blondo lo miró con aun más odio. Se imaginó al colectivo acercándose velozmente por la calle, no podía perder más tiempo. Deseó poder separarse en dos para hacer las dos cosas. Amagó con seguir bajando, pero luego se arrepintió y amagó con subir. No sabía qué hacer. Los segundos pasaban.

Furioso y resignado a aceptar que en esa ocasión tendría que mantenerse al margen por la fuerza, hizo una exclamación de rabia mesclada con impotencia y bajó rápidamente por las escaleras, rogando llegar a tomar el bus a tiempo.    

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-jaja ya te lo dije mil veces, no hay forma que ese disco gane algún premio- dijo Matt riendo desde el cómodo puff, en la habitación de su amigo- ¿Escuchaste siquiera la mayoría de las canciones? parecen canciones infantiles.

-Solo porque no te gusten no significa que las demás personas no puedan encontrarle algo bueno, Matt- contestó el muchacho de lentes con una sonrisa, mientras seguía resumiendo ese libro de biología que tenía el grosor de una biblia antigua.

-Está bien Joe, sé que cuando se te planta algo en la cabeza es difícil persuadirte, así que no discutiré- contestó el blondo sonriendo mientras terminaba de resolver el cubo de rubik por segunda vez. Lo desarmó y comenzó de nuevo.

Matt había salido satisfecho del ensayo con su banda. Habían podido terminar entre todos la nueva canción y mejorar bastante las otras que ya tenían en su repertorio propio. Si seguían así, podían grabar su demo más pronto de lo que habían pensado. Aunque no todo había sido color de rosa. Durante todo el ensayo, parte de su cabeza no pudo dejar de pensar en su hermano; en como estaba, si se encontraba bien estando a solas con Yagami ¿Y si aquel moreno intentaba propasarse con T.K? En un descanso del ensayo, llamó a T.K, sabiendo que corría el riesgo de subir en la "escala de cretino" frente al menor. Este le atendió y le dijo que todo estaba bien, y que había salido con el castaño hacía el centro. Matt no se esperó eso, pero no pudo negar que le tranquilizaba el saber que saldrían de la casa.

Más tranquilo, después del ensayo decidió ir a la casa de su amigo Joe. Era uno de las pocas personas que conocía con las que podía tener una conversación interesante. Pero sobre todo... era una de las pocas personas con las que se sentía realmente cómodo. Prefería estar allí que en cualquier otro lado, aun si Joe tuviese que estudiar durante su visita. Pero eso no importaba. El de lentes era capaz de estudiar y conversar al mismo tiempo.

Sin embargo, sentía que pronto esa comodidad se vería perturbada por una pregunta que él mismo haría, y que no  podía evitar.

-Joe, quería preguntarte algo, ya que estas preparándote para ingresar a la carrera de medicina y todo eso- dijo el ojiazul enseriando su cara, viendo fijamente el cubo de rubik en sus manos. Tenía que ser lo más discreto posible.

-Pregunta- dijo el mayor con tranquilidad, mientras pasaba de pagina en su libro.

-¿Por qué crees que...- Matt hizo una pausa para acomodar las palabras en su cabeza-...alguien puede sentirse atraído por otra persona de su mismo sexo?

Silencio. Joe levantó la vista del libro y giró su silla de escritorio hacía el blondo, con el rostro lleno de confusión.

Matt le evitó la mirada, sabía que esa pregunta había caído como algo demasiado inesperado.

-Matt...¿Estás dudando de tu sexualidad?- le preguntó el mayor sorprendido.

-¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no!- contestó el rubio rápidamente mientras las palabras se le atoraban en la boca - te pregunto por un conocido mío.

-Claro...- dijo Joe mirándolo de forma analizadora.

-¡Que no soy yo!

-Está bien, está bien- el mayor le sonrió y levantó sus manos intentando calmarlo- ¿Quien es entonces?

-Es...

Matt se obligó a no seguir hablando.

Si bien le interesaba ayudar a T.K, no sabía cómo este tomaría saber que él divulgó su secreto, aun si Joe era alguien de confianza. La relación su hermano menor estaba muy sensible, no quería hacer un paso en falso.

-No lo conoces- dijo desviando su mirada de la de su amigo- solo te pregunto por si leíste algo sobre eso, si se conoce una razón biológica, y si es posible revertirlo, ya sabes... si hay alguna pastilla o un tratamiento médico para que te deje de atraer otro chico.

Joe se reclinó sobre su asiento, pensativo.

-Mmm, no sabría decirte- le dijo frotándose la barbilla- pero creería que no, creo que eso es más del área de la psicología o psiquiatría.

Matt no pudo evitar suspirar desilusionado. En realidad había tenido esperanzas de que Joe le indicara que hacer con T.K, de ayudarlo de alguna forma.

-De igual manera, no hay nada de que estar avergonzado, Matt- agregó el de lentes.

-¡Ah! ya te dije que no soy... ¿Sabes qué? Fue un error hablar de esto contigo- contestó el ojiazul furioso, levantándose del puff - eres un idiota, me voy.

-Ya Matt, solo bromeaba, siéntate- le dijo Joe con una sonrisa.

El rubio tomó su bajo, se colgó el estuche en el hombro y se perfiló a la puerta.

-Solo estoy perdiendo el tiempo aquí, no sé para que vine- rabió el rubio- continua con tu estúpido libro y no te molestes en levantarte, conozco la salida.

Salió del cuarto y azotó la puerta como si hubiera tenido la intención de romperla.

Una vez el estruendo del portazo pasó, Joe cerró los ojos y concentró su atención en su sentido de la audición. Escuchó atentamente los sonidos del otro lado de la puerta, o mejor dicho, los sonidos que no fueron. Pasado unos segundos, sonrió. Cerró su libro después de marcar la pagina donde se había quedado y se levantó de su asiento. Como si no tuviera ningún tipo de prisa, se estiró perezosamente y caminó hacia la puerta de la habitación. La abrió. Allí estaba Matt, parado frente a la puerta en un silencio sepulcral, con el bajo colgando del hombro. El rubio miraba hacia abajo, en un intento para nada disimulado de evitarle la mirada. Joe no quiso decírselo en ese momento, pero su amigo lucía como un cordero arrepentido, dispuesto a tragarse su orgullo y unirse de nuevo al rebaño. Con una sonrisa en sus labios, se movió hacía un costado dejando espacio para que el blondo entrase.

Sin hablar y aun con la mirada baja, el ojiazul entró y se perfiló de nuevo hacía el puff. Joe cerró la puerta, feliz de que su amigo siguiera allí con él. Sin embargo, confirmó una hipótesis que anteriormente había formulado en su cabeza, pero que ahora era clara. Matt se encontraba muy solo.

Ilegal

Tai no podía parar de reír. En realidad no podía. La cara de Matt al encontrarlo en las escaleras quedaría para el recuerdo. El moreno entendía bien porque el rubio mayor se había alterado tanto. Pero él más que nadie sabía que Matt se preocupaba en vano. No iba allí con otra intención que no fuese solo bañarse.

Durante los días anteriores, Tai había reflexionado sobre su modo de actuar en la relación con T.K ¿Y si estaba forzando demasiado al menor a besarse y acurrucarse cada vez que podían? Al castaño esa idea no le gustaba nada. Si bien T.K nunca se negaba y participaba gustoso de la ronda de besos y caricias a escondidas, siempre era él el que las iniciaba. Tai pensó que tal vez se había dejado llevar demasiado por aquel hechizo que el rubio provocaba en él. Quizás, el ojiazul esperaba que la relación se basara más en compartir momentos juntos que en dejarse llevar por la carne; y él lo estaba estropeando.

Su miedo era que al blondo le podría llegar a incomodar tanta fogosidad. Después de todo, era la primera vez que el menor estaba en una relación. Si bien era cierto que nunca había sentido la necesidad de besar y acariciar a una persona de esa manera, eso ya no era excusa. No podía dejarse ganar por sus impulsos tan fácilmente. Temía que T.K pudiese pensar que solo estaba con él por su apariencia, y no había nada más alejado de la realidad. Amaba todo de T.K, no solo su cuerpo, y estaba dispuesto a hacérselo notar.

T.K le abrió la puerta y se saludaron con un beso. El darle un solo beso, teniendo en cuenta que estaban solos, fue una prueba de fuego para el castaño. Más difícil de lo que pensó. Para no dejarse llevar por las ganas, mientras depositaba su bolso en la mesa del comedor, le habló al rubio sobre lo que había hecho el día anterior: visitar a su entrenador, quien lamentablemente no demostraba mejoría alguna. El menor lamentó la noticia. Después de algunos minutos de entretenida charla donde Tai tuvo que resistir ese aspecto dulcemente desaliñado del blondo, como de alguien que acaba de despertar, el ojiazul le mostró el baño. Le explicó cuál era la llave del agua fría y la caliente y lo dejó solo.

Tai se quitó la ropa embarrada y se introdujo en la ducha cerrando la cortina. Niveló la temperatura del agua. Dejó que esta limpiara todas las partes de su cuerpo embarradas por haber entrenado con el equipo bajo una molesta llovizna matutina que había transformado el campo de juego en una especie de pantano.

Mientras el agua tibia y relajante caía sobre su cara, mentalmente se dio fuerzas. Si, se sentía capaz de resistir el encanto del ojiazul. Lo importante era demostrarle a T.K, a pesar de nunca habérselo pedido, que amaba estar con él y que irían al ritmo que él quisiese. Demostraría ser la persona más fiel que el blondo haya conocido, sin la necesidad de que la sexualidad interfiera en cada ocasión en las que se encontraran solos. Podía hacerlo, por el rubio haría cualquiera cosa.

Pero, de repente, sus pensamientos fueron interrumpidos con un sonido que no esperaba en lo más mínimo: la puerta del baño abriéndose y cerrándose nuevamente, esta vez con seguro. Tai inevitablemente sonrió, sabiendo y sobre todo deseando lo que se avecinaba. Cerró los ojos. Un cómodo calor le invadió el cuerpo, inundándolo de seguridad.  

Con el sonido de la cortina moviéndose lentamente, abrió los ojos. La imagen de T.K allí parado, con solo una toalla en la cintura, le llenó la vista de gusto. Los ojos claros del menor viajaron por sobre su cuerpo desnudo, todo su cuerpo, y se posaron sobre los suyos. Pero luego volvieron a recorrer su anatomía otra vez, como si el menor necesitase chequear todo de nuevo, sin culpa. Y estaba bien que el rubio no sintiese culpa de mirarlo, después de todo... él era suyo.

-¿Y esto?- preguntó el moreno sin dejar de sonreír, mientras se escurría el agua del cabello peinándose hacia atrás con ambas manos.  

T.K levantó su vista hacía sus ojos, con el color de la atrevida vergüenza adornándole la cara. Tai pensó que tener esos ojos celestes debería ser ilegal, la forma en cómo lo incitaban a pecar no tenía perdón.

-¿No me dijiste después de mi primer partido... que querías bañarte conmigo?- le dijo el menor.

Esa fue la única explicación que Tai necesitó para comprender que la complicidad era tanta entre ellos dos, que sus vibraciones y deseos se complementaban. Gustosamente hipnotizado vio como el rubio se liberó de la toalla. La sangre de ambos ya fluía a toda velocidad por sus venas, y se notaba exteriormente, para excitación de ellos.

El blondo entró con él a la ducha, y mientras el agua recorría sus cuerpos desnudos, sus labios se encontraron en un hambriento beso. Tai sintió la necesidad de recorrer el cuerpo del menor con sus manos de una forma más eficiente de lo que lo hacía el agua. Atrapado por esa boca que le hacía perder la cordura, deslizó sus manos por la suave espalda del ojiazul. Disfrutó cada milímetro de esa dulce expedición, sobre todo cuando llegó a su destino más al sur. La boca de T.K explotaba dentro de la suya como un rayo, una tormenta. Entre beso y beso, sus manos no titubearon en tomar la hombría del otro y masajearse mutuamente envueltos en éxtasis. 

El agua caía sobre ellos electrizando sus sentidos, alimentando la necesidad de tocar al otro. El moreno separó su boca de la del blondo y lamió aquel cuello mojado. Sintió como T.K crecía en su mano con cada beso en el cuello. Descendió lentamente hasta el pecho. Quería beber al rubio gota a gota, solo así calmaría su sed. Continuó bajando, beso a beso, por ese abdomen que ante él se rendía. Al llegar a la pelvis abrió los ojos. El miembro del blondo palpitaba en su mano. El verlo tan de cerca, pudiendo visualizar cada detalle como nunca lo había visto, con el agua descendiendo eróticamente por toda su extensión,  le voló lo poco que le quedaba de autocontrol. Quedó hipnotizado, más de lo que ya estaba. Como si un ente lujurioso le controlara, fue acercando su jadeante boca al pene de T.K.

El pensar en lo que hacía no era ni una remota posibilidad. La respiración le pesaba, pero no le era incomodo. El sonido del agua fluir se le hizo muy distante, como si el deseo de sentir y hacer sentir más al rubio le hubiese puesto en otro plano. Solo se podía dejar llevar. 

Pero cuando estuvo solo a milímetros, los dedos del menor le tomaron con suavidad la barbilla y le hizo ascender, reincorporase de nuevo, para encontrarse en un hambriento beso con aquellos labios que lo llamaban. Llegó un momento en que ninguno podía soportar más las caricias del otro. No querían que aquello se terminara, pero no seguir no era una opción. Entregados al funcionamiento de la naturaleza, explotaron en un desenlace blanco de placer. Cansados pero al mismo tiempo felices, se miraron a los ojos, dejando que el agua cayendo sobre ellos fuese el único sonido que los envolviese. No necesitaban otro mensaje que el que sus ojos y su sonrisas se decían mutuamente.

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Vestido solo con ropa interior, al igual que Tai, T.K se encontraba sentado en el regazo del moreno frente a este, sobre la cama en su habitación. Se secaban el pelo uno al otro.

-Hay que secar bien detrás de las orejas- le dijo el castaño sonriendo, mientras con su toalla dejaba de secarle el cabello para refregarle las orejas- sino pueden llenarse de mugre y bichos.

-Solo a ti puede pasarte eso- replicó el blondo, sin dejar se secar con otra toalla aquellos mechones marrones que olían a menta por el champú que habían compartido en la ducha - es más, los bichos podrían confundir tu cabeza con una caverna hueca y hacer un nido.

-Oye, eso fue demasiado cruel- le dijo el mayor fingiendo ofenderse.

-De igual manera, sabes que te querría con bichos y todo.

El mayor lo miró a los ojos, frunciendo gustosamente los labios. Este acercó lentamente su rostro al suyo. T.K automáticamente cerró sus ojos y preparó sus labios para recibir a los del oji-café. Cada beso era como si fuese el primero, cada uno despertaba un torrente de sensaciones y emociones que el blondo desconocía tener. No importaba cuantas veces lo hicieran, no perdía aquel efecto tan embriagador. Estar entre los brazos de Tai le llenaba el alma de calidez y confianza. No había mejor lugar. Si le llegasen a hacer elegir entre un castillo en una isla paradisiaca para él solo, y una noche entre los brazos del moreno, la elección para el blondo sería muy fácil ¡Demasiado fácil! Así lo sentía.      

Una melodía que destruyó el cómodo silencio, trayéndolos de nuevo a la realidad. T.K interrumpió el beso y giró su rostro hacía su izquierda con fastidio. Su celular era el que sonaba, y por la melodía especifica sabía quién era.

Tomó el móvil y atendió la llamada, sin darse cuenta que Tai le había dejado la toalla sobre la cabeza como si fuera la túnica de un monje.

-Hola Matt- dijo el ojiazul, haciéndole seña al moreno para que se quedara callado- ¿Dónde estás?...ah, no... ahora mismo estamos bajando las escaleras, con Tai nos estamos yendo al centro de la ciudad, así que no es necesario que vuelvas ahora mismo...¿Con Joe? Qué bueno, dale saludos de mi parte... está bien, adiós.

Cortó el llamado.

-Era mi hermano- dijo bloqueando su celular de nuevo- tuve que mentirle porque si no, conociéndolo, hubiese venido inmediatamente para que no estemos solos. Es mejor que no sepa la verdad en esta ocasión.

-Oye T.K...-escuchó decir al mayor en un tono completamente diferente al tono jocoso de hace unos instantes atrás.

Al ver a los ojos al castaño de nuevo, se dio cuenta que su expresión también había cambiado. Se mostraba sería, dubitativa. Sus ojos marrones miraban hacía un costado.

-¿Cuando...vamos a... decirle nuestra verdad a los demás?- le dijo tomándole de las manos- a nuestras familias y amigos.

T.K abrió los ojos de par en par, no esperaba esa pregunta, no en ese momento. Por poco se atragantó con su propia saliva.

Sabía que algún día había que hacerlo, era inevitable. Pero aun era demasiado pronto. El solo hecho de imaginar el momento de blanquear su relación frente a sus padres le hacía temblar. Si tendría que hacerlo al próximo día, no sabría qué decir, como afrontar la situación. Sencillamente lo veía como algo muy fuera de sus capacidades, no se veía haciéndolo. Todavía no.

Dolido por no poder darle una respuesta al moreno, solo bajó la mirada.

-Yo... no lo sé- dijo suspirando, deseando contestar otra cosa- ósea, sé que tendremos que hacerlo algún día...pero...

-Te comprendo- le interrumpió Tai, rozándole los dedos con los suyos aun tomados de las manos, T.K subió la vista- yo también tengo miedo, no sé cómo pueden reaccionar en mi casa.

-Pero tus padres parecen ser tranquilos- dijo el blondo viendo aquellos ojos de chocolate- podríamos tratar con ellos primero.

-Son tranquilos, sí, pero no sé... creo que jamás consideraron que algún día aparecería con un chico en la casa diciendo que es mi novio- Tai ensayó una sonrisa triste viendo hacía un costado- me dolería que se sintiesen....

T.K observó el rostro de Tai y supo cual era la palabra que el castaño no quería decir, así que decidió completar la frase él:

-Decepcionados.

El mayor le vio a los ojos. En la mirada del moreno, T.K pudo ver el deseo de Tai de negar lo que acababa de escuchar, pero admitiendo al mismo tiempo que, muy a su pesar, esa palabra era la acertada.

Un silencio triste los rodeó, abriendo paso para que la lástima por ellos mismos los acompañara en la habitación. Cada vez que lo pensaban, su realidad se mostraba tan discordante con sus deseos que preferían no pensar en ello. Pero muy en el fondo sabían que eso, no pensarlo, no era una solución sino un autoengaño.

-¿Y qué hay de Hiroaki? Parece un buen tipo- el moreno rompió el silencio en un intento de acercar algo de esperanza a la situación- o tu mamá, es verdad que no la conozco aun, pero quizás sea una alternativa ¿No?

T.K vio por la ventana del cuarto, ladeando su cabeza indicando que aquello ultimo no era una buena opción. Cerró los ojos con fuerza y bajó la cabeza.

-Soy un desastre- dijo en voz baja- te quiero tanto que debería estar dispuesto a pasar por ese momento, pero al mismo tiempo el miedo me paraliza... que imbécil.

-Ya T.K- dijo Tai colocando las manos en los hombros del menor intentando darle ánimos. No soportaba verlo así- no es necesario que nos obliguemos a hacerlo aun, podemos esperar.

T.K se dejó caer suavemente hacía él apoyando la frente en su pecho.

-¿Estaremos listos algún día?- le preguntó con desgano.

El castaño solo pudo rodear al ojiazul con sus brazos y apoyar su mejilla sobre la cabeza de este, aun cubierta por la toalla.

-Espero que sí. 

Notas finales:

Hola de nuevo, cortito no? Pero hay una buena noticia. Como este cap me tomó menos tiempo en hacerlo, ya tengo casi la mitad del cap 9 hecho, así que posiblemente en dos semanas pueda reaparecerme de nuevo por aquí. Bueno, eso sería todo. Si tienen algo que decirme sobre lo que les gusta, no les gusta, o alguna idea, no duden en hacermelo saber. Me gusta contestar sus mensajes e intercambiar opiniones. Bueno nada. Hasta la proxima, espero que sea pronto.

 

https://www.youtube.com/watch?v=WOAy6RtrSa4


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