Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Promesa por DianaJudith

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un escape que no resultó efectivo y un nuevo peligro al asecho.

Kuroro buscará el bienestar de la "doncella" aun sin ser consciente de sus propias acciones.

Todo por un oscuro pasado.

La reina del cielo se hizo presente al poco tiempo, oscureciendo todo por completo presentó a sus fieles acompañantes, ellos alumbrando levemente el camino en aquel nuevo territorio. De alguna manera lograron entrar en un espeso bosque, gran vegetación y una que otra roca era su única vista, con gran habilidad ambos se las arreglaron para cruzar sin dificultades.


Kuroro desviando sus oscuras orbes cada segundo para velar su bienestar y “ella” pues concentrada en no caer y retrasar su repentina huida, su improvisada vestimenta no era de gran ayuda. El camino no cesaba y el paisaje parecía no tener fin, quizá con la dificultad de su medio tenían la posibilidad de hacer que se rindiesen sus perseguidores más un gran estruendo producto de un disparo los hizo entrar en razón. No se detendrían hasta ver muerto a Kuroro Lucifer y su acompañante tan sólo tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado, en el momento menos oportuno.


Un segundo disparo tomo lugar esta vez ya muy cerca de ellos.


--¡Por aquí!—


--Pero…-- se estaba haciendo costumbre suya no terminar sus frases, de alguna manera siempre se adelantaba a todo, el hombre cabellos oscuros cambió de dirección y sin tener alguna otra opción Kurapika fue guiado por el agarre de su mano.


Un tercer disparo fue su límite, este no solo lo escucharon, lo sintieron, al verlo perforar un árbol a escasos metros de la pareja.


--¡Kuroro!—


--¡¡¡ Maldición!!!—estando a gran velocidad decidió parar súbitamente, recibiendo el rostro de la chica totalmente clavada a sus espaldas.


Silenciosa pero rápidamente ella se separó, poniendo sus dos brazos de distancia. Algo furioso lo enfrentó. --¿Se puede saber qué…?


--Se acercan—susurró mientras rodeó su espalda e inclinándose habilidosamente elevó sus piernas con la fuerza de su brazo libre. Sin entender nada sólo podía pensar en el sonido de varias personas acercarse a gran velocidad, Kurapika fue totalmente desprendido del suelo, esta vez en brazos de Kuroro buscó sus ojos.


¡Esto no puede estar pasando!


A escasos pasos de su única salida al parecer, solo siendo separados por la invisible brisa nocturna sus rostros se encontraron, sus miradas se combinaron.


Él, nunca descifrando sus pensamientos.


Ella, desconcertada desprendía dudas y mucha confusión.


Segundos, valiosos instantes en total silencio…


--Te pareces al chico de la cadena—finalmente articuló con voz suave sin ni siquiera prescindir de su encantadora sonrisa. Tomando por sorpresa y agregando una duda más a su gran colección, Kurapika temió por ser descubierto por una fracción de segundo.


-- No sé de qué…--


--¡¡Ahí están!!-- --No tienen a donde ir-- --¡¡Es tu fin!!—


Los alcanzaron, los rodearon, recargaron sus instrumentos de muerte y pasó entonces.


Voces alejándose cada vez más, disparos mucho más distantes, la brisa se tornó brusca, la oscuridad se apoderó de él, su voz totalmente apagada. Sólo el encuentro de dos cuerpos aferrados desesperadamente mientras esperaban algún desenlace para su inesperada decisión.


A escasos pasos de Kuroro, se encontraba un barranco, sólo apostando a la suerte se aventó con “ella” en brazos…


 


Ignoraban su paradero, la hora y hasta sus propias incomodidades. Pero finalmente el anhelado espacio de serenidad fue concedido para ambos. Siendo una persona quien nunca deja algo tan valioso como su propia vida a la suerte, Kuroro tomó la decisión correcta, por supuesto habían ciertos moretones producto de su fuerte declive pero se encontraban a salvo, y quizá lo suficientemente lejos para jamás volver a toparse con esos desagradables sujetos. Sin embargo no se encontraban para nada distantes de la gran tensión, el pesado silencio exigía respuestas, explicaciones y quizá excusas.


--Lo siento…-- supo dar el primer paso, casi borrosa su desgraciada silueta en medio del tétrico hueco en el que se habían refugiado, dejo salir aquella esencia tan desconocida a su peor enemigo aún sin conciencia de ello. Era momento de tomar decisiones y él, el líder del grupo más buscado dejó en libertad toda la verdad.


--Soy un asesino, un ladrón…--


Capturando por completo la atención de la “mujer” atrapó su desconcertante mirada, la sostuvo, con gran interés en cada una de sus expresiones continuó.


--Fui alguien realmente atroz hace poco menos de un año, tal vez sólo seis meses. Lo cierto es que tengo una gran cantidad de personas en busca de mi cabeza—


Aún sin saber cual sería la respuesta de la desconocida, alguien quien sin pensarlo ha protegido a costa de su propia vista, quizá por el gran recuerdo del único hombre que lo hizo sufrir, por el cual se encontraba cada día de su vida en su infinita soledad. Ella decidió darle la razón a todo su alrededor, seguir su juego de completo silencio pues por extraño que les parezca ni la presencia de aves los había acompañado, con gran seguridad podían afirmar que sólo se tenían el uno al otro.


--Ahora soy débil, ya no tengo la capacidad de defenderme por mi mismo… yo… ¡Yo lamento haberla involucrado en esto!—muy cerca de su gélida mano, el tiemble del aliento de Kuroro se había situado, notoriamente inclinado en señal de disculpa sentía como su vivacidad lo abandonaba, y ella…Kurapika sólo permaneció así, ignorando el reducido espacio, la incomodidad de tenerlo cerca y mucho más el pésimo clima. Sería correcto decir que su cuerpo permaneció así, pues hace ya mucho que su conciencia empezó un gran viaje hacía lo más profundo de sus recuerdos, sus sentimientos e intenciones, haciendo una gran pausa donde se encontraban sus dudas y las acrecentaba. Su oscuro pasado permanecía tan claro, la herida era tan profunda y tan difícil de cerrar que no podía creer o más bien no soportaba el hecho de tener a ese mismo hombre, aquella bestia traída desde el mismo infierno para acabar con su paz; aquel mismo hombre que ahora se encontraba a sus pies pidiéndole disculpas y mucho peor aún, revelándole parte de su vida con gran sinceridad.


Podía verlo, era increíble; tan indefenso, tan dulce casi podía hacer que olvidara sus sentimientos hacía él, fue entonces cuando sintió una punzada, un mal estar y aquellas palabras llenaron su pensamiento… él está así por mi culpa, es la cadena, mi cadena la que mantiene en su corazón…


Su razón tomo esta vez la delantera propinándole una bofetada lo suficientemente fuerte como para hacerlo despertar. Kurapika sintió compasión por aquel hombre que no mostró piedad alguna al matar a toda su tribu y lo que es más al encontrarse por primera vez lo ridiculizó al mofarse de sus intenciones llenas de venganza, como él podía tener derecho a recibir consideración.


--Me tengo que ir—Al borde, casi a punto del colapso. Kurapika deseo desde lo más profundo de su ser; huir; separarse de todas las dudas que le proporcionaban con tan sólo mirarlo. Era todo, un grave error y se acabaría ¡Ya!


--Por favor espera…-- no le dio tiempo de emplear su torpe e improvisada huida, la tomó por él brazo con notoria desesperación, evitando cualquier brusco roce se quedó inmóvil con la esperanza de verla al menos de costado.


--…-- y no recibió respuesta, sólo un ligero movimiento bastó para continuar. Kurapika giró levemente sin dejar ver su rostro, dispuesto a pedirle o si fuera necesario rogarle que lo dejara en paz. Suficiente para iluminar la cansada expresión del hombre de cabellos oscuros, casi imposible como su comportamiento desde el día de ayer esbozó una encantadora sonrisa, dejando al descubierto una expresión que nunca se le fue concedida ni a la persona más cercana dentro de su escaso círculo de amigos. Orbes oscuros, casi apagados, brillaron con ayuda de la reina que adornaba el estrellado cielo. Piel tan pálida, enrojeciendo levemente, resaltado sus mejillas y siempre tan unidos, esta vez sus labios no temieron ser separados tomando aquella forma, mágica a los ojos de ella. Sin darse cuenta ninguno de los dos. Se habían convencido fervientemente, no era momento de despedirse.


--Me concedería la dicha de conocer su nombre—esta vez se deslizó hasta llegar a temblorosa y delicada mano de la muchacha. –Yo me llamo Kuroro Lucifer, lamento no haberme presentado antes—y el frío de su cuerpo se esfumó al sentirse bajo los labios de aquel completo desconocido. Con gran sutileza rosó su piel y por si fuera suficiente volvió a brindarle una tierna sonrisa, sólo esperando tener una respuesta.


Siempre tan sigilosa, no la conocía en lo absoluto pero de antemano ya parecía saber todas sus respuestas, pero esta vez no la dejaría, además notó algo más en ella. Kurapika no sólo estaba dispuesto a no responder, tal vez no podía hacerlo, pues su desasosiego no pasaba desapercibido ¿Qué sucedía?


--¿Señorita?—dejando de lado el contacto físico se atrevió a acortar su distancia, Kuroro situó su curiosa mirada a pocos centímetros de ella. –¿Me dirá su nombre?—


Sorprendiéndolo no pudo evitar dar un pequeño salto al verlo tan cerca, en efecto no podía responder, no sabía cómo hacerlo, fue un detalle que pasó por alto; su nombre de chica. Pero la imprudencia de las personas fue lo que le salvó esta vez, ambos tan embelesados olvidaron la minúscula posibilidad de ser encontrados. Y así fue; risas, groserías y planes improvisados en boca de repugnantes hombres con intenciones innombrables llenaron su espacio privado, aún sin poder ser visibles se sintieron derrotados, pues no fue el hecho de encontrarse rodeados totalmente sino escucharlos alejarse escandalosamente. No tenían idea de los que estaba pasando solo hasta que Kurapika pudo percibir un molesto olor, algo como un químico, era fuerte.


--Esto…--


--¡¡Sh!!—


Kuroro se apresuró a cubrirlo, tan pronto como se dio cuenta de la situación se abalanzó, abrazándolo fuertemente. Y se volvía a repetir la historia sólo que en esta ocasión no lograrían escapar. Un fuerte tóxico fue liberado, era cuestión de minutos el llevarlos a la completa inconciencia.


La espesa vegetación así como varios hombres sin rostro fueron los únicos testigos de lo que pasaría a continuación. Levantaron los cuerpos sin tener el mayor cuidado.


--Señor ¿qué hacemos con la mujer?—


--Irá también—


--Pero no tiene sentido, no tiene nada que ver—


--Si el imbécil de Kuroro se ha empeñado tanto en cuidarla, nos será de mucha ayuda…--


 


Un destello lo hizo reaccionar, sin embargo no pudo hacer mucho, su conciencia aún algo débil pedía gritos que se levantara pero su cuerpo se encontraba entumecido y principalmente sus ojos se negaban a hacer contacto con el exterior, podría ser peligroso. Kurapika se mantuvo así durante varios minutos, consiente, privado de su mirada sabiendo de antemano que pronto debía despertar completamente. Con algo de inseguridad en su decisión, abrió lentamente sus ojos, con mucho esfuerzo, los sentía muy pesados ¿Acaso había sido drogado?


--¿Dónde estoy?—susurró aún con los ojos medio abiertos, la luz de la habitación le resultó peligrosamente intensa. Desafiando a su débil estado trato de mover sus extremidades, no tuvo éxito sin embargo no era por él, fue hasta ese momento que se dio cuenta que se encontraba totalmente inmovilizado con cadenas, suspiró al pensar que su vida está en un grave peligro y no tenía la menor idea de cómo se zafará de esta situación.


En que me eh metido ahora…


Se quejó su pensamiento sólo hasta notar que alguien apareció a un costado de él. Esta vez siendo mucho más visible, un sujeto no de gran estatura, calvo y con gran sobrepeso vestía un traje negro, él seguramente responsable de todo lo que había pasado esa noche, se acercó muy contento.


La situación no era nada favorable, siendo completamente inmovilizado además de no estar del todo consiente, Kurapika sólo siguió con su mirada cada movimiento del repugnante hombre.


--¿Por qué me miras así?—se mofó, además de acercar su mano a la mejilla de Kurapika, acariciándola lentamente. Un acto demasiado desagradable. Aun así no pudo evitar desviar sus pensamientos, llenando su mente de la imagen de su acompañante ¿Dónde se encontraba? ¿Lograron completar su venganza en contra de él? Kuroro está…


Y fue entonces cuando lo tomó por la barbilla para dirigir su rostro hacia un extremo de la habitación.


Lo divisó de inmediato, algo aliviado quizá por su bienestar aparentemente lo observó con algo de preocupación, Kuroro atrás de un vidrio lo bastante sólido como para no escuchar nada de lo parecía decir. ¿Qué están planeando?


--Míralo por última vez—susurró de manera irónica a su oído


Lo siguiente que supo es que otra persona entro de manera escandalosa, Kurapika aún sin poder tomar control de su cuerpo se limitó a soportar el nuevo contacto con el recién llegado, portador de un mandil blanco y una mascarilla volvió a realizar la misma repulsiva acción de toquetear su rostro además de bajar por su cuello hasta detenerse en su pecho, escupió una mueca parecida a una sonrisa.


--Que bella eres—


--K-Kuro…--


--No te preocupes te dejaré estar con él, este veneno se tardará toda la noche en esparcirse por todo tu cuerpo, seguramente dolerá—al término de su frase rio estruendosamente.


Casi, tan solo a punto de lograrlo hizo rodar sus ojos hasta la figura de aquella desconocida persona, su gran contradicción, su eterno enemigo y a pesar de todo es que no podía rechazar más la idea nostálgica y quizá de arrepentimiento, no lo volvería a ver. No, simplemente no volverá.


Era el fin, una pésima idea nacida de su infinita curiosidad, se descuidó y se dejó llevar…


El frío metal de la aguja tocó la tensa piel bajo su mentón y poco a poco fue adentrándose peligrosamente, liberando su única sustancia, sin saber cuál era su nombre sólo se le podía llamar de una manera, muerte.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).