CADENAS
SHUN DE ANDROMEDA
Sentía su pulso volverse loco dentro de sus venas, sentía su cara roja y caliente, sus cabellos largos y verdes estaban pegados a la suave y delicada piel de su rostro debido al sudor provocado durante la batalla en el templo del patriarca, sus compañeros estaban aún a muchas casas más abajo y aquel hombre que ocupaba el título del patriarca del santuario estaba a su merced y con tan sólo pensarlo su cuerpo se tensaba de felicidad. El cómo caballero portador de la armadura de Andrómeda no había sentido una sensación igual antes, siempre creyó que su alma, pensamiento y cuerpo siempre pertenecerían a la diosa Athenea pero sus pensamientos e ideales fueron borrados en un santiamén al tener a ese hombre atrapado por sus cadenas.
La piel blanca por donde cruzaba el metal se enrojecía al tacto, el patriarca de cabellos azulados y mirada combativa había dejado de moverse al notar que no podría romper sus cadenas y que con solo un movimiento contraía aún más el metal contra su garganta, Shun se sentía en un el paraíso observando su más grande obra de arte.
Atado al techo, con sus manos apresada y jaloneadas, el hierro contra su cuello, vueltas de la cadena sobre el blanquecino pecho que apenas respiraba por la opresión, sus piernas separadas y con los tobillos en el aire dejando al hombre dispuesto sólo para él, aquel hermoso color gris plata contrastando contra blanco de la piel lo volvía loco.
Con timidez se acercó al cuerpo ignorando aquella mirada de odio, con vergüenza y lentitud rompió la tela que estorbaba, con la delicadeza de sus finos dedos tanteo el terreno que estaba a punto de profanar, su cuerpo tembló al sentir el primer contacto de su húmedo glande contra aquella cálida hendidura y soltó un agudo gemido al estar completamente apresado por el interior del patriarca llamado Arles, de cabellos azulados y mirada verdosa que gemía apresado por las cadenas de Andrómeda.
SENTIDOS
SHAKA DE VIRGO
No había sido una lucha por demostrar quién era el más fuerte, no había sido una batalla para salvar a nadie, tampoco fue para demostrar quién era más poderoso, no, aquello se suponía que era sólo una práctica normal, una práctica que ambos se tomaron muy enserio, inclusive había utilizado su más preciado lugar para la batalla, el jardín de los sales gemelos, aquel hermoso lugar que sólo era para él, había servido como el ring de batalla entre él, el santo de virgo contra el caballero que portaba la armadura de géminis.
No supo cómo las cosas ocurrieron, si el deseo lo llevó a dejar al dorado de esa forma, o ver a Saga de esa manera produjo que nacieran esos deseos, pero ahora tenía al geminiano, al estoico y uno de los dorados más leales y correctos del santuario con la cabeza contra el piso, completamente ciego, sin audición, sin olfato, sin poder mover un solo músculo pero siendo sólo capaz de emitir sonidos desde su boca y sentir lo que él estaba haciéndole.
Shaka entendía que como el hombre más cercano a dios no tendría por qué caer en deseos tan terrenales, pero algo en su cuerpo aun no lo sabía, su cuerpo no sabía que estaba mal lamer aquel lugar tan suave pero íntimo, no sabía que no debía meter sus dedos en ese mismo lugar para escuchar como el otro soltaba gemidos inconscientemente sin poder escucharse a sí mismo y tampoco sabía que no debía introducir su miembro dentro de otro hombre sin que este pudiese defenderse, su cuerpo no lo sabía porque él estaba disfrutando de cada momento, de cada embestida que le daba al cuerpo del caballero de géminis, de cada sentimiento de goce que alcanzaba al sentir la entrada de su compañero contraerse fuertemente contra duro miembro.