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The Bottom Queen por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Gracias por leer, sé que muchos quedarán como "que mierda acabo de leer" pero este es mi aporte, el granito de arena que pongo para variar las cosas y escapar de mi habitual zona.

nah sólo lo hice de caprichoso, pero gracias por leer y comentar.

 

ROSAS

AFRODITA DE PISCIS

—Se ven tan hermosas en ti, son casi del mismo color azul de tu cabello, es como si se fundieran contigo. — El caballero de piscis veía fascinado sus hermosas rosas enredarse en el cuerpo de Saga, algo que él mismo había creado, algo que con tanto esfuerzo había criado y cultivado para esa persona, porque desde que empezó su nuevo proyecto de jardinería sólo tenía una musa, todo ese arduo trabajo lo realizaba para ver la hermosura de sus rosas combinadas con la belleza del dorado de géminis unidos en uno sólo.

Esas rosas representaban todo lo que a sus ojos Saga era, belleza en cada pétalo, pero peligro en cada espina, sus amadas rosa azules, su nueva adquisición tenía una particularidad, crecía como enredaderas sin control cuando se aferraban a alguien, con vida propia se movían por aquel cuerpo dejando rasguños en la piel por donde las espinas pasaban y a la vez liberando aquella neurotóxica capaz de paralizar cada nervio del organismo.

Afrodita dio un salto y aplaudió con sus manos de felicidad al verse satisfecho, peinó sus cabellos celestes con delicadeza, rió coquetamente cubriendo su boca con su mano cuando el último musculo del caballero de géminis dejó de moverse, cuando la enredadera había amarrado cada extremidad y de paso rasgó la tela de la vestimenta dejando a la vista porciones de piel.

Con sus manos comenzó a acariciar el cuerpo del gemelo, con delicadeza pasaba sus dedos entre las espinas que no le hacían nada al tocarlas y su lengua lamía con gratitud cada hilo de sangre que comenzaba a escurrir de los rasguño.

Aquel cuerpo podía estar completamente paralizado, pero ese rostro aún seguía mostrando emociones, aquellos ojos aun eran capaces de verse nublados de placer y aunque el caballero de géminis no pudiese decir nada, Afrodita sabía que Saga desfallecía de placer al sentir como el dorado de los peces se introducía en aquel hermoso y delicado lugar como un botón de rosa que estaba floreciendo pétalo a pétalo gracias a Afrodita.

 

 

FRÍO

CAMUS DE ACUARIO    

—Sólo tienes que pedirlo, Saga— Nadie podría percibir sus intenciones bajo aquel inamovible rostro, tan frío como el hielo mismo, tan serio, tan imperturbable, pero bajo todo ese manto de indiferencia se escondía otro ser, uno que sólo él mismo conocía, que sólo el caballero de acuario era consciente de que existía, ese otro ser que yacía dentro de él escondido en lo más profundo cuando Saga de géminis estaba en su presencia.

Aquella situación se había dado sola, casi como si aquel subconsciente se apoderara de él en ese momento, poco a poco comenzó a bajar la temperatura de su templo con su cosmos, poco a poco el piso se volvió hielo, poco a poco todo lo que los rodeaba se volvía blanco y cristalino, él podía soportarlo sin dificultado ya que ese era su clima preferido, pero el geminiano no podía manejar muy bien aquellas temperaturas, no podía manejar bien la escarcha blanca que se posaba en su cuerpo, no podía escapar del envolvente frío sin su armadura, y mientras esa piel se volvía azulada, el esperaba con la paciencia digna de un monje las palabras del otro.

Hasta que finamente llegaron, hasta que los labios congelados de Saga Salió aquel “No quiero sentir frío, Camus” en el que él tomó la súplica y con toda su benevolencia cogió aquel “difícil” trabajo de calentar el cuerpo del otro. Primero fueron sus manos paseándose por su piel con la excusa de quitar la escarcha, luego quitó cada prenda con la perfecta excusa de que estaba mojada, luego acercó su cuerpo contra el otro para entregar el calor que tanto necesitaba y como auto-pago de tan ardua labor reclamó el cuerpo de Saga con la más hermosa excusa de que sólo de aquella manera acabaría el frío; Camus nunca mintió, porque a medida que su cuerpo arremetía contra el otro podía notar como la azulada piel se volvía de un rojo intenso, como cada copo de nieve que caía sobre sus pieles se volvía agua al instante, Saga ya no sentía frío, ahora lo único que era capaz de sentir era el asfixiante calor que Camus de acuario producía desde su interior.

 

 


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