- Buen por suerte el corte no es tan profundo como parece, parece ser que ninguno de sus órganos se vio afectado, su ojo tampoco demostró estar severamente dañado más allá del golpe superficial
Escuchaba atentamente al doctor mientras veía al misterioso chico que había llegado a su vida hace pocos minutos, Ushijima no mentiría, estaba profundamente confuso, por un lado aunque el joven no le hubiera dicho directamente aun nada, él podía intuir fácilmente lo que demostraban las acciones del joven, sin embargo se negaba a creerlo, realmente el estado de ese joven se debía a causa de unos policías, subordinados y compañeros suyos, aquello no podía ser cierto, el conocía prácticamente a todos, eran sus subordinados compartían los mismos ideales, y aunque no es que todos los llevaran con la misma fuerza que él, eso no significaba que fueran capaces de dejar en tal estado a un civil, pero podía ser, realmente, fingido el miedo que desprendía claramente ese joven, esto era una situación realmente difícil de tratar.
Confiar en su juicio sobre sus compañeros o confiar en el miedo que veía en los ojos del chico.
- El recto del joven parece que no fue desgarrado
- ¿Disculpe? ¿recto? – expreso confundido Ushijima
- Así es Ushiwaka – menciono el doctor mientras lo miraba a los ojos- que no ponías atención acabo decir que el chico claramente fue violado, aunque el recto parece estar bien
- Violado – repitió Ushijima, no solamente fue agredido, sino que también lo violaron – que más?
- Nada más, eso es todo que yo puedo decirte, aunque déjame decirte que no me hace nada de gracia que me levante a medianoche para atender a tío en la estación de policía – se quejó Oikawa – y yo que estaba teniendo tan buena noche con mi Iwa-chan
- Muchas Gracias por venir hasta aquí a estas horas – contesto Ushijima – dale mis disculpas a Iwaizumi-san
- ¡ES OIKAWA O-I-K-A-W-A – grito molesto Oikawa- diablos porque demonios nadie lo llama Oikawa es que no recuerdan que está casado!! ¡Que es mío!
- SI me disculpas
Ushijima salió rápidamente del lugar, no necesitaba volver a oír el sermón de Oikawa, en ese momento tenía muchas preguntas por resolver y la única persona que podía resolverlas era ese joven.
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Se encontraba recostado mirando fijamente el techo de la enfermería cuando Ushijima entro y tomo asiento, en una silla cercana a la cama.
- Necesito que respondas algunas preguntas
- S-Si
- ¿Cuál es tu nombre?
- Kotaro
- Lo necesito completo
- No tengo apellido, soy huérfano de nacimiento, los hermanos de la iglesia solamente me nombraron Kotaro
- Entiendo, entonces Kotaro, podrías decirme que sucedió, como fue que terminaste en este estado
- Y-Yo me acabo de mudar a este lugar, y, y , y, yo solamente salí a comprar la cena p-porque no quería c-cocinar – relataba Kotaro mientras lagrimas escapaban de sus ojos- y c-cuando r-regresaba me encontré c-con e-esos, e-esos, e-esos
- Policías, ¿verdad? – completo Ushijima, mientras Kotaro asentía y más lagrimas escapaban de sus ojos, era real, lo que tanto temía Ushijima, Kotaro había sido atacado y violado por policías, subordinados suyos – ¿Cuantos eran?
- C-cuatro, y-yo no pude hacer nada, me tiraron al suelo casi de inmediato y-y-y – Kotaro se frotaba los ojos intentando calmarse
- Está bien – Ushijima sujeto suavemente las manos de Kotaro y las aparto de su rostro – no tienes que decirlo
- E-Ellos m-me t-tocaron, m-me g-golpearon- para ese momento Kotaro era un mar de lágrimas- e-ellos
- Está bien- menciono suavemente Ushijima, mientras lo envolvía en sus brazos – Tranquilo, no dejare que nada malo te pase ahora, no otra vez, me encargare de encontrar a quienes te hicieron esto, lo hare Kotaro
- Realmente tú vas – pregunto bajamente Kotaro buscando ver sus ojos
- Si, te protegeré Kotaro, encontrare a los responsables de esto, no dejare que vuelvan a hacerte daño
No dudaría, tenía sentido hacerlo, cuatro de sus hombres habían atacado a Kotaro, lo habían marcado de por vida, no era que simplemente se les había ido la fuerza en algo, el confiaba en sus hombres, pero esos ojos miel, que aparentaban ser de oro, no le permitían desconfiar de él, esas lagrimas que surcaban como fuente por sus mejillas no le permitían tener cabida a duda, esas manos mientras temblaban se aferraban a su camisa con fuerza, no le permitían confiar en su criterio respecto a sus subordinados.
En lo que ahora creía era en lo que tenía delante de él, un chico, frágil, con miedo, al cual habían lastimado tanto física como mentalmente, el cual a pesar de su miedo, de lo que había vivido hace pocos momentos había confiado aun en ellos, y el no dejaría que esa confianza se perdiera, no dejaría que nadie más lastimara a ese frágil e hermoso chico que ahora sostenía entre sus brazos.
- ¿Lo prometes?
- Es una promesa Kotaro, a partir de este momento yo te protegeré
No había vuelta atrás.