Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi mejor adquisición por namidatagani

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola~

Me tienen acá de nuevo~

Pasen y lean.

Dos segundo más y todo se hubiese perdido. No tendríamos otra oportunidad de nuevo, por lo menos no una en mucho tiempo, y tiempo era lo que menos podíamos desperdiciar. La fecha de nuestra "salida" ya estaba programada, seríamos vendidos como esclavos sexuales en un país ajeno al nuestro para pasar el resto de nuestras vidas siendo penetrados hasta el cansancio sin siquiera aspirar a contemplar el amanecer una vez más.


Mi mejor amigo, por no decir la única persona con la que hablaba, me seguía los pasos de cerca. Nuestros pequeños corazones latían con fuerza, no había dudas ni miedo en él sólo unas ganas inmensas de presumir nuestra tan ansiada libertad tras atravesar aquellas puertas.


Ya habíamos logrado esquivar casi toda la seguridad del edificio, sólo faltaban unos cuantos metros que nos separaban de nuestros sueños, sólo unos minutos más y nos veríamos fuera de todo lo que habíamos conocido y deseábamos olvidar. 


Paso a paso nos encontramos por fin frente a la barda, el último obstáculo para lograr nuestro objetivo, tres niños más se nos unieron rápidamente haciendo nuestro número más grande aumentado las posibilidades de ser vistos. Apresurarse era lo mejor tomando en cuenta las circunstancias.


"Lo lograremos a tiempo" le escuché decir a mi amigo. "Por fin tendremos un nombre y no seremos sólo números" susurró entusiasmado otra persona tras de mí. Sólo pensaba en lo maravilloso que todo eso sonaba, teníamos esperanza y un futuro aguardándonos.


Pasé la barda con mucho esfuerzo, de inmediato supe que sólo la adrenalina que me invadía en ese momento pudo hacer que lograra tal hazaña. Con dificultad ayudé a otro más después de revisar que tenía problemas bajando pues procuraba no lastimarse. Una vez terminé corrí con todas mis fuerzas al primer rincón oscuro que mis ojos encontraron, no sé si fue un reflejo para no verme absorbido entre la luz de las calles o por miedo a ser encontrado, truncando mis esperanzas. 


Una vez recuperé el aliento comencé a buscar a mi mejor amigo entre las sombras que cruzaban las calles. Nada, no había nada. Ni un rastro, nada. En mis esfuerzos logré ver al chico al que había ayudado, con sigilo me aproximé a él intentando no llamar mucho la atención de quienes nos rodeaban. Tras preguntar un peso enorme apresó mi razón. No pude pensar más, el impacto de sus palabras me dejaron helado. Nadie más había podido escapar. Un disparo, luego otro y otro más; gritos y ladridos. Eso era todo lo que podía recordar. "Huye, corre y no mires atrás" ese fue el último mensaje de quien sea que estuviese detrás de aquel chico.


Quise saber más, hurgar en sus memorias con tal de obtener algo que sabía perdido pero que mi corazón anhelaba escuchar sin importar qué. Sin embargo, al mirarle fijamente me percaté del miedo que invadía a aquel muchacho. "Lo siento" se disculpó una y otra vez mientras se aferraba a mis manos, "lo siento" gruesas lágrimas recorrían su rostro cayendo sin mesura, "lo siento...pero no me arrepiento". Mis ojos se abrieron de golpe, nunca esperé que sus palabras se quedarían tatuadas en mis recuerdos como una penitencia que cargaría por el resto de mis días impidiendo que por un sólo momento de mi vida me sintiera realmente vivo.


Dejé a aquel chico pocos minutos después y me propuse encontrar la forma de salvarlos, debían seguir con vida, después de todo eramos objetos de cambio que les producirían dinero. Me convencí de que así sería, que ellos todavía respiraban y que seguramente estaban esperándome, él me esperaba y yo no podía fallarle. La ingenuidad en mi alma me sigue doliendo.


Tomé sin pagar un sólo quinto algunos panes de un puesto, bebí de un charco que me pareció el menos sucio, caminé por las mismas calles afilando mi sentido del oído; cualquier comentario que me pudiese ser de ayuda no debía pasar desapercibido. Rescataría a mi amigo. Estaba decidido.


Por la mañana seguí con mi recorrido, con ayuda de algo de lodo cubrí mi cara y mi cabello, fue increíble lo que un poco de suciedad pudo hacerle a mi aspecto tan perfectamente cuidado por las personas que me mantuvieron preso, después de todo la mercancía debía ser de calidad o eso es lo que solían decirnos siempre.


A las pocas semanas de mi investigación comprendí algo que me cambió. Todo ese tiempo "jugándome" la vida no fue más que un total desperdicio. La misma noche de nuestro escape los que no lo lograron fueron inmediatamente reubicados pues temían que los delataran llevando a pique el negocio. Busqué día y noche la oportunidad para salvarlos sin saber que me había sido arrebatada sin siquiera ofrecérmela. 


Qué estupidez la mía. Era tan obvio. Toda esa gente sólo tenía mierda dentro, qué más podría esperar de cobardes como ellos. Todo éste tiempo jugando a ser el héroe cuando sólo fui un idiota, de haber denunciado todo, de haber gritado, todo hubiese sido diferente, todo. En esos momentos podría haber estado disfrutando de mi libertad junto a él y, sin embargo, ahí estaba: el ingenuo que se creyó toda esa mierda de ser su última esperanza, de ser quien los liberara de todo eso. Qué doloroso fue saber la verdad. Saberme inútil. Fue cuando comprendí la primer gran lección de mi vida: no soy ningún héroe, sólo un pedazo de porquería ilusa criado por más porquería.


La segunda gran lección de mi vida no tardaría en llegar, en realidad si lo pensara mejor tal vez ésta ocuparía el primer lugar pues fue entonces que mi vida como lo es ahora cobró sentido. 


+++++++++++


Preso de mis culpas, me alejé lo más que mis pequeños pies me permitieron. Quería olvidar, enterrar eso a lo que llamé "mi vieja vida" aferrándome a un mejor mañana que, por supuesto, nunca llegó. Aquellos que nacieron en la mierda, seguirían ahí hasta el fin de sus días.


Llegué a un lugar que me pareció decente dentro de mi pobre juicio. Busqué algo que me permitiera llevarme algo de pan a la boca, después de gozar de buena salud y tres comidas al día, el hecho de no seguir los mismos hábitos desencadenaron pérdida de peso y problemas de salud. Con tan poca energía no podía ir muy lejos, mis opciones disminuían día con día hasta que una nueva luz se abrió camino ante mí. 


Una pequeña niña tocaba el violín en un olvidada esquina de aquel lugar, la gente a pesar de verse con prisa se tomaba algo de tiempo para escucharle y dejarle un poco de dinero. Ella me recordaba a aquel amigo que alguna vez tuve y que abandoné. Sin más preámbulos nos hicimos amigos, a esa edad cualquiera que te hable mientras sonríe es considerado tu amigo. 


Poco tiempo después nos hicimos famosos en el pueblo, ella por sus bellas melodías y yo con mi voz que era catalogada como hermosa y angelical, supuse que cuando se es pequeño todo lo que uno hace se ve así, por lo que no le di mucha importancia, mientras dejaran lo suficiente para comerme uno de esos ricos panes era feliz.


Ese bello dueto fue estropeado, no por decisión propia, sino porque ella enfermó para después dejar éste mundo, quedándome nuevamente solo. Quise sentirme mal por más tiempo pero mi estómago no dejaba de pedir comida así que tuve que reanudar el negocio una vez más, ésta vez dejaría que la suerte me ayudara a cruzar camino con algún otro músico para el nuevo dueto. 


Dos años después me convencí de que formar un dueto ya estaba más que perdido y que pensar lo contrario era en vano, continué mi carrera como solista en un pequeño bar de otra ciudad. Allí fui bien recibido por el público aunque nunca fue por mi voz, en ese lugar la gente iba a verme no a escucharme. Las miradas llenas de deseos sexuales no tenían ni la más mínima intención de pasar desapercibidas, los comentarios pidiendo que me quitara la ropa o que enseñara más piel nunca faltaban; y por supuesto la envidia de aquellas que se consideran mujeres sensuales no se hizo esperar dejando al descubierto su verdadera naturaleza.


Al final fui vendido a un tipo asquerosamente rico que pagó una fortuna para poder revolcarse en la cama conmigo. No tardé en saber quienes fueron las responsables, al fin y al cabo sus miradas llenas de satisfacción me ayudaron a comprender la situación de inmediato. Así que siguiéndoles el juego, les pinté la mejor grosería que me sabía mandándolas al demonio presumiendo el anillo que me acaba de dar aquel puerco sin vergüenza en un patético intento por comprarme. Sobra decir que las mandé matar a los pocos días, fue tan fácil que todavía me divierte. Sólo tuve que llorar un poco a mi nuevo "dueño", unas cuantas palabras y un muy buen servicio en la cama; no me tomó más que eso para poder ver sus caras retorciéndose en el dolor al ser violadas. "Que no sufran mucho, me dan lástima", susurré lascivamente a mi "amo" una vez que me aburrí de verlas y él no tardó en pedir que las azotaran hasta a morir con tal de volver a follarme como acostumbraba cada que yo hacía eso.


No tuve más remedio que ceder a lo nuevo que tenía la vida para mí. No volví a pasar hambre o frío, todo lo que pedía se hacía, no había nada que me fuese negado, a cambio sólo debía dejar que hiciera con mi cuerpo lo que se le diera la gana, fingir que me gustaba, que lo disfrutaba para que el cerdo ese terminara besando mis pies. ¿Libertad? Eso había quedado en el pasado. No quería esa supuesta "libertad" si eso involucraba tener que trabajar hasta el cansancio en algo para que al final me sea arrebatado o que alguien me utilice, me tire quedándome solo para que después deba iniciar de nuevo; es como intentar salir del pozo de mierda y que al final alguien más listo y con más suerte te regrese. Si así era como funcionaba el mundo entonces simplemente me retorcería entre la mierda viendo como otros intentan lo que yo no.


Todo estaba "bien" hasta que un día desperté amarrado de pies y manos mientras mis ojos se encontraban cegados por un pedazo de tela gruesa. De inmediato supe que la cadena de cosas mierdas que estaban destinadas a sucederme todavía aguardaba un episodio más para mí. ¿Qué sería ésta vez? ¿Venderán mis órganos? ¿Me utilizarán en alguna clase de prueba de medicamentos? No tenía idea, sólo pensaba dejar que todo aquello se diera, ya no tenía ganas de luchar, ya no más.


Sin embargo, el destino es perro. Quiere que todo el tiempo pienses que la vida es una mierda y que lo peor que puede pasarte es seguir viviendo. Así fue. Pocos minutos después de haberme despertado escuché su voz tan clara que pareciera que todo ese tiempo estuve impaciente por oírla nuevamente. Era la voz de mi amigo, aquel que abandoné. Me estremecí al darme cuenta lo jodido que estaba el mundo. ¿Era mi castigo por matar a esas perras envidiosas? Tal vez, pero esto era pasarse de la raya. 


Sin embargo, algo en su voz era diferente. Me asusté al percatarme de ello, era algo diabólicamente planeado, ¿cómo era posible que notara hasta esos pequeños cambios? Su voz se escuchaba tan retorcida como la mía, por lo que deduje que al final todos terminamos en la misma mierda. Me alegré de saber que aunque tomamos diferentes caminos al final terminamos en el mismo puto infierno, pues todo aquello era un previo para una subasta donde gente retorcidamente rica iba a comprarnos.


¿Cómo no saberlo? Al quitarnos las vendas mis ojos se cruzaron con los de mi amigo, inmediatamente se posaron en nuestro entorno, todo estaba tan jodido como antes. Reímos, reímos; en verdad reímos tanto que no faltó quien pensara que necesitábamos ayuda profesional de esa que jura curar a la gente que ha perdido la razón; pero es que nunca perdimos la razón...siempre la tuvimos.


Al dejar nuestras carcajadas de largo, él me ayudó a tallarme la espalda una vez que nos dejaron limpiarnos con esas cremas que dejan tu piel suave con un aroma dulce tras un buen baño de espuma, exfoliante...la misma mierda de esos lugares.


-Miss me?-me preguntó con ese estúpido acento inglés que tanto llegué a odiar. ¿De verdad eso fue lo más inteligente que se le ocurrió decir?


No respondí a su pregunta sólo comencé a reírme de nuevo, no de esas risas que te incitan a reír, sino de esas que no quieres volver a escuchar jamás. 


-¡Corre!-grité-Eso fue lo último que te dije y cuando lo hice lo decía enserio-pausé para verle a los ojos-Si te pedí que corrieras, ¿qué demonios haces aquí?


Se quedó en silencio un momento, como intentando recordar aquel momento.


-No querrás decir, ¿qué hacemos? Todo lo que me ayudó a soportar ese infierno fue el hecho de haberte salvado, y ¡mírate!-me señaló divertido-¡aquí estás!


Ambos supimos de inmediato lo que el otro pensaba. Esbozamos una sonrisa. Sin producir sonido alguno, no dijimos más. Sabíamos a la perfección que éste mundo nos había enseñado lo mismo, que estábamos corrompidos por dentro y que eso, aunque quepa duda, nos gustaba.


-Fue un viejo de unos cuarenta, aguantaba unos diez minutos como mucho en su mejor condición, se pudría en dinero. Tres comidas al día, cogíamos de noche y de día tres veces a la semana y en día feriados. La tenía...mmm...no muy grande pero era gruesa por lo que las primeras veces dolió jodidamente, pero el viejo era gentil a su manera, ¿y tu?


Sin pausa alguna desplomé aquella bomba de información, ¿qué más daba? Si iba a obtener el mismo tipo de respuesta, ¿qué más daba?


-Te fue bien-pausó-Déjame pensar. Era joven de unos veinte creo; siempre nos dedicamos a gemir, moar, mojarnos...por lo que no fue muy claro cuando se presentó el primer día de clases de sexo con un hombre. Aguantaba unos veinte minutos, me costaba ponerlo duro al principio por mi falta de práctica pero mejoré con el tiempo, la ponía dura incluso tras cuatro o cinco rounds; ¿qué te puedo decir? Tengo el toque. Cagaba dinero el hombre, lo hacíamos cada que se le paraba lo cual ocurría seguido, muy seguido. Cinco comidas al día, aunque a veces el trabajo me dejaba con sólo dos o tres. Tenía una ametralladora por pene, aunque no muy gruesa, aprendí rápido a aceptar la invasión, era eso o sufrir por no poder sentarme, pero se jodió porque su esposa nos descubrió y terminé aquí ya que la pobre no lograba que la pistola disparara; y a ti ¿te descubrió la nieta o el nieto?


-Ni puta idea-respondí cayendo en cuenta de mis propias circunstancias-. Hasta donde puedo recordar ayer cogimos bien, sin quejas y hoy amanecí acá, ¿tu crees?


-Seguro alguna sirvienta zorra envidiosa, u otro tipo con más suerte que tu.


No pensé mucho en la razón, todo esto significaba que tendría que lamer otro pene.


-Como sea, espero que el próximo no tenga una ametralladora, me agrada respetar mis tres comidas al día.


-La leche ayuda al buen crecimiento.


-No la paterna.


El destino era perro. Ambos aspirábamos a ser vendidos a alguien que por lo menos no tuviera fetiches extraños o dolorosos, lo supimos cuando escuchamos lo bien que nos vendían: puros y castos, inocentes, serviciales...un adonis. Pobre de aquel ingenuo que crea eso. Algo que está tan sucio como nosotros dejó de ser puro en el momento en que pensamos que podíamos ser felices. La ingenuidad no conoce límites hasta que se encuentra de frente con algo todavía más perro: la realidad.


Continuará...

Notas finales:

Y hasta aquí llegamos~ 

Listo el tercer capítulo, lo subiré en cuanto pueda.

Gracias por sus comentarios, ¡siempre me dan vida!

Bye bye.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).