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Roy Swan por Eowyn Fitzgerald

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Charlie terminó regresando con Bill y me devolvió a Jacob y aunque estábamos lejos los pudimos oír discutir, probablemente Bill le había expuesto a Charlie lo que opinaba sobre mi relación con Edward Cullen y los rumores que se extendían por la reservación sobre su familia, y a pesar del reciente desagrado por Edward de Charlie, él los defendió.

—No tenía ni idea de que se pondrían así —se excusó Jacob antes de volver a tomar su caña—, mejor me hubiera quedado callado.

—Igual debía pasar en algún momento.

Al medio día comimos pescado cocinado por Jacob en una parrilla improvisada con dos bloques, madera seca y una rejilla. Luego Jake y yo nos apartamos el resto del día para hacer nuestros deberes sentados en la parte trasera de su camioneta; yo tenía un trabajo sobre el retrato de Dorian Grey, y Jake una investigación completa sobre la revolución francesa.

Ese día llevamos a casa una abundante pesca ya que después de la discusión de nuestros padres se pusieron en competencia para ver quién era mejor, ninguno pudo comprobar quien había ganado porque les repartimos los peses de las cubetas en pares iguales, pero ambos juraban que el otro había perdido.

Llegamos al pueblo sobre las siete y media de la noche y los cuatro paramos en una cafetería a cenar hamburguesas, la cena fue tan amena y nos divertimos tanto que si, todos mis problemas se desvanecieron momentáneamente, como si el mundo entero fueramos solo nosotros; Bill y Charlie presumiendo con la camarera y Jake y yo haciendo la tontería del día probando cuántas papas con queso nos podíamos meter a la boca al mismo tiempo.

Fue cuando nos estábamos despidiendo y le ayudaba a Bill a subir a su camioneta que todo me volvió con un balde agua fría después de un sueño maravilloso.

—Aléjate de él, hijo —me susurro al oído—. No pongas en riesgo tu vida, ni la de tu familia.

El regreso a casa fue en un silencio incómodo, nada más al estacionarnos bajé corriendo del coche y subí a encerrarme en mi habitación y esconderme bajo mis sabanas, ya tenía suficiente del mundo y de sus opiniones de mierda, ahora solo quería dormir y por una vez tener una noche tranquila.

El día siguiente amaneció soleado y más caliente de lo usual para mí disgusto, mi ropa habitual aún seguía en el bulto de la ropa sucia y mis zapatos de siempre seguían mojados por haberme metido parcialmente al río con Jake. Me puse un par de pantalones entubados y una playera delgada de mangas cortas y unos zapatos de piel todo en color negro que Renee me había regalado durante mi último cumpleaños junto con otros tres conjuntos, no me gustaba usar ese tipo de cosas tan pegadas al cuerpo porque me hacían sentir pequeño, y por primera vez en un tiempo intenté peinar un poco mi cabello solo para ver si eso mejoraba mi ánimo durante éste día que francamente ya pintaba para ser fastidioso. Bajé las escaleras encontrándome con que Bella había escogido usar suéter y que tanto ella como Charlie ya estaban terminando de desayunar, ella parecía muy animada por el clima, yo para nada y lo peor era que los Cullen no iban nunca a la escuela en días así, lo que significaba que todavía no podría hablar con Edward y realmente lo necesitaba, pero ahora al menos sabía porque faltaban y no me sorprendía.

—Ahí hace un día estupendo —comentó Charlie a Bella—.

—Si —coincidío ella con una enorme sonrisa, luego de volvió para mirarme y hasta inclinó la cabeza un poco mientras aún masticaba como un perrito tratando de comprender algo— ¿Hoy si te bañaste?

—Que gran chiste, fue tan divertido que olvidé reír.

—Hoy te ves muy guapo jovencito —dijo Charlie ahora mirándome— ¿Debería preocuparme?

—No lo creo. Hoy ni siquiera va a la escuela —le recordé mientras sacaba el cereal de malvaviscos de la alacena—, no lo voy a ver hoy. A menos que tú me dejes ir a quedarme a su casa.

—Eso nunca ocurrirá.

—Me lo imaginaba.

—¿Tú novio no irá a la escuela hoy? —me preguntó Bella—

—No, el doctor Cullen los lleva de picnic o a acampar en días así.

—Que suerte.

—Ni tanto, a estas alturas Edward tiene peor récord de asistencias que yo, si sigue así se va a meter en problemas con la dirección, yo mínimo tengo justificantes médicos.

—No parece un mal estudiante.

—No es un mal estudiante, solo es un inútil cuando se trata de asistir a sus clases, es como un genio vago.

—Eso no me hace muy feliz —dijo Charlie antes de terminar su taza de café—, no sé si me siento cómodo con que salgas con un vago.

—También dije la palabra genio. Además no salgo con él por su historial académico, salgo con él porque francamente es el tipo más sexi que mis ojos han visto nunca y me dan ganas de...

—¡Ya para! No quiero escuchar, de verdad no quiero saberlo. Y tú tampoco deberías decirme si o quieres que lo persiga con un arma cargada.

Verlo tan abochornado fue sumamente divertido para Bella y para mí, he hice un recordatorio mental de volver a molestarlo de esa manera en el futuro, no todos los días obtenía información tan valiosa.

Charlie se fue nada más acabar de comer y me quedé todavía un rato más con Bella en lo que ambos terminamos de desayunar, no fue un desayuno del todo tranquilo ya que ella me escondió el tarro de azúcar y tiró la leche de chocolate por el fregadero discutiendo conmigo y dándome argumentos sobre el futuro mal funcionamiento de mi páncreas. Lo crean o no ella y yo comenzamos a acoplarnos al otro de a poco, a entender el espacio a respetar pero como era un proceso lento ella seguía intentando controlar varios aspectos de mi vida que no le gustaban y me obligó a llevar un impermeable en el auto, y tomó una chaqueta de Charlie para mí por mí falta de ropa limpia por si volvía el frío.

Llegamos primeros a la escuela y nos estacionamos en el puesto más cercano, para después ser arrastrado por Bella hacía una banca húmeda en el lado sur de la cafetería y ser forzado a mostrarle mis deberes, puso uno de los impermeables como cubre asiento y acto seguido revisó que tuviera todo en orden. Desde su llegada se había tomado como misión personal tomar el lugar de Renee; cuidaba lo que comía, me alistaba la ropa, ordenaba mis cosas, me obligaba a hacer trabajos en la casa, revisaba mi tarea, mis citas con el médico, los horarios de los pocos medicamentos que seguía tomando, me ayudaba a vestirme, y desaprobaba a mi novio... Si yo era un bebé en palabras de ella, también era su culpa porque inconscientemente a igual que todas la mujeres importantes de mi vida había despertado un instinto maternal conmigo. Todas me cuidaban como si me hubieran parido y mucho mejor que mi propia madre que a veces olvidaba que tenía dos hijos, bueno, no voy a culpar a Renee por su falta de conexión conmigo porque después de todo ella era un bebé mucho más grande que yo y requería más atención, y que importaba, quedé completamente al cuidado de Charlie desde el principio y el hacía un trabajo fenomenal, no necesitaba a nadie más... No me malinterpreten, yo quiero y respeto a Renee pero ella me trataba con pinzas y siempre fue más incómodo que otra cosa, y ella lo sabía porque se sentía igual, eso no hacía que no se preocupara por mi, si lo hacía y muchísimo, se notó durante aquel accidente y se notaba cada vez que algo malo me ocurría, pero pasado el momento todo volvía a su lugar como si nada hubiera pasado, a veces preguntaba por mi a Bella o a Charlie pero eso era todo, más parecía una pariente cualquiera que mi mamá, incluso durante aquella vez... Cuando desperté después de mi experiencia con los vampiros y una cirugía en el corazón solo fue a verme una vez antes de volver a desaparecer con Bella, mientras que Charlie no fue al trabajo ni durmió las siguientes tres semanas para verme dormir y verificar que seguía bien y que no me fuera a ir.

Pasaron los minutos y poco a poco el instituto comenzó a llenarse de estudiantes demasiado entusiastas para un lunes, y todos vestidos con su mejor ropa de calor, esa que guardaban en los armarios durante milenios y luego cuando la sacaban olía a cucaracha. Tenían sonrisas bobas como si se tratara de un gran día, los adolescentes de Forks eran demasiado alegres, despreocupados y optimistas, personas que en el más crudo invierno podían a salir a jugar con la nieve antes de las clases y que con un poco de calor se vestían y se comportaban como si estuvieran en la playa. Lo más gracioso es que serían el tipo de personas atolondradas perfectas para una película de terror, incluso el ambiente y las circunstancias eran perfectas para ello; eran bobos y bonitos, vivían en un pueblo casi completamente desconocido en medio de la nada rodeado por bosques y montañas con un clima tenebroso donde casi nunca sale el sol, hay leyendas indígenas en el lugar que hablan sobre un peligro mortal, y una familia de vampiros habitando en el pueblo... Solo faltarían los rumores de gente desapareciendo y una chica mas bonita que todas las demás para que sobreviva solo por su enorme determinación y el super poder de tener los pechos enormes y correr como idiota para completar la historia.

—¡Bella, Roy! —oí gritar a Mike así que aproveché para quitarle mis cosas a Bella y desaparecer—

De verdad... ¿En qué momento las cosas habían cambiado tanto que hasta huía de Mike? El mundo se había puesto de cabeza desde la llegada de Bella, y aunque no todo era malo si era extraño.

El día se me fue rápido entre las clases y mi mente viajando hasta Edward. Y fue tan veloz que a penas si me di cuenta de que la señora Cullen mandó a un repartidor a la escuela a la hora del almuerzo para que me entregará un paquete de comida italiana. También mientras estaba sentado con Bella recibí un par de comentarios positivos por mi aspecto de parte de algunas chicas y uno despectivo por parte de Lauren, los demás supongo que al igual que yo no notaron tanta diferencia, porque yo seguía siendo la misma cosa solo que un poco más ordenada.

Al finalizar la jornada de clases Bella y yo nos fuimos a casa y ella sin preguntar tomó mi ropa de vagabundo para ponerla a lavar y me mandó a hacer mis deberes a la habitación, cosa que no hice porque al día siguiente no iba a la escuela por una cita programada con el médico, tenían que ver que todo siguiera su curso con la nueva medicación porque en mis últimos exámenes presenté algo llamado proteinuria (estoy arrojando la proteína de mi cuerpo en la orina) y un cuadro de anemia lo cual estaba preocupando mucho a Charlie y a mis médicos porque no era la primera vez.

Charlie llegó temprano para vigilar que comiera algo que me fuera a llenar el estómago al medio día, para que no tomara tampoco ninguno de mis medicamentos y que básicamente no me metiera nada a la boca durante el resto de de la tarde y la noche, tenía que llegar en ayunas al hospital en la mañana. Bella igual hizo de cenar para Charlie y para ella, pero papá en solidaridad conmigo tampoco cenó.

En la noche nos sentamos juntos en el sofá largo a ver televisión, y papá sabiendo que Bella odiaba el baloncesto y yo las comedias tontas terminó dejándola en un canal que pasaba destino final, ninguno de los presentes la disfrutó en lo absoluto, Charlie odiaba ese tipo de películas, vi la cara de Bella con una mueca probablemente pensando que las muertes eran absurdas, y yo no estaba del mejor humor para ver una película de terror. Pero Charlie la estaba pasando bien pues parecía contento de hacer algo con sus dos hijos.

—Papá —dijo Bella durante los anuncios—, Jessica y Angela van a ir a mirar vestidos para el baile de mañana por la tarde a Port Angeles y quieren que las ayude a elegir. ¿Te importa que las acompañe?

—¿Jassica Stanley? —preguntó Charlie—

—Y Angela Weber.

—Pero tú no vas a asistir al baile, ¿No?

—No, papá, pero les voy a ayudar a elegir los vestidos. Ya sabes, aportar una crítica constructiva.

—¿No hay colegio por la tarde?

—Saldremos en cuanto acabe el instituto, por lo que podremos regresar temprano, y te dejaré la cena lista, ¿Vale?

—Bella, nos he alimentado a tu hermano y a mi durante dieciséis años.

Más bien la familia Black, la señora Newton, y mi ahora suegra la señora Cullen me han alimentado por dieciséis años, a Charlie lo ha alimentado la máquina expendedora de la comisaría y su cafetería favorita.

—Y no sé cómo han sobrevivido —te lo diría pero igual nos criticarlas por ello querida—, ¿Puedo ir?

—Bueno, de acuerdo... Pero te llevarás a Roy.

—¡¿Qué!? —soltamos ambos en tono agudo—

Charlie me miró con una sonrisa como si hubiera tenido la mejor idea del mundo.

—Tenías razón en recalcar la otra vez que nunca te dejo salir más haya de la supervisión adulta que puedo conseguir en la reservación gracias a Bill, te he sobreprotegido toda la vida y ya no eres un bebé por mucho que no lo quiera reconocer. No es que te vaya a dejar ir a Seattle la próxima semana porque la verdad aún no estoy preparado para que te vayas tan lejos de mi, pero Port Angeles no está al otro lado del mundo precisamente y quiero que puedas sentir un poco de libertad.

No era estúpido para tragarme eso, Charlie quería enterarse primero de que me estaba sucediendo ésta vez para poder ocultarmelo, de nuevo me estaba protegiendo y la verdad no podía enojarme por ello... Él en verdad intentaba hacer de mi vida algo mejor; solo quería hacerme feliz el tiempo que siguiera junto a él, porque Charlie y yo lo sabíamos, mi cuerpo se estaba deteriorando muy rápidamente. Mis huesos a veces me dolían sin motivo alguno, por más que comiera azúcar y me medicara mi glucosa seguía baja, estaba bajando de peso, el problema con mis riñones se estaba agravando, tenía una úlcera en el estómago, el cuadro de anemia, mis encías me sangraban cuando me lavaba los dientes... Había escuchado a Charlie llorar en su habitación el mes pasado después de lo que me dijo que sólo había sido una consulta de rutina donde aparentemente todo había salido bien. En el último año dejé de preocuparme por mi vida y empecé a preocuparme por Charlie, por eso agradecía en parte que Bella se hubiera mudado poniendo el mundo de cabeza dándonos cosas nuevas que pensar y dejar a un lado el tema de mi salud a solo los días cuando realmente me ponía mal, y gracias también a Edward mi cabeza solía estar muy ocupada, casi olvidaba por completo el pequeño detalle de que probablemente estoy muriendo.

—¿Pero mañana no iba a esa cosa del médico? —preguntó Bella—

—Eso es por la mañana, por la tarde tu hermano estará de vuelta en casa y necesitará que lo lleven a comer y a distraerse, les dejaré dinero para que vayan a un buen lugar.

Si, otra vez intentaba ahorrarme el sufrimiento, ¿Pero quién le ayudaba a él? ¿Quién iba a salvar a Charlie del dolor de saber que uno de sus hijos se estaba muriendo?. Esperaba que Bella se diera cuenta pronto que nuestro papá la necesitaba para pasar el mal momento, porque si a mí se me ocurría decir algo al respecto él se sentiría peor sabiendo que soy consciente de la situación.

Así que solo sonreí y le agradecí.

Al día siguiente fui recibido en el hospital por el doctor Miller, un médico que nunca había visto y que claramente era un especialista (Charlie necesitaba mejores excusas para explicarlo) y Ruth, una amable enfermera que llevaba años cuidándome. Además de sacarme una muestra de sangre y de orina hicieron que me pusiera una bata de hospital y me llevaron a una sala impoluta que más parecía un quirófano que un consultorio, donde Charlie firmó una hoja y se la entregó de mala gana al doctor Miller quien le pidió a Charlie esperar a fuera. Me acostaron de lado en la plancha y me hicieron estirarme hacía en frente abrazando mis piernas en lo que claramente me ponían un anestésico local para después acostarme boca abajo en la camilla y después me hicieron lo que claramente era una aspiración de médula ósea, o una biopsia, porfavor, ésto no tenía nada de normal y no era mi primer rodeó con procedimientos así. Tardó medía hora y después me mandó a descansar a una sala de recuperación durante veinte minutos antes de finalmente dejarme ir a casa.

Sabía que no tenía cáncer, porque no me sentía tan mal y sabía lo que se sentía gracias a los tumores malignos que quitaron de niño, pero si habían realizado una biopsia el asunto debía ser lo suficientemente grande, Eir en asgard (a quién iba a comenzar a rezar porque Apolo no me contestaba) sabía ya que mis preocupaciones eran demasiado fuertes, y en verdad no necesitaba tratar con ésto ahora. Un día me iba a dar un infarto por puro estrés.

En las horas que esperé la llegada de Bella aproveché para mirar la televisión con Charlie, él no se iba a ir a ninguna parte hasta que yo me fuera de todas maneras, así que nos quedamos viendo el béisbol como en los viejos más normales y buenos tiempos.

Cuando Bella llegó me miró usando una enorme sudadera y unos pantalones para ejercicio así que ya sabiendo que tenía mejor ropa guardada en el armario me obligó a cambiarme a básicamente como el día anterior pero con una playera azul, incluso me peinó el cabello y me restregó un pañuelo por el rostro para limpiarlo.

—Me veo ridículo.

—Te vez como alguien que no pasó toda su mañana en el hospital. Además, El azul resalta tus ojos azules, vaya redundancia.

—¿Y cómo porque debería importarme que color hace ver más azules mis ojos? No quiero ir vestido así, me siento incómodo y ya estoy muy estresado, Bella, ni siquiera sé si me agrada algo la idea de ir.

—Lauren Mallory también viene.

—¿Porqué carajo no lo mencionaste antes? Eso hace que definitivamente no quiera ir.

—Por que Charlie tiene razón en decir que necesitas salir por tu cuenta de vez en cuando y tú no vendrías si te lo decía. Necesitas salir de tu zona de confort.

Ya estaba muy fuera de mi zona de confort; vampiros, enfermedades, mi rutina interrumpida, Edward como novio. Solo necesitaba vestirme incómodamente y salir a de compras con una persona que me desagrada para tener toda la lista, gracias.

—No voy a ponerme algo para impresionar a esa perra asquerosa y hueca.

—No es para impresionar, es para hacerla enojar, ¿Estás consciente de qué le gustas, verdad? Te sigue con la mirada todo el día y busca la manera de llamar tú atención, a mi simplemente me odia por robarle la atención de los demás, pero está enamorada de ti y le saca de quicio que te veas tan bien y no le hagas ni caso.

—Se que le gusto, pero no me importa. Yo le ofrecí mi amistad y fuí estúpidamente sincero sobre quién  era  que me gustaba porque no había manera de que pudiera sentir algo por ella, y su respuesta fue decir a los cuatro vientos que era gay en medio de una fiesta infantil y convencer a todos de que era buena idea bañarme en pastel. Por su culpa pasé una época muy dura en la escuela y perdí a todos mis amigos. Solo Jake se quedó para mí.

—Y por eso debes hacer ésto, sé que te gusta incomodarla y ésta es una manera

—¿Tampoco te cae bien, verdad?

—¿Cómo podría agradarme una bruja tan pesada, que ha lastimado a mi hermanito? Yo te quiero más de lo que puedo explicar Roy, y solo yo puedo hacerte daño.

De acuerdo... ¿En qué mundo Bella admitía que me quería?, Esa no era la relación de hermanos que teníamos, se supone que nos peleamos y... Carajo, Charlie debió contarle algo, ahora sí estaba asustado.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi hermana?

Al final Bella tuvo razón, en cuanto Lauren me vio se enfadó tanto que casi sacó espuma por la boca. Viajar con ellas fue incómodo en muchas maneras, para empezar era una salida de chicas y yo parecía un error en la Matrix, sin mencionar que Jessica manejaba como piloto de nascar y tenían un repertorio de rock feminista muy pobre. Durante el camino no pararon de hablar de chicos, de citas, de primeros besos, de vestidos, de lo felices que estaban por el baile, y si bien amaba la idea de ir a un evento de ese estilo la forma en que lo explicaban era raro.

En algún momento me pareció agradable la idea de que el auto se pudiera estrellar contra un árbol.

Llegamos a Port Angeles a las cuatro de la tarde. Era un pueblo mucho más ordenado que Forks en muchas cosas pero no era auténtico, osea no tenía una verdadera esencia más haya de ser una trampa de turistas con apariencia de esos lugares donde grababan las películas románticas, no tenía el encanto de hogar que si tenía Forks y solo venía aquí con Charlie cuando debíamos hacer compras muy específicas o cuando queríamos ir a pescar un poco más lejos. Afortunadamente no perdimos tiempo en ver el lugar y nos fuimos directo a una de las tiendas más grandes, donde las chicas gracias a una fuerza  superior me ignoraron y se dedicaron a acribillar a Bella con preguntas incómodas sobre chicos.

Con ellas se podía demostrar que el tiempo es relativo, para mí fueron mínimo seis horas de espera entre sus vestidos, zapatos y accesorios, pero según el reloj solo habían tardado una hora y media. Cuando acabaron se les ocurrió ahora sí ir de paseo por el pueblo para aprovechar hasta la hora de cenar, no tenía muchas ganas pero no era como si pudiera regresarme caminando a casa, es más, ni siquiera podía estar seguro de si estar al aire libre era bueno para mí ahora ya que no tenía idea sobre los resultados de los estudios que me habían hecho en la mañana. Rayos, ahora no podía dejar de pensar en ello... ¿Qué más faltaba? ¿Qué más podía venir a atormentarme? Tenía dieciséis años en nombre de todo lo sagrado, solo debería preocuparme por si me salían espinillas en la cara, aunque era de agradecer que tuviera una piel antes limpia.

Bella y yo nos separamos del grupo en busca de una librería, lo que esperaba que no fuera un intento para hacerme feliz, ya había demasiada gente intentando hacerme feliz, vamos, no me estaba muriendo... Tan rápido. Decidí creer en que el mundo no giraba a mi alrededor y que Bella quería simplemente libros nuevos.

La encontramos, y era la librería más genial que había visto en mi vida, incluso me imprecisioné de que algo tan extraordinario se encontrará en un lugar tan falto de personalidad. Los escaparates estaban llenos de vasos de cristal, atrapasueños, cristales que prometían ser mágicos y libros de sanación espiritual. Decidí entrar tras ver a la alegre mujer con una alborotada melena gris que atendía el mostrador, seguro que tenía cosas interesantes que decir.

Pero Bella decidió regresar con las chicas casi inmediatamente argumentando que esa clase de lugares no eran lo suyo, y me dejó disfrutar de lo que quería ver no sin antes darme parte del dinero que nos había dado Charlie y hacerme prometer verlas en el restaurante que habían elegido desde antes para cenar cuando terminara.

La tienda tenía cortinas moradas por dentro decorando las paredes, incluso tenía olor a incienso y  toda una sección de libros sobre extraterrestres, otra sobre criaturas mitológicas y... Una sobre monstruos clásicos, bueno, talvez era una señal. Si de verdad quería superar ese estúpido miedo, leer el libro Drácula de Bram Stoker sin ninguna ilustración parecía una opción oportuna. Y lo saqué del anaquel dejando un espacio vacío entre las repisas dónde pude ver unos ojos rojos con los que no me había encontrado en mucho tiempo, quedé paralizado por un momento, aguantando la respiración, con el corazón latiendo tan desesperadamente que sentía el pulso en las palmas de mis manos y dejé el caer el libro. Sentí un calor infernal quemar mi cuerpo, y por más que trataba no podía recuperar el aliento.

Derek, no había duda, y no necesitaba ver el resto de su rostro para saberlo. Salió del otro lado y se mostró ante mi tal y como recordaba; como salido de mis pesadillas congelado en el tiempo. Descaradamente me sonrío y me acomodó un mechón de cabello en la que estaba batallando para no ahogarme en mi propia saliva. Mi cuerpo entero temblaba como gelatina, mis pensamientos iban tan rápido que ni siquiera yo podía entenderlos, mis músculos se sentían apretados al mismo tiempo que parecían dormirse, incluso por un instante me sentí fuera del cuerpo observando todo desde un lugar lejano, pero seguía allí atrapado ante la mirada fija de esos ojos rojos.

—Sigues siendo tan adorable, mi pequeño perrito—dijo con una voz relajada y después me pasó de largo para pagar un libro en el mostrador —. Señora, creo que el pobre no está respirando —le mencionó a la mujer antes de retirarse tarareando una canción que recordaba solía cantar cuando acompañábamos a Mónica a cazar—.

La mujer de la caja vino corriendo a atenderme y no sabiendo como hacerme reaccionar me lanzó su taza de té helado a la cara, entonces volví a respirar aspirando todo el aire que podía por la boca. Pero seguía sintiendo como todo el mundo se movía casi como en un terremoto, mi cerebro no podía hacer conexión con mi cuerpo y en menos de dos minutos me llené de una ansiedad incontrolable y salí corriendo a la calle porque las paredes de la tienda incluso  parecían estar haciéndose más pequeñas. La señora me llamó con preocupación para que reresara pero la ignoré y seguí mi camino, en medio del terror sólo había una idea en mi cabeza; corre.

Me dirigí corriendo al sur entre las calles alejándome lo más que podía de las personas, no quería estar entre ellos porque me causaban más ansiedad, pero no iba a llegar muy lejos de todas maneras porque mi cadera sintió un pinchazo eléctrico y después llegó el dolor, un efecto secundario de la biopsia. Alcance a sostenerme en un farol de la calle para no caerme, nada me funcionaba, no podía calmarme solo, solo quería escapar, correr hasta la casa de ser necesario... Era algo ilógico pero mi cerebro no se daba cuenta.

¿Cómo se me había ocurrido retar al destino antes? Si definitivamente algo podía hacer de una situación mala algo mucho peor eso era Derek. Estaba tan irritado que comencé a llorar de ira y terror. Cerré mis ojos con fuerza y me abracé más al farol.

Fue entonces cuando escuché un auto aparcar y solo segundos después como alguien bajaba de allí e incluso sus pasos acercarse, pero permanecí con los ojos cerrados como si esa fuera mi salvación.

—Roy —escuché claramente la voz de Edward al tiempo que una mano se posaba sobre m cabeza—.

Salte histérico hacia atrás en un grito abriendo mis ojos y caí de espaldas apartándome lo más posible de él.

—¡Aléjate, no me toques! —grité fuera de mi—

Él solo me sonrío tranquilizadoramente, se inclinó para estar a mi altura y me alzó la barbilla.

—Roy, cariño, yo jamás podría hacerte daño, te amo —gateando logró ponerse justo a unos centímetros de mi y me volvió a acariciar el cabello, esperó con paciencia a que tomara confianza bajo su mano y entonces me envolvió entre sus brazos protectoramente—.

¿Que si tenía miedo de lo que era Edward? Muchísimo, tanto como para orinarme en los pantalones cosa que gracias a los cielos no ocurrió. ¿Aún así podía seguir sintiendo seguridad a su lado? De alguna manera rara si, entre sus brazos me sentía muy seguro, como si todo lo malo se desvaneciera, fue así como a paso tortuga logró sacarme de ese ataque de pánico, con el pasar de los minutos fuí aferrándome a él, mientras recibía besos en la cabeza por de su parte.

Cuando todo terminó tuve tres raras sensaciones, la primera era algo parecido a la angustia sabiendo que teníamos una conversación bastante fuerte pendiente, la segunda de felicidad porque ya lo extrañaba, y la tercera de inseguridad porque me había topado con ese monstruo de Derek en el peor momento posible.

—Te quiero Edward, de verdad te quiero gran idiota. Y lo siento.

Se limitó a volver a sonreír antes de ayudarme a ponerme en pie y subir a su coche, comenzó a manejar en círculos hasta que encontró un estacionamiento solitario de una tienda cerrada y apartada para que pudiéramos hablar. Ésto no iba a ser fácil.


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