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Roy Swan por Eowyn Fitzgerald

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Tener dieseis años no implica exactamente ser una bomba de hormonas andante. En mi caso nunca fue de esa manera porque me costaba tener alguna fantasía que no implicará a Mike y por respeto a él no me lo podía permitir. Lo sé, es demasiado patético.

Aún así mi sueño de esa noche no fue igual de inocente que los anteriores... Había sábanas rojas, cuerdas, velas, un aroma embriagador, unas manos frías recorriendo mi piel, y unos ojos dorados observando como me retorcía de placer. Me desperté a la mitad de la noche temiendo que Jacob notará lo feliz que estaba mi cuerpo bajo el pijama, me levanté intentando no hacer ruido hasta el baño y tomar una rápida ducha fría, no iba a tocarme por un maldito sueño erótico con Cullen... Aún me quedaba algo de dignidad. Tendría que admitir que no era la primera vez que soñaba con él, pero ninguna de las anteriores veces había sido tan... Bueno, no solía soñar con contenido para adultos.

Me quedé una semana completa en casa de Jacob antes de que Charlie apareciera con el ceño fruncido y exclamando que ya había sido suficiente. El mes que le siguió al accidente fue por demás una cosa rara e incómoda, y para empeorar todo la nieve se había ido ya.

Cuando llegue el primer día fui abordado por un montón de gente hipócrita que más que preocuparse por mi querían tener todo el chisme, vi a personas que no me dirigían la palabra desde que supieron que tenía otra clase de preferencias acercarse como si no hubiera pasado nada nunca... Intenté darles mi peor mirada para que me dejaran en paz y nadie parecía entender, ni siquiera Mike, no, no lo quería tener cerca pues ya había sido suficiente para toda una vida, no necesitaba en lo absoluto que el chico que había amado desde siempre estuviera cerca de mi solo por lastima... Eso se sentía peor que cuando me ignoraba.

Se cumplió el mes y me encontré sentado en el comedor justo entre Mike y Bella con una bandeja llena de comida proporcionada por los idiotas de Tyler y Eric (que no parecían tener idea de mi alergia a las fresas pues se lo habían echado a todo), estaba a la fuerza sentado en ese sitio y Mike no parecía querer quitar su maldito brazo de mis hombros (el exceso de contacto me comenzaba a molestar) mientras le sonreía como bobo a Bella, y ella a su vez parecía corresponderle a ratos.

En mal momento Edward y el resto de los Cullen decidieron escucharme y guardar su distancia.

«Mi temor puede irse al carajo, extraño a los Cullen»

Oh rayos... Ese pensamiento no podía ser mío. Intenté ver disimuladamente hacia su mesa, estaban sin comer y hablando entre sí como siempre, con la excepción de Edward que por una vez en bastante tiempo volvió el rostro para verme y sonreír, me sentí avergonzado por los sueños recurrentes con él y no pude evitar hacerme pequeño en mi lugar hasta desaparecer bajo el brazo de Mike.

Bella y yo salimos del comedor antes de que terminará el almuerzo, ella para deshacerse de sus múltiples admiradores y yo para no explotar de pena.

—¿Piensas ir al baile? —preguntó Bella mientras caminábamos juntos en un pasillo solitario— no te he visto muy animado hablando del tema y recuerdo muy bien que te gustaban esas cosas.

—No iré, hace mucho tiempo que dejó de gustarme esas clase de eventos. ¿tu irás?

No podía admitir en voz alta que estaba altamente decepcionado por no poder ir, y que no podía porque las chicas invitaban a los chicos y nadie me invitaría a mi. Esto de ser un inadaptado social me traía paz la mayoría del tiempo, pero también tenía sus cosas malas.

—No, mis torpes pies seguramente me pondrán en ridículo. Pensaba en hacer un viaje a Seattle para comprar ropa y libros ese fin de semana. Podrías ir conmigo ya que no tienes planeado ir al baile.

—Claro, no tengo nada que hacer más que ver televisión.

Bella no lo sabía pero me estaba salvando de un fin de semana muy triste.

Pronto Jessica salió de la nada y se acercó a nosotros con una sonrisa nerviosa, oh Dios... Si la bruja invitaba a Bella al baile me partiría de risa en ese pasillo.

—¿Te importaría mucho que invitara a Mike al baile? —preguntó para mi desconcierto, no por que no me hubiera imaginado antes que ella o Mallory se abalanzarán sobre Mike sino porque le estuviera pidiendo permiso a Bella—

—En lo absoluto —tenía una expresión bastante confiada—

—¿Segura que no importa? ¿No pensabas pedírselo?

—No, Jess, no voy a ir.

—Va a ser muy divertido —dijo la bruja en un pésimo intento por convencer a Bella de asistir—

—Diviértete con Mike.

Cuando se alejó dejándonos otra vez solos no supe que hacer, es decir... Con las miradas que Bella también le daba a Mike creí que le gustaba. Caminamos un poco más y la acompañe a su siguiente clase en un silencio extraño.

—¿No estabas interesada en Mike? —no pude con la curiosidad—

—En ocasiones me gusta, pero la mayoría del tiempo es bastante empalagoso, es como tener un perro necesitado de atención, y a Jessica le gusta mucho.

—Deberías comprenderlo, nunca se ha enamorado y no sabe como actuar —enojado es una definición muy pobre para describir el como me sentía, Bella tenía todo el derecho de no sentirse cómoda con él, pero compararlo con un perro era demasiado— ¿sabés que? Me voy, tengo un par de cosas que hacer antes de mi próxima clase.

Solamente pude dar un par de pasos antes de que un dolor punzante me detuviera, sentía como si mi estómago fuera la zona de una explosión nuclear y por mi garganta subía ácido. Oh Gastritis no sabes cuánto te he odiado desde el primer síntoma. Enojarse sin haber comido daba como resultado una mala combinación para una persona en constante medicación. Fui mandado a casa temprano después de una visita a la enfermería. Pasé todo el día sentado en la cama porque si me acordaba nuevamente me atacaba el reflujo, incluso tuve que dormir así.

Al día siguiente Charlie me llevó en la patrulla (solo a mi) a la escuela y no paró de voltear a verme con preocupación como verificando que no me desvaneciera en el aire, me pareció una actitud exagerada, pero lo entendí... Tenerme como hijo no era precisamente fácil.

—Si necesitas quedarte a descansar en casa un poco más puedo hablar con tus maestros, la última vez...

—Estoy bien —faltar a clases era genial pero no podía seguir acumulando trabajo— solo no comí bien ayer.

Mi alimentación no era tan buena desde aquel accidente y mi alejamiento de los Cullen, incluso me sorprendía que mis problemas gástricos no se hubieran presentado mucho antes. Me despedí de Charlie con una media sonrisa y entré a los terrenos de la escuela con mucha precaución de no toparme con el club de fans de Bella, ella aún no llegaba y solo serían otro problema que no quería. Ya dentro de uno de los edificios revisé mi casillero y antes de darme cuenta Rosalie lo cerró por mi y me entregó un toper blanco.

—Se acabó la ley del hielo, sin nosotros es evidente que morirás y no podemos permitirlo.

—¿Esperas que salte de la emoción o algo así? Mi vida ha estado más tranquila sin la cara de trauma de Jasper, la actitud rara de Alice, las bromas de Emmett, tus comentarios al azar que casi nunca puedo distinguir si son insultos o halagos, y ni hablemos del acoso bipolar de Edward.

—¿Cuánto nos extrañaste?

—Demasiado —suspiré profundamente y junté mi frente con la puerta del casillero en un pequeño golpe— volver a sentarme con mis viejos “amigos” fue más de lo que podía soportar, estaba a nada de encerrarme en un salón durante el almuerzo con una bolsa de Cheetos.

—Eres bastante dramático.

—Igual que tú. ¿Por qué has venido a buscarme? Pudiste esperar a nuestra clase juntos o el almuerzo.

—Necesitaba ganarle a Edward.

—¿Edward?

—Creo que se ha cansado de mantenerse lejos, en especial por tus nulos intentos por acercarte.

—¿Esperaba que fuera a buscarlo? Si es así no me conoce tanto como creé.

—Nadie te conoce mejor que él, aunque algunas veces parece tener dificultades para entenderte. Creo que te escapas ocasionalmente a sus poderes.

Tomé mis cosas y me dirigí a la primera clase antes de comenzar a tocar ese “tema”, mi intención de manterme al margen sobre aquello en especifico flaqueaba a cada segundo, y tenía dos poderosas razones para querer ignorarlo: la primera porque de alguna manera sentía que se lo debía a Edward por salvar mi vida, y la segunda por Charlie, Bella y por supuesto mi propia seguridad.

La vida ya era demasiado complicada como para agregar historias de terror... Si se tratara solo de mi no tendría tanto problema en arriesgarme puedo admitir, pero había otras dos personas a las que no tenía derecho de ponerlos en una mala posición si esto me llevaba a lo peor.

Si Rosalie tenía razón sobre de qué Edward me iba a buscar simplemente no podía darle esa oportunidad, me dolió el pecho cuando llegué a la conclusión de saltarme el almuerzo para no verlo. El tarado estaba comenzando a provocarme reacciones indeseables y si no quería seguir metido en un problema seguramente más grande que yo lo mejor que podría hacer era mantenerme lejos.

Intenté convencerme de que mi nuevo problema con él no era más que una respuesta natural por los sueños eróticos, pero era claro que algo totalmente diferente y en otro nivel me estaba pasando.

Fue un alivio entrar en gimnasia y ver que jugaríamos basketball, una noticia agradable finalmente. Al terminar Bella me sacó a rastras al estacionamiento con bastante rapidez y mirando con determinación su auto, por un segundo me​ dió miedo que empezara a correr y me lastimara con su agarre en el proceso.

Cuando llegamos el estúpido de Eric se encontraba reclinado sobre el lateral del coche, sentí lastima por él al adivinar lo que pronto pasaría. Me puse los audífonos y me metí al monovolumen esperando a Bella que no tardó más que unos minutos para rechazar su invitación, en lo que eso pasaba Edward decidió pasar frente al coche y lanzarme una nueva mirada y una sonrisa, fue extraño y me hizo sentir inquieto.

¿Por qué no podía fijarme en alguien más normal?

—¡Estas temblando! —dijo bella con preocupación al entrar al auto— tu cara también está roja, ¿te sientes bien? No sé qué hacer... ¿debo llamar a Charlie?

—Contrólate, no estoy muriendo, es un resfriado —aseguré sin sentirme realmente enfermo— solo conduce a casa y allá tomaré medicamento.

Bella intentó avanzar pero Edward paró su auto frente al monovolumen cortando el paso y haciéndola rabiar. Ok, de alguna manera Bella se sentía enojada porque todo el mundo la amaba y varios chicos querían ir con ella al baile, sin embargo parecía únicamente enojada con Edward como si él tuviera la culpa, no la entendí ni por un segundo. No envidiaba para nada la atención que tenía, solo era frustrante verla actuar de una forma tan estúpida, había problemas más grandes en la vida como para enojarse por tonterías, tenía la pinta de querer chocar la parte trasera del auto de Edward. ¿Por qué tanta prisa si no haríamos mucho más que ignorar al otro el resto del día hasta la llegada de Charlie?

La primera vez que se hacía un embotellamiento en Forks y era provocado por Cullen, no me sorprende, una sonrisa se me escapó por medio segundo, hasta que Tyler tocó la ventana de Bella y ella hizo su trabajo de rechazarlo. Esta vez no sentí lastima, algo dentro de mi jamás perdonó a Tyler por llamarme marica y dejar de ser mi amigo.

Al llegar a casa Bella comenzó a cocinar enchiladas de pollo, gran elección para darle a tu hermano con gastritis. Subí a mi habitación y me preparé tomando dos pastillas de omeprazol. Me recosté en el piso para descansar, no lo había notado hasta ese momento pero desde la llegada de Bella todo no había sido nada más que tensión y ya estaba agotado, me quité la camisa y dejé que la piel de mi espalda se pegara al frío del suelo, amaba esa sensación.

Se supone que ni siquiera​ debería estar respirando (me recordé). Mi concepción fue un completo accidente y al nacer técnicamente estaba muerto, lo logré solo por un médico que no fue capaz de darse por vencido. Renée pasó por depresión post parto y así terminé en manos de Charlie, desdé aquella vez mi camino estuvo lleno de momentos dónde me topé cara a cara con la muerte, como si está viniera constantemente a mí con el deseo de reclamar algo que no debió ser mío jamás. Bella era el menor de mis problemas pero al que me convenía tomar más importancia, dejando de lado el que la muerte me seguía a todos lados, que mis primeros amigos me abandonaron y que siempre pasaban cosas raras a mi alrededor, mi vida era bastante buena, pero todo lo bueno se lo llevó Bella... Las luces comenzaron a parpadear y una serie de truenos sin lluvia interrumpió mi tren de melancolía y molestia, esas eran​ las cosas raras que solo a mi me pasaban: flores en invierno, truenos sin lluvia, caída de las hojas en primavera, la tormenta tipo diluvio que azotó al desierto dónde vivía su madre el mes que me quedé allá, luces titilando, fuego apagándose...

—¿Roy? —Charlie me miró con preocupación— cualquier cosa que estés pensando eliminala ahora.

—No sabés que es.

—Pero lo intuyo, y no me gusta —se acostó a mi lado en el suelo y suspiró pesadamente— sé que el último mes no a sido muy fácil para ti, pero de verdad estoy intentándolo tanto como puedo, y lo único que quiero es que tu y Bella se lleven bien.

—Y yo, pero últimamente siento que estoy en cualquier parte menos en casa. Nunca pensé en decirlo pero Forks me está deprimiendo.

Mi confianza en Charlie es infinita.

—¿Quieres probar un tiempo con tu madre?

—No papá, no importa lo que pasé nada nunca será tan terrible como para mudarme a un desierto.

Charlie me miró con lastima, en el fondo sabía que me entendía pero no podía hablar porque Bella y yo ocupábamos el mismo lugar en su corazón, hacerlo elegir sería estúpido.

—Te mandé para hablarle a Roy no para que te quedarás con él —habló Bella desde la puerta— la comida va a enfriarse. Y por Dios, ponte una camisa Roy.

—Ya bajamos —Charlie se puso de pie y me dió una palmada en el estómago— solo un poco más de esfuerzo Roy.

—Lo intentaré.

La comida parecía bastante tranquila y cuando estábamos por terminar Bella decidió hablar:

—¿Papá?

—¿Si?

—Esto... Quería que supieras que voy a ir a Seattle el sábado de la semana que viene..., Si te parece bien.

¿Le pidió permiso o le avisaba? Era confuso.

—¿Por qué? —estaba sorprendido y no lo culpaba, no hay nada que Forks no pueda ofrecer—

—Bueno, quiero conseguir algunos libros porque la librería local es bastante pequeña, y tal vez mire algo de ropa.

Probablemente tenía bastante ahorrado gracias a que no tuvo que comprar un coche por el regalo de Charlie, yo por mi parte tenía solo el fondo para comprar cómics y mangas, uno que mandaba cada verano por correo a Rachel quien me los compraba. Una vez me pregunté si valía la pena gastar tanto dinero en eso y no en un auto, llegué a la conclusión de caminar me encantaba y que vivir sin saber que le pasaba a Batman no.

—Lo más probable es que el monovolumen consuma mucha gasolina.

—Lo sé. Pararé en Montessano y Olympia, y en Tacorna si fuera necesario.

Bella parecía haber estudiado el camino.

—¿Vas a ir tú sola?

—Pensaba llevarme a Roy.

—¿Roy? —me miró espantado, podía con toda seguridad asegurar que Charlie seguía viéndome como el bebé intubado de cinco años que alguna vez fui— S-seatle es una ciudad muy grande, se podrían perder.

—Papá —continuo Bella— Phoenix es cinco veces más grande que Seattle y sé leer un mapa, no te preocupes.

—Puede que tú puedas manejarlo Bella, pero Roy no es igual que tú —era lindo que me protegiera pero un fin de semana fuera del pueblo no me iba a matar— no es tan fuerte y nunca ha salido a pasear a una gran ciudad, puedes ir si quieres pero él no va.

Ella lo miró mal, yo solo me resigne.

A la mañana siguiente Bella me enfrentó durante el camino a la escuela dejando en claro que la sobre protección de Charlie era completamente mi culpa y que tenía que hablar con él y decirle que ya era un hombre, la cuestión es que con dieseis años yo aún me consideraba un adolescente y en parte Charlie podría tener razón.

¿Y si mi organismo colapsaba mientras estaba sin supervisión?
Era un pensamiento fatalista pero bastante válido por el tamaño de mi expediente médico.

Bella quien no soportaba ni de lejos a Edward se estacionó al otro lado del mundo para no tener que estar cerca del Volvo, mi corazón se lo agradecía. Pero claro que una distancia larga no era nada para mi mayor atormentador.

—Evitarme no te va a funcionar, ya lo sabes.

—Si, por desgracia lo sé.

—Desde ayer había querido pedirte algo, pero como siempre lo planes se desbaratan contigo.

—¿Que quieres Edward?

—Me preguntaba si el sábado de la próxima semana, ya sabes, el día del baile de primavera...

—Esto no puede ser...

—No es lo que piensas, las chicas invitan a los chicos y hasta que yo pueda invitar no te llevaré —me sonrió con malicia— escuché que pensabas ir a Seattle ese día.

—Ya no, me quedaré en casa —¿por qué le estaba contando mis planes?—

—En ese caso ¿quieres dar un paseo?

—¿Contigo?

—Obviamente.

—¿Es una especie de cita?

—Es una cita en toda regla.

Estaba temblando y mi corazón parecía tener ganas de salir como el extraterrestre de la película Alien. Claro que la parte estúpida de mi quería ir con él, pero la parte racional le pegaba con un periódico para recordarme él porque tenía que alejarme.

Lo dudé durante mucho rato y aunque mi cerebro dijo que no mi cuerpo no le hizo caso y asentí con la cabeza.

Más tarde escuché sobre las flores que estaban brotando en las cercanías de la escuela. Claro, que otra cosa podría pasar si mi corazón estaba completamente acelerado.


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