|Touya|
-¿Cuántas cartas te faltan por transformar?- le pregunté a mi hermana que estaba más cansada y ojerosa que nunca. Se veía tan preocupada y con ese aire de madurez cada vez más asentado en su rostro, Kerberos flotando levemente a su lado hablando entre susurros y a mi lado mi Yuki. Sentado en el piso con sus enormes alas extendidas, últimamente su transformación no se completaba y su melena no crecía, tenía esos ojos estilo Yue y esa actitud fiera de a ratos. Era como una fusión intrigante y atrayente de ellos dos.
-Unas cinco cartas más.- me respondió después de un rato de conteo mental. En esa época del año el bosque cercano a casa crecía frondoso, colorido, frío y tranquilo. A veces me gustaba llevar a Yuki a pasear o a relajarse pero no ese día, no esa semana… últimamente estaba muy inestable, justo en ese momento yo estaba junto a él y parecía que no se percataba. Solo veía hacia la puerta del patio trasero, a la cerca del jardín y por último más allá, al bosque…
-Sakura…- Articuló Yue/Yuki de repente, un susurró que de no haber sido por mi distancia no habría escuchado.- ¿Dónde está tu padre?- mencionó mientras se incorporaba lentamente. Sus alas movieron la lámpara al lado del sillón mientras se erguían con él.
-De congreso, estamos al cuidado de Touya por el fin de semana, ¿Pasa algo?- comentó ella y se incorporó también. Viéndolo de frente con una creciente ansiedad. Kerberos lo notó y se detuvo.
-Hay alguien en la casa.- Afirmo él y en ese momento un ruido sordo estremeció el segundo piso. Todos volteamos al mismo tiempo y Kerberos entró en acción, se transformó en el enorme león dorado del tamaño de un caballo y corrió escaleras arriba. Sakura salió por la puerta trasera seguida de Yue.
-No Touya, quédate.- me dijo este último cuando intenté seguirles el paso. Me lo pensé un momento y salí disparado por la puerta delantera, al vadear la casa vi la enorme pantera negra saltar desde la ventana rota de la habitación de Sakura, hasta la reja y directo al bosque. Tenía una herida enorme en el costado y supuse que Kerberos había tenido algo que ver. Estaba tan frío el ambiente, al respirar las nebulosas de mi aliento salían disparadas. Kerberos salió planeando con sus enormes alas y llegó hasta Sakura que estaba ya en el borde del bosque. Corrí lo más rápido que pude y apenas pude escuchar unos susurros cuando los tres salieron disparados a atrapar la pantera. Palidecí. Era una locura, tal vez una trampa, corrí lo más rápido que pude siguiéndolos y tratando de divisar su rastro, pero se movían tan rápido, como borrones muy rápidos.
Me detuve después de un rato, había extensiones de tierra hacia todos lados y pinos por doquier, hacía mucho tiempo había dejado la parte permitida del bosque y había entrado a terreno salvaje. Escuchaba sonoros rugidos a lo lejos de vez en cuando y eso detenía mi velocidad ya que temía por mi familia y por un momento deseé tener los sentidos tan desarrollados como ellos. Alterado empecé a perder el aliento y me detuve, comencé a mirar hacia todos lados buscando algún indicio o señal. No había nada, solo hasta que los latidos de mi corazón se calmaron note la ausencia de ruido a mi alrededor, era como si el frío que me rodeaba se estuviera robando el sonido de mi alrededor, respire pesadamente y comencé a moverme de vuelta a casa… entonces lo sentí.
Sentí un dolor tremendo en el costado izquierdo que me lanzó hacia un árbol cercano. Choqué contra la corteza dura y caí entre las hojas del piso, entre la tierra, retorciéndome. Mi vista se nubló, pero no lo suficiente para dejar de notar esas alas y ese tono rosáceo que ahora venía hacia mí. Al momento intenté levatarme y me agarré al árbol para moverme. No me había si quiera incorporado cuando sentí sus manos heladas y precisas sobre mí. Me acercó a su cuerpo hablándome a mi oído. Estaba de espaldas a ella con la mitad de mi pierna paralizada de dolor.
-¿Qué está haciendo un humanito como tú en un lugar como este? Pensé que eras más inteligente Touya.-Sentía su agarré en mi cuello y su voz destilando maldad. Carraspeé. Intenté soltarme pero era muy fuerte, tanto como Yue o Sakura. Me moví lo más que pude intentando crearle alguna molestia, intenté patear o golpear pero no surtió efecto quedé a su merced esperando el inminente fin…
-Es curioso como los humanos son tan ingenuos, creen que el mundo gira a su alrededor y es hasta estas situaciones que se dan cuenta que su vida no es más que un suspiro, un suspiro que criaturas superiores como yo podemos quitar con tan solo soplar…- dijo Rubimoon al momento que me lanzaba de nuevo. Vi varias figuras borrosas color verde mientras iba suspendido en el aire y de pronto dolor de nuevo. El terroso terreno en el que aterricé me causó varias cortaduras y sentía algo caliente en mi pierna, sangre supuse. Intenté arrastrarme entre las ramas del suelo, intenté escapar. Intenté ver a mi familia una vez más, pero todo ese deseo se nublaba con el repiqueteo de sus enormes botas aproximándose hacia mí…
|Sakura|
Salté de árbol en árbol hasta llegar a una roca grande y miré hacia el acantilado en el que la gran pantera había volado, Kero le había lastimado un ala y no había podido alzar vuelo sino hasta que vio que estaba acorralado. Volteo y diviso decepción tanto en Kerberos como en Yue (Yuki).
-¿Qué es esto?-Logro decir en apenas un susurro, mientras mi histeria recorre mi cuerpo en segundos.
-¿¡QUÉ ES ESTO!?- Grito de nuevo y Kerberos me rodea inmediatamente.- ¿Qué quiere Eriol? ¿Guerra?
-Tranquila Sakura, vamos a hallar una solución.- comentaba un Yue ya completamente transformado en mi dirección, apenas y podía contener mi respiración me sentía tan exhausta.
-Sugiero regresar lo más pronto posible, no sabemos qué pueda estar pasando y el señorito Touya…-Apenas Kerberos mencionó a mi hermano Yue y yo salimos de nuestro estupor. Nos vimos a la cara y corrimos en dirección contraria, a casa. En busca de mi hermano. Usé la carta salto para ir lo más rápido que pude; tenía a Yue siguiéndome los pasos y a Kerberos volando divisando terreno. No me habría detenido por nada a menos que no hubiera visto la sangre. Una roca grande cubierta con una capa reciente, rojo escarlata cubriéndola. Mi corazón paro por un momento al pensar en las posibilidades, corrí hacia la roca y empecé a divisar terreno.
-¡¡Touyaaaaa!!- Grité empezando a desesperarme y tomé el báculo apuntando a la nada. Volteé hacia Yue con lágrimas en los ojos y vi reflejada mi angustia en él. Desesperada empecé a caminar hacia el bosque y a hiperventilar. Yue empezó a extender sus alas cuando Kero gritó en shock, desde las alturas se escuchaba su gutural voz: ¡Allá! ¡Rubimoon, ella lo tiene!
Apenas volteo Yue sale disparado hacia el bosque, a mitad vuelo y mitad corriendo. Me limpio las lágrimas y corro tras él estoy tan ansiosa que apenas puedo correr…
|Yue|
La visión que tengo frente a mis ojos es lo más difícil que he visualizado en mucho tiempo. Rubimoon corriendo por el bosque sosteniendo a Touya de la chaqueta con una sola mano, las piernas de este pegan violentamente en el suelo a cada salto de la cruel y hermosa guerrera que lo sostiene. Una de sus piernas se ve tremendamente lastimada y sangra bastante. El apenas va consiente y lleva sangre en su pelo castaño, sus ojos apenas me vislumbran comienzan a gritar en mi dirección. No escucho nada a mí alrededor. Solo veo mi objetivo esa mujer con aspecto rudo y salvaje sosteniendo a mi novio, ese es mi objetivo, ese es mi nuevo objetivo…
Están en una roca elevada por encima de nosotros. Rubimoon me mira con mucha autosuficiencia mientras aprieta el agarre de Touya y lo eleva a la altura de su cara.
-Saluda Touya, ¿No decías que querías volver a verlos?- se burlaba ella mientras me sonría en mi dirección.
Mi furia crecía exponencialmente, no podía atacar de frente por temor a que lo dañara y no sabía dónde estaban Kerberos o Sakura… intenté mantener la calma.
-…Rubimoon, déjalo ahora ya estoy aquí. Desquítense conmigo. Déjenlo a él.- Dije lo más calmado que pude y mostré mis manos en señal de rendición.
Su silencio me ponía más nervioso aún, solo sonreía con Touya a un lado. Lo siguiente fue un borrón de figuras en todas direcciones: Divisé a Kerberos saltando hacia ella en un ataque que hubiera sido mortal de no ser porque Rubimoon con su mano libre lo retuvo golpeando su hocico. Haciéndolo tambalear y aprovechando el flaqueo de este tomando su lomo y lanzándolo hacia el acantilado cercano. Corrí hacia ella escalando en las rocas con Sakura siguiéndome los talones mientras Rubimoon saltaba de nuevo. Corriendo con el pobre Touya cada vez más lastimado. Estábamos ya muy cerca del límite del bosque el acantilado se acababa y el follaje daba directo al mar. Rubimoon corría por el perímetro aumentando la velocidad cuando de repente se detuvo. Sosteniendo a Touya en el extremo del terreno. Él colgaba casi inconsciente agarrado de su muñeca que era como una barra de acero. Sonriendo una vez más miró a Sakura y apenas susurró:
-Eriol manda saludos.- Y soltó a Touya.
El clima estaba muy húmedo y frío en la ciudad de Tokio aquel día, la lluvia no dejaba de caer desde hacía unas cuarenta y ocho horas desde que el señor Kinomoto había dejado Tomoeda. Ahí estaba él, caminando apresurado entre el barullo de gente saliendo del edificio de finanzas donde había tomado lugar el congreso al que asistía; caminaba hacia su hotel. Tenía frío y su cuerpo estaba un poco entumido. Había olvidado su sombrilla en su habitación y había comenzado a caer una fina lluvia gélida. Desde la noche anterior solo había recibido un escueto "estamos bien" de parte de su hijo mayor, Touya. Y quería llegar lo más pronto posible al hotel para poder saber de su familia. Había entrado a unas calles ya muy deshabitadas y más secas por lo que pudo sentir; giró a la izquierda y entró por una calle más iluminada que la anterior. A cada cierta distancia había una farola que ya empezaba a iluminar las aceras, y la calle estaba restringida a transeúntes que quisieran pasar un día de caminata o turistas que tomaran fotos cerrada al paso de automóviles. El señor Kinomoto pudo vislumbrar una figura a tres farolas de distancia. Podía ser un niño de la edad de Sakura, estaba empapado y su peculiar color de ojos y cabello morado le llamó mucho la atención. El señor Kinomoto dudó un momento en hablar con él, el joven tenía la mirada perdida en el firmamento, parecía que no le importaba la lluvia mojándolo. Se detuvo enfrente de él, pero no tuvo que hablar:
-Señor Kinomoto buenas tardes.-Habló el pequeño con un tono muy sereno y de autosuficiencia.- Usted no me conoce pero he venido desde lo que parece muy lejos a tener una charla con usted...
Entornó sus grandes y casi inexpresivos ojos hacía el señor Kinomoto y un dejo de sonrisa apareció en su rostro. Mi nombre es Eriol Hiragizawa.