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One-shots- Haikyuu por Mari-Sponge

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La última caja cayó al suelo, mientras Hinata se estiraba un poco, secando el sudor de su frente. La espaciosa habitación, ahora se veía invadida por las cosas del chico, dándole ese aire desordenado y de caos. Yamaguchi entró a la habitación, llevando consigo, un par de vasos, extendiéndole uno a su amigo. –Sugawara-san te advirtió que te mudaras antes –fueron sus primeras palabras, mientras bebía un poco de su jugo. Hinata solo le sonrió, acabándose de un trago su bebida. –Lo sé, pero había ciertas cosas que faltaba por arreglar en casa –se limpió la boca con la manga de la playera, dejándose caer en el colchón de la que sería su nueva cama. El mencionado asomó su rostro por la puerta, mostrando esa dulce sonrisa tan distintiva en él. –El camión de la mudanza se ha ido, aún quedaron unas cuantas cosas abajo –sus ojos se pasearon por la habitación, con una expresión un tanto divertida para los menores. –Gracias por dejar que me quede –la voz de Shouyo lo devolvió a la realidad, recibiendo un asentimiento por parte de Tadashi, quien compartía la gratitud con el pelirrojo. –Oh, no es nada –Koushi se recargó en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho, sonriendo dulcemente. –Yo debería agradecerles a ustedes; entre los tres, la renta y los gastos se reducirán considerablemente –el más bajo, abrió los ojos ante esa realización.

Los otros dos comenzaron a reír ante las exclamaciones de sorpresa de Hinata. Y es que no solo era eso, la universidad les quedaba a unas cuantas calles de distancia.  Eso, sin contar la compañía que se darían los 3 chicos en esa casa. Para Sugawara, era mejor compartir el espacio con alguien, que vivir solo en las residencias universitarias, o rentar una habitación en alguna pensión de estudiantes; tener a los menores con él, le daba esa sensación de calidez familiar que tanta falta le hacía, luego de esos dos años en soledad. Los meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y las cosas entre los chicos no podrían ir mejor; si, con sus altibajos, pero eso era lo que hacía de la convivencia un lazo que los acercaba más. Por su parte, Yamaguchi comenzó a pasar menos tiempo en casa, pues aguantando las bromas de Sugawara y Hinata, les declaró que quería pasar más tiempo con Hitoka, ya que asistían a universidades diferentes, y extrañaba pasar más tiempo con su novia. Las noches en las que solo eran ellos dos, se hacían más frecuentes, y no les sorprendía pasar el fin de semana sin aquel pecoso; aunque la alegría era mayor, cuando Tadashi se dejaba doblegar por sus compañeros de residencia, y terminaba invitando a la rubia a pasar el día en la casa.

Y así como aquel tímido chico seguía con su vida, Koushi y Shouyo hacían lo propio. Manteniendo ignorante al muchacho de verdosa cabellera, las noches que ese par pasaban a solas, su relación se volvía más íntima. No, no era de una forma romántica, aunque esa era la principal razón de ese acercamiento. Lo que iniciaron en la preparatoria, continuó desde el momento en que volvieron a estar juntos. O eso querían creer. Incluso después de que el ex-armador veterano de Karasuno se graduara, ambos mantenían contacto por medio de mensajes y llamadas. A veces, eran simples conversaciones sobre cómo les fue en el día; otras, simplemente empezaban con sollozos al otro lado de la línea, acompañado por dulces palabras de consuelo de parte del otro. En vacaciones, cuando Sugawara viajaba Sendai para visitar a su familia, solían verse antes que nadie y pasar la noche en la casa de alguno de los chicos. Ese apoyo mutuo fue fortaleciendo sus corazones, sin el conocimiento de los involucrados. Ese cariño que se profesaban, evolucionó lento y desconfiado, sin que ninguno de los dos se diera cuenta; escondiéndolo en un amor fraternal, ese que existe entre un par de hermanos.

Muchas veces, Hinata se encontró entre los brazos del mayor, siendo consolado. Pero las lágrimas que caían por sus mejillas no dolían en absoluto; su corazón no se estrujaba para nada. En su lugar, sentía una agradable paz y unas incontenibles ganas de permanecer allí, rodeado por los brazos de aquel amable chico, escuchar su voz, mientras escondía cobardemente el rostro en su pecho, aspirando su dulce aroma. No era el único. Koushi pasaba los días intentando encontrar una pareja que, superficialmente, le hiciera sentir completo; pero al momento en que lograban “formalizar” la relación, inconscientemente, hacía todo lo posible por apartar de si a esa persona, hasta llegar al inevitable final. Pero a diferencia del menor, él sabía el por qué; pero no quería aceptarlo, la simple idea de volver a salir realmente lastimado, era suficiente para mantener sus sentimientos escondidos en lo más profundo de su corazón. Se había enamorado irremediablemente de aquel pequeño Sol; no por el calor que emanaba su pequeño cuerpo, ni por la radiante luz que era su sonrisa. Él había sido el único testigo del lado más demacrado de aquel hiperactivo muchacho, fue el único al que le permitió entrar en contacto con esa horrible parte de él. Sugawara Koushi podía admitir con orgullo que conocía a Hinata Shouyo mejor que nadie, y era por eso mismo, que su corazón cayó completamente rendido ante el encanto del bloqueador central.

Y hundidos hasta el cuello en secretos, llegaron al año. Secretos que se negaron a permanecer escondidos, y buscaron la forma de salir a la luz. Y fue esa misma noche, que Yamaguchi descubrió todo. Esa mañana, había avisado a sus amigos que posiblemente llegaría demasiado tarde a casa, o no llegaría, pues debía realizar una investigación para un proyecto. Para el alivio del pecoso, había encontrado lo que necesitaba con una gran facilidad; incluso se tomó su tiempo para rectificar la información, y analizar lo que realmente era importante y de verdadera utilidad. Llegó a casa, tratando de hacer el menor ruido posible, pues aunque terminó relativamente temprano, la noche ya había avanzado, y no quería despertar a sus compañeros de piso. Subió a su habitación, encontrando la puerta de la alcoba de Hinata entreabierta. Dudoso, se asomó por la abertura, llevándose una enorme sorpresa ante la escena que presenciaba. El llanto de Shouyo inundaba el lugar, apenas conteniendo el sonido de la voz de Sugawara, quien intentaba calmarlo, acariciando un poco su espalda, abrazándolo contra su pecho. Y lo notó; esa expresión de dolor en el semblante de Koushi. Lentamente se alejó, encerrándose en su cuarto.

A la mañana siguiente, fue el primero en despertar. Estaba tan metido en sus pensamientos que no notó cuando Sugawara entró a la cocina. Solo el sonido de la puerta cerrarse lo sacó de sus pensamientos. –Hinata dijo que iba a correr un poco y regresaba a desayunar –Tadashi dio un respingo al oír la voz de Koushi tras de él. –Ammm… si –fue su única respuesta. El silencio se acomodó entre ellos, ambos ignorantes de los pensamientos ajenos. –Este… ¿Sugawara-san?

– ¿Qué sucede, Yamaguchi? –ese tono tan natural y amable, le hizo dudar.

– ¿A ti te gusta Hinata? –la voz temblorosa dejó caer la bomba. Silencio. No sabía qué hacer, y aun así, las palabras no salían de su boca. Quería disculparse por su atrevimiento, pero su cuerpo no reaccionaba. – ¿Tanto se me nota? –logró divisar un atisbo de tristeza tiñendo su voz, provocando un pinchazo en su propio corazón. –No –negó con la cabeza, –anoche, llegué antes de lo que creía, y… los vi en el cuarto de Hinata –confesó, sin atreverse a mirar a su mayor. –No era mi intención espiarlos, es solo que… -la mano del albino sobre su hombro, le arrebató las palabras de su boca. –No tienes nada de que disculparte, Yamaguchi –contestó el mayor, con esa dulce y triste sonrisa. –Pero no entiendo, ¿por qué ocultarme todo? –sabía que no tenía el derecho de reclamar nada, pero eso no evitaba que doliera. Él les contaba todo, se abría a ellos sin ocultar nada; todo lo que esperaba, era que fueran igual de sinceros con él. –Es… algo complicado –aprovechando que las carreras matutinas de Shouyo llegaban a durar una hora o más, Sugawara decidió contarle todo a Yamaguchi, o al menos, lo que el tiempo les permitió. Intentó actuar lo más normal posible frente al pelirrojo, agradeciendo que este aún tuviera problemas para leerlo.

Los días pasaron, y Tadashi se convirtió en el testigo de ese amor silencioso, que se negaba a florecer. Una noche que estuvieron solos, el pecoso enfrentó a Hinata, obligándolo a darle una explicación sobre los secretos que le eran restregados en la cara. Pero el único que logró captar su atención, fue ese sentimiento que ya había visto antes. –No quiero volver a sufrir –confesó el pequeño, sintiendo el escozor en sus ojos, anunciando la llegada de las lágrimas. Yamaguchi lo abrazó, dejando que este manchara su playera con llanto, acariciando esos rebeldes cabellos, buscando darle algo de calma. –Tal vez, no sea yo quién para hablar –comenzó el chico, sin apartar a su amigo. –Pero, ¿no es eso el amor? Lanzarse a buscar la felicidad, aunque al final no sea como uno espera. Nunca sabrás si algo vale la pena, si no lo intentas –la voz del chico sonaba tranquila y suave. Las lágrimas se atascaron en sus ojos, mientras su cerebro reflexionaba sobre aquellas palabras.

 Yamaguchi tenía razón. No podía quedarse sentado sin hacer nada, no cuando su corazón se desbocaba con un simple roce se las manos de Sugawara. En un plan silencioso y secreto, Tadashi avisó a sus amigos que no estaría el fin de semana. Un viaje inesperado fue la excusa perfecta para que ninguno de los dos hiciera preguntas de más. –Yachi irá conmigo. Les mandaré un mensaje cuando llegue –y antes de que alguno dijera algo, cerró la puerta tras de sí. El silencio se instaló en la casa, como un nuevo inquilino. Las horas pasaron tranquilas, con total normalidad. Pero fue esa noche, que Hinata se decidió a hacer algo. Una película fue lo que se le ocurrió. Ambos sentados en el sofá, con un bote de palomitas entre ellos. Todo iba bien, hasta que el pelirrojo descubrió el verdadero género del filme. Un grito inundó la casa, haciendo que Sugawara intentara contener la risa. Para cuando se dio cuenta, se estaba aferrando al brazo del albino, temblando incontrolablemente. Con el paso de los minutos, Hinata comenzó a invadir lentamente el espacio de Koushi; y este, a su vez, se mantenía callado. No iba a negar que le gustaba eso. Para el alivio de Hinata, la película de terror terminó, abriendo paso a una nueva clase de “terror”. Él, sentado en las piernas de Sugawara, mientras el albino le abrazaba por la cintura; sus rostros, más cerca de lo que hubieran imaginado. Ambos pares de ojos castaños mantenían fija la mirada, sintiendo como los sentimientos se desbordaban de sus corazones. Dudoso, Hinata comenzó a acortar la distancia, hasta que sintió como sus labios se acoplaban perfectamente a los ajenos. Un largo y casto beso, que hizo palpitar salvajemente sus corazones. –Me gustas –sus ojos se abrieron con sorpresa, ante esa confesión soltada al unísono; la sala se llenó con sus risas. –Me gustas mucho, Shouyo –susurró Koushi, juntando sus frentes, abrazando al menor con fuerza, sintiendo un agradable calor en su interior. –Por favor, cuida de mí, así como yo haré contigo –sentenció Hinata, besando la mejilla del mayor. Sus corazones saltando de alegría, sabiéndose seguros en los brazos ajenos, sintiendo que finalmente, habían encontrado el amor que tanto buscaron.

Notas finales:

Aquí la segunda parte!!! >:D

No tengo nada que decir, así que... nos vemos ;)


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