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Es fácil escribir un final, lo difícil es actuarlo por Adri6

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Con altos y bajos, tarde casi cinco años en tener la seguridad de que había hecho bien. Aunque me cueste aceptarlo, yo solo era un capricho y nada real, era algo que tarde o temprano se iba a terminar. Lo único que hice, fue adelantar aquel suceso en el cual… mirándonos a los ojos nos hubieses dicho que no éramos compatibles.

Tal vez, Kaede ya ni siquiera me odie, ni siquiera me recuerde o mejor, ha encontrado la fórmula perfecta para ser feliz con alguien más, con alguien muy distinto a mí. Espero que sí, eso espero.

El peso de las culpas solo se liberan con los buenos actos que hemos hecho, no siento remordimiento pero sí, tengo que soportar las cicatrices, esto no era lo que esperaba pero de todas formas, trato de cerrar el capítulo cada día. Mientras espero que me preparen el café, mis ojos recorren mis manos nerviosas que de forma perezosa tratan de guardar el dinero en mi bolsillo. Tengo que morderme los labios de vez en cuando para no gesticular la misma expresión patética de siempre, tengo que hacer tanto, para vivir el día a día que estoy cansado… la verdad, es que para mí, aun estoy en el suelo en aquel jardín en donde Kaede había recalcado que no valía la pena. Quise hablarle pero cuando llegaron dos grandes hombres de seguridad, entendí que debía salir de ahí con un poco de dignidad, por mis propios medios me levante y sin dejar que me tocasen, camine hasta la salida, camine hasta los extremos del abismo y desde allí, note lo que me estaba esperando, y eso no era nada más que la nada misma. Todo un horizonte de nada, y lo gracioso, es que era solo para mí.

“Señor… señor… su café, señor”

Parpadee y acepte apenado mi pedido, respire aquel aroma tan característico y sonreí levemente a modo de despedida y gratitud. Me aparte de la fila y camine hasta la salida, afuera el aire congelaba los pulmones y envolvía todo en una capa blanca casi irreal. Mientras degustaba mi bebida caliente, una vez más viajo al pasado, específicamente el día en que supe que él seria padre.

Cuando entraron al hotel, todos ellos se sonrieron y saludaban con tal carisma que nadie podía pensar que detrás de eso, las cosas podían estar mal. A veces hay que entender, que no somos la persona indicada para aquella persona, ¿entienden?, a veces, debemos hacernos un lado para que el amor de nuestra vida encuentre su verdadero amor. Eso fue lo que hice, y después de tanto, después de mucho… Kaede tiene la presidencia de su compañía, una fina mujer que puede llevar a las reuniones sociales y tres hijos hermosos, todos ellos se resguardan en una enorme mansión, con jardines extensos en donde hay espacio para jugar y descansar. Esa era la vida que se merecía y por eso, no tuve el valor de quitársela.

Al detenerme frente al semáforo, espere con impaciencia cruzar la calle, no es que tuviese algo mejor que hacer pero de todas formas, necesitaba seguir adelante, necesito sentir que avanzo. La multitud se atrevió a mover sus cuerpos y yo los seguí, a estas alturas ya se había terminado mi café y por eso, busque en donde eliminarlo. Al acercarme mi mano choco con la de otro, levante la vista y un chico sonrió como si yo, fuese un alegre recuerdo.

“Disculpa… por favor, tu primero” –se aparto un poco y me dio la ventaja de arrojar mi basura con toda la libertad del mundo

“Gracias” –dije y así lo hice. Me di media vuelta y seguí mi camino. Guarde mis manos en los bolsillos y medite un poco sobre lo que hasta el momento he conseguido.

Tengo un pequeño departamento, un trabajo que me da lo justo y necesario para subsistir, no poseo automóvil y mis vacaciones no son lugares exóticos o lejanos de casa. Si hago mis cálculos, puedo darme cuenta de que tengo justo lo que merezco, ni más ni menos. El futuro que poseo es lo que estaba destinado, no estoy viviendo nada que no estuviese reservado para mí. Al llegar a la otra esquina de la cuadra, tuve que esperar nuevamente, por más que camine no puedo quitarme la sensación de que no avanzo, sigo en aquel jardín… en aquella entrada del hotel… sigo perdido en aquel tiempo en donde mi ganas de que Kaede sea feliz por sobre todas las cosas provoco que mintiera descaradamente.

El viento arrastra a la nieve y así, me molesta saber que estoy muy lejos de casa, no tengo refugio alguno a no ser que entre en alguna tienda o centro comercial, cosa que me llama la atencion. Me disgustan muchas cosas y respecto a eso, no hago nada.

Llegue a la siguiente esquina y mientras esperaba nuevamente, note como todos tenían prisa por llegar a algún lugar, no es que yo no pero… ¿qué sentido tiene? Cruce con luz verde y entre la multitud, alguien choco contra mi, haciéndome perder el equilibrio y así fue como termine en el suelo. La postura y la sensación de derrota me fue muy similar al de aquella vez, por eso, por instinto me lleve la mano al rostro y me vi tentado en sollozar.

“¡Lo siento!… ¿estás bien?”

Levante la mirada y en vez de tener a Kaede frente a mí, tenía a otro chico. Para ser exacto, el mismo chico de antes, del basurero. Extendiendo su mano, la expresión de su rostro podía tranquilizar y hasta ahuyentar fantasmas tan abnegados por seguirme en mi día a día.

“Si” –conteste pero no acepte su ayuda. Levantándome por mis propios medios, sacudí mi ropa con mis manos y así, ya estaba listo para seguir en mi meditación lamentable y fatal.

“¿Por qué tienes esa actitud?” –de pronto le escuche decir, nuevamente le mire y no entendí varias cosas, una de ellas era porque diablo le importaba— “… un chico como tu debería solamente sonreír” –frente a mi silencio y falta de interés, nuevamente extendió la mano y se presento como: Akira Sendoh.

No me importaba su nombre ni menos conocerlo pero él se adelanto a cualquier rechazo de mi parte, me tomo del brazo y me guio por todos los pasos que me faltaban para estar a salvo en vereda.

“No me toques” –me aparte de él y mirándolo como si mi vida solo tuviese el objetivo de dudar de su buena voluntad

“Como quieras” –se encogió de hombros y dándome la espalda dijo: “Hasta luego pelirrojo”



Cuando estoy aburrido, escribo versos al azar, tengo un cuaderno destinado para eso y cada vez que lo leo, me doy cuenta de que no he superado nada, es grave y está mal pero mi necesidad de seguir junto a él es superior a cualquier razonamiento. Tengo su recuerdo intacto, tengo aquellos momentos felices, tengo la sensación que me provocaba tener sus labios en mis labios, tengo todo eso pero se esfuman al sentir su odio enfocado y dirigido hacia mí. ¿Sabrá que le rompí el corazón por un bien mayor?... ¿sabrá que le quiero y le sigo queriendo?... ¿sabrá que su vida es todo lo que yo procure que sea?

Sosteniendo el lápiz entre mis dedos es cuando dejo que mi mente tome el control, veo que escribo unos cuantos pensamientos dolorosos y termino con: lo siento. Al menos se lo dije, que no lo crea es otra cosa.



Unas cuentas semanas mas y todo sigue igual, no tengo novedades de él pero supongo que es mejor así. Estar al tanto de todo, me hace preguntarme si en verdad solo fui un cobarde que evito luchar… después de tanto… creo que puedo afirmar que si, pero no es tan malo, porque sinceramente, luchar no siempre significa ganar.

Sentado al borde de la ventana, el tiempo es cruel, los últimos rayos de sol me indican que al igual que todos los días que he vivido lejos de él, el deja vu se repetirá una y otra vez. Es ciclico como la vida misma.

Cuando tomas un café muy caliente, te quemas y después le miras con desconfianza, dudas pero en mi caso vuelvo a beber, sé que volveré a lastimarme pero es algo en lo cual, ya estoy acostumbrado. Soy patético y en eso, soy todo un éxito.

De pronto, que alguien golpee mi puerta es raro, no suelo tener visitas y si las tengo, es tan solo la casera. Me levante de mi lugar y quitando seguro por seguro de la puerta, la abrí con desconfianza. A pesar de todo, le recordé al instante.

“Hola, pelirrojo” –sonrió con calma y tan solo se aseguro de que no le cerrara la puerta en la cara

No tenía ganas de hablar, ni con él ni con nadie, mis palabras estaban reservadas para mi feje y mis compañeros de trabajo, fuera de eso, mi sociabilidad era nula. Antes no era así, antes esta actitud era exclusiva de Kaede pero finalmente me he vuelto como él, y él ahora es un sociable hombre de negocios, que en cada reunión social, muestra su carisma y cautiva a quien este a su alrededor.

Me quede en silencio mientras le observaba con recelo, no es bueno, no es para nada bueno que él se atreva a venir hasta aquí.

“… ¿Te incomodo?” –pregunto y en su voz, se noto un deje de nerviosismo

“Si” –conteste rápido para terminar con esto de igual forma

“Bueno… entonces estamos a mano, porque la verdad es que tú me incomodas a mi” –acercándose más al marco de la puerta sentí su aliento sobre mi rostro

“Créeme cuando te digo que si yo te incomodo no es de la misma forma que tú me incomodas a mi… porque lo mío se soluciona si dejas de molestarme”

“… Qué barbaridad, lo mío se soluciona justamente al revés, estoy esperando que me des la confianza para molestarte por el resto de tu vida, solo así, estaré complacido de vivir año tras año”.

Entendía muy bien que trataba de decir pero preferí hacerme el desentendido, le cerré la puerta antes de que pudiese reaccionar e impedirlo, así fue como por segunda vez, con total frialdad decido arrancarme el corazón de mi pecho para botarlo a la basura, y es justamente en donde debe estar. Regrese por sobre mis pasos y sentándome junto a la ventana, note que la oscuridad era interrumpida por las luces artificiales. Frente aquel paisaje, me abrace a mí mismo y trate de fingir que no me importaba que la calefacción no funcionara… nada puede molestarme más que esto, y con eso me refiero a mi vida… al camino que recorro día tras día.

¿Por qué no dejo que alguien me haga feliz? –pensé mientras agachaba la mirada. La verdad es simple, es por la equivalencia, si sufro él debe ser feliz. Todo este tiempo he procurado que esto valga la pena, porque si no es así, juro que perdere la razón.




Mientras Kaede recorría la oficina, mientras evaluaba la posibilidad de adquirir este negocio, por sentido común me escondí detrás de la puerta. Con verle por un instante, confirme que debia seguir adelante con mí peor y más ambiciosa mentira de todas. Desaparecí del planeta al tiempo que escuchaba su voz y hasta una pequeña parte de su perfume, llegaba hasta mí provocándome que temblara de tentación por saludarle y hasta… abrazarle de forma necesitada.

“Qué vergüenza” –susurre mientras sentía el corazón oprimido.

Cada paso que él daba, significaba un terremoto en mi mundo, en mi precario y simple mundo. Le quiero como la primera vez que le vi, le quiero más que a mí mismo… por eso huyo de él, no quiero que deje su vida por alguien como yo. Eso no debe suceder, jamás debe tan siquiera dudar de que su familia es lo que realmente le estaba destinado.

Cuando se disponía a irse, mis ojos me traicionaron y le buscaron una vez más. Saber en  lo que se ha convertido me hizo sonreír, la dicha de que él no hubiese sufrido a mi lado me convence una vez más, de que todo está bien. Con elegancia se despidió de mi feje y pacto una reunión en la cual, sellarían el negocio.

Suspire y nuevamente entendí, de que debía irme de aquí. Mi feje es un buen hombre que lucho por mantener la empresa de su familia a flote durante año tras año y durante las peores crisis del país. Mis compañeros tenían familias las cuales mantenían con un sueldo casi justo y normal. Por lo que me es fácil adivinar, de que si Kaede sabe que estoy trabajando aquí, no invertirá su dinero en esto, al final, todos dependen de esto. Así que supongo, que debo irme como hice años atrás.

Después del alboroto y los comentarios que no cesaban, tuve que redactar mi renuncia y cuando la presente a mi superior, la fatiga de la culpa por auto agredirme me hizo colapsar, casi lloro en su presencia pero por suerte me contuve, siempre me mantuve firme en no hacer ningun show en publico. Junto con eso, se me informo que la empresa no estaba en condiciones de pagarme nada hasta fin de mes. 

“No importa… déjelo así… solo necesito renunciar es todo” –deslice el sobre en su escritorio y así, todo terminaba mal una vez más.

“¿Por qué no esperas que haga el negocio, todos nos veremos beneficiados” –trato de convencerme

“… Estoy seguro que así será, pero de todas formas... ya lo he decidido” –le mire y tan solo me despedí deseándole que tuviese éxito de ahora en más.

Guarde mis cosas en una caja y así, ahora estaba sin trabajo en un mundo de deudas que no tardan en llegar mes a mes. Me fui de la oficina por la puerta de atrás y así, paso tras paso, me llevaron a un mundo que antes ya había recorrido. Ver que el auto de lujo de Kaede no estaba por ningún lado, me dio el ánimo de salir a la calle y caminar de regreso a mi departamento.

Después de tanto, la lluvia había cruzado el cielo y caía de forma naturalmente fría. Todos mis afectos personales se arruinaron y aunque pude haber tomado un taxi, preferí botar todo en la basura. Me quede durante un largo tiempo mientras perdía mi tiempo a diestra y siniestra, nada he ganado con mi heroísmo y aun así, sigo siendo el único que pone el pecho a las balas.

“No importa… tan solo debo volver a buscar otra cuidad en la cual… Kaede no esté interesado en hacer negocios… eso debo hacer… eso es lo que tengo que hacer” –susurre y no importaba si ocultaba mis manos en mis bolsillos o no, estos estaban tan empapados de agua que no podían resguardar ni proteger el calor de mi piel.

Recorrí el camino a casa sin interés alguno, llegue a mi edificio y continúe caminando de forma lenta y pesada, a la vez que iba dejando una estela de marcas de agua tras de mí. Al subir la escalera y al estar frente a mi puerta, una carta llamo mi atención, al leerla con mis manos temblorosas por el frio, se me informaba que el valor de la renta aumentaría. Mire a mi alrededor y supuse que los demás, no tendrían la misma preocupación que yo al enterarme de esto.

“Bien” –susurre mientras buscaba mi llave en la ropa que se ajustaba contra mi piel de forma desesperada y rencorosa

Una vez seco y reconfortado, busque una toalla vieja y seque el piso, mientras lo hacía me di cuenta de que no soy ni seré capaz de enfrentarle. Lo que más vergüenza me da, es reconocer que no estuve a su altura, y con eso no me refiero a tan solo lo económico, claro que no, cuando vi su mirada decidida, cuando note que tenía la intención de luchar por nosotros, no deje que aquello me contagiara, tan solo le deje una impresión errónea que hasta el día de hoy debe tener de mi.

Con el desastre de mi piso limpio, me quede sentado en aquel lugar para observar mi vida como si fuese una exposición de fotografías enmarcadas en cuadro tras cuadro de miedo. Al notarme que estaba vencido sin siquiera intentarlo, entonces yo estaba mal, mas mal de lo que estuve años atrás.




Sentado en la estación del metro, espere que mi recorrido llegase para irme a una nueva aventura en la cual, significase huir del pasado. Ya me he acostumbrado, ya es algo que no dejare de hacer, ya es algo propio de mi identidad… como tal… es mi karma por renunciar a algo que no se debe renunciar.

“Hola”

Mire a mi lado y me quede desconcertado de que él estuviese en un lugar como este, aun cuando la luz del sol no estuviese en el horizonte.

“Hoy te ves más triste de lo normal” --Acoto mientras que el bolso que traía consigo lo dejaba junto a sus pies-- “Me voy de la cuidad y no sé cuando regresare o como me ira”

Aparte la vista y me dedique a ignorarle todo el tiempo que fuese necesario, no me moleste en responderle absolutamente nada, no sacie su curiosidad y mucho menos, le di el pie para que continuara hablando y hablando. Tan solo éramos dos extraños sentados uno al lado del otro, tan solo compartíamos la misma banca y nada más.

“… Hace mucho tiempo… me enamore… pero… rápidamente entendí que esa persona especial, quería a alguien más… sufrí pero decidí ni siquiera confesarme, no tenía sentido porque él amaba a Kaede Rukawa”

Al escuchar ese nombre me hizo mirarle enseguida, ¿le conozco? –pensé y trate de recordarlo en el caso de que así fuese.

“Fuimos a la misma universidad” –me miro y sonrió como siempre lo hace— “… a diario veía como estabas de enamorado y por eso, me sacrifique por ti. Supuse que nunca lograría hacerte feliz de esa forma así que… escondí mis sentimientos en lo más profundo del tiempo y la distancia, lo hice para no incomodarte o provocarte alguna discusión con él”


Sacrificios, ¿qué se ganan con hacer tan proeza?... ¿al final se puede confiar en que las ganancias superaran a las perdidas?... ¿nos volvemos mejores si renunciamos de forma admirable a nuestra propia felicidad?... ¿puedes responderme eso?... ¿en verdad puedes?


Al llegar el momento de levantarme e irme, por un segundo dude, lo hice porque me di cuenta de que a la vida, no le gustan este tipo de personas, le desagrada ver como desperdiciamos a manos llenas todo por algo que creemos que es lo correcto.

“… ¿Te arrepientes?” –le pregunte interesado en saber hasta qué punto estaba equivocado al igual que yo

“Tarde años encontrarte, tarde años… pero ahora… nada me impide dejarlo todo por ti, adonde que quieras que vayas… yo iré contigo”

“Te arrepientes” –le volví a preguntar

Akira me miro y con un movimiento negativo de su rostro me contesto lo mismo que yo hubiera contestado si Kaede me lo hubiese preguntado. Todo este tiempo, él ha sido feliz a costa de un enorme sacrificio de mi parte, vale la pena… en verdad que sí, pero a su vez, hay que pagar un precio tan alto, que al final hasta el más profundo y recóndito rincón de nuestra alma se resiente. La soledad es una sombra, que ni aun con la luz encendida podemos ahuyentar

“Yo tampoco me arrepiento… puede parecer que si… pero no, no lo hago” –le mire fijamente y por fin encontré a alguien que entendía perfectamente que significaba todo esto

“¿Vamos?” –propuso mientras tomaba su bolso y se ponía de pie, estaba dispuesto a dejar esta ciudad para ir a otra en la cual no teníamos ni la menor seguridad de que nos fuera a ir bien

Si él y yo hemos sacrificado nuestra felicidad, supongo que ahora éramos dignos de no dejarla escapar una vez más.

“Hana… ven conmigo… por favor” –susurro pero le escuche tan fuerte y claro, que me hizo tomar mi bolso y ponerme de pie. Frente a frente, él sonrió… y yo… al parecer… también sonreí.

Notas finales:

Gracias por leer!!

Besos!!


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