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Abracadabra por MisagiRyuk

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Notas del capitulo:

Aquí está la última actu de hoy, espero les guste.

Nos leemos pronto.

Misagi * *

Capítulo 31:”Magia Blanca vs Magia Oscura” Parte II


 


 


-¡Corre!- fue lo que escuchó en la lejanía Masamune, quien agotado, acababa de vencer a su oponente. Volteó su mirada hacia atrás por un instante separándose levemente del combate para cerciorarse que esa voz pertenecía a  la persona que él creía.


 


-Hiroki...-murmuró con media sonrisa al ver al cambiado doncel, aun con su arco preparado, señal de que acababa de disparar una flecha para salvar a Misaki. Justo a tiempo y tan perfecta su puntería como siempre, se dijo con gracia. Sin embargo su sonrisa se ensanchó, y no pudo evitar hinchar el pecho con orgullo y gusto al observar cómo tras  él aparecía aquél chico del río, el príncipe Nowaki; y junto  a él un pequeño ejército de magos tritones, los cuales ataviados con armaduras brillantes y plateadas con toques azules  empuñaban sus poderos armas con porte y orgullo de un guerrero de su calibre...justo cuando  todos aparecieron los gritos de asombro no se hicieron esperar, y Masamune sonrió con sorna al ver los rostros de todos.


 


-¡son...son...son los magos tritones de Ayami! ¡ han sido liberados de su maldición!- exclamaban unos totalmente atemorizados, retrocediendo.


 


-no puede ser...- se escuchó el murmullo de Aikawa totalmente sorprendida, mientras veía el rostro de confianza de esos orgullosos guerreros híbridos. Mune disfrutaba con satisfacción la cara disgustada de la bruja. Y miraba de reojo  a los guerreros con los que venía Hiroki. Muy pronto se unieron a la batalla los recién llegados, combinando sus poderes a la perfección, especialmente con Hatori. Más Mune miraba con curiosidad bastante acusativa  tres “especies” de hadas que daban vuelta  alrededor de Hiroki, defendiéndole de ataques que no alcanzaba a captar el castaño, además que el “tal Nowaki” no se despegaba ni un momento del Kamijuo. Mune frunció el ceño...era su imaginación o... ¿algo pasaba allí?...


 


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Mientras tanto, Misaki corría por los pasillos del castillo, a todo lo que sus piernas le permitían, mientras de reojo miraba la brillante espada roja, la cual por alguna extraña razón le estaba “guiando” hacia donde se encontraba su destino. Con pavor Misaki huía de diferentes tipos de trampas, unas veces demostrando sus no tan talentosos dotes de agilidad y otras más, que eran mágicas, la flor Lilí las repelía. Para el pobre oji-verde parecían horas y horas sintiéndose perdido entre esos angostos pasillos, pero la verdad era que había estado corriendo escasos minutos. Observando extrañado, como es que todo parecía tan vacío.


 


Corrió por otros pasillos, en donde las habitaciones parecían más pequeñas, pues las puertas estaban casi pegadas...echó un vistazo a la espada la cual parpadeaba con bastante ahínco y tragó saliva, cada vez estaba más cerca. Con premura se dedicó a abrir la puerta la cual  se encontraba totalmente y fuertemente cerrada, al castaño no se le ocurrió otra cosa que sacar la pequeña daga que traía en sus ropas, esa daga que le había regalado Asuka antes de partir; forzó la cerradura y el seguro saltó. Misaki dio un empujón entrando a la puerta encontrándose con la triste escena de animalitos severamente “presos”. Misaki recordó entonces lo que les había dicho Yoshino acerca de que sus prisioneros eran convertidos en animales... y entonces reaccionó...


 


-¡siento la demora, ya los sacaré!- exclamaba el castañito, forzando jaulas de donde aves salían volando fuera de la habitación, rompiendo grilletes y cadenas utilizando la espada de Bishamon. Misaki se sintió preocupado...necesitaba encontrarlos a “ellos”....por lo que desesperadamente preguntó a los animalitos.


 


-¿sabrán, acaso donde puedo encontrar al príncipe Akihiko y a Onodera-san?- preguntó a los seres que le seguían de cerca, estos volteándose a ver asintieron y corrieron a gran velocidad, Misaki asombrado y algo desconfiado también, les trataba de seguir el paso. Todos se detuvieron cuando llegaron a una puerta negra, la cual empezaba a rasguñar con sus garritas. Misaki frunció el ceño...esa era diferente.


 


-gracias, ya me haré cargo- habló Misaki, sintiendo todavía muy extraño por estar hablando con los animales, se acercó a la puerta y con una poco de trabajo logró abrirla, sin embargo sintió un fuertísimo temblor cuando estaba  a punto de ingresar a la habitación el cual logró desequilíbralo un poco...y adivinó que serían los estragos de la guerra que se suscitaba afuera.


 


Misaki se apresuró a entrar a la habitación, encontrándose en primer lugar solamente con dos “presos”. Se trataba de un pequeño minino café el cual tenía un grillete atado a cada una de sus patitas, además de un pesado collar en el cuello que le obligaba a estar echado...y el otro era un conejo...un conejo de pelaje gris con un collar metálico en el cuello...


 


Misaki abrió mucho los ojos quedando se por un momento estático al ver con curiosidad los ojos violetas del pequeño animalito y sin poder evitarlo se le vino a la mente la imagen de la estatua de “Akihiko” que había visto en Usami...no pudo evitar sonrojarse al  pensar en ello...sin embargo un nuevo temblor lo sacó de su ensoñación.


 


-perdonen mi torpeza por favor, alteza, Onodera-san, ¡ya les ayudaré!- hablaba Misaki mientras  se aventaba al suelo a liberar a los susodichos. Más Akihiko, aun en su inofensiva forma de conejo gris...no podía despegar sus ojos de los hermosos esmeraldas del tierno doncel frente a él.


 


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Entre todo el retumbo de sonidos de la batalla, irrumpió un potente sonido, el cual Takano interpretó como un rugido....y uno que él había escuchado ya con anterioridad. Casi por inercia movió su cabeza lentamente hacia el cielo, encontrando allí la respuesta a su cuestión. Levantó perfectamente una de sus cejas al  observar primero, entre los traviesos rayos ddel sol un gran brillo dorado, y después vio todo el “cuerpo” de ese ser.


 


-¡ROARRGGG!- rugió el “animal” cuando estuvo lo suficientemente cerca  al suelo, todo cuanto lo vio lanzó un grito al cielo. ¡PERO QUE DEMONIOS!....se susurraban  entre ellos.


 


-no...puedo...creerlo- pronunciaba Masamune, mientras se ponía lentamente de pie de donde estaba y miraba con una sonrisa media incrédula a los recién llegados. Observó con atención como el dragón de dorada y brillante piel  se posaba casi con elegancia en el suelo, dirigiendo su mirada furiosa precisamente a los brujos, los magos por cierto, sonrieron victoriosos cuando  observaron al poderoso animal acabar con un respiro de fuego con algunos brujos, incinerándolos en el instante. ¡Estaba del lado bueno!


 


Pero a Mune  no le sorprendió demasiado la furia del dragón, ni que estuviera de su parte, ni si quiera que fuera el mismo dragón de “aquella” vez...sino que miró con bastante sorpresa y curiosidad el sujeto que bajaba de un salto de encima del poderoso ser dorado...


 


-¿M-Miyagi?- le habló  casi incrédulo. Este posó su mirada oscura en él, y movió al cabeza en un signo  de saludo.


 


-hey...¿qué tal alteza?- habló  Miyagi con media sonrisa. Mune creyó que reiría en el momento...ok, eso sí era inesperado.


 


-¿acaso has cautivado al dragón, capitán?- habló Masamune con cierta sonrisa y felicidad mesclada. Miyagi regresó a ver a SU dragón, el cual  empezaba a parpadear en brillos dorados. Takano abrió la boca con asombro al observar la increíble metamorfosis del supuesto “dragón”. Pues un chiquillo de belleza indudable había aparecido a su lugar, sonriéndole “casi” coquetamente a Miyagi y después a Masamune.


 


-yo creo que fue al revés- dijo entre una pequeña risilla, fijando esos ojos plateados en su azabache, guiñándole un ojo antes de sacar una dorada lanza y  ponerse al frente de los dos varones.


 


-veremos que tienen para mí- exclamó Shinobu con una sonrisa llena de satisfacción al mismo tiempo que  se ponía en guardia agitando levemente su brillante cabello rubio. Un destello blanco salió de la punta de su lanza, lanzando a todos sus enemigos próximos hasta el otro lado del campo de batalla.


 


-¿de qué...me he perdido, Miyagi?- exclamó perplejo Mune, regresando a ver a Miyagi.


 


-ya te enterarás...-susurró el pelinegro.


 


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-¡no , no y no!, ¡ME NIEGO!...¡y no me prometas nada!- exclamaba el menor destrozado- ¡sé lo que es una guerra!, no me creas tonto Haruhiko, y sé lo que es perder a un ser querido...perdí a mi padre en una...y por eso las odio- aclaró el menor hipando todavía, Yura, quien escuchaba todo atento bajó el rostro...recordando aquellos tristes momentos-no me prometas algo que no sepas garantizar...-murmuró muy bajo- tu...tú dijiste que me amabas...¡no me dejes ahora...ya no quiero perder a otra persona que amo!


 


Los dos pares de  ojos se miraron con anhelo, con amor y devoción...Haruhiko había comprobado con satisfacción que el menor no había perdido su poca memoria y Keiichi apenas se enteró, con sus mejillas ardiendo de vergüenza, que había hecho una confesión con un público...especial


 


.


.


.


 


-tu... ¿tú me...qué?...-exclamó con una sonrisa coqueta Haruhiko, obteniendo  un sonrojo excesivo de vergüenza del doncel oji-miel.


 


-yo...esto...no dije nada- exclamó tartamudeando sin ser capaz de soltar de las mangas de su uniforme al príncipe, volteando a ver hacia otro lado- déjame en paz...vete donde quieras...no me importa...- exclamó tratando de zafarse de los brazos de Haruhiko con lágrimas en los ojos, pero este no estaba dispuesto a ceder.


 


-a mi si- exclamó serio el oji-gris, tomando la barbilla del menor haciendo que este le mirara sonrojado-así que hablaremos ahora, quieras o no- dijo de lo más normal acercándose demasiado a Keiichi quien ni si quiera pudo dar un paso hacia atrás cuando sintió  que el mayor lo había subido a su hombro y su brazo lo sujetaba justo por debajo de las caderas.


 


-¡OYE!.... ¡Haruhiko! ¡¿Qué diablos te pasa? , Bájame!- exigió avergonzado pataleando y pegando  con sus puños sobre la espalda del mayor. Hasta entonces, tanto Yura, como Hitomi y el otro guerrero ahí se habían mantenido en silencio, mirando unos con una sonrisa aquella escena y otro sin entender nada- ¡Haruhiko! , ¡Bájame ahora!- seguía gritando el doncel.- ¡Yura, dile que me baje!...!YURA!- pedía el oji-miel a su hermano mayor , quien se hacia el desentendido.


 


-ahora vuelvo- exclamó Haruhiko, volteando a ver por un momento a los otros 3, estos asintieron y después de un “de acuerdo” se fue con su preciosa carga hasta su habitación. Mientras tanto los otros 3 se quedaron viéndoles hasta que se perdieron por el pasillo.


 


-espero que logre tranquilizarlo...- fue lo único que pidió Hitomi. El otro guerrero solo asintió.


 


-lo hará- sonrió de medio lado Yura...ya era mucho decir que tenía su completa confianza sobre Haruhiko.


 


........................................


 


-¡Haruhiko!... ¡bájame ahora mismo!- gritaba Keiichi aun  sobre el hombre del mayor, quien ignoraba las pataletas de su amado, quien ahora mismo estaba bastante sonrojado. Los sirvientes del castillo miraban algo sorprendidos aquella escena y otros enternecidos por la pareja...sin embargo no se atrevían a interrumpir y ni alegar nada de lo que sucedía. Así Haruhiko llegó hasta la habitación de Keiichi- bájame, ya, ¡no es gracioso!- exclamaba el menor todo sonrojado. Al fin Haruhiko le había hecho casi y lo puso en el suelo –g-gracias...- exclamó el menor acomodándose levemente sus ropajes, el mayor le miró con  una sonrisa de ternura observando las mejillas aun sonrojadas del doncel.


 


-Keiichi...-susurró el nombre del otro, quien dirigió sus orbes mieles hacia él, poniéndole atención. Se acercó lentamente hacia el menor acercándose mucho  a su rostro sujetándolo entre sus manos- yo también te amo...


 


El aludido estaba bastante avergonzado, sin embargo sintió como su corazoncito latía con mucha fuerza y bombeaba rápidamente queriéndose salir de su pecho., quiso desviar el rostro por la pena y por como sentía su rostro acalorado, pero le sostuvo la mirada a su amado oji-gris.


 


-quédate...-murmuró el menor abrazándose al fuerte torso de su príncipe, este le acarició los cabellos por algunos segundos, mientras depositaba un beso en la clara cabellera, con un rostro de tristeza y preocupación.


 


-lo siento Keiichi...pero no puedo, tengo deberes que cumplir y...


 


-¡que alguien más lo haga!... ¡no tienes que ser tú!- exclamaba el menor con dolor... Haruhiko hizo un gesto lastimero sin dejar de abraza el tibio y tembloroso cuerpo de su amado...era verdad, él no lo sabía, pero sí que tenía obligaciones sobre el reino...después de todo era el único de sus sobrinos que estaba ahora allí.


 


-escucha, Keiichi...por favor, escúchame- pidió Haruhiko a su oji-miel, este se tranquilizó un poco y se fue separando lentamente del menor, quien le pidió que se sentara un poco, y accedió a sentarse en la cama, mirando hacia abajo sin dejar de hipar por el llanto- mírame- pidió con una sonrisa, el menor obedeció mirándole con sus ojos llorosos- voy a volver...quiero volver... ¿sabes por qué?-  exclamó con una sonrisa mirando al muchachito quien negó lentamente tomando las manos del mayor-¿quieres que te diga?


 


-s-si- murmuró.


 


-por ti- los ojos mieles se abrieron con mucha sorpresa, mientras un lindo rubor cubría las mejillas del menor –quiero regresar y voy a hacerlo...porque deseo realmente volver a ver el brillo de tus ojos y escuchar tu linda voz, porque quiero abrazarte todos los días...y estar contigo por mucho, mucho tiempo más...Keiichi...¿qué quieres que haga, que te prometa o que diga?...yo lo haré...pero por favor...no me llores más...te vez mucho más hermoso sonriendo...- le dio un pequeño beso en la mejilla , mientras esperaba la respuesta de Keiichi, quien se había quedado sorprendido y tembloroso pero de la emoción. Lo sabía, él estaba seguro que  esos malditos insectos que sentía revoloteando en su estómago lo comprobaban, el saber que el corazón dolía de tanta emoción y que sus lágrimas salían de sus ojos sin pedirle siquiera permiso. Estaba enamorado. Perdidamente enamorado de ese hombre frente a él...y ya no había vuelta atrás, estaba condenado a seguirle o esperarle hasta el final de los tiempos si era necesario.


 


-lo entiendo...- exclamó Keiichi asintiendo, mientras era él el que ahora tomaba las mejillas del mayor y en un gesto que más bien necesitaban ambos juntó su frente con la de su amor- vete...pero regresa por favor, porque te estaré esperando-exclamó abriendo los ojos finalmente. Los ojos grises y los mieles se encontraron viéndose casi con devoción. Una prueba más, de todas las que llevaban, no era nada...se sonrieron pensando lo mismo.


 


-regresaré Keiichi, quiero proteger al reino, quiero proteger a todas las familias que viven aquí...y quiero protegerte a ti...espérame Keiichi, volveré pronto- exclamó el mayor levantándose de su lugar  y dirigiéndose a la puerta par a irse. El oji-miel debatió por unos cuantos es segundos consigo mismo, hasta que lo decidió y con sus mejillas sonrojadas se dirigió hasta donde estaba punto de salir el oji-gris.


 


-¡Haruhiko, espera!- pidió acercándose hasta donde estaba.


 


-¿Qué pasa?- preguntó el otro con media sonrisa.


 


-antes de que te vayas...quiero darte algo- exclamó e menor, el otro levantó una ceja extrañado.


 


-¿ha si?... ¿qué es?- exclamó sereno, observando a su lindo doncel jugando con sus dedos frente a él.


 


-esto...- exclamó, seguido se paró de puntitas recargándose en los hombros del más alto y dejó un besito corto en los labios del contrario, quien abrió los ojos muy sorprendidos- es de buena suerte. Adiós- exclamó tan rápido que Haruhiko apenas pudo entenderlo, y en menos de 3 segundos ya se había cerrado la puerta en su cara... sonrió con verdadera felicidad...¿cómo  era posible que no regresara?...


 


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Aikawa frunció el ceño pronunciadamente mirando con verdadera furia al ejército de  Ayami y al maldito príncipe dragón libres. Esos malditos humanos le estaban causando problemas. Una sonrisa sádica inundó su rostro, seguramente al menos, el “desafortunado” que le tocó enfrentar a Towika estaba muerto, ese no pasaría su prueba...y  si de alguna forma había logrado escapar no tardaría mucho, pues algo debió haber “perdido”. Dándose un poco de animos así misma y sin quitar su rostro furioso se encaminó hacia la entrada de su castillo.


 


-si quieres que algo salga bien, tienes que hacerlo tu misma- se dijo, atacando a cuanto sujeto se encontraba frente suyo, sin importar que fueses de “su bando” o del otro. Ese tal  “salvador” de Usami no se burlaría de ella...iría  matarlo ella misma. Sin embargo un joven aprendiz de mago, de algunos 13 años, que estaba cerca de la bruja se percató de que la pelirroja querría entrar al castillo y eso no podría permitirlo.


 


-hey... ¡n-no dejaré que le hagas daño al salvador!- exclamó le muchachito apuntando con su varita mágica a la mujer, que incrédula y burlona se echó a reír.


 


-¿es en serio niño?...no me hagas reír, ni siquiera sabes usar esa arma- exclamó con sorna cruzándose de brazos, mirándolo como los ojos azules del niño temblaban de miedo ante su presencia – me tienes miedo jajajajaja, ¿cómo piensas detenerme con eso?- exclamó  entre risas. El niño frunció el ceño.


               


-haré todo mi esfuerzo- exclamó empuñando con una sola mano, y de perfil su varita mirando a la bruja oji-verde.


 


-pues será como quieras, mocoso- exclamó Aikawa. Muy  pronto los destellos de magia y  hechizos viajaban de uno al otro. Ambos se movían con bastante agilidad, esquivando y lanzando más hechizo al mismo tiempo. Aikawa se sorprendió de que el muchachito pudiera seguirle el ritmo por ese tiempo, sin embargo, no era un oponente correcto para ella.


 


-HAGGHH¡-


 


Un grito desgarrador, perteneciente a una voz joven alarmó a la joven maga de vestidos  rosados, y enfocando a la lejanía la trágica escena se apuró a llegar hasta allí. Sus ojos avellana  miraron con tristeza como el niño de cabellos castaños  permanecía temblando y llorando de miedo frente a la bruja...el pequeño sentía su muerte próxima y era demasiado joven para entender la entrega voluntaria de una vida en esos casos tan terribles como lo era una guerra....ciertamente esos no eran lugares para un niño, su mirada viajó hacia atrás mirando hacía la puerta del castillo....ese chiquillo quería evitar que Aikawa alcanzara a Misaki....sonrió, lo había hecho bien. Con el cariño y amor propio de una madre  se arrodillo y acostó al niño sobre su regazo...


 


-tranquilo cariño, todo estará bien pequeño...todo está bien, estoy aquí contigo, no pasará nada...no tengas miedo...cierra tus ojos...yo te ayudaré a que no duela...todo está bien...-consolaba la mujer de cabellos negros brillantes y entre sus brazos tibios, el niño se tranquilizó en su lecho de muerte. La de vestidos rosados mantuvo al niño en sus brazos hasta que murió. Su mirada furiosa y fría regresó a ver a Aikawa , quien no se había movido de su lugar mirando con el rostro terriblemente serio a la rosada.


 


-Aikawa...- murmuró la pelinegra poniéndose al fin de pie.


 


-Kaoruko- habló la bruja mirándole igual.


 


-te las verás conmigo, te voy a derrotar- exclamó la mas joven mirándola con altivez. Aikawa frunció el ceño y chasqueó la lengua.


 


-quiero ver eso, mocosa


 


-y lo harás...- exclamó una tercera voz. Aikawa se sorprendió al ver a Mino en frente de ella- pero yo seré tu oponente...Kaoruko...ve a darles una mano a los chicos- exclamó el mago de  vestuario azul...la chica asintió de mala manera y se fue de allí...Aikawa furiosa retrocedió unos pasos...bien esto tardaría mucho más...pensó. El cetro azul de Mino brilló con ahínco y ambos se lanzaron hacia el otro con sus respectivos ataques...


 


-¡MINO!-


 


.


.


.


 


Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.

Besitos de chocolate para ustedes. Nos leemos pronto.

 

 


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