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Idempotente por BackAck

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-Hola, madre -decía una voz tranquila a la bocina del teléfono. Jeff se encontraba agotado luego de aquel día en el que intentó hacer de todo para evitar a ese tonto alfa que se desvivía tras suyo como un perro en celo, con esfuerzos que no tuvieron muchos resultados.


-¿Qué tal estas, pequeño? -le susurró su madre, a pesar de que Jeff no había quedado en un acuerdo muy bueno con ella, era su única familia y debía tenerla en cuenta siempre.


-Bien, el celo ha pasado hace poco -dijo comentando, no quería que ella quitara el tema de los nietos en ese momento. Menos teniendo a aquel alfa a solo una pared.


-¿Aún no te has embarazado? -y ahí se encontraba el quid de la situación. Jeff no quería embarazarse, jamás quería tener hijos pues hacerlo sería el peor error de su vida.


-Ya te he dicho cuál fue mi decisión. Te daré nietos cuando acabe la carrera -mentiras, todas eran mentiras desde que empeaban a que acababan.


Con nervios tomó las mangas de su abrigo, odiaba que le quitaran aquel tema y más odiaba lo que su madre le respondería. Una idea por más egoísta que simplemente deseaba ignorar cada vez que está llegaba a los labios de su madre.


-Pero eso es mucho tiempo, aún te faltan unos cuantos años y, además, aquella carrera es para alfas, obviamente debes dejarla -lo sabía, el omega sabía que su madre le diría ello. Ya que en esa sociedad los oficios eran especiales para las razas y ser un doctor era exclusivo para alfas, quizas betas, pero jamás omegas. Jeff había tenido muy buena aceptación en aquella universidad, pues los omegas que decidían por la carrera eran más que escasos y siempre se rendían a mitad de camino. Todos creyeron que eso haría Jeff, pero se equivocaron.


-No lo haré, madre -dijo molesto, su puño apretó la ropa con rabia mientras que su madre reía tras la línea, una parte del chico sabía que su madre le decía todas aquellas cosas por simple costumbre, pero no podía quedarse callado ante lo que esa omega decía.


-Tú siempre tan testarudo, Jeff -un suspiro se escuchó del otro lado-. Bien, no puedo obligarte a que lo hagas, eres un cabeza hueca como tu padre.


Y de nuevo la omega recordaba a su esposo y lágrimas de tristeza caían por sus ojos, era cierto que los omegas y alfas tenían una sola pareja toda su vida, por ese mito de las parejas destinadas que ponía la piel de gallina a Jeff. Y es que ver así de decaída a su madre por aquel alfa que había perdido lo molestaba, según su parecer, nada debía entristecer a su madre, pero en los temas del corazón uno no decidía. Uno sufre cuando ama y ama cuando sufre. Simple pero complejo.


Esta era otra de las grandes razones por las cuales Jeff odiaba la idea se tener un alfa quien lo marque, no se imaginaba a él mismo con una familia, con niños y un esposo quien adorara morder la marca de su cuello cada vez que se encontraran en intimidad. La idea lo estremecía.


-Hablamos luego, necesito estudiar ahora mismo -y era cierto, el omega no se había acercado a sus libros durante el celo, cuando estaba en ese estado se volvía extrañamente idiota. Quizás por eso sentía una excitación incontrolable al estar tan cerca del alfa que lo acosaba. Colgó el teléfono y se dispuso a ir hacia su habitación para encargarse de una vez de su deber como estudiante.


Bueno, eso es lo que iba a hacer hasta que algo le llamó la atención desde su balcón. En el se apreciaba a una maceta con flores blancas que movían sus pétalos con gracia al ser sometidos por el leve viento que se sentía desde ese tercer piso. Le era extraño ver aquello, así que se acercó al balcón y, al abrir la puerta de vidrio, un profundo aroma llegó a sus fosas, el omega se deleitó por unos segundos hasta que notó la cabeza del alfa acosador que se inclinaba sobre su balcón.


-Hola, Jeffrey -dijo Jack con una sonrisa de lado a lado. Jeff abrió los ojos como platos y corrió hacia él, empujándolo y haciendo que este cayera de espaldas sobre el suelo de su propio balcón-. Auch, eso dolió -dijo el alfa levantándose y frotando su trasero, el haber estado sobre aquella silla para alcanzar el balcón del omega no fue una buena idea. Bueno, lo era hasta que Jeff lo empujó.


-¡¿Qué demonios crees que haces, idiota?! -Jeff gritó, haciendo que el alfa solamente se sorprendiera por lo extraño de su actitud. Y supusiera que no le había gustado la sorpresa de las flores.


-Lo siento, Jeff -dijo el alfa sintiéndose despreciado una vez más por aquel omega, estaba harto de serlo, sentía que se tendría que rendir en cualquier momento. Pero aún no había llegado a ese límite, el omega sería su amigo a como de lugar.


-¡Serás idiota! ¡¿Cómo puedes hacerlo así como si nada?! ¡Eso está mal! -Jeff seguía iracundo, mientras que el alfa solo se subió de nuevo a la silla con la intención de ir hacia el balcón de Jeff y retirar la pequeña maceta con flores blancas que había dejado ahí con bastante dificultad.


-Me la llevaré si lo quieres -dijo inclinándose, pero las manos del omega de nuevo lo empujaron.


-¡No seas idiota! ¡Es peligroso! ¡Puedes caerte y partirte el culo, maldito imbécil! -decía Jeff y eso hizo que a Jack el corazón se le acelerara a mil por hora. Aquel pequeño y violento omega se preocupaba por él. Su corazón se sintió reconfortado y feliz.


-Y qué piensas de las flores -preguntó el alfa observando la maceta. El omega giró la vista y se encontró con aquel pequeño y tierno detalle, sonrió levemente y, acercando su mano derecha a una de las flores, acarició los pétalos de esta con los dedos.


-Qué cursi -dijo para que el alfa lo escuchara. Jack creyó que la cagó realmente mal, pero Jeff levantó la maceta y se adentró a su departamento, cerrando nuevamente la puerta de vidrio y dejando a Jack una gran sonrisa de satisfacción.


Estoy tan cerca, se dijo Jack, calificando a aquel plan como exitoso.


 

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