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Idempotente por BackAck

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—¿Y quién es aquel amigo tuyo? —preguntó el alfa mientras que se giraba y abría el refrigerador, quitando una lata de Coca-Cola tranquilamente y la abriéndola con aquellos largos dedos que el omega no podía dejar de observar con detalle. Natanael le había dicho que tenía un hermano, pero jamás supo que ese hermano del que hablaba era un alfa y, además, un acosador de primera.


—Pues el mismo —respondió con un poco de vergüenza y luego el alfa sonrió. Era curioso que su hermano le hubiera hablado de un omega castaño que seguramente estaría loco por el alfa. Pfff, qué mal estuvo, se dijo el alfa con una sonrisa de por medio y solo tomó otra lata de gaseosa para dársela al omega.


—Y qué piensas sobre que tu mejor amigo de la secundaria se case y esté embarazado.


—¿Está embarazado? —dijo Jeff con los ojos abiertos como platos, qué horror, pobre Natanael que tiene que atarse en matrimonio a un alfa y, además, cuidar a niños insolentes que solo hará que la belleza delicada del rubio muchacho se deteriore rápidamente. Se llevó una mano al pecho y suspiró, Qué horrible.


—¿No es genial? Seré tío después de tanto —Jack notó el rostro afligido de Jeff y suspiró—. ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal porque aún no tienes un alfa? —le preguntó con cuidado, creyendo que aquello era lo que al omega molestaba y oprimía su pecho con desgano, pero cuando Jeff escuchó aquello se sorprendió y luego quiso reclamar aquello a gritos, sin embargo contuvo su violencia y suspiró.


—No es eso, es un poco más simple —lo único que agradecía Jeff en ese momento es que los supresores empiecen a hacer efecto, alejando aquel aroma a celo que se cargaba. Era horrible que hubiera entrado en celo solamente por estar cerca de aquel alfa.


—¿Puedes comentarme? —preguntó, pero Jeff ya no estaba cómodo y el ambiente se hacía cada vez más pesado en aquella cocina, en la isla lucía un enorme e inmaculado pastel de bodas que solo hacía que el corazón de Jeff se estruje pesadamente.


—¡Hermano! —una voz diferente a la de las dos personas resonó en la puerta, Jeff levantó rápidamente la cabeza que tenía gacha y se encontró con unos ojos celestes y cabellera rubia, era su querido amigo quien vestía un traje blanco muy sencillo y llevaba en sus manos una caja de terciopelo negro—. ¿Jeff? —preguntó el omega rubio y el nombrado no evitó observar cómo una pequeña curva sobresalía en su abdomen—. ¡Qué felicidad! —gritó el chico y se acercó a Jeff dando saltitos.


—¡Nat! —el castaño sonrió de lado y extendió los brazos para aquel amigo que tanto quería, como una muestra de cariño—. Wow, sólo mírate, estás muy apuesto —dijo alejando un poco a su amigo y observando su cuerpo—. Y... estás embarazado —dijo un poco menos entusiasmado que lo anterior, la idea no lo emocionaba para nada y no quería hacer sentir mal a su amigo, sin embargo, su amigo rubio solo rió, ya conocía a aquel testarudo omega con complejo de alfa.


—¡Sí! Ya serán cuatro meses y Patrick deseaba que nos casáramos antes de que el bebé nazca, ¿no es lindo? —Jeff notó que su amigo olía a algo extraño,  como jengibre, Ugh, un alfa horrible. Sonrió intentando compartir su felicidad.


—Eso es muy bonito —dijo mirando a los ojos del omega, quien suspiró y ambos entraron en un extraño trance para el alfa presente. Jeff estaba triste por Natanael y Natanael estaba triste por Jeff.


—¿Qué está sucediendo? —dijo el alfa, si su olfato hubiera funcionado se daría cuenta de que ambos omegas estaban destilando sus propios aromas, uno por el embarazo y el otro por el celo que se sobreponía.


—Eres un idiota, Jeffrey —dijo el rubio frotándose el tabique de la nariz—. ¿Cómo puedes venir a una fiesta estando en celo?


—Es la boda de mi querido amigo, no quiero perdérmela —dijo con una triste sonrisa. Jack solo intentó meterse en aquella burbuja extrañamente selectiva, pero al decir una palabra, su hermano lo cayó.


—Oh, cierto, Jack es mi hermano mayor por tres años —dijo el rubio, Jeff lo observó, así que tiene veinticuatro años, se dijo observando al alfa y Natanael rió—. Veo que se conocen de alguna parte —una perversa sonrisa cruzó el rostro ajeno—. No me digan que ustedes dos-


—No, no, no, no —el omega agitaba las manos con rapidez mientras que su rostro cambiaba a un rojo carmín—. No podría, Jack es mi compañero en la universidad —pero Jack no lo creía así.


—Somos amigos —dijo el alfa acercándose al castaño y poniendo su mano en el hombro de este—. ¿Verdad, Jeff?


—Claro que no —el omega era muy orgulloso, pero no podía mantener aquel orgullo cuando las feromonas lo atacaban y hacían que el tacto del alfa quemara como fuego al rojo vivo. El rubio solo rió.


—Bien, me alegro. Pero la ceremonia comenzará dentro de media hora y Jeff apesta a celo, ¿No quisieras darte una ducha y tomar nuevamente tus supresores? —el castaño asintió al ofrecimiento de su amigo—. Bien, ve escaleras arriba, te seguiré en un momento.


El omega castaño dio las gracias como corresponde y subió aquella escalera en caracol que se observaba hacia la sala de estar. El lujo de ese lugar le parecía embriagante. Mientras, dos hermanos se encontraban discutiendo.


—No me dijiste que de quien hablabas era de Jeff —dijo el alfa, con una sonrisilla de lado. Le encantaba ver a su hermano tan radiante.


—No te lo dije porque creí que no lo conocías —el embarazado suspiró y se recostó en la ecimera junto a su hermano, poniendo una de sus manos sobre su abdomen levemente curvado—. Qué pequeño es el mundo —dijo bajando la mirada a aquel bultito y sonrió alegremente—. Será mejor que te vayas yendo hacia el jardín, mamá y papá estarán molestos si desapareces tanto tiempo, más molestos de lo que están porque me casaré antes que mi hermano mayor —el rubio soltó una risilla y se dirigió a las escaleras. Su hermano asintió yendo hacia el jardín.


—Avísame si es que Jeff necesita algo, no dudaré en ayudarlo.


Y el omega sonrió, a él con ese sexto sentido más que sobredesarrollado no podían engañarlo, en los azules ojos de su hermano se veían aquellas pupilas dilatadas y su sonrisa de lado sólo demostraba cuánto amaba a aquel omega que juraba ser solo su amigo.


Y el castaño, aunque violento y algo arisco, muy en el fondo adoraba al hombre quien lo acosaba incansablemente.


El rubio se sintió feliz, pues sus padres creían que Jack nunca encontraría a su omega con aquel defecto y en muchos sitios lo tachaban de simple beta por no poder tener el sentido del olfato, todo aquello deprimía continuamente al alfa, pero no podía negar que existía un omega para él, y eso hacía que el corazón de Natanael se sienta reconfortado. Aunque no sería nada fácil que alguno de ellos admita ese sentimiento.


Nunca falta un roto para un descosido.


 

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