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Idempotente por BackAck

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Lejos de lo que el omega podría estar pensando, se encontraba con la frente apoyada sobre el pecho de aquel alfa a quien recién había empujado dentro de su departamento. Jeff no sabía cómo lidiar con lo que todos suponían que era natural, mientras que Jack ni siquiera podía hacerlo.


—Estoy cansado —susurró el omega sobre el pecho del alfa, el inusual incremento de adrenalina en el omega se había detenido abruptamente cuando tuvo aquel par de brazos sosteniéndolo con delicadeza, Jack solo podía actuar en aquel momento como un apoyo moral a su amigo y supuso que aquel fortuito encuentro en el día de la boda de su hermano había quedado olvidado.


—Tranquilo, sé lo que se siente no ser como todos quieren que seas —el alfa susurró mientras se atrevía a pasar sus dedos sobre la abundante cabellera castaña que se encontraba apoyada por su pecho. El omega sintió este contacto y solo cerró los ojos, conteniendo sus lágrimas.


—No, no lo sabes, no tienes a segundas personas que te estén repitiendo una y otra vez cómo deberías ser, qué deberías hacer y con quién deberías estar. No tienes un cuerpo que te lo exija ni una sociedad que te denigre por no querer ser lo que eres, no sabes si quiera cuántos años pasé hundido en aquel estado de inercia en el que simplemente ignoraba a cada uno de mis instintos y me dejaba ir hacia aquellos pensamientos que me decían que era mucho más fácil morir solo que conseguir un alfa y ser una fábrica de bebés más, pero... —la voz se le cortó—. es tan difícil, lo intento, lo quiero y me esfuerzo, pero no puedo o no me dejan hacerlo ¿qué será después si ahora ya me evitan de tal manera? Cada día m-me doy cuenta de que los omegas s-solo servimos para amas d-de casa.


Jeff ya no pudo contenerlo y se hundió entre las ropas del alfa, quien extrañado tomó al chico entre sus brazos y lo estrujó con delicadeza, apoyando su barbilla sobre la cabeza ajena. No comprendía cómo una sola persona podía tener tanto dentro, el alfa siempre vivió una vida bastante relajada gracias a su falta de olfato y no entendía cómo aquel pequeño chico quien se encontraba entre sus brazos tenía la capacidad de contener tanto.


Sin embargo, Jeff ya no soportó aquello y solo se quebró en los brazos ajenos, dejando fluir con vehemencia aquellas lágrimas que se intentaron contener desde que había salido aquel día del edificio.


—Desahogate —dijo Jack con un susurro mientras sentía las saladas lágrimas ajenas mojar su camiseta.


•§•


Sonmiolento, levantó la cabeza para encontrarse con un apacible rostro ajeno, Jeff no recordaba cuándo se había quedado dormido sobre aquel alfa, solo recordaba las manos de Jack sobre su cabeza y una horrible necesidad de desahogarse. Jeff recorrió la mirada en el lugar en donde se encontraban, era una habitación pequeña con paredes de un blanco inmaculado y muebles de madera negra, largas cortinas blancas se balanceaban al son de la delicada brisa que se atrevía a entrar a través de las puertas de vidrio abiertas que daban al balcón. No estaba en su habitación y seguramente era la casa Jack, quien se encontraba dormido como una piedra haciendo de almohada para el omega.


Jeff tragó duro y solo se recostó al lado del alfa, dándole la espalda para disponerse a levantar su cuerpo e ir a su casa. Pero un movimiento lo detuvo, el alfa en medio de un sueño se movió y terminó abrazando con cariño el pequeño cuerpo de Jeff, pero este no lo tomó como tal. ¡Este energúmeno trata de asfixiarme!


—¡Muevete!


Sin embargo, el alfa secundó lo que Jeff gritó y solo tomó con más fuerza el cuerpo ajeno para estrujarlo contra el suyo y hundir su nariz en el pelo del chico, inhalando algo espectacular. Jeff quedó callado el tiempo en el que Jack estaba inhalando su aroma como si fuese que no hubiera un mañana, ¿acaso no tenía olfato?


—¿J-Jack? —susurró el chico, intentando apartarse, pero los brazos del contrario se lo impidieron.


—Espera solo un segundo —susurró el alfa con voz gruesa mientras que, sin abrir los ojos en ningún momento, se acercó a los cabellos del contrario e inhaló nuevamente, era algo que creyó que jamás sucedería, pero ahí estaba aquel dulce aroma que no podía describir, sobre los cabellos del chico, embriagado su recién despertado sentido.


—Esto... —Jack inhaló una vez más—. Esto es sensacional —susurró, en ese momento, Jeff ya se encontraba rojo como un tomate y al sentir las manos ajenas sobre su cabeza solo hizo que delire por momentos sobre obtener algo más con aquel alfa.


El alfa había despertado por un leve cosquilleo en su nariz, quiso atribuir esto a algun objeto que estaba molestándolo, pero no pudo creerlo cuando ese cosquilleo se extendía dentro suyo y le invadía una nueva sensación de satisfacción ¿Qué era aquello? ¿Por qué lo sentía? No podía describirlo, pero su cuerpo empezó a actuar por sí mismo, hundiendo su rostro y sus manos en el cabello del contrario, inhalando una vez más y bajando el rostro en dirección a su cuello. No entendía muchas cosas, no entendía por qué sentía aquello y menos entendía por qué se dirigía al cuello del contrario en aquel recorrido que no decidió tomar.


—E... ¿Esto es real? —la temblorosa voz de Jeff se hizo notar, el alfa a penas notó cuándo su nariz estuvo en el cuello de ese chico, inhalando como loco. Solo abrió los ojos cuando sintió en sus labios la cálida piel ajena y se dio cuenta de lo que estaba por hacer. Levantó la cabeza, observando al  chico quien temblaba con los ojos abiertos como platos.


No se disculpó y no dijo palabra alguna, se levantó rápidamente del lecho que compartía con el omega y con prisa fue a la cocina, sin importarle demasiado aquella bonita visita que quedó atónito sobre las blancas sábanas. Como si su alma corriera del diablo, empezó a buscar entre las gavetas blancas algo. El omega se hizo notar levemente a través de la puerta de la cocina, con miedo de llegar a aquel alfa. Jack encontró una lata de aluminio, con letras negras se leía la palabra "Coffee" y, sin esperar demasiado, abrió la misma con los dedos, acercando su rostro e inhalando el aroma de aquel polvo oscuro que le encantaba disfrutar por las mañanas.


Pero algo le sorprendió. Nada, no sentía nada, su nariz estaba tan inservible como antes, no percibió aroma alguno y eso le molestaba, en serio deseaba saber a qué olía el café. Levantó decepcionado la mirada, Jeff se encontraba algo confundido, mirándolo desde la puerta. Jack no esperó demasiado al verlo con aquellos cortos shorts y el cabello despeinado como si no hubiera gravedad. Se acercó a él, en un solo segundo Jeff ya tenía una gran mano sujetando su espalda baja, atrayendo su cuerpo al contrario mientras que un rostro se unía en la línea que unía su cuello con su hombro, sus manos por inercia intentaron escapar de Jack, poniendo ambas sobre el pecho del alfa y empujando en un intento de escapar, pero eso solo ocasionó que la fuerza del agarre del alfa se incremente cuando subió la otra mano a la espalda del omega.


—Esto es realmente increíble —un susurró recorrió la piel de Jeff, apoderándose de sus sentidos—. Hueles exquisito —el susurro hizo que Jeff se asuste, ese alfa podía olerlo, es decir: podía detectarlo e incluso violarlo si se descontrolaba, una ráfaga de miedo recorrió su cuerpo, enfriando las puntas de sus dedos en solo segundos. El alfa levantó la mirada.


—¿Qué es eso? —preguntó, Jeff no respondió, no entendía a qué se refería—. Justo ahora, has cambiado de aroma ligeramente.


Jeff ya lo entendía: era miedo. Bajó la mirada, aún intentando envíar señales nerviosas a sus brazos para que estos se muevan, pero sin obtener mucho éxito en ello.


—P-por favor, no me hagas daño —susurró con la voz embotada, ya tenía suficiente de todo aquello, no quería que un alfa lo marcara a la fuerza y menos deseaba que Jack lo hiciera, porque lo odiaba en demasía, más en ese momento cuando tenía aquellas manos ajenas sujetándolo con vehemencia. Pero una sonrisa cruzó los labios ajenos.


—Yo jamás sería capaz de hacerte daño, mi querido Jeff —y con esas palabras, el rostro de Jack se hundió nuevamente en la piel del omega, explorando con la nariz el aroma que aquellas ropas escondían. Y Jeff, atónito, solo dejó caer ambas manos que separaban los cuerpos y se dejó olfatear por aquel alfa.


Aquel extraño, maniático, acosador y tierno alfa.


 

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