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Idempotente por BackAck

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Jeff sentía la incomodidad digna de un mendigo, el frío en la espalda, el calor en el pecho, aquella bochornosa sensación de su carne siendo violada por algo extraño además del dolor en el vientre. Abrió los párpados con pesadez, sintiéndose a la vez como una mierdecilla digna de morir, al levantar la cabeza se encontró con aquel rostro apacible que descansaba con los ojos cerrados, el alfa realmente se veía tranquilo en aquella posición. Jeff apartó sus manos de los pectorales ajenos, estaba horrorizado por haberse encontrado en tal situación... tan rebajado como para dejar a un alfa entrar en él, que anudara en él... que lo preñara.


—Maldito idiota —susurró por lo bajo y se apoyo con las manos a los lados de la cabeza del alfa, levantó su cuerpo levemente mientras que el miembro del cuerpo contrario abandonaba su palpitante piel. Jack sí que tenía un sueño pesado y Jeff agradecía aquello, era lo único que agradecía. Con dificultad empezó a recorrer la habitación, buscando sus prendas y encontrando a la mayoría en lugares casi recónditos.


El omega abandonó ese lugar con cautela, asegurándose de no hacer ruido alguno y cerró la puerta ajena. Rápidamente fue a su departamento y se encerró, solo ahí dejó a todo salir, se deslizó por la puerta quedando abrazado a sus piernas mientras que miraba a la nada, no lloraría, no lo haría porque él también fue culpable de que aquello hubiera sucefido, simplemente es que estaba tan decepcionado. A penas podía creer que él, el omega quien siempre dijo que no le gustaban los alfas y que no deseaba ser marcado por uno, terminará así, doblegado, humillado, casi violando aquella regla general que se había impuesto en un momento desconocido.


Luego de un baño en el que Jeff prácticamente quedó como una pasa, escuchó unos golpes en su puerta, los ignoró, no hablaría jamás a ese alfa. Cogió una botella de agua y se dispuso a beberla mientras iba a su habitación, los golpes se repitieron otra vez, pero Jeff simplemente los secundó y tomó aquel frasco blanco que lo acompañaba desde su adolescencia. Con dedicación empezó a leer y releer las indicaciones de la droga, suspiró, sabía que comprarse unos  inhibidores con anticonceptivos fue la mejor opción siempre, aunque no fuera barata.


Suspiró, mañana debía ir a trabajar y esos estúpidos golpes del otro lado de la puerta no lo dejaban descansar.


•§•


—Oh, vamos Jeff, no seas arisco —decía una beta pelirroja mientras que pinchaba la mejilla del omega, este no se encontraba de humor aquel día, estaba totalmente dedicado a simplemente poner los precios a cientos de artículos en aquella tienda. Era cierto que ese no era un trabajo muy bien pagado, pero al menos no le exigían ir toda la semana y tenía un sueldo que ayudaba a sus gastos.


—Déjame, no estoy de humor —decía Jeff, dio las gracias de aque ella era una beta, sino ya estaría sobre él haciéndole un millón de preguntas sobre el hombre con aroma a almendras.


Había pasado ya una semana desde que lo evitaba con afán, tenía una suerte tremenda pues las clases estaban por acabar y empezaban los exámenes finales, eso quería decir que tenía excusas suficientes para no verlo a la cara, pero... ¿de qué huía? ¿qué más quería defender si ya estaba totalmente destrozado?


—Oh, vamos a tomar un café cuando nuestro turno acabe y me cuentas qué pasó ¿vale? —Jeff no respondió, no supo cuándo aquella chica molesta se había autoproclamado amiga suya. Jeff suspiró y asintió, él tampoco supo cuándo había aceptado aquella muestra de amistad.


Jeff no dejó de lado su trabajo, pero Margo, la muchacha pelirroja, tuvo que ir a atender a un nuevo cliente. Se escucharon unos pasos firmes y al instante Jeff levantó la cabeza detectando un aroma muy familiar, muy dulce, muy... idiota, maldito imbécil.


—¿Me podría dar unos cigarrillos? —Jeff observó escondido a Jack, se sorprendió cuando dijo eso a Margo pues él no tenía idea de que Jack fumaba. Ella cobró el dinero dando una sonrisa de rutina. Por un momento el alfa sintió algo extraño en el ambiente, pero no pudo descifrarlo, Jeff estaba haciendo de todo para contener su aroma y parecía lograrlo, pero el alfa giró la cabeza hacia el lugar en donde el chico se encontraba y este solamente atinó a echarse al suelo. ¿Acaso Jack había visto a quien creía haber visto...? Se acercó hacia la sección en la que estaba Jeff, y este estaba escuchando cómo sus pasos se acercaban, hasta que una voz rompió toda la tensión.


—Disculpe, señor, su cambio —Margo logró distraer con efectividad al alfa, Jeff se alivió y agradeció a la estúpida beta que lo hostigaba. Jack pareció recobrar conciencia y agradeció a la dependienta, saliendo del lugar y llevando uno de aquellos tubos de cáncer a sus labios. Jeff lo observó detrás del vidrio de la puerta, se veía verdaderamente atractivo.


—Me debes explicar esto, Jeffrey —dijo Margo con los brazos cruzados y una gran sonrisa. Jeff bajó la mirada molesto y bufó.


—Eres demasiado insistente, te lo puedo decir crudamente si quieres —Jeff masculló mientras se levantaba del suelo y tomaba unos papeles.


—Entonces dímelo —dijo la beta mientras apretaba sus brazos, Jeff suspiró, la odiaba porque era insistente, la insistencia era lo peor para él, por eso tampoco soportaba a ese alfa.


—Ese alfa es mi vecino con quien hace una semana tuve sexo —calló por un momento—, por accidente —agregó, la beta sonrió y luego se mordió los labios intentando contener una risa.


—Pfff... mírate Jeff, estás rojo como un tomate —decía mientras reía, Jeff bajó la mirada y caminó hacia otra sección de la tienda, era seguido por Margo, quien hacía un millón de preguntas sobre el alfa y Jeff no respondía ninguna, no quería saber de él en ese momento—. Bueno, ya que no me dirás nada, solo espero que se hayan protegido, digo, no te veo con un bebé, el pobre moriría teniéndote como madre.


Margo dio otra risa mientras que iba hacia la caja registradora ya que había descuidado su trabajo, Jeff suspiró y bajó la mirada, observó su plano vientre y se atrevió a poner una mano sobre él ¿Qué hubiera sucedido si hubiera quedado embarazado? Se estremeció y dejó aquella pregunta al aire, no quería saberlo por nada del mundo.


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