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Idempotente por BackAck

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Jeff se había despertado en una fría habitación en la cual resaltaba el color blanco y el aroma aséptico del lugar. No podía ver con nitidez, pero a luz fluorescente blanca lo encandiló por un instante en el que volvió a cerrar los ojos, protegiéndose de ella. Sentía su cuerpo adolorido y una extraña punzada en el vientre, el dolor era ligero, no era para morir, pero sabía bastante bien que deseaba estar muerto en ese preciso momento. Movió la cabeza hacia la izquierda y observó una mata de cabellos posada sobre su costado, ocultando un rostro cansado entre las sábanas blancas y liberando un ligero aroma a almendras. Jeff ignoró al alfa y por instinto llevó una de sus manos a su vientre, su corazón se estrujó como si fuese una esponja, sus sentimientos se escurrieron y se perdieron como si fuese agua derramada en el desierto, solamente cerró la mano en un puño al sentir ese apócito en su bajo vientre, ya sin la curva característica que formaba su pequeño bebé.


No dijo una sola palabra ni pensó en despertar al alfa, quería ser fuerte porque supuestamente se había preparado para esto. Pero no podía, ¿quién sería fuerte en un momento así? La cabeza cansada de Jack se levantó y observó a su pareja, el omega no quería verlo a los ojos, sentía vergüenza por haber perdido a su hijo, se sentía inútil para lo único que supuestamente era útil.


-Jeff, ¿te duele algo? -preguntó preocupado por su omega, este no respondió, solo estaba sumido en la idea de dónde estaría su pequeño en esos momentos. Observó a Jack con la mirada preocupada y este suspiró-. Yo... yo no sé cómo decirte esto Jeff, no sé qué hicimos mal o qué estamos pagando para pasar por esto, aún no me lo creo para nada -bajó la mirada mientras que en sus ojos se juntaban lágrimas-. No quiero creerlo, te lo juro, me duele demasiado saber que nuestro bebé no lo logró -Jeff bajó la mirada, aún sin decir una sola palabra o moverse un solo centímetro, el alfa tomó sus manos-. Solo de algo tengo certeza, aunque digan que es imposible o aunque digan que eso no sucedió, mi querido Jeff, te puedo jurar que vi una sonrisa dibujada en los rosados labios de nuestro hijo -acercó las manos ajenas a sus labios para dejar delicados besos, Jeff aún estaba en punto muerto-. Él seguramente no quería que sufriéramos de esta manera, seguramente en el poco tiempo que vivió dentro tuyo supo que su papi era maravilloso y que lo amábamos a pesar de todo.


Jeff levantó la mirada al alfa y sus labios se fruncieron con incomodidad. Jack solo se acercó a él para tomarlo de los hombros y hacer que el omega se hunda en el calor ajeno, que lo disfrute. Jeff lo hizo, disfrutó el calor del pecho de Jack tal como lo hizo esos meses en los que empezaron a vivir juntos, disfrutó de su aroma tanto como cuando dormían abrazados bajo las sábanas en ese invierno pasado, disfrutó de su piel tanto como disfrutó del dulce beso dejado sobre sus labios, lo disfrutó como si fuera el último. Porque lo amaba y no podía perdonarse haberle traicionado de tal manera, siendo un inútil, perdiendo a su preciado hijo, solamente dejando que se vaya sin haber luchado lo suficiente para aferrarse a este mundo.


Jack besó los labios de su omega intentado reconfortarlo y le sorprendió que este solo se dejara tomar por él de aquella romántica manera, por primera vez ambos disfrutaban de un contacto como ese. A pesar de que ambos se hayan aceptado como destinados y aunque Jeff no lo quería admitir, jamás habían estado tan conectados como en ese simple momento en el que sus labios bailaban aquel antigüo tango de amor, deseando más del otro y no obteniéndolo porque era suficiente con aquel simple y romántico beso.


Jack observó el rostro de su pareja, un pequeño río salado se hizo cauce en su mejilla izquierda y la cálida mano del alfa se dedicó a limpiarlo con amor puro.


-Lo superaremos juntos ¿vale? -el omega no dijo una sola palabra en todo ese momento, menos lo haría mientras se encontraba así de expuesto, con un pequeño descuido podría dejar salir su llanto-. Pedí que cremaran a nuestro pequeño, creo que estará mejor así -y Jeff sintió otro gran golpe en su pecho al escuchar aquellas palabras, ni siquiera pudo ver a su bebé, aunque haya sido prematuro y cargaba con tal enfermedad, estaba dispuesto a observar aquellos delicados rasgos que llevaba todo bebé, quería ver esa sonrisa que el alfa dijo que tenía, quería sentirlo y sentir que fue padre por un corto tiempo, quería, pero no pudo. No iba a poder porque era un cobarde, un gran cobarde que solamente buscaba su rápida escapada de esa cruel realidad.


Jeff solo asintió a lo que dijo el alfa, este sonrió con delicadeza y luego se paró para ir en busca del doctor. Jeff lo observó salir de la habitación y llevó ambas manos a su vacío vientre. ¿Era un cobarde? Claro, era tan cobarde como para no aceptar a su alfa, tan cobarde como para no poder decirle que lo amaba y tan cobarde como para querer regresar al pasado.


Pasaron las semanas, la actitud se Jeff no había cambiado demasiado, aunque en esos últimos tiempos había empezado a hablar más de lo común con su madre, quien estuvo destrozada por la noticia. El alfa quedaba en segundo plano en la vida de Jeff, era como si fuese que este se había rendido ante todo y dejó de lado aquellos contactos que antes eran importantes, dejó a Natanael de lado y a los agradables padres del alfa, descuidó su vida y su cuerpo y solo unas semanas después empezó a tomar terapias para poder sobrellevar tal shock que aún no había abandonado su sistema.


Y a los tres meses, mientras que el alfa estaba en la universidad y el omega había decidido tomarse su año sabático, Jeff observó con detalle el departamento en el que había estado viviendo los últimos meses, observaba todo como si quisiera recordarlo para siempre, aquella cama en la que dormían juntos o aquella cocina en la que el alfa adoraba hacer postres para un embarazado Jeff. Este se acomodó el abrigo marrón y unas manos delicadas pasaron por sus hombros para luego abrazarlo.


-Vámonos, Jeffrey -decía su madre con la voz calmada, Jeff tragó saliva duro y suspiró.


-Solo un momento más, por favor -susurró, la mujer asintió y tomó la ligera maleta de Jeff para luego salir por la puerta del departamento. Jeff suspiró una vez más y se acercó a un mueble dejando una nota en una hoja blanca. Ahora podría ser libre.


Salió por la puerta principal y dejó atrás a su alfa, su aroma agradable y el calor de su pecho, dejó atrás esa cálida piel que lo llamaba a amarlo con desenfreno. Dejó atrás las decepciones que había hecho pasar a su pareja, él creía que ya no era digno de estar con Jack. Y en el mueble al lado de unas flores blancas se obsevaba la nota con una bonita caligrafía.


¿Cómo crees que hubiera sido si nunca nos hubiéramos conocido?


Idempotente.


 

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