Jack estaba emocionado obsevando aquel prominente vientre de unos siete meses de desarrollo, Jeff estaba cansado de su entusiasmo, desde que había quedado embarazado el alfa básicamente se pasaba haciendo todo por él y era una falta de respeto para Jack que Jeff se levantara para servirse un vaso con agua, con ese pequeño niño desarrollándose dentro del omega Jack sentía que tenía el doble de responsabilidad, cuidando al omega y cuidando a su bebé, no se perdería un solo momento de él.
Jeff estaba cansado de su entusiasmo, pero también estaba cansado de muchas cosas, como tener los pies jodidamente hinchados y ese dolor lumbar que parecía querer matarlo, solo se relajaba cuando se sentaba en el sofá y el entusiasmo de Jack le encantaba cuando este se sentaba entre sus piernas y observaba aquel vientre para luego acariciarlo, esperando a que su bebé despertara y empezara a moverse como si bailara. A Jeff la sensación de tener algo flotando dentro suyo le hacía recordar a su primer bebé, a quien ahora recordaba con una sonrisa dolida, habían cosas que nunca se podrían superar.
—Se mueve, ¡se mueve! —Jack reposaba su cabeza sobre la piel del omega y esperaba una y otra vez la patada de su pequeño, lo que Jack no sabía era que su omega estaba sufriendo por las patadas que su bebé daba a sus órganos, sintió el dichoso toque en su mejilla y sonrió—. Oh, eres muy fuerte pequeño —decía mientras que empezaba a acariciar nuevamente la pálida piel del omega.
No lo habían intentado mucho, en realidad Jeff había quedado embarazado durante ese "tiempo" que se debían dar. Claro, ambos sabían que eso sería imposible teniendo al otro tan cerca. No se resistieron simplemente y terminaron una y otra vez en la misma e incómoda situación en la que la marca del cuello de Jeff era renovada.
Ya había pasado como un año desde que se encontraron, Jack seguía en contacto con Harry, aunque habían ciertas cosas que el omega debía resolver y necesitaba tener un tiempo junto a su bebé. Jeff se sintió más relajado el día que supo que ese niño no era hijo de Jack y que él realmente estaba ayudándolo con un tratamiento psicológico. Por eso amaba a ese acosador, por su empatía casi irreal, y le dolía saber que él era así, porque todos esos problemas los había vivido tan intensamente como el omega.
—Es un niño, debe tener un nombre bonito —decía Jack una noche mientras que hojeaba una revista sobre maternidad, Jeff realmente ya deseaba dormir y estar en esa cómoda cama en donde todo su cuerpo se hundía sobre esas sábanas, solo hacía que el sueño aumentara.
—Podríamos elegir el nombre otro día —Jeff realmente estaba cansado, su bebé consumía casi toda su energía.
—Pero aquí hay una lista muy grande, deberías al menos escuchar algunos. —vaya que el entusiasmo de Jack le daba las energías necesarias para poder mantenerse despierto, Jeff quería decirle que duerma todo lo que pueda porque cuando el bebé naciera no podría hacerlo, pero a pesar de decírselo muchas veces, él no lo entendía—. Mmm, ¿Qué te parece Adam?
—Es horrible —susurró el omega contra su almohada.
—¿Y Cristofer?
—¿Quieres que hagan bullying a nuestro hijo? —Jeff estaba por dormirse, los párpados no volverían a abrirse hasta la mañana.
—¿Entonces? ¿Qué nombre crees que le vendría bien? —Jack no cerraba la boca, Jeff estaba por pegarle una jodida patada en los testículos.
—No sé... engendro o algo a- —luego Jeff cayó en sueño. Jack sonrió y no evitó soltar una risa, se sostuvo para no despertar al omega y solo dejó la revista de lado, observó aquel cabello castaño que caía sobre su frente y todas aquellos detalles de su joven rostro, Jeff no era nada feo y Jack tampoco, el hijo de ambos sería hermoso a decir verdad.
—Te amo Jeff —sususrró el alfa abrazando al chico y posando su mano sobre el vientre donde inquieto se movía su pequeño—. A ti también te amo, engendro —habló bajo—, pero debes dormir para que mamá pueda descansar ¿vale?
Jack sonrió y abrazó a su violencia con patas, seguramente lo despertaría en la noche para que le traiga algo de la cocina, pero no le importaba todos aquellos malditos cambios de humor mientras lo tenga a su lado, como siempre lo quiso tener.
Sin permiso de Jeff, Jack empezó a repartir unos besos en su cuello, justo sobre aquella marca ya cicatrizada que informaba sobre el lazo más importante que una pareja podía tener, ni un documento que diga que estaban unidos era tan importante como esa hermosa marca que Jeff por fin llevaba.
Y Jeff jamás creyó que llevarla se sentiría tan bien, no se sentía atado ni rebajado a un simple objeto de placer. Jack lo amaba y eso se notaba a leguas, incluso en ese monento en el cual él creía que dormía y repartía esos dulces besos sobre su piel.
Realmente lo amaba.