Jeff hablaba con un alfa, se veía que estaba bastante preocupado por su pareja, un omega quien había tenido a un par de mellizos, dos bonitos bebés, uno alfa y otro omega. Jeff fue quien estuvo al tanto de su embarazo y le sorprendió que eso haya sucedido, normalmente los genes alfas y omegas son incompatibles y si sucede un embarazo de ese tipo el omega termina con problemas por culpa de los genes alfa de su hermano, pero estaba contento de que ambos bebés estén sanos.
—Muchas felicidades, son dos preciosos varones mellizos, un alfa y un omega —dijo Jeff con una gran sonrisa, estaba por decir algo más hasta que una enfermera apareció a su lado y lo veía con timidez.
—Discúlpeme Doctor Applewhite, lo requieren en neurología —dijo suave para luego marcharse de ahí. Jeff suspiró y volvió la vista hacia el alfa quien esperó a que la pequeña conversación acabase. Sabía que era Jack quien lo llamaba, ese alfa podía haber pedido un tiempo a Jeff, pero eso parecía bastante improbable ya que se veían más seguido de lo que creían, además el alfa lo llamaba a su consultorio cuando el trabajo terminaba.
—Disculpe eso. Como iba diciendo, en este momento su esposo está dormido por el cansancio que suponía el parto, le administraremos algunos sedantes más y despertará dentro de unas horas. Por el momento puede ver a sus hijos en los cuneros, llegará ahí por el pasillo derecho. Felicitaciones nuevamente.
El alfa agradeció y Jeff dio media vuelta dispuesto a regresar a la sala de médicos, no le daría el gusto a Jack justo después de que él le haya dicho aquellas palabras. Luego de asearse y cambiar su uniforme decidió regresar a casa... pero no podía negarse, tenía esa horrible necesidad de verlo, más ahora que sabía que estaba tan cerca.
Solo será un momento, una brillante excusa. Se dirigió al tercer piso de aquel hospital y se detuvo en un pasillo vacío, el trabajo había acabado y Jack solo hacía horas extras mientras verificaba expedientes, cuando vio al omega entrar a su consultorio no evitó soltar una sonrisa.
—¿Qué tal? —preguntó, Jeff se recostó por la puerta y observó al alfa quien continuaba con su guardapolvos blanco mientras que ordenaba unos documentos.
—Al omega con el embarazo de mellizos se le adelantó el parto, pero todo salió bien —¿esto parecía monótono? No, se merecían estar juntos y tranquilos luego de tanto tiempo alejados.
Jeff apartó la mirada de Jack, el alfa dejó de lado su trabajo solo para observarlo con intensidad y eso incomodaba al omega, Jack decidió levantarse de ese cómodo asiento de cuero negro y caminar hacia el omega hasta acorralarlo, cualquiera diría que eran un par de adolescentes coqueteando. Jeff no pudo evitar que sus mejillas se tornaran a carmín y, aún sin ver a Jack a los ojos, quiso decir unas palabras, pero solo terminó con la boca entreabierta y las ganas de hablar muertas. El alfa observó esa bonita reacción y se sintió conmovido ¿Cuándo Jeff había cambiado tanto? Él lo recordaba como un chico bastante impulsivo a quien no le gustaba ese tipo de cosas, sin embargo, ahora estaban en aquella situación, uno tan cerca del otro.
Jack no se contuvo, no podía hacerlo, levantó el rostro del omega sosteniendo su barbilla entre los dedos índice y pulgar, sus ojos se encontraron y Jeff parecía haber muerto y resucitado en un segundo. Su cuerpo empezó a actuar por sí mismo, eran adultos, deberían poder contenerse. Pero esa gran cantidad de feromonas que el omega liberaba solo contribuía a que el alfa desee más y más reclamarlo. Y no lo dudó mucho, unos segundos después ya estaba devorando con habilidad la boca de su predestinado, claro, Jeff quiso pegarle una patada en los testículos, pero se detuvo pues el futuro de sus hijos estaba en juego al hacer eso.
Y era irónico que la idea de tener bebés ahora lo emocionaba tanto, hasta su propio cuerpo lo reclamaba y todos aquellos celos que había pasado solo lo sabía, era común que los celos de omegas quienes pierden a sus bebés sean insoportables hasta que estos vuelven a embarazarse y Jeff no fue la excepción. Y no solo su cuerpo lo reclamaba, también su corazón quien aún herido se encontraba.
Y apenas sintió cuando el alfa lo tomó de los muslos y sus piernas se aferraron a él, justo como la primera vez, sus bocas no dejaban que ese dulce beso terminara y sus manos ansiosas buscaban la piel del contrario.
—Deberíamos... —Jack se separó de la boca del omega soltando un jadeo—, deberíamos detenernos... —susurró.
—Ni te atrevas maldito idiota —dijo Jeff con su bífida lengua, Jack sonrió para luego volver a tomar al omega y esta vez acercarse a su escritorio, Jeff sintió la fría madera en su trasero y solo ahí reaccionó sobre el lugar en dónde estaban haciendo esas cosas.
—Creo que deberíamos ir a otra parte —susurró mientras unos besos eran repartidos por su cuello, Jeff sintió el calor del aliento del alfa sobre su piel, justo donde se mantenía inmaculada para una sola persona, Jack seguía sus instintos más primitivos, el intenso aroma de ese omega lo estaba volviendo demente, quería tenerlo, quería que sea suyo y cuando menos lo notó su húmeda lengua pasaba sobre esa sección en la cual dejaría su marca de por vida.
Creyó que Jeff lo empujaría y lo goleparía, creyó que no dejaría que una marca esté sobre su cuello jamás, pero no creyó cuando una mano algo temblorosa se colocó sobre su cabeza, acariciando sus azabaches cabellos con dulzura.
—Estamos juntos —le susurró Jeff, ambos ya sabían que su lazo se había formado apesar de que no existiera una marca, la marca solo lo hacía aún más fuerte y profundo. Jeff cerró los ojos dispuesto a entregarse y el alfa sintiendo la dulce caricia de su omega decidió apresar con sus dientes la blanca piel de su pareja dejando salir unos hilillos de sangre. Jeff se quejó y cerró los ojos con fuerza descomunal al sentir ese toque casi prehistórico, se sintió vulnerable por un momento pues creyó que ese alfa conocería su vida entera a través del lazo, no se equivocaba.
Cuando sus dientes se separaron, Jack besó nuevamente la piel ahora dañada y no evitó oír los jadeos que el omega soltaba con rudeza, eso fue bastante extraño. Jack sonrió al verlo tan sonrojado y se sintió completo por primera vez durante años, lo abrazó, lo abrazó y se juró nunca jamás hacerle daño.
Jeff era tan lindo.
—Te amo —susurró el alfa, Jeff cerró los ojos, el reciente acto lo dejó con muy pocas energías.
—Te amo también —dijo con una media sonrisa puesta.
¿Acaso se iban a dar un tiempo? Eso no serviría, sus sentimientos eran incontenibles.