Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Idempotente por BackAck

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Jeff caminaba con rapidez por los pasillos del edificio en el que impartían clases, era la hora del almuerzo y seguramente los profesores estarían ocupados, pero debía hablar con aquella mujer a quien siempre admiró por ser una omega profesional. Era bastante raro observar a omegas con profesiones, pues esta raza estaba predestinada a servir a los alfas. Inés Cousteau era una de los pocos omegas quien se graduó y, además, con honores que no pudieron negarle. En esa etapa de su vida trabajaba como docente en aquella universidad, quedando admirada por Jeff, quien le recordaba a sus años mozos.


—Doctora —Jeff abrió lentamente la puerta de aquella pequeña oficina luego de golpearla con los dedos. Observó dentro a aquella mujer morena de cabello corto y un delgado cuerpo acomodando unas carpetas en unos muebles.


—Oh, Jeffrey, qué gusto tenerlo aquí —dijo la mujer con una sonrisa—. Ya estaba creyendo que me había olvidado.


Una risa provino por parte del omega, quien ingresó a la estancia con seguridad. Inés pidió a su alumno sentarse mientras que ella acababa de acomodar aquellos papeles, diciendo a Jeff que le comentara el por qué de su visita, pues a pesar de ser alumno y maestra, ambos compartían una amistad nacida del deseo común de superarse como omegas.


—Doctora, tengo un problema —susurró el más joven mientras miraba con nerviosismo las mangas de su abrigo gris. Cuando la docente escuchó al chico con aquel preocupante tono que denotaba tristeza, dejó su faena y se dispuso a acercar una silla para sentarse al lado de Jeff y escucharlo con atención.


—Puedes contarme lo que desees —la mujer observaba fijamente a los ojos del joven, pues entendía lo que era ser rechazado por la sociedad al intentar uno superarse siendo omega.


—Es que necesito algún consejo respecto a un alfa —susurró con vergüenza y la Doctora levantó las cejas mostrando una sonrisa de diversión—. ¡Pero no es lo que usted está pensando! —dijo Jeff agitando ambas manos en un gesto de negación.


—Entonces qué —Inés era muy paciente y le encantaba escuchar las anécdotas de las personas, le encantaría escuchar sea lo que sea que el omega tenga que decir. Pero Jeff estaba un poco nervioso, él sabía que si comentaba algo acerca de la falta de olfato de Jack, estaría revelando la identidad de aquel alfa, a quien quería dejar encubierto.


—Es que él me molesta demasiado y no me gusta eso —dudó por unos segundos—. No sé cómo quitármelo de encima.


—Te diré algo, Jeff, los alfas son como unas garrapatas que se te pegan a la piel y son difíciles de quitar —Jeff estaba totalmente de acuerdo con lo que decía su maestra—. Pero tampoco debes evitarlos de por vida, sé que te es difícil dimensionar aún todo lo que te falta por hacer en la vida y la cantidad de las cosas que debes hacer te está ahogando levemente. Ya sabes, terminar la carrera, tener una profesión, tener una familia, etcétera. No quiero decirte que pierdas la cabeza en este mismo instante, solo que empieces a pensar con la mente fría, hace un momento dudaste y si dudaste quiere decir que estabas formulando una mentira, ¿estás seguro de lo que me dices?


El omega se sintió muy pequeño al lado de aquella mujer, en un solo segundo todo su intento de mantener las apariencias se fue por un caño. Suspiró y observó de nuevo a aquella omega quien esperaba la respuesta ajena con atención.


—Se trata de Jack Quaestio —susurró su apellido, pues hace muy poco se había enterado de que ese era. La Doctora se acomodó observando a su alumno quien simplemente suspiró con pesadez y observó a los ojos de aquella mujer—. Él no posee sentido del olfato y en las últimas semanas estuvo acosándome como un maniático, me asustaba mucho cuando me acompañaba ida y vuelta a la universidad e inclusive cuando empecé a encontrarlo en otros lugares. Él juró que deseaba ser solo mi amigo, pero por culpa del celo tuvimos un encuentro un poco... íntimo y creo que desde allí todas sus neuronas hicieron corto. La semana pasada, por alguna extraña razón que no quiero conocer, logró reconocer mi aroma e inclusive estuvo olfateando mi cuerpo por mucho tiempo, era extraño pues no podía oler nada más, solo a mí y créame que aquello me molesta demasiado, ¿qué demonios le sucede para hacer aquello?


Jeff durante su narración pasó de tímido a furioso, para la última frase ya tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. Inés observó a su alumno con una sonrisa de lado y no pudo sostener una risa que hizo a Jeff sonreír.


—Te apuesto veinte dólares que luego de eso entraste en celo —dijo la Doctora en medio de una risa y la sonrisa de Jeff desapareció en un instante, su corazón empezó a latir más rápido y simplemente tragó duro cuando empezó a sentir las puntas de sus dedos frías. Inés notó aquella reacción y calló su risa de súbito—. Jeff... ¿e-es cierto eso?


Jeff solo apartó la mirada, no quería recordar cómo la noche de aquel día tuvo que complacer a su cuerpo una vez más por los asquerosos síntomas del celo. Solo asintió y luego reveló otra verdad.


—Es la tercera vez que me provoca el celo —susurró avergonzado. Inés abrió los ojos como platos y, en ese momento, realmente se preocupó.


—¿Al menos tus inhibidores siguen haciendo efecto? —Jeff quitó de sus bolsillos una botellita blanca con pastillas, la cual agitó como un sonajero.


—Son inútiles, no pude salir de casa ni siquiera para ir a la tienda y tenía demasiado miedo para hablar con Jeff pues había recuperado el olfato.


Inés suspiró y anotó en un pedazo de papel su número personal, ofreciendo el papel al joven.


—Llámame cuando necesites ayuda —dijo, Jeff agradeció asintiendo—. Te diré algo, Jeff, el cuerpo humano es fascinante, pero la mente humana lo es más. Uno no puede decidir sobre ella pues podría ser grande, pero es intangible también, la propia existencia del pensamiento se contradice, pero créeme que estos tienen una gran repercusión sobre el cuerpo. Podremos conocer todo de él pero nunca nos quedamos a pensar en cómo los pensamientos lo afectan, las reacciones de nuestro cuerpo son reflejos de las reacciones de nuestras almas, nuestros pensamientos. Quizás tu cuerpo quiera decirte algo, así como el cuerpo de Jack quiera de-


—Espere —Jeff cortó el monólogo de la omega, entendiendo aquello pero, internamente, burlándose de tan absurda idea—. ¿Usted quiere decir que Jack es mi "predestinado"? —hizo comillas con los dedos en la última palabra. Inés asintió.


—Exactamente —dijo, y sonrió—. Felicidades, Jeff.


—¡¿Ehh?!


 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).