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Idempotente por BackAck

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Según lo que el doctor les había dicho ellos deberían volver en unas semanas para poder tener una valoración total del embarazo a través de un ultrasonido. Esa vez no se pudieron hacer las mediciones ni los avistamientos correctos, aunque todo eso tenía despreocupado a Jeff, sabía que su hijo sería alguien sano y tenía una mente positiva en cuanto a ello. Pero Jack era un mundo aparte, el alfa estaba más que enamorado de su pareja y lo demostraba a cada rato con cualquier tipo de actos. Como aquel día cuando Jack llevó a Jeff a comprar una pizza y mientras se la comían sobre la alfombra de la casa de Jeff y observaban una vieja película de los setentas, el alfa pidió a este ser novios con toda la naturalidad que le representaba.


Jeff estaba descolocado, pues creía que ese momento de su vida sería uno como los que vio en las películas, en donde les dan un ramo de rosas y hay velas prendidas por toda una habitación, cuando el hombre se incaba y tomaba las manos del contrario para depositar spbre estas un tierno beso de amor verdadero y, obviamente, ambos estaban muy enamorados por lo que, luego de un monólogo sobre lo hermosa que es esa persona especial, pedir ser novios era algo ya sobreentendido y terminarían abrazados y llorando por la felicidad que sentían en ese instante. A Jeff le daba escalofríos hacer una escena de esa índole, así que estaba agradecido con Jack, asintiendo a su pregunta y recibiendo un casto beso por parte del contrario.


En ese beso Jeff sintió a cada una de sus células quemarse, su cuerpo involucionar en una oleada de sensaciones en las cuales solamente se dejó llevar. ¡Y su alma estaba contenta! Era simplemente hermoso estar al lado de aquel hombre que hacía a sus sentidos desintegrarse solo con un beso. Ya había dicho que dejaría entrar a aquel alfa a su vida, aunque este ya había entrado en ella con toda la imprudencia que le caracterizaba.


No habían caricias lujuriosas, solamente eran caricias de cariño bajo las cuales Jeff se derretía como chocolate. Más de una noche Jack había ido a casa de Jeff solamente para velar sus sueños y este empezaba a ser más seguro en cuanto a la relación que tenían. En aquellas semanas antes de la revisión, Jack ofreció a Jeff vivir con él y tener gastos compartidos. Claro que el omega se negó rotundamente a ello durante días, pero no pudo evitar ir a casa del alfa cuando este prácticamente lo había secuestrado en el departamento contrario, llevando consigo toda su ropa y objetos importantes.


Obvio, Jeff se negó, golpeó y riñó al alfa como un animal salvaje, como el animal salvaje que era. Pero no pudo decir nada más cuando Jack habló sobre lo preocupado que estaba por no tener cerca a Jeff, y claro que era entendible, pues un alfa es un alfa y esa marca que aún no existía lo tenía bastante tensionado la mayor parte del día cuando Jeff iba a su trabajo.


La marca siempre fue representada como la unión más profunda entre dos personas, era un medio de comunicación con el cual podías saber los sentimientos de esa persona y solo se la daba a alguien muy especial. A tu pareja, a tu destinado. Y ellos eran pareja, Jack obviamente sentía que eran destinados, pero Jeff no lo quería aceptar. Aún así, nadie mencionó a aquella marca que no existía y la razón de no saber lo que todo el tiempo sucedía con su pareja llevó al alfa a básicamente secuestrar al omega.


Con el paso de los días Jeff lo aceptó y se sintió verdaderamente bien ver a Jack durmiendo sobre el sofá al querer este respetar la privacidad de Jeff. El omega realmente estaba feliz de que Jack actuara de esa manera y claro que no dijo una sola palabra sobre ello. Solo se dedicaba a disfrutar de la convivencia en pareja con aquel alfa. Algo que jamás creyó que podría disfrutar.


Luego de una mañana en la que Jeff despertó gracias a las caricias del alfa sobre el vientre ajeno, se deleitaron con un dulce desayuno preparado por Jack, el cual Jeff no pudo disfrutar de la maners correcta. Pusieron en orden todo antes de salir juntos aquella. Nuevamente estaban en aquel lugar de pasillos inmaculados y aroma a desinfectantes. Jeff dejó a Jack tomar su mano, últimamente lo venía haciendo seguido y el omega no decía nada sobre ello. Solo lo dejaba pasar, como todo lo demás.


Una enfermera llamó a la pareja y esta se adentró hacia el consultorio del médico quien los recibió con una ancha sonrisa. Recibieron unas preguntas las cuales la mayoría respondía Jack con gusto, por supuesto que no quitaba la palabra a Jeff, sino que este había despertado con un humor del diablo y las náuseas estaban por asesinarlo en segundos. El médico recetó otro tipo de medicamentos contra las náuseas para el omega y, luego de escribir en su papel con letras inteligibles, pasaron a aquella habitación que la pareja adoraba.


Jeff tenía diez semanas de embarazo, es decir, dos meses y medio, y esos comienzos eran los más importantes para el feto tanto como gestante. Aunque esto tenía despreocupado al omega, en el fondo de su corazón sabía que su bebé sería perfecto. Se permitió recostarse sobre la camilla y una cálida mano lo ayudó, era el alfa quien siempre estaba a su lado para todo.


Jeff descubrió su vientre dejando notar su piel la cual Jack adoraba llenar con besos. El doctor obviamente estaba encantado con aquella pareja tan peculiar, era un placer verlos juntos. Hizo su trabajo al poner el gel sobre la piel ajena y encender los aparatos para obtener una imagen del feto en desarrollo. Miró a la pareja de reojo mientras que el transductor se deslizaba sobre la piel del omega, ellos estaban atentos a la pantalla, en medio de un silencio sepulcral pero no incómodo. El doctor supo entonces que, a pesar de que ellos sean jóvenes, serían unos muy buenos padres. Quizás tengan una que otra dificultad y varios tropiezos, pero eran buenas personas.


El médico encontró al feto luego de poco buscar, frunció el ceño movió el transductor para observar mejor. La pareja estaba atenta, la sonrisa de Jack se deshizo al instante y un sentimiento de pesar inundó su mente. Miró a Jeff, Jeff solo podía mirar aquellas imágenes que reconocían perfectamente. No podía decir una sola palabra, su garganta estaba cerrada por el pánico. Observó al médico, quien con el ceño fruncido observaba las imágenes.


—Espéreme unos minutos, jóvenes —el mayor alejó el transductor borrando aquella imagen de la pequeña pantalla y dejó este aparato al lado de otros en un lugar donde reposaban. Se levantó de su asiento y fue hacia la puerta para hablar con una enfermera.


En ese momento, Jeff observó a Jack, ambos estaban tan asustados que no podían decir una sola palabra en cuanto a lo que vieron en aquel ultrasonido. ¿Acaso era real? ¿En serio estaba sucediendo? Los ojos de Jeff se cristalizaron y acarició su vientre en la sección en donde no alcanzaba el gel. Su pequeño...


—¿Me llamó, doctor Albert? —un joven médico de cabellera rubia ingresó a la habitación, el aludido asintió.


—Quisiera confirmar una malformación del tubo neural —todo tan técnico. Todo tan conocido para ambos padres. Todo tan horriblemente real. El de cabellos rubios observó a ambos jóvenes y los reconoció. Eran estudiantes de su universidad y los había conocido cuando ambos estaban en el primer año. Ahora que él era un doctor, los jóvenes deberían comprender bastante bien lo que sucedía.


Ignoró sus miradas tristes, pues eso le hacía mal en ciertos casos y es que un médico debía tener el sentimiento de la empatía cero por ciento desarrollado. Tomó asiento en el lugar del doctor Albert, el transductor lo deslizó sobre el vientre del omega y observó las imágenes. Era cierto que Albert podía dar un diagnóstico ciento por ciento fiable, pero es mejor tener opiniones de otros en estos casos tan delicados.


—Le he hecho un examen de alfafetoproteína hace dos semanas, pero los niveles eran normales —explicaba Albert mientras que leía en los exámenes que tenía en una carpeta amarilla. Jean, el joven doctor de cabellos rubios, obsevaba al feto y confirmaba, con el título de neurología en mano, que aquel individuo poseía una malformación congénita llamada anencefalia.


Ambos médicos asintieron, pero Jeff ya no estaba en este mundo, estaba con los ojos perdidos y cristalizados, cayendo dentro de un hoyo de tristeza, era demasiado para él. ¿Por qué cuando aprendió a amar a aquella pequeña vida, debían decirle aquello? Sus ojos derramaron lágrimas y Jack intentó consolarlo con un abrazo que no funcionó porque el alfa estaba igual de dolido que el omega. ¿Cómo reaccionar ante aquello?


—Deberíamos hacer unos exámenes más, Jeff —Albert explicaba cuando ya Jean salía de la habitación, le dolía ver a esos muchachos así de mal cuando los recordaba muy felices. Jeff observó al doctor—. Y también debes decidir si es que quieres interrumpir el embarazo.


 

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