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Idempotente por BackAck

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—Deberás regresar cuando cumplas las doce semanas para realizar otro ultrasonido, aunque el diagnóstico en estos casos es siempre fiable. Lo mejor es interrumpir el embarazo, pues las esperanzas de vida de un bebé anencefálico son nulas.


Jeff se recostó de lado en la cama del alfa, sentía el aroma de su pareja sobre las sábanas mientras que solamente miraba a la nada como si de la cosa más interesante se tratara.


—Existe una alta probabilidad de que experimentes un aborto espontáneo o que el feto muera por la sobreproducción de líquido amniótico, pero hay casos en los que estos embarazos han llegado a término.


Jeff colocó una de sus palmas sobre su vientre. Su pequeño estaba enfermo, su pequeño bebé lo dejaría, estaba irremediablemente mal. La garganta se le cerró una vez más mientras que observaba la puerta de la habitación abrirse y al alfa a quien Jeff creyó fuerte por mucho tiempo. Sus ojos se encontraron, unos hundidos en una profunda oscuridad teñida de rojo y otros llenándose de aguas azules por la tristeza.


—Si un embarazo de esta índole llega a término, hay que inducir al parto o realizar una cesárea. De los bebés que nacen, la mayoría muere al nacimiento, mientras que otros viven pocas horas, con suerte algunos días, pero su organismo decae luego de un corto tiempo por la incapacidad de producir hormonas.


Jack se acercó a Jeff, el omega dejó que aquel alfa ingresara en su burbuja y se hunda con él, aunque Jeff parecía no estar en el mundo de los vivos, pues sus manos acariciaban aquella zona que creía tan delicada mientras que sus ojos, cansados de llorar, empezaban a cristalizarse nuevamente a la vez que sentía a Jack sentarse a su lado sobre las sábanas y una mano acariciaba la mejilla de un Jeff quien aún no decía una sola palabra desde hace horas.


—Esta situación puede traumatizar bastante a ambos padres, entiendo que es algo muy delicado de procesar y aún se encuentran ambos en estado de shock, pero deben pensar bien las cosas. No me gustaría obligarlos a algo que no desean y por ello dejo la decisión de interrumpir el embarazo en sus manos.


Por primera vez desde que abandonaron la clínica y volvieron al edificio departamental Jeff giró la mirada hacia Jack, sus ojos inyectados de sangre le comentaban todo el mal que estaba pasando en ese instante, no estaba seguro de que si quería seguir o no con aquella falsa felicidad. Jack solo atinó a abrazar el cuerpo del omega y hacer que este se hundiera en unos brazos que lo reconfortaban ligeramente. El aroma del alfa era ligero y suave, sobreprotector. Jeff cerró los ojos mientras que el abrazo se ceñía aún más sobre su cintura, Jack logró levantar a Jeff y quedar con este entre sus piernas mientras apoyaba su espalda por la pared.


—Tranquilo, Jeffrey —Jack bajó el rostro al cuello de su pareja en donde depositó un suave beso, Jeff cerró los ojos y un par de lágrimas saltaron por la presión. Jeff aún no quitaba sus manos de su vientre, como protegiendo a su pequeño.


—Jack... —un susurro se resbaló por su garganta, el alfa solo posó sus manos sobre las ajenas, diciendo con este acto que estaba atento a lo que diga—. ¿Crees que sufra?


Esa maldita pregunta de nuevo llegaba a la mente de Jeff y contagiaba a Jack de inmutable tristeza. El mayor inhaló aire para luego soltarlo en medio de un suspiro que caló la piel del cuello de Jeff. Era demasiado para procesar, apenas habían empezado una relación un poco formal, apenas el omega había aceptado al alfa y apenas habían empezado a ser felices. Justo cuando le quitan su tan preciosa felicidad con aquella noticia. Y no sabían qué hacer para que su pequeño esté feliz. Sabían que se iría tarde o temprano, pero, ¿cuándo sería lo indicado?


La ciencia podría decir que un ser anencefálico no siente dolor, felicidad, ni sufrimiento, pues era carente del sistema que hacía a su pequeño cuerpo experimentar aquello. Pero Jeff no estaba seguro, no estaba seguro de nada. Jack no respondió a su pregunta, continuando aún con aquel letargo que le había dejado aquella visita a la clínica.


—¿Qué deberíamos hacer? —los hombros de Jeff se encogieron con lentitud al pronunciar aquellas palabras, aún protegiendo su vientre con sus manos, ¿estaría bien deshacerse de su bebé, cortar con su sufrimiento? ¿Estaría bien continuar con su embarazo y, al final, perderlo igualmente? Jack tragó duro.


—Creo... creo que deberíamos decir a nuestros padres que tendremos un hijo —a pesar de todo, ambos tenían segura aquella respuesta. Aunque les doliera y sea muy difícil de sobrellevarlo, no dejarían que aquella pequeña criatura deje de existir por cobardía de sus padres. Jeff sintió su corazón reconfortarse por un momento y su cuerpo dejó la tensión de lado, después de todo estaba contento de decir a su madre que sería abuela por quizás un corto lapso de tiempo, su garganta amenazó con cerrarse nuevamente, pero no se lo permitió.


—Jack...


—¿Mmm...?


—Hagamos feliz a nuestro prqueño, ¿podríamos? —aunque Jeff quisiera ser fuerte al decir aquellas palabras, sus brazos no dejaban de temblar en medio de un pánico que empezaba a apoderarse de su cuerpo al no saber cómo llegar a realizar aquella promesa.


—Él será feliz el tiempo que esté con nosotros —Jack coló una de sus manos bajo las manos de Jeff, acariciando a aquella pequeña vida que aún se aferraba a su madre en busca de nutrientes.


Jeff cerró sus ojos para luego abrirlos y girar la vista hacia un Jack quien estaba concentrado en el lugar en donde sus manos reposaban. El omega por primera vez estando consciente se atrevió a acercar sus labios a la piel del contrario, depositando un casto beso sobre los labios del alfa. Jack se sorprendió, por supuesto, pero no pudo evitar sonreír como un tonto cuando su omega se sonrojó como si fuese un adolescente.


—Te quiero, Jeff —Jack estrujó aún más el cuerpo del contrario de manera sobreprotectora. Jeff suspiró.


—Te quiero, Jack.


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