Jeff respiraba agitado mientras los besos de su pareja subían en intensidad, hace ya mucho había olvidado cuándo se vio en esa situación con el alfa, semidesnudo mientras que el aire se hacía cada vez más pesado por culpa de las feromonas que liberaba como si fuera una planta carnívora atrayendo a su presa, y su presa se encontraba ahí, entre sus piernas mientras que devoraba su boca sin vergüenza alguna.
Las manos de Jack tomaron los delgados muslos de su pareja para poder levantarlo y sentir sus pieles aún más cerca uno del otro. Jeff hace rato ya había perdido los pantalones, apenas habían llegado al nuevo departamento del alfa para "cenar" cuando ambos empezaron con ese acto que sabían muy bien cómo acabaría. Se necesitaban desesperadamente.
—¿Estás bien? ¿Estás cómodo? —Jack se quería asegurar de que todo estaba en su lugar cuando fueron a parar sobre las sábanas del lecho del alfa, Jeff asintió perdido en el placer que le causaba que besaran su marca tantas veces, su cuello se había vuelto tan sensible desde que esa marca empezó a estar ahí, pero esa sensibilidad era más bien causada por la delicadeza en la que los besos del alfa eran repartidos.
Con la cabeza perdida en placer, Jeff solo se dedicó a despojar a Jack de las pocas prendas que ya tenía, se necesitaban después de tanto tiempo y con esa marca presente podían sentir por primera vez una seguridad tan grande al hacer cada cosa. Antes siempre existía un "quizás" entre ambos antes de decidir dar un paso, siempre hubo ese extraño alejamiento apesar de estar siempre juntos. Pero en ese momento podían jurar que estaban tan unidos que nadie ni nada podría separarlos.
—Jack... gracias —susurró el omega mientras que dejaba escapar jadeos sintiendo la piel cálida de su pareja sobre su pecho, Jack levantó la vista y lo observó.
—¿Gracias? ¿Por qué? —dijo confundido, no entendía por qué Jeff agradecía, él debería ser el agradecido por tenerlo nuevamente.
—Por perdonarme —respondió bastante avergonzado, quizás necesitaría que pasen un millón de años para que esa maldita vergüenza se vaya. Aunque debía admitir que no podía ver al alfa por la vergüenza que le daba el haber huído como una gallina.
—Yo jamás estuve enojado contigo, mi querido Jeff —contradijo el alfa mientras que se acercaba al rostro de su pareja y rozaba sus narices con un cariño extremo. Jeff sintió sus orejas calientes y no evitó que una ligera sonrisa se le escape, sabía que el alfa no era una persona rencorosa, pero también era humano y guardaba un ligero resentimiento por todos aquellos años perdidos. Jeff lo sabía a través del lazo y Jack sabía que lo sabía, habían cosas que estaban mejor sin ser dichas, solo sentidas, justo como las manos de Jack recorriendo el cuerpo de su amante.
Jeff sentía que bajo sus palmas se llegaría a derretir, sus cálidas manos recorrían con ternura el cuerpo del omega quien solo alcanzaba a acariciar el cabello de su pareja mientras que sus pieles se rozaban y con cada toque sentían que se quemaban. El falo despierto del alfa no se hizo esperar al sentir aquel hermoso y único aroma que había detectado, Jack realmente jamás se cansaría de él.
Jeff al sentir el miembro de su pareja hincarse con fuerza en su vientre no evitó dejar salir un fuerte gemido que no se permitió reprimir, no quería hacerlo ya que todas sus preliminares lo estaban volviendo loco, Jack realmente quería llegar a ver a un Jeff impaciente y bastante caliente ¿Era uno de sus malditos juegos? Porque el omega lo adoraba.
Y justo cuando menos lo creyó un par de dedos se hicieron paso desde su cuello hasta su vientre, donde el alfa sintió aquella antigua cicatriz que recordaba que un pequeño había sido arrancado de ese lugar, sintió un revoltijo en su estómago y sus excitación bajó rápidamente, no sabía qué hacer en ese momento, Jeff tampoco lo sabía pues ambos se entendían profundamente.
Hubo un silencio triste hasta que Jack besó el cuello de su pareja, bajó sus besos a su pecho haciendo un camino con ellos sin detenerse, bajó sus besos por la línea alba del omega y se detuvo sobre ese vientre que se sentía cálido como todo el cuerpo del omega. La ligera luz de la luna que se colaba a la habitación desde la ventana daba a Jack la visión sufieciente para observar aquella cicatriz que siempre estuvo molestando al omega, el alfa se atrevió a posar sus labios sobre ese imperfecto y Jeff, quien lo miraba atento, solo sintió sus ojos llenarse de lágrimas ¿cómo es que la situación pudo cambiar tan rápidamente?
—Jack, por favor detente —pidió el omega, Jack no se detuvo, solo abrazó a su pareja por las caderas mientras que posaba su sien en ese tibio lugar.
—Jeff, luego de lo que sucedió ¿puedes embarazarte nuevamente? —preguntó, y ahí estaba esa horrible pregunta que incomodó al omega por tanto tiempo. Luego del aborto por desprendimiento de placenta no volvió a hacerse algún chequeo sobre su fertilidad, hasta se dijo que no necesitaría eso jamás, pero no se contuvo y la duda pudo en él, se hizo los chequeos para luego enterarse de que su útero se encontraba en muy buenas condiciones apesar del altercado.
Y recordar toda esa historia lo hacía sentir menos pesar, porque sabía la respuesta que su alfa deseaba y sabía que esa era la respuesta que daría. Jack lo observó y el omega solo asintió con cierta pena, el azabache sonrió ampliamente mientras que posaba nuevamente su mejilla sobre aquella cicatriz.
—¡Entonces podrás tener a mis bebés! —dijo con una felicidad palpable, Jeff sonrió pero luego su sonrisa se borró.
—¿Bebés?
—Sí, quiero tener muchos hijos contigo, por lo menos cinco —¿acaso ese alfa estaba teniendo un tipo de complejo prepaternal?
—No tendré tantos hijos, idiota —dijo Jeff en medio de una risa, Jack levantó la mirada y arqueó una ceja.
—¿No? —ahí estaba su tono que decía "no me retes", Jeff no evitó sonreír—. Veremos quién se rinde primero.
Y con una amplia sonrisa ambos se unieron nuevamente en un dulce y necesitado beso. Sabían que esa noche no se detendrían a pensar en más imperfecciones.
Todo a su alrededor era perfecto.