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Idempotente por BackAck

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La razón por la que Jack siempre le proponía acompañarlo, era porque el chico vivía en el departamento contiguo al de Jeff. Eran vecinos y eso incomodaba al omega, pues no sabía cómo iba a reaccionar cuando este tenga su celo trimestral.


Y eso era lo peor, la cantidad de hormonas que el alfa liberaba estaba estimulando de una manera nada agradable a Jeff, sabía lo que se venía y estaba asustado, pues su celo se adelantó, siendo que no debía llegar hasta dentro de dos semanas más.


-Jeff, ¿te sientes bien? -le preguntó el alfa, quien observaba preocupado al chico omega-. Estás muy rojo -le dijo, y el omega apartó la vista con vergüenza.


-Jack, déjame... el celo se adelantó -dijo con pena mientras que sentía las mejillas arder-. Necesito entrar a casa.


El alfa sonrió y llevó una mano a la castaña cabellera de su compañero, tan castaña como la madera de un sauce.


-Tranquilo, Jeffrey, no te haré daño -y en ese momento, Jeff ya estaba entrando en pánico. Justo después el alfa soltó una risa-. No creas que porque sea un alfa necesariamente debo violarte ahora.


-Entonces... qué... -Jeff intentaba explicarse aquella serena actitud de un alfa frente al celo de un omega ¿Acaso no debería ser al revés?


-Yo nací sin el sentido del olfato y no puedo percibir todas aquellas feromonas que tú u otros omegas desprenden -la mirada de Jack se oscureció-. Es extraño no servir para lo que supuestamente fuiste creado, pero podría ser peor, ¿no? -soltó una risa y luego apretó los hombros de su compañero-. Bien, nos vemos luego, Jeff. No olvides tomar tus inhibidores y si necesitas algo puedes hablarme por el balcón.


Y, sin más, el chico de cabellos oscuros desapareció tras una puerta, dejado a Jeff atontado y con las hormonas a flor de piel. Se quedó en el pasillo por unos segundos hasta que escuchó la cerradura de una puerta ajena abrirse, eso le hizo reaccionar e ingresar a su pequeño departamento con rapidez al suponer que era algún alfa vecino suyo quien lo había detectado.


En el departamento tomó sus inhibidores y una ducha fría. Se limpió y deshizo de aquellos fluidos que, asquerosamente, cubrían la piel de su intimidad. Luego cenó una sopa instantánea para más tarde intentar leer algo antes de dormir pero no poder hacerlo porque el calor que recorría su cuerpo lo molestaba.


El celo me vuelve idiota, pensó y se dedicó a dormir para calmar a su cuerpo que a gritos le pedía reproducirse. Mañana no iría a la universidad, y según como las cosas acontezcan no iria en toda la semana y se excusaría con una nota médica.


Y pensó en aquel hombre de ojos claros quien era su vecino. ¿Sin olfato? Era obvio, pues no lo había atacado. Pero, de cierta forma, era triste pues no podría reconocer a su pareja. En un mundo regido por los aromas, quien no posee la capacidad de reconocerlos es un donadie.


Y daba vueltas al asunto, lo odiaba pues su cuerpo se distraía en aquellas sábanas que lo cubrían y su piel era rozada por estas haciéndola aún más sensible. Odiaba ser omega porque en el celo toda aquella sensibilidad que ya poseía se incrementaba de manera desesperante.


Decidió dejar aquellos pensamientos de lado y disponerse a dormir. No lo logró. Minutos más tarde se encontraba semiacostado en su cama mientras que frotaba su miembro con rapidez. Soltando una horrorosa cantidad de feromonas y gritando casi a todo pulmón gemidos que calaban hasta los huesos de su vecino, el alfa quien lo había acompañado.


Jack pasó sus manos por su azabache cabello y suspiró, era tan desesperante tenerlo como vecino, más desesperante al saber que hacía aquellas cosas a solo una habitación y quizás un gran montón de feromonas era desechado al ambiente, en donde podría llegar a otros alfas y estos reaccionar.


No pudo hacer más que levantarse de su cama y tomar un abrigo ligero para salir de su departamento y, con parsimonía, sentarse frente a la puerta del castaño, haciendo de centinela aquella noche. Le preocupaba que el chico sea atacado al estar en aquel estado.


Esta sensación de sobreprotección hizo que, inconscientemente, Jack liberara sus feromonas al pasillo, espantado a todos aquellos alfas que intentaban acercarse al departamento del chico, pues el aura de ese adolescente era bastante amenazante.


Mientras, Jeff gemía con todo el aire que sus pulmones le den, solamente para dedicarse a aquel placentero acto en donde sus dedos se hacían paso entre la carne frotando con demencia aquel punto dulce llamado próstata. Y un aroma de almendras llegó a sus fosas nasales abruptamente, haciéndolo llegar al orgasmo más increíblemente largo que había tenido en demasiado tiempo, en donde tuvo que sostenerse de las almohadas para poder conllevarlo de cierta manera.


Agitado, observó los dedos que acababan de hacer aquello y el aroma se incrementó bastante, viniendo desde la entrada del departamento ¿Un alfa? Eran jodidamente molestos. Y a Jeff le costaba admitir que sentir aquel aroma le ocasionó tal sensación. Suspiró y cerró los ojos, dispuesto a descansar cuando el aroma volvió a hacerse aún mas fuerte, volviéndose casi asfixiante para el castaño y su debilitado cuerpo que en apenas momentos volvió a sentir la excitación a flor de piel.


-Demonios -susurró-. ¿Quién carajos es? -dijo levantándose mientras se cubría la nariz con disgusto y el cuerpo levemente excitado, limpió sus manos en el lavabo y arregló sus ropas para acercarse a la puerta y observar a través del ojo mágico. Nadie. Bastante extraño.


Abrió la puerta sin quitar la pequeña cadena que aún le protegía y vio un cuerpo dormitando sobre su puerta, reconoció los cabellos oscuros al instante.


-Oye... oye... ¡hey! -le dijo despertándolo, el azabache abrió los ojos y observó la profundidad de los ojos contrarios. También notó su sonrojo-. Podrías ir a tu casa, haces que la mía apeste a alfa -le dijo descortés.


-¿Estás mejor? -le preguntó el alfa. Jeff bufó.


-¿Acaso no me has escuchado?


-Lo he hecho, pero si me voy serás atacado y eso es algo que me parece bastante malo de mi raza. No quisiera que te sucediera algo, Jeff.


Y en ese momento, el omega sonrió ante la humildad casi irreal de aquel alfa.


Había conseguido a un... ¿amigo?


 

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