— ¡Despierta Naruto!
Rebotó en su silla ante eso, frente a él estaba un hombre con una cicatriz en la nariz mirándolo molesto. Rio un poco nervioso, ya se esperaba una sarta de regaños.
—Ho-Hola Iruka-sensei—saludó medio nervioso.
— ¿Se puede saber porque dormías?—preguntó cruzándose de brazos y por un momento para el rubio parecía mucho más grande y con truenos detrás.
—Porque…—intentaba pensar una excusa creíble, sin embargo, nada salía de sus labios—. ¡Porque así llegan las ideas mejor!
Por un momento pensó que los ojos del mayor se volvían rojos, trago saliva y miro la computadora frente a él, con solo una mitad escrita. Así que antes de otro regaño, empezó a escribir todo a una velocidad inhumana mientras observaba la libreta al costado de la máquina.
—Ya déjalo Iruka, vas a hacer que se equivoque—llegó para salvar al chico, un hombre con una curiosa mascara que tapaba su rostro.
Naruto sólo seguía escribiendo para poder terminar rápido hasta que lo logró.
— ¡Listo 'ttebayo!
—No vuelvas a dormirte—le regañó el de la cicatriz a lo que el rubio asintió.
Kakashi sólo miraba con una pequeña sonrisa, su esposo sí que tenía un fuerte carácter, por algo es vicepresidente del periódico "Raikiri", volvió a mirar al de ojos azules que estaba feliz de la vida el haber terminado su artículo, lo mejor era que le avisara sobre las noticias.
—Naruto, ya está pegado en el mural las noticias importantes que deben cubrir esta semana—al aludido casi le da un pre-infarto al escuchar eso—. Mejor ve rápido an-
No pudo terminar de hablar porque ya no estaba el rubio, sino más bien un camino de humo, sonrió ante eso y se retiró llevándose a Iruka. Lo mejor era ir a imprimir el periódico del día de mañana.
Por otro lado, el Uzumaki ya había llegado al mural donde estaban otros periodistas amontonados y con la fuerza característica de su madre, paso a toda esa bola y cogió una noticia al azar, pero al leerla quiso devolverla, lo malo es que ya no había nadie. Lloro internamente, sin embargo, no podía hacer nada.
—Así que el asesinato de Hinata Hyuga 'ttebayo—suspiró—. Lo mejor será que contacte el fotógrafo que ira conmigo.
Bostezó, quería dormir un poco más y comer un gran tazón de ramen, pero sabía que eso no se podría hasta terminar todo. De pronto el sonido de su móvil le tomó por sorpresa, era un mensaje de su kaa-chan diciéndole que esperaba que la visitará pronto tanto a ella como a Minato, sopló y contestó con un "Iré pronto", no le gustaba que su madre sea algo sobreprotectora, ya habían pasado cinco años.
—Cinco años…—apretó ligeramente los puños, pero al sentir que sus ojos se humedecían, esfumó todo pensamiento estúpido y desagradable.
Camino hasta donde esta los fotógrafos, aunque se encontró que una escena un poco –muy– traumante, es decir, no todos los días te encuentras a tu mejor amigo siendo manoseado por un tipo que le gusta saber el tamaño del miembro masculino. Vamos, que no le importaba verlos besarse o abrazarse, pero si quisiera hacer ese tipos que cosas que lo hagan en un hotel.
—Cof cof—tosió para llamar la atención—. Vayan a hacer eso en otro lugar, por favor.
—Hola Naruto-kun—saludó Sai con su típica sonrisa falsa.
—Hola Sai…
—Que gusto verte Naruto—saludó su amigo Gaara con una pequeña sonrisa—. Pensé que estabas viendo que noticia hacer hoy.
—Ya la tengo, sólo venía a decirle a tu novio que me acompañe, necesito un fotógrafo 'ttebayo.
— ¿Tiene que ser en este momento? Ando algo ocupado.
— ¡Sí!—el peli-rojo lo empujó literalmente a los brazos de su amigo—. Llévatelo y no lo regreses hasta dentro un mes.
—No exageres Gaa-chan, no puedes vivir sin mí al menos un día—oh, ahí iba a ver un golpiza, mejor se llevaba a Sai.
Lo jaló del brazo con delicadeza para que recogiera las cosas necesarias, mientras el rubio hacia una llamada para el medio de transporte, cuando todo quedo listo, caminaron hacia el auto y se fueron.
— ¿Cuál es el caso?—preguntó el fotógrafo.
—Asesinato de Hinata Hyuga, primera heredera del clan Hyuga—miró la noticia—. Debemos descubrir por qué la mataron y quién fue 'ttebayo.
—Eso lo harás tú, yo sólo tomo fotos—le dedico otra sonrisa falsa.
—Bastardo…—murmuró.
Bufó y esperó a que llegaran, en ese momento tuvo otro mal presentimiento, no los tenía desde ese día cuando todo lo malo ocurría ¿Qué pasaría? ¡No! Era mejor que no hiciera caso, jamás se volvería a encontrar con ese tipo, así que no tenia de que preocuparse. Llegaron a su destino después de una media hora, sacó su libreta y lápiz para apuntar todo lo necesario, mientras que el peli-negro preparaba su cámara.
—Hay que terminar esto rápido, así podre volver con Gaa-chan.
—Siento que lo invocarás y vendrá para golpearte 'ttebayo—bromeó.
Caminó hacia los policías y se presentó enseñando su identificación, por lo que estos los dejaron pasar. Llegó hasta la escena del crimen y empezó a entrevistar a todos los familiares de la víctima, como el padre, la hermana y el primo; anotaba todo en su libreta mientras veía también como su amigo tomaba foto de todo. Exhaló al tener todo, ahora solo quedaba ir al periódico y redactarlo, solo que su estómago le decía otra cosa.
— ¿Vamos a comer, Sai? Muero de hambre—preguntó.
—Otro día será, quiero ir con Gaara—respondió despidiéndose.
Lo miró irse y se quedó solo, empezó a buscar un buen lugar donde sirviera ramen, pero ni siquiera había pequeños puestos ¡Oh claro! Era una calle de gente rica, no le quedaba de otra que entrar a esos restaurantes de lujo aunque sea por su platillo, así lo hizo, entro a uno que ni siquiera le importó el nombre y se casi en el medio de todo.
—Buenas tardes joven, aquí está la carta—le entregó el menú y con una reverencia se retiró unos momentos.
«Espero y haya ramen» pensó mirando todas las comidas hasta que encontró lo que buscaba, iba a llamar al mesero sino fuera por algo.
Ahí estaba…
Él…
No había cambiado nada, sus cabellos azabaches seguían en punta, quizás solo creció unos centímetros más, pero todo era exactamente como lo recordaba. Decir que estaba en shock era poco, no podía hacer nada, estaba prácticamente paralizado y ahí lo noto, junto a ese hombre, una pequeña de aproximadamente cinco años de cabello negro y unos peculiares lentes rojos comía con él.
Después de cinco años, por fin veía al hombre que lo abandonó en pleno altar sin decir nada, quien después de eso desapareció sin decir más. Los ojos negros del otro se encontraron con sus azules. Sólo eran ellos dos en ese momento.
Su pesadilla estaba ahí, con una hija.