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Eraser (¿Necesitas un borrador?) por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del capitulo:

Les dejo la imagen como siempre. una introducción a nuestro hermoso Peter.

 

PeterQuill

 

Sin embargo, antes de que Tony pudiera decirle algo ingenioso, el piano de la música de entrada comenzó a sonar, y Pepper dio un paso al frente, en ese momento, Tony alzó los ojos, y sólo pudo contemplar los azules de Steve. ¿Cuál era el nombre de su destino?

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—¡PETER QUILL!... ¡VEN ACÁ! ¡DE ESTÁ NO VAS A SALVARTE! —Un hombre gritaba a través de una ventana, de un séptimo piso, en un vecindario de mala muerte, mientras una chica bastante sexy, medio vestida, despedía al fugitivo con un beso.

Peter reía divertido, mientras conseguía ponerse la camisa y la chaqueta al bajar por las escaleras para incendios, tenía que dejar de arriesgarse así por chicas de las que ni siquiera conocía el nombre, y que aparte eran “propiedad” de alguien más, y más si ese alguien le conocía de un círculo bastante cerrado de apostadores, estafadores, entre otros bellos delitos que adornaban el curriculum de sus amistades.

Con el pantalón desabrochado, y la chaqueta volando, logró meterse a su amado auto, un Chevy Impala del 67, que tenía desde varios años atrás. Lo encendió, saliendo a la carretera, y en cuanto se sintió seguro, metió su asombroso mix Vol. 1.

—Hell… hell… what the matter with your head.. ye yeah… head…  Hell ….hell, what the matter with your head head…. —Tarareaba, golpeando el volante mientras conducía mucho más relajado, moviéndose incluso de un lado a otro de manera sexy, y esa sonrisa confiada en su rostro. No cabía duda que Peter Quill era todo un caso de relajación y desobediencia, así lo había sido toda su vida, desde que tenía memoria.

Pero de alguna forma u otra su agudo ingenio, y sus ideas improvisadas y brillantes, siempre conseguían sacarle de todos los líos en los que se metía. 

En esa ocasión fueron sus piernas rápidas, pero de cualquier manera sabía que volvería  a toparse con ese tipo, así que tendría que ir pensando en una buena excusa o recompensa para que el hombre en cuestión no le destrozara las piernas y lo tirará al Hudson, fuera de eso, suponía que sería una noche relajada. Quizá pasará por algo de comida china, eso y un par de películas de viaje a las estrellas en el sofá de su departamento sonaban bastante bien.

—Gran noche…—Masculló, viéndose en el retrovisor con una sonrisa, hasta que esta se borró, de pronto el color del interior de su auto reflejo los clásicos destellos azules y rojos, y escuchó el sonido inconfundible de las patrullas. —¿De verdad? ¿Hoy? —Se quejó, orillando a su bebé.

Bajó la ventanilla de su auto, girándose con una sonrisa brillante al oficial a su lado.

—¿Hay algún problema oficial?

—Te pasaste dos altos allá atrás, Quill.

—¿Es de verdad Rhomann? —Preguntó al policía que conocía tan bien, de todas sus veces en los separos, de sus múltiples arrestos, y claro, de su infinidad de multas de tránsito.

—Sólo hago mi trabajo, ¿De que vienes huyendo Peter?

—Star Lord, nunca huye de nada, sólo… aplica pequeños planes de evacuación. —Se encogió de hombros, viendo como el oficial se asomaba a la parte de atrás de su vehículo. —Estoy limpio, lo juro.

—¿A dónde te diriges?

—A casa… —Respondió, haciendo para el oficial unos ojos de inocencia, bastante mal fingidos.

—No se relaciona con esto, pero supongo que no sabes nada, acerca de la nueva epidemia de medicina milagrosa, para cambiar nombres.

—No tengo idea de lo que está hablando señor.

—Y si hablo con tu amiguitio Rocket y su guardaespaldas gigante, tampoco sabrán nada…

—Vaya a buscarlos al hipódromo, le dirán lo mismo que yo, eso es algo nuevo, y de lo que ninguno de nosotros tiene la menor idea, no somos muy fanáticos de meternos en ese tipo de negocios. Las drogas… mala inversión, sobre todo hoy en día, ya en cualquier lado las encuentras. Incluso usted podría venderlas y quizá está viendo si tiene competidores en el mercado. Quién sabe.

El oficial solo suspiró con un gesto desganado, y arrancó un papel de sus hojas de registro.

—Paga tus multas Quill.

—Eso haré oficial. —Asintió tomando la infracción, y guardándola en el maletero del auto, dónde estaban acumuladas muchas de ellas, que al igual que aquella, no iban a ser pagadas.

El oficial ya no respondió nada, sólo negó con la cabeza, y golpeó un par de veces en la parte alta del auto, indicándole que podía irse.

—Casi… ¿Eh? —Abrió un compartimiento, en medio de los asientos delanteros, dónde había una gran cantidad de pastillas que brillaban en un sobrenatural tono azul.

Aceleró de nueva cuenta, sabiendo que entraba a un vecindario en el que incluso muchos policías tenían miedo de ingresar. Dejó el auto bien resguardado en un callejón vuelto cochera al lado de su edificio. Tomando el paquete de capsulas, subió, tarareando una tonada pegadiza, al ritmo que subía los escalones, hasta llegar a su apartamento.

Abrió el lugar, que era evidentemente un desastre, pero… era su desastre, no era asqueroso, o realmente sucio, pero era obvio que, con todo lo que había tirado en el suelo, la organización no era lo suyo, miraba alguna que otra ropa interior femenina por allí y se preguntaba cuando fue la última vez que trajo a una chica a casa.

Ignorando esa pequeña y repentina duda, guardó el paquete de píldoras en un lugar seguro, llamó al restaurante de comida china que estaba a unas cuadras y se sentó en el cómodo sillón frente al enorme televisor.

Encendió la televisión, comenzando a cambiar canales buscando algo que ver, aunque por más que le daba la vuelta, estos seguían sin mostrar nada que realmente le interesara, por lo que iba a cambiar y poner algo del sistema de películas de paga que robaba del vecino, pero entonces tocaron a la puerta.

—Lo de siempre señor Quill— Un chico de rasgos asiáticos le sonrió, mostrando la caja de comida en su mano.

—Muchas gracias, Kyong. —Sonrió este, dándole el precio de la entrega más una generosa propina. El chico le agradaba, sabía que ayudaba en el negocio familiar para ayudar con sus estudios y los de su hermana.

—A usted señor Quill—Le correspondió el muchacho, antes de marcharse.

Peter regresó con la caja de comida, dejándola en la mesilla de centro, dirigiéndose a su casi vacío refrigerador, del que sacó dos cervezas, abriendo una, para darle un trago, enarcando una ceja, al ver lo que se mostraba en la televisión.

“—Industrias Stark, invertirá un total de 8 millones de dólares, de manera inicial, para crear un centro de estudio, dónde se intente averiguar, la razón de que en algunos casos, aparezcan nombres repetidos, o no aparezcan, conocido también como el fenómeno del hilo roto. Con esto se pretende dar ayuda a todas esas personas que caen en la depresión, cuando esto ocurre. — Anunciaba la presentadora de noticias. “

Peter se sentó de nuevo en el sillón, frente a la televisión, abriendo la caja de comida china, escuchando con atención todas aquellas patrañas. Miró su propia muñeca con recelo, la parte que estaba cubierta por una pulsera de cuero ancho, con el tiempo había aprendido a lidiar con ello, pero aún le producía cierto dolor, ver el nombre escrito en ella.

“—Industrias Stark, pretende patentar un medicamento, que borre los nombres en las muñecas, además de crear un…”

La nota se vio cortada cuando Quill puso mute, creyendo que había escuchado algo en la ventana, la paranoia era parte del negocio.

—Claro, nosotros hacemos algo así y es ilegal, ellos la “patentan” y son los salvadores de la humanidad. —Se quejó, comenzando a comer con cierto coraje, pensar en eso, en el “destino”, en “el hilo roto”, hacía que se molestara bastante. Nadie podía hablar, nadie podía si quiera imaginar el sentimiento de creer que tienes a tu pareja de toda la vida, de estar 100% seguro, que es con quien vas a pasar el resto de tu vida, hasta tal punto que lleves su nombre en la piel, y luego ver que en su muñeca, aparece él de alguien más… verlos casarse, y escuchar solo un simple “lo siento”.  Si no habías vivido eso, no tenías ni siquiera idea de lo desesperado que se tenía que estar para luchar porque de verdad existiera una manera de borrarlo.

Partió su galletita de la suerte, abriéndola para leer la frase.

—“Mira adelante, nunca sabes cuándo te vas a topar con tu destino” y mis números de la suerte son “1, 2 y 52” —hizo bolita el papel y lo lanzó, acomodándose de mejor manera en el sofá, para poder comer de su plato, y mirar la televisión cómodamente.

 

“—El líder de industrias Stark, dio un discurso la mañana del martes, en la inauguración del nuevo centro de readaptación social en el centro del Bronx, y hablo también de él nuevo lanzamiento de este centro. —Presentó la rubia conductora. “

Quill abrió la segunda cerveza, mirando con atención al hombre que apareció en pantalla. Viviría en otro planeta, si no conociera al afamado millonario, tenías que conocer su apellido al verlo en la torre en medio de la ciudad.

“—…. De nuevo, no estoy diciendo que ya tengamos la cura para esto. El objetivo es conseguirla, sabemos que hay muchas drogas en la calle, pero también sabemos que solo son temporales, y con muchos efectos secundarios, nosotros queremos cambiar eso, queremos crear algo que nos haga libres, que nos permita elegir nuestro propio destino —declaró Stark con efusividad”

Por un momento Peter quiso creerle, pensar que eso era posible, pero tras años, había descubierto que aquello no pasaba, que era imposible escapar de tu destino, ese que te unía a alguien, aunque ese alguien no estuviera unido a ti.

La gente consideraba que las cifras de pieles sin nombres o con nombres repetidos, era escasa, pero es que la mayoría no se atrevía a confesar, a decir que la verdadera razón de su soledad, es que el destino les había jugado una muy mala pasada.

En parte entendía que era una causa  noble, pero dentro de él, también sabía que era una causa perdida, y que el líder de industrias Stark, no lo hacía más que para deducir impuestos.

“—En la declaración de prensa, Tony Stark, se vio acompañado de quien es su actual pareja, y con quien se le ha visto en varios eventos, aunque ninguno de los dos, ha querido revelar si es que ya están… unidos por el destino, una de las grandes incógnitas es el nombre en la muñeca del genio pues aún no se sabe a ciencia cierta si… “

Peter apagó el televisor.

—Basta de tonterías y chismes por un día. —Pronunció, encendiendo mejor el sofisticado sistema de música, eso y la televisión, eran los mayores lujos del destartalado departamento.

Continuó comiendo, concentrándose mejor en la música, la música siempre lograba relajarlo, enfocarlo o ponerlo a trabajar cuando era debido, en ese caso, pudo terminar de comer, y quedarse luego dormido en el sofá, mientras su mix seguía reproduciéndose, enviándose las dulces notas y letras a su cabeza.

 

 

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No pudo creer que fuera tan afortunado, es decir, tenía apenas 19 años, y el nombre ya había aparecido, claro y nítido en su muñeca, y que mejor, de la chica que estaba perdidamente enamorado. Esa que con su rostro dulce le hacía querer dejar de ser un desastre andando.

Con esa sonrisa dulce, con esa voz de mando… estaba destinado a estar con la chica de sus sueños, esa a la que podía pasar horas y horas besando, a la que sostenía entre sus brazos, pensando que era lo más valioso que podía poseer.

Él era un vago, lo sabía, su padre se había desvanecido en el aire, su madre había muerto cuando él era apenas un niño, y los orfanatos no era un lugar rodeado de amiguitos esperando que el otro fuera adoptado. Era un mundo rudo, de niños dañados, que si de por si eran inocentemente crueles, sin nadie más en quien apoyarte, esa crueldad crecía.

Pero era inteligente, logró sobresalir en la escuela, logró ganar becas, logró salir adelante él sólo por un tiempo, hasta que en la universidad perdió la beca completa por un pleito y un arresto antes de ingresar en verano.

Allí… en la cárcel, conoció el que sería su verdadero destino; “adoptado” por una banda de estafadores y criminales, consiguió el dinero que necesitaba para seguir en la universidad, la que luego fue descuidando por su nuevo “trabajo” que resultaba bastante lucrativo.

Pero entonces… la conoció a ella, la conoció y decidió dejarlo todo, ese mundo lleno de balas y problemas, pensó en abandonar a  su vieja familia, decidió dejar las calles, todo por ella, por ser alguien digno de la hermosa princesa que había postrado sus ojos en él, tan perfecta, tan sonriente, tan llena de amigos, y de gente que la amaba, tan afortunada y brillante en todos los sentidos, tan limpia y pura, y aun así lo había elegido a él… una escoria de la vida, para estar a su lado.

Quizá fuera esa misma razón la que lo llevó a no darle importancia, a aquello que era tan evidente. Pues aunque en su muñeca, estaba ese anhelado nombre, en la muñeca de ella, nada aparecía…

Él solo le sonreía, le decía que ya aparecería, ella se deprimía… él besaba sus mejillas, le decía que estuviera tranquila, que ya aparecería, pero nunca lo hizo…

La empezó a sentir más lejana… la empezó a ver sonreír con alguien más, la empezó a consolar alguien más, alguien más adecuado, alguien de su clase, del club social de su familia, ese que ella siempre dijo que era un idiota, pero que la conquistó…

¡Pero él tenía su nombre en la muñeca! Pensaba confiado, al verlo allí… pero de nada sirvió.

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—Quill, maldición Quill, abre la puerta—los golpeteos con fuerza, lo despertaron, se removió con pereza en el sofá, cubriéndose más con la manta que normalmente estaba sobre el respaldo del sofá. —¡Quill vimos el auto estacionado afuera, sabemos que estás allí!

Peter hizo un pequeño berrinche al más puro estilo de un niño pequeño, pero al final se puso de pie, descalzo, meciéndose el desastre que era su cabello, dio un enorme bostezo, y ni siquiera necesitó ver por la mirilla para saber quién era, reconocería esa voz dónde fuera.

Abrió, topándose con un hombre rubio, de mirada inteligente y sonrisa maliciosa, a su lado un hombre de grande musculatura, un par bastante intimidante, pero al que el dueño del departamento, les sonrió somnoliento.

—¿Les cerraron ya los casinos?

—No seas bobo Quill, de esos nos expulsan, no los cierran. —Respondió el rubio entrando, seguido del otro.

—Buenos días Groot —Saludó al segundo, que le devolvió la sonrisa.

—Quill, ¿Cereal? —Dijo de manera sencilla, y Peter le señaló la cocina, mientras el rubio tomaba asiento en el sillón que él dormía.

—¿Qué los trae aquí, Rocket?

—Tu sabes porque estamos aquí, ¿Tienes las pastillas no es cierto?

—No sé de qué pastillas estás hablando—Se encogió de hombros este, sentándose al lado del otro.

—Sabes perfectamente de que pastillas estoy hablando, de las que robaste, a ya sabes quién.

—Oh… esas pastillas… —se cruzó de piernas a su lado. —No, no las tengo. —Rocket le miró con una ceja enarcada. —Sí, allí están, tan azules, y diabólicas como esperábamos. —Declaró. —¿Hablaste ya con el comprador?

—Groot, “dialogó” con uno de los posibles compradores, ya que su precio no era del todo de nuestro agrado, ¿no es cierto amigo?

—Cereal—Respondió con la boca llena este, sin dejar de comer el cereal que se había preparado.

—Bueno, el punto es que necesitamos un nuevo comprador, a él no le queda mucha simpatía por nosotros.

—Chicos, chicos… ya hemos hablado de eso, déjenme las negociaciones a mí, por eso luego tenemos este tipo de problemas—reprendió Quill.

—¿Qué dices? Pero si soy un gran negociante. —Increpó el rubio, señalando su pecho. —Hago maravillas en los negocios.

—Haces que Groot los golpee y vacíe sus bolsillos.

—Sólo a los que no me quieren dar lo que deben… o que tienen algo que yo quiero.. así debería ser el mundo Quill, si yo quiero eso más que ellos, yo debería tenerlo.

Peter le dedicó una sonrisa de lado antes de dar un bostezo, parándose para hacerse un cereal justo al gigante de grandes músculos.

—Entonces, lo que estás diciendo, es que nos quedamos sin comprador. —acusó, sentándose en la encimera de la cocina, con el plato de cereal en sus manos.

—Es sólo un pequeño contratiempo.

—Rocket, necesito ese dinero, me han estado presionando, le debo demasiado a los italianos. El préstamo pro el último trabajo aún no está del todo saldado, y lo saque con mi palabra, ¿has oído de la venganza siciliana….? Pista, no es bonita.

—Nada va a pasarte Quill, siempre puedes venir a la guarida y nosotros te protegemos.

—¿Dónde está Gamora?

—En el sur, la frontera con México, él y el otro grandote decidieron ir por un problema que hubo entre unas pandillas y los traficantes.

—Deberíamos irnos todo para allá, la policía ya está enterada de las nuevas pastillas.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! —Casi gritó Rocket, haciendo que Groot levantara la vista de su cereal.

—Mira, no me preguntes Rhomann me detuvo ayer y comenzó a interrogarme. Logre escaparme fácilmente, es decir era Rhomann, pero otro día puede no ser él y entonces Rocket… mis últimas estadías en prisión no fueron agradables.

—Eso no va a pasar, Peter, de verdad te lo prometo, vamos a vender eso, y sólo tendremos dinero, nada de drogas. —Juró el tipo. —Con ese fondo podré hacer lo que te dije.

—¿Comenzar a estafar en la bolsa?

—Soy un genio para los números, ya te lo he dicho, sólo necesito un poco de capital, además es algo que todos hacen. Y con esto creo que vamos a poder salir de eso. Nos costó mucho conseguir esas pastillas.

—Lo sé, estuve allí Rocket.

—Sólo danos una oportunidad, ve con los italianos, diles que tendrán su parte con intereses, que sólo nos de más tiempo.

—Más tiempo… más tiempo, como si fuera tan fácil pedirle más tiempo a ese tipo. Ronan está con ellos.

—¿Ronan?

—Ronan—Confirmó—y sabes que me odia…

—Le rompiste el corazón. —Se burló —Eso… es que Quill, lo siento… fue demasiado divertido, tú y él, eran tan…

—Por favor, cállate. —Pidió negando con la cabeza. —Eso… fue un error. Lo supe desde un principio, y él también.

—Sí, lo noté por las veces que intentó matarte o cortártelo. —La risa del tipo al que de joven apodaban “Raccon” era de genuina diversión, y su amigo Groot, igual empezó a reír mientras terminaba su cereal.

—Eso no fue divertido Rocket, no es sencillo lidiar con eso. Además no quería córtamelo, de todas maneras nunca lo hicimos.

—Estás de broma, ¿De verdad? —Preguntó sorprendido.

—Ninguno quería ir abajo, así que hacíamos otras cosas, desde allí ya iba mal.

—Él tampoco tiene nada escrito, ¿Verdad? —Rocket miró sus propias muñecas vacías.

—No, nunca… ha tenido algo así, pero créeme Rocket, es mejor así—Pronunció agitándole el cabello a su amigo.

—Eso dices, él único afortunado de aquí es el gigante. —Señaló a su amigo, quien sólo sonrió dulce, un contraste

Groot tenía un nombre, su esposa tenía su nombre, y además un pequeño y hermoso niño, baby Groot. Era esposo de una chica que había llegado como indocumentada desde Cuba. La chica se metió en líos, hasta que ellos la sacaron, y entonces pasó… Ahora, todos trabajaban para lo mismo, dejar el negocio ilegal, conseguir suficiente dinero, y que al menos uno del grupo, tuviera una vida feliz y normal.

Groot les sonrió, amaba a sus compañeros, sabía todo lo que hacían por él, y dentro de sus pocas palabras, pero sus muchas acciones, dejaban ver que los apreciaba. Sólo esperaba que estos pudieran ser la mitad de lo felices que él lo era.

—¿Por qué no vas por ellas?

Peter asintió, poniéndose de pie, para ir a sacarlas de un agujero en el muro, el cual estaba oculto tras un cuadro viejo de gatitos. Extrajo las pastillas, y se las aventó a Raccon.

—¿Ya las probaste?

—No quería hacerlo solo, sabes que esas cosas luego tienen reacciones secundarias muy severas—Pronunció, sentándose frente a su amigo, Groot igual se había cambiado de lugar, hasta un sofá cerca de ellos.

—¿Entonces? ¿Listo?

—No sé porque hace esto la gente, he leído sobre muchos tratamientos alternativos—Decía quitándose la pulsera de cuero que cubría su marca.

—Claro Quill, como si algo de eso funcionara…

—Lo sé… lo sé…—Tomó la pastilla, elevándola frente a su rostro, juntas, lucían azules, pero al separarlas, poseían un extraño color morado, bastante hipnotizante….

Como odiaba ser conejillo de indias…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Comentarios, críticas, todo es bien recibido. 


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