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El sexto camino por yue-sama

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Notas del capitulo:

hola!!

gracias por sus rw fueron contestados, aun que recibi muy pocos.

espero les siga gustando esta historia como en un principio.

les quiero y aqui el cap.

 

Sorato vio cómo la gente salía lentamente del refugio para poder recibir un pedazo de comida, los samuráis veían todo con atención, buscando a sus familiares y también pendientes de ver si alguien venía.

 

Cuando Kaoru salió, Sorato lo agarró y lo cargó, al parecer el pequeño había notado el cambio, sus ojitos se habían abierto con sorpresa al ver su cabello corto, ahora no sabía si arrepentirse o no… Lo había hecho en el calor del momento, pero cabello era cabello, volvería a crecer con el tiempo, lo que realmente si le preocupaba un poco era su cuello libre.

 

Se sentía tan desnudo sin ese collar. Su piel sensible se erizaba con el fresco viento, era tan raro para él no andarlo, pero tenía que superarlo. Fue directo a los samuráis que repartían la comida, pero casi se arrepiente al ver a Albert cerca de ellos, tuvo que dar la vuelta rápidamente.

 

—¡Sorato! ¡Espera! —gritó Albert, pero Sorato no volteó para verlo, por el contrario, se apresuró más, repitiéndose que eso era muy tonto, no sabía ni porque lo estaba evitando, si habían terminado de la mejor manera posible y él había aguantado como un valiente el sutil rechazo de su Alfa.

 

Parecía que su Omega no quería darle la barriga a ese Alfa malo, era eso o que simplemente tenía miedo de volver a caer, era un mortal después de todo, y ni siquiera una persona inmortal podía escaparse de las garras del amor.

 

Se le pusieron los pelos de punta cuando escuchó el trote detrás de él y supo que era Albert al oler el aire. Se estremeció fuertemente y apresuró su paso, Kaoru le jalaba la ropa suavemente, preguntándose qué demonios le pasaba a su hermano para casi estar corriendo.

 

—¿Nii-chan? (¿Hermano?).

 

—Tranquilo, solo… solo nos alejaremos un rato, ¿sí?

 

El pequeño asintió y dejó que Sorato comenzara a trotar, vio a través del hombro de su hermano como el Alfa venía tras ellos, su cabello magníficamente rubio le dio curiosidad.

 

—Alfa —dijo suavemente.

 

—Sí, un Alfa —dijo Sorato mordiéndose el labio—. No lo mires.

 

—Curioso —rió libremente el pequeño.

 

—¿Por qué lo dices?

 

—Amarillo.

 

Sorato sonrió de lado y quiso voltear hacia atrás para verlo.

 

—¡Sorato, solo espera! —volvió a gritar Albert.

 

Y eso le recordó que estaba en modo de huida a como diera lugar, así que siguió recto sin voltear a verlo.

 

—Cerca —dijo emocionado Kaoru.

 

—¿¡Cerca qué!?

 

 

—Alfa, cerca.

 

Sorato brincó y no pudo evitar voltear hacia atrás para confirmar lo que su hermanito decía, solo para darse cuenta de que Albert estaba por atraparlo, pero antes de que todo eso pasara se sintió chocar contra algo y su cuerpo rebotó, cayendo sentado en el suelo con Kaoru lloriqueando un poco porque él también se había golpeado con lo que sea que habían chocado.

 

Sintió unos fuertes brazos levantarlo y ahí se dio cuenta de que había chocado con Yamamoto y sintió un escalofrío por todo el cuerpo, por supuesto que no era por nada sexual o alguna reacción al tacto, simplemente fue un detonante para hacerle saber que tendría que dar la mala noticia.

 

Bajó lentamente a Kaoru e hizo una reverencia.

 

—Kai… ¿Dónde está? Lo busqué en los dos refugios…

 

Sorato lo miró a los ojos y no supo cómo darle la noticia, todavía era muy reciente el sentimiento de culpabilidad y tristeza —esos que le carcomían el alma—, para decirlo libremente.

 

—Lo siento Yamamoto-sama —dijo lento—. Kai murió.

 

Pudo escuchar el fuerte suspiro de Albert a sus espaldas mientras la cara de Yamamoto se tensaba, sus ojos se dilataron y pudo percibir los puños apretados que guardaba a través de la tela.

 

—Llévame con él.

 

Sorato esperaba tantas cosas por parte del gran Alfa frente a él, un regaño, reclamos o incluso que lo culpara, pero nada de eso pasó y Sorato solo pudo asentir para luego comenzar a caminar hacia la villa, dejando a Kaoru con alguien de confianza.

 

Cuando llegaron a la casa donde había estado Kai, Yamamoto fue el primero en entrar, Sorato no lo siguió, pensaba que ese era un momento para ellos dos, el momento de intimidad que no habían podido tener.

 

El momento definitivo de decir “Adiós” correctamente y cerrar ese círculo.

 

Albert también pareció entender, si bien, los había seguido había mantenido su distancia de Sorato comprendiendo que este quería su espacio, muy lejos de él, así que respetaría eso…

 

Por el momento.

 

La noticia no le había sentado para nada bien, sintió un gran nudo en su garganta difícil de tragar, ahora comprendía porque Sorato estaba como estaba, no había sido nada fácil pasar por lo que él pasó.

Él era un tonto, lo era por haberlo dejado, quizá si él se hubiera quedado las cosas habrían sido diferentes… aunque sea un poco.

 

Cuando Yamamoto salió con el cuerpo de Kai en sus brazos, Sorato tuvo que contener la respiración, por la cara del Alfa rodaban silenciosas lágrimas, él simplemente hizo una reverencia para no ver la pena y tristeza ajena, dejándole el paso libre.

 

Demonios… era tan terrible, su corazón latía dolorosamente en el pecho, su mirada se desvió un poco hacia Albert notando también la melancolía en su rostro.

 

Las cosas pasaban por una razón.

 

*

*

*

 

El funeral de Kai había sido duro, pero lo habían llevado con sabiduría y sabían que ya estaba en un mejor lugar. La aldea entera estuvo presente, dándole el último adiós.

 

 

Yamamoto había clavado las dos katanas en el suelo y todos respetaron su duelo, para un Alfa era difícil perder a un hijo, ya que ellos habían nacido para ser protegidos, aunque ya no fueran unos cachorros, Sorato sabía que el Alfa estaba pasando por la misma transición que él había pasado cuando se enteró de la muerte de su padre.

 

 

Y de verdad lo comprendía.

 

*

*

*

 

La reconstrucción de las casas comenzó, todos ayudaban, ya sea cortando la madera para poder volver a hacer sus casas o recolectando todos los materiales necesarios, y así, poco a poco fueron construyendo las nuevas casas.

 

Habían botado todos los escombros y con mucho esfuerzo volvían a levantar la villa de Akinoyo, la que una vez había brillado bajo el resplandor del sol y la gloria samurái.

 

Yamamoto estaba preparando las siguientes estrategias, no importaba lo que hiciera a partir de ahora, desde el momento en que escapó de la casa imperial, había quedado como un enemigo del país, y aunque él no siguiera con la batalla, sería buscado por todos los lugares, y por supuesto que el primer lugar en el que volverían a buscarlo sería en la villa. Su gente ya había sufrido lo necesario, así que era mejor defenderlos y defender su honor, que había sido tomado como poca cosa.

 

Si el gobierno japonés quería eliminarlos por algo que los samuráis creían correcto, no había nada más que hacer que luchar.

 

 La hora de la verdad estaba cada vez más cerca.

*

*

*

 

Sorato respiró profundo y vio hacia el lago, después de esos agitados días, ver el lago fantasmal lo calmaba un poco, respirar el aire puro y el aroma a pino lo tenía casi ronroneando.

 

Se aproximó a la poza que estaba cerca, ahí una pequeña cascada vertía la cristalina y cálida agua, perfecta para darse un baño rápido. Se quitó la hakama y la dobló, poniéndola lejos del agua y quedándose solamente con su bata, procedió a meterse en la pequeña poza para comenzar a mojarse. Desató un poco su bata para así dejar al descubierto sus hombros y partes de su espalda.

 

Amaba ese lugar con toda su alma, era muy especial para él.

 

Se volteó al oír el crujir de unas ramas y tomó rápidamente su katana, listo para el combate, nunca más en su vida lo tomarían desprevenido.

 

Pronto se dio cuenta de que su katana no sería necesaria, sin embargo, la cabellera rubia que salió tras los árboles lo puso nervioso, había estado evitándolo lo mejor que pudo, pero parecía que Albert lo había seguido hasta ahí. Tuvo que darle crédito ya que escapar de ahí era más complicado, además era un lugar privado y alejado de la multitud, era el lugar perfecto para hablar y aclarar las cosas.

 

Albert sabía cómo mover sus cartas.

 

Sorato guardó su katana lentamente y Albert al fin salió por completo, admirando a su Omega, había estado un rato entre los arbustos viendo la infinita belleza que su Omega tenía, la dulce piel expuesta junto con las gotas de agua cayendo suavemente sobre ella. Era una tentación, el lugar quedaba perfecto con él, el misterio que desprendía el ambiente solo hacía relucir más a su Omega.

 

Pero tenían que hablar.

 

Sorato se acomodó la bata blanca, tapando la piel expuesta.

 

—Hola —Sorato hizo una reverencia y Albert la respondió—. Sé que no querías verme…

 

—Has mejorado tu japonés —desvió la conversación, y al parecer no fue nada sutil, ya que Albert pareció darse cuenta.

 

—Sí, estos días que he estado lejos, aprendí otras palabras.

 

—Me alegro.

 

Y de verdad lo decía de corazón, Albert estaba superándose a sí mismo, ya casi no se trababa y su pronunciación de las palabras había mejorado mucho.

 

El silencio cayó entre ellos y Sorato volteó hacia otro lado… Diablos, si ese Alfa no lo pusiera tan nervioso podría actuar normal.

 

Tan perdido estaba en sus pensamientos que brincó cuando sintió un roce en sus brazos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y suspiró lo más bajo que pudo. Albert estaba tocándolo, lo miró y notó los ojos grises de Albert brillantes y hermosos.

 

—Perdóname…

 

—Desde que estás conmigo solo te has disculpado.

 

—Lo se… pero no dejo de lastimarte una y otra vez.

 

—No se puede evitar —sonó cortante, pero no había querido decirlo de esa manera.

—Soy un tonto y lo se…

 

—…

 

 

—Tenía miedo.

 

Sorato se soltó del suave toque y lo miró con cierto enojo, ¿cómo era posible que un Alfa tuviera miedo?

 

Albert pareció notar su enojo y cerró los puños fuertemente.

 

—¿Por qué tú —lo señaló—, ibas a tener miedo?… ¿Miedo a ser feliz? ¿A tu destino? ¿¡A amarme!? —dijo más fuerte de lo que pretendía.

 

—Tenía miedo de que te desilusionaras cuando te contara todo mi pasado.

 

Sorato se quedó callado por un momento, viendo la intranquilidad grabada en todo el cuerpo de Albert y se tranquilizó un poco.

—¿Tu pasado? ¿Tiene que importar? ¿Por qué no simplemente dejamos el presente ser para después construir un buen futuro?

 

—Porque mi pasado es tan importante para mí como lo sería mi futuro…

 

—¿Por qué? —murmuró.

 

—Porque mis demonios están ahí, y me recordarán toda mi vida lo que hice y lo que pude haber evitado.

 

—Curarás tus heridas.

 

—Es lo que quiero… pero a veces siento que solo nací para hacer daño.

 

Sorato lo vio desplomarse ahí mismo, y su corazón se estrujó dolorosamente, quiso abrazar a su Alfa, que se miraba como un cachorro desprotegido y melancólico.

 

Se acercó lentamente y le acarició los cabellos suavemente, Albert era más alto que él, así que tuvo que inclinarse un poco para alcanzarlo.

 

El Alfa lo miró sorprendido y pronto sus ojos conectaron, la fuerte atracción que sentían se hizo presente.

El fuerte aroma a leña de Albert envolvió el ambiente y Sorato se sintió flaquear, su Alfa… su hermoso Alfa estaba viéndolo con el mayor anhelo que había. Se escuchó jadear con fuerza al sentir el apretón en su cadera, la tela mojada se pegaba a su piel, y las pupilas de su Alfa se habían dilatado mientras gruñía suavemente.

 

Se sentía perdido y pronto, el otro brazo de Albert lo rodeó, atrayéndolo a su cuerpo con algo de fuerza, Albert enterró la cabeza en su cuello y aspiró su dulce aroma. Sus piernas temblaron a la vez que sentía la humedad de su entrada deslizarse por sus piernas… Fue ahí que comprendió lo que estaba pasando.

 

—Estás en celo —gruñó.

Notas finales:

si tienen alguna preguntas hacerla.

nos vemos el proximo martes.

dar clik para ver.

la bella espalda de sorato.

 


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